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Sometiendo a mi hermanita: primer día (Viernes)

en Dominación

SOMETIENDO A MI HERMANITA: PRIMER DÍA (VIERNES)

(co-escrito e ideado con Peli)

No podía creérmelo a pesar de que estaba viéndolo con mis propios ojos. A simple vista solo era un coche aparcado junto a una casa de campo, pero era más, mucho más: porqué la casa era la de mis padres y el coche era el de mi querida hermanita. Después de tanto tiempo mis súplicas habían sido escuchadas, ya que desde hacía muchos años no había forma de quedar a solas con ella. Casi 15 años habían transcurrido desde la última vez y ahora, por fin, me iba a resarcir.

Entré en la casa con mucho cuidado de no ser descubierto y comencé a buscar por toda la casa hasta que la encontré donde menos lo esperaba: ¡estaba durmiendo!. Y como pensaba estar a solas, dormía con la colcha quitada y un top gris tapando sus tetonas. Al verlas me puse como una moto, ya no recordaba lo que era contemplar esas enormes y apetecibles masas de carne coronadas por ese par de guindas(aunque estaban ocultas, solo de imaginármelas me ponía caliente). Me empalmé en 0-5 viendo aquello y tuve que contenerme, pero esa visión anunciaba el inicio de un fin de semana en el que me lo iba a pasar en grande.

Bajé a la salita desde el dormitorio de la primera planta, cogí el teléfono y llamé a mis colegas, con cuidado de no hablar muy alto para que María no me escuchase.

-Hey Marcos, soy Juan. ¡Nos ha tocado el premio gordo!. Estoy en la casa de campo, ven con los demás, ¡ah!, y dile a Vanessa que no se olvide de traer lo que ella sabe, que nos va a hacer falta. No tardéis y procurad que el coche no se oiga mucho cuando os acerquéis. Os espero.

Me froté las manos lleno de malicia, durante mucho tiempo había soñado con eso y ahora lo iba a tener. Sabiendo que el cabrón de mi cuñado no estaba(él fue quien se la llevó de mi lado) su esposa estaría a mi merced. Ay mi querida hermanita, que fin de semana tenía planeado para ti, y no iba a privarme de nada. Mientras esperaba que mis colegas llegasen volví al dormitorio para disfrutar con la visión de ese cuerpazo de zorrona que ella procuraba ocultar bajo al manto de la respetabilidad.

Viéndola así, no pude evitar recordar la primera vez que la miré hace 20 años, cuando ella no tenía 12 añitos y yo 17. Para ese entonces yo ya era un golfo salido que follaba con mis compañeras de clase un día sí y otro también. Mi hermana y yo nos llevábamos bien, pero ver como su cuerpo desarrollaba antes de tiempo fue todo un boom que me hizo descubrir mi vena sádica, sobretodo durante una noche en que iba al baño a orinar a las tantas de la madrugada que pasé por su cuarto y la oí gemir. Al entrar a su cuarto ella dormía con la colcha por la cintura debido al calor, con sus incipientes tetas moviéndose al ritmo de su respiración. No podía creer que con 12 añitos ya tuviera semejantes tetonas, pero desde luego tenía que averiguarlo, aunque entonces no sabía como. La miré largo y tendido cono ojos de lobo mientras me empalmaba, sorprendiéndome de que mi propia hermana me pusiera tan cachondo. Cierto es que era mi hermana, pero yo también era un hombre y desde luego no era de piedra ante aquella montañas de obsceno placer.

Si nada había cambiado en ella, su sueño seguiría siendo tan pesado como la pirámide de Keops, así que tenté a la suerte y me senté en el lateral de la cama teniendo sus tetazas al alcance de mi mano. Con mucho cuidado me encargué de quitar la colcha para dejarla plenamente a la vista, viendo como dormía solo con unas braguitas y un top que por supuesto no durarían mucho. Tenía que dejarla desnuda cuanto antes, necesitaba verla como dios la trajo al mundo para recordar su preciada anatomía, así que con cuidado cogí sus braguitas por la costura y fui las bajando con mucha precaución hasta dejárselas a la altura de los tobillos. Eso no fue nada fácil porqué tenía que hacerlo sin movimientos bruscos que la pudieran despertar, pero cuando conseguí sacárselas sonreí como un niño jugando a su juego favorito. Aquello me encantaba.

