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Zaira: fogosa a todas horas

en Control Mental

ZAIRA: FOGOSA A TODAS HORAS

-No creo que sea una buena idea. Ya lo hemos comentado en anteriores sesiones y de los riesgos que implica.

-Ya lo sé doctor Sánchez, pero llevo casi tres meses viendo aquí todas las semanas y apenas he conseguido progresos.

-Toda terapia tiene sus tiempos-protestó él-. ¿Acaso esperabas una cura inmediata para tu problema?.

-No, claro que no, pero al menos sí esperaba llegar a la raíz de él.

-Quizá con un poco más de tiempo lo sepamos, debes tener paciencia Zaira. No es bueno forzar las respuestas.

-Ahora mismo estoy desesperada doctor, no le veo otra salida al problema que someterme a una sesión de hipnosis. Necesito saber porqué mi cuerpo me pide sexo todos los días.

-Es normal que el sexo sea algo recurrente-excusó el-…

-Pero es que yo ando fogosa a todas horas-protestó-. No pasa un solo día que no eche un polvo, y no me importa quien sea el tío: amigos, compañeros de trabajo, incluso he llegado a hacerlo con algunos primos…y si no encuentro un hombre, me voy con alguna mujer…y empieza a poner en peligro mi vida social…

-Razones no te faltan, pero creo que exageras. Es la angustia quien habla por ti.

-¡Angustia o no, quiero que me hipnotice-exclamó-!.

Viendo la insistencia de Zaira, el doctor aceptó su propuesta.

-Muy bien, de acuerdo. A ver, quiero que te pongas en el diván y te tumbes muy relajada.

Zaira obedeció al instante. Sus ojos delataban cierto nerviosismo.

-No te preocupes-la tranquilizó él-. Todo irá como la seda.

-Solo espero saber porqué me pasa todo esto.

-Lo sabremos-contestó él con confianza-. Ahora quiero que centres tu vista en el péndulo-dijo, acercando de la cómoda del fondo un pequeño péndulo dorado que hizo balancear-.

Zaira se puso a mirar como iba de un lado a otro, mientras la voz de su médico y confesor iba haciéndola entrar en trance.

-Ahora contaré de cinco hasta el uno y te irás durmiendo poco a poco. ¡Cinco!, comienzas a estar relajada y en calma, sientes tu cuerpo más ligero…¡cuatro!, tus párpados empiezan a ser pesados y te sientes mucho más calmada y somnolienta…¡tres!, tus párpados pesan más y más, te sientes más ligera y relajada, en paz…¡dos!, tus párpados se cierran y estás en un perfecto estado de relajación y paz, todo está en calma…¡uno!, ¡duerme!...

El doctor comprobó el pulso de Zaira, que había bajado ligeramente. Notó que toda ella se encontraba adormecida.

-Zaira, ¿puedes oírme?.

-Sí-contestó casi en un susurro-.

-¿Puedes decirme en que lugar te encuentras?.

-En la consulta.

-Bien, ¿sabes quien soy?.

-El doctor Sánchez.

-Muy bien. Quiero que te visualices tus recuerdos como una película, y que lentamente, y desde tus 27 años de ahora, retrocedas poco a poco buscando el momento en que comenzó tu ninfomanía. Ve, poco a poco mirando los fotogramas de tus recuerdos. Dime, ¿lo has encontrado?.

-Sí.

-¿Qué edad tienes?.

-10 años.

-¿Dónde estás?.

-Estoy en mi casa.

-¿Es de día o es de noche?.

-De día.

-¿Y que haces?.

-Estoy jugando en mi cuarto.

-¿Y que ocurre?, ¿ves algo?, ¿lo oyes?.

-Lo oigo. No sé lo que es.

-¿Y que haces?.

-Salgo de mi cuarto y voy al de al lado. Es el de mi hermana mayor, Marga.

-¿Qué ves?.

-A mi hermana. Está en la cama, tumbada desnuda.

-¿Está sola?.

-No.

-¿Con quién está?.

-Con su novio, Josué. Están tocándose.

-¿Puedes verlos?.

-Sí, por una rendija de la puerta. No está cerrada del todo-respondió, al tiempo que se relamía-.

-¿Qué hacen?.

-Josué la está tocando. La toca en sus tetas y se las besa-respondió, mientras ella misma empezaba a tocárselas-.

