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Caluroso verano (6)

en Amor filial

Capítulo 12

A la mañana siguiente mi madre nos preparó el desayuno a mi primo y a mi. Es curioso, porque esa mañana llevaba puesta una blusa larga o algo parecido, semitransparente. Tanto era así que sus bragas y su sujetador se dejaban entrever un poco escandalosamente. Tanto fue así que mi primo, cuando estaba de espaldas me hizo señas para denotar lo excitado que estaba por su atuendo.

Después ella se sentó con nosotros en la mesa de la cocina a degustar sus deliciosas tortitas.

  • Bueno, ¿os gustan? -preguntó para entablar conversación.

  • ¡Están buenísimas!, como siempre mamá -exclamé yo al instante.

  • Deliciosas tía, para chuparse los dedos -asintió mi primo uniéndose a mi.

  • Pues venga comer, que hoy os tenéis que venir conmigo a la playa, que es muy aburrido bajar yo sola, ¿vale? Ya está bien de tanto videojuego, lo que tenéis es que buscar chicas de vuestra edad y divertiros con ellas -nos sugirió ella.

  • Pero mamá, si ya nos podemos divertir contigo, para qué buscar chicas, ¿no? -aseguré yo atrevidamente.

  • Bueno me alegra ver que estáis a gusto conmigo, pero sois jóvenes y debéis relacionaros con chicas igualmente jóvenes y guapas -aseveró mi madre.

  • Tía, tú también eres guapa -admitió mi primo Adrián.

  • ¡Gracias Adrián, eres un sol! -dijo mi madre regalándole un sonoro beso en la mejilla y una caricia en el pelo.

  • Venga mamá, cámbiate y nos vamos a la playa, ¿vale? -propuse yo dando por terminada la conversación.

Mi primo y yo nos fuimos al cuarto y nos pusimos el bañador. Me fijé y él estaba empalmado, sin duda el ver las transparencias matutinas de mi madre lo puso cachondo.

  • ¡Te has fijado, a tu madre se le veían las bragas y el sujetador, debajo de la blusa que llevaba puesta! -admitió algo escandalizado.

  • Claro que lo he visto, como para no verlo.

  • ¡Qué cachondo me pongo cada vez que la miro, sólo pienso en cómo será follármela! -exclamó ansiosamente Adrián mientras empuñaba su miembro con orgullo y lo exhibía ante mi.

  • Ya veo que te has puesto a tono, a ver si nos podemos divertir con ella en la playa. Me voy a llevar la pelota y vamos a jugar a pasárnosla uno a otro mientras el tercero intenta robarla, así entre el que no me la quitas y que te la cojo, tendrás contacto "carnal" con ella, ¿qué te parece?

  • ¡Jo primo qué buena idea! Aunque me va a dar vergüenza tocarle algo, sólo de pensar que le pueda sentar mal, me da mucho corte -admitió el lamentándose.

  • No seas tonto, es un juego y en los forcejeos puedes disimular, si no le gusta pondrá mala cara y en todo caso guardará la distancia, pero no sé, algo me dice que no lo va ha hacer, ¡confía en mi! -aseguré yo.

  • Ojalá primo, a ver qué pasa.

Bajamos a la playa aquella mañana, aún era temprano por lo que no había muchos bañistas y siendo un día laborable estábamos aún más tranquilos si cabe. Dispusimos las toallas y nos lanzamos al agua con el balón de playa que llevamos. Estuvimos jugando un buen rato y efectivamente el juego se animó mucho, no dudando en lanzarnos sobre mi madre para quitarle la pelota, incluido mi primo que pareció desinhibirse con mis ánimos y no paraba de susurrarme le he tocado allí, me he rozado en tal sitio y no veas como me he puesto...

Al rato, cansados, nos sentamos en las toallas. Mi madre se había puesto un bikini rojo de lunares blancos que le favorecía un montón, se sentó, en su toalla frente a nosotros.

  • ¡Oh, qué cansada estoy! -exclamó nada más dejarse caer en la arena.

  • Nos lo hemos pasado bien, ¿verdad mamá? -aseguré yo jocosamente.

  • ¡Oh si, hacía tiempo que no me divertía tanto! -contestó ella confirmando mi afirmación.

  • Ha sido muy divertido tía, me lo paso muy bien con vosotros en la playa. Antes con mi madre trabajando apenas bajábamos, me alegra que estéis aquí, con vosotros me lo paso genial -afirmó mi primo.

