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Memorias (11)

en Amor filial

11

         De nuevo hoy Cathy y Richard fueron hoy al pueblo a la compra semanal y de nuevo Tom y Karen decidieron no acompañarlos. Cada uno por motivos propios, cada uno tal vez pensando en tener sexo animal, aunque en el caso de Tom, más que tenerlo, lo que realmente quería era ver a su madre de nuevo gozar con su querido poni.

         Como la semana pasada Tom disimuló jugando a la vídeo-consola, mientras su madre estuvo haciendo faenas en la casa. Tom decidió esperar y cuando ella terminó de recoger subió a verlo. De nuevo se ofreció a jugar con ella y como la semana anterior la dejó coger el mando mientras él la enseñaba colocando sus manos sobre las de ella, uno junto al otro, y mientras jugaban se rozaba con sus pechos, olía su perfumen, olía su el champú de su cabello que le acariciaba de cuando en cuando sus mejillas. Todas estas insinuaciones lo volvían loco.

         Así estuvieron un buen rato y cuando ya estaban cansados de jugar, Tom le dijo a su madre de dar un paseo, cosa que la sorprendió pues él no era muy aficionado a pasear, así que encantada salió de la casa con él.

         El día era espléndido, se preparaba otra jornada de calor abrasador, pero aún era temprano y la suave brisa que bajaba de las montañas, fresca y apetecible. La madre de Tom estaba muy bella, con sus largos cabellos rubios ondulados movidos por la el viento. Llevaba un vestido blanco, hasta la rodilla, con estampaciones en verde y Tom pensó que le favorecía mucho ese color.

         Estuvieron en el lago charlando de una cosa y de la otra, principalmente sobre su antigua vida y amigos en la gran ciudad y de la paz y tranquilidad que se respiraba en aquella granja ahora. De la soledad, del silencio y de lo que los había unido el cambio.

         Tom decidió entonces hablar de cuando su madre lo pilló follándose a la poni, hacía ya dos semanas y ésto quedaba ya muy en sus recuerdos, habían pasado ya tantas cosas desde entonces, especialmente recordaba cuando la semana anterior su madre lo imitó teniendo sexo salvaje con el macho de la hembra con la que él mantuvo su primera relación, su primer coito. Le excitaba hablar de sexo con su madre y qué mejor excusa, así que lo hizo sin dudar.

-        Mamá, ¿recuerdas cuando cuando me pillaste in fraganti con la poni? -preguntó tras una pausa en la conversación entre ambos.

-        ¡Oh si! Tú decías que pasaste vergüenza pero para mi también fue muy impactante verte allí, no me lo esperaba en absoluto -le confesó ella sonriéndole afablemente.

-        ¡Pues dímelo a mi que me caí del taburete acudiste a levantarme mientras estaba en pelotas y empalmado! -exclamó Tom devolviéndole una sonrisa picarona.

-        ¿Y lo has vuelto ha hacer? -se interesó Karen.

-        Bueno desde la semana pasada no, cuando te encontré aquí en el lago, ¿recuerdas que te lo comenté?

-        Si, claro que me acuerdo -confesó ella sonriente.

-        ¡Que tú también olías a establo! -le espetó Tom de repente.

-        ¿Yo? Bueno si, te dije que había estado también en el establo.

-        Si claro, cepillando los caballos, ¿verdad? -volvió a insistir Tom

         Karen, que no era ajena a las indirectas que lanzaba su hijo sobre el tema del establo, pareció ponerse colorada y trató de evitar por todos los medios que él siguiese por ahí.

-        Bueno si hijo, ¿pero a qué viene tanta insistencia? -preguntó, poniéndose a la defensiva.

-        No nada, sólo estaba acordándome de aquello -se excusó Tom cesendo en sus ataques, pues supo que la había puesto nerviosa-. Oye mamá, ¿te puedo hacer una pregunta personal?

-        Pues si, ¿por qué no? -respondió ella esperando que no fuese demasiado personal.

-        Cómo eran tus primeras veces, me refiero a tus experiencias sexuales.

-        ¡Oh pues bueno! Yo vivía con los abuelos a las afueras de la gran ciudad y la verdad es que no me relacioné con chicos hasta que fui bastante mayor.

-        ¡Venga mamá, seguro que tuviste alguna relación antes! ¡Vamos, cuéntamela! Por favor, ¿por ejemplo, te masturbabas?

-        ¡Masturbarme yo! -respondió como si eso no fuese con ella.