Sin detenerme en mis acciones, y una vez las braguitas estaban en mi mano impregnadas de su delicioso olor a coño caliente y excitante(que después guardé en mi bolsillo), me planteé quitarle ese top que ocultaba el mejor par de tetas que un servidor había visto jamás. Lo cogí por la costura inferior que llegaba hasta la mitad del vientre y fui subiendo, pero tal y como tenía los brazos puestos aquello se presentaba muy difícil. Pensando rápido, supuse que quizá respondiera a una influencia en sueños así que le susurré al oído "déjame verte esposa mía, alarga los brazos. Te quiero esposa" y otras cosas. El plan funcionó y puso los brazos por encima de la cabeza, casi tocando la cabecera de la cama, lo que me permitió quitarle el top lenta y cuidadosamente hasta que, igual que sus braguitas, ya no estaban su cuerpo. María se agitó un poco y pensé que se iba a despertar, pero en su lugar murmuró algo ininteligible y se quedó profundamente dormida boca arriba y con una pierna despegada, quedando su fantástica y permanentemente abierta cuca a plena vista de mis ojos, dándome una fiesta para los ojos: su magnífico coño y sus tetas estaban ahí en todo su esplendor, casi pidiéndome a gritos "ven y disfruta del pastel". ¡¡Que cuerpazo!!.

Y aunque era morboso, eso no era nada comparado a esa primera vez varias semanas después de estar observándola todas las noches en que me decidí a quitarle su bonito camisón para ver como ella estaba haciéndose una mujer, así que, sabiendo que nuestros padres estaban bajo los efectos del señor Valium, me puse a los pies de su cama y fui descorriendo toda la colcha hasta dejar su cuerpo a la vista. Debido a lo tímida que era aún dormía con un camisón como las niñas pequeñas, cubriendo su cuerpo de arriba abajo. Cogí por el faldón y empecé a subir con precaución(y torpe inexperiencia) hasta la altura la cintura, momento en que paré al ver que Blanquita llevaba unas braguitas ¡con dibujos de conejitos!. Cuanta inocencia había en ella, quizá demasiada para su edad, y eso me encantaba, me excitaba de una manera terrible. Estuve tentando de tocarla por encima de sus braguitas pero me dije que no, que ya habría tiempo para eso, así que seguí subiéndolo hasta que quedó a la altura de los hombros ¡cielo santo que tetaaaaaaas!. Que pedazo de ubres, me dejaron tan empalmado que tuve que gemir entre dientes debido al dolor de huevos pillé. Más que tetas parecían montañas, y que pezones más finos y sonrosados, parecían caramelos que apetecía devorar. Además, juraría que eran muy sensibles al tacto, dulces y apetitosos como el mejor de los manjares. Se me hizo la boca agua. Cuando por fin pude sacárselo me dediqué a quitarle las braguitas, cosa que fue más fácil de lo previsto cuando hizo despegar una pierna. Al verla totalmente desnuda comencé a machacármela como un mico, no podía creer el fantástico cuerpo que tenía delante de mí: su rajita de suave color rosado, sus tetonas de preciosas guindas, sus curvas, su cara de inocente ignorando lo que ocurría…Joder que morbazo, que rica paja me estaba cascando a su salud, la primera de muchas en que me recreaba con mi dulce y tierna hermanita a la que quería hacerle las cosas más obscenas que pudiera. Verla en pelotas me ponía muy perverso.

Totalmente desnuda, su vulva clamaba por unas cuantas caricias para mojarse e inundar el ambiente de un rico olor a sexo. Alargué mis dedos hasta que las yemas de ellos tocaron su pubis y fueron bajando muy lentamente, pasando por el clítoris y acariciándolo un poco hasta que llegué a su panocha, donde los posé unos segundos. Después fui de arriba abajo deleitándome en su tacto y dulzura a la vez que ella empezaba a suspirar, pensando quizá que todo eran sueños eróticos. Mis ojos, a la vez que miraban esa panochita abierta, no podían evitar centrarse en esas guindas por pezones que coronaban esas montañas de carne que iban meneándose debido a una trabajosa respiración. Me relamí de placer como un lobo que se relame viendo a su presa. Sus gemidos me llegaban como música para mis oídos, así que por miedo a despertarla, cesé lentamente de tocarla en su vulva pero me incorporé un poco sobre ella, sacando la lengua y yendo poco a poco hasta encima de sus tetas con ánimo de volver a probar la miel de sus tetonas perfectas y enormes. Vi como la punta de mi lengua alcanzó la meta, tocándolos, sintiéndolos, recordando su fantástico sabor e iniciando unos juegos de hacer círculos por la areola que la hacían morderse el labio, excitándose y de paso dándome un show como hacía años que no lo tenía. ¡Aleluya, de nuevo estaba comiéndole las tetas a María, de nuevo podía chupárselas!. Antes de darme cuenta ya se le habían endurecido a tope, los tenía tope excitados y eso me animaba a seguir. Comer de esas tetas es un placer indescriptible, todo un show.