Mantuvimos unos momentos de silencio, recuperando la respiración agitada tras los momentos recientes de juego en el agua.

  • ¿Habéis visto esas dos chicas que hay allí? -preguntó mi madre-. Son muy monas.

  • Si, están en mi instituto, son de mi edad aunque están en otra clase, nunca he hablado con ellas -admitió mi primo lamentándose levemente.

  • Pues deberíais conocerlas, son muy monas y quien sabe, a lo mejor pillabais "cacho" con ellas -se atrevió a sugerir mi madre.

  • No se mamá, a esa edad pienso que aún no saben lo que quieren y sólo quieren "jugar", pero manteniendo las distancias, ya me entiendes -manifesté yo.

  • ¡Ay chicos, es que con vosotros no se va a ninguna parte! -replicó mi madre.

  • No se tía, creo que el primo tiene razón. Las mujeres necesitan un tiempo para saber lo que quieren, a mi particularmente me gustan más maduras, aunque claro tendré que esperar un tiempo para conocer a una mujer así -sostuvo Adrián, demostrando un grado de madurez que hasta a mi me sorprendió.

  • Pues parece que tienes razón Adrián, pero bueno, nunca se sabe cuando puede llegar el momento en que conozcas a esa mujer madura, por cierto, ¿qué entiendes tú por madura?

  • Pues una mujer mayor que yo -se limitó a decir mi primo poniéndose algo colorado.

  • Pero mucho mayor que tú o sólo un poco mayor que tú, porque yo por ejemplo soy mucho mayor que tú -insistió ella.

Mi primo se quedó algo cortado y yo vi por donde iba mi madre, quería sonsacarle si ella le gustaba de una forma un tanto descarada, acosándolo.

  • Bueno tía, es cierto tu eres mucho mayor que yo pero... te veo guapa.

  • ¿Si Adrián, en serio? ¿Entonces yo podría ser esa mujer madura que dices? -preguntó dejándolo contra las cuerdas.

  • Tal vez sí, tía, porqué no, ¿es que no te gustaría que yo pensase eso de ti? -se defendió él cintando en el último momento.

  • Hombre, pues me sentiría alagada, porque tú eres joven y guapo y eso gusta a toda mujer que se precie -admitió finalmente mi madre.

  • ¿En serio? -preguntó él sin creer la sinceridad que afloró en mi madre.

  • ¡Claro que sí hombre! Cualquier mujer se sentiría alagada de que el dijeses que le gustas, pero bueno soy tu tía así que no deberíamos hablar de estas cosas -le soltó finalmente a modo de jarro de agua fría.

La conversación derivó hacia otros temas más banales. Al rato volvimos al agua y comenzamos otra vez el juego. Las chicas que se sentaban junto a nosotros en la arena se estaban bañando, y una de las veces la pelota salió despedida hacia ellas. Fue entonces cuando mi madre aprovechó para presentarse e invitarlas a "jugar" con nosotros, así que así conocimos a Patri y Lourdes, una rubia y una morena de nuestra edad como me había dicho mi primo antes que iban a su instituto y que vivían no lejos de allí.

El resto de la mañana lo pasamos en el agua con nuestras nuevas amigas, he de admitir que me gustó conocerlas, tenían unos cuerpos menudos apropiados a su edad y unas tetas como limones o casi como naranjas y aunque yo las prefería más gordas y sabrosas del estilo de las de mi madre, tampoco me desagradaban. Sus culillos respingones hicieron las delicias de mis ojos y ver cómo brincaban y se movían en el agua fue aún más placentero y excitante.

A eso de la una cuando apretaba el calor nos despedimos y subimos a casa. Mi madre se duchó y comenzó preparar el almuerzo mientras mi primo y yo echábamos un rato a la playstation en en salón. Allí me preguntó qué me parecía lo que habíamos hablado esta mañana con mi madre y si creía yo que a ella le gustaba él.

  • Hombre primo yo me he quedado también un poco sorprendido, creo que es posible que le gustes, pues la conversación ha sido muy picante -admití para darle esperanzas.

Yo sabía que mi madre era una calentona, aunque se reprimía mucho, como me pasó a mi las primeras veces que tuvimos roces íntimos. Así que casi podía asegurar que en caso empujarla un poco se dejaría tal y como pasó conmigo, aunque tampoco quería regalársela en bandeja a mi primo, quería que él sintiese que se la estaba ganando, así la vez que lo hicieran se sentiría más satisfecho.

