miprimita.com

Mi amiga, mi iniciadora sexual... mi hermana

en Hetero: Primera vez

MI AMIGA, MI INICIADORA SEXUAL… MI HERMANA

Recuerdo que era una noche como cualquier otra, un sábado como cualquier otro. Volvía a casa tras haber estado de bares con mis amigos, con ganas de dormir entre el cansancio de estar de baile y el calentón de no haber metido en caliente aunque tuve una o dos oportunidades, que por desgracia no llegaron hasta el final. Lo único que mi cuerpo necesitaba era dormir…pero me encontré con algo que me dejó casi desvelado y azorado el resto de aquella condenada noche.

Bailando con unos cascos en los oídos y un walkman adosado a un mini-cinturón (que era a su vez lo único que llevaba puesto), me encontré a una chica de larga melena pelirroja, bailando desnuda de espaldas a mí, haciendo unos contoneos que ya quisieran para sí algunas de las go-gos que me encontré en algunas discotecas. Quedé flasheado y con una cara que posiblemente pareciese una máscara de lo pálido que me puse. No por ver a una tía bailando desnuda en mi cuarto, si no por quien era la que bailaba.

-¡¡MAITE!!, ¿¿¡¡se puede saber que estás haciendo!!??.

Ella se giró totalmente pillada de sorpresa, pero apenas hizo ademanes por cubrir sus vergüenzas, si no que más bien apago su walkman y se quitó los auriculares. Por su rostro había una tranquilidad y una naturalidad que me tenían desconcertado.

-Hola canijo-me soltó-, no te esperaba tan pronto. Me has pillado practicando.

-¿Practicando?, ¿practicando para qué?.

-Me han contratado en un bar de copas. Voy a ser go-go y estaba practicando un poco el baile para cuando me toque menear el esqueleto.

-¿¿Es que vas a bailar desnuda para todos los babosos que te miren??.

-No, tonto-y di un suspiro de alivio-. Es un bar de copas, no un puticlub de esos de carretera. Se me puede ver, pero no tocar. Yo puedo tocar, pero que nadie me toque. El dueño del club dice que con este cuerpazo que tengo, tengo asegurado trabajo por bastante tiempo…¡ah! y gracias.

Me quedé desconcertado de nuevo, pero esta vez por las palabras de Maite. Me estaba dando las gracias…¿pero por qué?.

-¿De que hablas-le pregunté-?.

Ella comenzó a reírse como una niña pequeña, llevándose la mano a la boca con mohínes infantiles. De pronto me señaló pero no a la cara, si no como un metro más abajo. Al reclinar la cabeza me dio un ataque de vergüenza tremendo. ¡¡Sin darme cuenta me había empalmado del todo!!.

-Gracias canijo. Si hasta a mi hermanito pequeño lo he conseguido poner con la polla dura, entonces es que lo estoy haciendo bien-se sonrió-.

-No te felicites tanto-dije tapándome un poco la erección-. Ya venía algo así de la calle, que me dejaron con un buen calentón antes.

-¿Guillermo, eres tú?.

La voz de mamá nos cogió a los dos de sorpresa. Si descubría a Maite desnuda en mi cuarto, quien sabe lo que pasaría. Ella se empezó a vestir como podía, totalmente aterrorizada.

-Si dices algo te mato, ¿vale-me amenazó-?. Haré lo que sea, ¿de acuerdo?. Lo que sea para que no digas nada. Pídeme lo que quieras, que yo lo haré…y ahora finge o los dos estamos muertos y enterrados.

Cuando mamá entró Maite fingió haberse despertado al oírme entrar por la puerta y haber venido a verme para preguntarme si estaba bien. Por suerte se vistió del todo en el último segundo, de modo que nos libramos por los pelos…pero por desgracia y como dije antes, la visión de mi hermana desnuda y de la forma en que me dejó seguir viéndola con total naturalidad, me impidió dormir aquella noche. Faltó poco para que mi mano, siguiendo un impulso de lo más loco, buscara mi polla para "tocar la zambomba", pero al final impuse la cordura. ¿Masturbarme pensando en mi hermana?, dios, tenía que estar como un cencerro para hacer algo así.

