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Orgías en las despedidas de soltero

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ORGÍAS EN LAS DESPEDIDAS DE SOLTERO

Hola, me llamo Jorge Castaño. Nací en España, aunque a temprana edad me fui de allí a realizar mi sueño: abrir un pub en Miami. Siempre he sentido una fijación muy especial por esa ciudad que Sonny Crockett y Ricardo Tubbs recorrían persuigiendo a los delincuentes y traficantes de drogas. Yo tenía 16 años cuando vi el primer capítulo de Corrupción en Miami (Miami Vice), y quedé maravillado por aquel mundo de lujo y oropel. Aquella maldita serie me causó tanta impresión que quedé cegado por el ideal de luces, sonidos y colores que mostraba jajajajaja. En cuanto tuve edad suficiente cogí el montante y me largué hasta allí, sin conocer a nadie, ni un alma. Una época difícil pero maravillosa. Adopté un nombre más "yanqui", Gordon Brown (años antes de que mi homónimo fuera primer ministro británico), y trabajé duro en toda clase de bares y prostíbulos hasta que al fin tuve medios para abrir mi pub, al que puse el nombre de mi madre, Irene’s Corner (El Rincón de Irene), pero hace pocos años mi sueño se vio ligeramente cambiado. Esta es la razón de contar mi historia.

Llevo en este negocio más de 20 años desde que empecé en él como un simple barrendero de bar, y con el tiempo he visto como han cambiado las cosas, especialmente la clientela y sus gustos. Y no hablo de bebidas o aperitivos, no…hablo de sexo. Sexo desenfrenado, verdaderas bacanales y las mujeres más recatadas y de postín convertidas en zorras, en putas troyanas al servicio de la polla de turno. ¿Creéis que exagero?. Si os creéis eso es que no tenéis ni idea de cómo está el asunto hoy día. Permitidme que os lo clarifique un poco.

Hace cosa de cinco años, seis como mucho, empecé a ofrecer un nuevo tipo de servicio en el pub: las despedidas de soltero. El negocio iba viento en popa y un amigo me dijo que las despedidas eran un negocio seguro y una forma de sacar mucho dinero y "diversión" (me dijo esto con retintín). No se equivocaba, pero tampoco me imaginé lo que descubrí desde entonces. Y yendo al grano, os contaré la última despedida que tuve hace apenas unos pocos días. Se trataba de una novia a punto de casarse y sus amigas, en total un grupo de 30 mujeres que querían una noche de libertad sin sus maridos, hijos o novios cerca. Ojalá pudiera deciros sus nombres, pero hace ya tiempo que no presto atención a eso. Después de tantas "Mary", "Julie", "Anne", "Jane", "Sarah" y demás me acostumbré a identificar a las chicas por la ropa y la cara.

En cuanto llegaron me fijé en sus manos. No es que yo sea fetichista, es que me tengo la manía de fijarme en si llevaban anillo de casada. De las 30 chicas unas 20 lo llevaban, y unas 7 llevaban sortija de diamante, en vez de la clásica alianza. Enseguida supe por donde irían los tiros…y nada más salió el primer streaper, Paul, las chicas se volvieron locas. Paul, el primer streaper que contraté, siempre hace el mismo papel: el de policía. A él le encanta y las chicas se derriten viéndolo. Solo tiene que menearse un poco y jugar con las esposas y todas se despendolan entre chillidos y aullando de gusto. Cuando lo ven bajar del escenario e ir por las mesas con esa tableta de chocolate por vientre, dejándose sobar por ellas, la calentura ya se empieza a notar. El ambiente se caldea. Por supuesto él ya sabe lo que pasará. Todos lo saben, pero siempre se hacen los inocentes, los sorprendidos. A ellas les encanta.

