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Like a Dream (7)

en Hetero: General

Tarde

Al salir de compras se sentían algo cansados, después del coito improvisado en el probador, así que Daniel decidió llevarla al parque María Luisa, donde se tumbarían en el césped y echarían una siestecilla si se terciaba. A Melany, que también conocía aquella ciudad desde pequeña, le pareció una fantástica idea.

De modo que cumplieron sus mutuos deseos, buscaron un lugar tranquilo y soleado, bajo un álamo centenario. Él se sentó contra el gran tronco y ella se tumbó en la hierba reposando su cabeza sobre los muslos de él. Y así sestearon las horas de calor más intenso hasta mediada la tarde, cuando las sombras de la primavera se hicieron más largas al compás con el que el sol descendía sobre el horizonte.

Él apenas cerró los ojos un rato, el resto del tiempo estuvo contemplando a su preciosa Melany, que dormía en su regazo, acariciando sus rizos dorados, admirando su esbelta figura, sus piernas sedosas y contorneadas hasta sus pies desnudos reposando sobre la hierba.

Le parecía todo tan irreal, tener a aquella preciosa joven allí delante, haber disfrutado del éxtasis supremo con ella, con sólo su mutua compañía ya se sentía feliz. Mientras la contemplaba, se preguntaba si llegaría a despertar, si aquel sueño se desvanecería en un suspiro. Esto lo entristeció así que decidió apartar aquellos pensamientos y centrarse en el momento, centrarse en Melany.

Ella despertó, abrió sus preciosos ojos verdes y lo vio contemplándola, inmediatamente le sonrió y alargando su mano le acarició la cara. Éste le besó la mano y se la cogió para ya no soltársela. Su rostro reflejaba tanta belleza que Daniel sintió ganas de abrazarla y darle un beso, pero se contuvo y prefirió que se desperezase un rato más tras su siesta.

Melany se sentía genial, allí tumbada sintiendo el calor del sol en sus piernas y la cómoda almohada que formaba el muslo de Daniel. Llevando sus brazos hacia atrás estiró su esbelto cuerpo mientras Daniel le acariciaba su cintura.

- ¿Has dormido bien? -preguntó finalmente rompiendo aquella comunicación no verbal.

- ¡Estupendamente! Me siento genial ahora mismo -le confesó Melany-. ¿Y tú?

- No he dormido mucho la verdad, pero no me ha importado, pues he disfrutado viéndote cómo lo hacías tú.

- ¿En serio? -le preguntó con extrañeza.

- En serio -afirmó él con rotundidad.

- Melany se incorporó y se abrazaron, besándose en las mejillas como si fuesen sólo amigos.

- ¿Sabes qué? -preguntó ella.

- ¿Qué? -replicó él sin soltarla en su abrazo.

- ¡Que me hago mucho pipí! -le confesó sonriéndole.

- Pues lo tienes complicado porque los bares están lejos de aquí, yo te sugiero que lo hagas por aquí entre algunos arbustos.

- Eso pensaba yo, ¿me acompañas?

- Por supuesto, seré tu guardaespaldas -le dijo despertando su sonrisa de nuevo.

Para Daniel el ver hacer pipí a una mujer era algo, aparte de natural, muy sensual. No sabría explicarlo bien, pero veía en ello la belleza femenina en un acto tan natural como humano. Por eso cuando encontraron unos arbustos en una zona poco transitada del parque se colocó disimuladamente junto a Melany de manera que pudiese verla.

- No pretenderás mirar, ¿no? -preguntó pudorosamente la chica.

- ¿Por qué no? Después de haberte visto desnuda y hacer lo que hemos hecho en la tienda no veo que sientas vergüenza por ello... -sonrió Daniel.

- ¡Cómo que no, es mi pipí y es algo muy íntimo!

- Bueno, ¡pues compartámoslo! -exclamó Daniel sin cejar en sus intenciones.

De modo que Melany le devolvió la sonrisa y como si de un reto se tratara se bajó su tanga hasta sacarlo por su tobillos y se puso en cluclillas de cara a él, abriendo sus muslos expuso su zona más erógena a los ojos curiosos de Daniel. Este también se agachó, de manera que todo fuese más cercano e íntimo.

- Bueno, ¿y ahora hago pipí?

- ¿No te morías de ganas?

- Si, pero es que al mirarme tu me da corte... -dijo, tal vez ruborizándose un poco.

- Prueba a ver -la incitó finalmente Daniel.

Melany se frotó suavemente la zona superior de su vagina, luego se separó ambos labios para que el pipí no resbalase por ellos, así el chorrito caería justo por el centro.