Lo cierto es que, con el paso de los días, lo que mi hermana me había dicho había hecho mella en mí: podía pedirle lo que quisiera, por alocado que fuera. Aquella carta blanca me hacía desvariar y tener toda clase de sueños y alucinaciones. ¿Sería mi hermana capaz de dejarse hacer por mí si se lo pidiera?, ¿accedería a posar desnuda, o peor, a acostarse conmigo si se lo decía?. Por un lado mi cordura me exigía abandonar semejantes disparates pero por otro la calentura propia de mi edad me sugería ir a por todas y cumplir ese chantaje para convertirlo en un chantaje sexual y someterla a mis deseos y caprichos. Aquellas siguientes semanas posteriores a aquel encuentro dejaron en mi mente una encarnizada lucha entre mi lujuria y mi sentido común.

Finalmente, de forma inesperada, encontré forma de hacer una tregua entre mi lujuria y mi cordura. Esperé a que Maite estuviera sola (cosa nada fácil, pues entre sus amigas y sus "moscones" (los babosos que se hacen pasar por amigos que andan locos por echarle un polvo) la pobre casi nunca se quedaba sola, y en casa paraba poco) y la abordé con total naturalidad pidiéndola que fuera a mi cuarto para algo importante. Coincidencia de la vida, ambos estábamos en casa en uno de los días más asquerosos del año: la tormenta que había fuera parecía que era el fin del mundo.

-Maite, ¿podemos hablar?.

-Claro canijo, ¿qué ocurre?.

-Quisiera pedirte un favor. ¿Recuerdas lo de hace mes y pico, que me dijiste que podría pedirte lo que quisiera?, cuando te pillé bailando…

-Sí, sí, lo recuerdo-asintió-. ¿Vienes a cobrarte el favor?.

-Sí. Me gustaría que me pudieras ayudarme con una cosa. Tengo un problema y necesito de alguien que sepa de mujeres…¿y que mejor que mi hermana para eso?.

-¿De que se trata?.

-Me he enamorado.

Maite puso la misma cara que yo cuando la pillé bailando desnuda. De pronto se quedó pálida como la luna llena.

-Se llama Flor, somos compañeros de instituto.

-¿Flor, en serio-se puso incrédula-?.

-Bueno, en verdad se llama María de las Flores, pero como lo odia, prefiere que le digan Flor. Y es-y no pude evitar un suspiro mientras recordaba su cuerpo-…

-¡No digas más-se adelantó-!, seguro que es la típica lobona de ropa apretada y cuerpo explosivo que todos desean pasarse por la piedra. Pues tienes problemas, esas no se conforman con el primero que pasan.

-Te equivocas de la mis a la media. Flor es justo lo opuesto: es el patito feo de la clase, la que pasaba del todo desapercibida.

-¿Si pasa tan desapercibida, como es que te has fijado en ella?. No me cuadra mucho eso-arqueó una ceja con tono intrigado-.

-Me la encontré este fin de semana pasado por la noche en una discoteca, y créeme cuando digo que tardé en darme cuenta de que era ella. No es que sea una super explosiva, pero al verla así arreglada, me llevé una agradable sorpresa….y me he pillado por ella. Los tíos no saben hasta que punto Flor es guapa…puede que ni ella misma lo sepa.

-Vale, eso lo entiendo, ¿pero que necesitas de mí?.

-Una charla maestra sobre sexo, sin tapujos-le dije-. Estoy loco por tirármela pero también por enamorarla…y quiero que me ayudes a conquistarla.

-¿Eso es todo, nada más-y ella pareció decepcionada-?, ya daba por sentado que ibas a pedirme que me lo montara contigo en plan salvaje.

-¿¡QUÉ!?, ¿ES QUE ESTÁS LOCA?, ¿CÓMO ME VOY A FOLLAR A MI PROPIA HERMANA?, ¿HAS PERDIDO LA CABEZA?.

-¿Y qué pasa con eso-se encogió de hombros con gesto casi ofendido-?, lo dices como si fuera algo malo.

Se me quedó una cara de pez que sería digno de ser pescado con caña. En cambio ella se quedó tal cual estaba, con total normalidad.

-A ver Maite, intentaré deletrearlo para que lo entiendas, ¿vale?. Tú hermana, yo hermano-nos señalé-. Familia. Incesto. Pecado. Delito. Crimen. ¿Pillas-ironicé-?.

-Lo que pillo es lo tonto que hablas-se rió-, y sí entiendo lo que dices, pero no lo comparto. Antes quizá te hubiera dicho que sí, pero desde lo de tío Fredo, ya no.

-¿Tío Fredo?, ¿qué pasa con él?.

-Que nos lo montamos entre los dos, hará cosa de año y algo.

