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El amor de mi vida

en Amor filial

EL AMOR DE MI VIDA

Él fue el amor de mi vida, siempre lo fue aun cuando yo no sabía que lo era. Mi hombre, mi dios. Todo empezó cuando yo tenía solo 9 años y él 4 más que yo. Mis recuerdos me llevan siempre a una visión de clara preferencia que él tenía conmigo, siempre estaba allí a mi lado, pues además vivíamos en la misma barriada. Donde iba él iba yo, y él no dejó jamás que nadie me hiciera daño.

Un día estábamos viendo una serie en la TV y se le ocurrió cambiar de canal. Justo entonces vimos una pareja donde el tipo bajaba hasta las partes íntimas de la mujer, y aunque no se veía la escena, sí sabíamos qué era eso jajaja. Luego volvió al otro canal y quedamos en silencio, no tanto yo por que era bastante inocente en aquellos años, pero él sí, ya estaba en una edad de preadolescencia, con las hormonas al rojo vivo, y lanzó a quemarropa la pregunta:

-Dana, ¿tú dejarías que yo te haga eso?.

Algo desconcertada, contesté:

-¿Hacerme que?.

-Lo que acabamos de ver en el otro canal.

Me quedé mirándolo, y en mi cabeza pasaban imágenes un tanto raras, mezcla de las imágenes de la TV con cierta curiosidad mía de saber que se sentiría. Como sabía que no lo dijo con malicia o mala intención le dije que sí, pero que estábamos en mi casa y además con mucha gente que entraba y salía. Entonces me dijo "ven, vamos". Nos fuimos a su casa, al garaje más concretamente. Allí había un auto viejo que no se usaba hacía muchos años que además estaba tapado con una lona.

-Ven, que nadie nos escuchará.

Nos metimos a la parte de atrás del auto y me dijo sin más que me quitara la ropa. Yo con solo 9 años no tenía senos, mucho menos pelos en la conchita, y por si fuera poco era una nena flacucha, claro que él también se parecía a mí un poco, en lo de flaco desgarbado, aunque su cara fue siempre hermosa, y aun no había acabado de desarrollar el pene(tenía poco pelo), y tampoco en las axilas. Mientras yo me quitaba la poca ropa que tenía lo vi quitársela a él también pese a que estaba bastante oscuro, pero por una rajadura de la carpa entraba un poco de luz de los focos del patio(debo aclarar que era de noche). Él estaba casi tan lampiño como yo, y tan inocente como yo, sin saber que debía hacer.

-¿Quieres abrir las piernas un poco-me preguntó-?.

Lo hice sin ningún reparo, estaba curiosa por saber que haría y que me provocaría.

-Cierra los ojos-me susurró-.

Los cerré. Primero sentí solo como un soplido que me hizo estremecerme de alguna manera, luego sentí un dedo que como investigando se posó en mi coñito, delineando mis labios sexuales. Sentía su respiración, como soplándome cerca de mi clítoris, y de pronto me di cuenta que estaba sintiendo algo raro, quizás alguna vez ya lo había sentido, pero como los niños somos tan inquietos solo lo dejaba pasar al ocuparme en otras cosas, y mientras trataba de definir aquello que sentía, sentí la primera lengüetada, quizás con un poco de recelo de su parte, pero que luego continuaron más y más atrevidas.

No sabría describir lo que sentí, sólo se que me mojé mucho por que además así me lo dijo:

-Dana, estás mojando mucho y sabe raro.