Comenzó con un par de tímidos chorritos, tras los cuales parece que se relajó y un potente chorro salio disparado contra el suelo. Daniel la observó con atención en todo momento. Admiraba aquella preciosidad rasurada al 0, con apariencia de adolescente a la que no ha crecido aún ni un pelo, pero cuyos labios denotaban que aquella mujer ya había disfrutado de las mieles del sexo.

- ¿En serio te gusta esto? -le preguntó cuando ya le quedaba poco para terminar.

- ¿Por qué no? Me parece muy íntimo y sensual, y tu tienes un chochito precioso -afirmó sin tapujos Daniel.

- ¡Gracias! -exclamó Melany sonriente.

Finalmente unos chorritos espaciados fueron suficientes para terminar. Melany pidió a Daniel un kleenex y juntando sus dedos lo tomó y secó su linda flor. Luego se levantaron y esta observó un tanto escandalizada el gran charco que se había formado en torno a sus pies.

- Pues sí que tenía pipí, ¿eh? -comentó jocosa.

- Mucho pipi, si señor -añadió Daniel.

- ¿Te puedo preguntar algo?

- Si claro, adelante, ¿qué quieres saber? -dijo muy animado Daniel mientras comenzaban a pasear.

- ¿Has estado con muchas mujeres aparte de con tu ex?

- La verdad es que no, bueno sólo he estado con ella y con alguna... -Daniel pareció arrepentirse de lo que iba a decir y se quedó mudo.

- ¿Qué ibas a decir? -se interesó Melany que ahora no quería quedarse con la curiosidad.

- Bueno no es algo de lo que alguien pueda sentirse orgulloso pero seré sincero, digamos que mantengo una relación con una “profesional” del sexo. Lo prefiero así, voy, pago y tengo sexo fácil, aunque siempre con la misma, pues probé con ella y me fue tan bien la primera vez que nunca he querido cambiar. Será porque soy un hombre de costumbres.

- ¿En serio? ¿Y todavía lo haces con ella?

- Si, suelo ir cada dos semanas más o menos.

- ¿Y ella hace todo lo que le pides?

- Bueno si, todo lo que le apetece hacer, no creas que le pido cosas que no haría con su pareja habitual.

- ¡Ah bueno! ¿Y lo pasas bien con ella?

- Claro, si no, no iría -asintió Daniel pausado-. Es muy cariñosa y la considero mi amiga, creo que ella también me tiene ya por un amigo, aunque siempre respetamos “el negocio”, es decir, yo soy su cliente y sólo nos vemos en su club por ejemplo.

- Y qué haces con ella que sea poco corriente.

- No sé, ¿podrías ser más explícita, por favor?

- No se, ¿haces practicas sexuales haces con ella que no sean muy habituales? Por ejemplo, ¿se lo haces por el culo? -le explicitó Melany.

- Si alguna vez lo hemos hecho, aunque prefiero por delante, y variar las posturas y bueno, también hace las felaciones muy bien.

- ¿En serio? La compararías conmigo, antes en el probador, ¿te gustó como te lo hice?

- Si... estuvo muy bien -admitió Daniel sin opinar sobre si mejor o no que con su otra amiga.

- Pero no te mojas, ¿te lo hace mejor “la profesional” no?

- Cada mujer tienen una forma de hacerlo, y la verdad es que me gustáis las dos -respondió Daniel sin querer comparar, aunque tal vez pensase por dentro que Cristina se lo hacía mejor pero tampoco era cuestión de admitirlo delante de Melany-. ¿Te ha gustado hacerlo en un probador?

- La verdad es que si, ha sido muy excitante y morboso. Estaba nerviosa, porque pensaba que nos iban a abrir la cortina en cualquier momento y eso ha hecho que me excite más, ¿te lo puedes creer?

- Claro, el peligro, la adrenalina son la mecha que enciende la excitación y el deseo -le confesó Daniel.

- ¿Tú ya lo habías hecho en lugares públicos? -se interesó ahora ella.

- La verdad es que no, bueno empecé como todos, en la parte de atrás de un coche, en un camino apartado de la ciudad, si eso se entiendo por lugar público pues si. Pero tan público como el de hoy no -sonrió.

- A mi me ha encantado, lo haces muy bien, ¿sabes? -le confesó Melany.

- Trato de complacer y ser complacido -sonrió de nuevo Daniel.

- La verdad es que últimamente no tenía mucha vida sexual Daniel y bueno, la que tenía hace tiempo no era muy placentera...

- Te puedo preguntar, ¿por qué?

Melany quedó en silencio mientras paseaban. Una bandada de palomas, que estaba en mitad del camino, al verlos acercarse emprendieron una alocada fuga en grupo y provocaron un estruendoso aleteo. Finalmente la chica decidió contestar...

- Bueno, es un poco difícil admitirlo Daniel, pero quiero contártelo. Lo he hecho con mujeres, de hecho tuve una relación con una compañera también modelo durante casi un año.

