miprimita.com

Memorias (15)

en Amor filial

15

         El agua del la ducha comenzó a caer refrescándola, resbalando su piel, donde formó surcos y meandros como si se tratase del delta de un gran río. Sus pezones se erizaron y se pusieron gordos y duros, a pesar de que el agua estaba templada. Era muy reconfortante ducharse tras el largo y caluroso día que había pasado junto a su hijo, quitándose el polvo del camino y el sudor de su piel.

         El jabón hizo espuma y con su esponja fue recorriendo meticulosamente cada centímetro de su piel, desde la cabeza hasta los pies. Cuando llegó a su bajo vientre un pensamiento la detuvo. Aclaró su mano derecha de espuma y aproximándola a su flor depilada la sumergió en su gran surco, con la naturalidad de quien conoce su cuerpo hasta el último recoveco, un estremecimiento la recorrió poniéndole el bello de punta, tras esto un suspiro escapó de sus labios...

         Estaba muy lubricada, sin duda recordó la proposición indecente de su hijo Tom para que lo masturbase tras la siesta y a pesar de su negativa pudorosa, ella se excitó con la idea de hacerlo. Luego vio su pollita hacer piss y esta visión también se gravó en su mente para poder recordarla después, justo ahora este recuerdo afloraba, mientras sus dedos se escurrían por entre sus labios lubricados y su sexo palpitaba bajo su mano. ¡Esta le apetecía follar!

         Mientras tanto en el sótano, Tom estaba desvelado y miraba al techo en la oscuridad mientras oía la respiración pausada y tranquila de su hermana. Cathy estaba muy cansada, extrañamente cansada y por más que se lo pidió, se negó a leer un capítulo más de las memorias de Adam y se quedó dormida en seguida.

         Así que, insomne se levantó , deambuló como alma en pena por la casa, pasando por la cocina para picar algo y terminó en el porche, sentado admirando aquel precioso cielo cuajado de estrellas.

         Únicamente llevaba puestos sus calzoncillos y la suave brisa acariciaba su piel barbilampiña produciéndole un suave cosquilleo. Sus padres, que dormían justo encima de donde se encontraba, aparentemente dormían. Digo aparentemente, porque cuando Tom cerró sus ojos y comenzó a escuchar los sonidos de la noche, oyó el cric-cric de un grillo cercano, más allá a lo lejos, las hojas movidas por el viento, y en un momento dado escuchó un leve quejido, un quejido como el del un alma en pena que ya le era familiar.

         De un salto se puso de pie, alarmado ante lo que había oído, abandonó la vieja mecedora que hacía crujir las tablas del piso de madera del porche y, como pantera que caza de noche, se adentró en la negrura de la casa desapareciendo entre las sombras. Subió las escaleras descalzo, por lo que no hizo ningún ruido y sin prisa pero sin pausa se aproximo a la puerta del dormitorio conyugal.

         Inmediatamente al asomarse furtivamente a la puerta, vio una escena ya conocida, como una buena película que se ve dos veces. Su madre, encima de la cama, desnuda con su melena cayéndole por la espalda, cabalgaba encima de su padre, sometido bajo el peso de su cuerpo, sometido por el yugo del sexo, su sexo poderoso, como una amazona que lo montaba con determinación, casi con desprecio hacia el macho al que sometía. Imperiosa y despreocupada, rítmicamente movía sus caderas haciendo que su verga removiera sus jugos en su coño, como la cuchara que disuelve el cacao en la leche, se regodeó en movimientos de 360º contoneando sus hermosas caderas.

         Tom sintió una emoción parecida a la de la primera vez, la excitación corrió al momento por sus venas y tragó saliva mientras contemplaba la escena desde la penumbra del pasillo ante la excitación que ésta le producía. Se aproximó un poco más al marco del la puerta y al apoyar el pie sobre el parqué la madera crujió, fue un crujido leve pero lo suficiente como para que la pareja que se entregaba a los goces terrenales viese interrumpida su concentración.

-        ¡Qué ha sido eso! -susurró Karen a su esposo.