-        Si claro mamá, todo el mundo lo hace. Cathy me ha dicho que ella lo hace, no me dirás que tú no lo hacías, ¿no? -preguntó Tom incrédulo.

-        Pero es que... una señorita no habla de esas cosas hijo -dijo Karen intentando esquivarlo una vez más.

-        Lo entiendo mamá, pero es que me gustaría que me hablases de esos inicios, no se, es como una clase de educación sexual para mi, ¡venga cuéntame mamá, no seas una snop! Yo te he contado que intentaba masturbarme y me viste haciéndolo con el poni, mójate tú ahora -le ordenó su hijo poniéndose pesado.

         La mujer madura, sonreía a su curioso hijo y le acarició el pelo mientras sopesaba qué contarle para entretenerlo y quedar bien con él. En el fondo era su preferido así que decidió contarle cosas de su juventud. Cosas que ya casi creía olvidadas, pero que en este preciso instante aparecieron frescas a su memoria.

-        Bueno Tom, si te lo cuento debes prometerme no decirle nada a papá o a tu hermana, ¿vale? -le propuso ella finalmente.

-        ¡Por supuesto mamá! ¡Cuenta, cuenta! -pidió él ansioso.

         Karen comenzó a narrar alguna de sus primeras experiencias:

-        Bueno Tom yo tenía un perro llamado boby, era un macho, ¿sabes? Y siendo ya mayor comprendí lo que era el celo de los animales. En esa época, cuando boby estaba en celo yo lo acariciaba por el vientre y el se quedaba “muy quieto”, seguía acariciándolo hasta que su pequeño pene sobresalía y luego se lo acariciaba con dos de mis deditos, hasta que él se corría entre su pelo blanco y rizado.

-        ¿Eso es todo mamá? -la interrumpió su hijo ansioso por escuchar historias más picantes.

-        ¡Bueno déjame terminar hombre! -protestó ella-. Verás yo lo masturbaba y bueno también jugaba con él, lo ponía entre mis muslos y me rozaba con sus pelitos y con su pene, desde luego con aquello que era como un pequeño dedito pulgar de bebé no tenía nada que hacer, pero me excitaba sentir sus roces. El caso es que un día estaba tomando tostadas con miel y al darle de comer descubrí que me lamía el dedo, ¡claro pensé! Le gustaba la miel así que me llevé en secreto el bote a mi habitación y allí... pues me unté mi sexo con un poco de miel y se lo ofrecí a boby. Él me lamió toda la miel con su larga lengua de inmediato y yo me excité un montón, ¿comprendes? -le preguntó a su hijo que escuchaba anonadado.

-        ¡Oh si, claro, claro! Pero, ¿y ya está?

-        ¿Te parece poco hijo? Me has preguntado por mis inicios sexuales y eso es lo que te estoy contando. El caso es que seguí untándome miel y él lamiendo, y cuanto más lamí más me gustaba, al final acabé muy pringosa por tanta miel y él harto de lamer mi... mi sexo -terminó de explicar Karen.

-        ¿Y te corriste? -insistió Tom pidiendo más detalles escabrosos.

-        Al cabo de un buen rato, sentí unos escalofríos y luego me acaricié con con mis dedos y temblé de placer, sí ese fue mi primer orgasmo creo recordar -admitió finalmente su madre.

-        ¿Y lo hiciste más veces?

-        Bueno al principio me dió mucha vergüenza llegar a hacer algo así, me asustaba mucho que el abuelo o la abuela o el tío me pillasen, pero al final volví a caer en la tentación y siempre que me quedaba a solas en casa, boby y yo teníamos nuestros ratos de placer, gastronómico para él y sexual para mi -aclaró su madre riéndose como si hubiese contado un chiste.

-        ¿Y no tuviste nada con un chico, algún encuentro o algo así? -inquirió Tom, buscando algo más morboso que lo que le había contado.

-        ¡Vaya Tom qué cotilla eres! -protestó su madre pero de muy buen humor dispuesta a contarle más-. Tenía unos primos, se llamaban Amanda y Jeremy, venían a vernos los veranos con mis tíos y jugábamos juntos. Un verano siendo ya adolescentes, nos quedamos solos en casa y convencimos a Jeremy para que nos enseñase su pene a su hermana y a mi. Él consintió siempre que nosotras nos desnudásemos también. El caso es que todos nos fuimos a la boardilla y allí lo hicimos. Nos quedamos los tres en bolas y nos miramos y reímos un rato, luego él se ofreció a que le tocásemos la pilila y nosotras seguimos riendo y tocándosela hasta que se le puso dura. Él también nos tocó los pechos, que ya empezábamos a desarrollarnos y teníamos tetitas, yo mas que Amanda así que a mi me las tocaba más.

