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Caluroso verano (4)

en Amor filial

Capítulo 8

Elisa volvió a los 2 días, lamentablemente poco me duró mi convivencia con Luisa y mi madre, tan solo dormimos una noche juntos. Pero la aproveché para hacerle el amor y disfrutar de tener su cuerpo durmiendo a mi lado. Por la noche me desperté y le olí el pelo, acaricié su culito, sus suaves braguitas y le pasé el dedo por la oquedad que formaban sus piernas bajo su chochito. Aparté sus braguitas y comencé a acariciarle directamente su chochito, humedeciendo mi dedo la fui calentando. Cuando la noté algo húmeda, me lubriqué mi polla y la coloqué en la puerta de su cueva. Suavemente comencé a meterle la puntita de mi pene al tiempo que notaba cómo Luisa se despertaba. Seguí penetrándola hasta que mi polla entró hasta el fondo. Seguí follándola de lado por detrás, ella se limitaba a dejarme hacer. Le acariciaba los pechos y sujetándola por los hombros la empujaba más y más fuerte, con penetraciones suaves y profundas. Hasta que me corrí, inundando su cueva con mi blanco esperma. Me quedé dormido con mi polla dentro al igual que hiciera noches atrás con mi madre. Por la mañana las sábanas se habían manchado, pero no me importó. Adoraba la sensación de dormirme con la polla dentro del coño, tras correrme, ¡um una delicia! Aunque eso si un poco guarra, pues la leche terminaba saliéndose al tiempo que mi pene se empequeñecía y dejaba de hacer de tapón. Menos mal que el colchón tenía un protector y no llegó a mancharse.

Cuando llegó su madre Luisa se puso muy contenta y aprovechamos para bajar a la piscina a pasar la tarde. De nuevo nuestras madres no pararon de conversar en toda la tarde, tumbadas en el cesped, leyendo revistas de cotilleos. Yo las observaba de vez en cuando, pues me intrigaba tanta complicidad entre ellas, tanta sonrisa.

Por la noche Elisa propuso ir al cine, así que los cuatro compramos palomitas y nos fuimos a ver una peli. Cargados con nuestras palomitas y unas bebidas nos sentamos en una sala... ¿vacía? Se ve que con el calor la gente no le tiraba mucho el ir al cine así que estábamos sólos en la penumbra de la sala.

Comenzó la película y creo que empezamos a aburrirnos, por lo menos Luisa y yo así que empezamos a tirarles palomitas a nuestras madres. Yo estaba sentado entre Luisa y su madre, y mi madre estaba junto a ella. El juego nos divertía, así que ellas también se unieron y comenzamos a desparramar las palomitas por todo nuestro alrededor.

  • ¡Parad, ya! -susurró Elisa-. ¡Qué tengo palomitas hasta en las tetas! -exclamó a continuación.
  • ¿Ah sí, dónde donde? -pregunté yo.

Ni corto ni perezoso me puse a buscar las palomitas en su escote con mi boca. Me me comí sólo una pero le lamí el canalillo a conciencia, estaba deliciosa, me refiero a la palomita, claro... Creo que mi madre flipó literalmente, pero qué mas daba ella no sabía que Elisa y yo habíamos follado, pero dada nuestra intimidad pensé en que no le importaría que le metiera mano, aunque fuese delante suya. Entonces tuve una idea loca, decidí lanzarle unas cuantas a su escote y como buen hijo me eché encima de sus turgentes pechos para devorarlas en su canalillo. Mientras mi cuerpo aplastaba a Elisa, pero a ella no parecía importarle. Chupé también el canalillo de mi madre y llegué hasta su pezón más alejado y lo capturé con mis labios sacándolo del sujetador. Ella dio un grito ahogado por la vergüenza de pensar que Elisa nos estaba viendo.

Todos reíamos y el ambiente era de jolgorio general, por no dejármela atrás Luisa también recibió sus palomitas en los pechos y a ella le dediqué otra serie de lametones en sus suaves y blancas nubes, también aproveché para meterle la mano en las bragas y acariciar su coñito a través de la tela. Luisa enseguida respondió y al sentarme no se resistió a tocarme la polla en el asiento. No hice nada por disimular y creo que mi madre y la suya lo vieron claramente.