-        ¡Eh!, ¿qué? -preguntó él, que, abstraído como estaba en la fornicación no se había apercibido de nada-. Será un zorro mujer, seguramente estará rondando la casa en busca de algo que comer, ¡sigue moviéndote por favor! -el inquirió.

         La hembra dominante, siguió parada unos instantes más, con la verga de su esposo clavada hasta los huevos en su interior, auscultando el aire en busca de el sospechoso sonido de nuevo. Por fin concluyó:

-        Si, tal vez sea un zorro, un dulce zorrito... -asintió melosa mientras sus caderas volvieron a contonearse volviendo a disfrutar de la fornicación.

         Con el corazón encogido por el susto que se había llevado, Tom se ocultó detrás del muro del pasillo. Respiró unos segundos y aplacó su corazón que bombeaba la sangre a no menos de 160 pulsaciones por minuto. Se maldijo por su suerte, por ver a su madre gozar con su padre al otro lado, sobre su cama, se arrepintió de estar allí mirando como un pasmarote cuando ella estaba gozando con su polla y ni la idea de hacerle una casta pajilla lo motivó para quedarse, pudo más su rabia que su deseo de seguir espiando. Así que salió escaleras abajo, ahogándose en la amargura de su libido malograda.

         Se apoyó en la barandilla del porche y su mirada se fijó de nuevo en el cielo negro. El Camino de Santiago estaba sobre su cabeza, allí habría miles de millones de estrellas y tal vez miles de mundos habitados, mundos donde almas no muy distintas tal vez a la suya se atormentaban a causa de los deseos frustrados provocados por el sexo, ¿o tal vez ésta era sólo una pasión humana, no presente en ninguna otra raza? ¿Cómo se reproducirían en aquellos mundos y de qué placeres gozarían? Sin duda pensamientos estúpidos para una mente atormentada como la suya.

         Ensimismado en aquellos pensamientos, de repente una caricia le erizó el bello, una mano se deslizó por su cintura, desde sus riñones desnudos hasta su calzoncillo, metiéndose bajo la tela elástica y alcanzando su engurruñido instrumento. Cuando intentó girarse para ver quién era, otra mano se alzó por enzima de su hombro izquierdo y lo atenazó contra su pecho fuertemente. Entonces sintió el contacto de unos pechos sobre su espalda, mullidos y blanditos, poderosos y suaves, calientes y sensuales tuvieron un efecto paralizante que hizo que no osara mover un músculo a partir de ese momento.

-        ¡Sssst! -siseó una voz desde atrás.

         Como una piedra se quedó Tom, petrificado mientras la mano amiga le acariciaba su maltrecho pene hasta despertar en él el deseo. Y este despertar fue como una súbita explosión, en cuestión de segundos su dureza se hizo total y éste apuntó al frente presionando la suave lycra. Entonces la mano lo extrajo de su apretada estancia, liberándolo, bajándole los calzoncillos por el centro y comenzó a masturbarlo, con suavidad primero y luego con determinación.

         Unos labios traicioneros chuparon el lóbulo de su oreja derecha, unos dientes maliciosos lo mordieron, su cuello fue chupado con pasión, su clavícula mordida con suavidad para no hacer daño, mientras aquella mano no paraba de menear su dura estaca.

         Sin capacidad de reacción Tom se mantenía quieto, con las manos apoyadas en la barandilla, pero sentía el suave contacto de unos pechos sobre su espalda, su espalda desnuda contra unos pechos grandes y pesados también desnudos, su tacto cálido e inconfundible no le hizo dudar.

         Otro contacto más íntimo, el de su culo con aquel vientre, con aquella pelvis femenina, tan cálida como sus pechos, pero dura por el hueso de la cadera que le daba forma curvada y hacían que aquel contacto con su culo masculino y fibroso fuese especialmente libidinoso. Hasta creyó notar los pelillos de su monte de venus, restregándose contra su piel, haciéndole cosquillas.