  • ¿Tú crees? Eso pensaba yo hasta que me soltó que era mi tía y que entre nosotros no debíamos hablar de estas cosas -se lamentó él.

  • Tampoco querrás que a las primeras de cambio se te espatarre y te diga soy tuya, ¿no? Yo pienso que vas muy bien y debes seguir cameladora, ya verás como se deja -aseveré yo.

Cuando llegó mi tía comimos y echamos la siesta, pues hacía calor para ir a la playa aún y todos estábamos algo cansados. Por la tarde bajamos a la playa y volvimos a jugar al juego de la pelota, esta vez con mi tía, así que yo me dediqué a manosear lo que pude su lindo cuerpecito menudo, aunque con disimulo, tampoco se traba de echarle mano al coño directamente. Recordé el beso que le robé la noche anterior en el balcón y su rechazo, pero lejos de desanimarme me sentí más capaz, tenía que repetirlo y robarle esta vez algo más íntimo.

Por su parte Adrián se dedicó a mi madre, rondándole como yo hacía con la suya. Más tarde mi madre dijo de dar un paseo y Adrián se apuntó de inmediato, yo dije que prefería quedarme y para mi sorpresa mi tía se quedó conmigo. Al principio nos limitamos a estar sentados bajo la sombrilla, luego me habló.

  • Oye Ismael, la otra noche me sentí un poco mal por lo que pasó -me dijo de repente.

Yo me limité a escuchar sin decir nada.

  • Verás es que entiendo que eres joven y que bueno a tu edad, tal vez te sientas atraído por mi, pero debes entender que ese sentimiento no es correcto, no debes dejarte llevar por él. Debes buscar chicas de tu edad con las que relacionarte -me dijo.

La verdad es que el razonamiento me sonaba, era lo mismo que nos había dicho mi madre esta mañana a mi primo y a mi.

  • Está bien tía, no te preocupes, procuraré controlarme en el futuro. Admito que me siento atraído por ti, no puedo evitarlo, desde que te vi desnuda en la ducha no puedo quitarme la imagen de tu cuerpo mojado saliendo de la ducha en mi mente -admití yo exagerando un poco para aparentar lo turbado que estaba par la visión de su "cuerpo desnudo".

  • ¡Oh Adrián, aquello fue un accidente! Me da mucha vergüenza que me vieses desnuda, no sabía que eso te había afectado tanto -dijo ella mostrando su interés y preocupación por mi.

  • Hombre tía, tampoco quiero que ahora cada vez que nos veamos pienses que estoy traumatizado por haberte visto desnuda, no es eso. Sólo admito que desde ese día me siento atraído por ti, eso es todo -aclaré yo quitando un poco de hierro al asunto.

  • Entonces, ¿te parezco atractiva? -preguntó ella demostrando cierta inseguridad en si misma.

  • Jo tía, ya te he dicho que no puedo olvidar tu cuerpo desnudo saliendo de la ducha, me has dicho que fue un accidente tampoco vayas a estar ahora recordándomelo todo el rato -protesté yo.

  • ¡Claro, claro! No te preocupes, no te lo repetiré más.

  • Pues eso, tendré que olvidarlo y ya está -admití yo para ver qué contestaba ella.

  • Pues si, tal vez sea lo mejor -contestó ella con cierta desgana en su voz.

Ambos nos quedamos mirando a la playa, la tarde era estupenda y el mar brillaba con miles de estrellas centelleando en su superficie.

  • Sabes, el otro día Adrián y yo nos masturbamos juntos -decidí confesarle.

  • ¿En serio? -preguntó ella sin saber qué decir.

  • Si, como me dijiste que te contase cosas de tu hijo, pues eso.

  • ¿Bueno, entonces te dijo si le gustaba alguna chica o algo? -preguntó ella intrigada.

  • Si, hablamos de mujeres, claro, a el le gustan maduras, más mayores que el me refiero.

  • ¿Si? -preguntó ella con los dientes largos, muy intrigada por lo que le contaba.

  • Si, a mi también me gustan maduras, ¿sabes?

  • ¿A si, pues no lo sabía? -se limitó a decir sin más.

  • Pues eso, que resulta que a el le gusta una mujer, pero tal vez sea mejor que no te lo diga.

