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La escritora (7)

en Amor filial

 

En algún lugar al oeste de Andalucía...

Como he comentado la serie está escrita desde 2006 y ahora la publico "tal cual" (sé que no es perfecta, ni pretendo que lo sea), mientras trabajo en mi próxima novela que ya está casi lista, y lo hago simplemente por compartir una historia que creo que merece la pena.

Aquí teneís un capítulo más (aunque como dije la serie original no está dividida, los voy publicando y cortando "para darles la apariencia de capítulos"...)

 

7

Tras la sesión de sexo me aseo un poco en el corral trasero de la casa, pues como yo esperaba mi madre tarda lo suyo en salir del baño.

Finalmente baja muy sonriente y para mi sorpresa con el bañador puesto.

 

Al llegar a la apacible charca, un suave viento de poniente alivia los calores de esta tórrida tarde de verano. No tardamos ni cinco segundos en estar chapoteando en el agua, y una vez dentro decidimos sentarnos en unas piedras sumergidas cercanas a la orilla.

Mi madre se limita a sonreír ante mi insolencia y tras unos segundos en los cuales debe de haber sopesado su respuesta, contesta con su amabilidad característica.

El resto de la tarde lo pasamos en la charca, y por la noche tras almorzar y sentarnos un rato a contemplar este cielo tan estrellado, nos vamos a la cama. Hoy, cómo hemos pintado mi cuarto voy a dormir forzosamente con mi madre, ya me estoy excitando de pensarlo.

Aunque estaba muy cansado y me quedado frito en unos minutos, a eso de las tres de la mañana me despierto, como si un reloj interno me dijese que es hora de experimentar.

Mi madre respira profundamente, mostrando el profundo sueño en que se encuentra inmersa. La observo, su camisón de seda es muy finito y al tocarlo apenas se nota que esté. Ella está recostada de lado, ofreciéndome su espalda y culito, así que pruebo a tocárselo suavemente por encima del camisón. Ella no se inmuta, por lo que aprieto más las manos y palpo la tersura de su carne redondeada.

No es suficiente, ni mucho menos. Le subo el camisón y ahora palpo sus bragas y sus muslos, suavemente, apretando un poco su culo justo donde se une al muslo y el pliegue de piel es más carnoso. Junto sus braguitas y las coloco en su raja, entre cachete y cachete como si de un tanga se tratase, y palpo a placer su culo semi-desnudo.

Estoy muy excitado, y tengo que dejarlo unos minutos para tranquilizarme, el morbo de que se despierte y me descubra hace que el corazón alcance ciento veinte pulsaciones por minuto como mínimo. Cuando vuelvo al ataque, introduzco un dedo entre sus muslos, justo en el hueco que se forma entre ellos y su culo, donde ella esconde su secreto más íntimo.

Palpo su coño y no me puedo creer que lo esté haciendo todavía. Busco el borde de sus braguitas y acaricio los pelillos que por éste se asoman. Noto su surco en relieve bajo la tela, donde ésta se hunde y le da la forma característica.

De pronto, cuando voy a destapar su almeja y tocar más íntimamente su secreto, ¡ella parece despertarse! Rápidamente me giro y le ofrezco la espalda, haciéndome el dormido mientras agudizo el oído para ver si se ha despertado realmente.

Falsa alarma aunque casi se despierta, al poco vuelve a resoplar profundamente. Aprovecho para contraatacar, ahora ella se ha vuelto boca arriba, por lo que sus pechos quedan a mi alcance. Los aprieto muy suavemente, sintiendo su tersura, su dulce tacto. Según he leído los pezones son la parte más sensible así que me abstengo de tocarlos, pues seguramente la despertaría. Pero me cebo con sus pechos en general, toco ambos y veo como mi mano se queda pequeña para cubrirlos, qué buen par de tetas tiene mi mami, con razón estoy tan bien criado.

Bajo la mano y le acaricio el Monte de Venus, pero en dos o tres segundos ella resopla más fuerte, indicándome que se va a despertar. Inmediatamente me doy la vuelta y la escucho bostezar, ahora sí se ha despertado. Así que doy por finalizados mis ejercicios expiatorios nocturnos, que han sido muy provechosos y me han ayudado a conocer mejor el cuerpo femenino y materno más concretamente.

 

A la mañana siguiente concluimos la rutina diaria y volvemos a colocar los muebles en mi habitación. Apenas la mesilla de noche, una cómoda y la cama tenemos que mover así que acabamos pronto. Hoy toca pintar el cuarto de ella, de modo que hacemos la misma operación que el día anterior y terminamos la faena cerca de la hora del almuerzo.