Luisa siguió tocándome la polla a través del pantalón y yo decidí corresponderle debajo de su falda. Aparté sus braguitas y hundí mi dedo con dificultad por la postura forzada de tener que tocárselo desde el asiento de al lado. Nuestras madres creo que miraban de reojo pero no hacían nada por detenernos así que seguí dando rienda suelta a mi fantasía y me bajé la bragueta del pantalón corto, extraje mi pollita erecta y la puse en las manos de Luisa que la cogió con alegría y comenzó a moverla como le había enseñado.

Así estuvimos unos minutos, mientras nuestras madres disimulaban, seguían comiendo palomitas y viendo la aburrida película. Un pasito más dí en aquellos momentos, levantándome de mi asiento me arrodillé frente a Luisa y tirando de sus bragas se las bajé por los muslos hasta los tobillos poniéndolas en el asiento de al lado. En aquel momento miré a nuestras madres y las vi observándonos atónitas.

  • ¡Pero hijo tú estás loco! No ves que puede entrar alguien -susurró mi madre muy escandalizada.
  • Pero si no hay nadie, la sala está vacía, si queréis vigilad vosotras mientras Luisa y yo "jugamos". ¡La película es un tostón! -aquello fue un acto de rebeldía, forcé la máquina para ver hasta donde estaban dispuestas a dejarnos llegar.
  • ¡Elisa, tú los ves! ¿No le vas a decir nada? -le preguntó mi madre cada vez más alterada.
  • Bueno si, los veo. Pero mujer, tu hijo tiene razón, la sala está vacía y no sé, esto parece muy excitante.

Justo en aquel momento Elisa miró a mi madre y ésta se quedó muda... se acercó a ella y le dio un beso en la boca tomándola por el cuello. Luego se inclinó y bajándole la tirante del vestido y el sujetador le besó un pecho.

¡No me lo podía creer! Por fin lo iban ha hacer delante mío, y yo con Luisa, aquello pintaba genial y en un cine, qué excitante. Estaba tan emocionado que hundí mi cara entre los muslos de Luisa y me comí toda su almeja, hasta su culo. Ella disfrutaba un montón y yo hacía descansos para ver a nuestras madres hacerlo junto a nosotros. Elisa me había imitado y se había arrodillado ante mi madre, metiendo la cara entre sus muslos. Mi madre, para facilitarle la tarea, se había espatarrado obscenamente y su pierna colgaba por el asiento contiguo. La verdad es que aquellos asientos eran bastante incómodos y con lo grande que era mi madre Elisa tenía que hacerse una bolita entre sus muslos para comerle el coño.

Levanté a Luisa y la puse a cuatro patas en dirección a nuestras queridas madres lésbicas, no quería perderme el espectáculo. Ella también pareció darse cuenta de la curiosa postura que tenían ellas y las miraba, mientras yo la penetré por detrás, con una pierna subida en el asiento y la otra en el suelo.

Mi madre nos miró y pareció un poco avergonzada por la situación, enseguida bajó la mirada y nos evitó.

  • ¡Mamá!, -susurré yo-. Esto es muy excitante, ¿a que sí? -le pregunté para intentar romper el hielo de la embarazosa situación, para ella, que tanto me excitaba a mi.
  • ¡Bueno si hijo... la verdad es que estoy un poco avergonzada de que nos veas así! -se lamentó.
  • No te preocupes mamá, yo ya intuía que os lo montabais juntas, ¿sabes?
  • ¡Ah si, hijo! ¿Desde cuando? Bueno, supongo que no lo hemos ocultado mucho...

Elisa se incorporó, se quitó las bragas e hizo algo insólito, se subió a horcajadas entre los dos asientos anexos al de mi madre y le ofreció su coño levantándose el vestido. Mi madre dudó, creo que me miró de reojo en la penumbra, pero la mano implacable de Elisa hundió su boca en su coño para que se lo comiera hasta el fondo.

