CYNTHIA: LECCIÓN DE UNA ANATOMÍA PRECOZ
Saludos a quien lea esto. Quiero contar algo ocurrido hace escasamente seis u ocho meses, aunque el asunto venía de hace más de un año. Me explico. Hace como un año, año y algo, conocí un grupo de nuevos amigos, y un nuevo barrio de mi ciudad por el que casi nunca había pasado antes. No tardé en conocerlo como la palma de mi mano y reconocer a golpe de vista a alguna gente del lugar. Y de entre ellos, Cynthia, mi pequeña Cynthia. De cuando la vi por primera vez, le echaba unos 13 años.
De pelo negro largo recogido en moño y unos ojos de azul cristal que congelaban a quien mirasen. No me hubiera llamado la atención, si no fuera porqué tenía un pecho desproporcionadamente grande. Para hacerse una idea, esa chiquilla tenía unos pechos del tamaño de los de Norma Duval, o Marlene Morreau. Y no solo yo me fijaba en ella, sino casi todos los chicos del barrio, incluidos mis propios amigos, aunque solo fuera para burlarse de ellas con comentarios del estilo de: "¿Qué talla de sujetador usas?", "mira que airbag lleva de serie", o "¿cuando me dejarás dormir en esas almohadas?".
Vamos, que eran auténticas perlas de sabiduría. Sin embargo, y aunque a nadie se lo conté, yo la observaba en secreto, deleitándome con la visión de aquel cuerpo a punto de crecer. En más de una ocasión me pregunté que pasaría cuando le llegase el desarrollo, el comúnmente "estirón". ¿Sería posible que le crecieran más?, me preguntaba al verla. Lo que más me extrañaba es que a veces intentaba ocultar su físico en chalecos o abrigos largos, y otras iba de camisetas dejando entrever unos sujetadores con dibujos de fresas o por el general de corazones(se nota que la miraba bastante, ¿verdad?). Había dos Cynthias: una tímida y recatada, y la otra provocadora y ardiente.
Y un sábado(hace precisamente unos ocho meses), ocurrió. Tras ir a ver una película salí del cine y me fui a dar una vuelta. A punto de llegar a donde nos reuníamos los amigos, pasé por un camino de tierra, que pasa por detrás del colegio donde Cynthia y sus amigos iban a estudiar. De repente, por el rabillo del ojo vi una figura difusa, y por instinto giré la cabeza para ver que era. Mi sorpresa no podía ser más grande, y quedé tan paralizado por aquella visión que enmudecí, ocultándome para no ser visto.
Allí, en el estrecho pasillo trasero del colegio(visible a través de la reja) estaba Cynthia, desnuda de cintura para arriba, y con tres amigos suyos, ¡¡¡que le follaban la boca!!!. Cynthia estaba echada mientras los tres hacían su trabajo. No podía creerme que estuviera presenciando aquella escena, ni que la niña pudiera ser tan tremenda. De vez en cuando alguno se salía para que ella usara sus manos jugando con aquellos dulces que devoraba como una gata salvaje, recibiendo aquellas masas de carne embravecidas. Tras varios minutos, los tres comenzaron a llenarla de leche en la boca y los pechos, leche que ella se tragó toda, sin dejar ni gota que la manchara el cuerpo. Mi propio sexo se endureció tanto que me dolió. Para mi sorpresa, en vez de desnudarla del todo y tomarla, los cuatro y vistieron y se fueron, dejándome con ganas de ver más. Cuando quedé solo, tuve que descargar el tremendo calentón que había recibido, porqué me era imposible bajar aquella tremenda erección que se me había puesto. Al quedar "vacío" me fui con los amigos, pero me vi incapaz de decírselo. Era mi secreto, y no quería compartirlo.
Los días pasaron como agua de mayo, y cada vez que veía a Cynthia, me reía con expresión malévola y juguetona, mientras ella, obviamente, ponía cara de poker al no entender mi expresión. Tres semanas después de aquello, no pude aguantar más y me dirigí hacia ella, aprovechando un momento en que estaba sola.
-Hola Cynthia. ¿Podemos hablar?.
-Hola. Tú eres el amigo de la pandilla de David y Ricky, el nuevo, ¿verdad?.
-Verdad. No he podido dejar de fijarme en ti-dije irónico-.
-Ya me he dado cuenta. ¿Se puede saber que tengo de gracioso para que cuando me veas tan pongas a reírte como un tonto?.
-Oh poca cosa pero verás-le susurré al oído- es que me cuesta imaginarte con tus amigos tomando tres biberones a la vez, ¿me entiendes-pregunté irónico-?.