-        ¿Si, qué excitante mamá? ¿Y qué más pasó? -preguntó Tom muy interesado por esta nueva confesión.

-        Pues fue algo un poco raro, dejamos de reír y él siguió tocándonos, ahora nos tocaba el co... -Karen se cortó y no pronunció la palabra en último extremo-, bueno nos tocaba nuestras las rajitas y nosotros a él su pene. Entonces propuso jugar a esposos y esposas y que nos echásemos a suertes con cual lo haría -Karen tragó saliva e hizo una pausa.

-        ¿Y quién empezó? -se impacientó Tom.

-        Bueno pues le tocó a su hermana así que ella se tumbó encima de unos cartones en el suelo y él se echó encima suyo, yo me senté a su lado y les ayudé a colocar su pene en la rajita de su hermana. Yo estaba también muy excitada al igual que ellos dos. El caso es que intentó metérsela y lo consiguió, yo me quedé pasmada mirando cómo aquella cosita entró en la rajita de Amanda y en el fondo creo que sentí envidia en ese momento y desee estar yo debajo.

-        ¿En serio? ¿Entonces lo hizo con su hermana y tú te quedaste con las ganas? -volvió a interrumpirla Tom.

-        Bueno sólo en parte, ellos comenzaron a jadear y emitir ruiditos y yo los miraba. Y en apenas unos segundos él calló rendido encima de ella y todo acabó. Así que yo lo lamenté y me quedé con las ganas en aquel momento. Pero luego por la noche, me fue a buscar a mi cama y nos subimos sólos a la boardilla.

-        ¿Ah y entonces lo hicisteis vosotros, no?

-        Si, pero no me interrumpas por favor hijo. Fue muy bonito, la luna llena entraba por ojo de buey y nos desnudamos, yo me tendí en los cartones donde por la tarde estuvo con su hermana y él se echó encima de mi. Me chupó los pechos, y nos acariciamos, y luego fue a echarse encima mío y me la metió, al principio me dolió un poco hijo, esas cosas pasan al principio -le explicó su madre con paciencia-, luego me gustó lo que me hizo, tardó tan poco como por la tarde pero yo disfruté lo que pude, luego le pedí que me lo lamiese, como hacía boby y me complació. Eso me gustó mucho más, ¡y tuve un orgasmo fenomenal!

         Tom se quedó extasiado ante la segunda confesión que le había sacada a su madre, tanto que esta le sonrió y volviéndole a acariciar el pelo le preguntó...

-        ¿Te ha gustado hijo?

-        ¡Oh mucho mamá, ha sido muy bonito saber cómo fueron tus primeras veces! Y también excitante, la verdad es que tengo muchas ganas de volver con la poni hoy. ¿Tú me acompañarías?

-        ¿Para verte? -se interesó su madre.

-        Si, me gustaría que compartiésemos nuestro secreto, y me gustaría que también estuvieses conmigo, ¿te importaría?

-        Claro que no hijo, vamos si quieres... -asintió su madre ofreciéndole la mano para levantarse...

           

         El chico con su madre cogida de la mano fue hasta la habitación de los ponis, allí buscó su taburete, el que le servía para acceder a la grupa del animal y follarla desde atrás. Pero antes de hacer nada decidió cepillarla para limpiarla y también excitarla, mientras lo hacía.

-        Al cepillarla la relajas, ¿no? -preguntó su madre.

-        Bueno si, también he descubierto que se excita y luego está más predispuesta.

         Tras cepillarle todo el cuerpo, el chico se acercó a la poni por detrás y comenzó a manosearle la vagina.

-        Mira mamá, ¿así es un coño femenino? -le preguntó Tom señalándole el sexo animal que palpaba.

-        ¡Pero hijo, qué mal hablado te has vuelto! -protestó su madre, mientras él le enseñaba la vagina abriéndosela con los dedos.

-        Bueno si, es parecida a la de una mujer hijo -dijo ella asomándose a su lado.

-        ¡Vamos mamá tócasela sin miedo, que no pasa nada, verás como le gusta! -espetó Tom y sin que su madre lo esperase le tomó la mano y se la puso en la vulva de la poni-. Métele un dedo vamos mamá, verás que suave tiene el interior.

