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Memorias (24 y fin!)

en Amor filial

 

24

 

Tras el caliente relato de Cathy con su padre, aquel día que bajaron al pueblo, ambos se quedaron con un buen sabor de boca, ella por rememorar aquel intenso encuentro y él por el relato de los hechos en si. A penas se acordaron del libro de Las Memorias de Adam que pacientemente esperó a que Cathy terminase de contar su particular e incestuosa historia.

- ¡Jo hermanita, sí que te lo pasaste bien aquel día! ¿No? -le confesó Tom tras oírla.

- ¡Uf hermanito, no lo sabes tú bien! Estoy super cachonda por el sólo hecho de recordarlo -le confesó Cathy llevando su mano a su chochito y acariciándoselo suavemente encima de sus braguitas.

- ¿Te gustaría echar un polvo? -preguntó Tom sintiendo el deseo nacer en él tras los tres días de abstinencia sexual que habían mantenido.

- La verdad es que estoy muy intrigada por el epílogo que nos queda por leer del libro. ¿No te gustaría esperar un poquito sólo y follar tras leerlo? Será como si leyésemos la última historia de Adam.

- Ahora que lo dices, yo también tengo unas tremendas ganas de conocer el final, sobre todo qué paso después de aquel verano -relató el muchacho.

- ¡Pues no se hable más vamos a ello! -exclamó Cathy buscando el libro que había dormido a su lado mientras hablaba...

 «Epílogo: Todo este tiempo he disfrutado rememorando aquellos intensos momentos de aquel primer despertar sexual, en un verano que siempre recordaré con nostalgia. Un verano en el que los placeres carnales se desbordaron, en el que si alguna vez hubo un infierno, fue suficiente sólo con él para condenarnos por toda la eternidad. Un verano en el que pude dar rienda suelta los instintos más básicos que podría albergar en mi tierna pubertad, donde tuve acceso a cuantas mujeres me rodeaban.

 Al ver el final ya cerca, vienen a mi memoria las vívidas imágenes de Dora, con su piel color chocolate, sus orondas curvas y su tremendo cariño y entrega por mi, su pechos enormes, su enorme culo y su no menos enorme coño, con el que tanto disfruté. Las rudas maneras de mi padre con Arel, la esclava que mas tarde sería mía y a la que enseñaría que había un sexo menos salvaje y más gozoso que el que mi padre le había mostrado. Mi hermana Renée y su descarada amiga Sandy, quienes además de disfrutar de los placeres que sólo una mujer sabe entregar a otra mujer, aprendieron los placeres que un hombre puede dar a una mujer y lo divertidos y placenteros que pueden llegar a ser los juegos sexuales compartidos. Cómo mi dulce hermanita Renée me abrió las puertas de su virginidad, entregándose a mi, su hermano para que le enseñase las mieles del sexo coital. Son tantos y tantos recuerdos los que se agolpan en mi memoria que no se por cual decidirme a recordar para deleitarme mientras pasan los minutos, y las horas y los días que me quedan.

 Y cómo podría olvidar a la implacable profesora, Bárbara, cuyo fuego interno me quemó, tan ardiente y tan autoritaria, que me enseñó que una mujer de carácter guardaba muchas y agradables sorpresas para un hombre a quien permitiera amarla. Qué oscuros secretos me reveló mi querida profesora, llegando a sorprenderme hasta donde podía llegar incluso con mi querido amigo Albert, su propio hijo y lo que ella, como mujer dominante aunque simulaba ser sumisa, podía conseguir de dos jóvenes, con su voz autoritaria y el chantaje de placeres prometidos.

 Y por último, no ha habido ni un sólo día que no me haya acordado de mi querida madre, mi santa madre, que tanto cariño me dio de pequeño y tantos placeres me ofreció al adquirir la madurez sexual y muchos después mientras mantuvimos una relación furtiva a espaldas de mi mujer y hasta bien entrada su madurez. Juntos disfrutábamos de un sexo distinto, un sexo tabú, un sexo que por su excepcionalidad era el mejor de todos y aunque quise a mi mujer, nunca dije que no a mi madre cuando me requirió y ella por supuesto nunca me dijo que no cuando yo la busqué y no se bien decir quien buscaba más a quien. Por eso, cuando emprendió su viaje final, cuánto la eché de menos, por eso ahora pienso que allí a donde yo me dispongo a ir ahora, será donde me reencuentre con ella, no me cabe la menor duda al respecto.

 Mi vida ha sido larga y próspera, gozosa muchas veces y triste muchas otras, pues así es la vida, unas veces se llora, otras se ríe, unas se goza y otras se sufre. Como un río revuelto tiene aguas rápidas y aguas mansas donde uno se puede recrear y descansar, esperando que los rápidos comiencen, tal vez, al girar el próximo recodo.

