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Alyson y sus amores

en Trios

ALYSON Y SUS AMORES

 

Paseaban solos en aquella isla sin rumbo fijo, intentando pasar el rato. Llevaban más de una hora que no se encontraban con gente, y apenas hablaban entre ellos. Fue entonces cuando uno de le dio al otro un toque de hombro.

-¿Qué pasa-dijo éste-?.

-Mira allí. ¿La ves?.

Los dos se fijaron en aquella pizpireta figura, casi perdida en la distancia, que se metía en las cristalinas aguas de la playa y chapoteaba por todas partes, jugando consigo misma. Entraba y salía del agua, se revolcaba por la arena con un ánimo infatigable. Los dos se miraron con complicidad y fueron a acercarse a aquella chica hasta estar frente a frente.

-Hola, ¿quiénes sois-preguntó ella-?.

-Pues yo me llamo Peter.

-Y yo soy Jamie, encantados de conocerte. ¿Tú como te llamas?.

-Alyson. Mucho gusto chicos.

-¿De donde eres Alyson-preguntó Jamie-?.

-Vivo aquí, en la isla. No es gran cosa pero tiene su encanto, ¿y vosotros?.

-Estamos de vacaciones-dijo Peter-. Somos de Nueva York y estamos alojados al otro lado de la isla. Llevamos aquí tres días y hasta que te conocimos estábamos muy aburridos. Por fin alguien de nuestra edad. ¿Es que no hay chicos por aquí?.

-Buff, que va-resopló ella airada-. Aún deberíais caminar cosa de tres ó cuatro kilómetros más hasta llegar a la zona de la playa con gente. Desde que pusieron el restaurante de comida rápida el resto de las playas quedaron desiertas, pero yo no me quejo. Tengo mi pequeño rinconcito para mi sola y me divierto mucho.

-¿Tú sola-preguntó Jamie extrañado-?.

-Sí. Mis amigas se van a otros lugares y amigos no tengo aquí. Aprovecho para estar un rato a solas con mis fantasías.

-¿Podemos quedarnos contigo?.

-Claro Peter-dijo ella-. Por esta vez me apetece tener compañía, y vosotros dos me caéis muy bien. Seguro que nos divertiremos mucho.

-Claro que sí-exclamó Jamie muy alegre-.

Durante aquella tarde los tres jugaron a todo tipo de juegos que tanto ella como ellos se iban inventado sobre la marcha. También jugaban a salpicarse sobre las olas, a empujarse y caerse para darse un buen remojón y a inventarse historias sobre chicos y chicas que jugaban juntos al igual que ellos tres. Antes de que se dieran cuenta se habían hecho grandes amigos en una sola tarde, que acabó antes de lo que ellos pudieron percibir, perdidos en su nube de euforia.

-¿Nos quedamos a ver la puesta de sol-preguntó Peter-?.

-Sí. ¿Es que te gusta ver la puesta de sol-repuso Alyson-?.

-No mucho-respondió él-, pero contigo tengo ganas de verla, de estar los tres viéndolo.

-Estoy de acuerdo-prosiguió Jamie-. No sé Peter, pero yo te he cogido mucho cariño Alyson. Eres una chica muy simpática y muy alegre.

Ella se sonrojó un poco y sonrió con una inocente ternura. Se sentó en la arena con ellos a cada lado y allí vieron como poco a poco el sol escondiéndose hasta dar la impresión de ocultarse bajo el mar. Los tres se abrazaron y cada uno le dio un beso a Alyson en la mejilla antes de irse, prometiendo volver a verse al día siguiente. Ella se quedó viendo como ellos se alejaban y se giraban para verla, hasta que rápidamente volvió a casa antes de que hiciera enfadar a su madre. Aquella noche, tantos ellos en su habitación del hotel, como ella en su cama, no podían conciliar el sueño, recordando una felicidad que prometía repetirse durante muchas veces más, y una amistad que prometía grandes cosas en el futuro, algo que los tres esperaban con impaciencia…