         A regañadientes la madre introdujo su dedo índice en aquella raja y el animal de inmediato apartó su cola.

-        ¡Lo ves, ves como le gusta! -exclamó él victorioso.

-        ¡Es verdad hijo, lo veo, esta poni es una viciosilla de cuidado! -exclamó su madre.

-        Le puedes meter dos y hasta tres dedos si quieres -añadió él entusiasmado.

-        Pues si hijo, tenías toda la razón, le gusta que se lo hagan -afirmó al ver que el animal apartaba su cola y permanecía pacíficamente mansa.

-        ¡Oh si mucho! -contestó Tom sin ocultar su emoción. Mira ya tengo ganas de comenzar, se me ha puesto un poco dura -añadió señalando el bulto que se había formado en sus bermudas.

         Su madre al verlo sonrió mientras mantenía los dedos en el coño de la poni y los movía suavemente.

-        ¿Bueno entonces a qué esperas? -le preguntó ella sonriéndole.

-        ¡Está bien allá voy! -dijo Tom quitándose las bermudas y desenfundando su pollita.

         Orgulloso se subió al taburete y comenzó a masturbarse suavemente como preparándosela para el acto que se disponía ha hacer. Su madre no podía evitar mirarlo con cierta complacencia, pues en cierto modo se sentía orgullosa de su hijo, quien ya había dejado de ser un niño para convertirse en todo un hombrecito, con sus deseos de placeres sexuales incluidos. Y ella ahora era testigo de la furia de sus hormonas desatadas.

         Luego abrazó al animal con ambas manos e intentó apuntarla hasta la raja equina de manera que no conseguía acertarle en el centro. Esto lo hizo a propósito a ver si su madre sentía la necesidad de ayudarle.

-        Pero hijo, así no le acertarás, tienes que cogerla con una mano y encajarla primero -dijo ella finalmente tras varios intentos infructuosos de su hijo.

-        Lo sé mamá, es que me cuesta un poco engancharla, bueno voy a probar como tú dices.

         Bueno mamá, quieres ayudarme a metérsela, desde aquí apenas veo su raja, dijo Tom a modo de excusa. En el fondo buscaba que su madre se la acariciase y poco y probó a ver si picaba. Ella aceptó gustosa y tomando su pene con sus dedos delicadamente lo acercó hasta la vagina animal, indicándole que ya estaba alineada y podía empujar para penetrarla.

         Como queriendo que aquel momento perdurase Tom se resistió a avanzar, y lo hizo lentamente, sintió como su pene entraba en la raja animal y su calor lo cubría, al tiempo que las manos de su madre iban pasando más atrás hasta quedar sobre sus testículos cuando la tuvo toda dentro. Al mirar a su madre esta le sonrió con su sonrisa blanca y dientes perfectos, ella también parecía complacida por lo que estaba viendo.

         Entonces comenzó a moverse suavemente adelante y atrás, penetrando suavemente a la poni, quien mansamente se dejaba hacer. Ante la atenta mirada de su madre, él seguía follándola.

-        ¿Lo hago bien mama? -preguntó un poco emocionado por la situación.

-        ¡Oh si cariño lo haces muy bien! -dijo ella orgullosa.

         Tom hizo como que se desestabilizaba y caía y su madre presta y dispuesta puso una mano en su culo y otra en el poni sujetándolo.

-        A veces pasa, ella se mueve y casi me tira -dijo el excusándose.

-        No importa cariño, yo te sujetaré -contestó su madre siempre atenta.

         Con la mano en su culo, Tom sentía sus dedos y su contacto lo excitaba más y más. Ahora decidió sacarla de la poni y se la cogió con orgullo mientras la tenía embadurnada en los jugos del animal.

-        Uf mamá, ¡es que si no la saco me corro! -exclamó provocando una nueva sonrisa en su madre.

-        No hay problema cariño puedes descansar si quieres y luego seguir -dijo ella cariñosamente mientras mantenía una mano en la grupa del animal y la otra en el culo respingón de su hijo.

-        ¿Quieres meterle tú los dedos un poco? Me gusta verte hacerlo -le confesó Tom.

-        Bueno es que me da un poco de repelús, pero si insistes lo haré -dijo ella resignándose a sus caprichos.

         Tom veía a su madre junto a él, desde arriba y atisbaba su sujetador al final de su canalillo, cuanto daría porque le cogiese la polla y se la acariciase en aquellos momentos, o mejor aún, que se la metiese en su boca, aunque esto significase una guarrada después de haberla tenido dentro del animal. El sexo cuanto más sucio más morboso, pensó para sus adentros.