  • Elisa, -le susurré-. ¡Quieres que follemos un poco!
  • Eh... ¿quieres follarme a mi también? -preguntó extrañada con la cara de mi madre entre sus muslos.
  • ¡Oh sí, un ratito! -susurré yo.
  • ¿Carmen, te importa que tu hijo me folle un ratito? -le preguntó a mi madre mientras la liberaba de sus muslos.
  • Hombre, pues supongo que no -contestó ella sin mucho convencimiento.

Intercambiamos posiciones, mi madre se sentó junto a Luisa y Elisa le sugirió que siguiera acariciando a su hija, para que ella también disfrutase, mientras nosotros follábamos. Ella, a estas alturas no se sorprendió mucho ya, y aceptó de buen grado.

Entonces nosotros comenzamos a follar despacito, también a cuatro patas, pues era la postura más cómoda en aquellos asientos, aunque ahora mi madre estaba mirando hacia atrás en el asiento, con sus rodillas sobre él. Justo al lado de mi madre que tenía sentada en su regazo a Luisa y le acariciaba el coño y sus pechos desde atrás.

Yo tenía una buena perspectiva, por un lado disfrutaba como nunca del caliente coño de Elisa y por otro veía a mi querida Luisa siendo masturbada por mi madre. Decidí acercarme a ella y le susurré al oído:

  • Después te quiero follar un ratito a ti, ¿vale?

Por su cara entendí que a eso no estaba dispuesta, y por si me quedaba duda me negó con la cabeza. Justo entonces recibió un caliente morreo de Elisa que la abrazó también mientras yo la follaba desde atrás. Le acaricié las tetas extendiendo las manos y sin cortarme avancé un poco más y toqué los pechos a mi madre, descubriéndoselos y acariciándole una de sus aureolas hasta ponerle el pezón como un garbanzo. Elisa mi me vio y a continuación los capturó con su boca y se lo chupó. Aquello era una gozada.

Decidí retirarme del caliente coño de Elisa y sin preguntarle le indiqué que cogiese a su hija y la sentara al lado y se ocupase de ella, mi madre mi miraba un poco aterrorizada creo. La invité a levantarse tomándola de la mano, ella se resistió, pero yo insistí con todas mis fuerzas y conseguí sacarla de su asiento. Ella puso una sonrisa forzada. La tuve que obligar un poco a girarse y a arrodillarse en el asiento. Elisa nos miraba divertida mientras tanto, con su hija sentada en su regazo como antes hiciera mi madre. Creo que captó la situación desde el principio y se limitó a observar discretamente.

Con el culo en pompa de mi madre, le subí el vestido y le bajé las bragas. Me arrodillé y le comí el coño unos segundos, digamos que para relajarla. A continuación me levanté y enfilé mi polla hacia su húmedo y hermoso coño depilado y la hice desaparecer en su interior. ¡Jo, qué caliente estaba! Mi polla se deslizó sin dificultad hacia su interior. Comencé a follarla lentamente y enseguida me dí cuenta de lo excitado que estaba, si seguía por ese camino iba a correrme muy pronto, así que saqué mi polla y me quedé parado unos segundos cogiéndola fuertemente por su base hasta que se me pasaron las ganas de correrme. Entonces la acerqué a Elisa y se la ofrecí, ella lo captó al instante y me la chupó. Mi madre se giró y nos miró, seguía sorprendida aunque ya menos.

  • ¡Oh Elisa, me da mucha vergüenza hacer esto con mi hijo pero es que ha insistido tanto! -le dijo mi madre en ese momento.
  • Tranquila mujer, estas cosas pasan en las mejores familias, aquí me tienes acariciándole el clítoris a mi hija. No te preocupes y disfruta del polvo, es muy excitante -contestó Elisa quitándole hierro al asunto, aunque estoy seguro que nunca sospechó que me tiraba a mi madre.
  • ¡Oh si, lo cierto es que si! -agregó ella.

