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El trenecito

en Gays

EL TRENECITO

Aquel verano que decidimos ir al sur teníamos la idea de conocer el ambiente de marcha que había por aquella ciudad costera, tan famosa y bulliciosa que siempre sale en todos los noticiarios y programas del corazón por la cantidad de famosos que acuden allí a pasar una temporada. Y mentira no era, porqué en el mes y medio que estuvimos por allá fue una constante llevarnos la sorpresa de tropezarnos con una u otra cara que siempre veíamos por la TV. El viaje fue muy agradable, mucho turismo, mucho gozar y disfrutar…pero siempre nos quedamos con una espina clavada, ir a un lugar que todos a los que conocimos allí nos decían que fuéramos, una discoteca de renombre a la que voy a llamar "Enjoy" (el auténtico prefiero no desvelarlo). Era lo típico, "el Enjoy esto, el Enjoy aquello", y aunque a mi novio no le hacía mucha ilusión, yo tenía ganas de ir, no quería largarme de allí sin sacarme esa espina, así que, la noche anterior a marcharnos y volver a nuestra rutina logré convencerle a base de esfuerzos y de arrodillarme (pero no para suplicar jajajajaaja) de que fuéramos. Sabíamos la dirección por las referencias que ya nos habían dado. Al llegar tuvimos que hacer cola durante poco más de media hora y a punto estuvimos de irnos por culpa de Chus, pero lo volví a convencer diciendo que si entrábamos a la vuelta del viaje le daría su premio favorito (no sé porqué le encanta que me vista de mujer). Al llegar, nos llevamos una sorpresa curiosa: el segurata, que estuvo mirándonos un momento, antes de dejarnos pasar nos dio algo a cada uno: condones.

-¿Y esto-pregunté todo mosca-?.

-Por si acaso, que hoy es la noche del Trenecito; es la Noche Boris.

-¿Y eso que es?.

El segurata nos miró y nos lanzó una sonrisa perversa.

-Ya lo averiguareis.

-Oye Vicen-de Vicente, mi nombre-, ¿tú sabes de que va esto?.

-Ni idea, pero por si caso me los guardo.

Yo y mi chico entramos al local…¡OSTIAS PEDRÍN! (perdón, es que siempre se me escapa una cosa de esas). ¿Local?; ¡¡aquello era un puto campo de fútbol!!. No había visto una discoteca tan grande en toda mi vida. Debía haber más de 5000 personas allí juntas (como poco) como si fueran carneros en una granja. No había mesas en las que sentarse, solo una barra en una esquina y una mesa de mezclas con un DJ machacón tocando bakaluti reventón hasta perforar el oído. La gente bailaba en masa, y no me di cuenta hasta bastante después de un hecho que me extrañó mucho: ¡no había mujeres!. Ni una sola. No es que me alegrase, a pesar de ser homosexual no soy misógino, adoro a las mujeres aunque sea incapaz de enamorarme o acostarme con ellas, tengo amigas a las que adoro y con las que me lo paso bomba, pero bueno, a lo que vamos…ni una sola tía. ¿Sería eso la Noche Boris?.

-¿¿Habías visto algo así alguna vez?.

-No Chus, jamás.

Viendo lo que había, nos pusimos a bailar, a divertirnos, a pasarlo bien. Debimos pasarnos más de una hora o dos bailoteando y haciendo un poco el ganso hasta que un poco cansados de tanto paroxismo nos fuimos a sentarnos en uno de los asientos–pared. Estaba resoplando intentando refrescarme cuando algo captó mi atención a mi derecha, a un par de metros de distancia. Al girarme, vi una escena que me sobrecogió, más que nada por el descaro: era dos tíos dándose el lote, los dos desnudos de cintura para arriba y frotándose con avidez. La escena en sí no sería especial de no ser por que uno de los dos tíos estaba masturbando al otro. Miré a mí alrededor. Nadie se fijaba en ellos. Daba la impresión de no estar allí, a nadie importaba. De pronto el que estaba masturbando al otro se agachó y se jaló toda de un golpe. Me quedé de piedra. El chupóptero, al darse cuenta de mi presencia, paró en su maniobra y me miró.