Aunque para shows el que me dio la primera vez que probé a jugar con ella de ese modo: a poco de cumplir los 13, y casi cuatro meses después de empezar mis juergas de mirar y desnudarla, me aventuré a ir a más de una vez, pasando mis manos por su cuerpecito espléndidamente formado, descubriendo su tersura, su tacto, su sabor…era un manjar digno de los mejores gourmets, de modo que dejando de lado el típico toqueteo con las manos me decidí a usar la boca para ver como sabían las pequeñas cerezas de mi hermanita. Mmmmmm que deliciosa embriaguez tuve en cuanto mis labios jugaron a chupar de ellos y mi lengua a probarlos como quien prueba una golosina por primera vez.

Su carita se ruborizó rápidamente debido a la excitación, pero ni por asomo se despertaba, confirmando lo que yo ya había empezado a sospecha desde la primera noche: que el sueño de mi hermana era tremendamente pesado, tanto como el de nuestros padres pero sin el señor Valium de por medio, lo que daba mucho morbo para hacer esa clase de cosas sin que nada ni nadie pudiera pillarme. ¡Gracias dios mío, gracias gracias gracias gracias!...Había descubierto todo un festín con el que divertirme todas las noches si quería, e iba a hacerlo, como en ese momento en que tenía los pezones de mi hermana en mi boca, mordisqueando y pellizcando hasta ponerlos duros como rocas, al tiempo que mi mano ya estaba empapada de jugos por tanta caricia en su fantástica y virginal cuquita que era agua de mayo para mis sentidos. Sentir sus pezones con mi lengua supuso una fuente inagotable de lujuria, su sabor me obsesionaba y chupaba y besaba de ellos siempre que podía, tanto que pasaba mis días esperando con ese momento. La miraba como mira el lobo a una oveja creo que ella lo notaba y se hacía la disimulada, lo que me hizo fantasear con que ella lo sabía y lo consentía quizá por vergüenza o quizá porqué le gustaba. Bufff que erecciones tenía al imaginarme que ella no decía nada por la vergüenza que le daba decirlo, incluso me dolían a veces. Era una perversión soberbia: mi propia hermana sometida a mis deseos con tal de que nadie supiera lo que estaba pasando. Esa darme carta María para apropiarme de ella a mi voluntad, como entonces que estaba chupándole las tetas y tocándola el coño. Cuanto vicio, ¡era genial!.

Entre una cosa y otra no pude contener la necesidad de tener en mi boca el sabor de su coño, así que acariciando los muslos de ella para hacer que se abriera su vulva palpitante quedó justo enfrente de mi cara, permitiéndome oler su fragancia a mujer, un olor dulce y sensual que me provocó una especie de descarga eléctrica por la espalda desde la nuca hasta el cóccix. Solo ella me provocaba eso y se me había olvidado debido a tantos años de no poder hacerlo, de modo que volver a sentir esa sensación fue un júbilo liberador que proclamaba mi fijación/pasión/¿obsesión? por mi querida hermanita. A la primera lametada que di en su cuca ella ladeó la cabeza, seguía siendo igual de sensible, algo que me alegró enormemente, pues no quería que se perdiera nada. Faltaba poco antes de que Vanessa y los demás llegaran, por lo que no me demoré y seguí lamiendo como si me estuvieran obligando con el Mágnum 44 de Harry el Sucio apuntado a mi cabeza. A cada lametón y chupetón en su clítoris y su vulva ella se ruborizaba y excitaba. Que maravilla de cuerpo, que delicia verla cachonda pensando que era mi cuñado quien se lo estaba haciendo, y seguía dormida como un lirón. ¡Increíble!, ¡fantástico!, ¡soberbio!. Los jugos le salían en riachuelo, y como golosón que soy me di un buen atracón de fluidos de mi hermana del alma. Bebí y tragué hasta quedarme satisfecho de verla tan sensible a mis caricias y de contemplarla en esa postura tan obscena, ofreciéndose en sueños a su propio hermano. El que hubiera la remota posibilidad de que ella pensara de pudiera ser así, como cuando era niña, fue algo que no se me escapó y que me provocó unas corrientes de placer inmensas. Solo de imaginar que la sometía a mis anchas sin que protestase bastó para devorar como un demente su almeja preciosa palpitante y ardiente mientras se relamía en sueños.