Después de Paul llega mi as en la manga, Chuck "el Chulo". Lo suyo es el rollo motero, con chupa de cuero y unas gafas de sol último modelo que jamás se quita, ni siquiera para follar. Él es quien empieza el verdadero espectáculo en la mayoría de las despedidas. Los macarrillas siempre son los que más excitan a las mujeres. Yo, desde mi puesto en la barra, veo como todo empieza de nuevo, y no me equivoqué: rubia, pelo corto, vestido violeta corto de una pieza, medias de encaje. Delgada pero no anoréxica, con poco pecho pero largas piernas. Sus manos palmean la polla de Chuck, quien se sonríe y arquea las cejas. Él ladea la cabeza con picardía, y la rubia no se lo piensa dos veces: se la saca de los pantalones y se la soba hasta ponérsela del todo dura. Acto seguido, se la lleva a la boca. Las demás se animan. Y aunque es raro de ver, me fijo que dos de las chicas parecen algo escandalizadas. Las otras gritan y corean su nombre a los cuatro vientos. Es la triunfadora: llevaba sortija de plata con diamante incrustado. Las que llevan sortija son siempre las más ricas…y también las primeras en dar inicio a la verdadera despedida. Cuanto más ricas, más pervertidas.

Juntados Paul y Chuck, le toca el turno a Richard, un morenazo al que le gusta hacerse el cachitas. Como está bien formado, un par de poses y las mujeres se vuelven locas con sus músculos. Una de ellas, al bajar él a las mesas, lo soba de arriba abajo, lo acaricia y veo como se relame al notar sus músculos. El tanga de Richard deja entrever (adrede) que está empalmado y la chica, pelirroja, pelo liso hasta el cuello y vestida casi como colegiala con falda negra corta, camisa blanca y medias negras, muy voluptuosa tanto de pecho como de piernas y culo (sortija de cinco diamantes engarzados) se abre la camisa y saca tus tetas del sujetador. Richard ya sabe qué desea y le pone su miembro entre ellas, que es recibido amorosamente. Las demás lo observan todo con fascinación y deseo. Tan solo las otras dos parecen asqueadas de ver como sus amigas se someten a esa depravación: 1ª, pelo castaño, camisa burdeos con pañuelo lila, falda negra hasta la rodilla, pechos mediano; 2ª, rubia, camisa de rayas blancas y rojas, con mini falda a juego, sin medias (que es lo normal, dado el calor de Miami), de pecho siliconado (muy redondeado y firme, se le nota a pesar de la ropa) y de culo prominente. Me fijo en ellas a la espera de ver qué ocurre. Presiento que esas darán la campanada.

Mientras tanto, la orgía ya ha comenzado. Paul ha subido a la rubia, a la que va desnudando mirando hacia las demás con complicidad, en un guiño que dice "si queréis también podéis pasarlo bien". Son 6 streapers contra 30 chicas. La proporción es muy clara: 1 chico por cada 5 chicas. Literalmente, y dicho en plata, se hinchan a follar. Yo, como jefe, debo estar atento por si la cosa se desmadra, aunque siempre permanezco en un seguro plano detrás de la barra. Veo aparecer a Connor, el más delgado y flacucho de todos los chicos, pero también el más gracioso para ellas. Él, que sabe de su condición de "patito feo" entre los demás streapers (no es tan guapo ni tan fornido, de ahí que lo contratara: para hacer contraste) se aprovecha de eso. Las chicas, viendo su desparpajo y picardía, enseguida se le acercan divertidas. Una de ellas lo besa como si lo quisiera comer vivo: morenaza, pelo castaño oscuro, con tanga y sujetador de corsé a juego, de color violeta. Su ropa ya está tirada por el suelo. Connor se la gana intentando emular a Chuck. Ella está encantada, y yo siempre me sorprendido: lo poco agraciado que es de físico y lo bien que sabe usarlo para que las chicas se lo quieran merendar. La morenaza aparta el tanga y Connor, ya duro, comienza el mete saca. Otra victoria para el benjamín de mis chicos. Él nunca me decepciona.