-Perdona-dijo con amabilidad-, que descuidado soy a veces, ¿quieres-arqueó las cejas divertido, invitándome a chupársela a un desconocido-?.

-Eh no, gracias-dije totalmente asombrado-…es que no te conozco…

-Tranquilo, éste está muy sano, más fuerte que un roble-lo besó-.

-¿Pero no debería ser él quien me invitara?.

-Ah no-dijo con un fuerte acento latino que antes no había notado-…yo con esta maricona hago lo que quiero…esta perra es mía…

Y como demostración de sus palabras lo hizo eyacular delante de mí, chupando y masturbando hasta que le manchó la mano.

-¡Mira lo que has hecho, guarra!, ¡ya lo estás limpiando!.

Y le hizo tragar su propio esperma dejado en la mano de su amante (¿amo?). Yo no salía de mi asombro, y lo cierto es que eso me había despertado un poco el morbo. El chupóptero, que se fijó, me palmeó un poco por encima de los pantalones, pero me dio miedo si Chus se enteraba (tiene un arranque muy brusco) y le hice detenerse diciéndole que tenía a mi novio al lado y que él no gustaba de esas cosas.

-Una pena…otra vez será…no tienes mala herramienta-me guiñó un ojo-…

Di un saludo a modo de despedida y me volví para ver a Chus, que estaba como un niño embobado con uno de los bailarines, un auténtico abanderado de los esteroides y los anabolizantes: estaba todo musculoso, depilado, un auténtico musculitos, y a Chus eso lo vuelve loco. Gracias a eso me libré de una buena bronca.

-¿Te gusta eh-le preguntó malicioso-?.

-Como me conoces, picarón.

Y de pronto se fue la luz, y la música cesó. Dos focos iluminaron una pantalla gigante detrás del DJ. La gente enloqueció. ¿Qué estaba pasando?. Entonces sonó una musiquilla, algo muy familiar aunque no sabía exactamente de qué me sonaba, eso claro hasta que llegó la fanfarria final, y justo en ese momento, la gran pantalla se iluminó: ¡¡LA OSTIA!!. No daba crédito: ¡era la música de Barrio Sesamo, la de Espinete, Don Pimpón, los chicos conduciendo en cars y aquel tren verde de parque de atracciones!. A tomar por el culo un mito, no sabía si reír o llorar. Chus estaba tan impactado como yo.

-¿¿Listos para el trenecito-y la gente enloqueció con la pregunta del DJ-??. El mes pasado nos quedamos en 990, a diez personas de las 1000. ¡A ver si ahora llegamos a las 1000!, ¿¿queréis que lleguemos a las 1000??.

Y sonó un gran "síiiiiiiiiii".

-¿Y eso de que va?.

-No lo sé Chus-le dijo preocupado-…no tengo ni idea…

Vi a camareros y demás empleados repartir cestitos con cintas, todas ellas azules y de no más de un metro de largo. Algunos tíos se peleaban por cogerlas, otros parecían no estar interesados. ¿Qué estaría pasando?.

-Muy bien: ¡¡focos-gritó el DJ-!!.

Se hizo la oscuridad. Un foco comenzó a pasar por la gente como si buscara algo o a alguien. De pronto se detuvo en un tío concreto.

-¿¿Aceptas el deber y el placer de portar la cinta roja??.

-¡¡ACEPTO-gritó-!!.

Yo estaba expectante escuchando aquello. Me mataba la curiosidad, quería saber qué era lo que estaba pasando. El chico fue a la mesa del DJ y cogió la cinta roja, que se ató en la muñeca izquierda. El resto de los chicos hicieron lo mismo con las cintas que llevaban. Me era difícil ver bien que pasaba con el bullicio de gente, así que me elevé en el asiento y pude ver como los chicos formaban una fila india al otro lado de la sala. No me parecía gran cosa hasta que, varios minutos después, la fila india, que iba paralela a las paredes, giró un par de veces y comenzó a llegar hasta donde nosotros estábamos.