-¿Y Marga?.

-Marga está gimiendo, le dice que se lo coma todo, que le encanta.

Zaira, debido a la narración, se desabotonó lentamente la blusa que llevaba para imitar lo que iba recordando, en tanto que el doctor, incrédulo de ver lo que estaba pasando delante de él, no perdía detalle del par de melones que después de tanto tiempo por fin veía en toda su gloria. No pudo evitar un sentimiento de excitación al ver aquellos pezones tiesos acariciados por su dueña, que con sus verdosos ojos cerrados y sus carnosos labios humedecidos, se exploraba con lenta parsimonia.

-Y dime, ¿qué más ves?.

-Ahora Marga le acaricia la polla y se la pone dura…Josué le abre las piernas y le acaricia el coño-decía mientras Zaira contoneaba sus piernas-…la toca con los dedos…se los mete y se los saca…

Zaira metió una mano por sus pantalones y los desabrochó ligeramente, lo justo para meter la mano y acariciarse la cuca. Bernardo, viendo todo aquello, no sabía si seguir con la terapia o propasarse. Su deber como médico se debatía en un duelo a muerte con sus deseos como hombre.

-¿Y que más ocurre?, ¿qué hace Marga ahora?.

-Atraer a Josué a hacia ella…le besa la punta del capullo…se la traga poco a poco, se la mete en la boca…casi se atraganta con ella…

La excitación de Bernardo le hizo tocarse el cada vez más prominente bulto de sus pantalones. La narración/masturbación que su paciente estaba haciendo delante de él era demasiado para poder soportarla, a pesar de que él resistía con todas sus fuerzas, pero la visión de sus ojos verdes cerrados, de su ondulado pelo castaño y su cuerpo medio desnudo era una tentación difícil de soportar.

-Y ahora...¿qué hace Marga?, ¿Qué ocurre?...

-Se la saca de la boca…Y Josué se pone encima de ella…lo veo todo…

-¿¡EL QUE!?...¿¡QUE ESTÁS VIENDO!?...

-El coño de mi hermana…Josué se lo abre todo…y se la mete-relataba, mientras su mano, dentro de sus pantalones, ganaba en actividad-…Josué se está follando a mi hermana, se la tira mientras lo veo…mmmmmm…y ella gime sin parar…

-¿Y tu que haces?...

-Me toco un poco en mi cosita…me entra un calor muy rico mientras lo hago…noto como me arde mi conchita…la tengo húmeda…

-¿Y que más haces?...¡dímelo!, ¿qué más?...

-Me muerdo los labios mientras me toco…me da calorcito…y me voy a mi camita a tocarme…sueño con Josué tocándome como tocaba a Marga…

Bernardo no pudo resistir más la tremenda presión a la que aquella sesión de hipnosis lo tenía sometido, y fue incapaz de reprimir los deseos que tanto pugnaban por salir.

-Zaira, quiero que escuches el sonido de mi voz. Cuando cuente tres, abrirás los ojos pero seguirás en trance; tú volverás a tener 10 años y yo mismo seré Josué, que iré a verte a tu cuarto después de estar con Marga…uno…dos…¡TRES!...

Un chasquido de los dedos hizo que ella abriera los ojos y mirara a su doctor con ojos entre divertidos, cariñosos y a la vez excitados.

-Josué, has venido…estaba deseando que vinieras a verme…

-Sí Zaira, aquí estoy-dijo él-, he venido para hacerte lo mismo que hice a Marga…porqué eres muy guapa Zairita querida…

-Sí…me gusta que me llames Zairita-dijo con un tono infantil-...ven conmigo Josué, tócame mi cosita…

-Desde luego que voy a tocarte-contestó en tono ardiente-…no pienso dejar un solo rincón de tu cuerpecito sin tocar…

-Mmmmmmmmm así, eso es Josué…tócame la cuquita…así, lo haces muy bien, me encanta, me gusta mucho…

-Estás deliciosa Zairita…me tienes loco…

Bernardo acariciaba con insistencia la vulva de Zaira, usando la yema de los dedos para pasar de adelante hacia atrás y vuelta a empezar, aunque a veces se detenía en la mitad del recorrido para trazar círculos. En tanto la exploraba entre las piernas, se besaba con ella una y otra vez.

-Siempre he querido tenerte así Josué. Me encantan tus besos. Bésame mucho más, no te pares.

