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El amigo de mi hermana

en Erotismo y Amor

EL AMIGO DE MI HERMANA

Enfrascada como estaba en mis papeles y asuntos, apenas si me daba cuenta del revuelo que mi hermana mayor por toda la habitación, yendo de un lado a otro. Hasta que no tropezó conmigo, que estaba sentada en una silla enfrente del escritorio, no me percaté de su estado de nervios, algo que ya me extrañó en ella.

-Ani, ¿y el tanga azul?.

-¿Y a mí que me cuentas, Carol-la desairé, centrada como estaba en otras cosas, ajena a sus movidas-?. Se supone que es tuyo, tú sabrás donde lo tienes.

-¡Lo encontré-exclamó tras mirar bajo la cama-!. ¡No sé que haría sin él, sin mi tanga de la suerte no soy nada de nada.

-¿Qué ocurre aquí-me volví girando sobre mi silla de oficina para verla a ella, ya casi desnuda tras quitarse el pijama para ponerse la ropa de salir-?. Estás demasiado nerviosa hermanita-me reí-, ¿es que esperas visita?. ¿De quien se trata esta vez: Ernesto, Alberto, Ramón, Tolo, Juancho…?.

-No, que va: es que hoy viene Brandán.

-¿Brandán?, ¿y ese quien es?.

-Es un amigo mío.

Me quedé esperando algo más. Un chiste, una gracia, un mohín de "amigo con derecho a roce"…pero no hubo nada de eso. Tardé 30 segundos exactos en ver que aquella era toda la respuesta que mi hermana mayor me había dado era exactamente eso, su respuesta, sin trucos ni segundas intenciones, sin dobles sentidos.

-A ver que me entere bien-le dije mientras veía como, tan natural como de costumbre que era entre nosotros, se quedó desnuda del todo para empezar a vestirse-. ¿Tú tienes un amigo?, ¿tú?, ¿desde cuando?.

Carolina, a punto de ponerse el tanga azul, se detuvo. Quedó absorta, como si tratara de recordar algo muy lejano, momento en el que me fijé en lo que no me quería fijar, pero por algo mi hermana se cambiaba de ropa delante de mí: para darme envidia. A ella le gustaba exhibirse delante de mí, aunque siempre se hacía la inocente. No podía resistirse a presumir de ser mi hermana mayor (aunque solo nos separaba menos de un año), de tener mejor cuerpo, las tetas más firmes, los pezones más sonrosados y duros, el vientre más torneado, las piernas más tersas…Y no, no es que tuviera deseos con mi hermana, líbreme el cielo de esas locuras, pero no podía evitar que mis ojos se fueran a recorrer su desnudez, a fijarme en su pelo rubio, en sus ojos verdemar, en sus labios carnosos y de un suave tono rosa...Era mi hermana y la quería, pero en cuando me hacía esas cosas, es que la llegaba a odiar.

-Cuatro años-dijo de pronto, sacándome de mis pensamientos-. No, cinco.

-¿Tienes un amigo desde hace cinco años y nunca me habías hablado de él?.

-¿No conoces a Brandán-negué con la cabeza-?. Bueno, hemos tenido un largo tiempo sin vernos, pero ya llevamos como seis meses de salir juntos el fin de semana. Él conoce a Isabelina y a las demás y se lleva bien con todas.

-¿Y por qué nunca me lo has presentado?, ¿es que te temes que me quede yo con él en vez de ti-me reí-?.

-¡A Brandán ni me lo toques-me amenazó señalándome con el dedo, marcando su territorio-!. Es un amigo mío, y es un buen tío. ¿Vale?.

Lo que veía rozaba casi el delirio: mi hermana no solo tenía un amigo, si no que además le importaban sus sentimientos. ¿Aquella era en verdad mi hermana?.

-¿Puedo ir contigo?. Me has dejado intrigada. Me gustaría conocerle.

-Vale, pero nada de ligártelo. No es un trofeo-me advirtió muy seria-.

-Quien fue a hablar-le espeté con ironía-.