Estuve por darme una ostia en la cabeza para saber si había escuchado bien lo que ella me había dicho. Mirándola de arriba abajo, me daba la impresión de hablar con una total desconocida. ¿Aquella era la misma hermana con la que me había criado?.

-¿Tú y tío Fredo-pregunté con total repudio-?, pero si él es…

-Sí, hermano de papá, nuestro tío, lo sé.

-¡Es un cerdo, te ha violado-dije de pronto para explicar lo ocurrido-!. Ha abusado de ti, eso es lo que ha hecho.

-¡De eso nada, monada!. Tío Fredo no me ha violado, yo consentí. Me enfrenté con su desafío y perdí. Él tuvo razón y como premio, se lo hizo conmigo-y al ver que yo estaba totalmente perdido, se explicó-: tío Fredo vino un día y me propuso un reto, un duelo mental. Él me propuso una idea y tenía que convencerme de su validez. Si al final me convencía, me ganaba…y me ganó.

-¿Una idea?, ¿qué idea?.

-Que no tenía nada de malo que él y yo nos lo hiciéramos. Que el que él fuera pariente mío era solo un detalle y no era pecado ni nada por el estilo. Y tiene toda la razón del mundo, canijo: el sexo es biología, es pura química, nada más-me miró con una resignación y una franqueza absolutas-. Es como tú y yo: somos hermanos, sí, ¿y qué?. Sigue siendo el mismo principio: una polla, un coño y un "mete saca". El resto no son más que fantasías de moralidad, pajas mentales de la gente. Si se aprendiera de una vez a distinguir sexo de amor, las cosas serían muy distintas.

-¿Perdona, te conozco-ironicé-?, no sé, juraría que hace un momento eras Maite, la que se supone era mi hermana. Ya sabes, con la que crecí y todo eso…

-Sigo siendo tu hermana mayor…y también una mujer sexualmente liberada. No soy la niña de antes-negó con la cabeza-. ¿Me vas a preñar?.

-¿¿QUÉEEEE??.

-Lo has oído bien. ¿Vas a preñarme, a dejarme embarazada, a enamorarte de mí o casarte conmigo?

-¡Claro que no, no digas locuras!.

-Entonces no habría problemas si quisieras acostarte conmigo, canijo. Pero si lo único que quieres es una charla sobre sexo, por mí perfecto. Soy una amante consumada (o al menos eso me dijo tío Fredo), así que venga, pregunta.

Durante las siguientes dos horas, hablé con ella de sexo, de mujeres, de posturas para follar y de tantas cosas que ahora mismo sería incapaz de recordarlas todas…y si es verdad que la charla fue de lo más amena y muy aleccionadora, no negaré que la soltura con que ella se me ofrecía sexualmente iba poco a poco royendo mi mente. ¿De verdad ella quería montárselo conmigo?. Me costaba creerlo…pero mi mente calenturienta no paraba de jugar con aquella idea mientras la recordaba desnuda, bailando en mi cuarto.

-Canijo, ya sé que de vez en cuando andas de ligoteo por ahí y que te frotas con algunas, pero tengo que preguntarte algo…¿lo has hecho alguna vez?, ¿eres virgen?.

-Eso es algo privado-le dije-, en realidad creo que no te incumbe.

-En realidad creo que habías dicho "una charla de sexo sin tapujos". Ahora no me vengas con secretitos, que no eres ningún niño pequeño. ¿Lo eres o no?.

-No-asentí con expresión dolida-. Siempre he estado muy cerca de lograrlo pero jamás he podido llegar hasta el final. De hecho, la noche aquella en que te pillé de baile faltó muy poquito…pero al final la tía me echó para atrás. A todo esto, ¿por qué fuiste a mi cuarto a bailar, y no el tuyo?.

-Porque es el mío, cretino. Si mamá fuera a buscarme es allí donde me pillaría más fácilmente. Como tú estabas fuera, tenía tu cuarto libre para practicar y ella no entraría a tu habitación a nada. Además, de entrar a mi habitación y no verme, ella podría pensar que habría salido de noche y no pensaría en que estaría en tu cuarto. Lo tenía todo muy calculado excepto que tú llegaras antes de tiempo…pero bueno, esas cosas pasan.

-Ya, claro-repuse un poco contrariado-. ¿Y si hubiera sido papá el que entrase en mi cuarto? Te recuerdo que en mi armario hay parte de su ropa.

-Si fuera papá, no me habría preocupado-se limitó a decir con malicia-.