- ¿En serio? -se extrañó ahora Daniel.

- Si, así fue. De hecho en la tienda me he acordado de ella cuando tú estabas entre mis muslos, porque la verdad es que lo has hecho muy bien y me has recordado cuando me lo hacía ella.

- Me alaga oír eso. ¿Y qué más relaciones has tenido?

- Bueno ya te conté que hace una semana tuve otra relación esporádica con ese cabrón que terminó abusando de mi. Quitando esa, pues llevo unos seis meses o más que no mantengo relaciones con nadie, tal vez por eso me dejé engatusar por aquel cabrón. Tengo un juguetito que viaja conmigo y con él me alivio.

- Y qué prefieres, los hombres o las mujeres. Porque también habrás tenido más relaciones con hombres, ¿no?

- Si claro. Es distinto Daniel, cada sexo tiene sus cosas buenas. Por ejemplo con las mujeres es todo muy sensual y podemos estar toda la noche dándonos placer y excitándonos hasta corrernos. En cambio con los hombres es todo más intenso y aunque dura menos también proporcionáis mucho placer.

>> Yo tenía un novio, lo tuve por un año y pico, fue mi primer chico. Al año o así comencé a tener sexo con él, me refiero a coitos, pues hasta entonces sólo nos masturbábamos juntos, yo era muy adolescente y aunque ya desfilaba no estaba al nivel que voy ahora. Me gustaba mucho hacerlo con él, de hecho es la única relación formal que he tenido. Pero luego comencé a viajar y aquello se enfrió al dejar de vernos, suponía que él me era infiel y dejamos poco a poco de estar en contacto. Luego me enteré de que mi madre habló con él y provocó que este me dejase, envenenó su mente y por eso me dejó.

>> Eso me dolió muchísimo, tanto que ya no pude confiar más en ella, contraté a un agente y un asistente profesional y la despedí.

- Entiendo, debió ser duro para ti, ¿verdad?

- No sabes cuanto, luego me arrepentiría de haber tomado esa decisión, pues la vida es muy dura y te da lecciones muy difíciles de llevar.

- Pesadas cargas que todos tenemos que soportar -continuó Daniel su frase-. No te preocupes pequeña, eso nos ocurre a todos, lo importante reponerse y continuar adelante, pues cada día sale el sol y nunca sabemos lo que nos deparará ese nuevo día -la apretó contra su cintura y la besó.

- Hablar contigo me relaja mucho Daniel, siento que te puedo contar cualquier cosa -le confesó Melany mientras hacía una pausa en su caminar para ese beso.

- Yo también me siento muy bien contigo, es como estar en una nube, como si fueras un sueño.

- No soy un sueño Daniel, yo soy real -le dijo Melany besando nuevamente sus labios.

La tarde se echaba encima y el hambre arreció de nuevo, así que cuando pasaron por una heladería se sentaron en la puerta y comenzaron a disfrutar dos hermosas copas de helado, muy bien decoradas.

- Hoy no estás siguiendo tu dieta, ¿no? -le preguntó Daniel jocosamente.

- Hoy no, no me apetece, ya compensaré con ejercicio y dieta durante la semana. Las modelos a veces nos permitimos un día sin dienta, ¿sabes?

- Hacéis bien, tu oficio debe ser muy duro tan solo por esas restricciones que os ponéis a al hora de comer -le confesó Daniel.

- Si, es duro. Aunque tiene otras cosas más duras -admitió Melany poniéndose algo triste.

- Siento haberte puesto triste, no era mi intención.

- No te preocupes, no pasa nada. Cuando me preguntabas por mis relaciones, en mi mundo los diseñadores son gays, aunque también hay muchas diseñadoras, cuando son ellas las que te visten es distinto, porque casi todas son lesbianas y ahí sí que nos sentimos en parte explotadas como tu amiga “la profesional”.

>> A veces te ves forzada a dejarte tocar, ¿sabes? En las fiestas, o cuando te hacen las pruebas. Yo cada vez lo hago menos pero cuando empiezas todos te sugieren que para ascender tienes que relajarte y dejar que te manoseen un poco.

>> Te terminas acostumbrando cuando lo haces, aunque casi todas son mayores y no es plato de buen gusto. A veces te llaman a una habitación privada donde sólo están ellas, ahí te prueban un vestido y te manosean mientras lo hacen. Luego directamente te van metiendo mano y pueden terminar con tu sexo en sus bocas hambrientas. Tú te dejas hacer y ellas disfrutan haciéndotelo. Luego, después de un rato finges que te corres y ellas quedan contentas y saciadas. Así es lo ideal, a veces te piden que tú también las toques o vayas más allá, yo admito que lo he hecho cuando he tenido que hacerlo, en fin, como ves mi mundo no es tan ideal como lo pintan en los programas de moda...