No andaba con muchas ganas de ir de bares, pero el tal Brandán había logrado despertar toda mi curiosidad. Había cosas que no sabía, cosas que quería preguntarle, y cosas que me gustaría decirle sobre mi hermana, pero lo más importante era verlo, ver como era, como hablaba, que tipo de ropa llevaba…Me fui a cambiarme de ropa, peiné mi melena pelirroja, me pinté mis ojos azules, moldeé mi cinturita, algo más flaca de lo que debería ser, intenté resaltar mi poco pecho (cosa que a mi hermana ni le hacía falta; con un poco que se las apretaba, aquello parecían los montes Urales, y a ella le gustaba llevar sus tetas bien prietas) y me dispuse a salir con mi hermana, cosa que no hacía en bastante tiempo por no aprobar su estilo de vida.

-¿Dónde está Brandán-le pregunté tras salir de casa-?.

-No tardará en llegar, sale de trabajar en 20 minutos y luego cogerá el coche para venir. En 40 minutos, quizá tres cuartos de hora máximo, lo conocerás.

Los minutos se me hicieron eternos hasta que llegó, y cuando al fin apareció por la puerta del local donde estábamos y mi hermana me lo señaló, los ojos se me abrieron de par en par: pelo castaño, ojos tan azules como los míos, pero más afables y menos pícaros, metro ochenta de hombre bien vestido (aunque sin ropa de marca) y maneras un tanto elegantes, al cual mi hermana recibió tirándose en sus brazos como si se tratara de su novia. Yo alucinaba: literalmente se tiró a él como si se lo fuera a comer. ¿Y luego me decía a mí que me controlara?. Ojalá lo hubierais visto: es que se arrojó con brazos y piernas a él, para que la cogiera en el aire de un abrazo. No lo entendía; ¿porqué ella me había guardado el secreto de su existencia durante tanto tiempo?.

-Ven, que te quiero presentar a alguien-le dijo, trayéndolo hacia mí-. Brandán, esta es mi hermana menor, Ani. Ani, este es Brandán.

-Mucho gusto-le di dos besos de saludo-.

-Igualmente…Oye-se giró hacia Carol-, no me dijiste que tenías una hermana, y menos aún una tan guapa-sonrió-.

-¡CHST-se adelantó Carol-!. Que es mi hermana, ¿eh?. A ella ni tocarla.

-Tranquila, cari, ya sabes que soy inofensivo-se rió con expresión divertida-.

Incluso la llamaba "cari", y todo. Creo que, echando la vista atrás, puedo decir sin temor a equivocarme que el sentimiento que más me dominó fue el de la sorpresa. El amigo de mi hermana resultó ser muy buena gente, tan distinto a los demás chicos con los que ella salía que me costaba creer que pudieran ser amigos. En otras circunstancias ella jamás hubiera cruzado ni dos palabras con alguien como él, y no es que fuera mala gente, si no justamente lo contrario: a mi hermana le gustaban los chicos malos, los que llevan piercings o tatuajes, los que tienen los coches trucados o tuneados…Justamente todo lo que Brandán no era.

-Oye-le pregunté en mitad de la noche-, ¿es que a tus padres les caías mal?.

-Que yo sepa no-se rió-. ¿Por qué lo dices?.

-Por el nombre que te pusieron. ¡Joder!, ni a mi peor enemigo lo llamaría así, ¿y de donde sale ese nombre?.

-Es que mi padre es profesor de historia-explicó-: Brandán era un navegante de Irlanda de siglo IV ó V después de cristo, o algo así-desairó sin importancia-, ahora no lo recuerdo bien. El caso es que le gustó mucho el nombre…y claro, al nacer yo…

-Entiendo-esbocé una risa algo sardónica-…¿y a la loca de mi hermana como la conociste-cambié el tema-?.

-¿A Carol?, por un amigo común, hace mucho. Salía con él, y Vicen, este amigo, me la quiso presentar. Ellos no tardaron en romper, pero desde entonces hemos sido casi como uña y carne. Es un encanto de tía.