Los días pasaron y los tres vivían exclusivamente para pasar juntos todo el tiempo que les fuera posible, en aquel pequeño rincón de playa abandonado a su suerte. Todo era juegos, abrazos, alguna que otra caricia y mucha diversión. Al cabo de dos semanas, tras echar unas carreras, los tres se echaron en la arena mientras intentaban coger de nuevo el aliento. En ese momento Peter se giró para mirar a Alyson, con ojos extraños. Ella no sabía que pasaba.

-¿Qué ocurre?.

-Alyson, ¿puedo pedirte algo?.

-Sí claro, ¿qué quieres?.

-Me gustaría darte un beso. Un beso de verdad. Eres muy guapa.

-¿Un beso?, vaya…es que nunca me han besado-dijo confundida, con voz temblorosa-. Yo…no sé…es que…vale-asintió al final tras mucho dudar-.

Jamie quedó observando mientras Peter se acercaba con algo de timidez a ella. Los dos cerraron los ojos y ese primer beso llegó hasta el fondo de su ser: tan dulce, tan suave y tierno…Alyson estaba extasiada por los labios de Peter sobre los suyos, que parecían no despegarse nunca. Cuando lo hicieron ella se pasó la yema de los dedos, recordando la sensación. Le había gustado mucho, y entonces miró a Jamie.

-¿Quieres besarme tu también-le dijo con total naturalidad-?.

-¿Qué?...Oh, pues-profirió éste confuso-…no creí que yo…pero me gustaría besarte…sí, quiero besarte…

Jamie se acercó a ella sin el inicial miedo de su amigo y también la besó. Aquellos labios sabían diferente, besaban diferente, pero de todos modos, había la misma ternura y el mismo amor en ellos. La pequeña Alyson descubrió lo que era besar y pasó esa tarde besándose con ellos al ritmo de "uno primero, otro después", entre interminables abrazos que la hacían sentirse en el cielo, como si flotara entre nubes. Ellos, que en otras circunstancias se habían encaprichado de la misma chica alguna que otra vez allá en su ciudad natal y habían tenido problemas por ello, ahora eran incapaces de enfadarse. Ambos la tenían y ninguno se molestaba. Tumbados en la arena se besaban con ella y la acariciaban por todo su cuerpo, así como ella también les propiciaba tiernas caricias con sus ojitos llenos de esa dulzura infantil que, a sus 14 años, aún conservaba perfectamente. Ellos, a sus 15 y 16 años (Peter y Jamie respectivamente), adoraban a aquella niña con la que no podían parar de besarse, sedientos de sus labios. Los juegos, poco a poco, comenzaban a desviarse hacia un terreno que si bien no lo habían buscado, tampoco lo rechazaban. Una unión más íntima y más intensa apareció entre ellos con cada beso que ella recibía. Cuando dejaron de besarse, quedaron mirándose los unos a los tros, con un fuerte sentimiento de complicidad.

-Me encanta besarme con vosotros cariños míos. Es tan rico que casi me desmayo-dijo Alyson-.

-No exageres, pero sí es cierto que nosotros tampoco podemos parar de besarnos contigo. Tus labios saben a fresita húmeda.

-Peter tiene razón-dijo Jamie-, y además nos gustas mucho a él y a mí. Los dos estamos muy colgados por ti. Eres preciosa Alyson. Nos gusta tu pelo castaño, tus ojitos tiernos, tu sonrisa rica. Te queremos mucho.