No atiné a decir nada por que no sabía si avergonzarme o solo seguir sintiendo. Opté por lo segundo, ya que jamás antes había sentido nada igual y realmente era algo que me gustaba mucho sentir. Instintivamente puse mis dedos en el clítoris y me lo sobé. Al ver eso él empezó a chupar mi dedo que se encontraba allí. Luego lo quitó despacio y se quedó chupándome el clítoris. Empecé a sentir que el cielo se movía, ¿o quizás era el auto?, sólo sé que sin siquiera darme cuenta tuve el primer orgasmo de mi vida y al verme él que me retorcía sin decir nada pero al mismo tiempo muchas cosas inintegilibles, gemidos y pequeños gritos, lo sentí subirse sobre mí y trató de meterme la pija que sentí durísima pero como no pudo y estaba al borde de su orgasmo quedó entre mis piernas y mi cuevita, sintiendo su leche caliente en las nalgas y el asiento del auto.

Nos quedamos así un rato. Yo quería más desde ese instante, pero estaba él tratando de recuperarse, por que había quedado como cansado y sin casi poder respirar, y no pudo ser. Esa fue mi primera experiencia con mi amor, desde ese día siempre estuvimos unidos como siempre pero no volvimos a tocar el tema pese a que siempre buscábamos el contacto físico entre ambos.

Pasaron algunos años y su familia por asuntos de la profesión de su padre tuvieron que irse a Chile a vivir dos años. Al otro año él se fue a estudiar medicina también a Chile, así que deje de verlo varios años , lo recordaba siempre con mucho cariño. Pasaron los años y yo tenía ya 23 y él 27 cuando regresó a nuestra ciudad, y lo primero que hizo después de saludar a sus padres fue ir a mi casa, de casualidad que yo estaba en casa. Al escuchar el timbre salí a abrir la puerta y cuando lo vi no lo reconocí, aquel hombre tenía barba, el pelo algo más largo, era enorme y fornido, y pregunte, "¿Si?". Él me dio aquella sonrisa tan suya y eso fue lo que me hizo reconocerlo. Atónita exclamé "¿¡Jorge!?" y él abriendo los brazos me dijo "¡¡Síiiiiii soy yo chiquita ven aquí dame un abrazo!!". Me abalancé a él, lo abracé y hasta lo besé en la mejilla. Él me levantó del suelo, me hizo dar una vuelta y me puso al suelo, era gracioso ver como me levantó, ya que yo era bastante chica para su altura(él medía 1’83 y yo apenas 1’62). Cuando estuve en el piso me quedé mirándolo, viendo los cambios que había en el físico de mi hombre amado y supongo que él también me miraba pensando lo mismo, porque nos quedamos callados unos segundos, luego ambos nos reímos a carcajadas como recordando cosas pasadas y siendo aun cómplices de aquella travesura.

Hablamos de muchas cosas, tanto de él como de mí, sus estudios, los míos, en eso llegaron mis padres que lo metieron a la casa para charlar, y yo me quedé allí entre ellos pero atenta a cada gesto que él hacía. Cuando hablaba lo vi tan varonil, tan excitante, y tan extremadamente sensual, que creo que jamás lo vi como un niño, por que yo veía allí a un hombre hecho y derecho que de rato en rato mientras conversaba con mis padres y luego mis hermanos me miraba como diciéndome que lo esperase un rato mas, pero yo tenía una cita aquella noche con un novio mío y así se lo hice saber. Levantándome les dije a todos "Yo debo irme pasará a por mí Alejandro" y mi mama se rió un poco diciéndole a él "Alejandro es su novio". No sé por que sentí algo de vergüenza y en él vi una mueca de decepción, pero dijo "Te veo mañana Danita, disfruta tu salida". Sonrió aunque sin ganas y así fue, me fui con mi novio pero en toda la noche no dejé de pensar un solo segundo en aquel hombre que había vuelto a ver después de 13 años.

Al otro día no lo vi, ni al otro, pensé que estaría enojado conmigo pero no era eso, estaba algo alejado por que no quería inmiscuirse en mi vida. Al tercer día llamó por teléfono, buscándome directamente a mí. Mi madre contestó y me dijo "Te llama Jorge", y cuando estaba yendo a atenderlo escuché a mi madre comentar a mi padre "Han pasado tantos años sin verse…¿pero por esa unión que tenían no pasa nada verdad?".