Y al mirar a otra parte del local es cuando veo lo que ya me extrañaba no haber visto antes: una chica de piel pálida, pelo castaño con mechas rubias recogido en moño. Sobre su regazo tiene a otra chica: rubia oxigenada, medias de redecilla, tanga rojo diablo, y un par de guindas afresadas por tetas. Las dos se están dando el lote como posesas. Es algo común en esto: las chicas, ya desinhibidas, dan rienda suelta a sus deseos más oscuros y secretos, que casi siempre son hacer el amor con alguna amiga suya. Las demás, a las que ya todo da igual, ni se sorprenden, solo las dejan hacer. Se besan y se desnudan para tomar posesión del cuerpo de la otra. La escena es muy morbosa, las dos amigas se frotan los pechos y se acarician sus respectivos chochitos buscando el placer de la otra. De vez en cuando alguna de ella aleja la mano buscando acariciar al que más cerca tengan, tanto chico como chica. A estas alturas ya no importa el "quien". Yo, aunque ya tengo muchos "rollo bollos" vistos, no puedo evitar el excitarme viéndolo, pero como siempre me resisto a sacarme la polla de los pantalones y darle al manubrio. He de contenerme…pero luego diré porqué.

Como no podía ser de otro modo, no podían faltar ni la adicta al semen ni mucho menos la enamorada de las felaciones. La primera es una rubita de melena de top color blanco y cuerpo de gimnasio, torneado, de tetas bien duras por los abdominales que se habrá metido entre pecho y espalda. En cierto punto de la juerga la veo con tres pollas para ella sola, pajeando a dos y chupando a uno. Las demás, en coro, la ven en plena acción eufóricas, parecen saber lo que ella quiere y están deseando verlo. Su reacción no se hace esperar. Los chicos eyaculan con placer sobre su cara y sus tetas, pringándola de arriba abajo. La gimnasta se relame, se traga todo el semen con una impagable cara de vicio. Y me fijo entonces en su mano: sortija de rubí de gran tamaño. En cuanto se toma toda su leche se levanta y pone el culo en pompa. Adicta doble. Es otro de los chicos, William, a quien señala: Mr. 25, y creedme, no tiene ese apodo por tener 25 años. Will le encula con fuerza, a ella le encanta tal violencia, casi parece que la estuviera violando pero grita de placer recibiendo tamaña sodomización. Él es mi segundo as en la manga, tiene una capacidad innata para aguantar un solo polvo. En cuanto a la enamorada de las felaciones, primera campanada de la noche: resultó ser una de las dos remilgadas que yo había visto antes, la de la camisa color burdeos. Tuvo que ser Connor, con su sentido de la picardía, quien le quitara sus inhibiciones. Toda una comepollas.

A veces, viendo eso, me pregunto si actúan después de todas las copas que se toman o es que el alcohol es para justificar su conducta. Ya ni recuerdo las veces que lo visto desde que hago este tipo de actividades, y siempre es igual. "Si 15 tíos ven a una mujer desnudarse se cortan como la nata de la leche…pero si son 15 tías las que ven a un tío desnudarse se calientan como motos". Es un viejo dicho que jamás imaginé que fuera tan cierto, pero lo es, y mientras vuelvo a pensar en ese dicho veo a una verdadera mujer de curvas fantásticas y cuerpo de vicio. Viste casi como una adolescente: faldatop de una pieza rosa, ropa interior blanca, pelo en coletas. Es la novia…pero no quisiera imaginar que pensaría el novio si la viera como yo la veo: sentada en el regazo de Paul mientras Chuck la sodomiza. Es el alma de la fiesta, las otras la adoran, es la primera en hacer una doble penetración, que a mitad de camino del orgasmo se convierte en una doble penetración vaginal…y la chica lo aguanta todo, su cara es puro morbo, no deja de gritar pidiendo más, y Will llega para reemplazar a Chuck. Éste se va encantado a por otra y Will hace que la novia quede estremecida. Su coño está dilatado al máximo, no le entra nada más. Algunas de las chicas se enzarzan en una guerra de besos y abrazos. Melosas, se exploran y consuman viejos deseos o incluso algo más. Más de una lesbiana ha salido del armario aprovechando la ocasión, declarándose ante alguna amiga suya a la que amaba en secreto…y muy rara vez la declaración de amor terminó en ruptura. La de veces que me quedé sorprendido de lo que pasaba ante mis ojos.