 Pero querido Adam, ya es hora de que te sinceres contigo mismo. Ya es hora de que admitas lo inevitable, todos tus recuerdos, todos esos maravillosos recuerdos, es cierto que viven intensamente en tu mente. Aún ahora, que las fuerzas te abandonan, tu cerebro parece ir más rápido que tu propia mano mientras escribes y tu imaginación vuela más alto que nunca en tu vida has volado.

 Estas maravillosas historias que has relatado, todas ellas, forman parte de tu mundo, un mundo maravilloso e idealizado que has plasmado en este añejo libro. Tras tantos años trabajando en la gran ciudad, tras tantos años vividos, nunca tuviste las experiencias que aquí has contando, pues no llegaste a vivir en aquella época colonial, donde la esclavitud era el pan nuestro de cada día.

 Aunque ciertamente te hubiese encantado tener la vida de Adam, la verdad es que él sólo vive en tu imaginación y ahora su esencia permanecerá también en estas viejas páginas para siempre...

 Siempre me gustó escribir relatos eróticos y encontré un placer muy especial en el incesto y las relaciones incestuosas. Durante toda mi vida fue algo que llevé en secreto, algo que ni siquiera mi mujer y mis hijos supieron nunca jamás. Lo guardé para mi hasta mi precipitada jubilación, pues la ciudad no trae consigo nada bueno, aquella ajetreada vida que no es vida, acabó con mi salud y me confinó en esta casa señorial, retirado en los últimos meses de mi existencia. Pues mi enfermedad tiene un feo nombre que no pronunciaré aquí, y los doctores que me trataron hasta llegaron a ponerme un plazo para mi final en este mundo, por eso huí, por eso emprendí la tarea de escribir mi mejor obra, por eso escribí Memorias.

 Pero ahora, ¿qué hago?, pues no me atrevería a publicar esta obra, no me quedan ni tiempo, ni fuerzas para hacerlo. Durante muchos días este ha sido mi pensamiento y mi preocupación, he visto como mi salud menguaba hasta ya no dar más de si. De modo que finalmente he decidido plasmar todos los capítulos que he escrito en un viejo libraco que encontré en casa, sus páginas están en blanco, aunque ya son amarillentas por el paso de los años y su cubierta es de las que ya no hacen, en piel natural. Tal vez fue comprado por un anterior dueño y no llegó a utilizarlo. El caso es que me ha venido perfecto para trasladar a él mi manuscrito y de paso, mientras lo hacía, me ha servido para seguir olvidarme de el inevitable final que me espera.

 He disfrutado enormemente escribiéndolo y ahora, como un tesoro decido guardarlo en un viejo baúl, en el sótano, lo cerraré con llave y lo esconderé de un ladrillo suelto en la pared de en frente.

 Albergo aún esperanzas de que los próximos habitantes de la casa lo encuentren, ¡eso podría ser dentro de 100 años! Tal vez entonces estos temas ya no sean tabú y mi libro sea leído con la curiosidad de quien lee un manuscrito "histórico"... desde luego cada vez digo más tonterías, será que mi enfermedad me ha empezado ya a secar el cerebro, o tal vez haya sido producto de escribir tantos relatos incestuosos. ¡El humor nunca está de más!

 No se, en el fondo me produce cierta emoción pensar en ello, pensar en que alguien pueda leer mi obra, mi gran obra. Y si ese día no llegase y ésta se perdiera comida por la polilla, pues, ¡qué demonios, yo disfruté enormemente escribiéndola, leyéndola y corrigiéndola!

 Ahora comprendo que como está escrita, puede parecer una narración real y así lo pretendía cuando lo hice. Seguramente que si ahora ese futuro lector/descubridor de mi obra lee estas líneas, se pueda sentir defraudado, pero no tendría por qué, ya que un buen libro es aquel que te hace vibrar, aquel que te hace sentir como los personajes, pensar como ellos, sufrir con ellos y gozar con ellos. Y yo creo que este objetivo está más que cumplido, así que, ¿por qué se iba a lamentar?

 Si ese lector quisiera saber quien soy yo realmente; sobre mi vida real hay poco que contar. Me casé con mi novia de toda la vida, tuve hijos, los criamos y nos hartamos de convivir, por lo que acabamos separándonos. El amor muere tras los seis primeros meses y la pasión dura algo más, hasta que vienen los hijos y la madre se convierte en eso, en madre, y olvida que es esposa y que son una pareja. Así que la llama de la pasión, que antes brilló con fuerza, acaba no siendo más que la llamita de la cerilla cuando esta casi te va a quemar el dedo, hasta que se apaga y se convierte en un recuerdo humeante de lo que fue.