         Pero lo mejor eran aquellos labios, que chupaban su cuello, que besaban su espalda, y aquella mano que acariciaba su pecho, como un guante de seda mientras con la otra le masturbaba. Sensaciones tan intentas precipitaron su eyaculación y alcanzó un deseado orgasmo, que llegó en forma de lluvia, lluvia de pequeñas gotas de semen que fueron lanzadas a la madera del porche, estampándose contra ella, mientras la figura que lo había atrapado aceleraba sus movimientos al oír sus grititos ahogados, para luego decelerar mientras apuraba sus últimos espasmos moviendo con suavidad su pene, hasta escurrir la última gotita de leche de su punta.

         Tom se sintió mareado, enajenado por las mieles del orgasmo, tuvo que agarrarse más fuerte a la barandilla de madera para no caer de bruces, la figura que lo había capturado lo retuvo contra su pecho al notar que se iba hacia adelante, sujetándolo.

         Tras unos segundos, con un cálido beso en su mejilla se despidió de él.

-        ¡Mi zorrito, mi dulce zorrito!... -le susurró al oído.

         Cuando el muchacho se dio la vuelta, la figura ya se adentraba en las sombras de la casa, sólo la leve claridad de la noche le hizo entrever una larga pierna, tras la cual adivinó la figura de un culo, redondo e inconfundible, terso y suave, que deseo haber acariciado mientras lo tenía a su alcance.

         La fugaz visión se diluyó entre las sombras, como un pensamiento que muere en el subconsciente. Entonces él decidió esperar y no correr tras ella, si esta era la primera vez, seguramente habría más, de nada valía precipitar los acontecimientos...

         Tom entró en casa de nuevo y bajó al sótano, donde Cathy dormitaba bajo los sacos de dormir puestos juntos. Él se metió cuidadosamente en uno de ellos y se acopló detrás suyo,pecho contra espalda, pelvis contra culito, muslo contra muslo. Aspiró el champú de su hermana y se regocijó en el sensual contacto mientras ésta, ajena a sus caricias, seguía durmiendo profundamente.

         Su pene volvió a empalmarse y decidió colocarlo en esa estrecha cavidad, formada por los muslos y los cachetes de su hermana, lo desenfundó de su calzoncillo y lo colocó en ella, sintiendo al momento el suave calor que allí hacía, como si fuese un pequeño horno. En situación tan agradable, su excitación era mucha, pero su cansancio también, tras el fortuito encuentro con su tímida masturbadora en el porche, así que él también  se quedó profundamente dormido casi al instante.

         Por la mañana, cuando los rayos del sol entraban a raudales por el ventanuco del sótano, Tom se despertó. Desperezándose se giró en los sacos de dormir y encontró el vacío junto a él, Cathy al parecer ya se había levantado, así que remoloneó en la improvisada cama un poco más y finalmente se levantó y subió a la primera planta.

         El fuerte olor a café lo condujo hasta la cocina, donde una escena familiar lo esperaba, su padre y su hermana estaban sentados a la mesa afanándose por untar mantequilla sobre unas tostadas. Su madre, ataviada con un delantal, estaba de espaldas apoyada sobre al encimera, al escucharlo entrar se giró para darle los buenos días.

-        Buenos días -dijo Tom aún embotado por el sueño.

-        Buenos días hermanito, ¿a ti te parece decente deambular por la casa en calzoncillos? -le preguntó su hermana jocosamente despertando una sonrisa en los demás.

        

         Karen estaba radiante y su amplia sonrisa fue como una bien venida, pero ni corta ni perezosa, se acercó a él y le estampó un cálido beso en la mejilla y le dio los buenos días. Su Padre y su hermana no parecieron comprender aquel acto de cariño con su pequeño, pero tampoco le dieron más importancia.

         Tom, despreocupado por el sarcasmo de su hermanita, se sentó a la mesa de aquella guisa y pidió a su madre un buen tazón de leche y cacao, pues su estómago rugía bajo su fibroso vientre.