-        Bueno cariño, ¿no quieres seguir? -le preguntó ella tras su rato de descanso.

-        ¡Oh si mamá, si quieres ayudarme de nuevo! -exclamó él solicitando que le volviese a coger su miembro para ayudarlo a ensartarlo en el coño animal.

         Esta vez Tom decidió ir un poco más allá y cuando su madre la tomó entre sus dedos, él cogió su mano y la cerró más entorno a su polla, consiguiendo que esta la cogiese con toda su superficie.

-        ¡Oh mamá, qué manos mas suaves tienes! -te importaría masturbarme aunque sólo fuese un poco.

-        Hoy te estás pasando de la raya muchachito -le advirtió benévolamente, pues accedió a sus deseos y se la meneó suavemente en toda su extensión.

-        ¿Te parece bonita mamá? -le preguntó él ensimismado mientras la veía desde arriba masturbándolo.

-        ¡La tienes preciosa cariño! -dijo ella con orgullo de madre-. Anda métesela otra vez y disfruta hijo.

         Con su ayuda, aunque Tom también lo hubiese hecho sin ella, volvió a introducirla en la vagina animal y siguió fornicando con la poni bajo la supervisión de su madre.

-        ¿Has visto el pollón del macho mamá? ¿No te gustaría que probásemos a masturbarlo para verlo correrse?

-        ¡Pero hijo, qué barbaridad! -dijo ella escandalizándose.

-        ¿No sé mamá, a mi me parecería curioso? En serio que tú no estás intrigada por ver algo así -insistió Tom forzándola a llegar hasta donde él quería, una duda razonable.

         Karen miraba al otro poni y veía el pollón que tenía, se acordaba de la locura que se atrevió ha hacer la semana pasada, con aquella inmensa polla metida en su coño, aunque sólo le cupiese la punta, fue algo brutal, algo que nunca hubiese pensado que podía llegar ha hacer, pero lo cierto es que era una mujer muy curiosa y morbosa al mismo tiempo y cierto era que de buena gana esta semana repetiría la acción de la semana pasada, pues mientras veía a su hijo follar en aquel acto de zoofilia, ella misma estaba que se derretía por dentro recordando las intensas sensaciones que se desataron en su cuerpo ante aquel acto tan “incivilizado”.

-        Bueno si, sería algo curioso, hijo, lo admito -dijo dejándose llevar por un momento de debilidad de espíritu.

-        ¡Quieres que lo hagamos! -exclamó el ansioso.

-        Tal vez otro día hijo, hoy es tu día, disfruta tu de ella y córrete dentro ya sabes lo placentero que es, ¿verdad pillín? -y le pellizcó el culo maliciosamente.

         Ella podía volver ha hacerlo con aquel equino, pero que la viese su propio hijo en una situación tan poco honrosa era algo que superaba todo su atrevimiento. Así que animándolo a continuar, prefirió guardar sus instintos animalescos para otra ocasión, donde pudiese volver a desatarlos en soledad.

         Tom comenzó a follar a la poni con más ganas y de cuando en cuando sacaba su polla y se la volvía a meter, en este acto lo que conseguía era exhibirse ante su madre y conseguía llamar su atención y que ella lo mirase, y desde luego que lo hacía, pues Karen, no era ajena a lo que estaba contemplando y también se excitaba con cada embestida de su hijo y cada vez que este le mostraba con orgullo el fruto de su virilidad.

         Al final Tom tuvo una idea mejor que correrse dentro y justo antes de su orgasmo la sacó por última vez y la tomó en su mano, agitándola se masturbó unos segundos, hasta que la punta de su glande comenzó a soltar pequeños chorritos de su líquido seminal, aún transparente y blanquecino, que fueron a impactar en la grupa del pony y por ende una de las gotitas salpicó a su madre en la mano que allí tenía.

         Karen se quedó maravillada ante la visión de su hijo corriéndose, con sus pequeños chorritos de semen y no le importó en absoluto que éste manchara levemente su mano. Cuando terminó ella le sonrió y ayudándolo a bajar del taburete mientras le cogía una mano le acarició el pelo.

-        ¿Te ha gustado cariño? -preguntó su madre nada más bajar.

-        ¡Oh si mucho mamá, ha sido fantástico! ¿Has visto cuanta leche me sale ya? -le preguntó ni corto ni perezoso.