 Si el lector se pregunta si tuve relaciones incestuosas con mis hijos en el mundo real, la respuesta es si. Tan sólo una vez, con mi querida y dulce Nancy. Siendo ella adolescente se encaprichó de mi, su padre, y en aquel verano una tarde nos quedamos solos en el piso. Ella se estaba duchando y no cerró la puerta, tal vez a propósito, no lo se. El caso es que al pasar la vi desnuda y descubrí que... ¡se había convertido en una mujercita preciosa!

 Me quedé mirándola, extasiado. Ella me descubrió y me sonrió mientras se giraba y sutilmente ocultaba el bello de su flor, aunque me mostraba unos pechos treméndamente puntiagudos y firmes. Entonces sentí una terrible vergüenza por estar allí mirándola como un pasmarote y me quité rápidamente de la puerta.

 Al salir de la ducha, para mi sorpresa, se fue al salón donde yo me había acomodado y con su toalla liada se plantó delante mío. Me dijo que lamentaba haber dejado la puerta abierta. Yo le contesté que no tenía importancia; a lo que ella me insinuó algo así como: ¿a que estoy buena, papá? Y yo, cortado respondí: “Claro hija, siempre has sido muy guapa”. Mientras le miraba las piernas cruzadas a mi lado, que con la toalla abierta me mostraba su piel desuda casi hasta la altura de sus ingles.

 Me excitó tanto aquella situación que al irse ella a vestirse la seguí. Entré en su cuarto y la vi quitarse la toalla mojada; ésta calló pesadamente a los pies de la cama. Ella notó mi presencia y se giró, ahora al verme sí sintió vergüenza y se tapó pudorosamente recogiendo la toalla que yacía a sus pies. Yo me acerqué y sin mediar palabra extraje de mis calzoncillos mi excitada polla mostrándosela.

 Ella la miró y quedó también extasiada, entonces tomé su mano; sin mediar palabra la coloqué sobre ella. No se atrevió a moverla, así que la incité a ello acompañándola con mis propias manos y de este modo conseguí que me masturbase durante durante unos segundos.

 Nancy dejó caer su toalla y se mostró de nuevo desnuda, cuan diosa griega, exultante de juventud, con insultante belleza; ahora el pasmado era yo. Me incliné y chupé dulcemente sus pechos, puntiagudos como ya dije y terminados en aureolas prominentes de las que sobresalían pezones pequeños y redonditos. Nancy gimió, entonces subí mi mano por su entrepierna hasta contactar con su chochito, apenas había pelillos allí y los que ya crecían eran como el césped recién plantado; se lo acaricié, su piel era tan suave y su rajita tan delicada...

 Me arrodillé ante ella y me dispuse a comer aquella preciosa flor del paraíso, llegué a besarla, llegué a rozarla con mi lengua, suavemente, levemente pero esto fue demasiado para mi pobre niña, aquello la superó y asustada se giró dispuesta a coger la ropa que había puesto sobre la cama para vestirse.

 En un arrebato de pasión la cogí por sus caderas y arrodillado le abrí las piernas desde atrás, clavando mi nariz en su deliciosa joya virgen. Le comí su chochito ante su atónita mirada, ella comenzó a gemir casi desde el principio y me dejó actuar hasta que se corrió en mi boca, lo cual no tardó mucho en suceder.

 Enloquecido me subí a la cama y me dispuse a penetrarla, la coloqué a cuatro patas y de nuevo mi querida Nancy se asustó, e intentó pararme, me pidió que no siguiera... Pero, ¡yo ya no podía parar! ¡Estaba cegado por aquella pasión turbia que me había nublado la mente y la penetré haciéndole daño y sacándole un grito desgarrador! La follé con ímpetu y tras el grito inicial ella únicamente soportó los embites con gruñidos y jadeos, mientras yo la vapuleaba como una rama que se dobla bajo el vendaval. Dudo que disfrutase de aquel coito, que fue realmente una violación.

 Cuando iba a correrme la saqué de su precioso coño y me corrí encima suyo. Mi leche corrió por su blanca espalda, resbalando por sus costados incluso llegué a manchar su pelo negro y rizado. Supongo que Nancy no se esperaba algo así y cuando se giró su mirada era de pánico.

 Yo, sudoroso, con la respiración acelerada la miré, vi sus ojos, vi el miedo reflejado en ellos y me arrepentí por lo que le había hecho. ¡La había violado, por todos los santos!

 Ella entonces salió de la cama de un brinco y corrió a la puerta como alimaña atrapada que ve una vía de escape, llegando a encerrarse en el baño.

 Traté de hablar con ella pero fue imposible, sabía que lloraba pero la puerta me impedía consolarla. Aquella noche, cuando mi mujer volvió de las compras, con mi otro hijo, Nancy estuvo todo el tiempo como ida, su madre le preguntó si se encontraba mal y ella se limitó a negar con la cabeza, apenas comió.