Exactamente lo mismo que cuando me envalentoné a hacérselo por primera vez mientras dormía. Ya para entonces venía alarmada a mí porqué se despertaba con la ropa quitada, la colcha en el suelo y la cama húmeda. Yo le dije que en casa había trasgos traviesos y que jugaban con ella cuando estaba dormida, pero que no fuera a decírselo a papá y mamá porqué entonces sería mucho peor, y que si ella era una niña buena los trasgos se irían a molestar a otra parte. En su inocencia me creyó a pies juntilla s(no tenía motivos para desconfiar a pesar de ciertas miradas mías que le lanzaba a veces) esperando que los "trasgos" se fueran, aunque desde luego no tenía intenciones de "irme" así como así. Esa noche, con ella de nuevo desnuda para mí solo, me iba a dar un buen festín a costa de su sensacional cuerpecito en crecimiento. Esa primera noche me colé de nuevo en su cuarto como si fuera un trasgo, y con la experiencia de noches pasadas enseguida la tuve desnuda para admirar sus buenas curvas y sus excitantes melones que iban de un lado a otro al respirar. Por fin uno de mis caprichos iba a ser satisfecho, ya que ni corto ni perezoso puse la cabeza entre sus muslos, los cual lamí un poco para comprobar entusiasmado como se me abrió de par en par teniendo vía libre a su vulva de incipiente vello, cuyas formas se antojaban terriblemente excitantes. Jamás olvidaré como ella casi me puso su coño al alcance de mi boca para que le hiciera de todo. ¡Cuanta perversión, que fantástico!.

Su fragancia fue un imán que me atrajo y me hizo sacar la lengua comenzando a lamerla. Ella se llevó la mano a la boca y se mordió el dedo como si estuviese despierta. Aquello fue demasiado para soportarlo y me volví loco viéndola removerse en la cama a base de tanto lametón mientras que me estaba poniendo las botas de tanto jugo que le salía casi en cascada. Segregaba riquísimo y abundantemente, por lo que me decidí a repetirlo en noches siguientes. Era mejor que ir a la cocina a beber agua jaajaja. Con su carita roja como un semáforo María seguía soportando el delicioso tormento de mi lengua acariciando y sintiendo la fina línea de su vulva, la cual exudaba un olor a sexo que inundaba la habitación. La forma en que se mojaba se me antojaba insuperable, y para cuando mis manos se posaron en sus pechos y con lentitud empecé e amasarlos casi podría asegurar que ella en verdad fingía estar dormida y que a pesar del miedo que aparentaba cuando me contaba esas cosas en verdad aquello le gustaba por el placer que cada noche le daba. Mmm eso hacía ponerme la carne de gallina. Lo más morboso fue como se abrió para que yo la lamiera, parecía que una parte de ella ya consentía, lo que me hizo excitarme pensando en como podría abrírseme otro día y en lugar de contenerme me pusiera a follármela hasta el amanecer.

Pasé la yema de los dedos índices por sus pezones, acariciando con mucha suavidad, provocando sus espasmos y unos temblores que volverían loco al más pintado. Su cuerpo recibía de buen grado todas mis caricias como una bendición. Parecía derretirse como crema de vainilla en mis manos, estaba como ida, con sus mejillas enrojecidas y su boca relamiéndose, lo cual me incitó a besarla para descubrir el dulce y secreto sabor que guardaban. La tenía a punto, y si no fuera por el peligro que entrañaba la hubiera desvirgado allí mismo, se la habría metido sin pensarlo dos veces, pero ya habría tiempo para eso, vaya que sí. Por ahora me conformaba con retar mi libertad y mi seguridad para que mi amada hermana tuviera un orgasmo mientras dormía, lo que efectivamente ocurrió poco después cuando ella se relajó y quedó como muerta, casi sin aliento. No pude evitarlo y me encerré en el baño para matarme a pajas viendo que la había gozar sin que se hubiera despertado. Literalmente me la machaqué como un puto mono hasta vaciarme los huevos. Esas imágenes de su cara roja de placer, de cómo se relamía y se mordía el labio inferior, su cuerpo retorciéndose al compás de mis caricias…me fustigué como un macaco en celo, y ni aún así dejé de estar excitado, si no que cuando me fui a la cama seguí tocándome soñando con el momento de hincársela hasta los huevos. Tenía que hacerlo, tenía que follarla, que joderla viva, ya no podía aguantarme las ganas.

Cercana la hora que los demás vendrían cesé lentamente todas mis caricias hasta que quedó de nuevo dormida como si no pasara nada. La arropé un poco, bajé al comedor y salí de la casa para esperarlos a fin de evitar que llamaran al timbre. En 10 minutos justos aparecieron por el camino que conducía hasta aquí Marcos, Vanessa, Julio y Teo, a los que saludé entusiasmado. Ellos también parecían estar muy contentos de estar a sabiendas de lo que iba a ocurrir.

-Juan, dime que es verdad lo que me contaste por teléfono.

-Lo es Marcos, te aseguro que lo es: mi amada hermanita está sola en la casa.

-¿Seguro que está sola?.

-Que sí Julio, te lo juro. El cabrón de mi cuñado no está y nuestros padres seguramente están en la casa de la playa muy lejos de aquí.