La mirada que le lanzó a mi hermana, que estaba en mitad de la pista del pub haciendo lo que mejor sabe (bailar con contoneos para ver cuantos moscones se fijan en ella de una sola vez), estaba cargada de cariño. Realmente la apreciaba…y cuando ella vio que la mirábamos, se nos acercó para coger a su amigo de la mano y bailar con él. Si no fuera por lo increíble que resultaba, casi diría que eran una pareja de novios como otra cualquiera, y aunque mi hermana me lo había prohibido, lo cierto es que empezaba a sentir el gusanillo de pasármelo por la piedra: era bastante guapo, buena gente, él era un hombre y yo una mujer…¿Dónde estaba el problema?.

A partir de aquel día, comencé a salir con Carol mucho más a menudo, y cuando sabía que Brandán iba a venir, me vestía con mis mejores trapitos para ver qué efecto le causaba. Puede que no fuera mi hermana, pero aún así seguía siendo una tía buena jeje. Mi cuerpo, bien embutido en mini faldas y tops ajustados, levantaba alguna que otra mirada y no faltaron los tíos con los que me enrollé delante de él, dejando que sus manos me sobaran un poco o que me dieran un beso de rosca: polvos de una noche o "tíos a un pene pegados", como yo los llamaba jajaja, el típico desahogo cuando la líbido subía demasiado…aunque esos desfogues eran propios de mi hermana, no de mí. En vez de tirármelos sin miramientos como podría haber hecho ella, yo me conformaba con algún que otro beso y un poco de roce, sin llegar a más. Me reservaba para él, no quería hacerlo con nadie más. Lo deseaba…y creo que él no era tonto, me parece que lo notaba pero se hacía el despistado. Por una parte podía entenderlo, era la hermana de su gran amiga y no quería meterse en problemas al liarse conmigo…pero creo que algo le atraía. Quizá yo me lo imaginaba, pero me daba la sensación de que no era inmune a mis encantos y que estaba luchando por mantener las formas. Aquella me gustaba más de él, y me determinó para hacerlo mío, aunque solo fuera una noche.

-¿Es que no te gusto-le abordé directamente al cabo de un par de meses, al ver la falta de resultados-?...¿o es que estás demasiado pillado por tu hermana?.

-No digas disparates-se rió-, no estoy pillado por tu hermana…pero tampoco me parece bueno liarme contigo, no quiero problemas con ella por que me lo monté contigo a sus espaldas.

-¿Te preocupa que me vaya de la lengua?. No te me ahogues en un vaso de agua, una vez me lié con un novio suyo el día antes de que rompiera con él y nunca se enteró. No sé ella, pero yo sé guardar un secreto.

Aquello pareció envalentonarle. La posibilidad de pasar un buen rato sin miedo a las consecuencias había cambiado su mirada. ¿Habría logrado mi propósito?.

-Mmmm-masculló-…eso está bien saberlo. ¿Pero es que te gusto, o solo es que quieres montártelo conmigo?.

-¿Cual es la diferencia-reí-?.

-Si no lo sabes, es que aún eres una niña-contestó divertido-. Ya lo averiguarás un día…ya me lo dirás entonces.

Esbozó una medio sonrisa que no supe interpretar. Parecía que algo tramaba, o quizás me lo parecía a mí. De cualquier modo, me daba la sensación de que mi premio estaba más cerca de lo que yo misma podía sospechar.

Durante un par de meses, fui presa de una incontenible atracción hacia él. Tenía unas ganas enormes de que me hiciera suya, de que me poseyera. Nunca jamás me había pasado esto con un tío, estaba encoñadísima con él. Vale, sí, él no era Mister Universo, pero maldita sea, era un tiarrón hecho y derecho. Amable, buena gente, a veces esquivo o despistado, pero con una capacidad innata para la fantasía y el humor, para hacer reír. Seguía entender como mi hermana dejaba pasar un bombón como él, la clase de hombre por el que muchas suspirarían de pasión. Si ella no se lo quería cepillar, pues entonces lo haría yo, le iba a dejar meterme de todo menos miedo…sin tener la más mínima idea de lo que eso conllevaría.