Yo ya había vuelto a colocarme y embistiendo a mi madre con ganas corté su conversación, sacándole un suspiro de sorpresa, haciendo que volviese a colocarse mirando hacia el proyector. Comencé a follarla con unas ganas inusitadas, antes normalmente lo habíamos hecho siempre despacito, en parte para aguantar más y no correrme, pero esa noche tenía ganas de follármela, tal vez quería demostrar algo delante de Elisa, no se, el caso es que embestí como un morlaco a la muleta.

Mi madre daba gemidos con cada embestida, mientras se agarraba al asiento con sus manos. En ese momento Luisa nos sorprendió a todos y retorciéndose en los brazos de su madre se corrió mientras esta la sujetaba en sus convulsiones. Luego la dejó sentada en el asiento de al lado y se dedicó a besar a mi madre mientras yo la follaba. Le ofreció también el coño y mi madre comenzó a comérselo, para esto se volvió a subir a un asiento y se sentó en el respaldo, mi madre se giró un poco y se colocó entre sus muslos y yo seguí a lo mío. Creo que tuve que hacer otra parada, no recuerdo bien y mientras me relajaba veía a mi madre comerle el coño de lo lindo a Elisa. Ésta también se corrió durante la pausa y acabó sentada junto a su hija.

  • Has acabado tú también hijo -me dijo mi madre girándose para sentarse ya.
  • La verdad es que no mamá, puedo seguir follándote un ratito más ya no me queda mucho -contesté.
  • Bueno, yo tampoco me he corrido aún, pero ahora lo haremos sentados que estoy cansada de estar de rodillas.
  • Vale -agregué.

Mi madre se espatarró, como ya hiciera antes y yo me coloqué entre sus carnosos muslos. Hundí mi polla de nuevo en su coño con las piernas ligeramente flexionadas, mientras mi madre abría sus muslos por encima de los reposabrazos del asiento del cine. La postura no era muy cómoda pero tampoco nos importó. Comencé a follarla de nuevo mientras Elisa nos miraba atentamente. Se ofreció a acariciar los pezones a mi madre y esta la dejó hacer.

Como me escurría del asiento mi madre me tenía abrazado y me ayudaba a penetrarla. Yo estaba disfrutando un montón y estaba hasta sorprendido de durar tanto en correrme, pero se ve que tanta pausa me calmaron las ansias iniciales y pude seguir follando bastante rato.

  • ¡Oh mamá, cómo me gusta!
  • A mi también me gusta mucho Ismael -contestó ella entre gemidos-. Creo que voy a correrme ya.

En ese momento mi madre alcanzó su orgasmo y me arrastró con sus convulsiones derramando mi leche una vez más en su coño. Qué delicia, mientras recuperaba la visión vi sonreír a Elisa...

  • Vaya, chicos si que os lo habéis montado bien.

Cuando me retiré mi madre cogió pañuelos y se estuvo limpiando el coño, Elisa se acercó a ella y le dio un beso...

  • ¿Te ha gustado mucho, verdad?
  • ¡Oh si Elisa, aunque me da mucha vergüenza que me hallas visto haciéndolo como mi hijo! -exclamó ella.
  • No pasa nada mujer, lo entiendo, tienes que relajarte más y disfrutar de tu hijo que folla como los Ángeles y es un sol.
  • Bueno si, la verdad es que me ha gustado mucho -admitió ella dándome un beso mientras terminaba de ponerme los pantalones.

La película aún no había terminado, aunque decidimos levantarnos e irnos a una terraza a tomarnos unas bebidas. El resto de la noche lo pasamos charlando y riendo, hasta altas horas de la madrugada. Cuando volvimos a casa nos despedimos con besos todos para todos.

 

Capítulo 9

A la mañana siguiente me levanté feliz y contento y fui a darle un beso a mi madre que ya estaba en la cocina preparando el desayuno como cada domingo.

  • Hijo, ¡qué contento estás! Buenos días. Anda siéntate y desayuna.
  • Oh, mamá qué hambre tengo -contesté yo.