-Ya era hora ¡¡joder!!. Llevo años esperando mi venganza: se va a entrar esa de quien es Vanessa, la voy a dejar para el arrastre.

-Haremos eso y más, os lo garantizo. Pero primero mete lo que ya sabes en el cuarto de invitados o podría irse todo el traste.

-Descuida que eso lo controlo yo. Vamos, que quiero verla.

Entre las ganas de Vanessa de echarle el guante a mi hermana, y que dijera que todo estaba bajo su control, yo estaba eufórico. ¡Que fin de semana nos íbamos a dar, iba ser la leche!. A punto de entrar en la casa me detuve un momento y les pregunté algo.

-¿Habéis traído móvil con cámara o algo parecido?.

-Yo traigo algo mejor: videocámara con conexión a la red para grabarlo todo y tengo espacio de sobra para un fin de semana.

Sonreí como un diablo que hubiese encontrado la tortura definitiva para su víctima favorita y entonces entramos. Ellos dejaron el material que habían traído (algo de comer y beber) por la cocina y subimos a su cuarto: cuando la vieron totalmente desnuda al descorrer la colcha se quedaron patidifusos de descubrir semejante cuerpo que pedía a gritos que le diéramos "caña de la buena, caña pa la nena" y que durante tantos años nos había dado esquinazo, pero nunca más. Julio y Marcos se sacaron las pollas y empezaron a pelársela allí mismo, mientras que Vanessa, admirando con los ojos abiertos como platos sus melones y tocándose los suyos(para comprobar una vez más que por desgracia ella no tenía ni por asomo semejante delantera), la miraba con furia asesina, casi fulminante. A Vanessa le podía la impaciencia, no veía la hora en que ella demostrase porqué es nuestra amiga/cómplice/zorra/puta favorita. Yo me divertía a gusto mostrando sus encantos a los demás como quien enseñaba a sus colegas su película favorita o un cuadro que fuese muy bonito. De todos modos, María siempre había sido una obra de arte para el placer, y no nos quedaríamos sin explotarla debidamente, aunque de momento solo quería exhibirla de forma impúdica, como debía ser.

Algo en lo que ya era un experto, pues una tarde en que estaba con los amigos jugando les hablé sobre las cosas que le hacía a María y como ella nunca se despertaba por más que yo estuviera tocándola y excitándola. Les conté con pelos y señales como durante casi medio año estuve todas las noches yendo a su habitación para hacerle de todo, desde tocamientos, lametones y sobeteos hasta frotamientos indecentes y muy ilícitos(como pasarle la polla por las tetas y la cara sin que ella se despertase). Los dejé a punto de hacerse unas pajas en confianza bestiales a la salud de mi hermana, y entonces me pidieron que ellos también tenían derecho a divertirse con ella tal y como lo hacía yo. Esa idea me encantó y accedí a la primera, por lo que trazamos un plan que se puso en marcha en poco tiempo: aunque no muy a menudo María solía echarse la siesta después de sus clases de gimnasia o bien si estaba cansada por correr y otras cosas, así que cuando una tarde ella se durmió y papá y mamá se fueron a pasear y no volverían a casa hasta muy tarde, llamé a los demás para que acudieran a casa como alma que lleva el diablo. Al estar todos nos fuimos a su cuarto donde María dormía plácidamente con su camisón y la colcha tapando sus tetonas y el resto de su cuerpo de guarra. Por fortuna mi experiencia era tan grande que en menos de un minuto y medio la colcha ya estaba quitada y su camisón también, quedando solo con unas braguitas que no tardaron en volar. Al verla desnuda mis colegas alucinaron: sabían que María estaba buena y solían hacerle burla sobre las cosas que la harían, provocando que ella se ruborizara debido a la vergüenza que eso la provocaba, lo que hacía que ellos pusieran más cachondos, pero verla en todo su esplendor fue un acontecimiento de los que hacían época.

Diciéndoles lo zorrilla que era, empecé de inmediato a lamer su vientre. María gimió sin despertarse como era de esperar, dándonos carta María para pasárnoslo en grande a su costa. Acaricié la parte exterior de sus muslos y después la interior, ofreciéndose a mí abriendo sus piernas como si en verdad ella accediese a que yo la hiciera de todo(que burrote me puso eso). El imaginar que ella consentía eso incluso en sueños hizo que los demás se buscasen sus bultos para empezar a pelársela como obsesos sexuales que éramos a esa edad. Subiendo un poco llegué a sus tetas y las lamí solo con la punta de la lengua, tocando sus pezones y dibujando círculos por areola, jugando con sus guindas como el goloso que yo era. En cuanto noté que se le ponían más duras de lo normal cambié y les mostré a los chicos el coñito tan fantástico que tenía y lo bien que olía. Ellos acercaron la nariz y olieron por primera vez ese aroma dulzón y sensual a mujer que a partir de ahora no olvidarían jamás, relamiéndose con ganas de probarlo, pero entonces les dije que era mía y solo mía, y que más adelante quizá la compartiría con ellos pero que ahora solo quería que vieran lo que yo le hacía, así que con cara de pena tuvieron que resignarse a mirar, pero sonriendo de saber que ya llegaría el momento en que ellos podrían divertirse con la puta de mi hermana.