 Aquel recuerdo me atormentó desde entonces, Nancy nunca habló, nunca confesó ni a su madre ni a su hermano lo que había hecho su padre con ella y a partir de ahí nuestra relación fue fría y distante, lo que fue para mi merecido castigo. Cuando se fue a la universidad nunca hablamos, ni siquiera por teléfono y tras la separación no volvía a verla.

 Por eso cuando enfermé y lo comuniqué a mi ya ex-mujer para que lo hiciera llegar a mis hijos, no esperaba ninguna visita suya y así fue, nunca fue al hospital a verme. Pero el destino es caprichoso y cuando desahuciado me vine a vivir al campo, una tarde vi aparecer un coche, mientras contemplaba la puesta de sol desde una mecedora en el porche. Y ante mis ojos apareció mi querida niña, casi irreconocible, como una alta y bella mujer, mis ojos al verla se llenaron del lágrimas que no pude contener.

 Ella también lloró y corrió a mi encuentro abrazándome. Yo le pedí perdón y ella, al oírlo, me dijo: “No pasa nada, el tiempo me curó, el tiempo lo cura todo, más tarde o más temprano. Quería verte, quería... antes de que tú...". Me dijo entre sollozos sin poder completar la frase.

 Y desde ese día, me cuida y acompaña en esta dura etapa de mi vida. La diferencia entre el resto de gente es que yo se que moriré pronto y he tenido algún tiempo para prepararme. Por eso, realmente lo contado aquí es pura fantasía, pero desde luego en ningún caso recomendaría a nadie llevarla a la realidad, pues, en la vida real las cosas no son tan maravillosas como en un relato y se pueden transformar en un segundo en una amarga pesadilla.

 Por cierto, mi nombre real es Adam...»

 Tom y Cathy se quedaron petrificados ante la asombrosa confesión de que todas las historias que habían leído eran invenciones de un escritor que se llamaba como el protagonista. Durante un rato no dijeron nada.

- Jo, ¡vaya embustero! Nos ha engañado -asintió finalmente Tom-. ¡Nos hizo creer que era una historia real y ahora resulta que es todo mentira! -admitió con enfado creciente.

 Cathy se tomó su tiempo y contestó a su hermano.

- Bueno y qué, la historia ha sido maravillosa, como él dice nos ha hecho reír, gozar y llorar con ella. ¡Es el libro perfecto hermanito!

- No se, hubiese preferido que se guardase su confesión para si mismo, en lugar de descubrir el pastel al final del libro.

- Piénsalo, todo lo que hemos leído estaba tan bien escrito que parecía real a nuestros ojos. Lo único que lamenta es que su historia no haya sido conocida por “nadie”, pues el no sabía que nosotros lo descubriríamos, dos simples adolescentes que se están iniciando en el sexo, curiosamente al igual que sus protagonistas.

- Pero entonces sus historias con su hermana, con su madre, con su tata... ¡todo inventado!

- Si todo, ¿y qué? A mi me ha encantado su libro y también me ha impactado la historia, "real" eso si, de Adam con su hija Nancy.

- Pero papá no te llegó a forzar, ¿no? -preguntó Tom alarmado.

- ¡No qué va! Ya te he dicho que papá es un sol, fui yo más bien la que lo "forcé a follarme" -sonrió Cathy.

- Y ahora que has leído lo de Adam, ¿no te arrepientes de haberlo hecho con papá? ¿Y si mamá os descubre?, se divorciarían y no volverías a verlo -razonó Tom al respecto.

- Pues no me arrepiento de nada. Si se divorciasen me iría a vivir con él y entonces ya no habría problemas -volvió a sonreír Cathy-. Lo que ha ocurrido con papá me ha hecho ser feliz, sentirme deseada y gozar de una manera que no hubiese pensado que podría hacer con mi propio padre. Acaso tú te arrepientes de haberme follado, ¿hermanito?

- ¡No, por supuesto que no hermanita! La verdad es que eres preciosa, mimosa y muy ardiente, tu cuerpo me ha enloquecido desde que empecé a explorarlo -admitió Tom acariciándole las megillas.

- ¡Gracias, pensaba que ahora renegarías de nuestra relación! -volvió a sonreír la alegre Cathy.

- No sé, tal vez debiéramos hacerle caso a Adam y no mantener más relaciones. Esto puede llevarnos a situaciones más tensas y en el futuro puede hacer que nuestros padres se divorcien o que nosotros los odiemos -propuso Tom tal vez sintiéndose culpable por haber forzado él también a su madre a mantener relaciones incestuosas.