-¿Qué quieres decir con eso-pregunté, intrigado-?.

-Que no me habría preocupado, y déjalo estar así, ¿entendido-guiñó un ojo-?.

-Vale, entendido.

Después de lo que dijo de ella y Fredo una idea loquísima cruzó mi cerebro al hablar así de papá, pero preferí deshacerla rápidamente, eligiendo mejor ignorarla que centrarme en ella. Por suerte ella misma me sacó de mis pensamientos.

-Entiende también esto: estás jodido.

-¿Jodido por qué?.

-Porqué eres virgen, y las tías lo notamos. Se te nota la inexperiencia, la falta de seguridad en ti mismo, el intento de aparentar que sabes lo que haces…cuando no tienes ni idea de eso. Tú crees que no se nota, pero créeme: se nota. Todas lo notamos.

-¡Anda, venga ya, no te tires tantas flores-desdeñé al ver que se hacía la creída-!.

-No lo hago. De hecho hace dos semanas me ocurrió una cosa, cuando acabé mi turno en la gogotera y me fui con un par de amigas: se me acercó un niñato que se las daba de chulito, haciéndose el graciosote, el macho…y olía a virgen que atufaba. A los tíos se os nota a la legua cuando ya estáis curtidos en materia sexual y cuando no os habéis comido un colín en mucho tiempo…o cuando ni siquiera os habéis estrenado.

Si antes adoptó un tono condescendiente, este fue más directo, y eso me dejó un poco preocupado. Si lo que decía era cierto, entonces Flor notaría mi inexperiencia y mi inseguridad y posiblemente hiciera lo mismo que las demás, rechazarme y apartarme de su lado al intuir que más que un hombre, era como un niño aún no estrenado. Un gran escalofrío fruto de un arranque de miedo recorrió mi espina dorsal.

-¿Y que hago-le pregunté sin disimular mis sentimientos-?, me encuentro en un callejón sin salida. Si lo que dices es cierto, Flor no querrá ni acercárseme, o de poder hacerlo, acabará rechazándome y dejándome de lado al notar que no sé seducir a una tía.

-Bueno canijo, no te agobies, a lo mejor ella no de la mucha importancia al sexo y sí al amor-teorizó-. Que no todas somos unas ninfómanas en busca de polla, nene.

-Ella sí, créeme, que la vi…En clase puede que sea una mosquita muerta, pero de cuando la vi aquel fin de semana iba rebuscando entre los babosos de la discoteca. Si no se comió nada fue porque las había mucho más cañonas que ella, que iba guapa y de buen ver, pero tampoco explosiva.

-Oh, vaya-se preocupó-. Claro, es que también estáis en la revolución hormonal, que yo eso ya lo pasé. A lo mejor su cuerpo le está pidiendo caña y por va buscando por las discotecas…pero por lo que me dices, la pobre debe estar tan perdida como tú si en clase pasa desapercibida y los fines de semana intenta ponerse a tiro.

No supe que contestar a su frase. Apoyándome un poco en el alfeizar de la ventana que tenía a mi lado, me quedé mirando la copiosa lluvia que caía por fuera. Ya no tenía ni idea de que podría hacer para conquistar a Flor. Estaba perdido.

-¿Puedo decir algo-sonó de pronto la voz de mi hermana, no enfrente de mí sino detrás mío, como si acabara de sentarse a mi lado en la cama en donde yo estaba (ella había estado en mi butaca del ordenador)-?.

-Claro-me giré para verla-. Dispara.

-Tengo que confesar que antes lo decía medio en broma y medio excitada…pero ahora voy a decirlo del todo en serio: dime canijo, ¿quieres acostarte conmigo?.

No contesté. Ella supo ver mi duda.

-Mi hermano pequeño necesita ayuda. De verdad creo que quieres a Flor, que es tu primer amor…y que a menos que haga algo, se te va a escurrir entre los dedos. Si ella necesita a un hombre que sepa darle lo que su cuerpo pide…entonces haré cuanto esté en mi mano para que tú seas ese hombre.

-Pero yo no quiero acostarme contigo. Puedes que tú seas sexualmente liberada, pero yo no-admití-. La idea de cometer incesto con mi hermana no me seduce mucho.

-A mi sí-sonrió arqueando una ceja, con gesto insinuante-. Además, esto no es sexo por que sí, gratuito y de cualquier manera: gracias a mí podrás tener a Flor, y aún no saliendo bien la cosa con ella, podrás decir que si la tuviste, fue gracias a mí.

