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Memorias (17)

en Amor filial

 

17

   Por la mañana, una súbita caricia sobre su pene lo volvió a despertar, al abrir los ojos, descubrió que su hermana estaba recostada a su lado y divertida lo miraba, al tiempo que jugueteaba con su miembro flácido entre sus finos y largos dedos.

- Buenos días hermanito, ¿has dormido bien? -preguntó Cathy sonriéndole.

- ¡Oh si muy bien Cathy! ¿Y tú? -replicó él mientras se estiraba llevando los brazos hacia atrás y tensándose como un arco a punto de disparar su flecha mortal.

- Anoche se te quedó el pito fuera, ¿no? -preguntó divertida.

- Pues si, estaba algo cachondo y me masturbé, luego se me olvidaría guardarlo -contestó el muchacho devolviéndole otra sonrisa de pícaro descarado.

- ¿Qué tal tu día con mamá en el pueblo ayer?

- Muy bien, fue divertido salir de la granja y dar una vuelta con ella -le confesó su hermano mientras ella seguía jugueteando con su pene, que a estas alturas comenzaba a desperezarse al igual que él y su erección era inminente-. Y tú con papá, ¿qué tal?

- Bien, bastante bien, aunque... -añadió sin querer continuar lo que iba a decir.

- Aunque, ¿qué? -preguntó Tom un poco extrañado ante la pausa de su hermana.

   Cathy pareció vacilar, como si en su interior se librase una batalla entre el "se lo cuento" y "no se lo cuento".

- Puedes confiar en mi Cathy, después de todo “somos íntimos”, ¿no? -la animó Tom, siendo consciente de su indecisión.

- No se Tom, ¿recuerdas cuando te conté lo de mis “juegos con papá”? -preguntó ella con su inocencia habitual.

- ¡Oh si! ¿Es que ayer jugasteis a algo interesante? -preguntó su hermano siempre ávido de confesiones excitantes e íntimas, pues en su actual vida la placidez y la monotonía eran las reinas del día a día.

- Es que si no te lo cuento reviento, dijo Cathy finalmente rindiéndose a sus ganas de confesión.

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    Cuando me vio con la bandeja en la mano se sorprendió por mi iniciativa y me sonrió dándome las gracias y preguntándome ¿qué día era? Pues no era su cumple. En fin que puse la bandeja en la cama y me subí a ella para desayunar juntos. Yo llevaba puestas unas braguitas blancas y una camiseta de igual color con un dibujo de las super-nenas en el pecho, bastante informal la verdad. No llevaba sujetador pues como sabes no lo uso para dormir.

   Así que comimos las tostadas y tomamos algo de zumo y café. Papá estaba muy contento por mi detalle y prometió que la próxima vez que estuviésemos en el pueblo me compraría lo que yo quisiera. Claro, siempre que no fuese excesivamente caro, pues nuestra economía aún se resiente desde que dejó el trabajo. El caso es que yo estaba sentada con las piernas cruzadas sobre los tobillos, con lo que mis monte de venus abultaba en mis braguitas. Veía que de esta guisa, papá, de vez en cuando me miraba y luego se sonreía.

   Yo también lo miraba a él, con sus calzoncillos de lycra, y no podía evitar fijarme en su paquete. Papá es que tiene un paquetazo, ¡ummm! -exclamó Cathy rememorándolo.>>

- ¿Bueno, y qué...? -preguntó Tom algo molesto por su afirmación pues se sentía comparado con su progenitor por su hermana-. Digo que, ¿qué pasó a continuación? -preguntó seguidamente para disimular su enfado.

- Pues nada, no pasó nada, ¿qué pensabas que pasaría? Fue un momento delicioso, excitante y morboso. Luego me fui al baño y me masturbé un poco tras hacer un piss pensando en él... ¡Y en su “paquete”! -afirmó Cathy de nuevo emocionada.

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   Mi imaginación voló y me vi despojándome de toda la ropa, sudorosa como papá, saltando encima suyo y obligándolo a penetrarme encima de los sacos de comida para los animales. Él se resistía pero ante mis encantos, mi piel tersa y suave, mis pechos duros y puntiagudos, sucumbía y acababa rindiéndose debajo de mi, como si fuese su ama y él mi esclavo sexual, dispuesto a todo para complacerme.