"¡Hola!" hablé, y escuché al otro lado de la línea aquella voz que marcaría mi vida por el resto de mi vida. "Dana-dijo-, ¿quieres salir conmigo en la noche a comer algo por ahí?", y sin pensarlo le dije que sí. "Paso por ti a las 8", me dijo, y colgó. Ese mismo momento tuve que llamar a Alejandro para decirle que no podría salir con él esa noche, que me iría por ahí con mi amor recién regresado del que le había contado tantas veces y a regañadientes me dijo "Bueno, ni modo, te llamo mañana". A las 8 estaba yo lista, bien arregladita y bien femenina. El clima ayudaba, porque hacía tanto calor que solo me puse un vestidito corto aunque no muy pegado, más bien algo suelto pero de tiritos, y no llevaba sujetador, solo un calzoncito pequeño y sandalias de tacón, con mi pelo suelto ondulado por debajo de los hombros color chocolate algo rojizo, y solo los labios pintados color rosa suave.

Personalmente me gustaba verme vestida así mientras lo esperaba frente al espejo, delineando con la vista mi cuerpo que no era nada feo, de caderas amplias y una cola sobresaliente, y aunque las tetas no eran grandes tampoco se quedaban atrás, duritas y paradas pese a estar sin sujetador, se las podía ver bastante con el escote en "V" de aquel vestido color rosa pálido que resaltaba el color de mi piel color canela claro. Como colofón mis ojos cafés claros y grandes se veían bastante brillosos, como luceros. Sí, esa era yo, una chica bonita y de carnes atrayentes que solía volver locos a los hombres con la manera de caminar o vestirme.

Él llegó justo a tiempo, sonó le timbre y le dije a mi padre que estaba saliendo con él y que regresaba en un rato, mi padre dijo "bueno" y salí. Allí estaba el alto, fornido de hombros anchos y rasurado completamente, se parecía más al niño que recordaba, con camisa clara y pantalón azul oscuro. Me pareció de corte clásico y las manos en los bolsillos, lo vi tan hermoso, tan varonil, tan....En fin, lo saludé con un beso en la mejilla y él correspondió abrazándome por la cintura, pegándose a mí algunos segundos como oliéndome. "Mi niña-dijo después-, vámonos ya" y me señaló al coche. Se había comprado un coche y quería estrenarlo conmigo, era bastante bonito aunque no era nuevo, lo había comprado de segunda mano, y me dijo "Suba mi princesa, el carruaje está listo" y abriéndome la puerta hizo un ademán algo teatral remedando a los antiguos caballeros ingleses.

Una vez allí arriba me dijo "A ver nena, ¿que quieres comer?". Le dije que no tenía hambre y que qué quería comer él, y me dijo que quería ir conmigo a varios lugares, que quería recorrer la ciudad, y me preguntó, "¿Quieres ser mi guía y comemos lo que encontremos por allí?". Arrancó sin esperar respuesta y mientras conducía y charlábamos reíamos recordando cosas que habíamos vivido o simplemente por bromas y chistes. Fuimos a recorrer toda la ciudad, paró en una licorería y compró dos cervezas. Yo sin decir nada la tomé así pasaron como dos horas entre lugar y lugar, pillaba licorería y compraba dos cervezas más, yo estaba un poco alegre pero él parecía que no le hacía mella lo que tomaba. Luego fuimos al cerro, donde hay un faro en la cima desde donde se puede ver la ciudad. Se podía sentir el viento fresco allí arriba. Yo estaba sin abrigo y él tan solo de camisa, y al verme tiritar preguntó, "¿Tienes frío?", "Sí-le dije-, un poco" y se acercó por detrás de mí y me abrazo protegiéndome así un poco.