La conclusión a esta historia sucedió apenas hace dos semanas. Me encontraba en el bar de mi madre, un pub al que por costumbre tanto mi hermana como yo vamos a tomar algo antes de irnos por la zona de copas, que está un par de barrios más alejada. De pronto, mientras hablaba con ella, escuché la campanilla de la puerta y ¡¡sorpresa!!, allí estaba Brandán, guapo como él solo, viniendo hacia nosotras.

-Hola-sonrió a mi madre (a la que ya conocía hace tiempo, gracias a Carol) y a mí-. ¿Qué tal?.

-¡Brandán, hola-le saludé con un par de besos-!. ¿Qué haces aquí?.

-¿Cómo que qué hago?. Pues venir a veros, a vosotras y a Carol. ¿Dónde está?.

-¿No te lo dijo-fruncí el ceño-?. Carol no está hoy, se fue a la capital con un par de amigas, no volverá hasta mañana.

-Oh, vaya-y vi su cara de disgusto-. No, no me dijo nada, de hecho desde el otro fin de semana que nos vimos no hemos hablado, ni siquiera por teléfono, de haberlo sabido no hubiera venido. Vaya por dios...pues a ver donde voy ahora…

-¿Te parece bien si te quedas conmigo y vamos por ahí de copas?.

-¿Los dos solos-bromeó con malicia-?, no sé yo, que me parece que tú tienes mucho peligro, a ver que va a pasar…

-¡A mi niña ni la toques-bromeó también mi madre-!.

-Tranquila mamá-calmé el ambiente-, prometo ser una niña buena, ¿vale?. Solo salir a pasarlo bien.

Brandán titubeó, pero al final aceptó mi oferta. Ni que decir tiene que el tenerlo solo para mí toda la noche era algo que perseguía hace tiempo y que pensé que nunca iba a ocurrir, tan pegado que estaba de Carolina. Bebimos algo, nos reímos, bailamos, y el caso es que (y esto es verdad) me sentí algo mareada por lo que tomé y quise irme a casa, ofreciéndose él a acompañarme pues me contó que tiempo atrás, poco antes de que nos conociéramos, ya había ido con mi hermana hasta casa y que aparte de lejos, parecía un sitio peligroso por donde ir sola. Aquello me hizo gracia.

-A ver que me entere-le espeté-, ¿vas a convertirte en un bravo caballero con su brillante y reluciente armadura?.

-Lo de bravo, sí…lo de caballero, aún está por verse.

Fue como una declaración de intenciones…y gracias al paseo que supuso el ir de donde estábamos hasta casa caminando, logré despejarme la cabeza. Menos mal, porqué no deseaba perderme nada de lo que pasaría después.

-Bien, punto de destino-dijo con su habitual tono ceremonial su también habitual muletilla que soltaba al llegar a un sitio-. Que duermas bien.

-Gracias, espero que no te sea mucho el camino de vuelta.

Y de cuando nos íbamos a despedir de dos besos de mejilla, llevé la iniciativa y tomándolo de la nuca al pasar mi brazo por él, le estampé un largo beso en los labios.

-¿Quieres subir-susurré-?.

-¿Es una oferta?.

-Sí, expira dentro de 20 segundos-medio bromeé-.

-¿Y tu madre?.

-Faltan horas para que vuelva del bar. Te quedan 15 segundos para decidir.

-¿Porqué esperar tanto?.