  • ¡Cómo que no! Quiero decir, que bueno me siento más tranquila sabiendo que le gusta una mujer, si no te importa confiarme quien le gusta, siento curiosidad por saberlo -admitió ella pidiéndome que le revelara el "gran secreto".

En esos momentos tenía tres opciones, mentirle, decirle la verdad o no decirle nada y extrañamente decidí contarle la verdad, no se por qué, tal vez así confiase en mi.

  • ¿Si te lo digo te enfadarás? -pregunté haciéndome de rogar.

  • ¡Claro que no hombre! -contestó ella rápidamente ávida por conocer el secreto.

  • ¿Y guardarás el secreto, verdad? Bajo ningún concepto puedes hablar de esto con él, aunque no te guste lo que te diga.

  • ¡Vale, vale! Anda suéltalo ya, por favor -rogó ella más impaciente que nunca.

  • Pues no lo creerás, pero me da igual, le gusta mi madre. Sueña con hacérselo con ella.

Mi tía se quedo con cara de panoli unos segundos, sin saber si creerlo o no, sin saber qué decir o contestar, finalmente lo hizo.

  • ¿En serio, le gusta tu madre? -preguntó finalmente a modo de confirmación.

  • Eso te he dicho, ya te dije que no lo creerías -me lamenté.

  • No es eso, es que es difícil de admitir, la verdad, no me lo esperaba.

  • Lo se, en fin, ya te lo he confesado, ahora espero que cumplas tu parte y jamás le preguntes ni intentes comentarlo con él. Quien sabe, a lo mejor se le pasa con el tiempo.

  • Bueno si, tal vez pase eso con el tiempo -repitió ella pensativa.

Mi madre y mi primo se acercaban ya hacia nosotros, y como el otro día nos trajeron sendos helados que disfrutamos en su compañía conversando animadamente.

Ya por la noche mi tía sugirió que nos fuésemos a cenar al puerto, así que nos pusimos de punta en blanco y nos fuimos para allí. Era viernes así que al día siguiente no tenía que trabajar y nos relajamos durante la cena. Luego volvimos caminando por el paseo marítimo para bajar la comida, ya era tarde cuando nos acercábamos al piso, hacía algo de bochorno esa noche, aunque fuera con la brisa marina se estaba de maravilla.

  • Oye, creo que aún va a hacer calor para dormir en el piso -dijo mi tía-. ¿Qué os parece si nos ponemos los bañadores, cogemos las toallas y nos damos un baño nocturno? -propuso a continuación.

Al principio nos extrañamos un poco ante la idea, pero tanto mi madre como yo y mi primo exclamamos un sí unánime. A esas horas ya casi nadie paseaba por el paseo y la playa estaba desierta y a oscuras, pues la zona por donde vivía mi tía era tranquila.

Así que dicho y hecho, nos bajamos a la playa y nos adentramos en la penumbra alejándonos de las farolas. Dejamos nuestra ropa sobre las toallas y nos dispusimos a entrar en el agua. La noche era oscura por lo que desde los pisos del paseo creo que eran incapaces de vernos, de modo que disfrutábamos de cierta intimidad. El agua estaba fría al entrar y daba cierto repelús pero, conforme entrabas ya no se estaba tan mal dentro.

Comenzamos a nadar y chapotear en el agua, jugando a darnos ahogadillas. Yo cogía a mi tía en brazos y mi primo hizo lo mismo con mi madre, en el agua pesaban realmente poco, aunque yo hubiese podido con el cuerpo menudo de mi tía, mi primo sin duda agradeció que el agua le ayudase a pasear a mi madre por la superficie. Ellas estaban encantadas, había bebido unas cuantas cervezas y se las notaba con ese puntito de alegría que da el alcohol. Como quien no quiere la cosa pusimos unos metros de distancia entre las parejas.

Cuando vi que mi primo estaba a una cierta distancia me quede mirando a mi tía, ella venía riendo en mis brazos y agitaba las piernas, pero de repente se mantuvo en silencio y su mirada se fijó en mi también. La bajé hasta la cintura y abrí sus piernas para que me las pasara por mi costado atrapándome entre ellas. La bajé un poco más y le restregué mi polla que a estas alturas ya estaba dispuesta por su bañador, buscando la tapada raja que protegía.

  • Oye Ismael, qué es eso que tienes ahí abajo -insinuó melosa-. No querrás portarte mal con tu tía querida, ¿verdad?

  • Y qué pasa si quiero ser un chico malo contigo, ¿te dejarás? -contesté yo también insinuante.