Diciéndoles que se fijasen en mí y en su cara, hundí mi lengua entre sus muslos para comenzar a acariciar su clítoris a la vez que un dedo juguetón se aventuró a recorrer su panocha de arriba abajo sin llegar a penetrarla. María se puso roja como un tomate con la boca abierta, relamiéndose ella sola como si algún amante furtivo de sus sueños la estuviera haciendo sentir como en el cielo amándola de verdad. Sus gemidos prominentes(tan prominentes como sus empitonados pezones) nos decían que disfrutaba sin parar, que aquello la ponía muy caliente y excitada. Por mi parte seguía jugando con su clítoris hasta que pasé del entremés al plato fuerte, llegando a su rajita y sintiéndola con la punta de mi lengua, recorriendo su sexualidad de lado a lado y de arriba abajo. Ellos me susurraban y animaban a que lamiera en otra dirección, que le metiera más dedos, que apretase sus tetas. Era fantástico ver lo bien que nos lo estábamos pasando. Fue cuando probé a trazar letras y números con mi lengua (tal como me habían sugerido), viendo como ella seguía siendo una princesita de cerrados ojos azules, pelo negro y morritos grandes que estaba siendo abusada son saberlo. Sus jugos casi me chorreaban en la cara, y como la otra vez llegó a un orgasmo en el que gimió mordiéndose los labios convulsionándose hasta derretirse delante de todos nosotros. La imagen era sádica a más no poder: María teniendo un orgasmo con los demás de testigos viéndola gozar y como sus tetas estaban duras y el coño húmedo. Salimos de allí echando fuego por los pies y nos fuimos todos a matarnos a pajas en confianza en un caserón abandonado que era nuestro refugio secreto, planeando futuras diversiones todos pudiéramos participar sin que fuésemos descubiertos, ya que semejante joya tenía que ser disfrutada tantas veces como pudiéramos y de las formas más bestias que pudiera imaginarse. Nada de delicadezas ni lindezas con ella: había que forzarla, que violarla, que abusar de ella hasta el delirio. ¡¡Joder, nos lo estaba pidiendo a viva voz con ese espectáculo que nos dio!!.

Con la veteranía que da la experiencia, invité a los demás a que jugasen con ella como antaño hacíamos. Me miraron con una amplia sonrisa de felicidad al ver que podían volver a tenerla para ellos como cuando éramos adolescentes, y no se cortaron un pelo, al menos ellos, ya que Vanessa negó con la cabeza a la espera de otra ocasión en donde tenerla más disponible. Como todos sabíamos a que se refería, nos limitamos a sonreír. Ella vino conmigo y comprobó como tenía el paquete, tomando posesión de él y haciéndome una mamada excelente mientras yo observaba como los demás se cernían sobre María como perros sedientos de sangre, o en este caso de sexo. La lengua de Vanessa saboreaba mi palo como si fuera un polo de fresa y sus labios de rubí me chupaban que daba gloria verlos, al tiempo que sus manos me acariciaban las bolas y las masajeaban para ponerme a tono. Al abrir los ojos pude ver a Julio y Marcos chupándole las tetas a mi hermana mientras que Teo devoraba su almeja. ¡Joder, que no había manera de despertarla!. Mira que habían pasado años y años y todavía me seguía sorprendiendo del pesado sueño que tenía María, casi parecía un oso dormitando todo el invierno. Ese era un rasgo que ahora les procuraba a ellos un banquete fantástico, y a mí todo un show de perversión con el que me ponía las botas gracias a la mamadota que mi Vanessa me estaba haciendo, consiguiendo sacarme la leche algo más pronto de lo normal debido a la sobreexcitación que tenía. El orgasmo que me vino fue el arranque de lo que serían dos días de sexo y más sexo, y mi semen salía escopeteado. Se lo tragó todo y se chupó los dedos como una sibarita, levantándose y diciéndome al oído "pienso someter tanto a María que la voy a convertir en mi puta y mi esclava", algo que me puso los pelos de punta y me procuró un aluvión de fantasías sobre las cosas que vería entre mañana y pasado mañana. Vanessa iba a sacar su lado más oscuro y yo lo estaba deseando, quería verla sometiendo a mi hermanita de la forma más retorcida y perversa, necesitaba verlo, y hacerlo.