         Desayunaron en familia y poco a poco cada uno de ellos fue abandonando la cocina. Primero el padre, Richard, que tenía cosas que hacer en los establos y Cathy decidió ir con él para ayudarlo. Entonces se quedaron sólos él y su madre. Ésta se encontraba ya fregando algunos platos del desayuno tras comenzar a recoger la mesa. Tom la miraba de espaldas, veía su culito, con aquel vestido ligero y vaporoso, que se marcaba en el centro de sus cachetes, formando una suave 'u' y, mientras se comía su tostada, siguió deleitándose con aquella deliciosa visión.

         Al terminarla, apuró su cacao y se levantó. Si que su madre fuese consciente de que se acercaba la abrazó desde atrás, pegando su cuerpo a aquel hermoso culo, abrazándola por la cintura.

-        ¡Buenos días mamá! -le dijo mientras la estrujaba.

-        ¡Buenos días cariño! ¿Y este abrazo? -preguntó su madre gratamente sorprendida.

-        ¿No te gusta? -respondió el con otra pregunta.

-        ¡Oh claro que sí! Es sólo que me has sorprendido -afirmó ella dejándose abrazar.

-        Como tú anoche, ¡qué buena sorpresa me diste! -exclamó Tom que mantenía su cara pegada a su espalda y sus manos en su cintura.

-        ¿Yo, si dormí toda la noche, no sería otra? -dijo Karen sonriendo.

-        Tal vez, pero olía como tú, era tan suave como tú, y tenía unos pechos tan grandes como los tuyos...

         Tom subió en este momento sus manos hasta coger sus hermosos pechos desde atrás, levantándolos como sopesando su masa.

-        ¡Oh Tom no me toques de esa manera! -exclamó Karen suavemente, intentando apartarle sus manos.

-        ¡Oh mamá, cómo me gustó lo que me hiciste, fue la mejor masturbación que he tenido, mejor incluso que con la poni! -le confesó Tom negándose a retirar sus manos de sus pechos.

-        ¡Vamos hijo, que pueden venir tu padre o tu hermana! -se alarmó ella.

-        Están en el establo y tardarán en volver -afirmó Tom mientras su madre le despegaba sus brazos y se los bajaba de nuevo a la cintura.

         Pero Tom estaba encelado así que tan pronto los colocó en su cintura, éstos se deslizaron por entre sus ingles y apretaron su pelvis, pasando bajo su monte de venus, justo encima de su coño a través de la fina tela, el muchacho sintió la esponjosidad de su bello púbico bajo sus dedos.

-        ¡Oh Tom no sigas, de verdad! -le rogó su madre girándose y zafándose finalmente de su abrazo.

-        Pero mamá, ¿lo de anoche? -preguntó él confundido.

-        Lo de anoche fue un regalo, me acordé de la petición que me hiciste por la tarde y por cierto... ¿qué hacías espiándonos a papá y a mi desde el pasillo? -le preguntó de repente.

-        Bueno pues... es que oí un ruido como de lamentos y me intrigó, y bueno, buscando de qué se trataba me topé con vosotros... haciendo el amor.

-        ¿Si, en serio? Bueno no pasa nada, son cosas naturales, tu padre y yo nos queremos y es normal que tengamos sexo de vez en cuando y como ahora hace tanto calor y dormimos con todo abierto es normal que nos oigáis a veces... -explicó Karen un tanto incómoda al tener que hablar de sus relaciones sexuales con su marido-. Y, ¿nos has oído más veces?

-        ¡No, no, es la primera vez! -se apresuró a “mentir” Tom.

-        No es que importe, ¿pero te quedaste mucho rato?

-        Venga mamá no desvíes el tema, luego me sorprendiste en el porche de aquella manera, que no me lo esperaba, ¿por qué lo hiciste y por qué me rechazas ahora?

-        Bueno hijo, es que como te dije me acordé de la tarde y luego supe que nos estabas espiando mientras lo hacíamos tu padre y yo y bueno cuando bajé a la cocina a beber agua pues te vi en el porche y fue como un impulso -explicó Karen.

         Aunque también mintió, pues la verdad era que ella supo que la había estado espiando y al verlo en el porche, sintió la necesidad de complacerlo en la petición de la tarde, es más bajó a propósito a buscarlo, pero así son las relaciones, no siempre se dice toda la verdad.