-        ¡Oh claro que si, mira si hasta me has manchado! -exclamó señalando al gotita que tenía en su mano-. ¡Eres ya todo un hombrecito! -dijo ella orgullosa.

-        Bueno entonces te animas a masturbar al poni y hacer que éste se corra, será divertido -le propuso volviendo a la carga con el tema que su madre quería evitar a toda costa.

-        ¡Ni hablar hijo, eso no me parece apropiado! -exclamó ella reaccionando a la defensiva.

-        ¿No te gustaría probarla mamá? -insistió Tom sin hacer caso a la advertencia materna.

-        ¡Que te he dicho que no Tom, no insistas por favor! -volvió decir su madre esta vez gritándole, pues la había sacado de sus casillas.

-        ¿Pero por qué mamá? Si la semana pasada hiciste algo peor... -Tom tapó su boca lo más rápido que pudo, pero ya era tarde, las palabras ya habían sido prounciadas.

-        ¿Cómo has dicho? ¿Estabas espiándome Tom? -preguntó Karen, visiblemente alterada.

         Sus mejillas enrojecieron y sus ojos se pusieron como platos y un ataque de furia le recorrió todo su cuerpo, mezcla de frustración y vergüenza, recordó lo que había hecho y el pensar que su hijo la estuvo espiando fue superior a sus fuerzas.

-        ¡Cómo pudiste espiarme! -gritó ella furiosa y lanzando su mano derecha impactó contra la cara del joven Tom, quien giró el cuello aunque no lo suficientemente rápido para esquivarla y sufrió el embate de su mano en la mejilla.

         El sonido de la bofetada recorrió la estancia, sonó una leve reverberación mientras Tom seguía girándose para esquivarla. Tras el impacto, se tambaleó y cayó al suelo como desplomado.

         Cuando se giró, vio a su madre con las lágrimas saltadas, visiblemente afectada, apretando sus mandíbulas y puños, petrificada ante lo que había hecho, en años nunca lo había agredido, era la norma de la casa, no se castigaba físicamente a los niños, pero hoy el tema era distinto. Hoy le dolió tanto lo que había descubierto que la ira le nubló la mente y el cerebelo, ese reducto de nuestro cerebro de reptil, la llevó a comportarse irracionalmente. Sabía que mas tarde, cuando recuperase la serenidad, se arrepentiría de su acto, pero el daño ya estaba hecho.

         Sin saber qué hacer o que decir, su madre salió corriendo dejando entrever un llanto mal contenido, que Tom escuchó mientras se alejaba, un llanto que le partió el alma haciendo que se arrepintiese una vez más por su torpeza, su gran torpeza. Podría decir que se le escapó, pero eso no arreglaría nada tampoco.

         Tom, desanimado recogió sus bermudas y se vistió. Sabía que su madre había entrado en la casa, probablemente refugiada en su cuarto, casi con total seguridad llorando y lamentándose. Podía hacer dos cosas: ir tras ella e intentar consolarla, diciéndole que no pasaba nada, que a él también lo pilló con las manos en la masa o esperar, dejar que el llanto hiciese su trabajo, esperar a que se serenase y hablar con más tranquilidad cuando estuviese más receptiva. Decidió esto último.

         Decidió evadirse él también y se fue al lago. Allí la calma era total, el día se presentaba tan caluroso como los anteriores, aunque a la sombra de los álamos se estaba bien. Se tumbó boca arriba, con la cabeza mirando al cielo amarillento del medio día que se acercaba. Un par de lágrimas solitarias recorrieron sus mejillas, por dentro seguía sintiéndose mal, aunque él no lloraba mucho, la honda pena lo embargaba.

         Pensó en qué le diría a su madre al volver a verla, pensó en su reacción al volver a encontrarse con él y tuvo miedo de este reencuentro. Cerro los ojos y otro par de lágrimas fueron expulsadas de ellos, mientras caían por su piel se secaban por el calor y el crujir de las miles de hojas movidas por el suave viento lo adormeció.

         Era curioso, pues en su relación con las dos mujeres de su familia, había provocado  reacciones similares en ellas, por distintos motivos, pero ambos compartían un trasfondo sexual. Tal vez el aislamiento al que se estaban sometiendo tenía estos efectos secundarios.

         Al despertar no sabía cuanto tiempo había pasado, pudo haber sido media hora, o tal vez ya habían pasado dos, pero en realidad, vio que el sol estaba ya bajo en el horizonte y pensó que su sueño se había prolongado en exceso.