Daniel esperó un poco a que Melany siguiese desahogándose pues se la veía bastante afectada, aunque con ganas de hablar así que supo limitarse a escucharla.

- Bueno y cuando mi madre era mi manager también tuve que coquetear con algunos viejos promotores de pasarelas de moda. A veces era ella la que se dejaba follar en mi lugar, pero otras estos insistían en hacerlo conmigo así que ella me aconsejaba que lo hiciese, eso si, que siempre fuera con condón. Ahí fue un poco lo peor, pues te sientes explotada por ellos más que por ellas y no es lo mismo la delicadeza que mostraban las diseñadoras lesbianas que estos viejos.

>> Incluso hubo una vez en la que un joven empresario de una red de tiendas de moda insistió en hacerlo con las dos y tanto mi madre como yo nos lo tiramos a la vez, ¿sabes? Yo no podía creerlo pero me vi envuelta en esa extraña situación y tuve que apechugar y seguir adelante.

>> El caso es que ahí vi que mi madre disfrutó con aquello. Y bueno, yo no la culpo pues ella siempre viajaba conmigo y llevaba ya divorciada muchos años así que digamos que estaba libre y dispuesta a todo.

>> Si, la verdad es que me dejé follar para ascender en mi carrera, incluso con el consentimiento de mi madre y eso fue lo más duro. Luego, como ya te he dicho te acostumbras y cuando ya estás en lo alto pues cortas por lo sano aunque todavía lo intentan.

- Vaya, debe haber sido muy duro para ti -asintió Daniel.

- No pasa nada, ya es agua pasada. Ahí también hubo un tipo que durante unos meses me trató muy bien, y cuando lo hacíamos no me disgustaba. Era maduro, no excesivamente viejo. Con él fue con quien más aprendí de sexo. Aunque como te digo me respetaba mucho y no me forzaba ha hacer nada que yo no quisiera hacer.

>> Eso si, era muy raro, incluso llegamos ha hacerlo con su mujer mirándonos, la vieja también se puso cachonda y se nos unió. Me lo estuvo comiendo mientras su marido la jodía por detrás. La verdad es que admito que esa vez lo pasé bastante bien, me resultó muy excitante y morboso.

>> Sabes, cuando su mujer lo hizo con nosotros luego empezó a visitarme a solas y también me lo hacía con ella. Creo que él lo sabía pero no le importaba, la vieja también era muy complaciente y el sexo con ella me gustaba porque se conformaba con darme placer a mi casi exclusivamente.

>> Igual ahora pienses que no hay tanta diferencia entre tu amiga la del club y yo, ¿verdad? Las dos somos “unas profesionales” -concluyó Melany dejando atónito a Daniel que en un principio no supo qué contestar.

- La verdad Melany es que no me esperaba esta confesión, pero bueno tampoco importa... Cada uno es libre de hacer lo que le plazca con su cuerpo y mi opinión sobre ti no ha variado ni una pizca, te sigo viendo como una chica preciosa, cariñosa y entrañable y creo que podría hasta enamorarme de ti... -Daniel hizo una pausa tras pronunciar esta frase, como pensando por donde continuar.

>> Aunque nunca pensé que lo pudiese volver ha hacer Melany, pues tras mi separación, ya había perdido toda esperanza de volver a conocer el amor. Por eso no me importa tu pasado, yo también tengo uno, lo que importa es el ahora, el presente y el futuro, siempre que sea juntos, ¡claro! -añadió sonriendo.

- Eres un sol Daniel, contigo me siento tan bien. Me inspiras tanta paz que creo que podría retirarme y ser tu esposa por el resto de mis días.

- No habría nada que no deseara más Melany, poder tenerte a mi lado por el resto de mis días -confesó Daniel abrazándola y dándole un beso.

- Aunque la verdad Daniel es que aún tengo el sueño de ser modelo, de llegar a lo más alto, podemos seguir viéndonos mientras lo consigo, pero será complicado, pues paso muchos meses fuera de España, viajo por todo el mundo, no sé cuando podríamos volver a vernos.

Un tenso silencio se hizo entre ellos mientras los turistas transitaban por la terraza a la que estaban sentados, pasando junto a ellos, ajenos a sus pensamientos, a su pequeño drama, a su amor. Melany y Daniel meditaban sus palabras, probablemente sintiendo una pequeña punzada de dolor al sentir que lo que más deseaban era estar juntos y que el Universo parecía estar conspirando para que esto no fuese posible.

- Mantener una relación en la distancia sería difícil -dijo Daniel rompiendo el silencio finalmente.

