miprimita.com

Cartas de mamá (3)

en Amor filial

Construyendo recuerdos

Lanzados ya en el frenesí de nuestra prosa desbocada, nos pusimos a imaginar cómo fueron aquellos inicios como si hubiese pasado largo tiempo desde entonces. Nos enzarzáramos en hilar e hilar, imaginar e imaginar, sin límites; simplemente para ver hasta dónde podíamos llegar:

“Mamá preciosa:

Claro que recuerdo la primera vez que gocé en tu caliente interior, cómo iba yo a olvidarlo, si fue también mi primera vez, la primera vez que mi virilidad entró en un templo del placer, tú templo del placer, que me colmó de calor abrasador y que provocó que me fuese imposible contenerme ante tanta sensación, tanto ardor en tu interior que terminó por hacer que mi lechada te regase tu ya de por si húmedo y cálido interior.

¡Oh mamá, cuanto disfruté después de correrme! Mientras estábamos abrazados, mientras mi cabeza reposaba sobre tus enormes pechos que un día me amamantaron hasta convertirme en el joven hombre que soy hoy.

Desgraciadamente estaba demasiado cansado para haberte acompañado en tu soledad onanística, me hubiese gustado compensarte tanto amor y devoción por mi, pero me quedé dormido y me entregué a los sueños, sueños donde tú seguiste gozando conmigo en el recuerdo de nuestra primera vez.

Eso si al despertar seguí en la nube que tu fabricabas para mi, al hacerlo con tu boca sobre mi glande, mamando tan dulcemente que poco a poco fui recuperando la conciencia y cuando lo hice ya estaba bien avanzado en el éxtasis que tú me estabas proporcionando, así que volví a regarte, esta vez tu boca, que saboreó cada chorro, cada espasmo de mi placer convertido en leche que brotaba impetuosa de mi duro mástil y que tú tragaste con igual dulzura.

Esta vez si, me sentí a en deuda contigo y no estaba dispuesto a dejártela a deber, así que te besé en los labios, no me importó que aún tuvieses un poco de semen en ellos pues después de todo era el sabor de mi propia leche. Eché mano a tu vagina y te la acaricié con mis dedos, los introduje en ella hasta perderlos dentro, primero uno, luego dos y así hasta terminar con los cuatro en tu interior. Tú gozabas mientras me comías la boca y yo gozaba mientras te penetraba.

Deseé tu sexo, deseé beber tus jugos, desee lamer tu coño, sus labios, tu clítoris, tu raja, hundir mi lengua en ella y hacerlos brotar para seguirlos bebiendo y me descubrí a mi mismo tumbado mientras tu flexionabas tus muslos carnosos en torno a mis orejitas y te comí el coño como mejor supe mientras tú me acariciabas el pelo y me animabas por lo mucho que te estaba gustando y por lo bien que lo estaba haciendo, aunque no tuviese mucho acierto en mis caricias, tu amor de madre lo compensaba todo.

Te ayudaste con tus dedos, frotándote tu botón secreto mientras mi lengua y mis dedos seguían penetrando tu templo del placer, te perdiste en las caricias y me esmeré en agradarte con las mías, hasta que arranqué un orgasmo de ti. Tu raja se inundó de dulce hiel y yo clavé mi lengua en ella recopilando su dulce nectar y bebiéndolo con avidez, como la abeja que llega a una flor y aplaca su sed en ella.

¡Oh, mamá qué primeras 24 horas pasé contigo, sin duda las mejores de mi vida! ¡Fuera los tabúes! !Abajo la represión durante largos siglos impuesta por la religión! Nuestro amor no entendió de limitaciones impuestas por el hombre y floreció como el narciso en primavera.

Mamá, mi amor.”

 

 

 

Y Anabel continuó con nuestros mutuos pensamientos construyendo un pasado que no existió salvo en nuestras más depravadas calenturas, salvo en nuestra imaginación desbordante, como si con tan sólo imaginarlo, todo aquello hubiese ocurrido en realidad, dos personas separadas por miles de kilómetros que nunca se llegaron ni llegarían a conocerse, construyendo algo común, una historia increíble, una historia imposible, un relato cargado de realidad, de pasiones y de sentimientos, con un deseo irrefrenable el uno del otro.

“Dulce zorrito:

 

                  Desde aquella noche y aquella mañana, me convertí en tu amante secreta, tu fruta escondida, tu puta privada.  El derrumbe de todos lo moldes, de todos los estereotipos, de todos los tabúes, produjo para ambos un despertar lúbrico increíble. Para mí, fue redescubrir la vida a mis cuarenta, cual fruta madura cortada en otoño y devorada en la plenitud de su dulzura. Para ti, fue nacer a la sexualidad a un nivel de lubricidad imposible siquiera de pensar para cualquier jovenzuelo de tu edad.