-        Pero entonces, ¿ya no quieres hacérmelo más? -se lamentó Tom un poco apesadumbrado tras el rechazo.

-        Tom, no es eso cariño, anoche quise ser cariñosa contigo y bueno fue algo espontáneo, lo que no podemos hacer es convertirlo en norma, ¿lo comprendes hijo? Soy mamá -afirmó como si eso ya bastase para explicar su negativa.

         El chico se quedó apesadumbrado, allí delante de su madre. El sol picaba ya afuera, en el silencio que se abrió entre ellos, por la ventana abierta de la cocina se colaba el canto de las chicharras, hoy sería otro día de intenso calor.

         Karen, lo vio con la mirada baja y allí a un metro y medio de su pequeño sintió pena, por él. Así que venciendo su oposición a repetir acciones como la de la noche anterior se acercó a su retoño.

-        Está bien Tom, hoy tendré otro detalle contigo, pero me tienes que prometer que tras ésto no volverás a acosarme como has hecho hoy, ¿de acuerdo? -le dijo mientras le levantaba la barbilla para ver sus bonitos ojos color aceituna.

-        De acuerdo mamá, no te acosaré más -concluyó Tom sin salir de su estado de pesadumbre.

         Entonces Karen, sin mediar palabra se acercó a él y tomó su mano, sin más la puso en su entrepierna al tiempo que se levantaba el delantal y el vestido con la otra, colocándola en íntimo y cálido contacto con sus ingles. Luego, con la misma mano que se levantó su ropa retiró sus bragas por un lado, descubriendo su coño y tras hacerlo pasó la mano de su hijo de las ingles hacia él, posándola encima, con la palma hacia arriba, aterrizando con sus gordos labios vaginales sobre ella. Restregándola contra su sexo le preguntó:

-        Te gusta cariño, ¿antes, querías hacer esto verdad?

-        ¡Oh mamá, qué deliciosa sensación, nunca antes había tocado un c... quiero decir un sexo femenino con mis manos.

-        ¿No, y qué tal, está calentito y húmedo verdad? -preguntó Karen sonriéndole mientras seguía frotándose con su mano.

-        ¡Fenomenal, esto es lo más mamá!

         El muchacho ensimismado en la contemplación del escote de su madre, llevó su mano libre a sus pechos y cogió una de sus grandes tetas. Al hacerlo su madre soltó sus bragas mientras seguía frotándole su mano contra su coño y se sacó un pecho, con el pezón ya gordo y duro se lo ofreció en sus labios.

-        ¿Quieres mamar? -le preguntó sensualmente.

-        ¡Oh si! -fue su única respuesta.

         Tom se lanzó e introdujo aquel gordo pezón en su boca, chupando con fuerza lo que sorprendió a su madre por la avidez de su chupada e hizo que exhalara de placer, así que siguió chupando mientras ella, presa de una pasión incipiente echaba mano a sus calzoncillos y extraía su ya empinada polla para entre sus dedos masturbarla como si estuviese desde delante, como si estuviese cogiendo algo pegado al suelo con todos los dedos a la vez.

         La lubricidad afloró en sus dedos mientras estos se entremezclaban con los gordos labios de su madre, con su raja y todos sus pliegues. Tom sentía esta agradables sensación y disfrutaba sobre manera de ella, al tiempo que chupaba sus pechos y su madre lo masturbaba. Sin duda éste detalle que tenía con él superaba con creces el de la noche. Pero esta vez como ya se había corrido, aguantó más y pudo saborear largo rato las deliciosas caricias que mutuamente se propinaban.

         A su vez su madre se enceló, sintiendo los suaves dedos de su hijo en su sexo, y la fuerza de sus labios en su pecho, mientras tocaba su pequeña pero dura polla, que sin duda crecería un poco más tras la pubertad y llegaría a ser un aceptable miembro viril, pero que de momento nada tenía que envidiar a una adulta y aunque no llegó a correrse, pues hubiese necesitado más estimulación, acostumbrada a potentes folladas con su esposo, disfrutó a raudales de aquel momento tan íntimo y especial, que nunca hubiese llegado a pensar que fuese posible entre su hijo y ella.