-        ¡Tom, despierta! -oyó la voz de su madre, como un susurro y al aclarar la turbia mirada del que despierta la vio allí delante, frente a él, inclinada en el suelo-. ¡Vamos hijo, me tenías muy preocupada, al no verte regresar te he estado buscando un buen rato y me he puesto nerviosa pensando en a dónde podías haber ido. ¡Oh Tom, siento tanto haberte pegado! ¡Perdóname! -gritó volviendo a llorar mientras lo abrazaba, levantándolo del suelo-.

         Él recibió el abrazo y sintió su perfume impregnándole su pituitaria, también la abrazó a ella y dos nuevas lágrimas salieron de sus ojos.

-        No mamá, perdóname tú, ¡no debí habértelo dicho! -exclamó arrepentido.

-        No importa hijo, yo no debí pegarte, aunque me sintiese avergonzada por lo que viste -confesó su madre.

         Estuvieron abrazados unos minutos, ella lo besó castamente en las mejillas y secó sus lágrimas con un pañuelo de papel. A continuación, secó las suyas. Le ayudó a levantarse y le sacudió las hojas y el polvo del suelo. Luego lo cogió de los hombros y emprendieron el camino de vuelta a casa.

-        ¿Tienes hambre? -preguntó su madre mientras volvían a casa.

-        Bueno, un poco, es ya muy tarde, ¿verdad? ¿Tú has comido algo?

-        No, yo también me quedé dormida en la cama, lo siento -confesó ella apesadumbrada-. Pronto volverán papá y tu hermana.

         Entraron en la casa y su madre se fue a la cocina, Tom puso la mesa mientras ella  preparó unos sandwiches rápidamente. Tras servir la mesa ambos comieron. En todo el tiempo apenas hablaron. Él devoró su bocadillo pues tenía hambre, y ella más pausadamente tomó algunos bocados del suyo. Ambos bebieron refrescos, pues hacía mucho calor.

-        ¡Oh Tom! ¿En serio que me viste con el poni? -preguntó finalmente su madre con preocupación.

-        Si mamá, yo iba a hacer lo mío con otra poni y te descubrí mientras empezabas a acariciarlo, me escondí y estuve observándote todo el rato-confesó él llanamente.

         Decidió que era mejor así, con la verdad por delante, tiempo abría para recapacitar y aceptar la dura realidad.

-        ¡Oh Tom, es que ara mi es muy difícil pensar que me viste haciendo algo tan “guarro” con el poni! ¡Qué pensarás ahora de tu madre! Yo quiero a tu padre y tenemos sexo y eso, pero es que... -Karen explotó pero tras las explicaciones iniciales se detuvo en este instante.

-        ¿Es morboso verdad? Hacerlo con un animal, tal vez fue eso lo que te atrajo, ¿no?

-        ¡Sí joder! Perdón hijo, se supone que yo no debo decir tacos y eso... pero así fue, no se que se cruzó por mi cabeza, creo que todo arrancó cuando te vi a ti ahí subido practicando sexo con la poni, luego otro día me acerqué y estuve pensando en lo ocurrido, entonces vi al macho, con su miembro y pensé en qué pasaría si yo se lo acariciaba y me excité mucho. Ahí fue cuando me cogiste con las manos en la masa, nunca mejor dicho.

-        Lo siento mamá, de verdad. Pero he de decirte que no creo que fuese algo malo, yo lo hago con la poni, como ya me has visto hoy y para mi es algo excitante, supongo que para ti también lo fue y por eso caíste en la tentación. Yo te vi y me excitó mucho verte hacerlo con él, por eso quise que tú también me vieses hoy a mi hacerlo con la poni, por eso te lo propuse -confesó Tom.

-        ¿En serio hijo? ¿Es que pretendías verme hacerlo yo con él poni también delante tuyo? -le preguntó Karen inquisitorialmente.

-        No lo sé mamá, tal vez pensase que te animarías. Yo te hubiese ayudado incluso, la otra semana vi las dificultades que tenías y casi entro a echarte una mano.

-        ¡Por favor hijo, no me lo recuerdes, me muero de la vergüenza! -exclamó ella llevando su mano a la boca.

         Ambos se quedaron callados unos segundos, sopesando lo que vendría a continuación.

-        ¡Tom en serio, tienes que guardarme el secreto! -le espetó su madre con preocupación.

-        ¡Eso ya lo tienes mamá, prometo mantenerlo! -se aprestó su hijo a jurar.