Su sonrisa triunfal me hizo perder la poca cabeza que aún me quedaba. Los dos entramos en el portal y subimos hasta mi casa, y allí, en mi habitación, en el mismo sitio donde había oído hablar de Brandán por primera vez, me entregué a él sin reservas, sin miramientos ni pudores. El sabor de sus labios sobre los míos me estremecía, me hacía sentir una infinidad de cosas. Era un besador magnífico, y manejando la lengua también era muy hábil, con cada beso me calentaba de un modo terrible, pensé que iba a estallar en llamas de tanto que me encendía. Estaba loca por verlo desnudo, así que fui mi mano directamente a su paquete. Aquello parecía una viga de hierro, y ardía como una tea. La saqué de su prisión y contemplé aquella maravilla que debía llegar medir 20 centímetros justos, ni más ni menos. Soplé mi aliento sobre ella y me dediqué a darle besitos por la puntita, a mimarlo mientras con mi otra mano le daba un buen masaje testicular. Ni que decir tiene que la cara de él era un poema, estaba que no se lo creía…o tal vez sí jajaja.

-Vamos Ana, comételo todo…¿no es lo que querías?. Come cuanto quieras.

-Eso haré….pero no me llamo Ana-le contrarié-.

-¿Cómo que no?. Todos te llaman Ani. ¿No es la forma abreviada de Anita?.

-No, que va…Ani es la abreviatura de Analía. Ese es mi nombre.

-Vaya, de lo que se entera uno-rió-…Un nombre precioso, como la dueña.

No pude evitar sonrojarme un poco ante aquel piropo improvisado, y lanzarme a comérselo entero. Echado en la cama, me excitó muchísimo el que estuviéramos los dos vestidos pero que al tiempo se la estuviera chupando con glotonería. Sus manos hábiles me cogieron y me movieron un poco en la cama para atraerme hacia él, para poder tocar mi conejito, que echaba chispas de las ganas que tenía por sentir aquel garrote dentro suyo. Sorteando la barrera de mi mini falda y de mi tanga, noté unos cálidos dedos que me acariciaban mis labios verticales y jugaban a ver si podían entrar. Eso hizo que mi mamada fuera más intensa, cosa que él apreció. Si la pasión fuera calor, ya estaríamos achicharrados a causa del sopor. Aquello estaba cada vez más morboso.

-Ven acá, que te voy a enseñar lo que es comerse una buena mariscada.

Cogiéndome de las piernas y girándome un poco más, acabé justo encima de él pero vuelta del revés, lista para mi primer 69, y él, como realizando la fantasía que todo los tíos quieren hacer, tiró de mi tanga hasta romperlo y dejarme con mi almejita justo a la altura de su cara (y suerte tuvo de que no era uno de mis tangas favoritos, que de serlo no sé que hubiera pasado). Con alzar un poco su cara, noté como su lengua juguetona se ponía a saborear mi vulva mojada y ardiente, deseosa de que él jugara con ella. Incluso me dio un profundo beso que me erizó hasta los pelillos del brazo. Sus artes amatorias eran más extensas de lo que me imaginaba, y yo lo agradecía, me lo estaba pasando de vicio, sin duda el mejor amante que había pasado por mi cama, no como los otros que solo buscaban correrse y luego "si te he visto no me acuerdo". No, Brandán iba en otra dirección, se tomaba su tiempo jugando mi cuerpo, explorándolo, conociéndolo, parecía que le iba la vida en ello. Por mí parte, más encantada no podía estar.

-Mmmmmmmmmm…ay dios mío, no sabía que te gustara tanto el marisco.

-Sí, es que las almejas son3.3 mi obsesión, me pasaría todo el día comiéndolas.

Me reí y le sonreí, para luego ponerme de rodillas sobre la cama, dándome la vuelta para que su cara quedara mejor pegada a mi coñito empapado de sus babas. Me lo estaba dejando a punto de caramelo, y para compensarlo me hice un poco para atrás y así poder cogerle bien esa polla que antes tenía en mi boca para darle un meneo. Sentía que estaba casi al borde del orgasmo, su lengua iba frenética ya dentro mío, aquello era delirante, casi me sentía chorrear de lo mojada que estaba.

-¡NO-me aparte de él-!...Para por favor, para….

-No, no lo haré…Voy a darte tantos orgasmos como semanas tiene el año.