 

                 Porque cada encuentro que tuvimos desde entonces fue iniciático para tí, una experiencia única en términos de amor, sensualidad y aprendizaje. Aprendiste rápido, pre-educado por vaya a saber qué extraño instinto liberado, qué oculto atavismo trabajosamente escondido tras mil generaciones. Así, y liberado ya de todo tipo de ataduras, te diste enèrgicamente a la satisfacción de tu inexperta líbido, virtualmente inagotable a tu joven edad.  Yo sólo debí conducirte, guiar tus excesos, darte permiso para que te animaras, para que me conocieras, para que probaras.

 

                 La imagen de tu padre fue omnipresente en toda aquella etapa, pues inconscientemente competías con él, querías ocupar tu lugar, ansiabas suplantarlo, desplazarlo.  Por eso deseabas poseerme desde el rol de macho dominante, de nuevo hombre de la casa.  Te permití el juego, y fui sumisa, pues sabía que sólo con el tiempo aprenderías la noción de compañero, de amante perfecto.  Por lo demás, en mi fuero más íntimo gozaba como loca pues para mí seguías siendo mi hijo, y era eso precisamente, la cópula incestuosa, lo que en realidad me volaba la cabeza.  

 

                  Sabes bien que en ese entonces yo bien podría haberme entregado a la educación sexual de algún adolescente de 16, 17 o 18 años, y bien sabes que podría haber seducido a más de un chico de tu edad, para terminar retozando con él, de tarde en tarde, fuera de casa, hasta saciar mi apetito carnal.  Pero eso me hubiera proporcionado sólo placer físico. Tú, además, me proporcionaste placer mental, el deleite secreto de saberme fornicando con mi propio vástago, la deliciosa sensación de educarte, gozarte y desviarte al mismo tiempo.

 

                  Recordarás por eso cómo te alenté a animarte, a que te atrevieras a todo conmigo.  ¿Recuerdas, acaso, cómo deliré de lujuria, cómo gemí (para excitarte), aquella noche en la que, sentada sobre tí, aferrada a la cabecera de la cama, sentí tus uñas clavarse desesperadas en mi nalgas?  Fue aprobar tu paroxismo, demostrarte que aceptaba tus excesos, invitarte cada vez a más.  ¿Recuerdas, por ventura, cómo reaccioné, sumisa y obediente, aquella tarde en la que, recostado en el sofa, reaccionaste a la suave lubricidad de mis mamadas tomándome del cabello y obligándome a chupar rápido hasta que acabaste? Fue como masturbarte con mi boca, lo sabías, y te lo permití para que comprendieras hasta qué punto podías valerte de mí, saciarte a mis expensas, usarme para tus propósitos.  ¿Recuerdas, también, mis sollozos aprobatorios aquella noche en el hotel de carretera, cuando, mientras me lamías abajo, te animaste por primera vez a introducir tímidamente un dedo en mi ano?   Si yo no hubiera accedido a esa desviada intrusión, si no hubiera consentido que lo metieras hasta el nudillo, quizá nunca te hubieras atrevido a proponerme lo que vino después.  Quizá nunca te hubieras animado a experimentar conmigo las delicias de la cópula anal, ni yo me hubiera dado a la práctica sodomita en la forma en que lo hice (y sabes que esa fue una ofrenda suprema, pues nadie, ni siquiera tu padre, me habìa hecho mujer por ese lado).

 

                    Hoy ordenas, y obedezco.  Suplicas, y continúo mamando.  Sollozas, y te contengo. Empujas, y te incito.  Acabas, y te amamanto.  Dormitas, y velo tu sueño.  Dime, sinceramente, ¿qué más puedes pedir? Madre, compañera, amante, confidente, puta, institutriz, consejera, cocinera, mujer... soy todo para tí, y por eso mismo estás irremisiblemente condenado a mí.

 

                    Tuya,

 

                            Mamá”

Mas de Esther

¿Seguir en lo filial y salir de ahí?