Comemos y algo cansados como ayer nos echamos la siesta, aunque hoy, con los cambios de ubicación del mobiliario decidimos echar el colchón de su cama en el suelo del salón y dormimos así más mosquitos. Realmente estoy cansado, anoche me desvelé un poco con mis prácticas nocturnas así que en la siesta me dedico a dormir y relajarme.

A eso de las seis de la tarde mi madre me despierta y me pregunta si quiere que nos vayamos a bañar. Yo acepto, por lo que ella se va al cuarto de baño a prepararse mientras yo me desperezo.

Cuando estamos saliendo de la casa el sol aún es muy fuerte, entonces me dirijo a ella.

Al entrar en la nave nuestros animalitos parecen estar esperándonos. Curiosamente me fijo en las cabras y me acuerdo del fracaso del día anterior y cambio de opinión, hoy intentaré de nuevo desvirgar a estas tozudas rumiantes.

Mi madre se sienta en el taburete de ordeñar y yo me despojo de las bermudas. Mi pollita está ya lista y esto parece sorprender a mi progenitora progenitora.

Escupiéndome en la mano embadurno con la saliva el chichi de la cabra, también me ensalivo mi pilila para que deslice mejor. Mi madre me observa, yo diría que atentamente incluso. Y tras estos necesarios preliminares intento la penetración.

El animal se altera en este momento, pero mi madre la tiene cogida por el cuello y la retiene con fuerza intentado tranquilizarla con caricias en el lomo. Tras una serie de intentos, como el otro día, sólo la punta entra.

Con algo de pudor mi madre escupe en el chichi de la cabra poniendo sus labios muy cerca del mismo, y con sus propias manos la extiende, incluso la penetra con un dedo comprobando su efectividad.

Obviamente mi madre no está por la labor de ensalivar también mi pene, el pudor es muy fuerte ante esta posibilidad. Yo lo intento pero de la excitación apenas si consigo unas gotas de saliva. Entonces ella se da cuenta de que no ha a ser posible.

Un nuevo intento, y aunque la situación ha mejorado algo tampoco consigo el ansiado objetivo de una buena penetración.

Yo opto por no decir nada ante su ofrecimiento, y ante mi asombro echa una buena cantidad de saliva en su mano y generosamente la extiende por mi pene. Siento un escalofrío recorrerme la espalda en el momento que lo hace y creo que mi polla va estallar.

Un nuevo intento y esta vez casi entra, aunque ahora es el chichi de la cabra el que parece haberse secado con el calor.

La veo salir de la nave de los animales mientras me siento a esperar, en un par de minutos vuelve portando en su mano lo que parece ser aceite de bebé.

Se acerca a la cabra y echándose una generosa cantidad de producto embadurna el coño animal. A continuación y sin preguntarme se vuelve a echar aceite en la mano y lo extiende por mi polla, con lo que nuevamente vuelvo a sentir escalofríos que recorren mi cuerpo. Tras la pausa la excitación había bajado pero al instante, con las caricias de mi madre no tardo en ponerme apunto.

Como una moto empujo con furia al dichoso animal y esta vez mi polla se clava en el chichi como una estaca provocando un berrido de queja en el animal. “¡Qué se joda, que ya me tiene negro esta maldita cabra!” —pienso.

Mi madre está asombrada por el ímpetu de mis acometidas y por lo bien que ha entrado ahora el tema. Yo encima con la excitación de sus caricias siento que hoy no podré aguantar mucho.

Casi me obliga a retirarme, entonces mi polla queda en el aire, chorreando aceite y jugos animales, ante su mirada.

Mientras yo recupero el aliento y ella me mira y mira a la cabrita. De repente opta por introducir su dedo en el chichi del animal. Yo atónito me quedo observándola sin comprender su interés, ella parece deducirlo por mi expresión de asombro.

En el fondo estoy deseando ver su coño y con esta estrategia tan agresiva igual lo consiga, este es mi planteamiento y por intentarlo no pierdo nada.

Ante mis ojos sudorosos ella se incorpora y se quita el bañador, dejándome ver su coñito rubio depilado, aunque no rapado, con la cantidad justa de pelillos en su Monte de Venus para que sea más atractivo y sensual.

La veo echarse aceite en la mano, agacharse junto a la cabra y pringarse el chichi mientras cierra los ojos con cara de satisfacción.

PD.: Si te gustá mi estilo tal vez te gusten mis novelas, puedes conocerlas y leer los primeros capítulos en mi página de autor, aquí en todorelatos.com. Saludos cordiales.

Mas de Esther

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