-Para por favor…aaaaaaayyyy nooooo…aaaaaahh…

Quise que lo dejara, quise que parara pero no fui capaz, lo deseaba, lo quería, estaba que no podía más…así que al final cedí a sus deseos y me arrancó un orgasmo que me supo a gloria. Era la primera vez que un tío me sacaba un orgasmo solo a base de comerme entre las piernas. Caí hacía delante apoyándome en la cabecera de la cama, con mis tetas colgando cerca de su cara, que él miraba con glotonería.

-Ummmmm esos pastelitos tienen una pinta estupenda, y esas guindas….Estoy loco por las guindas.

-¿También te gustan los pasteles?.

-Es que soy muy glotón-rió-.

Cogiéndome como si fuera una ramita, me puso bajo él y me fue desnudando hasta que al quedé totalmente en cueros delante suyo. A partir de entonces ya no hubo más chistes ni bromas, y tampoco diálogo, solo pasiones que estaban locas por salir. Su boca se pegó a mis rosados pezoncitos y chupó de ellos como un niño travieso, todo se lo quería comer como un goloso egoísta. Mis manos estaban pegadas a su miembro, a aquella vara de placer que ya se me hacía eterna la espera por tenerla dentro mío, sentir martilleándola en mi interior…aquella idea me excitaba aún más.

Cuando se cansó de usar mis tetas para su deleite, me miró a los ojos con tal intensidad que creí morir en sus brazos. Cogiéndosela con una mano, apuntó su polla jugosa en la entrada de mi coño. Yo no me perdía detalle. No solo quería sentirlo, quería verlo también…y vaya si lo vi. Me costó sangre, sudor y lágrimas mantener los ojos abiertos pero lo hice para contemplar lo que tanto tiempo deseaba. Mi cara, enrojecida como un tomate, con mi boca abierta de par en par y mis cejas totalmente arqueadas, fue presa de un trallazo eléctrico en el instante que por fin me la metió hasta el fondo. Él, al ver mis labios cálidos y frescos tan abiertos, me dio un morreo por sorpresa que casi me deja sin aire. No quería cerrar los ojos, me negaba a hacerlo. Brandán, ya en faena, se puso a follarme...y madre del amor hermoso, que polvo me estaba echando el muy…Se notaba que no tenía prisa por terminar, me penetraba con ritmo pero sin rapidez, y yo se lo agradecía, sentía cosas que jamás pensé que existieran: dolor, placer, locura, pasión, ardor…Enterrada casi totalmente bajo su cuerpo, esa diferencia entre él y yo (él grande, yo chiquita) hizo lo imposible: excitarme más aún.

Con mi cabeza metida en el hueco de su hombro, nuestras lenguas no dejaban de encontrarse a mitad de camino de nuestras bocas…y mis ojos no dejaban de mirar a los suyos, que ahora se encontraban abiertos y me desnudaban hasta lo más íntimo de mi misma alma, parecía que fueran como rayos láser que atravesaran todas las capas de mi ser, de mi propia esencia. Se estableció una especie de pacto entre nosotros, algo como "si tú no cierras los ojos, yo tampoco". Sus bombeos iban ganando fuerza, yo ni siquiera me había acordado de ponerle un condón, pero en el fondo no lo deseaba, no quería sentir un plástico calentado contra mi coño, quería su piel, sus músculos (ya se ocuparía la mágica pastillita del día después de evitar cualquier contratiempo), y eran esos veinte centímetros de músculos los que ahora quería sentir a tope. Brandán se esmeraba, noté su esfuerzo por no gozar antes que yo, por no correrse. Le ayudé meneando las caderas para que sus acometidas fueran más profundas e intensas, y lo fueron, estaba del todo dentro mío, por fin había ganado, ¡¡LO HABÍA LOGRADO!!.