-Pero…

-¡Cállate y bésame, canijo!. ¡Ven a follarme de una vez!.

Mis hormonas se debatían entre besar los carnosos labios de mi hermana mayor y no hacerlo precisamente por ser hermana mía. Mi lucha interna fue fulminantemente erradicada por la acción de Maite: asiendo mi cabeza entre sus manos, la llevó a la suya y me estampó un señor beso de esos que cortan la respiración. Aunque ya sabía lo que era morrearme con alguna, estaba algo verde en los besos con lengua, así que la pobre hizo lo que pudo para poder colar la suya por mi boca y buscar la mía…y yo seguía pensando que aquello solo era un delirio de mi imaginación.

Iba a decirle de las largas noches que pasaba pensando en cuando la vi desnuda y por primera veía una mujer, y no a mi hermana, pero entre tanto beso no me dejó. Se fue sacando la ropa y nos metimos en cama debido al frío una vez estuvimos ya totalmente desnudos. "Ahora, todas las noches, cada noche, cada vez que vayas a dormir podrás recordar lo que es tener una mujer en la cama", me susurró con sonriente tono meloso. De pronto, la tormenta que caía fuera de casa no fue nada comparada con la que se había desatado en mi propia cama, con Maite poseída mientras no paraba de enseñarme a besar (no tenía ni idea de que hubiera tantos modos distintos de hacerlo), con su cuerpo rozándose contra el mío.

Las medidas de mi hermana, que no lo dije y bien que me las sabía de verse probarse trapitos, eran 98-62-92. Entre eso y su melena pelirroja, que reciente se había ondulado, combinado con unos ojazos verdes que te clavaban al suelo, hacía que Maite fuera de esas mujeres que pueden hacer que un hombre pierda la razón…y logró que la mía se fuera a hacer gárgaras. Con la locura y la lujuria dominándome, acepté no sin esfuerzo lo que estaba pasando y me dice a mí mismo que ya que Maite se me ofrecía de esa manera, no iba a defraudarla y sí a complacerla y gozarla a todo gozar.

No lo dudé ni un segundo a la hora de amasar, besar y degustar sus enormes y bien puestas tetas, que seguramente tantos sueños húmedos habrían llenado las mentes de tantos hombres que la habrían visto bailar en la discoteca, admirando sus contoneos para luego irse a casa a matarse a pajas pensando en ella, como tampoco me corté para apretar sus nalgas, tersas y bien duras, objeto de deseo por los mismos tipos que con toda seguridad se deleitarían en fantasías eróticas sobre como lograrían encular a mi hermana y que ella lo gozase. Maite parecía despertar el deseo en cuantos hombres tenía cerca de ella…y si ni siquiera el tío Fredo había sido inmune a sus encantos, ¿como podía esperar yo resistirme a semejante ninfa lujuriosa?.

Ella, por su parte, tampoco se quedó corta a la hora de recorrerme con su boca de parte de parte, de acariciarme de arriba abajo con sus manos calientes y juguetonas que buscaron mi erección para saber hasta que punto me dejó azorado. Buenamente me las apañé para decirle que aunque mi mente lo negaba casi todo el tiempo, llevaba desde aquel día soñando con el momento en que aquello ocurriese, con verla buscando mi verga para darse un atracón…y no sería por falta de ganas, pues en cuanto tuvo ocasión abrió su boca de labios jugosos y tras una última tanda de besos, se la metió entera en un decir "Jesús".

Mi manubrio daba saltos de alegría de que lo mimasen de aquella manera, pues jamás en mi corta vida me habían hecho una mamada y mucho menos del modo en que me la estaban haciendo. ¡VIRGEN SANTA, QUE GOZADA!. Maite chupaba y chupaba como si la estuvieran apuntando a la cabeza con una pistola, parecía que la vida le fuera en ello. Como no me quería quedar atrás busqué su cuerpo y me las ingenié del mejor modo para voltearla y dejar su conejito peludo y apetecible al alcance de mi mano y de mis dedos, que no tardaron en comprobar la humedad de aquella cuevita caliente y amorosa que me recibía con escalofríos de puro placer.

