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El Admirador (02)

en Amor filial

Querida amiga:

Por fin puedo escribirte para contarte cómo me han ido las cosas desde mi última carta. Ante todo perdóname la tardanza, sé que tal vez estarás molesta por dejarte en ascuas en esta loca historia que me ha ocurrido.

En fin continúo donde lo dejamos. Aquella mañana, cuando le di la bofetada a José Manuel, me fui corriendo de casa al trabajo. Pero a mitad de camino tuve que parar, pues eran tantas las lágrimas que afloraban a mis ojos, que me impedían conducir. Fue muy triste, pasé una ora aproximadamente sollozando en la cuneta de la carretera dentro del coche. Cuando conseguí serenar mi espíritu decidí que lo mejor era llamar al trabajo y pedir el día con alguna excusa, y así lo hice.

Después no sabía lo que hacer, así que conduje sin rumbo fijo en principio, pero al llegar a una salida de la autovía me acordé que por allí se iba a un pinar donde solía ir a comer con mi ex. Me vendría bien tomar un poco de aire fresco, así que tomé esa dirección.

Allí pasé todo el día, reflexionando mientras paseaba por los senderos de este bello paraje. Ya por la tarde decidí volver. Estaba serena después del tiempo transcurrido y había decidido hablar con mi hijo civilizadamente y pedirle perdón.

Lo peor fue cuando entré a la casa y él salió desde el salón al pasillo y ante mi asombro y antes siquiera de que pudiese pronunciar palabra alguna, sacó de su espalda un espléndido ramo de rosas. Al acercarme me emocioné y lo abracé, pidiéndole perdón. Curiosamente él no contestó y al separarnos sacó una notita del ramo y me la dio. Aquí te copio lo que me decía en ella: "Laura, ya sé que eres mi madre, pero prefiero llamarte por tu nombre. Siento haberte ofendido al jugar con tus sentimientos. Al final lo he comprendido, estás sola y te hice ilusionarte en vano. No era mi intención hacerlo, es que no sé lo que me pasa últimamente pero te veo… de otra manera, no se como expresarlo. Por favor perdóname."

Seguía emocionada y lo volvía a abrazar. Le dije que era yo la que no debí haberlo abofeteado y que le pedía perdón también a él.

En fin, nos pusimos a cenar y mientras comimos apenas sí hablamos, creo que ambos preferíamos callar y de alguna manera hablar sin palabras. Nos fuimos pronto a dormir, aunque sé que ninguno lo hizo hasta altas horas de la madrugada.

Esa noche tuve un sueño horrible, más bien podría definirlo como una pesadilla. Me da mucho reparo confesártelo pero recordé lo sucedido la noche anterior y me imaginé haciéndolo ¡ con mi propio hijo!. Total que por la mañana tenía unas ojeras de campeonato.

Pasaron los días y poco a poco recuperamos la confianza. De este modo cuando aquel sábado me pidió que nos fuésemos a cenar para hacer las paces, acepté encantada. Ya nos habíamos reconciliado pero vi que era una ocasión para fortalecer de nuevo nuestra relación.

Lo llevé a un buen restaurante. Los dos nos arreglamos mucho, yo me puse mi mejor vestido, uno rojo de falda corta con vuelo y tirantes, con unos zapatos de tacón alto a juego. Él se puso el traje azul marino que le regalé para la boda de mi prima Águeda el pasado verano. Parecía un hombrecito, tan guapo. Supongo que será amor de madre.

Estuvimos cenando y tomamos algo de vino, bueno él sólo tomó una copa pues no le dejé más. Pero yo tal vez tomé más de la cuenta, pues me mareé un poco. Después nos dijeron que esa noche había una fiesta en una sala contigua al local y nos invitaron a quedarnos así que aceptamos y le estuve dando algunas clases de baile de salón. Nos reímos muchísimo y permití que se tomara una copa conmigo, después de todo ya casi tenía los dieciséis. Claro y yo seguí bebiendo, creo que ambos bebimos demasiado, de modo que perdimos la noción del tiempo y cuando decidimos volver por prudencia pedí que me enviasen un taxi pues como te digo, estaba bastante borracha.

Aquí empieza de nuevo algo que me avergüenza contarte, pero debo decírtelo, pues sino creo que me voy a vover loca.

José Manuel estaba mejor que yo así que me ayudó a llegar a mi cuarto y allí me tumbó en la cama con un ataque de risa tonta que me dio. Creo que él comprendió que tenía que ayudarme a desvestirme también y me quitó los zapatos y continuaría por las medias y demás prendas, pues yo no me enteraba de nada y todo me daba vueltas. El caso es que esto sí lo recuerdo bien, de repente descubrí que José Manuel me estaba "chupando los pechos". ¡Qué vergüenza Marta! Lo peor es que estaba tan borracha que lo dejé hacer y siguió acariciándomelos y chupándome los pezones. Y claro en pocos minutos fue besándome cada vez más abajo, en la barriguita, en los muslos, en las ingles y te puedes imaginar cómo siguió. Fíjate que ni me enteré cuando me había quitado las bragas, pero sí que noté cuando su lengua se introdujo en mi… bueno entre los labios de mi vagina. ¡Oh, Marta, se que está mal, pero me estaba gustando tanto lo que me hacía que se me pasó la borrachera!