Al sentir su cuerpo pegado al mío sentí la inmediata e inevitable excitación, pero también algo más, por que de golpe también sentí su miembro duro apretándome la cola. Él dio un suspiro que más pareció un jadeo y se apartó un poco de mi, pero seguí allí apoyada en la baranda de hierro en la misma posición de antes y él a un metro de mi apoyado en la baranda pero de espaldas. Lo miré y me di cuenta que me miraba de pies a cabeza. Antes que yo dijera nada me dijo "Ven aquí chiquita, olvida que somos casi hermanos por que jamás te veré como tal", me puse roja por que fue como si leyera mis pensamientos, y así lo hice. Así como estaba él me pegué a él, me acerqué más hasta juntarnos y me dejé reposar en su cuerpo. Podía sentir en mi vientre aquella excitación suya que estaba perforando mi mente de tanto deseo, me sentí húmeda, pero al mismo tiempo pecadora, y como si de verdad leyera mi mente él solo me sonrió. Quise bajar la cabeza pero él me la levantó con el dedo en la barbilla, diciéndome "No dejes de mirarme chiquita, mírame así siempre y déjame perderme en tu mirada" y sin soltar mi mentón acercó sus labios a los míos. Primero solo fue unirlos y separarlos con un pequeño beso. Mirándome nuevamente, esta vez tomándome por la cintura y apretándome contra él para que sienta más aún su pija dura presionándome el vientre abrió la boca y me dio aquel beso tan delicioso, hurgándome con su lengua hasta el paladar, chupándome los labios como la lengua, introduciéndome la suya entera como cociendo mi boca con la suya.

En un arranque de remordimiento trate de apartarme de él, pero me tenía prisionera de sus brazos y estaba claro que no me dejaría ir. Lo abracé por el cuello y él abrió las piernas en la misma posición en que estaba yo, y bajando un poco me dejó en medio de sus piernas pero topando con su pija ya durísima, justo allí donde estaba sintiendo tan delicioso en mi coñito mojado empecé a temblar, al principio no sabia si era frío o era su contacto, luego me di cuenta que frío no era por que mi cuerpo ardía. En mi necesidad por sentirlo y seguir así como hasta ese mismo instante traté de hablar pero él cerró mi boca con la suya y mientras lo hacía bajó hasta el fondo el pequeño cierre de mi escote, dejándomelas casi completamente descubiertas. En ese instante sentimos voces, hasta ese momento habíamos estado solos allí arriba, y por miedo a ser vistos subió el cierre nuevamente y me abrazó pero se mantuvo alerta por si había líos. No dejaba de ser superpeligroso estar allí solos, porqué eran cuatro muchachos entre 17 y 20 años, y al vernos solos empezaron a cuchichear y reír, se pasearon cerca nuestro riendo mientras nos miraban pero luego se fueron no sin antes decirnos "Pueden seguir cojiendo" entre risotadas. Cuando estuvimos seguros que se habían ido él me dijo al oído "Dana, quiero cojerte", y besó mi frente esperando una respuesta mía, que del susto estaba tratando de decidir si quedarme allí o escapar, pero al final no dije nada, mi instinto me llevó a darle un beso en la boca y él me apretó nuevamente, volviendo a abrir el cierre de mi vestido para dejar mis tetas al descubierto, pero esta vez no solo las miró, empezó a besarme el cuello y bajó hasta ellas besándolas y chupándolas, cogiéndolas con ambas manos por los costados y apretándolas hacia el centro.