Pensé que ella haría todo el trabajo, que se pondría a rebotar sobre mi tranca al sentarse sobre mí y cabalgarme hasta el agotamiento, pero me equivoqué: me ordenó que con determinación y fuerza, pero sin brusquedad, la pusiera bajo mi cuerpo y que la penetrase sin miramientos. Tenía que ser el hombre, que esforzarme, que demostrar mi valía ante ella…y como que hay cielo que lo hice, la rodeé con mis brazos para tenderla en la cama, abrirla de piernas (sorprendiéndola con un buen masaje oral entre ellas) y luego penetrarla hasta el final. Ella misma me quitó una paja mental que me rondaba la cabeza diciéndome que esa primera vez no usaríamos condón y que ella tomaría todas las debidas precauciones, pero que las siguientes (si las había) no fuéramos tan locos.

El instante en que la hice mía fue como la explosión de mil soles, me sentí morir y renacer…y eso que ni siquiera había empezado. Maite, a cada embatida mía, me cogía de mis bíceps (no soy especialmente cachas, pero algo tengo) y temblaba de emoción mientras sentía como su chocho se dilataba al paso de mi falo en su interior, haciéndola gozar. Parecía que llevase largo tiempo sin sexo, pues por su cara resbalaban lágrimas de placer (y no es exageración; juro por dios que lloraba). Mientras me la follaba me di cuenta de que un polvo no era cosa de un mete saca de cinco minutos y listo, si no que podía tardar lo suyo…y también me quitó el fantasma de pensar que el día que ocurriera mi primera vez me correría solo de meterla…bueno, pues nada más lejos de la realidad.

Atrapándome con sus piernas y con sus brazos como si fuera un pulpo, Maite se apretó contra mi cuerpo, exultante de júbilo. Se aferraba tanto que me dolía el cuerpo de la fuerza con que se apretaba contra mí mientras me la trabajaba. La endiñaba todo lo fuerte que me era posible, entraba y salía de ella con una facilidad pasmosa mientras ella buscaba mi boca para besase conmigo y mirarme a los ojos. Hacía cuanto podía para evitar que cerrase los ojos o que pusiera mi cabeza en el hueco de su hombro. Sus pechos apretados contra el mío bamboleaban de lado a lado como flanes, temblaban y se movían alocados. Nuestros cuerpos exudaban un delicioso aroma a sexo que tardé en captar pero que una vez lo olí, encendió más mi deseo por follarla bien follada.

Después de un tiempo que irónicamente parecía haberse esfumado en mi mente, haciendo aquella experiencia atemporal y eterna, noté como mi cuerpo bullía como si algo fuera a suceder. No es como cuando estás masturbándote y notas que estás a punto de correrte. No, esto era diferente. Era mejor. Mucho mejor. Mejor incluso que darse un atracón de chocolate. Me notaba como a punto de reventar por dentro, como si fuera a ser despedazado y quemado por los cuatro costados. Las manos de mi hermana, sueltas de mis brazos, pasaban por mi pelo y mi espalda, su boca se pegaba a la mía, su lengua quiso acallar los gritos pero luego recordó que nadie nos oía…así que grité, jadeé y gemí cuanto quise para que ella supiera que estaba a punto y que así gozase conmigo.

Mi primer orgasmo compartido fue como si el cielo se abriera de par en par. Ella me ayudó con sus piernas para darme los últimos estertores y que lanzara mis últimos chorros de semen caliente en ella, que lo recibió eufórica. Agotado y sudoroso por el esfuerzo realizado caí redondo a la cama, aunque ella se encargó de recibirme con sus amorosos brazos, satisfecha por el polvo que le había echado. Ignoraba si había sido su mejor polvo, pero desde luego había sido el mío (aunque bueno, era el primero, normal que pensara así). Me bastó con saber que Maite, mi propia hermana, se había convertido en una suerte de iniciadora sexual para mí y que gracias a aquella tarde, en la que lo único que yo quería era algo de ayuda para conquistar a una chica, me había llevado mucho más de lo que habría podido imaginar.

Tuve suerte de poder recuperarme pronto, porque Maite pronto me pidió una segunda ronda, y esta vez, tenía que enseñarme a usar un preservativo, algo que parecía sencillo pero que resultó ser todo un arte y muy útil para ocasiones futuras en que me tocase hacer un encapuchado rápido. Me noté muy raro con aquel caperuzo de látex recubriendo mi verga, pero Maite me dijo que me acostumbrase, pues a menos que tuviera mucha confianza y cercanía con la otra persona, la mayoría de mis polvos serían con ello puesto. Gracias a sus indicaciones aquel segundo polvo resultó casi mejor que el primero, y aunque me hubiera encantado un tercer asalto, tanto ella como yo no podíamos más. El esfuerzo había sido agotador y no dábamos para otra ronda. Ambos nos quedamos "felices como las perdices", y desde entonces me es imposible meterme en cama por la noche sin recordar la vez que con 16 años tuve a mi hermana de 20 para mí y sin que una sonrisa de estúpida y radiante felicidad se me dibuje en el rostro.