-Vamos maricona-escuché a mi lado-…te toca unirte a la fila…

Chus y yo vimos la fila llegar hasta donde nosotros estábamos y situarse a pocos metros delante nuestro. Animado por la curiosidad me levanté para ver lo que ocurría, y bien que lo vi con mis propios ojos (de no ser así no lo hubiera creído). Me equivoqué, me equivoqué enormemente. No era una fila india: ¡¡ERA UNA ENCULADA!!. Ay mi madre, ¿había visto bien?. Entonces vi a otro sumarse a la fila, y el que estaba delante le enculó, y así en una especie de cadena humana de culos y pollas que casi daba la vuelta a la discoteca. Eso me hizo recordar al del lacito rojo y darme cuenta de la cantidad de tíos que se habían sumado al evento. Viendo aquello, recordé lo que el DJ había dicho: ¡990 personas!. ¿¿990 personas enculándose unas a otras??.

-Vamos Chus, esto quiero verlo-le dije emocionado-…

Levantándonos de allí, vimos como más y más tíos se sumaban. Algunos iban desnudos, otros solo parcialmente, pero todos se prestaban voluntarios, claro que todos llevaban puestos sendos condones de doble capa, más resistentes que los normales, para evitar cualquier infección, de ahí su falta de pudores para someterse a aquella prueba de la decadencia de la cultura y la civilización. La cadena siguió alargándose, y cada vez más, y más…y de pronto pareció detenerse…

-El chico de la cinta roja, que alce la mano-dijo mientras los focos buscaban, y se detuvieron al localizarlo-. ¡Y aquí tenemos a nuestro chico!. ¡Tony, haz el recuento!.

Uno de los seguratas se acercó al chico, y con un rotulador puso un "1" en su hombro, luego fue pasando por los demás.

-¡Atención-dijo el DJ cuando Tony casi había terminado, minutos después-!. ¡No se ha cerrado el Trenecito!, ¡aún no está cerrado!. ¿¿Alguien se ofrece a cerrarlo??, ¿hay alguna loca que quiera sumarse al evento?.

-¡Hagámoslo-le dije a Chus viendo el estrecho hueco que faltaba-!. ¡Deben de faltar como 6 ó 7 tíos!, ¡pillemos hueco antes de que se nos vaya la ocasión!.

-¿Estás majareta?, ¡es una locura!.

-¿Para eso vinimos de vacaciones?, ¡no!.

-¡¡No pienso dejar que otro me pete el culo!!.

-Vale, entonces te lo peto yo. ¿Tienes objeciones en encular a otro?.

-¿Y si nos contagian algo?.

Saqué los condones que los seguratas nos dieron a la entrada. Ahora entendía porqué habían hecho algo así.

-Debo haberme vuelto loco para que me hayas convencido de algo así.

-¡Ahora vengo, ve hacia allí!.

Fui hacia la mesa del DJ con la cámara digital que llevaba conmigo (y de la que no me había separado en todas las vacaciones) y se la di al DJ. Éste me guiñó un ojo y entonces me fijé en que había otro chico a mi lado, uno de pelo rojo y pícaros ojos de un azul claro que te clavaba al suelo y que había ido a pedir una canción, como comprobé acto seguido. El pelirrojo me guiñó un ojo y no me apartó la vista de encima cuando vio la cinta que había cogido y como me dirigía al bullicio de gente. Al volver varios tipos ya se habían sumado a la cola. Faltaba el hueco justo para tres personas, así que íbamos sobrados. Chus estaba nervioso. Yo estaba eufórico.

-Venga amor, esto va a ser memorable!.