   Total, que tras el trabajo le propuse ir a bañarnos al lago para refrescarnos y él aceptó encantado, pero dijo no le apetecía volver a la casa a buscar el bañador, pues no sabía donde lo habría puesto mamá, así que me indicó que si yo quería acercarme él se iría a bañar en calzoncillos mientras tanto.

    Yo contesté que a mi tampoco me importaba bañarme en braguitas y sujetador, así que nos fuimos al lago y allí nos quedamos en ropa interior y nos lanzamos al agua. Nadamos un poco, yo sabía que mis braguitas blancas se iban a transparentar un montón al salir, al igual que mi sujetador deportivo y mis pechos, pero no me importaba.

   Allí, en el lago se acercó a mi y jugueteó conmigo intentando levantarme fuera del agua y paseándome mientras yo me hacía la muerta y flotaba. Cada vez que se aproximaba sentía el roce de nuestros cuerpos, sus músculos, sus manos huesudas cogiéndome la espalda y a veces sujetándome por el culito para que flotase... ¡um qué delicia, estaba a punto de caramelo por dentro!

   Él decidió salirse del agua y yo me quedé un ratito más, quería verlo fuera, con sus calzoncillos mojados apretando su pene. Esperaba verlo salir todo empalmado, pero el agua estaba fresca, como de costumbre y se ve que eso no le vino bien para lo que yo quería, así que no vi nada “espectacular”.

    Cuando salí, tenía mis braguitas blancas y sujetador empapados, de modo que podía ver mi piel a través de la tela mojada y sin duda mi chochito también se trasparentaba un montón con sus pelillos rubios acaracolados, yo creo que papá no esperaba verme “tan desnuda” y se quedó bastante impresionado con la visión. Así que le sonreí y le dije que me estaba incomodando con sus miradas. Esto lo hizo recapacitar y en seguida aparto su vista disimulando.

    Nos tumbamos sobre el embarcadero para secarnos, bueno se tumbó él, yo me quedé sentada remojándome los pies en el agua. Entonces él comenzó a decirme que ya me había convertido en una "jovencita muy guapa", esto me molestó un poco pues mi coño está ya sin duda maduro y soy toda una mujer, nada de jovencita, pero después pensé que lo decía de modo cariñoso y se me pasó. Por que yo quería era que me viese como una mujer, apetecible y deseable.

    Yo no paraba de mirarle el paquete a ver si se le ponía dura o algo, pero la verdad es que no pasaba nada. Por lo que decidí ponerme en pié, frente a él, con la esperanza de que al ver mi chochito mojado y trasparentado por las braguitas, se excitase. Pues a estas alturas yo estaba como una gata en celo, me sentía muy cachonda y quería provocarlo.

    Papá siguió mirándome con disimulo y decidí abrir mis piernas y me reajusté mis braguitas en las ingles, separando la mojada tela del chochito, pues se me había metido en la misma raja. Al hacer esto papá no se perdió detalle, sin duda mi acción fue lo suficientemente provocadora para captar su atención por completo.

    Entonces noté un súbito cambio en su calzoncillo, pues éste había crecido un poco, lo suficiente para que se notase, lo que me hizo sonreír, lo había conseguido. Él me preguntó de por qué me reía y yo le contesté, que bueno, que si se estaba poniendo "malito" al verme tan desnuda.

    Él se sonrojó y me dijo que no, que no le pasaba nada, pero bueno era evidente que su miembro había despertado, entonces se incorporó para sentarse y disimular. Yo me acerqué aún un poco más a él poniéndole mi pelvis frente a su cara, mientras me desenredaba el pelo echándolo hacia atrás, mostrándome lo más esplendida que podía, provocadora y sensual. Me sentía observada por él mientras lo provocaba y eso me reconfortaba y me animaba a seguir un poquito más.

    Ya casi estaba encima suyo, y quería que él se acercase y me besase justo en mi coñito, pero no lo hacía y yo me impacientaba por momentos. Así que me puse en cuclillas junto a él, lo que sin duda debía ser tremendamente perturbador, pues mi chochito, estirado como estaba debía de notárseme el surco a través de la fina tela de algodón, mojada como estaba.