  • Protestaré y me quejaré -dijo ella echando la mirada detrás suyo para cerciorarse si estábamos acompañados.

  • Adrián debe estar siendo también un chico malo con mi madre, ¿crees que ella se dejará? -le pregunté yo.

  • ¿Si? Pues no sé, no creía que ellos también estuviesen ya tan avanzados en su relación. Bueno entonces nosotros también podemos ser malos, ¿no crees? Si mi cuñada hace guarradas con mi hijo yo me vengaré haciendo lo mismo con el suyo -razonó mi tía.

Acto seguido introdujo su mano en el agua y buscó mi rabo oculto bajo el bañador. Lo empuñó con firmeza y comenzó a sobármelo mientras permanecía con sus piernas entrelazadas en mi cintura. Lo liberé una mano y la posé sobre uno de sus pechos menudos magreándoselo también, su pezón estaba duro y tieso, lo noté anormalmente largo y puntiagudo. Lo extraje del bikini y lo chupé, degustando su sabor salado por el agua del mar, estaba frío y mi boca debía estar hirviendo, así que ayudé a calentarlo con mi lengua y labios. Mi tía disfrutó de mi caricia y me dejó hacer agarrándose a mi espalda con la mano que tenía libre.

Luego introdujo su mano en el bañador y capturó mi rabo sobre la piel, meneándomelo en el agua mientras gemía disfrutando de mis chupetones en sus tetas y mi lengua que jugueteaba con sus pezones. Como dije antes estos eran muy largos y casi podía chuparlos poniendo los labios en forma de O y moviéndolos adelante y atrás como si de una felación se tratase, esto creo que le encantaba pues no paraba de gemir mientras intentaba no hacer mucho ruido para que no nos oyese la otra pareja que estaba igualmente acaramelados allá en la penumbra.

Tenía las dos manos en su culo sugetándola, abrí su bikini por la raja del mismo y comencé a acariciar su raja bajo el agua, estaba igualmente fresca, pero conforme pude profundizar entre sus labios descubrí el calor que desprendía su chocho y el suave tacto que el conferían sus jugos vaginales desatados. La penetré primero con uno y luego con otro de mis dedos.

Mi tía enloqueció y me metió la lengua en la boca, llegando casi hasta mi campanilla. Yo quise buscar su coño con mi estaca pero ella, al ver lo que intentaba me detuvo.

  • Hoy no cariño, hoy sólo caricias, ¿vale? -me dijo para mi desilusión.

De mala gana acepté sus condiciones y seguimos mareándonos como descosidos. Ella aceleró sus caricias e hizo que me corriese bajo el agua, yo mientras, le comí la boca con fruición y ella supo recibir mi lengua y chuparla dulcemente. Seguí acariciando su coño con mis dedos hasta que apuré mis últimos espasmos de placer, sentí como me temblaban las piernas y me hundí un poco en el agua, mi tía descabalgó de mi cintura y me abrazó sujetándome.

  • ¡Oh cariño, me ha gustado mucho! ¡Qué maravillosa experiencia! Hacía tiempo que no disfrutaba tanto del sexo, bueno es que hacía tiempo que no disfrutaba de un buen sexo -confesó para mi asombro.

Me dio otro beso de tornillo y me indicó que me subiese el bañador no fuera a perderlo entre las olas, ella se colocó su bikini y salimos del agua discretamente. Al llegar a las toallas descubrimos que nuestros compañeros de baño ya estaban liados en ellas y nos esperaban.

  • ¿Qué tal el baño? -preguntó mi madre y se respondió ella misma-. El agua está buenísima.

  • Me alegro que os haya gustado, yo hacía tiempo que no lo practicaba y pensé que era una buena noche para hacerlo -replicó mi tía mientras cogía la toalla para secarse.

Me fijé en mi primo y vi su sonrisa, entonces supe que él también había pillado "cacho", más tarde me confesaría en la cama que él también había disfrutado de las caricias de mi madre en su polla y que también había podido acariciar el coño y las tetas a mi madre todo el rato. Incluso me confesó que intentaron follar pero bajo el agua no consiguieron que su polla entrase en el coño ya que no resbalaba bien, y en uno de estos intentos se corrió. No estaba mal para una primera vez, ¿no?

Recogimos las toallas y nos subimos al piso para acostarnos. Íbamos todos felices y contentos, mi tía se emparejó con mi madre para disimular supongo y yo fui junto a mi primo.

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