- La verdad es que en mi caso yo fui quien sedució a papá, un poco como Nancy cuando tonteaba con su padre, aunque él no me llegó a violar y fue capaz de contenerse incluso cuando le pedí que me la metiera.

 Tom no paraba de darle vueltas a sus ideas, la confesión de Tom lo había dejado tocado, durante un rato no dijo nada y Cathy pacientemente esperó, sabiendo tal vez que tenía que contarle algo importante y que debía esperar a que se decidiera.

- Nunca te lo he dicho Cathy, pero yo también he seducido a mamá y a veces en contra de su voluntad, sobre todo al principio en el que ella se negaba a follar conmigo.

 Cathy pareció sorprenderse, pero luego su cara cambió y sonrió afablemente...

- ¿Sabes qué? Eso ya lo sospechaba yo hermanito, tu confesión sólo ha servido para confirmar lo que ya intuía. Esas noches en que te ausentabas y tardabas tanto en volver, esas mañanas en las que ambos seguíais dormidos después, exhaustos probablemente por el sexo... ¿verdad?

- ¡Cómo sois las mujeres! Sois capaces de manteneros calladas sin decir nada ante una sospecha así -rió Tom-. Pues si hermanita, ahora tal vez me arrepiento, tras conocer la amarga historia de Adam.

- Te entiendo hermanito. Bueno, siempre podemos parar aquí y no volver a hacerlo nunca más, ¿no?

- Claro, siempre podemos echar el freno.

 Ambos se quedaron mirando el techo de aquel sótano, tumbados en sus sacos sin decir nada, dejando pasar los minutos lentamente.

- Oye, ¿y por qué no publicamos las memorias de Adam? -dijo Cathy de repente.

- ¿Publicar? Pero eso requiere tener contactos y no me veo yo enviando el libro a una editorial diciendo: “Oiga, este libro es muy bueno, habla de relaciones pornograficas entre madres, hijos, tatas y hermanos”.

- ¡No tonto! Hoy día en internet hay páginas de relatos eróticos, yo las leía de vez en cuando para excitarme y masturbarme después -aclaro Cathy.

- ¿En serio? Y ahí cualquiera puede subir un relato.

- ¡Claro, lo podemos hacer con un seudónimo para así no usar nuestros nombres reales!

- Desde luego hermanita, eres brillante. Incluso podríamos contar nuestras historias con papá y con mamá.

- ¿Tú te atreverías? -preguntó Cathy ante la sorprendente iniciativa de su hermano.

- Yo si, pero serás tú quien las escriba, pues eres bastante mejor con la lengua que yo -rió Tom exhagerádamente.

- ¡Cómo eres Tom, siempre tan alerta! Por eso te quiero tanto hermanito, -y le dio un sonoro beso en la mejilla. ¡De acuerdo! Empezaremos hoy mismo a pasarlo a mi ordenador...

 

Dos días más tarde....

 Esa mañana Richard y Cathy habían salido al campo a arar la tierra. A Cathy le encantaba conducir el tractor bajo supervisión de su padre así que no dudó en acompañarlo. De modo que Tom y Karen se quedaron en casa terminando su desayuno y conversando...

- Mamá, lo he estado pensando y he decidido que no tengamos más relaciones... -afirmó el joven con voz pausada.

- ¡Lo dices en serio! -exclamó Karen bastante sorprendida por su declaración.

- Si, creo que esto no nos puede llevar a buen puerto, porque por ejemplo, ¿qué pasaría si papá se enterase?

- Tienes razón Tom, tú sabes que yo desde el principio no quería pero eres tan insistente y yo tan débil que al final te saliste con la tuya, ¡bribón! -le espoleó cariñosamente el costado.

- Bueno, estuvo bien la verdad, pero creo que debemos dejarlo.

- Estoy de acuerdo hijo -contestó Karen acercándose y besándolo en la mejilla.

- Sólo me gustaría preguntarte algo mamá -le expuso.

- Claro Tom adelante -lo animó Karen amorosamente.

- ¿Te gustó?

- Bueno, la verdad es que no, lo hice siempre por darte el "capricho" -le sonrió volviéndolo a besar y dándole un achuchón-. Bueno hijo, ahora en serio, sé que estuvo mal, pero una vez metidos en faena lo cierto es que me excitaba un montón y los orgasmos eran demoledores.

- ¿Entonces soy un buen amante? -preguntó su retoño con ironía.

- ¡Eres el mejor! -lo felicitó Karen volviendo a achucharlo como si fuese su teddy.

 Más tarde esa mañana, Tom estaba ya aburrido de jugar a la consola así que bajó a tomar agua de la nevera. Le extrañó que su madre no estuviese por la casa y al llamarla ésta no contestó, por lo que intrigado salió fuera en su busca.