Ella cada vez se sonrojaba más con tanto halago. Los dos se habían quedado prendados de aquella niña con carita alegre y risa contagiosa. Se abrazaron y luego comenzaron una nueva tanda de besos hasta que el atardecer les sorprendió. Antes de la triste despedida, los tres dijeron de verse al día siguiente, y de descubrir nuevos placeres. La pasión que les embargaba necesitaba salir y llevarles hasta el final. La más asustada era ella, pero tanto los quería a los dos que superaría lo que fuera con tal de satisfacerles. Aquella noche se durmieron los tres según se metieron en cama, sonriendo como un niño con zapatos nuevos, deseando volver a verse cuanto antes mejor.

Al día siguiente, después de comer, Alyson salió de su casa como alma que lleva el diablo, deseando ver a Peter y Jamie en la playa. Sin embargo, al llegar, no estaban y ella comenzó a sentir un miedo terrible de no verlos. Los necesitaba, más que comer ó beber. Su corazón comenzaba a acelerarse de miedo hasta que, tras veinte minutos de espera, los vio acercarse y fue corriendo hacia ellos, lanzándose a recibir un abrazo de los dos que fue como una liberación.

-Temía no veros-dijo casi sollozando-, por un momento creí que no vendríais. No puedo vivir sin vosotros. Os quiero, os quiero a los dos-y tras decirles eso les dio un beso en la mejilla a los dos-.

-Tranquila preciosa-la calmó Jamie-, tardamos un poco porqué Peter tardaba en librarse de un compromiso al que querían llevarle sus padres. Pero ya pasó ¿eh?, así que tranquila, que estaremos contigo.

-Hoy lo pasaremos de maravilla-la animó Peter-. Ya verás como recordaremos este momento toda la vida-y guiñó un ojo con picardía-.

Al ver eso ella sonrió de nuevo y cogiéndoles de la mano los llevó hasta la orilla para chapotear y divertirse un poco, pero no pasó ni media hora sin que hubieran salido de las cálidas aguas y estuvieran sentados en la arena, besándose otra vez. En cierto momento, ella miró a sus bañadores, cual no sería su sorpresa al ver como algo despuntaba queriendo salir del bañador a la fuerza, casi como queriendo romperlo.

-¡Guau!, ¿pero que es eso?, ¿es que estáis enfermos-preguntó sorprendida-?.

Ellos se rieron por su pregunta y por esa inocencia que tanto les gustaba.

-No mi niña-contestó Peter-, es que cuando a un chico la gusta mucho una chica se excita, y se pone así, como nosotros ahora.

-¿Entonces vosotros estáis excitados…por mí?.

-Claro que sí-contestó Jamie-. Nos enloqueces Alyson, a los dos.

Ella se ruborizó con timidez mientras ellos se miraban con profunda complicidad. Sin palabras sabían lo que iban a hacer.

-¿Nunca has visto a un hombre desnudo-preguntó Peter-?.

-No, nunca-contestó ella-.

-¿Quieres a un hombre desnudo, o mejor dicho, a dos?.

Ella se limitó a asentir con la cabeza y sin pudores los dos se quitaron los bañadores y los dejaron caer en la arena. Llevándose la mano a la boca Alyson vio por primera vez a un hombre sin ropa, y contempló en todo su esplendor dos vergas bien alzadas, señalándola. Su propio cuerpo se azoró con aquellos considerables trozos de carne sabiendo que además, ella era la causa de su excitación. Se acercó y con los ojos preguntó "¿puedo tocar?" a lo que ellos solo asintieron con la cabeza. En cada mano agarró una pértiga y las acariciaba con esmero y dedicación, viendo como los dos ponían caras de satisfacción. Cuanto más tocaba más dura se les ponía y ella más se excitaba. Su cuerpo disfrutaba con ello mientras los pajeaba.

-Alyson-dijo Jamie-, ¿sabías que se pueden chupar, como una piruleta de fresa?.

-No, no lo sabía. ¿Queréis que os la chupe, a los dos?.

-Sí-contestó Peter-. Chúpanosla bien, que luego te haremos disfrutar a ti.