Y pasé a la acción comiéndosela yo a él para recompensarlo. Entonces fue cuando él me cogió por los hombros y me levantó bruscamente, no te puedes imaginar lo cachonda que me había puesto. Nos miramos y él fuego que lucía en nuestros ojos fue suficiente para comunicarnos. Lo empujé y cayó de espaldas, tomé su polla con la mano y me coloqué justo encima de ella, pero fue justo en ese momento cuando dudé. ¡Si, sé que es difícil de creer, pero con la excitación cada vez estaba más despejada! Y entonces pensé si estaba haciendo lo correcto, en cómo me sentiría a la mañana siguiente.

Pero claro, José Manuel estaba como una moto y al ver que no hacía nada, por puro instinto supongo, empujó levantando su cintura y clavándome su polla en el chocho. Entró como una hoja bien afilada en la mantequilla y debió ser el estímulo que necesitaba, pues, como antes, me dejé hacer. Giré y lo dejé tomar la iniciativa, colocándose entre mis piernas. No sabes la fuerza y el nervio que demostró. No debió durar más de dos minutos, pero fueron más que suficientes para que alcanzara mi orgasmo justo en el momento en que sentí que su leche me llenaba por dentro.

Como te imaginarás, este hecho, después llegaría a preocuparme más, si eso es posible, que lo que había hecho con José Manuel. Pero estaba tan cansada que en cuanto se apartó de mi caí rendida.

(Querida Marta, en este punto de la historia te puedes imaginar que en el fondo tampoco me debe parecer tan horrible lo que te cuento, pues por los detalles podrás deducir lo mucho que me gustó esta vez también. Y en parte llevas razón, pero en el fondo no es tan fácil de admitir algo así. Te cuento lo que pasó a la mañana siguiente.)

Cuando desperté vi a José Manuel levantar las persianas y correr las cortinas del cuarto. Entonces me quedé pasmada al contemplar la bandeja con café, tostadas, mantequilla y mermelada y hasta un zumo de naranja que había a los pies de mi cama. Él como si tal cosa me dio una bata y me indicó que me la pusiera, pues: ¡Horror, estaba desnuda! Y acto seguido puso la bandeja en la cama y se acomodó a mi lado diciendo:

Como sé que tenemos que hablar, primero es mejor que comas, pues con el estómago vacío no se piensa bien y podemos decir barbaridades.

Estaba tan asombrada Marta, que hasta le hice caso y comimos juntos sobre la cama. Entonces, recuerdo, que fue él quien comenzó ha hablar, la cosa fue más o menos así:

Laura, sé lo que vamos ha hablar. Que si lo que hemos hecho está bien o mal. Y antes de nada quiero decirte que opino que lo mejor es no calentarse mucho la cabeza con eso. Podemos dejarlo en que estábamos borrachos y nos comportamos por instinto.

La verdad es que su razonamiento me dejó planchada. Sólo repuse:

¿Por qué me llamas por mi nombre en lugar de mamá como antes?

A lo que él respondió sin dudarlo:

Laura, eres y serás mi mamá, pero si vamos ha hablar de lo que ha pasado, prefiero que nos llamemos por nuestros nombres, así será menos traumática, si es posible, la conversación.

En el fondo me divirtió su idea y decidí probar:

Oye José Manuel, entonces dime, ¿te gusto como mujer? Ya sabes, si lo hicimos es porque te gustará mi cuerpo, ¿no?

Pues sí Laura, aunque no sé como puede ser, pero me excite mucho al verte desnuda anoche y eso fue lo que me empujó a hacerlo. Pero me siento mal por una cosa.

¿Por qué? – le pregunté intrigada.

Porque estabas borracha y no se si me aproveché de ello para hacerlo y de alguna manera te forcé.

Como ves mi hijo te puede dejar con la boca abierta con sus razonamientos. Yo le contesté algo así:

Bueno hijo… digo José Manuel, al principio si fue así, no me enteraba del asunto, pero a medida que fuimos avanzando, fui consciente y aunque en algún momento dudé, al final consentí, como puedes recordar. Y a mi me gustaría saber otra cosa… ¿Te gustó?

Fue fantástico Laura, fenomenal. Volvería a… bueno si llegase el caso… me gustaría repetirlo.

¡Pero hijo! – exclamé escandalizada, y tras una pausa le contesté – está bien, lo hecho, hecho está. Pero eso no significa que esté bien, ni que sea lo correcto y particularmente pienso que debemos poner los medios para que no vuelva a suceder. Porque, José Manuel, ¡te corriste dentro, y eso es muy grave! Es más ahora mismo me voy a ir al centro de salud a pedir la pastilla del día después. ¡Quiero que entiendas que estas cosas no son un juego y que no lo hagas nunca sin ponerte un preservativo!

Así fue la cosa. ¿Increíble, verdad? Me avergüenza lo que puedas pensar de mi, tu amiga del alma, aunque espero que me comprendas por lo que hubo entre nosotras cuando éramos tan jóvenes para aquellos juegos de niñas también.

Me gustaría que me escribieras aconsejándome cómo debería comportarme con José Manuel, pues me temo que esta manía suya tendré que cortarla de alguna manera.

Un beso.

Laura.

Nota: Me gustaría que me comentaseis qué os parecen estas dos partes de la historia y si estáis interesados en que publique las siguientes. Un saludo a todos los lectores de "todorelatos".

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