Las palabras de Maite fueron del todo proféticas, tanto las buenas como las malas: pasé con Flor dieciocho maravillosos meses de relación, y si bien la separación fue un poco dolorosa ("primer amor, primer desengaño"), hemos mantenido una buena amistad con el paso del tiempo llena de bonitos recuerdos y vivencias. Mientras que ella se lió con un amigo de su hermana, yo ahora tengo a una chica llamada Azalea (sí, también es nombre de flor; las vueltas de la vida) que es la niña de mis ojos. En cuanto a Maite, sigue sin tener novio, pero ni falta que le hace: todos los fines de semana se pasa a 2 ó 3 por la piedra, y tan ricamente. Como muy bien dijo ella, es sexualmente liberada y no tiene porque avergonzarse de ello (y si la tachan de lo que la tachen, sabe como poner a la gente en su sitio, que como muy bien ella dice "si fuera hombre nadie me diría nada, ¿verdad?"). Aunque en su momento vi como algo malo su forma de pensar, fue por su liberación sexual que no solo descubrí el sexo, si no a ser persona y a relacionarme de mejor modo con las mujeres. Tantas cosas buenas que me han pasado, y todo gracias a esa persona que es Maite y que es mi cómplice, mi confidente, mi amiga, mi iniciadora sexual…y mi hermana.

Mas de Ivan Sanluís

Una noche, tres historias: Viki & Toñi

Una noche, tres historias: Trini & Pili

Una noche, tres historias: Moni & Puti

Mis primeros amantes

Viendo a mi novia follada por su hijo

Una noche de perros

La hija de mi amiga/La amiga de mi madre

Mente incendiaria

Aprendiendo a ser sumisa

Intercambio de venganzas (capítulos 5 y 6)

Intercambio de venganzas (capítulos 3 y 4)

Intercambio de venganzas (capítulos 1 y 2)

Realquilados: una historia morbosa

La vida secreta de Luna Lovegood

Celda de castigo

Vida de una supermodelo

Esclavizada

Forzada en la disco

Caballo: Mi primera experiencia zoo

Caso real de abuso de ultratumba

Testigos inesperados

Karlita

El círculo de las viciosas

Hogar, aterrador hogar

Severus Snape: biografía y secretos

El estudio de papá

Infidelidad en el cybercafé

Ñoña hasta decir basta

Angel Girl X, mi juego favorito

Una familia unida: el secreto de Ale

Aprendiz de chupapollas: tercera lección

Aprendiz de chupapollas: segunda lección

Aprendiz de chupapollas: primera lección

101 usos para un par de tetas

Novia pervertida, novio vengativo

Banquete de boda

Querido diario

Ir por lana...y salir trasquilada

Aurora & Iris

Jairo, mi hermano mayor

Fono Pasión

Leire, azafata de vuelo

La fuerza del destino

De la cam a la cama

El ente: la otra cara de la moneda

Feliz aniversario: la otra boda

Una mujer decente

Puta: mi primer cliente

Visitante de dormitorio

Lucía tiene un secreto

El culo perfecto

El diablo

El último amanecer

Saboreando del fruto prohibido

Cena pasada por agua... o no

Mi tío, mi consejero, mi segundo padre...mi amante

Documento inédito sobre brujería

Brujería: la conversión

La noche que cumplí 18 años...

Regreso a casa de mis padres

Cambio de look

Papá, hazme un favor

Svetlana

Enamorarse, declararse

El Inmortal

Mi primera consulta

La bruma, de Ivan Sanluís

El descubrimiento del sexo

El amigo de mi hermana

El examen suspenso

Orgías en las despedidas de soltero

Mi hijo disfruta de mí

Linda colegiala

Destino asumido

El mejor amigo que una chica pueda tener

Carla y la puta de su hermana

Mi hermana quiere polla

Violada colegiala

La violación de Andrea

La violación de Andrea II: juego de cartas

La chica de la calle

La entrevista de trabajo

Fono pasión

Los amigos de papá

La Kiosquera

El sueño se hace realidad

La censura, ese gran invento...

