10
Noto como se mueve y aleja su chochito del alcance de mi mano, la siento arrodillarse ante mi y a continuación sus labios rozándome el glande. No puedo creer lo que va a suceder a continuación, pero lo se, ¡ella va a comerse mi pene!
Sus labios arropan mi pequeño pene con gran dulzura, nunca antes había sentido algo así, es maravilloso y ella lo hace tan bien... entra y sale de su boca con un suave ritmo que me ayuda a no correrme por el momento, aunque lo cierto es que apenas en unos segundos estoy a tope y no puedo evitar lo inevitable, ¡me corro! Y para más sorpresa aún, noto como los labios chupadores continúan como si tal cosa y siento como las pocas gotitas que me quedaban son tragadas por mi progenitora sin ningún pudor aparente. El éxtasis me envuelve, se me nubla la vista y me dejo llevar.
Pasan unos minutos en los que me niego a abrir los ojos mientras me recreo en las sensaciones recién descubiertas. ¡Qué buena que está una mamada, hecha con cariño y dulzura!
Cuando por fin abro los ojos me incorporo un poco y observo a mi madre que ahora se ocupa de su chochito, frotándoselo con una mano mientras con la otra se pellizca un pezón. Me quedo unos segundos observando el excitante y morboso espectáculo de ver a una madre masturbándose ante mi y finalmente ella nota mi interés por el asunto y me invita a participar.
-
¿Quieres ayudar a mami a correrse? —me pregunta sin dejar de masturbarse.
-
¡Si, claro que quiero! ¿Te puedo tocar... —hago una pausa como solicitando autorización materna, nunca mejor dicho— el chochito?
-
¡Claro adelante! —exclama ella retirando su mano y cesando en su masturbación, ofreciéndome una espléndida vista de su flor húmeda y caliente.
Con una mano apoyada en el suelo permanezco incorporado a su lado, mientras la mano libre viaja a su entrepierna. Allí encuentra su sexo tremendamente húmedo y expectante a mis caricias. Pero las dudas aún me tienen paralizado. Aquí es donde entra en juego mi sabia progenitora, que siente mis dudas y toma mi mano temblorosa, conduciéndola confiada hasta su excitada raja.
Al contacto con su intimidad siento como un calambre recorre todo mi cuerpo y después siento la alta temperatura de su piel. Entonces me restriega la mano por todo su sexo, llenándome los dedos con el suave fluido que engrasa su piel y la mía haciendo que las caricias fluyan sin ninguna dificultad. Como si de electricidad estática se tratase, noto como el bello se me eriza y me embarga una emoción muy especial, mezcla de deseo y miedo a lo prohibido, al tabú que me atenaza.
-
¿Te gusta? —me pregunta melosa, disfrutando del momento.
-
¡Mucho mamá, está súper caliente y muy mojado! —exclamo yo provocando su sonrisa.
-
Eso debe de ser así.
Continúa tomando la iniciativa y hunde un poco más mis dedos en sus labios vaginales, arropándolos con sus dulces pliegues e incitándome a introducirlos en su coño.
-
Adelante mételos en mi chochito, así con dos deditos primero —me dice colocándomelos juntos y ayudándome a introducirlo en su raja.
Al entrar el líquido que lo lubrica parece salir a borbollones de la cavidad, desapareciendo mis pequeños dedos en él sin dificultad. Ahora ella, suelta mi mano y espera a que yo reaccione. Aunque tardo un poco en captar la idea, su mirada inquisitorial mientras retoma sus frotes de clítoris es como un interruptor que pone en marcha mi mano comenzando a penetrarla con mis dos dedos juntos.
En poco tiempo me voy soltando y poco a poco incorporo un dedo más y luego otro, hasta que los cuatro entra en su coño al la vez, adaptándose su tamaño sin problemas.
Mi madre comienza a gemir y contorsionarse al tiempo que se masturba, cierra sus ojos y confía en mi buen hacer. Entonces una idea surge en mi mente y presto a complacerla en lo que pueda y darle placer la pongo en práctica. Bajo la cabeza y me acerco poco a poco a su más tierna intimidad...
-
¡No Guille! Sigue metiéndome los dedos que ya casi estoy a punto de correrme, ¡vamos! —me grita casi en tono amenazador.
Un poco disgustado por el rechazo de mi madre ante mi iniciativa para complacerla, continúo penetrándola con mis dedos, que a estas alturas están embadurnados completamente en sus suaves y resbaladizos jugos.
De pronto siento como su cuerpo se estremece, y para mi asombro los antes suaves labios vaginales que tan bien se dejaban acariciar comienzan a estrujar literalmente mis dedos con fuertes contracciones. Sin saber muy bien que hacer continúo moviendo mis dedos en sus interior, aunque más suavemente.
Finalmente tras unos segundos de éxtasis mi madre me indica que me retire y se queda apaciblemente tumbada en la toalla, descansando.
Realmente estamos tan relajados que nos quedamos dormidos un buen rato, tendidos sobre las toallas, con nuestros cuerpos desnudos.
PD.: Si te va el morbo de lo filial, tal vez te gusten mis novelas: Náufragos (B07B1MLJ8N) o Las Memorias de Adam (B07WLLM982), ellas sus protas se lían con sus madres o sus hermanas en calientes historias. Las puedes encontrar en cualquier web de amazon buscándolas con los códigos entre paréntesis.