- Si Daniel, lo sé. Pero bueno, para eso está el teléfono, el correo o la web cam, ¿no? -sonrió Melany acariciando su cara. ¡No pensemos ahora en eso! Como dijiste antes ¡sigamos pensando en el presente, en el ahora! ¡Y ahora estamos juntos Daniel! -exclamó Melany tocando sus manos con sus finos dedos mostrándole el intenso brillo de sus ojos verdes.

- Me encantan tus ojos, ¿te lo he dicho? Siempre me gustó el verde. Creo que el conocerte ha sido algo mágico, como un sueño, por eso se me va ha hacer muy difícil cuando llegue la despedida.

- ¡Pensemos en el momento Daniel! ¡Disfrutemos el tiempo que estemos juntos! -ratificó Melany acariciándole los nudillos con sus suaves manos.

Se levantaron y emprendieron el camino de regreso al hotel. Allí se ducharon y descansaron tumbados sobre la cama. Ella se apoyaba en su pecho y él sobre el respaldo acolchado del cabecero mientras trataban inútilmente de buscar algo en la tele que les pudiese interesar. Al final ésta quedó como un sonido de fondo en su conversación.

- Sabes Daniel, no quiero mentirte, en el fondo mi nombre no es Melany, sino Consuelo -le confesó mientras jugueteaba con los dedos de una mano de Daniel, entremezclándolos con los suyos propios.

- ¿En serio?

- Si, lo que pasa es que Consuelo no era apropiado para mi carrera profesional, así que mi madre me buscó el de Melany. Hace ya tanto tiempo que nadie me llama así que casi lo he olvidado.

- Bueno, siempre es un consuelo saberlo -asintió Daniel con solemnidad, provocando que ambos estallasen en carcajadas-. Consuelo no está mal, también es un bonito nombre, ¿te puedo llamar yo así?

- La verdad es que Consuelo hace tiempo que murió, ahora soy Melany o Mel, para mis amigos. Consuelo era una chica corriente, que estudiaba y soñaba con viajar y ver mundo. Melany lo consiguió, pero tuvo que pagar un alto precio, perdió su inocencia en el camino.

- Consuelo es un bonito nombre, pero si lo prefieres te llamaré Mel.

- Si, lo prefiero -por favor.

- Oye Mel, antes me dijiste que llegaste ha hacerlo con otro hombre y con tu madre, la verdad es que eso me ha llamado mucho la atención... no se, ¿cómo te convenció para hacer algo así?

- Bueno, ella era muy manipuladora, así que no me lo dijo hasta el último momento. Nos fuimos a cenar los tres juntos, como te dije él era un empresario que tenía una famosa red de tiendas, así que si yo participaba en su campaña de publicidad el conseguiría que yo desfilase con los diseñadores que hacían prendas su marca. De modo que en la cena estuvimos hablando de que yo fuese su imagen para una serie de anuncios en televisión.

>> Luego nos fuimos a tomar unas copas y bueno ahí empezó todo. Yo vi que se le insinuaba a mi madre y ella pues estuvo receptiva en todo momento, dejándose hacer carantoñas para luego dejarse meter mano por el empresario en cuestión.

>> Curiosamente él también intentaba que yo me arrimase a ellos, lo cual era complicado, así que empezó a piropearnos con lo guapas que éramos ambas y lo mucho que nos parecíamos y tal. Yo llegué a pensar que mi madre se lo tiraría como hacía otras veces y todo quedaría ahí, pero comenzaron a meterse mano de la forma más descarada delante mío.

>> En la penumbra del bar de copas yo veía a mi madre muy pegada a él, y éste acariciándole los pechos, descuidadamente, también sus muslos, subiéndole suavemente el vestido. Entonces mi madre insistió en que yo me colocase a su lado, de manera que estuviese él en medio de las dos. Ahí el trató de acariciarme a mi, pero no lo dejé así que mi madre tomó sus manos y se las colocó en su cuerpo para que la tocase a ella. Esto funcionó. Ella además comenzó a tocarle en sus partes, y creo vi su bulto en en pantalón, dentando su gran excitación. Lo que no me esperaba es que llegase a sacarla allí en público y que mi madre lo masturbase delante mío. Estábamos en una zona reservada, y la luz era tenue, pero yo no hacía más que mirar a todos lados para ver si alguien se había fijado en nosotros. Y sin darme cuenta vi que mi madre ya estaba inclinada delante mío, ¡practicándole una felación en mis narices!

- ¿En serio que hizo eso? -se interesó Daniel por el morboso hecho.

- Si, fue como te lo estoy contando. Yo estaba muy incómoda así que traté de disculparme para volver al hotel, entonces él insistió en que me quedase y mi madre me detuvo, sujetándome de la mano. Me dijo que me quedase con ellos pues al este señor le gustaba que yo mirase mientras ellos lo hacían. Así que en mi inocencia me mantuve a su lado.