 Sospechando que pudiese estar limpiando las cuadras, o dando de comer a los animales, se encaminó al establo y allí al entrar oyó unos sonidos muy familiares...

 Al acercarse se asomó a las cuadras donde los ponis estaban y allí, ante sus sorprendidos ojos, pudo contemplarla completamente desnuda. No sólo eso, sino que estaba chupando obscenamente aquella tremenda polla negra. Sin poder creerlo se ocultó inmediatamente tras la parte baja de la puerta y siguió observando por las rendijas entre la madera.

 Allí la observó disfrutando mientras masturbaba con ambas manos al pony, a la vez que le besaba el pollón negro, lo la mía y lo chupaba; aunque no le cabía en la boca, a pesar de intentar tragar su negro glande.

 En esos momentos vio como una andanada blanca chorreó por sus labios callendo al suelo, la había llenado y ahora el blanco elemento caía por la acción de la gravedad. Entonces Karen la sacó, expulsó una bocanada de blanco líquido y siguió masturbándolo, por lo que unas nuevas andanadas impactaron en sus enormes pechos, mientras ella se colocaba aquel pollón entre ellos y se lo frotaba en su tremendo canalillo, pringándose completamente con la manguera de leche equina. Pero no pareció importarle tan escatológico comportamiento, es más parecía tan excitada y ansiosa que casi hubiese deseado que su corrida no acabase nunca y como Cleopatra, bañarse en leche de "pony" en este caso.

 Luego Karen se frotó aquella leche, como si de crema hidratante se tratase. Tremendamente excitada, se puso de culo, quedando este en la dirección de Tom, y allí tomó aquella enorme polla la condujo hasta su coño, haciéndola entrar en él.

 Moviendo su hermoso culo intentaba que el poni la follase, pero éste permanecía pasivo y su polla aunque larga se doblaba con facilidad, por lo que se salía constantemente y Karen tenía que volver a empezar.

 De repente Karen notó como aquella polla se movía en su interior, sin comprenderlo se giró y vio a su querido Tom detrás suyo empuñando aquel pollón equino y moviéndola en dirección a su coño.

- ¡Oh Tom, cariño, qué bien que hayas venido! -exclamó Karen agradecida por la ayuda-. Métemela tú, ¿vale?

- Vale mamá, yo te ayudaré.

 Tom siguió moviendo aquella polla, follando a su madre. Mientras lo hacía apoyó su mano en aquel culo, tan terso, tan suave y enorme. Sintió deseos de azotarla y así lo hizo. Karen gritó y luego gimió por el azote agradeciéndole la nueva sorpresa. De manera que el chico siguió penetrándola con el miembro del poni y dándole cachetes de vez en cuando.

 Sus enormes tetas se bamboleaban mientras ella también cooperaba en los movimientos facilitando el que el pollon entrara y saliera de su gran coño; cuando Tom vio salir abundantes jugos blancos del coño de su madre, al tiempo que el poni relinchaba, la sacó y regó de nuevo su espalda, como si de una manguera pastelera se tratase. Aquel culo, embadurnando en leche, fue acariciado por su mano, usando esta como lubricante.

 Sin poder resistirlo sus dedos se colaron en su coño y ante la expresión de agrado de su madre siguió penetrándola y sacándolos para acariciarle el resto del culo, mientras con la mano libre la seguía azotando hasta ponerle colorados ambos cachetes.

- ¡Oh si, Tom, qué bien lo haces hijo! ¡Estoy a punto de correrme! -le confesó gritando como una loca, loca de placer y lujuria. ¡Métemela otra vez hijo! -le rogó.

 Con su culo en pompa, y su cabeza agachada y apoyada en sus brazos reposando estos en el suelo, Tom se dispuso a obedecer, vio el coño tremendamente mojado de su madre, embadurnado con aquella leche traslúcida del “caballito”, con su culo también brillante entre el sudor y los jugos derramados, tomó de nuevo aquel pollón equino que seguía en pie de guerra y...

 Fue su polla la que entró en aquel coño estirado por el pollón equino como una exhalación, hasta los huevos, impulsada con un tremendo y ardiente empujón tirando con fuerza de sus caderas hacia atrás, provocando que su pelvis chocara contra su vibrante culo. Inmediatamente el calor arrollador la embolvió y Tom siguió follándola en una loca carrera de fuertes y enérgicas embestidas.

- ¡Pero Tom, no dijiste que no follararías nunca más a tu pobre madre! -exclamó Karen con cierto sarcasmo sintiendo las fuertes sacudidas de su adolescente e impulsivo hijo.

 Vapuleada Karen se entregó a su retoño, dejándolo comandar la follada, sintiéndose usada por él, pero no le importó. En el fondo tal vez lo deseaba pero estaba esperando a ver cómo de fuerte era la voluntad de su hijo y a la vista estaba que débil era, cuan débil era la suya.