-Que boquita tan sabrosa, quiero comértela entera.

-Sí cómeme la boquita, dame la tuya para jugar.

La lengua de él se encontró con la de ella, poniéndose ambas a jugar y chocar a la vez que se recorrían de un lado a otro de sus bocas y sus labios. Llevando la mano libre que le quedaba algo más debajo de la cara, tomó posesión de sus tetas y las tocaba con insistencia.

-Que cuerpo más hermoso Zairita, te voy a hacer toda para mí, ¿quieres?.

-Síiiiiiii-contestó eufórica en un tono infantil-, soy toda tuya…

Zaira se dejó hacer por Bernardo/Josué, que no paraba ni un solo instante en besarla, tocarla, humedecerla y calentarla al tiempo. Bajando un poco su cara, acogió sus pezones en la boca y los saboreó y paladeó durante largos y deliciosos minutos. Él notaba como se le iban endureciendo y agrandando ligeramente hasta quedar como sabrosos fresones que mordisqueaba y lamía con infantil glotonería. Ella, berrionda perdida, buscó con avidez la verga de su amante, tomándola entre sus manos y zarandeándola en pequeños círculos.

-Está muy caliente…la quiero toda, dámela ya dámela…

-Sí nena, va a ser toda para ti…pero antes, si quieres, puedes probarla en tu boca Zairita…es tu golosina favorita-comentó con un tono dulzón y meloso-…

-Sí, es mi chupa-chups predilecto, lo quiero todo para mí…

Incorporándose un poco, Bernardo dejó su verga justo a la altura de la boca de ella, que ni corta ni perezosa se la jaló casi toda, deseosa de ella. Bernardo entendió entonces el concepto de "garganta profunda". Nunca antes conoció a una tía que pudiera hacerle lo que ella le estaba haciendo. ¡Que forma de mamarla!. Chupaba, tragaba, sacaba y volvía a chupar con un ímpetu digno de una corredora de fondo. Zaira se revelaba entonces como una verdadera maestra en el arte de la felación, algo que él ni de lejos podía imaginar. Tan bien se lo estaba haciendo que a punto estuvo de hacer que se corriera en su boca.

-¡Para paraaaaaaaa!...uffff casi me haces gozar…y no quiero, aún no…

-¿Qué quieres entonces?...

-Quiero hacerte lo mismo que a tu hermana. Voy a hacerte mujer…

-¿Me vas a meter tu cosota-preguntó con un mohín de niña pequeña-?.

-Hasta el mismísimo fondo, pequeña.

Tras esa declaración de intenciones, Bernardo fue penetrando a Zairita de una manera lenta pero segura, abrazándose a ella lo más posible. Zaira quedó tan sorprendida como deseosa, abriendo la boca y jadeando mientras sentía como "Josué" la iba haciendo suya. Los primeros instantes en que estuvieron tan íntimamente unidos tanto él como ella creían perderse en el otro, fundirse. Querían anegarse entre sí. Luego, con una cantidad exacerbada y mezclada de amor, lujuria, deseo y excitación, Bernardo se puso a tirársela, algo que llevaba deseando desde la primera vez que la vio aparecer en su consulta, embutida en aquel top que resaltaba sus pezones y sus pantalones que le marcaban los labios vaginales. Ahora, por fin, consumía su deseo.

-Te quiero mucho Zairita…te deseo de siempre…te adoro…

-Si Josué, yo también te quiero…y me gusta lo que me haces, lo deseo desde que os vi la primera vez en la cama de mamá…

-¿¿Ya nos habías visto otras veces-preguntó Bernardo, asumiendo su rol de Josué-??...

-Sí, hace como un mes, y os he espiado un poquito más…me gusta lo que le haces a mi hermana, me da calorcito en mi entrepierna…hace que me arda mi cosita…

-¿Y te gusta que te arda?, ¿te gusta tocarte?...

-¡¡SÍIIIIIIIIIIIIIII!!...Me gusta, me encanta fantasear con que vienes a tocarme…

-Pues deja de soñar, porqué ahora se hará realidad…

Cogiéndolo con fuerza y apretándolo contra ella, Zaira se revolvía en el diván sintiendo como Bernardo/Josué se la cepillaba, culminando su deseo secreto de hacerla suya. En todo momento ella se encontraba excitadísima y muy caliente, animando con jadeos y toqueteos a su amante para que la llenase de él. Su verga ejercía un maravilloso trabajo de mete saca en su cuerpo, satisfaciéndolo a marchas forzadas, intentando seguir el ritmo(y la ventaja) que ella llevaba.