>> Yo nunca había visto a mi madre hacer algo así, y mucho menos en público. A él le encantó esto así que ni corto ni perezoso se puso a acariciarle el culo y a meterle la mano bajo su vestido, mientras ella seguía inclinada sobre su virilidad. Y yo, allí, a su lado, sin saber para donde mirar. ¡Y el caso es que no podía dejar de mirarlos! ¡Para mi, era algo alucinante lo que estaban haciendo!

>> Luego mi madre se levantó y con disimulo se sacó sus bragas, para luego, con total descaro sentarse en sus muslos para dejarse penetrar por aquel hombre. A partir de ahí comenzaron suaves movimientos, disimulando para que no fuese tan evidente lo que hacían.

>>Entonces mi madre hizo algo que me sorprendió aún más. Tomó mi mano y metiéndosela entre las piernas la condujo hasta su sexo, bajo el vestido, trató de que yo palpase el miembro del hombre mientras éste la penetraba. Me resistí, pero ella insistió tanto que incluso llegó ha hacerme daño en la muñeca así que lo hice. Palpé aquel miembro y su sexo mientras ellos lo hacían, sentí como éste entraba en mi madre, ientras mis dedos eran ciegos testigos de aquel acto, pero no te puedes imaginar lo descriptivo que puede llegar a ser el simple tacto...

Melany suspiro y hubo un momento de pausa en la narración. Daniel esperó a que continuase o diese por concluida su extraña y morbosa narración.

- ¡El caso Daniel es que me gustó! No se si serían las copas que había tomado pero empecé a ponerme cachonda y terminé acariciando de verdad sus sexos mientras ellos fornicaban en una barroca escena, digna de la más obscena película porno.

>> Tras estas penetraciones furtivas mi madre, sin que yo lo esperase, me metió la mano entre mis piernas y palpó mi sexo, estoy segura de que notó mi humedad, pues como te digo, me había puesto muy cachonda, entonces me sonrió y se levantó mientras tomándome de la mano me invitaba a ocupar su lugar.

>> Dudé, creo que me resistí un poco pero en el fondo lo deseaba, así que me vi sentada en sus muslos y sentí como mi madre me apartaba las braguitas y ayudaba a que su verga me penetrase al sentarme. Aquello era surrealista, ¡yo allí sentada encima de aquel hombre siendo ayudada por mi madre a tirármelo! ¿Te lo puedes imaginar?

Daniel asintió y prefirió no decir nada, en el fondo la historia era tremendamente excitante para él, se imaginó escribiéndola en uno de sus relatos.

- Aquel señor estuvo encantado con el cambio y no tardó en acariciarme los pechos por debajo de mi camiseta mientras yo comenzaba a moverme encima suyo, bajo la atenta mirada de mi madre todo el tiempo. Incluso esta se me acercó al oido mientras lo hacía y me susurró que lo estaba haciendo fenomenal que si seguía así conseguiríamos el contrato y todo lo que yo quisiera. Creo que no sospechaba lo mucho que me estaba gustando aquello, pues ni yo misma me lo creía.

>> Mientras tanto ella, con disimulo, seguía acariciándose su sexo bajo el vestido y aquí viene lo más extraño Daniel, porque cuando volvió a acercarse a mi fue para tocar el miembro de hombre a mi espalda y luego para acariciarme mi propio clítoris a mi, mientras yo, sin poder creerlo, sentía como se precipitaba mi orgasmo, recorriéndome todo el cuerpo mientras me contorsionaba y caí de espaldas sobre el empresario con los ojos cerrados y mis manos aferradas a las de mi madre sobre lo más íntimo de mi ser.

>> Tras correrme mi madre le susurró algo al señor y nos levantamos para irnos. A la salida su limusina ya nos esperaba en la puerta. Esta nos condujo hasta su hotel. Por el camino fui testigo una vez más de cómo mi madre se abrazaba con aquel joven empresario, de como este le descubría sus pechos y mamaba de ellos, mientras ella se sentaba sobre sus muslos ajenos a mis atentas miradas.

>> Ya en la habitación ellos se tiraron sobre la cama como dos fieras ansiosas por devorarse la una a la otra. Yo me senté en una butaca y, sin parar de mirarlos, me distraje acariciándome sin pudor, con una pierna apoyada sobre el reposa manos, con la falda levantada hasta la cintura, mientras mis dedos se hundían en mi surquito que volvía a estar húmedo y dispuesto.

>> Los vi desnudarse por completo, poniéndose mi madre a cuatro patas sobre la cama para que él la tomase desde atrás. El joven empresario que debía rondar los cuarenta y cinco años aproximadamente, era guapo la verdad y la embestía con unas tremendas ganas. Mi madre gemía como una posesa y se relamía con cada embestida.