Ellos se sentaron en la arena y ella entre los dos, para poder alternarlos. Abrió su boca y comenzó a mamársela primero a Peter, luego a Jamie, y finalmente alternaba los dos viendo como ambos lo gozaban como ella nunca les había visto disfrutar tanto. Alyson nunca había hecho esas cosas, que aunque la avergonzaban, también comenzaban a gustarle, a deleitarse con el sabor de las pollas de sus dos amores: duras como mármol, calientes como brasas ardiendo, y gratas al tacto, ella mamaba y mamaba ganando cada vez más experiencia. Cuando las empapó bien de su saliva, Peter dijo que dejara de chupar, a lo que Jamie le secundó.

-Desnúdate Alyson-dijo Jamie-. Déjanos verte para contemplar lo bella que eres.

-Vamos preciosa-continuó Peter-, déjanos gozar con tu cuerpo como tu gozaste del nuestro. Ya verás como te va a gustar tanto que querrás repetir siempre.

-Te cuidaremos, te mimaremos y te haremos disfrutar. Queremos hacerte feliz.

Sin miedo alguno, desató el nudo de su bikini y lo dejó caer, mostrando dos pechos aun por terminar de crecer, y luego la parte baja, enseñando una vulva con unos pocos pelos. Se dieron un abrazo, desnudos, para tumbarla en la arena mientras los dos pegaban sus bocas a sus cuerpos y la recorrían de lado a lado. Lametones, besos, y cuatro manos la transportaban al cielo del placer. Tras irse por sus piernas ida y vuelta, cada uno tomó un pecho en su boca y comenzaron a mamar de ellos. Los gemidos de ella comenzaban a hacerse más fuertes y roncos, sintiendo como sus pequeñas tetas eran comidas hasta la saciedad por sus entregados amantes. Sus manos jugaban con su vientre mientras las lenguas devoraban los tiernos y jugosos pezones, cada vez más y más tersos y duros. A veces dejaban de mamar para besarse con ella y luego volver a saborear esas incipientes tetas que tan rico sabían.

-Aaaah aaaaaahh aaaaaahhh…chupadme las tetitas…que rico…aay aaay que bien…que gustito da…es riquísimo…aaaaaah aaaaaaah aaaaaaaaahh…vamos dadle a la lengua…dadle…así, uuuummmmmmmm…que bien…síiiiiiii…

-Ahora te vamos a chupar tu conchita. Ya verás como te gusta-dijo Jamie-.

-Déjate llevar ricura-la consolaba Peter-, y confía en nosotros.

La abrieron de piernas y contemplaron aquella dulzura de coñito de mujer, que ningún hombre había tomado aún. Jamie primero, comenzó a pasar la lengua por ella mientras Peter se acercaba para intercambiarse a ratos. Con las manos comenzaban a tocarle el clítoris, que le arrancaban gemidos cada vez incontrolados y fuertes. Dos lenguas devoraban todo el sexo de Alyson para tener bien humedecida. Su cuca se mojó tanto que empezaba a chorrear de jugos que los dos se afanaban como locos en beberse. Su sabor les excitaba y mantenía las erecciones en su sitio hasta el límite del dolor. Peter era el más dedicado a darle placer oral, y cuando vio lo excitada que estaba, hizo parar a Jamie y se puso sobre Alyson, quien lo miró extrañada.

-¿Por qué paras?, con lo que bien me siento.

-Alyson, quiero hacerte el amor, ahora mismo. Te dolerá un poco al ser virgen, pero cuando el dolor pase gozarás como nunca habrías imaginado. Necesito hacértelo.