De momento me conformaba con recordar como mis amigos tuvieron su primer contacto con el divino cuerpo de María una vez sabíamos que nadie nos molestaría. Marcos, que quería ser el primero en desnudarla, se acercó a ella mientras los demás esperaban su turno, mirando sus pezones como embobado hasta que no se demoró más, sacando la lengua para lamerlos a base de bien. Alternaba la lengua con los dientes para hacer pequeños mordisquitos a fin de ver como ella se retorcía como la cachorrita que era, instigándonos para continuar, alentándonos a hacerla de todo viendo sus tetas empitonarse hasta ponerse duras. Julio no pudo esperar (la paciencia nunca fue lo suyo) y poniéndose cerca de Marcos se abalanzo como una fiera sobre esos pechos que tanto admiraba y deseaba, y pronto ambos se repartían sus pezones como buenos amigos, en total complicidad. Como yo debía quedarme al margen, me conformaba con ejercer de mirón sonriendo con total maldad viendo como la buena de María (niña más inocente y alegre no había en todo el barrio) era para nosotros un vicio para el que no podíamos parar de hacerle cosas de esas. ¡Casi nos lo pedía a gritos con ese cuerpazo de zorrona!. Teo, el más salido de todos nosotros (más que yo, que ya es decir) se fue directo a su cuca, pegando la boca a ella, lamiéndola casi con fervor patriótico como quien besa la bandera del país que ama. Todos sabíamos que de haberle dejado elegir a él lo que estaría chupando ahora mismo no sería su coño si no ese culito respingón con ese diminuto agujerito que le traía loco. Los tres se la repartían como les venía en gana.

A Vanessa, por desgracia, no la conocíamos por entonces, pero ojalá hubiera estado allí para verlo: la inocentona y guapa de mi hermana sometida en sueños por mis 3 mejores amigos, haciéndola gozar hasta que le sobrevino un tremendo orgasmo que la hizo despertar, dejándonos de piedra. ¡¡Coño, nos pilló!!. Aquello parecía una película al que alguien hubiera dado al "stop" ya que nadie ni nada se movía. Y cuando creímos que todo se había ido al traste, nos miró con la mirada perdida ¡¡y se volvió a echar en la cama!!. ¡¡¡LA PUTA QUE LA PARIÓ, NI UN ORGASMO VENCÍA SU SUEÑO!!. Nos quedamos tan sorprendidos que apenas supimos que hacer, pero en un arranque de diablura, mientras ella volvía los brazos de Morfeo, ninguno podía dejar de meterle mano, y en una idea tan morbosa como brillante, cogí la cámara de fotos que me habían regalado por mi 15 cumpleaños, metí un carrete, y nos pusimos a hacerle toda clase de fotos en plan indecente, sin privarnos de nada. La retratamos desnuda con los demás chupando, mamando y sobándola por los cuatro costados, y por supuesto nos turnamos para sacarle fotos, jurando guardarlas en el más estricto secreto en algún lugar donde nadie jamás pudiera encontrarlas. Cuando nos cansamos de jugar con la putita de mi hermana la dejamos allí mientras yo le contaba a los demás que eran los "trasgos" para que también pudieran usarlo en un futuro, y con un apretón de manos concluimos que María iba a divertirse mucho con nosotros…o mejor dicho, que nosotros nos divertiríamos con ella.

Del mismo modo que sucedió antes, ocurrió de nuevo. El orgasmo que tuvo a tres bandas la hizo despertar y ver que no solo no estaba sola, si no que además volvía todo a empezar como hacía 20 años. Su expresión de sorpresa y terror no podría ser mayor ni aunque la hubiera puesto adrede. Lo que en principio era un capricho de pasar un fin de semana sola(dado que en casa no avisó imposible que nadie supiera que estaba aquí, algo que seguramente hizo para que yo no me enterara) se iba a convertir en un festival de sexo y depravación como hacía años que no teníamos todos.

-Hola hermanita. ¿Qué tal todo?.

María estaba muda de la impresión. Podía ver el terror en sus ojos abiertos de par en par, casi podía tocarlo. Ese punto de miedo y pánico era lo que nosotros necesitábamos para hacer maravillas con su cuerpo.

-Escúchame bien, llevo casi 15 años esperando el momento de volver a pillarte de nuevo, y ahora te he pillado bien. Pienso resarcirme de todas las veces en que volvías a casa acompañado de tu marido, o de cuando no te separabas de mamá o papá, o te arrimabas a algún pariente o vecino para no estar a solas conmigo. Como ves mis amigos también te echaban de menos, y te aseguro que vamos a recordar viejos tiempos durante todo el fin de semana.