Muy animados nos comimos una buena ración de tortitas con miel y azúcar junto a un colacao gigante como a mi me gustaban, fresquito. Al terminar fue cuando me lo dijo.

  • Mamá, disculpa lo de ayer, se que te dio mucha vergüenza pero es que me puso la situación tan caliente que quise que tu también participaras y hacértelo también a ti.
  • Bueno Ismale, la verdad es que al principio pensé en "matarte, estrangularte y qué se yo", pero bueno, al final me dejé llevar y me gustó. Elisa es una buena amiga y sabrá guardar el secreto.
  • Bueno mamá, la verdad es que tampoco te dije que yo ya lo había hecho con Elisa, en fin. Ahora ya nos conocemos todos y podemos seguir con nuestro verano, ¿eh?
  • ¡Oh claro hijo! Veras, lo que te tengo que decir te va a desilusionar mucho, pero se que lo entenderás.
  • ¿A qué te refieres? ¿Ha pasado algo malo? -pregunté yo sospechando lo peor.
  • ¡No, claro que no! Es que Elisa y su hija se han tenido que marchar esta mañana.
  • ¡Cómo, pero si... pero si... no me dijeron nada!
  • Lo sé, me lo dijo esta mañana, ella sabía que tú estarías muy triste y prefirió decírmelo a mi. Al parecer se les ha acabado el verano, volvió para recoger a su hija y dar por terminadas las vacaciones, pues ha tenido que volver urgentemente al trabajo ya que la han ascendido y tenía querían que comenzase ya en su nuevo puesto.

En aquellos momentos las lágrimas afloraron a mis ojos a borbotones, no podía parar, y tampoco es que pensara en lo mal que me sentía me salía de dentro. Mi madre me abrazó y me consoló entre sus brazos. Diciéndome que no pasaba nada, que habría más veranos.

El resto del día lo pasé en mi cuarto sin ganas de levantarme de la cama, hasta vino a traerme el almuerzo a la cama pero creo que no comí mucho. Estuvimos hablando sobre todo, sobre Luisa y su madre sobre nosotros y ella llegó a prometerme que seguiría siendo buena conmigo aunque me volviera un consentido.

Al final de la tarde cuando me trajo la cena me hizo una propuesta: ¡Nos íbamos de vacaciones! No me entusiasmó mucho la verdad, me contó que había hablado con su cuñada Marta que vivía en la playa y con la que siempre tuvo muy buena relación mientras mi padre vivió y que la había invitado a pasar el verano en su casa. Por lo visto se había divorciado ese mismo año y se sentía sola, así que mi madre aceptó encantada. El día siguiente llamaría al trabajo y les diría que estaba enfermo o algo así y que adelantaba sus vacaciones. Así que con esta noticia me fui a la cama aún con el corazón destrozado.

Esa noche mi madre insistió en que durmiera con ella y no aceptó que me negase. No hacía mucho calor y nos acostamos en su cuarto. Ella no paraba de hablar y yo no tenía mucho que decir la verdad, entonces comenzó a juguetear con mi pene, yo lo advertí y le aparté la mano diciéndole que no tenía ganas de sexo. Ella insistió se echó encima de mi pecho y empezó a besar mi torso desnudo, lamiéndome las tetillas. Ciertamente no me apetecía y me resistí algún tiempo más, pero fue inútil, al final ella ganó y cuando sus besitos llegaron hasta mis calzoncillos y más allá abandoné toda resistencia. Nunca hasta ahora me había hecho una felación, y creo que no tenía mucha idea, pues no lo hacía bien al principio. Después de haber disfrutado de las estupendas felaciones de Elisa se notaba la falta de experiencia de mi madre, pero bueno, la pobre hacía lo que fuera con tal de consolar a su triste hijo en esos momentos y a fe que estaba profundamente deprimido. Pero ya se sabe, el hombre "desconecta" cuando le dan a la palanca adecuada.