El trenecito

Ranma: el Corazón de los Deseos

Una familia unida: amigos con derecho a roce

Una familia unida

Severus Snape

Zaira: fogosa a todas horas

El amor de mi vida

Quiero saber lo que el amor es

Sheena, la reina de la jungla: masacre

Lluvia

Que zorra es mi jefa

Como escribir un relato en 10 pasos

Inés, mon amour

Karlita

Blossom: placeres secretos

Willy

Me mato a pajas pensando en...

Hija pródiga

Hijo pródigo

Rita: Fuego en estado puro

Una noche con Diane Lane

Seducí a Papá

Smallville: El señor de las ilusiones

Israel, mi mejor amigo

Castigada

CSI: En casa de Lady Heather

Cabalgando a lomos de un hombre maduro

Mi novia no se deja

Feliz aniversario: el regreso

¡Señor conserje, señor conserje!

Jairo, mi hermano mayor

Follando con mi hermano

Nadia

El hombre y su casa

Diario de mi viaje a África

Elizabeth

Un regalo especial

La mujer del barco

Nene, ven con la tata

Sometiendo a mi hermanita: tercer día (Domingo)

Sometiendo a mi hermanita: segundo día (Sábado)

Sometiendo a mi hermanita: primer día (Viernes)

Follando en el ascensor

Vejaciones a una buena vecina

Me follé a mi hija: Apoteosis final

Me follé a mi hija: Al día siguiente

Me follé a mi hija

Sara, la puta del instituto

Esther Arroyo, la diosa de oro

Susana, la niña del ciber: El reencuentro

Feliz aniversario

Ally McBeal: polvos de oficina

Hola vecino

¡Puta, más que puta!

Foto de Leticia Castá

El saben aquel...

Mis relatos favoritos

El bultito de mis hijas

Sueños que se hicieron realidad

Edipo Rey

A Katy le gusta ser violada

Una noche inolvidable

¿Qué fue de Inma Brunton?

Mi primo del alma

La vecina de al lado

Expediente X: Los señores Devlin

Doncella, criada... y esclava

AVH: Avril Vs. Hilary

Fiesta de pijama

Yo quiero a mi hijo

Las chicas Gilmore: el invitado

Begoña: puro vicio

Todo en un día

El bultito de mi hija pequeña

Te veo en mis sueños

Viaje en tren

Lujuria en Disneylandia

Susana, la niña del ciber

En la profunda oscuridad del bosque

Bajos instintos

Aurora & Iris

Begoña: pasión inconfesable

Buffy, cazavampiros: Willow

Pizza con extra de almeja

Mi hijo, mi nuera...y yo

Ojos que no ven...

Buffy, cazavampiros: Dawn

Más allá de las estrellas

El amor de mi hermano

Cojí con mi madre

Mireia, la madre de mi mejor amigo

Sonia, la gogo brasileña

Buffy, cazavampiros: Joyce

Orgía en la casa de Britney Spears

Pamela: corrupción total

Sabrina, cosas de brujas: el perfume

SI, de Rudyard Kipling

El pony que me folló

Paulina Rubio, el volcán mexicano

Xena, la princesa guerrera: Perversiones

Verónica

Ese oscuro objeto de deseo

Follándome a Angelina Jolie

El bultito de mi hija

Embrujadas: El poder de cuatro

La vida secreta de Harry Potter

Amada por Tiziano Ferro

Amantes

La vida secreta de Ron Weasley

Sara, la guarra de mi profe

Alyson y sus amores

La vida secreta de Draco Malfoy

Follándome a jennifer connelly (Ed. Especial)

Desvirgada

Follandome a Jennifer Connelly

La historia de Mary Kay Letourneau

La vida secreta de Hermione Granger

Saúl, el semental que me desvirgó a mi también

Saúl, el semental que me desvirgó

La isabel

Juntos para siempre

Gabi, mi dulce amante peruana

Secretitos: Alicia en el jardin de las delicias

Raquel: entre la realidad y la fantasía

El pony que se folló a mamá

Mi adorado Sr. Sebastian

Mi dulce quiosquera: Un placer sin igual

Mi dulce quiosquera: Otra sorpresa

Mi dulce quiosquera: Inesperada petición

Mi dulce quiosquera: El deseo hecho realidad

Mi dulce quiosquera: Agradable sorpresa

Gemma, mi profesora particular

La dependienta: mi 1º vez con (toda) una mujer

Cynthia: lección de una anatomía precoz

Joyce

En el metro de japón

De cena con mi prima... y alguien más

De cena con mi prima