         Más aliviada su madre volvió a tomar un bocado de su sandwich y bebió un poco de refresco. Tom ya había terminado a estas alturas y le hizo una última pregunta.

-        ¿Puedo preguntarte una última cosa mamá? -dijo él con voz suave y rogante.

-        Claro que si hijo, adelante -contestó ella respirando hondo.

-        ¿Te gustó?

-        ...

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Las Memorias de Adam (III)

Las Memorias de Adam (II)

Las Memorias de Adam (I)

Liberate me (4 y 5)

Liberate me (3)

Liberate me (2)

Liberate me

Big Hugo (3)

Big Hugo (2)

Big Hugo

Siete Madres Desesperadas: Morris, Jane (Compl.)

Ellis, Aisha(3)

Ellis, Aisha(2)

Ellis, Aisha(1)

Naufragos (3)

Náufragos (2)

Náufragos (1)

Vaquero de Ciudad (3)

Vaquero de Ciudad (2)

Vaquero de Ciudad (1)

El secreto de Beatriz (3)

El secreto de Beatriz (2)

El secreto de Beatriz (1)

Un Guiño del Destino (Ellos)

Un guiño del destino (Ella)

Un guiño del destino

Caluroso Verano (7)

Caluroso Verano (6)

Caluroso Verano (4)

Caluroso Verano (5)

Caluroso Verano (3)

Caluroso Verano (2)

Caluroso Verano (1)

Soy Puta (1 y 2)

Soy Puta (8)

Memorias, entre el pasado y el presente (7)

Soy Puta (7)

Memorias, entre el pasado y el presente (6)

Memorias, entre el pasado y el presente (5)

Soy Puta (6)

Memorias, entre el pasado y el presente (4)

Soy Puta (5)

Memorias, entre el pasado y el presente (1)

Soy Puta (4)

Memorias, entre el pasado y el presente (2)

Soy Puta (3)

Soy Puta (1 y 2)

Memorias, entre el pasado y el presente (3)

Memorias, entre el pasado y el presente (2)

Memorias, entre el pasado y el presente (I)

Memorias (10)

Memorias (9)

Memorias (8)

Siete madres desesperadas (3)

Siete madres desesperadas (2)

Siete madres desesperadas (1)

Memorias (7)

Memorias (6)

Memorias (5)

Memorias (4)

Cartas de mamá (5 y fin)

Cartas de mamá (4)

Cartas de mamá (3)

Cartas de mamá (2)

Cartas de mamá

Violación e Incesto (3)

Violación e Incesto (3)

Violación e Incesto (3)

Violación e Incesto (2)

Violación e Incesto

Like a Dream (8)

Like a Dream (7)

Like a Dream (6)

Like a Dream (5)

Like a Dream (4)

Like a Dream (3)

Like a Dream (2)

Like a Dream (1)

El secreto de Adam (3)

El secreto de Adam (2)

El secreto de Adam

Un guiño del destino

Memorias (24 y fin!)

Memorias (23)

Memorias (22)

Memorias (21)

Memorias (20)

Memorias (19)

Memorias (18)

Memorias (17)

Memorias (16)

Memorias (15)

Memorias (14)

Memorias (13)

Memorias (12)

Memorias (10)

Memorias (9)

Memorias (8)

Memorias (6)

Memorias (5)

Memorias (3)

Memorias (2)

Memorias (1)

Soy puta (12 y fin)

Soy puta (11)

Soy puta (10)

Soy puta (9)

Soy puta (8)

El erotismo vive en mi interior...

Soy puta (7)

Zorro Blanco: Esta es mi historia...

Soy puta (6)

Soy puta (5)

Soy puta (4)

Soy puta (3)

Soy puta (2)

Soy puta (1)

El coma (3)

El coma (2)

El coma (1)

Caluroso verano (10 y fin)

Caluroso verano (9)

Diario de una universitaria (7)

Caluroso verano (8)

Caluroso verano (7)

Caluroso verano (6)

Caluroso verano (5)

Caluroso verano (4)

Caluroso verano (3)

Caluroso verano (2)

Caluroso verano

Náufragos (3)

Náufragos (2)

Náufragos (4 y fin)

Náufragos

Diario de una universitaria (5)

Diario de una universitaria (6)

Diario de una universitaria (4)

Diario de una universitaria (3)

Diario de una universitaria (2)

Diario de una universitaria

Posición dominante

El Admirador (05)

El Admirador (04)

El Admirador (03)

El Admirador (02)

El Admirador (01)