 Al mismo tiempo Tom se percató de repente de que había incumplido su promesa, aquella que tan firme parecía hacía apenas unas horas. Pero aquel cuerpo de curvas tan generosas, con aquel culo redondo y aquel coño abrasador con su madre en actitud tan aberrante y obscena con aquel animal... eran demasiada tentación para no caer en ella. Ahora en su mente pensaba si sería capaz de resistirse más veces a sus encantos, o si por el contrario volvería a caer una y otra vez sin remisión en aquella lujuria de perdición.

 Mientras sus pensamientos lo atormentaban, su éxtasis próximo llegaba, como quemándole la punta de su verga comenzó y cuando ya estaba próximo, su madre se desplomó, cayendo al suelo sucio de la cuadra entrando en convulsiones al momento, como si de un ataque epiléptico se tratase, su orgasmo no esperó a Tom en aquella ocasión.

 Pero el muchacho estaba también a punto de estallar y en aquel momento tomó su polla y con enérgicos movimientos precipitó su corrida, soltando toda la leche que llevaba dentro tras los días de abstinencia, volviendo a regar con ella a su madre, que en el suelo estaba con sus convulsiones post-orgásmicas...

 Sucia, maloliente, cubierta de leche que empezaba ya a secarse, Karen se sintió ultrajada, sintió que no podía ser más guarra de lo que ya había llegado a sentirse y finalmente sintió que nunca había sentido tanto placer... Ya se sabe, el buen sexo es "sucio", muy sucio, cuanto más sucio mejor...

 En esos momentos, en el campo...

 Cathy conducía el tractor sentada en el borde del asiento mientras su padre, tras ella vigilaba por si algo fallaba. El ronroneo monótono del viejo tractor sonaba haciendo que tuviesen que hablar a gritos, y los baches provocaban que su culito respingón saltara encima de su padre y frotara su verga con él.

 Richard se excitó, fue la inevitable consecuencia y con la polla dura Cathy no tardó en notar su erección, lo que la puso tremendamente cachonda y se dedicó a aprovechar los movimientos del vehículo por el campo para rozar su culito más con ella, así hasta volverla loca, esa era su intención.

 El padre, que ya no pudo contenerse ante tanta provocación, levantando a su hija del asiento metió las manos bajo la faldita corta que llevaba Cathy apartó sus braguitas a un lado y sacacandose la verga de la bragueta la colocó en su coño y haciéndola bajar se la introdujo en su coñito recién desvirgado poco a poco, mientras Cathy de espaldas a él apretaba los dientes y se así con toda su fuerza al volante del tractor.

 Su chochito tremendamente excitado también por los roces y el vapuleo del tractor mientras araban no se resintió tanto como ella pensaba ante la entrada del pollón paterno, ajustándose perfectamente a él conforme entraba. Así que terminó sentada en su polla mientras seguía arando y era el tractor el que los movía provocando que el coito se desarrollase de una forma tan original.

 Sus pechos fueron explorados mientras tanto por las grandes manos de su padre, sus pezones endurecidos acariciados por sus dedos sudorosos y Cathy sintiendo un enorme placer era casi incapaz de conducir el tractor, contribuyendo ella a los movimientos levantándose y sentándose mientras Richard se ocupaba de mantener el volante en la dirección adecuada.

 Al llegar a un extremo de la hacienda, giraron y durante los instantes que duró la maniobra los movimientos se detuvieron, aunque seguían conectados íntimamente por sus sexos. Ahí aprovecharon para respirar y relajarse y cuando de nuevo el tractor cogió la dirección de la besana, los movimientos continuaron ayudados siempre por los baches y las ansias de fornicación que a ambos tenían.

 Richard comenzó a empujar más fuerte mientras con una mano sujetaba a Cathy por sus caderas apretándola hasta casi hacerle daño en los riñones y ella se sujetaba al volante haciendo presión hacia abajo, en sentido opuesto, querían sentirse muy adentro y con tanto ímpetu la corrida del padre no tardó en llegar junto con los estremecimientos de Cathy que tembló como una magdalena mientras seguía empalada por la verga de su progenitor.

 A consecuencia de sus orgamos el tractor perdió la besana y Richard tubo que reconducirlo mientras guardaba su polla húmeda y con restos de leche en sus baqueros. Cathy por su parte se colocó las bragas y sintió como al sentarse los jugos que la llenaban rezumaron en su chochito.

 La follada había sido original y fantástica. Al igual que Tom, Cathy había prometido no caer más en la tentación y al igual que él cayó, resistirse a la naturaleza de las hormonas desatadas era un intento fútil. Un vano esfuerzo por intentar detener aquella pasión desatada, que envolvía a toda la familia y que seguía haciéndolos girar en una rueda sin fin...