-Sí-asintió ella, con firmeza-…ven…entra dentro de mí…quiero que entres…

Jamie se apartó un poco para verlos y Peter comenzó a prepararse para la tan ansiada penetración. Aplicó un poco de fuerza, y tras hacer entrar los primeros centímetros la penetró sin darle tiempo a acomodarse. Ella gritó varias veces al sentir como la polla de Peter la desvirgaba. Se sentía morir, partida en dos. Manó un poco de sangre que cayó en la arena, y poco después, cuando Alyson dejó de forcejear para quitárselo de encima, comenzó a moverse dentro de ella. El suave bombeo fue lentamente subiendo de tono, haciéndose más fuerte, más intenso. Ella notaba aquella dureza dentro suyo haciéndola mujer tras romper aquella tela inútil en su interior que aún la hacía niña. Se aferró a él, le rodeó con los brazos para apretarse y lo atrapó con sus piernas para que él no se saliera de ella. La potencia machacadora de Peter friccionaba el interior de Alyson con amorosa entrega, y con cada acometida se producían varios jadeos de placer que estaban proclamando el inminente clímax que deseaban con febril impaciencia. Peter aceleró más y más hasta que en los últimos empujones los dos gozaron y dos roncos gritos salieron a la vez de sus bocas cuando el orgasmo les arrasó como una ola gigante. Los dos se quedaron tumbados unos momentos mientras ambos respiraban con rapidez y cansancio. Ella tragaba saliva con dificultad y se llevó la mano a la cabeza. Nunca antes se había sentido tan feliz y tan realizada. Se abrazó a Peter y lo besó varias veces, antes de ver a Jamie a pocos metros de ellos, con cara sombría.

-Ven Jamie…ven y hazme el amor…disfruta de mí como él lo hizo…

-¿De verdad quieres hacerlo conmigo?.

-Sí…No puedo vivir sin los dos…os necesito…os quiero….ven y ámame…

Jamie sonrió y se puso encima de ella. Entró con más facilidad y sin demora se puso a hacerle el amor con toda la pasión que estaba deseando darle. Peter, con cara aniñada, miraba la escena, viendo como el coñito de Alyson recibía el empuje de Jamie. Ella sentía que no podía ser más feliz, entregándose sin reserva alguna a ellos dos con total libertad. Su balanceo sacudía todo su cuerpo y gozaba mientras Jamie la enterraba con su cuerpo entre la arena y él. Metió la cabeza en el hueco del hombre de él y apretó los dientes para gozar y gozar del cipote de su amor. A cada empuje aún sentía esa sensación de estar partida en dos, de que la estaban matando de gusto. Jamie pasó sus manos por la espalda de ella y luego le agarró con fuerza del culo para tenerla bien sujeta y empujar violentamente. Alyson comprendió el deseo de Jamie y se dejó hacer para ser penetrada con toda la fuerza que a él le fuera posible. Tanta potencia comenzó a dar que el choque entre las caderas de ambas se oía como una especie de chapoteo, casi de palmadas. Se besaron con fuerza mientras la dulzura de las lenguas se degustaban mutuamente y conteniendo sus gritos ambos gozaron uno del otro en un paroxismo sin precedentes. El vientre de Alyson se contorsionaba en todas direcciones y cayó casi desmayada sobre la arena. Jamie miró a Peter y tras alzar sus manos se dieron un fuerte apretón de "choca esos cinco", y un abrazo. Se tumbaron al lado de su chica favorita y la acariciaban por todas partes. Se sentían atraídos hacía ella como imanes. Permanecieron mudos largo rato, perdidos en su universo de cariño, caricias y sexo delicioso y desenfrenado. En la mente de Alyson desfilaban imágenes y olores que la inundaban de placeres infinitos. Cada vez que los miraba, solo podía quererlos y querer que se la cogieran, que se la cepillasen, que la hicieran el amor toda la vida.

-Quiero repetir-dijo Peter-.

-Pues date prisa antes de que cambie de idea. Fóllame amor mío.

-Sí, pero ahora me cabalgarás tu. Móntate sobre mi manubrio.