         La suave leche de Tom, en delicadas gotitas líquidas y semitransparentes impregnaron la mano de Karen, quedando ésta muy satisfecha al conseguir dar tanto placer a su joven proyecto de hombrecito. Tom se pegó a su pecho, como si se fuese a caer y ella lo sujetó contra su cuerpo mientras seguía frotándola suavemente, hasta que consiguió escurrirla.

         Luego, mientras Tom seguía abrazado a ella y había abandonado ya las caricias a su sexo, tomó unas servilletas de la mesa y limpió delicadamente su pollita, devolviéndola al nido de sus calzoncillos. Tras ésto ella también se limpió su mano, impregnada del líquido translúcido, pero antes la contemplo a la luz y se maravillo de la delicadeza del mismo, que aún no se parecía a la leche blanca y espesa de su marido y sin que Tom se diese cuenta, se chupó los dedos, degustando tan especial néctar de juventud y vigor masculino, como si se tratase del maná.

         En ese momento un ruido los alertó, de un respingo Karen se separó de Tom y este se despabiló apoyándose en la mesa. Cantando alegremente Cathy entró en la cocina pillándolos casi in fraganti.

-        ¡Aún estás aquí Tom! Que dice papá que vengas a ayudarnos que hay mucho que limpiar en los establos.

-        ¡Ok hermanita, ahora voy!

-        ¡Vale, no tardes! -dijo la dulce Cathy mientras tomaba una botella de agua fresca de la nevera para llevársela a su padre.

         Ambos se miraron tras la marcha de Cathy y sin saber que decir Tom cayó mientras Karen, lo animaba a irse a ayudar a su padre.

-        Anda cariño, ve con ellos y ayúdales -le dijo con su blanca sonrisa, mientras se mesaba su linda cabellera rubia.

         Cuando Tom se giró, justo antes de salir, Karen le preguntó:

-        Cariño, ¿te ha gustado?

-        ¡Oh... mucho mamá, ha sido maravilloso! -exclamó Tom parándose y girando parcialmente sólo su joven cabecita, como si le diese vergüenza volver a mirarla a sus bonitos ojos verdes-. ¡Eres la mejor! -sentenció mientras salía de la cocina.

         Karen estaba tremendamente satisfecha de lo que había hecho. Cierto era que no quería que aquello se convirtiera en la tónica general, pero tras aquellos dulces momentos no le importó admitir que le había encantado también a ella.

         Podía oler su sexo, sabía que estaba muy lubricada y que se hubiese corrido apenas insistir un poco en leves frotes de su clítoris, gordo y excitado. Pero decidió recrearse en esta sensación y no hacerlo ahora, así podría disfrutar durante todo el día añorando el ansiado y merecido orgasmo.

Mas de Esther

¿Seguir en lo filial y salir de ahí?

Desde el portal, viendo la vida pasar (3)

La escritora (13)

Desde el portal, viendo la vida pasar (2)

Desde el portal, viendo la vida pasar (1)

La escritora (12)

La escritora (11)

La escritora (10)

La escritora (9)

La escritora (8)

La escritora (7)

La escritora (6)

La escritora (5)

La escritora (4)

La escritora (3)

La escritora (2)

La escritora (1)

Siete Madres Desesperadas (4)

Siete Madres Desesperadas (3)

Siete Madres Desesperadas (2)

Siete Madres Desesperadas (1)

Posición Dominante

Liberate me (3)

Liberate me (2)

Liberate me (I)

Náufragos (I)

Náufragos (III)

Náufragos (II)

Las memorias de Adam (VI)

Las memorias de Adam (V)

Las Memorias de Adam (IV)

Caluroso Verano (7)

Caluroso Verano (6)

Caluroso Verano (5)

Caluroso Verano (4)

Caluroso Verano (3)

Caluroso Verano (2)

Caluroso Verano (1)

Las Memorias de Adam (III)

Las Memorias de Adam (II)

Las Memorias de Adam (I)

Liberate me (4 y 5)

Liberate me (3)

Liberate me (2)

Liberate me

Big Hugo (3)

Big Hugo (2)

Big Hugo

Siete Madres Desesperadas: Morris, Jane (Compl.)