>> Entonces ella reparó de nuevo en mi y al verme allí debió pensar que me gustaría unirme a su fiesta y me llamó con su dedo. Yo me negué a acercarme, por lo que tuvo que detener al impetuoso macho que la martirizaba para, desnuda como leona, acercarse hasta mi y llevarme de la mano a su lecho.

>> Allí aquel señor se deleitó besándome los pechos hasta ponerme los pezones duros, luego se tumbó y me indicó que me le pusiera mi cosita en su cara, para desde abajo, comerla, haciéndome sentir un intenso placer mientras mi madre se la chupaba delante mío primero y luego se sentaba sobre su verga, para, frente a mi, follárselo.

>> Era extraño, verla tan cerca, haciendo el amor con aquel tío mientras a mi me lo comía. Recuerdo ver su mirada lasciva, mientras se relamía y me sonreía, echándose hacia atrás su melena rubia como la mía, acariciándose sus gordos pechos, sus pezones duros como garbanzos. En un momento dado comenzó a acariciarme los míos, mis pequeñas tetitas, hasta ponerme los pezones tan duros como los de ella. Yo le sonreí y ella me guiñó un ojo, en señal de complicidad y me acarició la mejilla.

>> Me gustó que me acariciase, la verdad, entonces me decidí a acariciar yo sus hermosos pechos y así lo hice. Sus pezones eran tremendamente redondos y gruesos, sus pechos se bamboleaban al ritmo de sus movimientos encima de aquel tío, mientras mis manos lo acariciaban todo.

>> Al final el empresario nos pidió cambiar, pero no sólo quería hacerlo de postura, también pretendía hacerlo de pareja, así que me tomó por la cintura y echándome encima de la cama me puso a cuatro patas. Fue algo brusco, aunque en su justa medida y eso me gustó. Sentí como me llenaba desde atrás, como antes ya hiciera con mi madre. Pensé que ahora, estaba sintiendo lo mismo que debió sentir ella y eso de nuevo me excitó, era extraña, aquella sensación de compartir amante con ella.

>> Mientras tanto ella se tumbó a nuestro lado, acariciándose su sexo nos miraba pasivamente. Al verla, me fijé lo excitado que lo tenía, lo llevaba depilado como yo, admiré sus gruesos labios, cómo estos se arrugaban y estiraban con cada giro de muñeca, empujados por sus largos dedos, terminados en uñas de porcelana. Si, mi madre era muy coqueta, tanto como yo.

>> Sentí unos deseos irrefrenables de tocarlo, meter mis dedos en él y provocarle placer a mi propia madre, sentir su humedad, el cálido abrazo de su interior. Es más sentí deseos de saborearlo con mis propios labios, beber sus jugos recogiéndolos con mi lengua. Me imaginé haciéndoselo mientras aquel tío me lo hacía por detrás, hasta que las dos nos corriésemos juntas.

>> ¡Pero no! Aquello era demasiado, aquellos pensamientos altamente turbadores me descolocaron hasta el punto que tuve que sacudir la cabeza en un vano intento por sacudirlos y librarme así de ellos. Los reprimí, pues era mi madre y yo no podía hacer algo así, entonces recordé cuando ella me acarició en el bar, pero igualmente fui incapaz de llegar a tocarla.

>> En lugar de eso decidí escabullirme de las embestidas del empresario y pedirle que tomase ahora a mi madre. A este pareció no hacerle mucha gracia, pues sin duda se había entusiasmado con con mi culito joven y terso, con mi flor caliente y ajustada, pero insistí y me zafé de sus intentos por retenerme, por lo que finalmente aceptó.

>> Tomó a mi madre de igual manera, ella estaba grandiosa a cuatro patas, siendo cubierta por nuestro particular “gigoló”. Éste cumplió con su función y la tomó dándole fuertes embestidas, tal vez con rabia por haber aceptado el cambio conmigo.

>> Yo me quedé a su lado velando porque todo fuese bien. La acariciaba por la espalda, sensualmente, desde sus glúteos redondos y voluptuosos hasta su cuello. Me permití también una pequeña travesura y deslicé mis dedos por sus cachetes acariciando su sexo mientras era penetrado por la verga del empresario, palpé su gordo clítoris, que tan excitado estaba, recorrí sus gruesos labios con mis dedos hasta toparme con la verga que implacable la penetraba. Igualmente le regalé algunas caricias más sobre sus pechos, a mi entender mucho más hermosos que los míos, pues siempre he tenido complejo de “tetas pequeñas”.

>> Mi madre gemía como una loca, nunca me imaginé que pudiese ser tan fogosa haciéndolo. Disfruté estando a su lado, me deleité haciendo de “voyeur participativa”, mientras mi madre fornicaba sin miramientos en mi presencia. Creo que ha sido la vez que más a gusto me he sentido manteniendo relaciones sexuales “por mi carrera”.