    Siguió mirándome de soslayo, tratando de que no lo descubriese, pero yo sabía que quería verme, tal vez por curiosidad tan sólo, o tal vez porque sentía el mismo deseo que me corría a mi por las venas, así que en un arrebato, viendo que habíamos llegado a una situación límite y que él se negaba a cruzar la frontera hacia lo prohibido, impotente ante el tabú a que se enfrentaba, tomé su brazo con mis temblorosas manos y puse su palma boca arriba bajo mi coñito, pegándola a él por su base, así como estaba en cluclillas.>>

- ¡Oh papá, es que no te vas a atrever a acariciarme! ¿Eh? -le dije con voz temblorosa.

- ¿En serio que hiciste eso? -preguntó Tom muy extrañado ante tanto atrevimiento de su recatada hermanita.

- ¡Claro que no tonto, todo quedó en una insinuación por mi parte y una mirada de reojo por la suya, me moriría de la vergüenza -admitió finalmente la inocente jovencita.

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    Él sonrió y me dijo que por supuesto que era bonita, que me había convertido en una mujercita preciosa y sensual. Ésto último me gustó, "sensual", sonaba tan bien, como un comienzo, como la chispa que encendería nuestra pasión y nos haría estallar como la pólvora.

    Me sentí tan feliz en aquel momento que me abracé a él, pegando mis pechos contra su brazo, musculoso, agarrándome a su torax duro y fibroso, sintiendo sus esponjoso bello en mis brazos. Sin duda el contacto con mis pechos le debió gustar, pues vi su pene de reojo, mientras mi cabecita estaba apoyada en su hombro. Vi que estaba enorme, literalmente empalmado, aprisionado por la elástica tela que lo comprimía entre sus muslos.

    Abrazada, perdí la noción del tiempo pues estaba tan a gusto que no quería separarme de él, y no paraba de mirar su hermoso paquete, pensando que allá abajo, tras la fina lykra, aquella verga palpitaba por que una jovencita preciosa y sensual como yo la tocase. Este pensamiento se hizo fuerte en mi mente y el dilema de dar el primer paso floreció en mis pensamientos.

    Lánguida me entregué a la fantasía, podía simplemente deslizar mi mano desde su costado y palparla, tal vez sólo por encima del calzoncillo, sentiría su dureza, tal vez la sangre corriendo por sus venas, su calor, su potencia. Esto era tan turbador que sentía mi mente nublada, obcecada con aquella idea, quería tocar su polla, sentirla en mi mano estrujarla y meneársela con dulzura.

    No se bien en qué momento vencí mi resistencia ante aquella idea, sólo se que de repente me vi como desde fuera, vi como mi mano resbalaba por su piel hasta su cintura, pasaba por su calzoncillo y se posaba en él, suavemente, palpando su poderosa virilidad, excitada por mi presencia turbadora.

    Él no reaccionó ante mi atrevida invasión de su intimidad. La locura se había apoderado de mi y aquel acto, aparentemente descuidado aunque del todo intencionado, fue la chispa que prendió la mecha. Permanecimos en silencio, mirándonos, entonces me desaté, mi mano agarró su duro miembro y lo apretó con fuerza, sintiendo su dureza entre mis pequeños dedos, frotándolo, masturbándoselo a través de la elástica lycra.

    Respiraba aceleradamente, sentía como si me faltase el aire, él me cogió por el cuello, haciendo que yo doblase la cabeza, pues sentí escalofríos en la nuca al notar el contacto con sus dedos. Su pulgar se paseó delante de mi boquita de piñón y lo capturé con ella, como el pez pequeño que se pasea delante del grande y acaba entre sus fauces. Se lo chupé, ávida, ansiosa, anhelante de caricias más íntimas.

    Mi mano se introdujo en su calzoncillo y extrajo su dura polla por arriba, ésta apuntó hacia su ombligo, miré y la vi allí, poderosa, desafiante, tan deseable y apetecible que de buena gana me hubiese puesto encima suya para que me follase en aquel momento y perder la virginidad de una vez por todas. Allí a la vista seguí masturbándolo, admirando como su polla se endurecía con cada movimiento mío, cómo su glande, rojo y apretado se descubría cuando hacía que el prepucio se retirase hacia su base.

    Papá me interrumpió y me hizo tumbarme de espaldas, me sacó los pies del agua, alineándome con el embarcadero y lo vi bajar, colocarse entre mis suaves muslos mientras los acaricaba con las manos, estaban en forma de V y en el vértice mi coñito esperaba el ansiado contacto con sus labios.