Estuvimos así calentándonos largo rato, yo a ratos le tocaba la pija por encima del pantalón, tenía fijación con ese bulto pero no me animé a hacer nada más que acariciarlo. En un momento que se puso más inquieto se enderezó y me puso contra la baranda dándole la espalda, mirando hacia la ciudad, y con mis tetas al aire libre, simplemente subió mi vestido, escuché como bajó la cremallera de su pantalón y se la sacó. Empezó a sobarme las nalgas con ella e instintivamente abrí las piernas un poco, él sólo apartó el calzón mientras restregaba mi cola entregándosela entera. Puso su pija en la entrada y empezó a darme pequeños empujones, sacándola al mismo tiempo mientras sobaba mis tetas, apretándolas, dándole pellizcos, mordiéndome el cuello por la parte de la nuca…Estaba muy mojada, me sentía hasta chorrear, lo único que quería era sentirlo penetrándome pero no lo hacía, solo sentía sus jadeos y palabras incoherentes en algunos momentos, hasta que me dijo "¿Quieres que te la meta putita?". Aquello que me dijo desbordó mis sentidos y mi excitación al borde de la locura. Le pedí que lo hiciera, métemela le decía, y volvía a preguntarme, "¿Quieres que la meta putita?". Desesperada y al borde de los gritos empecé a decirle cosas que me nacían de mi excitación, como "métemela yaaaaaaa". Él reía empujando hacia atrás, así que trataba de metérmela yo misma pero él se iba hacia atrás haciéndose de rogar.

-Pídemelo más fuerte Dana-me pidió-, dime que eres mi putita, dime que soy el único que te cojerá desde hoy, sólo yo Dana, sólo yo, dime que nadie más te tocará, Dana dímelooooooo…

Y lo hice, se lo dije.

-Métemela papi métemela tú eres mi dueño y nadie más me tocará, métemelaaaaaaaaaaaa…

Solo sentí el empujón, un empujón certero, sentí al entrar la fricción en las paredes de mi coñito causaron un largo jadeo de placer. Al final la tenía adentro y como me gustaba así fuerte me cogió de las caderas y empezó a cojerme de una forma tan deliciosa que jamás nadie me lo había hecho así, con empujones que movían todo mi cuerpo. La sentía entrando hasta el fondo de mis entrañas, una y otra vez me dejaba sentir esa enorme verga dura y gruesa que parecía que perforaría todo allí adentro pero no quería que se detuviera y siguió así martilleándome. Llevé una de mis manos para acariciarme el clítoris, mientras en cada embestida que me daba podía llegar al cielo de placer.

-Que rico es culearte Danaaaaaa-decía-, que rico es tenerte ensartada con mi verga, no sabes como soñaba este momento-y no paraba, seguía más rápido-, eres mía solo mía. Dana dímelo...

Yo le decía que solo era suya, que nadie mas me tocaría, que sólo él podría hacérmelo, y empecé con espasmos sintiendo mi orgasmo delicioso aahhhhhhh diosssssssssssssssssss seguí, le gritaba y siguió pero al sentirme temblando cuando llegaba al clímax sentí sus riegos dentro de mí y sus jadeos se convirtieron en gritos nombrándome: "Danaaaaaaaaaaaaaaaaa mi chiquitaaaaa mi Danaaaaa diosssssssss", empecé a apretar fuerte y sin parar de cojerme duro y fuerte acabamos casi juntos. Se quedó pegado a mí mordiéndome la nuca, diciéndome que siempre me había amado, y me di cuenta que también yo siempre lo amé.

El resto de la noche tuvimos sexo en todos lados, andábamos en el coche un poco y nos deteníamos solo a acariciarnos y besarnos, y pese a que esa primera vez no fue la mejor de todas las que tuvimos después es el que más recuerdo, por que marcó mi vida y una larga historia de enfrentamientos con nuestra familia cuando se enteraron que él y yo teníamos una relación de enamorados debido a algo que he dejado para el final: ¡que éramos primos!. Hubo una larga contienda de ellos contra nosotros, pero eso es otra historia. Solo puedo decir que mientras más nos trataron de separar más nos unieron, más locuras hacíamos escapándonos para que nadie nos encontrase. En viajes había días que subía por la pared de la casa para meterse a mi cama y antes del amanecer se iba. Esta es mi gran historia de amor con mi primo hermano. Espero haberlo podido contar y expresar bien lo que pasó y que mi historia os haya agradado. Un abrazo a la distancia y un beso, gracias por leerme.

Dana

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