Ellis, Aisha(3)

Ellis, Aisha(2)

Ellis, Aisha(1)

Naufragos (3)

Náufragos (2)

Náufragos (1)

Vaquero de Ciudad (3)

Vaquero de Ciudad (2)

Vaquero de Ciudad (1)

El secreto de Beatriz (3)

El secreto de Beatriz (2)

El secreto de Beatriz (1)

Un Guiño del Destino (Ellos)

Un guiño del destino (Ella)

Un guiño del destino

Caluroso Verano (7)

Caluroso Verano (6)

Caluroso Verano (4)

Caluroso Verano (5)

Caluroso Verano (3)

Caluroso Verano (2)

Caluroso Verano (1)

Soy Puta (1 y 2)

Soy Puta (8)

Memorias, entre el pasado y el presente (7)

Soy Puta (7)

Memorias, entre el pasado y el presente (6)

Memorias, entre el pasado y el presente (5)

Soy Puta (6)

Memorias, entre el pasado y el presente (4)

Soy Puta (5)

Memorias, entre el pasado y el presente (1)

Soy Puta (4)

Memorias, entre el pasado y el presente (2)

Soy Puta (3)

Soy Puta (1 y 2)

Memorias, entre el pasado y el presente (3)

Memorias, entre el pasado y el presente (2)

Memorias, entre el pasado y el presente (I)

Memorias (10)

Memorias (9)

Memorias (8)

Siete madres desesperadas (3)

Siete madres desesperadas (2)

Siete madres desesperadas (1)

Memorias (7)

Memorias (6)

Memorias (5)

Memorias (4)

Cartas de mamá (5 y fin)

Cartas de mamá (4)

Cartas de mamá (3)

Cartas de mamá (2)

Cartas de mamá

Violación e Incesto (3)

Violación e Incesto (3)

Violación e Incesto (3)

Violación e Incesto (2)

Violación e Incesto

Like a Dream (8)

Like a Dream (7)

Like a Dream (6)

Like a Dream (5)

Like a Dream (4)

Like a Dream (3)

Like a Dream (2)

Like a Dream (1)

El secreto de Adam (3)

El secreto de Adam (2)

El secreto de Adam

Un guiño del destino

Memorias (24 y fin!)

Memorias (23)

Memorias (22)

Memorias (21)

Memorias (20)

Memorias (19)

Memorias (18)

Memorias (17)

Memorias (16)

Memorias (14)

Memorias (13)

Memorias (12)

Memorias (11)

Memorias (10)

Memorias (9)

Memorias (8)

Memorias (6)

Memorias (5)

Memorias (3)

Memorias (2)

Memorias (1)

Soy puta (12 y fin)

Soy puta (11)

Soy puta (10)

Soy puta (9)

Soy puta (8)

El erotismo vive en mi interior...

Soy puta (7)

Zorro Blanco: Esta es mi historia...

Soy puta (6)

Soy puta (5)

Soy puta (4)

Soy puta (3)

Soy puta (2)

Soy puta (1)

El coma (3)

El coma (2)

El coma (1)

Caluroso verano (10 y fin)

Caluroso verano (9)

Diario de una universitaria (7)

Caluroso verano (8)

Caluroso verano (7)

Caluroso verano (6)

Caluroso verano (5)

Caluroso verano (4)

Caluroso verano (3)

Caluroso verano (2)

Caluroso verano

Náufragos (3)

Náufragos (2)

Náufragos (4 y fin)

Náufragos

Diario de una universitaria (5)

Diario de una universitaria (6)

Diario de una universitaria (4)

Diario de una universitaria (3)

Diario de una universitaria (2)

Diario de una universitaria

Posición dominante

El Admirador (05)

El Admirador (04)

El Admirador (03)

El Admirador (02)

El Admirador (01)