Cynthia me miró con expresión de terror. La habían pillado, y ahora tenía el control para hacer lo que quisiera. Cualquier cosa. Ella miró con miedo a ambos lados y me llevó a un rincón donde habláramos sin temor a oídos indiscretos.
-¿Qué es que lo quieres?. Te daré lo que sea, pero no se lo digas a nadie.
-¿Lo que sea?.
-Sí, lo que sea, pero no hables.
-Cuando estabas con tus amigos no parecías tan timidilla. La verdad, recuerdo verte muy desenvuelta, y muy golosa-puntualicé con un arqueo de cejas- .
-Dime lo que quieras de una vez, pero dímelo-suplicó-.
-De acuerdo: lo quiero es a ti. Te quiero a ti para mí por una tarde. Si pudiste con tres a la vez no creo que tengas problemas con uno solo.
Cynthia me miró con expresión incrédula. No era otra cosa, pero en su momento no podía saber que era. Accedió con tal de que no hablara, y para el sábado siguiente, una vez conseguí dejar la casa para mi solo, Cynthia llamó poco después y la hice pasar. Estaba muy tensa. No me extrañó. Le dije que no temiera, que no haría algo que fuera en contra de sus principios pero que tampoco podía dejar pasar la oportunidad de estar con ella. Una vez me desnudé la desnudé a ella, quien temblaba. Me senté en mi sillón favorito y le dije que se arrodillase para chuparme entero. Tras colocar un par de cojines sobre las rodillas, sus manos comenzaron a aferrarse a mi sexo y su lengua a pasar por encima de mi cuerpo excitado. Antes de que me diera cuenta, me encontraba erecto y ella, sin dilación, abría la boca para acogerlo todo. Sentir como me iba chupando era increíble, por la forma en que ella lo hacía. No creo que las cuarentonas experimentas pudieran superarlo. Su cabeza iba de un lado a otro chupándome con un ansía que parecía disfrutarlo aún más que yo. Su lengua era una liana enroscada a mi sexo mojado, y me provocaba intensos cosquilleos mientras con sus manos me lo cogía y meneaba de un lado a otro. Satisfecho, decidí darme yo el banquete.
-Siéntate tú, y pon las piernas por encima de los brazos del sillón.
-¿Qué vas a hacer?.
-Voy a degustar mi paladar con un sabroso plato de almeja mojada-bromeé-.
Cynthia se sentó, y tal como le dije sus piernas quedaron sobre los brazos del sillón, estando totalmente abierta y con su sexo más que abierto para mí. Acerqué mi cara y con los dedos comencé a tocarla. Empezó a jadear mientras tiritaba, pero ya no sabía si era por miedo o por placer. ¡A la niña le gustaba lo que le hacía, le encantaba!. Mis dedos iban de arriba abajo, recorriendo aquella preciosidad que no iba a dejar escapar a mis caricias. Sus gemidos me daban nuevas fuerzas, y mi lengua también tenía algo que decir en esto, penetrándola un poco mientras comenzaba a mojarse. Sus jugos eran una delicia, y ella parecía derretirse ante mí. Cuando la hice jadear lo bastante fuerte, que estaba preparada, y me dirigí a por ella, quien me apartó con una mirada de miedo que me heló la piel. Algo ocultaba que hasta entonces no sabía.
-¡¡No!!. No lo hagas-me dijo-. Yo es que yo no
La miré con el gesto torcido, pensativo. No entendía que le pasaba, y porqué ese rechazo, a menos, a menos que mi mente comenzó a desvariar con una posibilidad que se abría paso en mi cabeza como un gusano royendo la manzana, y un brillo en mis ojos comenzó a hacerse cada vez más fuerte.
-No-pensé en voz alta- no puede ser ¿o quizá sí-me replanteé-?...¿lo es?...
-Sí-respondió tragando saliva, sabiendo que la había descubierto-. Lo que hago con los amigos me gusta pero nunca quise pasar de ahí Yo soy .virgen
Ni el Big Bang podía igualar la explosión se euforia que sentí al saber que iba a ser el primero en hacerlo con ella, porqué ahora nada me detendría.
-Pues no te preocupes. Te lo haré con mucho mimo. Déjalo en mis manos
La eché sobre el sofá y me puse encima, procurando no aplastarla. Sus manos jugueteaban con mi sexo como ansiosas de él, y diciéndole que solo iba a doler a lo primero, comencé mis incursiones dentro de ella. Poco a poco fui penetrándola, dejando luego que ella decidiera hasta donde. Una vez dentro, comencé a bombearla. Cynthia cerró los ojos mientras y se tocaba sus pechos, que iban de arriba abajo sin que pudiera detenerlos. Mientras tanto seguía bombeando, sintiendo como se amoldaba a mí y como aquella niña disfrutaba de su primera experiencia sexual. Aquello era el Jardín del Edén, no deseaba salir nunca de allí. Mis manos la acariciaban por todas partes, y me deleité en aquellos pezones mientras su cuerpo acogía mis acometidas con un placer que pocas veces volví a ver. Tras un continuo vaivén, Cynthia estaba ya chorreando y yo apunto. Aceleré un poco y alcanzamos un clímax colosal, soberbio, tremendo. Quedó sobre el sofá sudando, jadeando y mirándome. Ya no había miedo en sus ojos. Pasó su mano por mi frente para quitarme los sudores, sonrió y me abrazó.