Siguió sin decir nada, quizá por miedo a lo que yo pudiera contestar.

-Dame tus llaves. ¡¡Ahora!!.

Me miró con gesto interrogante y al ver que no me las daba repetí con furia:

-¡¡HE DICHO "AHORA"!!.

Abrió el cajón de la mesita de noche y me las tiró.

-Vanessa, llévatela al cuarto de invitados, así tendremos la seguridad de que nuestra invitada de honor no se nos escapará.

Vanessa se fue al cuarto de invitados, desde donde se oyeron algunos ruidos apagados que pusieron a María más nerviosa que un flan. Luego volvió con nosotros María nos miró a todos detenidamente. Aunque no dijo nada, la pregunta que tenía en mente estaba clara: "¿Qué vais a hacerme?".

-Vamos a divertirnos y pasarlo bien contigo, como cuando tenías 13 años, ¿te acuerdas?. Seguro que sí. Es una lástima que te descubriera aquí a mitad de la tarde, hoy no tendremos tiempo para mucha diversión, pero ten por seguro que desde mañana por la mañana hasta pasado mañana en la noche que marches tú y yo recordaremos que hubo un tiempo donde los trasgos se divertían contigo.

La sola palabra "trasgo" la hizo estremecer de pies a cabeza. Nada raro cuando supo de verdad quienes eran los trasgos y lo que hacían con ella. Y ahora, cuando todo eso supuestamente pertenecía al pasado, éste volvía en plena madurez para atormentarla de nuevo, algo que con toda sinceridad debo decir que recibí con un profundo sentimiento de liberación y lujuria. Me sentía como un vampiro que hubiera encontrado la perfecta víctima a la que chuparle la sangre, aunque a ésta no era la sangre lo que la iba a chupar jajajaja. Tanto Marcos como Julio y Teo la miraban fijamente como ella intentaba taparse las tetas con las manos(la colcha estaba lejos para que la pudiera alcanzar), pero fue cuando Vanessa y María se miraron que ésta mostró un miedo patológico más allá de toda imaginación.

-¿Me recuerdas, Blanquita querida?. Seguro que sí. Eres mía de nuevo guapita de cara, ¡y no pienso dejarte escapar así por las buenas!. ¡¡Pienso volver a divertirme contigo como la otra vez, y puedes estar segura de que no voy a reparar en medios para que sepas quien es la señora y quien la esclava!!.

El tono de la amenaza acobardó a María, la hizo palidecer. Ya no recordaba que si María tenía miedo de alguien por encima de mí era a ella, y con razón, pero ya habría tiempo para recordar, tiempo donde echaríamos mano a los recuerdos para hacer de mi hermana un objeto de placer sexual, una zorra, una esclava sumisa y fiel que cumpliese nuestras órdenes.

-Bien, es casi de noche, se nos ha hecho tarde. Mejor será que cenemos, veamos un poco la TV y nos vayamos a dormir. Mañana será un día muuuuy largoooo…

El tono melodioso y a la vez sarcástico que usé fue suficiente para que se diera cuenta de la cantidad de cosas que la iban a suceder.

-Marcos, desconecta el teléfono pero sin cortar el cable; Julio, aunque coja las llaves, que no creo, ve a "examinar" el coche; y los demás vayamos a preparar la cena.

Acorralada, sometida y humillada María nos ayudó a preparar la cena, y durante un momento todo fue de lo más normal: un grupo de amigos y mi hermana hablando de cosas intranscendentes como el tiempo, el trabajo y todo eso. En ese instante me hice esa clásica pregunta de "¿Qué hubiera pasado si nada de esto hubiera ocurrido?", pero rápidamente me dije que de algún modo ella había nacido para ser sometida y humillada, y que si alguien debía hacer eso mejor yo que cualquier desconocido. Al echarle un vistazo de arriba abajo todo volvió a la normalidad, y dejándola desnuda allí mismo(la obligamos a ir sin ropa en todo el fin de semana, donde por supuesto se quedaría todo el rato en la casa), nos pusimos a cenar para coger fuerzas para mañana. Tras ver un poco la TV, donde ella sufrió las miradas pervertidas de todos(toqueteos no hubo, al menos entonces), se fue a dormir con paso vacilante.

-Vete a dormir ¡y a callar!, y más te vale tener dulces sueños, porqué será cuando despiertes que empezará la pesadilla…

Mientras los demás nos partimos de la risa ella se fue sollozando a su cama. La sensación de que volvía a estar en mis garras era algo sensacional, un júbilo inicial que desde luego no sería nada al lado de lo que todos la íbamos a hacer nada más despertar ella a la mañana siguiente, y a lo largo de dos días realmente perversos…

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