Chica rubia oscuro con falda de cuadros roja y negra, top mínimo, muy abultada de pecho y más de pierna. Carnosa y apetecible, la veo bailar con Bruce, el streaper de melena rubio dorado que parece salido de algún videoclip de alguna cantante juvenil. Los veo bailar al compás, meneando el culo que ella pone en el paquete de él, con ella sujeta a la barra del escenario…hasta que me doy cuenta que la chica, presumida, no se ha quitado la ropa para follar, solo ha apartado su fino tanga para que él la penetrase. La noche va pasando mientras ellos van pasando de coño en coño como una abeja que pasa de flor en flor. Ellas se los comen a todos con los ojos, quieren machos, pero machos de verdad, auténticos, bestias musculadas con poderosas y grandes trancas que se las follen como animales en celo. Quieren sexo, quieren placer, quieren pasión, frenesí, la locura, lo quieren todo y ellos les dan lo que quieren, las satisfacen en todo momento, casi las toman a la fuerza…sin que ellas protesten en ningún momento. Esa amoralidad las tiene en vilo, las enloquece, las pone al rojo vivo y ellos se lo pasan de miedo.

Y llega la segunda campanada de la noche: la remilgada que quedaba por caer en las telarañas del sexo y la lujuria también sucumbe a la fina red de placer. La señorita tan aparentemente recatada con su pelo de color rubia y sus tetas siliconadas se dejó llevar por aquella diversión salvaje. No resultó ser tan remilgada…solo era tímida, y tanta desinhibición la cortó un poco, pero de nuevo mi bienaventurado Connor logró que ella se soltara la melena con algo tan sencillo como al mismo tiempo efectivo: haciéndola reír. Sus poses y pantomimas intentando ser un tío duro y cachas provocaron que ella se riera y se relajara al fin, dando rienda suelta a los deseos que tenía reprimidos desde el comienzo de la orgía. Sus amigas, al verla unirse a la fiesta, la recibieron entre vítores de euforia, la besaron, sobaron, abrazaron y también la desnudaron para que fuera follada por Will, a quien ella deseaba probar primero. Fue dicho y hecho: Will se la comió viva, le dio un señor polvo de los que hacen época, un polvo a tres bandas pues a mitad de follada hizo una petición: quería comerle el coño a la novia, quería que ella se sentara en su cara…y la novia aceptó. Tímida puede…pero bisexual también, y desatado el huracán, la ex-remilgada demostró que ser tan viciosa como sus compañeras. Una perita en dulce.

La noche transcurrió con grandes momentos de culminación sexual. Los chicos, que por norma deben saber retener su orgasmo (la regla de oro del streaper: si te corres demasiado luego no podrás cumplir con las demás…y eso es malo para el negocio), no se extralimitaron con las chicas y ellas supieron darles buenas propinas. Las chicas, de un vicioso que daba miedo, quedaron desnudas y empapadas de sudor y alcohol después de tanto sexo. Sus cuerpos, mojados con las copas que tomaron para que los chicos se lo bebieran directamente de su piel, estaban al límite de sus fuerzas, al borde del cansancio extremo. Llegado el momento de la despedida, se recompusieron como pudieron y se fueron de allí a dormir y descansar para la boda. Como siempre, antes de irse, reparto alguna tarjeta entre las chicas para que hablen de mí a sus amigas. Toda publicidad es poca, y mientras se van, pienso en el novio y demás chicos, y que pasaría si supieran a lo que se dedicaron sus mujeres. Lo que daría por fotografiarles la cara en ese momento.

En cuanto a mí, cerrado el pub y con los chicos enviados a casa para que durmieran, no hay nada que me guste más (aparte de ver a la alta sociedad saciando sus vicios) que llegar a casa. Nada como el hogar. Nada como ver a mi mujer y cumplir el pacto que hicimos cuando empecé con este negocio: yo no me follo a las clientas y a cambio le hago de todo a ella. Mi amigo acertó de pleno: las despedidas dan dinero y diversión, y teniendo ya el dinero, ahora me toca divertirme. Cuídense y hasta luego…

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