>> Finalmente aquel tío sintió que se corría y nos pidió se la chupáramos de nuevo, pero esta vez juntas, en una especie de ruleta rusa, de manera que no sabíamos a cual le podía tocar. Alternativamente pasó por mi boca para que luego mi madre tomase relevo y la llevara a la suya mientras él se masturbaba como un descosido. Desde luego aquello no era normal, tal vez aquel tío tomó algo para aguantar tanto, puede que fuese el viagra, del que tanto se habla.

>> Entonces se separó un poco de nosotras, pero nos ordenó que permaneciésemos juntas. Mi madre y yo nos miramos e inmediatamente supimos qué tramaba, ella me tomó de la mano y este simple gesto me consoló ante lo que venía. Y efectivamente me alegré de que estuviese allí, apoyándome, cogidas de la mano, unidas en el trance.

>> Cuando descargó lo hizo con una abundancia que yo no pensaba que fuese posible. Primero la impactó a ella en sus pechos, mientras con una mano se los sujetaba mostrándoselas, casi orgullosa de exhibirse como una la gran hembra que era.

>> Luego se volvió hacia mí y mancilló mi cara con su carga, para a continuación volverse a mi madre y alcanzarla igualmente en su cara, para luego volverse sobre la mía y repetir estos gestos varias veces hasta ponernos perdidas.

>> El muy fanfarrón sonreía mientras empuñaba victorioso su arma ya descargada, mientras satisfecho contemplaba aquel pornográfico cuadro, que pintó tan improvisadamente. Después se volvió y nos dejó allí plantadas para ir a recuperar sus ropas.

>> Los hombres saben ser unos buenos cerdos cuando quieren, y sobre todo cuando su poder se lo permite, entonces se aprovechan de la situación y este bien que lo hizo. El que mi madre estuviese a mi lado, como he dicho antes lo hizo más soportable.

>> Mientras él se vestía, ella tomó las sábanas y comenzó a limpiar mi cara manchada, luego yo la ayudé a ella y para cuando acabamos el tío ya se había marchado.

>> Nos levantamos, ayudándonos mutuamente y nos fuimos hasta la ducha. Todo transcurría como a cámara lenta, todo parecía como irreal, desde aquel final de película X. Abrió la ducha y me pidió que pasara cuando el agua ya caía caliente, ella se metió conmigo y nos duchamos juntas. Una enjabonó a la otra y nos frotamos mutuamente con abundante espuma hasta que estuvimos limpias.

>> Después tomó una toalla y me secó, luego yo la ayudé a ella. Y finalmente salimos y nos fuimos a acostar. Yo le pregunté si no prefería que nos fuésemos a nuestro hotel, pero ella me dijo que no hacía falta así que nos acurrucamos en la cama de aquella lujosa habitación, las dos, desnudas, y en silencio me abrazó por la espalda hasta que me quedé dormida.

>> Creo que todo aquello fue super bonito, pues nunca estuve tan unida a mi madre. Estuvo super cariñosa conmigo.

>> ¿Qué piensas de mi ahora Daniel? Crees que soy muy distinta de tu amiga “la profesional”.

Daniel despertó de repente de aquella ilusión que le había relatado Melany, no podía creer lo que había oído y tampoco se le ocurría qué contestarle, así que tras tomarse una pausa para aclarar sus pensamientos, respondió.

- No sé Melany, la verdad es que la historia es muy fuerte. ¿Te molestaría si te confieso que me ha gustado?

- Claro que no, desde el principio he sabido que te pondrías cachondo, todos los tíos sois parecidos, no iguales como dicen por ahí pero sí parecidos, no hay nada que os excite más que un trío lésbico, ¿verdad?

- ¿Y volviste ha hacerlo con tu madre y otros hombres?

- No sé, tal vez lo hiciéramos o tal vez no, no me apetece confirmártelo ni desmentirlo. Lo dejo a tu imaginación.

- Pero has dicho que te gustó hacerlo con ella, ¿no? -insistió Daniel.

- Ya te he dicho que si -se reafirmó Melany.

- Entonces pienso que es que si.

- Piensa lo que quieras, no te diré nada más, ¿acaso no has tenido ya bastante guapo? -le preguntó ella con sarcásmo.

- ¡Vale! Ya lo dejo... Pero me has dicho que ella ya no viaja contigo, que os distanciasteis.

- Bueno si, ella nunca parecía tener suficiente, me estresaba mucho cuando desfilaba con ella viéndome y bueno siempre me pedía más y más, así que opté por decirle que ya no quería que siguiera viajando conmigo y ella lo entendió.

- Bueno, ¿te parece si salimos a cenar por ahí?

- ¡Buena idea, vamos a vestirnos y disfrutemos de la noche!

 

 

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