Entre el tumulto de la gente y los empujones que había fue difícil acoplarnos, de hecho tanto que perdí de vista a Chus y fui empujado bruscamente hacia delante, contra el chico de la cinta roja. Antes de darme cuenta notaba como intentaban perforarme por detrás, cosa a la que no di importancia pensando que era Chus y que lo lamentaba al no haber podido ser yo quien en lo enculara. ¡Y una leche!, al girarme me llevé la sorpresa de mi vida: no era Chus si no el maldito pelirrojo de la mesa de DJ, cosa que no tendría especial relevancia salvo por un detalle omitido: ¡era el chupóptero!. Al tío lo volví tan loco que se las ingenió para cambiarnos la postura y así poder metérmela, a lo que no me pude negar dadas las circunstancias, y mientras el chupóptero lograba literalmente darme por el culo, yo hacía lo propio con el chico de delante, el cual, cuando notó que alguien intentaba petarlo, miró hacia atrás.

-Tú mismo-y no entendí sus palabras-.

-¿De que hablas?.

-Puedes hacer de homo y solo encularme o hacer de maricona e ir en plan Boris Izaguirre, a mí me va todo-sonrió-.

Contesté con un leve "entendido" y busqué a Chus. El pobre, con una mirada de cordero degollado, estaba justo detrás del pelirrojo mientras un musculitos de los que le volvían loco lo tenía bien pillado. A nuestro alrededor que no lo dije, paroxismo, placer y euforia al ver que habíamos cerrado el trenecito forjando como una especie de anillo de hombres penetrándose alrededor del resto de la gente como si dividiéramos la disco en dos. Tony, que se acercaba a nosotros, seguía contando. A punto de empujar para dar inicio a la follada de aquel chico, éste pareció captar mis intenciones.

-¡EH!, eso tengo que hacerlo yo, sigue las reglas del juego!.

Me disculpé con él. En ese instante escuché claramente el gentío!.

-996, 997, 998, 999…. ¡¡1000-me tocó y grabó el número en mi brazo-!!.

No me lo podía creer. ¿¿1000 Justos??. Esperaba que quedáramos algo por debajo o por arriba, quizá en 995 o en 1010, pero no esperaba lograr el número exacto, milagro de las matemáticas. La gente tampoco, ya estaba que saltaba de alegría, y los otros tíos enculados recibían alguna que otra caricia de algún extraño de los que tenía al lado, lo más salvaje.

-¡LO HEMOS LOGRADO!. ¡Locomotora-gritó el DJ-!. ¡Arranque!.

¿Alguien recuerda que en los años 80 había un paso de baile que consistía en que la gente se cogía de las manos y simulaba que una corriente eléctrica pasaba por ellos?. Pues intentad imaginar si podéis lo mismo pero aplicado a ese trenecito…sí, con unos dos o tres segundos de intervalos y en plan efecto dominó, la "locomotora" que yo tenía delante de mí empezó a follarse al que tenía delante, y éste a su vez al que tenía delante y así una y otra vez hasta que el final la onda folladora dio la vuelta y me encontré como parte de una orgía de 1000 personas en las que era un todos contra todos.

-¡Que ganas te tenía-me dijo el chupóptero-!. Estaba deseando pillarte por banda.

-¡Ssshhh-le dije para no alertar a Chus-!, ¡tú calla y folla!.

Y en cuanto al que tenía delante de mí, por una vez en mi vida y eso es algo que ni con mi novio había hecho jamás, decidí que con él sería más maricona que homo. No por caer en la pantomima, no hacer burla de los demás si no por placer, por probar más que nada, así que comencé a sobarle por todas partes y acariciar su pello desnudo y sin vello alguno. La regla, por cierto, consistía en algo muy simple: una vez gozaras, tenías que dejar el trenecito. ¿La gracia del juego?. Quedar el último, claro. Quien se corriera en último lugar se llevaría todo el bote recaudado con las cintas azules, que si bien eran gratis la gente ponía la voluntad (un mínimo de 1 €) para darle emoción al juego. ¡Ay mi madre, que cosa, que manera de disfrutar!. Era decadente, amoral, obsceno, perverso ¡pero joder, que gozada!. Estuvimos formando parte del trenecito hasta que ya no me pude retener más las ganas y gocé como un condenado. Teniendo que ir de mala gana al baño a tirar el condón usado, me encontré a mi llegada a allí con una pila de condones tirados en las papeleras….¡y el pelirrojo detrás de mí, en el baño!.

