Capítulo VI

Día 23

Querido diario, son las cuatro de la mañana y estoy exhausta, pero quiero dejar reflejado aquí el cúmulo de sentimientos que he tenido esta noche. Para que no nos pasase lo de la última vez hemos salido sólo Marta y yo y nos hemos hartado de bailar y beber. Se nos han acercado infinidad de moscardones, aunque no nos ha importado, Marta se los ha quitado de encima con maestría, dejándolos con la boca abierta.

Cuando ya estábamos cansadas y borrachas nos hemos ido al coche y Marta ha buscado un lugar recóndito y tranquilo. Nos hemos acercado andando a un acantilado con una vista maravillosa del cielo estrellado y muy preparada ha tendido una pequeña manta en el suelo para acostarnos.

Hemos estado hablando mientras contemplábamos el cielo y de vez en cuando nos hemos besado, pero sin prisas por tener sexo. La leve brisa que corría nos ha ido despejando y cuando ya estábamos más despejadas Marta se ha puesto encima mío y ha comenzado a besarme mientras se restregaba contra mi cuerpo. Luego me ha quitado las bragas y también se ha quitado las suyas y me ha propuesto hacernos un 69.

Mientras tenia su coño sobre mi cara y la suya sobre mi chocho Marta me decía que no intentase correrme rápido o pensar en lo que hacía, sino que simplemente disfrutase comiéndole el coño igual que ella disfrutaba comiéndomelo a mi, que ya vería como el placer vendría solo, y vendría cuando tuviese que venir. Si nos corríamos perfecto, y si no que recordase la noche con cariño al menos.

El caso es que hoy si me ha gustado, efectivamente no especialmente al principio, pero mientras lamia sus gruesos labios, caían en mi boca sus jugos salados y no me ha importado saborearlos y seguir extrayendo más de su coño tan calentito, y el mío ha empezado a disfrutar con sus caricias y penetraciones, linguales primero y dactilares después.

Luego ha pasado a restregarme su coño contra el mío mientras entrecruzábamos las piernas. Ciertamente la postura era rara pero funcionaba a la perfección y el placer ha seguido viniéndome como un regalo del cielo estrellado de esta luminosa noche. El inconveniente es que no podíamos besarnos en esta posición, por lo que hemos vuelto a ponernos una encima de la otra y mientras nos besábamos entrecruzando nuestras lenguas, nos frotábamos el coño con el muslo contrario.

El éxtasis ha llegado tan suavemente que al principio no me he percatado de ello, pero luego se ha desatado y he comenzado a frotarme el clítoris bajo Marta mientras me convulsionaba de puro placer. Incluso he llegado a pensar que me estaba meando, pues sentía tales contracciones que creía que se me había aflojado el pipí.

Marta también se ha corrido, aunque ha necesitado de mi ayuda penetrándola con mis dedos al tiempo que ella se freía el clítoris con los suyos y mi boca buscaba la suya con avidez. Luego nos hemos quedado casi dormidas y sólo el frío incipiente nos ha despertado.

Volviendo a casa le he confesado lo mucho que me ha gustado esta noche, Marta me ha correspondido en la afirmación. Luego le he dicho que no se si soy lesbiana, pues también me gusta follar con chicos. Ella ha asentido, y me ha contestado que no importa, a ella no le gustan los chicos pero yo puedo hacérmelo con quien me apetezca. Le he preguntado si es que no ha follado nunca con nadie y ella me ha confesado que si, que con dieciséis folló con un chico durante un verano y que le gustó, pero que luego con una profesora de instituto hace un año que comenzó una relación y descubrió que le gustaba más hacerlo con una mujer que con un hombre.

Al llegar a casa nos hemos besado y me ha despedido.

Día 24

Hoy mi abuelo me ha dejado dormir hasta las 2 de la tarde, luego hemos comido en casa y finalmente me ha propuesto salir a navegar esta tarde y dormir en la playa esta noche, encendiendo una hoguera y asando chuletas en el fuego.