    Me besó en las braguitas, como yo había deseado antes, luego en las ingles, primero la izquierda y luego la derecha y por fin sentí como las apartaba, como la cortinilla que se usa para ocultar las placas conmemorativas de las inauguraciones. Sin duda allí estaba mi coñito, frente a él, expectante, húmedo, caliente y deseoso de sentir su lengua acariciándolo. Siguió besándolo, por encima de mis pelillos, a un lado y otro en mis ingles y comencé a impacientarme, hasta que sus labios, suaves y cálidos, se posaron en mi rajita, para luego su lengua recorrerla en una rápida pasada. Cuando sentí éste roce tan íntimo, la electricidad recorrió todo mi cuerpo haciendo que casi me desvaneciese, pero fue sólo un roce, tal vez su punta traviesa, y luego se paró para mi desesperanza.

    Levanté mi pelvis, subiendo mi coñito, ansiando aquel contacto pero él ya no estaba, se levantó y me dejó allí esperando.

- Cathy, esto no puede ser, ¡eres mi hija por dios! -exclamó con enfado.

- Pero papá, yo... sigue por favor, ¡no me dejes ahora! -le supliqué incorporándome yo también y tirando de su brazo.

    Mis muslos seguían abiertos, y él entre ellos, mi chochito se había quedado al descubierto, con las braguitas a un lado en mis ingles. Él miró hacia abajo, sin duda para ver mi joya, y yo, desesperada como estaba me abalancé sobre su polla, como el gato que caza al ratón y la capturé con mis zarpas, para sin dejarla escapar luego tragarla con mi boquita de piñón.

    Estaba babosa, como la tuya cuando te excitas, ya conocía esta sensación y al probar sus jugos me supo a miel, a dulce miel y tiré de ella descubriendo su glande puntiagudo para luego tragarlo hasta donde pude, pues mi pequeña boca no habría podido con todo él. Se la chupé con pasión, y sentí sus manos apoyarse suavemente en mi pelo, pero no me apartó, sin duda aquella iniciativa mía, presa de la desesperación hizo que su resistencia se venciera. Los hombres sois débiles y vuestra polla es vuestro talón de Aquiles.

    Tras deleitarlo con mi arte chupador durante unos minutos, me incorporé, presa de una gran excitación llevé mi coño a su boca, mientras él permanecía sentado en el embarcadero y agarrando su cabeza con firmeza se la cubrí con él para que me lo comiese, pues ya no podía aguantar más, quería sentirlo quería correrme.

    Ahora su lengua si entró en mis labios y recogió mis jugos lamiéndolos hasta quedar limpia y siguió chupándome mi clítoris con exquisita precisión, con sus labios carnosos lo capturó y ya no lo soltó. La impresión fue tal que el orgasmo me llegó súbitamente. Me corrí en su boca, sin avisar, él siguió comiéndomelo mientras mis piernas temblaban y mis muslos se cerraron sobre su cabeza, mientras yo me apoyaba en ella agarrándome a su pelo para no caerme, sentí caso que me meaba encima y llenaba su garganta con mi piss saliendo a presión de mi.

    Poco a poco me deslicé hasta quedar sentada en sus muslos, mientras él permanecía sentado a su vez en el muelle, abrazada a él, con mis manos cruzadas en su nuca, lo empujé y me eché sobre él, mi pelvis rozó su gran polla, y mi chochito se frotó con ella.

- ¡Fóllame! -le ordené-. ¡Fóllame! -le rogué-. ¡Fóllame! -le supliqué.

    Él me sonrió y me dijo que no podía, que yo era su hija y que sabía que yo era virgen aún, que lo de antes le había encantado que era como un regalo para él, pero que no podía hacerme eso.

    Entonces me enfadé, le empujé y lo abofeteé. Estaba enajenada, cegada por la pasión, poseída por la lujuria. Él me sujetó las manos y cuando dejé de forcejear, decidí besar su pecho, con mis dulces labios chupé sus tetillas y esto fue como la llave que hizo que me soltase.

    Seguí besándole sus abdominales, hasta llegar a su polla, que volví a tragar con mi boquita hasta donde pude. Comencé a chupársela de nuevo, como tú me enseñaste, masturbándolo al tiempo que le comía el glande con la boca. Seguí apretándola con mi mano hasta que me dolieron los dedos cuando de improviso él la sacó de mi boca y ésta estalló como si fuese una fuente blanca, impactándome con su primer chorro en la cara para seguir expulsando su blanca carga a borbotones. Éstos salían disparados al aire para luego caer sobre mi mano y su vientre, mientras él, puso su mano encima de la mía y comenzó a masturbarse con gran fuerza, apurando su orgasmo al tiempo que gruñía y apretaba los dientes en un gesto forzado que en otras circunstancias podría pensarse que se trataba de dolor, pero que en aquellos momentos indicaba el gran placer que sentía.