Desde el portal, viendo la vida pasar (3)

La escritora (13)

Desde el portal, viendo la vida pasar (2)

Desde el portal, viendo la vida pasar (1)

La escritora (12)

La escritora (11)

La escritora (10)

La escritora (9)

La escritora (8)

La escritora (7)

La escritora (6)

La escritora (5)

La escritora (4)

La escritora (3)

La escritora (2)

La escritora (1)

Siete Madres Desesperadas (4)

Siete Madres Desesperadas (3)

Siete Madres Desesperadas (2)

Siete Madres Desesperadas (1)

Posición Dominante

Liberate me (3)

Liberate me (2)

Liberate me (I)

Náufragos (I)

Náufragos (III)

Náufragos (II)

Las memorias de Adam (VI)

Las memorias de Adam (V)

Las Memorias de Adam (IV)

Caluroso Verano (7)

Caluroso Verano (6)

Caluroso Verano (5)

Caluroso Verano (4)

Caluroso Verano (3)

Caluroso Verano (2)

Caluroso Verano (1)

Las Memorias de Adam (III)

Las Memorias de Adam (II)

Las Memorias de Adam (I)

Liberate me (4 y 5)

Liberate me (3)

Liberate me (2)

Liberate me

Big Hugo (3)

Big Hugo (2)

Big Hugo

Siete Madres Desesperadas: Morris, Jane (Compl.)

Ellis, Aisha(3)

Ellis, Aisha(2)

Ellis, Aisha(1)

Naufragos (3)

Náufragos (2)

Náufragos (1)

Vaquero de Ciudad (3)

Vaquero de Ciudad (2)

Vaquero de Ciudad (1)

El secreto de Beatriz (3)

El secreto de Beatriz (2)

El secreto de Beatriz (1)

Un Guiño del Destino (Ellos)

Un guiño del destino (Ella)

Un guiño del destino

Caluroso Verano (7)

Caluroso Verano (6)

Caluroso Verano (4)

Caluroso Verano (5)

Caluroso Verano (3)

Caluroso Verano (2)

Caluroso Verano (1)

Soy Puta (1 y 2)

Soy Puta (8)

Memorias, entre el pasado y el presente (7)

Soy Puta (7)

Memorias, entre el pasado y el presente (6)

Memorias, entre el pasado y el presente (5)

Soy Puta (6)

Memorias, entre el pasado y el presente (4)

Soy Puta (5)

Memorias, entre el pasado y el presente (1)

Soy Puta (4)

Soy Puta (3)

Memorias, entre el pasado y el presente (2)

Soy Puta (1 y 2)

Memorias, entre el pasado y el presente (3)

Memorias, entre el pasado y el presente (2)

Memorias, entre el pasado y el presente (I)

Memorias (10)

Memorias (9)

Memorias (8)

Siete madres desesperadas (3)

Siete madres desesperadas (2)

Siete madres desesperadas (1)

Memorias (7)

Memorias (6)

Memorias (5)

Memorias (4)

Cartas de mamá (5 y fin)

Cartas de mamá (4)

Cartas de mamá (2)

Cartas de mamá

Violación e Incesto (3)

Violación e Incesto (3)

Violación e Incesto (3)

Violación e Incesto (2)

Violación e Incesto

Like a Dream (8)

Like a Dream (7)

Like a Dream (6)

Like a Dream (5)

Like a Dream (4)

Like a Dream (3)

Like a Dream (2)

Like a Dream (1)

El secreto de Adam (3)

El secreto de Adam (2)

El secreto de Adam

Un guiño del destino

Memorias (24 y fin!)

Memorias (23)

Memorias (22)

Memorias (21)

Memorias (20)

Memorias (19)

Memorias (18)

Memorias (17)

Memorias (16)

Memorias (15)

Memorias (14)

Memorias (13)

Memorias (12)

Memorias (11)

Memorias (10)

Memorias (9)

Memorias (8)

Memorias (6)

Memorias (5)

Memorias (3)

Memorias (2)

Memorias (1)

Soy puta (12 y fin)

Soy puta (11)

Soy puta (10)

Soy puta (9)

Soy puta (8)

El erotismo vive en mi interior...

Soy puta (7)

Zorro Blanco: Esta es mi historia...

Soy puta (6)

Soy puta (5)

Soy puta (4)

Soy puta (3)

Soy puta (2)

Soy puta (1)

El coma (3)

El coma (2)

El coma (1)

Caluroso verano (10 y fin)

Caluroso verano (9)

Diario de una universitaria (7)

Caluroso verano (8)

Caluroso verano (7)

Caluroso verano (6)

Caluroso verano (5)

Caluroso verano (4)

Caluroso verano (3)

Caluroso verano (2)

Caluroso verano

Náufragos (3)

Náufragos (2)

Náufragos (4 y fin)

Náufragos

Diario de una universitaria (5)

Diario de una universitaria (6)

Diario de una universitaria (4)

Diario de una universitaria (3)

Diario de una universitaria (2)

Diario de una universitaria

Posición dominante

El Admirador (05)

El Admirador (04)

El Admirador (03)

El Admirador (02)

El Admirador (01)