Me ha encantado la idea pero luego me he acordado de que había quedado con Marta para salir así que le he preguntado que si podía invitarla y me ha dicho que por supuesto. La tienda es bastante grande para los tres. De modo que la he llamado y se lo he propuesto. Al principio no le hacía mucha gracia la idea de pasar la noche con mi abuelo, pero la he convencido diciéndole que es muy buena gente y que lo pasaremos bien.

De modo que a las cinco saldremos del puerto y hemos quedado allí.

Día 25

Marta estaba asombrada ayer al ver el barco de mi abuelo. No pensaba que fuese tan grande y le ha encantado. El sitio donde íbamos ya lo conocíamos y estaba cerca aunque se nos ha echado encima la noche y hemos tendido que montar la tienda de campaña a la luz de una lámpara de gas.

Luego hemos hecho fuego y nos hemos sentado los tres en torno a él. Marta y yo nos hemos puesto juntas en una manta y mi abuelo a continuación mío. Yo estaba super contenta de tener a las dos personas que más quiero en esta isla cerca. Asamos chuletas a la lumbre hasta hartarnos y luego estuvimos conversando. Mi abuelo sorprendió a Marta con sus conocimientos de astronomía, estaba especialmente encantador anoche y a Marta la encandiló.

Yo me mostraba cariñosa con ella aunque ésta me rehuía al ver a mi abuelo delante. Hasta que le susurré en un momento que mi abuelo se levantó para hacer pis que no se preocupase que mi abuelo era super moderno y que sabía lo nuestro. Ella se asombró aún más. ¿Le pregunté que si le gustaba mi abuelo? Y me dijo que mucho "que era un tío muy enrrollao". Incluso le propuse follárnoslo esa noche, a lo que Marta escandalizada agregó: "anda ya, tú estás loca". Yo insistí, y le dije que si quería volver a sentir una polla dentro, que mi abuelo la tenía bastante bien para su edad, aunque ella siguió sin creerse lo que le proponía. La verdad es que me daba mucho morbo pensar en Marta follando con mi abuelo y conmigo.

Le propuse a mi abuelo que nos echáramos unas copas y saqué la botella de ron y coca-colas que había puesto en la nevera. Tras el segundo pelotazo todos reíamos mucho más. Entonces comencé a calentar el ambiente. Par eso le pregunté a mi abuelo si le gustaba Marta, ella me metió una pulla en el costado pero continué: "es que ella dice que tú le gustas".

Mi abuelo muy diplomático asintió diciendo que Marta era una chica muy guapa y que no creía que le gustase un viejo como él. Curiosamente Marta lo corrigió y le dijo que él no estaba mal. A lo que yo agregué, veis, en el fondo os gustáis los dos, ¿entonces por qué no follamos? Todos nos reímos por mi afirmación, la verdad es que el alcohol y el morbo me pusieron eufórica.

Mi abuelo para mi sorpresa atacó diciéndole a Marta que se alegraba de que yo estuviese con una chica tan guapa y tan buena como ella. Marta le dio las gracias, entonces yo le dije que la quería mucho y le di un beso en los labios para sorpresa suya. Ella me lo hecho un poco en cara, pero yo hice como que no me importaban sus reproches. Mi abuelo salió al quite y dijo que a él no le importaba que nos besáramos si nos apetecía, así que yo volvía a besarla en la boca.

Marta se levantó y dijo que necesitaba hacer un pis, yo le la acompañé. En la oscuridad estuvimos discutiendo sobre lo que pasaba, lo le volvía a proponer follar con mi abuelo y le hice ver que iba en serio. Le pregunté si le gustaba y ella admitió que era un hombre interesante. Entonces le dije que me daba mucho morbo follar con ella y él a la vez y le di un morreo caliente, llevando mi mano a su coño y estrujándoselo entre mis dedos. Marta respondió a mis caricias y me expresó sus dudas sobre mi idea, yo le dije que no se preocupase que yo dirigiría la orgía.