Se sentó sobre la cadera de Peter, agarró la polla de él y se la empezó a meter en su aún dilatada cuca. Entró a la primera y al poco tiempo ya lo estaba gozando, tomando ella el control de la acometida que la volvía loca de placer. A mitad de la cabalgada, sintió alguien detrás de ella y vio que Jamie estaba rodeándola. En ese instante se sintió como si fueran una hamburguesa, ella la carne y la lechuga y ellos el pan. Jamie no dejaba de acariciarle su culo y darle lametones en su ano.

-Alyson, perdóname por lo que voy a hacer.

-¿De que hablas Jamie?.

-De que ya no puedo contenerme. Me vuelve loco tu culo, me obsesiona. Quiero ser el primero en gozarlo. Ya no puedo aguantar más…

Antes de que ella pudiera reaccionar y pese a todos sus esfuerzos, Jamie hundió su polla dentro de ella. Parecía increíble como algo tan grande entraba en algo tan pequeño y apretado. Alyson gritó presa del dolor, con los ojos llorando y sin hablar como si se ahogase. Su carita era la viva expresión del dolor. La fuerza del impacto los mantuvo quietos unos instantes. Y como a ella le gustaba, cuatro manos recorrían su cadera, su cintura, pasaban por sus piernas y brazos y jugaban con sus tetas y las amasaban enloquecidos. Tanto uno como otro besaban su carita para que dejara de sufrir. Cuando pudo abrir los ojos miró a Jamie y lo vio detrás de ella. Sintió como sus dos agujeros estaban rellenos de polla y se sintió tan mujer, tan adulta, pero a la vez tan niña y tan puta que esbozó una pequeña sonrisa de consentimiento y perdón. Empezó a moverse un poco y disfrutaba de esas dos trancas que la perforaban. Alyson gozaba, gritaba, gemía y jadeaba como una verdadera perra. Apoyando sus manos en la arena se puso a cuatro patas, dejando sus pechitos al alcance de la boca de Peter, mientras Jamie, perforando su ano, pasaba sus manos por su vientre y le tocaba el clítoris con rapidez. Ni en sus más locas fantasías Alyson se había imaginado en una situación como esa, haciendo el amor con un chico mientras otro le daba por culo. Le dolía sentir como aquella verga se rozaba contra las paredes de su ano, la quemaba por dentro, pero no podía parar de gozarlo. Casi era como una placentera humillación. Una vez los tres cogieron el ritmo al unísono, aceleraron su embestida para gozar al mismo tiempo. Jamie se curvó y le besaba el cuello como un viejo verde mientras le apretaba las tetitas y ponía los pezones entre sus dedos para jugar con ellos. Que gozada de polvo a dos bandas, que maravilla de follada la estaban dando. Sintiendo que estaban a punto de correrse acometían más y más fuerte, y el sonido de las caderas al chocar era tan intenso que les parecía que eran como tambores. Aferrándola bien empujaron y en un grito común, ambos la llenaron de su leche y gozaron como posesos. Cayeron a la arena muertos de cansancio, jadeantes, con el cuerpo empapado en sudor. El tiempo había dejado de existir, y el mundo era un recuerdo lejano. Solo existían ellos.

-Perdóname amor mío, pero es que lo necesitaba.

-No pasa nada Jamie-dijo dándole un beso en los labios-. Me dolió mucho pero me he corrido por todas partes. ¿Queréis que dentro de diez ó veinte minutos repitamos, pero cambiando de agujero?.

-¿Quieres que te follemos de nuevo alternándote en tus agujeritos?.

-Sólo quiero que me hagáis feliz como quiero haceros felices a vosotros. Os quiero, os amo, a los dos…

Se echaron abrazados y dejaron pasar el tiempo para recuperar fuerzas. A la media hora, Jaime bajo ella y Peter por detrás la penetraron y la hicieron suya hasta quedar exhaustos. Se la pasaban como una pelota de tenis, tirándosela a su antojo. Cuando la tarde iba cayendo, se dieron un buen chapuzón para limpiar sus cuerpos, ya que Alyson había quedado inundada de la leche de los dos cuando se la estuvo mamando a los dos varias veces y la habían pringado por su vientre y sus tetas. La habían emputecido como nunca pensaron que pudieran llegar a hacer. Y a partir de ese día, pasaban las tardes disfrutando del buen sexo en trío, dándose placer en masa.