-Tú no te vas sin que te chupe esa maravilla.

No podía creerme que ese tío estuviera tan loco por mí, pero estaba entregado a la trampa del placer y me daba todo igual, estaba tan encendido que me fui a por él y le hice hincarse de rodillas para chuparme todo el miembro. El tío sabía chupar que era un primor, menuda boca caliente ¡y que lengua!. Me la puso tan dura que tenía unas ganas locas de follarme algo, lo que fuera.

-Adelante torero, dame una buena cornada.

Si el chupóptero quería torear, ¿quién era yo para negárselo?. Y mira que aquel baño olía mal, y mira que más un tío pasó y nos vio en plan guarro follando como un par de perras salidas, ¡y me daba igual!. Eso sí, hubo algún osado que se ofreció a que el dúo se hiciera trío, pero nos negamos. Ese chupóptero era mío, solo mío. Ni siquiera me paré a pensar en Chus, ni en los cinco años de relación que llevábamos, ni nada de nada. Solo me importaba darle por el culo a aquel desconocido que tan desesperadamente se me ofrecía para que lo disfrutara. Menudo culo, era un culazo, que perfección de nalgas. Buffffffffffff aquello era el paraíso del culo, sus caderas me volvían loco, las meneaba a un ritmo endiabladamente bueno.

-Ya lo sabía. Es la mejor polla que me ha follado nunca-gritaba él-. Dale fuerte a ese rabo tuyo, pétame entero so cabrón. ¡Quiero que me petes!, ¡pétame!. ¡FÓLLAME!.

-¡¡VOY A FOLLARTE ENTERO COMO UNA GUARRA QUE ERES!!. ¡TE VOY A DEJAR COJO DE POR VIDA HIJO DE PERRA!...

Nos dijimos obscenidades un par de minutos más hasta que por fin obtuvimos el premio que tanto andábamos buscando y le di toda mi esencia, que él recibió en la boca como si fuera el néctar que tanto tiempo llevaba esperando. Nos dimos una buena sesión de morreo después de eso, de sobeteo, y luego salimos del baño. Solo al volver a ver a Chus me di cuenta de la locura que había cometido con un completo desconocido, ¡pero disfruté como un auténtico salvaje!.

A la mañana siguiente volvimos a casa. Chus y yo nunca comentamos lo que nos pasó allí (si es que a él le pasó algo con el musculitos nunca me lo dijo, y jamás quise preguntarle al respecto) y hemos seguido con nuestras vidas de la forma más corriente y anodina posible. En cuanto al trenecito de esa discoteca, nunca he conseguido entender como algo así mantiene un anonimato tan estricto en vez de estar en boca de todos los medios de comunicación, pero viendo la cantidad de cosas que salen a la luz tras años y años de producirse (mismamente, lo del tío de Austria que secuestró y violó a su hija) tampoco me extraña tanto. Y ya por último, sobre las fotos del DJ que sacó, hubo una fantástica, una toma general de la discoteca (que desde su posición privilegiada pudo tomar instantáneas de todo el local) con el trenecito bien enganchado y yo con pose de "loca" mientras me follo a un desconocido y otro a su vez me folla a mí. De eso hace ya muchos meses, pero el viaje fue tan bueno que no he dejado de recordarlo ni un solo día, y ya pienso en las próximas vacaciones para volver y divertirme de lo lindo, pero lo mejor de todo, lo más morboso, es que en un acto de locura cogí aquella foto general de la disco y la hice enmarcar en grande en la casa, justo encima del sofá donde ver la TV. Me encanta mirar el cuadro, pero lo que más me gusta, lo que me apasiona de verdad, es que lo miren los demás: amigos, familiares, conocidos…a todos les le he contado que en aquella marea de cuerpos estuve junto a Chus, les dije que yo estoy allí en alguna parte, incluso aposté con todos ellos que me dieran 1 € por cada intentona fallida de identificarme en la foto. Ya llevó más de 3000 € ganados desde que hice la apuesta ¡¡y todavía nadie ha sido capaz de encontrarme!!.

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