Al final me gustó su felación y tuve que pararla para no correrme, entonces me cubrió ella a mi, se puso encima y se la clavó en su jugoso chocho materno. Sentada sobre mi se balanceaba despacio haciendo que sus grandes pechos se bamboleasen delante de mi cara, los capturé con mis manos y me dediqué a mamar de ellos al igual que hiciera cuando era sólo un recién nacido. Me folló despacio, disfrutando de mi polla, por lo que no tuve dificultades para contener mi eyaculación. Mientras lo hacía se acarició el clítoris, al tiempo que yo le pellizcaba los pezones, así se corrió sin que yo lo hubiese hecho. Al terminar me preguntó si había acabado yo también y le dije que no, esto no le gustó así que me indicó que ahora me pusiese yo encima y la siguiera follando hasta terminar. Es raro porque me estaba gustando pero supongo que el desanimo del día me afectó.

Hice un "esfuerzo" y seguí follándola un rato más en la postura del misionero. Su chocho estaba delicioso tras haberse corrido y ella seguía estimulándome y animándome para que yo hiciera lo propio y terminara la faena. Así que por no defraudarla la embestí con fuerza y en un frenesí que debió durar unos segundos sentí que las fuerzas me fallaban y el orgasmo me hacía desfallecer encima de aquel cuerpo maravilloso. Como otras veces me quedé dormido abrazado a ella.

Al día siguiente hicimos los preparativos para el viaje y ya por la tarde salimos de casa para coger el tren. Llegamos por la noche a nuestro destino y allí en la estación conocía nuestros nuevos amigos. Marta me sorprendió por lo guapa que era, era rubia, mas bien bajita y delgada, tenía un hijo llamado Adrián que era de mi edad, con él haría una gran amistad.

Nos llevaron a su piso, que estaba frente al paseo marítimo, lo que más me gustaba de el era la vista del mar. Y tras instalarnos bajamos a tomarnos unos refrescos nosotros y ellas unas cervezas, en un bar frente a la playa. Me sorprendió la cantidad de gente que paseaba por allí, especialmente lo buenas que estaban las tías. Aunque yo me dedique en parte a explorar a Marta, que se había puesto una blusa que le transparentaba su sujetador blanco y una falda corta. Lo pasamos bastante bien, yo ya estaba más repuesto del disgusto del día anterior y disfruté de la conversación y de mi nuevo amigo.

Cuando volvimos al piso nos dispusimos a acostarnos, al final me ubiqué en el cuarto de Adrián y mi madre ocupó otra habitación. Me lavé los dientes y me dispuse a acostarme con mi compañero. Tras un rato en el que no conseguía conciliar el sueño me levanté ha hacer un piss. Al ir al cuarto de baño vi que había luz y oí el agua de la ducha caer, pensé que a lo mejor era mi madre que se esta duchando así que decidí asomarme sigilosamente. Entonces la vi a través reflejada en el espejo del baño, era Marta, y estaba saliendo de la ducha, la vi completamente desnuda, no podía creerlo, pero claro, ella también me vio a mi reflejado en el espejo y como es normal se sobresaltó.

  • Ismael, ¿eres tú? -preguntó cogiendo apresuradamente la toalla para taparse.
  • Si Marta, es que quería entrar al baño y pensaba que era mi madre la que estaba dentro -dije yo disimulando.
  • ¡Ah bueno, no pasa nada, es que tenía calor y me he dado una ducha rápida! Ya he terminado, puedes pasar -contesto ella liándose la toalla rápidamente..

La visión fue fugaz, pero me baso para ver lo buena que estaba "por dentro". Ella salió finalmente con la toalla liada, oliendo a champú embriagadoramente, y yo entré a hacer lo mio. Cuando terminé descubrí que sus braguitas estaban tiradas en el cesto de la ropa y no pude resistirme a cogerlas y aspirar el aroma de su coño sudado. Me gustó de nuevo la sensación, y pensé que ojalá pudiese alcanzarla algún día, aunque no veía la posibilidad cercana. Al menos ya tenía un objetivo con el que soñar esas vacaciones...

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