-Ahh Josué me gusta como me amas, me encanta, me enloquece…

-Me vuelves loco Zairita, eres una niña muy caliente…

-Síiii soy una hembra caliente, una niñita muy mala…

-MMM adoro a las niñitas malas, son muy cerditas…

-Quiero ser tu cerdita…déjame serlo…

-Si ya lo eres-rió él-…solo mírate…

Zaira sonrió y lo arremetió con un poderoso beso de tornillo que le hizo estremecer hasta la punta de los dedos de los pies. A la vez que se besaban con furia encontrada las acometidas de Bernardo/Josué iban ganando en intensidad y velocidad, manifestando el deseo de gozar con ella. Ésta se iba meneando ligeramente debajo de su hombre, agitando todo su cuerpo en la desenfrenada búsqueda del placer que gracias a "él" y a su hermana había descubierto. Así, durante frenéticos minutos de pasión animal y agitaciones ambos tuvieron su anhelado orgasmo, quedando estáticos y extáticos en una preciosa calma. Un último beso culminó tan deseo momento. Después de volver a la normalidad, ambos se volvieron a vestir, y a sus posiciones originales.

-Zaira, quiero que escuches el sonido de mi voz. Quiero que cierres los ojos. Ahora, cuando cuente tres, chasquearé los dedos, despertarás y te sentirás muy bien. Recordarás todo lo ocurrido y recordado, pero lo último entre tú y yo lo recordarás como si hubiera sido un sueño. Uno…dos…¡TRES!...

Zaira, con gesto extraño, abrió los ojos y se incorporó en el diván, mirando a su médico privado con gesto anonadado.

-Dios mío…oh díos mío…

-¿Te encuentras bien, Zaira?.

-Sí…oh doctor, me encuentro estupenda…es increíble, lo recuerdo todo…fue por Josué y mi hermana…los había visto de pequeña follando y eso me llevó a pajearme desde niña…y ya ni los recordaba…oh, vaya…me siento algo avergonzada-confesó rascándose la nuca-…ya sabe, por que usted lo escuchara todo…

-No te preocupes, ninguno podíamos prever lo que saldría de esto. Además, ya sabes que te protege el secreto médico/paciente. No se lo diré a nadie. Por otro lado, es normal que fuera un recuerdo reprimido. Cabe suponer que, debido a tantos años de sexo continuo el recuerdo original fue lentamente suprimido por los demás, aunque lo que viste de tu hermana y Josué, de algún modo, siguiera ahí.

-Ya, es verdad. Aún así es raro, incluso soñaba con que él viniera a hacerme lo mismo.

-Bueno, es normal, los viste de niña y Josué te inculcó el deseo carnal muy precoz. Se te quedó grabado como el primer hombre con quien querías tener sexo, y dado que no lo pudiste tener, empezaste a buscar otros. Al menos, ahora lo sabemos.

-Sí, muchas gracias por su ayuda. Ahora lo entiendo todo…lo único que no entiendo es porqué me siento tan cansada…

-Será por la sesión, ha sido algo agotadora-se excusó él-…

Zaira, mirando su blusa, se tocó un poco por encima de los pechos, como si comprobase algo, y luego una media sonrisa sardónica, como si hubiera adivinado algo. Bernardo, asustado, tragó saliva.

-Sí, será eso-ironizó-…Doctor, ahora que ya sé el problema, ¿tendré que volver?, ¿habremos de seguir con las sesiones?...

-Sí. Un diagnóstico es solo el primer paso. Ahora que conocemos el origen de tu mal, podremos tratarlo debidamente.

-Estupendo…Seguro que lo pasaremos muy bien, doctor…

-Sí, seguro-respondió él, como adivinando lo que ella pensaba tras su tono irónico-…

-Desde luego…¿puedo pedirle un favor antes de irme?...

-Sí, claro. ¿El que?.

-Que de ahora en adelante-comentó ella, ya en el umbral de la puerta-…llámame Zairita-le guiñó un ojo-…los más íntimos me llaman así-dijo irónica-…

Bernardo, al oírlo, sonrió lujuriosamente…

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