El tan deseado orgasmo nos sobrecogió como una puñetera explosión nuclear. Después de quizá media hora de polvo bien echado como mandan los cánones, Brandán aceleró al ver que yo estaba a punto de nieve y entonces se precipitó para regarme con su semen caliente, que me llegó como una bendición divina. Cayó rendido a mis brazos, que lo recibieron entre vítores de euforia. Por mi mente pasó la imagen de un estadio de fútbol lleno de público hasta la platea, todos aplaudiéndonos como si hubiéramos follado para ellos en mitad del campo. Sin duda fue el mejor polvo de mi vida…pero por suerte no fue el único. Después de recuperar un poco las fuerzas, volvimos a follar pero esta vez yo sentada sobre él, empalada en su viril garrote. Le cabalgué como una amazona experta, me encantó descubrir lo que era "estar encima", y ya el último lo echamos a medio camino entre un sillón de la sala de estar y, a modo de venganza, en la cama de mi hermana. Lamenté horrores no poder dejarle dormir en mi casa, en mi cama, pero ni Carolina ni mi madre podían saber lo que había pasado, de modo lamentándolo mucho le ayudé a vestirse y salí a despedirle en la puerta, dándole un último beso para sellar una noche perfecta (culminada con una imagen que es imborrable en mi memoria: yo desnuda en la puerta de mi casa (con el riesgo de que alguien apareciera y me pillara en bolas) besándolo a él, que estaba completamente vestido…Solo de recordarlo me pongo malísima).

A la semana fue cuando vi las consecuencias de mis actos. Al siguiente sábado, que mi hermana ya estaba en la ciudad y estábamos todos juntos, fue que todo se me vino encima, y del modo más tonto: estábamos de charla en un bar, con Brandán de espaldas a la barra apoyado en ella y mi hermana, haciendo lo mismo, apoyada del todo contra él. No sé como pasó, no sé porqué pasó, pero pasó…Y fue en un instante en que, al mirarlos, y verlos así juntos, se me cayó el mundo a los pies. Quedé…no sé, como en estado de shock lo menos un par de minutos, luego fingí que necesitaba tomar el aire y salí del bar a llorar en una esquina. Sentada y encogida en aquel solitario callejón, creí morirme del disgusto. Ahora lo entendía. Lo entendía todo.

-¿Qué te pasa?.

Me sobresalté al escucharle, alcé la cara y allí estaban él, arrodillado frente a mí con cara de preocupación. Me enjuagué las lágrimas y me puse en pie, queriendo que se fuera de mi lado, cosa que no logré.

-¿Qué pasa Ani?.

-¿Por qué no me lo dijiste-le pregunté con mirada dolida y ojos vidriosos-?.

-¿Decirte?.

-Lo de Carol…¿por qué no me lo dijiste?...¿por qué no me dijiste que tú estás enamorado de ella?...No te hagas el tonto conmigo, ¿vale?. No soy una cría…Os acabo de ver, y sé lo que he visto...Tú la amas, la amas de verdad.

Brandán no fue capaz de responder, solo agachó la cabeza como un hombre al que acusaran de asesinato y estuviera comido por los remordimientos.

-Ella no-le dije-…¿por qué?...¿por que ella, de todas las que hay?. Dímelo. ¿Qué tiene ella de especial?. ¿Qué diablos ves en ella?.

-Veo en ella lo que tú no ves-me contestó con expresión triste-. Veo en ella lo que nadie es capaz de ver. Veo en ella a una pequeña niña perdida que necesita de un hombre que sepa hacerla madurar, y que sepa centrarla.

Agaché la mirada, que no la cabeza.

-Eres un idiota-y esta vez no pude retener las lágrimas-…Ella no se va a fijar en ti, nunca lo hará: eres un buen tío. Ella solo se fija en los gilipollas chuloputas.

-Ya cambiará, es cuestión de tiempo-se encogió de hombros-. Cuando madure se dará cuenta. Solo es…eso, cuestión de tiempo.

-¿Tiempo-pregunté escéptica-?...Llevas cinco años esperando, ¿cuánto más vas a esperar?, ¿cuánta vida malgastarás por ella?.

-Ella me da a mí lo que no da a los demás-intentó justificarse-. Puede que a los demás se los folle sin más, pero a ellos no les da cariño. A mí me lo da.