    Impávida asistí al espectáculo y lo contemplé, satisfecha por lo que había conseguido me relajé, fue como una liberación, había hecho que se corriese, le había proporcionado un orgasmo tan bueno como el mío. Y esperé hasta que la fuente dejo de manar y su última gotita de leche resbaló por el gran falo cuando su mano sobre la mía la estrujó por última vez. Mi mano bajo la suya siguió en contacto con su polla y me sentí feliz, realizada, seguro que ahora no pensaba que fuese una jovencita.

    Tras estos momentos de recuperación, sin mediar palabra apartó mi mano de su miembro, que ya empezaba a perder fuelle y a desincharse tras el esfuerzo realizado, y se se sumergió en el agua para lavarse. Yo hice lo mismo con mi mano mientras le sonreía>>.

- ¿A que ahora no piensas que sea una jovencita? -le pregunté sonriéndole.

- Claro que no Cathy eres toda una mujer, pero y ahora qué hija. Esto que hemos hecho no ha estado bien... No quiero decir que no me haya gustado, pero tienes que comprender que no deberíamos haberlo hecho.

    Eso me dolió y bajé la mirada, me sentí desnuda y un tanto desolada por su rechazo del acto sexual descarnado y espontáneo que habíamos tenido. Sí, me dolió sentirme rechazada tras haberlo hecho y él lo notó.

    Al salir del agua se acercó a mi y trató de consolarme, levantó mi cara y me besó en la megilla, sus palabras fueron muy dulces, la verdad.>>

- Mi niña, esto ha sido como una travesura, una travesura preciosa, pero sólo eso, debes comprender que esto no nos lleva a ninguna parte, o mejor dicho, nos lleva a la perdición, a la ruptura de nuestra familia y seguro que no deseas que eso ocurra , ¿verdad?

<>

    Las palabras de papá fueron preciosas, me llenaron el corazón, me encandilaron y consolaron al mismo tiempo. Hicieron que me sintiera especial y volví, espontáneamente a fundirme con él en un abrazo, desnudos los dos, yo ya estaba seca y su cuerpo mojado enfrió el mío haciéndome sentir un último escalofrío que me erizó el bello. Deseé que aquel momento no acabase nunca, pues tras él me sentiría melancólica y abatida, pero no fue así, me sentí feliz, mientras me vestía, cuando me monté en la camioneta calentada por el sol y emprendimos el viaje a casa.

    Tras ducharnos bajamos a la cocina y comimos la comida que dejó mamá preparada. Charlamos pausadamente como si nada hubiese ocurrido entre nosotros, pero el recuerdo seguía fresco en mi memoria, tan fresco como sigue hoy. Querido hermanito, fue algo maravilloso -concluyó Cathy suspirando.>>

    Tom decidió dejarlo reposar. Allí en el sótano, donde ya había compartido momentos tan deliciosos de sexo, sintió celos. Celos de escuchar cómo ahora ella estaba encandilada con el recuerdo de su encuentro paterno-sexual.

- ¿Hubieses sido capaz de llegar hasta el final? -preguntó finalmente su hermano.

- ¿A qué te refieres? -respondió Cathy sin pensar la pregunta.

- A follar con papá -aclaró Tom sin tapujos.

- ¡Oh! Bueno pues... si él no me hubiese rechazado por supuesto que si, estaba tan cachonda que lo hubiese hecho sin dudarlo -afirmó Cathy tajante.

- Pero tú eres virgen hermanita, ¿te hubieses dejado desvirgar por papá?

- Hombre, con esa polla tan gorda me hubiese hecho mucho daño, pero no me habría importado, la deseaba por encima de todo. Es más llegué a pensar que por ser virgen no quiso hacérmelo, tal vez si ya no lo hubiese sido no le habría importado tanto. Oye, ¿a ti te gustaría desvirgar a una chica como yo? -le propuso juguetona.

- Me lo pides para ir otro día y decirle a papá que no eres virgen, ¿no? La verdad es que no es precisamente un alago lo que me dices, me siento utilizado -se quejó su hermano bajando la mirada.