-No imaginaba que pudiera ser tan maravilloso. No quiero irme de aquí.
-Vaya vaya-le dije sorprendido- No pareces la misma que entró muerta de miedo aceptando un chantaje sexual
-¿Que te crees que soy idiota?. Sabía a donde querías llegar, lo supe en cuanto viniste a hablar conmigo la otra vez. Entré aquí sabiendo que me pasaría.
-Así que ya sabías que esto pasaría. Mira que lista nos salió
-Y tú muy tonto-me espetó en tono chulesco-. ¿Sabes que edad tengo?.
-Creo que 13, o eso me parece haber oído por ahí.
-Te equivocas. Tengo 11 años.
Aquello me dejó de piedra. Menuda zorra con 11 años, como se las sabía todas. Pero eso era mejor aún, era un premio doble para mí. Había conseguido desvirgarla, y aún quedaba mucho por hacer.
-Pues con 11 años o sin ellos, vas a aprender lo que el sexo aquí y ahora
Me salí de ella y le di la vuelta poniendo un cojín debajo para que se agarrara a él. Ella, advirtiendo lo que ocurriría, ni siquiera protestó. ¡La muy asquerosa quería que se lo hiciera!. Pues cogí tantas fuerzas como pude, y tras explorarla un poco con los dedos, me hundí totalmente detrás de ella, clavándola por detrás. Su culo era más que perfecto, y con saña, comencé a acometerla, pero ahora con fuerza, sin piedad. Cynthia, convertida en una auténtica fulana, profería gemidos de placer mientras con sus manos se masturbaba a la vez que yo la estaba penetrando.
Ni en mis mejores fantasías hubiera soñado con aquella sesión de sexo. La fuerza de mis embatidas hacían que ella se agitase en todas direcciones, como buscando donde sujetarse. Al no encontrar sitio, siguió dándose placer mientras yo seguía a lo mío, profundizando hasta el límite. Que niña, que placer más rico nos dábamos mutuamente Cynthia, casi enloquecida por mis bombeos, apuró sus fuerzas y yo también, intentando estallar juntos, cosa que conseguimos en un grito de placer ronco y muy prolongado.
La embatí unas pocas veces más, llenando sus entrañas de mi leche caliente que llevaba mucho tiempo retenida. Sin decir palabra quedamos echados en aquel sofá, mientras mis manos no podían despegarse de acariciar sus enormes pechos y sus sabrosos pezones, provocando nuevos jadeos de placer. Se giró, quedando de frente a mí y dándome las gracias por iniciarla en esto, aunque fuera de ese modo, y me contó que más de una vez había espiado a sus padres mientras hacían el amor, cosa que le encantaba. Su propio padre, añadió después, solía manosearla, aunque no había pasado de ahí. Entonces comprendí que esta niña había nacido para el sexo, y qué de no haber sido, hubiera encontrado otro en menos que se tarda en decir "Jesús". Como regalo, me hizo algo insuperable: me dejó chupar aquellos pechos lo quise, hasta que me quedase satisfecho.
Lo hice hasta provocarle un nuevo orgasmo, que la hizo poner mi sexo entre sus pechos, ocultándolo por completo a mi vista, y comenzando a agitarlos, masturbándome con ellos como nunca imaginé. Me dejaba hacer por ella como ella se dejó por mí, y en el clímax final, mi leche salió disparada como una flecha, que ella se aseguró de tragar como una sibarita. Aquella tarde no la pasé con los amigos, que al día siguiente me preguntaron preocupados donde me había metido."En casa-respondí en tono gracioso-, follándome a Cynthia toda la tarde".
Todos empezaron a desconojarse de la risa, totalmente incrédulos. ¡Inocentes!. Cynthia y yo, después de eso, nos reunimos varias veces más, siempre satisfaciendo sus instintos más salvajes, y siempre que los amigos me preguntaban respondía lo mismo: "Follando con Cynthia", provocando nuevas carcajadas, lo que me hizo recordar una celebre frase que dice: "La verdad es el mejor camuflaje: ¡NADIE LA CREE!"