-Y tú te lo crees-le increpé con amargor-. No es cariño Brandán, solo te utiliza, pero ahora entiendo porqué habéis podido ser amigos tantos años: no habéis follado. Si lo hubieras hecho con ella nada más conocerla, a estas alturas no sería más que un buen recuerdo lejano. Ni siquiera seríais amigos.

-Entonces me alegro de no haberlo hecho, así he podido llegar a quererla y a ver como es. ¿Por qué te empeñas tanto en que me desentienda de ella?.

Las palabras se me atravesaban en la garganta. Quería decirlas, pero me costaba horrores sacarlas de mi boca, pero hice el esfuerzo, tenía que decirlo, era ahora o nunca.

-Porqué te quiero-y él se quedó patidifuso de la sorpresa-. Porque ahora entiendo la diferencia de la que me hablabas la otra vez…Porqué me he enamorado de ti.

-Analía, yo…

-¡NO-le puse la mano en la boca-!. No digas nada, no hables, no digas algo de lo que luego tengas que arrepentirte.

Apreté los labios y le miré. Entonces sentí un arrebato de compasión por él, lo vi como lo que era: un hombre enamorado de una mujer que jamás podría corresponderle. No podía evitar un sentimiento de lástima. Acariciándole la mejilla con el revés de mi mano, le di un suave beso en los labios.

-Te quiero, mi amor…Te amo…y ahora soy yo quien esperará. Esperaré aquí, esperaré por ti. Esperaré lo que haga falta…hasta que se apaguen las estrellas. Te amo.

Vi que iba a decirme algo, pero no quise escucharle, no quería saber nada de él. Me alejé de allí corriendo, sin dar explicaciones a nadie, y me pasé el resto de la noche llorando en mi cama, en la misma donde apenas siete días antes lo había tenido dentro de mí, donde había sido totalmente mío. Recordé sus caricias, sus besos, su forma de hacerme el amor, de poseerme…y su solo recuerdo me incitó para acariciarme y masturbarme. Negada a seguir llorando, me exploré recordando como él me exploró, me toqué como él me tocó hasta que un dulce orgasmo me hizo dormir.

No volví a verlo desde entonces, y han pasado dos meses desde aquella charla en el callejón. Dos meses de tortura, de desear llamarle, de querer verle, pero no me dejo hacerlo, no quiero. No puedo soportar la idea de verlo sabiendo como sé lo enamorado de que está de Carolina, quien desde entonces tampoco sabe de él. Ella no entiende que él ya no quiera salir con ella, y yo tampoco se lo voy a explicar. Me paso los días con la mente en Babia, recordando la única vez en toda mi vida que hice el amor, absorta con el recuerdo de sus besos, de sus abrazos, y el corazón se me rompe pensando en aquello, en lo que él iba a decirme pero no le dejé. Ahora sé que debería haberle dejado hablar, pero ya no hay vuelta atrás, y no sé si volveré a verlo. No sé que es peor, si la idea de no volver a verlo o de verlo y saber que sigue colado por la puta de mi hermana, la que se cepilla a cuanto tío se le antoje sin miramientos. Me siento impotente, atrapada por un sentimiento de culpa y otro de amor, en mitad de una tormenta emocional tremenda que me desgarra y me destruye por dentro. Lo amo…lo amo tanto que duele, sin él me falta el aire, la vida, todo…¿Podré volver a verlo?, ¿podremos un día estar juntos?, ¿llegará a amarme de verdad?, ¿me amará ya?...¡OH DIOS MÍO!, ¿QUÉ PUEDO HACER?...

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Ranma: el Corazón de los Deseos

Una familia unida: amigos con derecho a roce

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Severus Snape

Zaira: fogosa a todas horas

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Que zorra es mi jefa

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CSI: En casa de Lady Heather

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Diario de mi viaje a África

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Nene, ven con la tata

Sometiendo a mi hermanita: tercer día (Domingo)

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Follando en el ascensor

Vejaciones a una buena vecina

Me follé a mi hija: Apoteosis final

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¡Puta, más que puta!

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El saben aquel...

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De cena con mi prima... y alguien más

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