- Anda tonto no seas así, ¿es que crees que no te va a gustar aún sintiéndote utilizado? Tú badajillo me encanta como ya te lo he demostrado un montón de veces chupándolo hasta dejar que te corrieses en mi boquita. Sería como devolverme un favor y desde luego una manera muy agradable de hacerlo -se jactó Cathy abrazándolo en el saco de dormir al tiempo que montanba uno de sus muslos encima de su barriguita.

- Claro, además yo la tengo pequeña, ¿verdad? Con la mía te dolerá menos, ¿no? -volvió a quejarse Tom resistiéndose a sus insinuaciones.

- Que no hombre, que la tienes grande, pero papá es que la tiene descomunal, la tuya me encanta. Anda, ¿no quieres que probemos ahora a follar? ¿Te apetecería, eh? -le preguntó melosa echándole mano a su calzoncillo donde su pene estaba ya erecto en señal de aprobación.

- Me has calentado mucho con tu historia con papá, pero no me apetece mucho ser el segundo plato, la verdad -sentenció Tom tajante.

- ¡Cómo, mi hermano rechazándome! ¡Eso no puede ser! Te estoy ofreciendo mi virginidad, ¿y pretendes rechazarme? -estalló Cathy perdiendo su carita de dulzura.

    Se subió encima de Tom de un salto, de manera que se sentó justo en su pene erecto provocándole dolor al doblarlo con el peso de su cuerpo planchándolo con su chochito encima.

- No me dirás que no soy apetecible, ¿eh hermanito? ¡Venga hombre, es imposible que rechaces un ofrecimiento así! -le dijo mientras se quitaba la camiseta y le ponía sus pechos literalmente en la cara.

    La muchacha se irguió y con una mano apartó sus braguitas, destapando su chochito desnudo. Tomando con su mano su pene lo extrajo del calzoncillo y entonces volvió a sentarse poniendo en contacto sus labios vaginales y la punta del glande de Tom, que la contemplaba dejándose dominar por ella. Tras rozarlo unas cuantas veces con sus rajita arriba y abajo, sintiendo que su excitación lubricaba ya cada pliegue de su vagina, se dispuso con determinación, a ser desflorada por su hermano.

    Empujó suavemente con su cintura clavándose tan sólo punta. Justo en ese momento sintió una punzada de dolor y la hizo dudar de si continuar o no. Tom, pendiente de lo que su hermana intentaba, la asía por la cintura y esperaba a que ella tomase la iniciativa de nuevo. Así que decidió relajarla apretándole los pechos suavemente y levantándose se los chupó hasta poner duros sus pezones sonrosados.

    La chica muy sonrojada por la excitación del momento intentó de nuevo el acercamiento hacia su sexo, lo colocó y cuando fue a empujar, de nuevo una punzada de dolor la paralizó.

- Tal vez si te pones a cuatro patas yo podría intentarlo desde atrás, ¿te parece? -le propuso Tom ya metido en su papel de desvirgador.

- Vale hermanito, buena idea -confesó Cathy liberándolo tras levantarse.

    La chica se colocó a cuatro patas tras despojarse de sus braguitas. Desnuda su culito se ofreció a Tom deliciosamente redondo y sensual. Éste se deshizo a su vez de su calzoncillo y se colocó detrás suyo.

    Antes de intentar de nuevo la penetración tuvo una idea y decidió bajar y lamer unas cuantas veces su chochito para lubricarlo lo más posible. Allí, el olor de su sexo lo embriagó, pura excitación concentrada en su pituitaria lo deleitaron mientras su lengua resbalaba una y otra vez por aquella rajita que no dejaba de manar su dulce néctar. Cathy gimió agradecida y se sintió más caliente y lubricada que antes, por lo que deseó que no perdiese más el tiempo y lo intentase de nuevo cuanto antes.

    Volvió a colocarse, apuntando con su pene a su chochito, lo empujó justo en su rajita y ésta comenzó a abrirse lentamente a medida que su pene hacía presión cuando de pronto unos pasos en las escaleras los sorprendieron.

    Por las mismas apareció su madre, con su delantal denotaba que venía de la cocina, ajena a lo que allí ocurría, se dobló por la cintura tras bajar 3 ó 4 peldaños con idea de avisar a los retoños de que el desayuno estaba listo. Sin pensar que la escena que allí contemplaría la dejaría sin apetito...

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