Ya de vuelta le pedí a mi abuelo que nos metiésemos en la tienda, comenzaba ha hacer frío. Una vez dentro le propuse a Marta que comenzáramos nosotras y que me abuelo nos mirase, y más tarde si ella quería que se uniese a la fiesta. Mi abuelo aceptó el ofrecimiento y le prometió a Marta que si no estaba segura no harían nada.

Yo empecé besándola y echándome encima suyo. Ella se dejó y así seguimos un rato, metiéndonos mano por debajo de la ropa, luego nos fuimos desnudando hasta que acabamos en pelota picada revolcándonos encima de los sacos de dormir. Mi abuelo nos miraba mientras mareaba sus hielos en la bebida. Marta no paraba de decir que estaba loca, al hacer aquello, pero yo seguía besándola y contándole las tetas y el coño, hasta que estuvo lubricada y cachonda. Entonces le propuse que mi abuelo le comiese el coño, ella no supo qué decir así que invité a mi abuelo a tomar asiento entre sus piernas.

Marta se abrió ante él y mi abuelo le dijo que era preciosa. Luego la colmó de besos por los muslos y por su barriguita. Yo estaba sentada detrás de ella y Marta reposaba sobre mí. Luego mi abuelo le chupó los pezones poniéndoselos duros mientras yo también jugaba con ellos entre mis dedos. Hasta que por fin su lengua comenzó a lamerle el coño Marta se estremeció dando su aprobación a lo que le hacíamos ambos.

Después de un rato protesté y les propuse que ahora mi abuelo se la follase a cuatro patas, y así ella podría comerme la almeja a mi que no estaba pillando nada. Ambos obedecieron. Cuando mi abuelo se la introdujo Marta gimió de dolor, pero poco a poco la cosa funcionó, y cuando mi abuelo la penetraba a buen ritmo ella comenzó a comerme la almeja.

En un momento dado los interrumpí y les dije que yo también quería polla, Marta se espantó ante mi queja pero ante sus ojos atónitos ocupé su lugar al tiempo que ella se puso delante mío para que le comiera el coño.

Marta no paraba de mirarnos mientras se acariciaba el clítoris y yo le besaba el coño, siendo penetrada desde atrás por mi abuelo. Subí a su boca y la besé, luego le dije que no se extrañase, que mi abuelo y yo nos llevábamos muy bien y que todo quedaba en familia. Luego mi abuelo nos interrumpió y nos pidió correrse pues no aguantaba más, y nos preguntó si alguna queríamos terminarlo. Yo le cedí el turno a Marta, que era la invitada, así que mi abuelo se echó encima suyo en en la tradicional postura del misionero comenzó a follarla mientras yo los miraba recostada a su lado frotándome el coño y metiéndome los dedos ligeramente.

Es curioso, porque se miraban pero parecía comos si les diese vergüenza el besarse, así que decidí darles un empujoncito. Primero besé a Marta y luego a mi abuelo y tras esto, cogiendo sus cabezas con mis manos hice que se acercasen y se besaran. Esto pareció ser mágico, pues mi abuelo aceleró sus arremetidas contra el coño de Marta y temiéndome que se fuese a correr dentro del coño de Marta le pedí que la sacase y abalanzándome sobre él me la metí en la boca y se la chupé con fuerza, hasta que su leche me la llenó, sin saber donde depositar tan calientes jugos decidí tragármelos, después de todo no era la primera ni la última vez que lo hacía.

Cuando nos fuimos a dormir Marta se me acercó, pues mi abuelo roncaba ya a mis pies y susurrándome a oído me ofreció ayudarme a correrme ahora yo. Así que, en sus expertas manos, también alcancé mi éxtasis.