Más de un mes había pasado desde aquella tarde de sexo y lujuria cuando, a mediados de agosto, Alyson vio llegar a Peter y Jamie y no estaban alegres. Algo les había pasado y eso la preocupaba.

-¿Qué os pasa?, ¿ha ocurrido algo?.

-Alyson…yo…verás, nuestros padres-y se paró, echándose a llorar-…

-Alyson, lo que Jamie intenta decir…lo que tenemos que decirte…es que se acabó…nos vamos mañana…volvemos a Nueva York.

La noticia llegó como una bomba. Sin casi gesticular las lágrimas brotaron imparables por sus mejillas. Los tres se abrazaron y lloraron hasta calmarse. Fue entonces cuando se besaron un poco y acordaron que nada de juegos, ni sexo hasta el final de la tarde. Estuvieron hablando durante horas, contándose intimidades y los secretos más profundos que se guardaban, apurando esas horas que les quedaban para unirse. Ni siquiera se dieron cuenta de lo rápido que pasó el tiempo, y ya estaba atardeciendo de nuevo. Hicieron el amor con toda la pasión que tenían, siempre los tres a la vez, cogidos de la mano, íntimamente unidos. Incluso, en un último favor, ambos pudieron penetrarla por su chochito a la vez dilatándolo al máximo, lo mismo que luego consiguieron hacerlo por su culito, y así se gozaron mutuamente sin tregua hasta sentir ese cansancio extremo que proclamaba su felicidad y les colmaba de plenitud. Alyson, entre los dos, minutos después, se echó a llorar de nuevo.

-Os echaré de menos…estoy enamorada de los dos…no quiero perderos…

-Vamos Alyson-dijo Peter abrazándola y dándole pequeños besos-…no llores que si no lloraremos nosotros también…No quiero llevarme este mal recuerdo…

-Venga Alyson-dijo Jamie quitando las lágrimas de su cara-…Nosotros también te queremos, también nos hemos enamorado, y queremos irnos felices. ¿Sabes por qué?.

-No-dijo ella sollozando, queriendo no llorar más-, ¿por qué?.

-Porqué volveremos. Volveremos por ti.

-Jamie, ¿lo dices en serio-preguntó ella sonriendo poco a poco-?.

-Muy en serio. Además, tenemos tu dirección y tu teléfono(como tú la dirección y el teléfono de ambos). Te llamaremos, te escribiremos desde Nueva York, y dentro de un año, volveremos por ti, y estaremos juntos de nuevo.

-Sí Alyson-continuo Peter-, te amaremos, te cuidaremos y te mimaremos, y cuando seamos adultos, estaremos siempre juntos. Queremos pasar la vida contigo.

-Y yo os quiero a vosotros. Quiero que me hagáis el amor, que me folléis y me penetréis. Quiero casarme con vosotros, con los dos. Quiero quedarme embarazada de vosotros, que me preñéis, primero de uno y luego de otro, y daros niños fuertes y sanos, y niñas preciosas. No quiero que nada nos separe.

-Volveremos por ti, y viviremos aquí si hace falta-terminó Jamie-. Viviremos para hacerte feliz, como tú nos haces feliz a nosotros, y ya nunca estaremos separados.

Los tres, sonrientes, se abrazaron de nuevo despidiéndose, en la promesa de volver a estar los tres juntos de nuevo, para amarse libremente, para consumar su relación, y para vivir juntos para toda la vida, como unos enamorados que ya eran…

JAMES "JAMIE" CRAWFORD

PETER SHEFFIELD

ALYSON PRICE

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