 

*** FIN ***

 

Notas finales del autor:

- Si te ha gustado el capítulo, ¡vótame por favor! No cuesta nada y así valorarás el esfuerzo y las horas invertidas.

- Por otro lado si has llegado hasta aquí y quieres leer me epílogo personal, visita mi blog (zorro-blanco@blogspot.com)

- Si quieres escribirme y contarme tus impresiones sobre la serie, adelante: zorro.blanco2003@blogspot.com

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Caluroso Verano (6)

Caluroso Verano (5)

Caluroso Verano (4)

Caluroso Verano (3)

Caluroso Verano (2)

Caluroso Verano (1)

Las Memorias de Adam (III)

Las Memorias de Adam (II)

Las Memorias de Adam (I)

Liberate me (4 y 5)

Liberate me (3)

Liberate me (2)

Liberate me

Big Hugo (3)

Big Hugo (2)

Big Hugo

Siete Madres Desesperadas: Morris, Jane (Compl.)

Ellis, Aisha(3)

Ellis, Aisha(2)

Ellis, Aisha(1)

Naufragos (3)

Náufragos (2)

Náufragos (1)

Vaquero de Ciudad (3)

Vaquero de Ciudad (2)

Vaquero de Ciudad (1)

El secreto de Beatriz (3)

El secreto de Beatriz (2)

El secreto de Beatriz (1)

Un Guiño del Destino (Ellos)

Un guiño del destino (Ella)

Un guiño del destino

Caluroso Verano (7)

Caluroso Verano (6)

Caluroso Verano (4)

Caluroso Verano (5)

Caluroso Verano (3)

Caluroso Verano (2)

Caluroso Verano (1)

Soy Puta (1 y 2)

Soy Puta (8)

Memorias, entre el pasado y el presente (7)

Soy Puta (7)

Memorias, entre el pasado y el presente (6)

Memorias, entre el pasado y el presente (5)

Soy Puta (6)

Memorias, entre el pasado y el presente (4)

Soy Puta (5)

Memorias, entre el pasado y el presente (1)

Soy Puta (4)

Memorias, entre el pasado y el presente (2)

Soy Puta (3)

Soy Puta (1 y 2)

Memorias, entre el pasado y el presente (3)

Memorias, entre el pasado y el presente (2)

Memorias, entre el pasado y el presente (I)

Memorias (10)

Memorias (9)

Memorias (8)

Siete madres desesperadas (3)

Siete madres desesperadas (2)

Siete madres desesperadas (1)

Memorias (7)

Memorias (6)

Memorias (5)

Memorias (4)

Cartas de mamá (5 y fin)

Cartas de mamá (4)

Cartas de mamá (3)

Cartas de mamá (2)

Cartas de mamá

Violación e Incesto (3)

Violación e Incesto (3)

Violación e Incesto (3)

Violación e Incesto (2)

Violación e Incesto

Like a Dream (8)

Like a Dream (7)

Like a Dream (6)

Like a Dream (5)

Like a Dream (4)

Like a Dream (3)

Like a Dream (2)

Like a Dream (1)

El secreto de Adam (3)

El secreto de Adam (2)

El secreto de Adam

Un guiño del destino

Memorias (23)

Memorias (22)

Memorias (21)

Memorias (20)

Memorias (19)

Memorias (18)

Memorias (17)

Memorias (16)

Memorias (15)

Memorias (14)

Memorias (13)

Memorias (12)

Memorias (11)

Memorias (10)

Memorias (9)

Memorias (8)

Memorias (6)

Memorias (5)

Memorias (3)

Memorias (2)

Memorias (1)

Soy puta (12 y fin)

Soy puta (11)

Soy puta (10)

Soy puta (9)

Soy puta (8)

El erotismo vive en mi interior...

Soy puta (7)

Zorro Blanco: Esta es mi historia...

Soy puta (6)

Soy puta (5)

Soy puta (4)

Soy puta (3)

Soy puta (2)

Soy puta (1)

El coma (3)

El coma (2)

El coma (1)

Caluroso verano (10 y fin)

Caluroso verano (9)

Diario de una universitaria (7)

Caluroso verano (8)

Caluroso verano (7)

Caluroso verano (6)

Caluroso verano (5)

Caluroso verano (4)

Caluroso verano (3)

Caluroso verano (2)

Caluroso verano

Náufragos (3)

Náufragos (2)

Náufragos (4 y fin)

Náufragos

Diario de una universitaria (5)

Diario de una universitaria (6)

Diario de una universitaria (4)

Diario de una universitaria (3)

Diario de una universitaria (2)

Diario de una universitaria

Posición dominante

El Admirador (05)

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El Admirador (01)