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Las chicas Gilmore: el invitado

en Parodias

LAS CHICAS GILMORE: EL INVITADO

Echada a la larga en el sofá, Lorelai tenía una apatía del tamaño del Gran Cañón, pues no tenía a nadie con quien estar. Todos sus amigos y amigas, pero absolutamente todos, estaban visitando a alguien o haciendo otras cosas, con lo que no tenía compañía, y Rory, a quien creía su tabla de salvación, se iba con un par de amigas al cine.

-No tardaré en volver Mamá. ¿Seguro que estarás bien?.

-Sí, segura. Anda, vete antes de que cambien de idea.

-De acuerdo Mamá. Intenta pasarlo bien ¿de acuerdo?.

-Lo intentaré.

Tras darle Rory un beso en la frente ésta salió por la puerta y Lorelai se quedó totalmente sola en su casa. ¿Qué podía hacer?, ¿cómo pasar el tiempo?, ¿en que entretenerse?. Levantándose del sofá recorrió la casa buscando algo que pudiera terminar con su aburrimiento, hasta que finalmente, al entrar en su habitación, recordó algo con lo que divertirse. Abrió un cajón de su cómoda y hurgó en el fondo del mismo, sacando lo que parecía ser una tarjeta de visita. Bajó al salón y marcó el número que ponía en ella.

-Hola, soy Lorelai…sí, yo también me alegro de hablar contigo…eeeh sí, te llamaba para saber si estabas libre…sí, estoy sola…¿en serio puedes venir?...muy bien, te espero. ¿Recuerdas la dirección?...ah bien…sí, estupendo…no te preocupes, ven normal…sí, sin traje especial…jajajaajajaja ya sé que te parece raro, pero ven normal…no, hace falta traigas nada…vengaaaaa, ya nos vemos…besos…chao…

Cuando colgó el teléfono Lorelai sintió una sensación de júbilo liberador, lo que se siente cuando se hace algo que se supone no debería hacer. Sabía que no tardaría en llegar, de modo que simplemente se limitó a esperar que sonase el timbre de la puerta. Diez minutos después sonó y de nuevo, su belleza la cautivó: metro noventa de hombre bien formado, de ojos azul mar, con el pelo castaño claro, casi rubio, y de expresión tranquila, afable. Iba embutido en una camiseta de "NY" que marcaba un poco su pectoral y unos pantalones vaqueros. Él también se fijó en el atuendo de su amiga: un sencillo pantalón de pijama de andar por casa y una camiseta larga negra. Tras ese vistazo de examen se dieron un fuerte abrazo.

-Hola Lorelai.

-¡¡Joel, cuanto tiempo-saludó contentísima-!!. Pasa, ponte cómodo.

-¿Cómo te va?. Hacía tiempo que no me llamabas.

-Estoy muy bien gracias. He estado ocupada, por eso no te llamé, pero hoy me han dejado sola y me pareció una ocasión para revivir algunas cosas pasadas.

-¿Segura que estarás sola?.

-Segura. Rory está con las amigas y los demás andan a sus asuntos. Estamos tú y yo solos para hacer lo que sea-dijo con picardía-.

-Eso es estupendo.

-¿Con que te has estado alimentando-preguntó echando mano a sus pantalones-?.

-Rubias, y alguna que otra pelirroja.

-Se nota que no te dejan satisfecho. Ya veo que aún tienes hambre.

Desabrochando su cinturón, la bajó sus pantalones y los shorts, encontrándolo ya bien empalmado. Lorelai se desnudó de cintura para arriba para que él la viera.

-Buuffff…como estás. Sigues siendo la tía más buena que conozco.

Joel se quedó mirando la esbelta figura de su amiga: su estrecha cintura, la perfección de su vientre liso y aquel ombligo, sus firmes tetas, aún duras, de pezones marcados y tono rosado, la bien dibujada forma de la areola alrededor…parecían querer decir "cómeme" a todas horas. Joel no podía dejar de maravillarse con el nivel de perfección de Lorelai, a la que atrajo hacía él para probar la miel de sus labios. Ya abrazados, se pasaron un largo rato entre besos y caricias exploratorias, recorriendo sus cuerpos. Mientras estaban así a Lorelai se le hacía imposible no palmear aquel pesado instrumento ni fantasear con hacer de todo con él. Cada vez que sentía su polla sobada por aquellas delicadas manos Joel lanzaba pequeños suspiros de placer y aumentaba su deseo de seguir hasta el final. Sus lenguas se cruzaban en sus bocas, se encontraban de un modo feroz, luchando por conquistarse entre sí. Ni siquiera hacían falta palabras.

Las manos de Joel recorrieron la espalda de Lorelai de arriba abajo, pasando por la línea que dibujada su columna vertebral. Luego bajaron hasta donde la espalda perdía su nombre amasando aquellas nalgas que parecían pedirle a gritos que alguien les diera alimento. Aquellas poderosas y grandes manos sobaron todo lo que quisieron y más aún, no podían despegarse del cuerpo de aquella mujer de ojos azul cristal y largo pelo azabache de seductora fragancia.

-Vamos Lorelai, ponte en posición. Quiero probarte con mi boca.

Sin siquiera contestar con un débil "sí", ella se echó en el sofá con las piernas abiertas, separando con sus manos los labios vaginales para deleitar a Joel con la visión de una panocha en todo su esplendor. Éste permaneció unos segundos examinándola, memorizando aquella línea de sonrisa vertical que se le antojaba simplemente soberbia, maravillándose de un pubis que solo podía catalogar de perfecto: no era el mato-grosso pero tampoco un desierto. Estaba bien cuidado, como un jardín, recortadito en forma de triángulo de vértices limados. Lentamente, mirando a los ojos a Lorelai, Joel acercó la cara a las tetas de la chica Gilmore posando su boca y tomando posesión del pezón, a la vez que poseía el otro con los dedos, ya habría ocasión de disfrutar el festín que había entre sus piernas. El tacto rugoso pero firme de sus pezones era un deleite para los sentidos, sin contar con que el sabor que manaba de ellos estaba volviendo a Joel loco por hincarle todo el miembro, pero éste tuvo que contenerse para seguir disfrutando de aquel imponente par de tetas que tenía ante su cara. Solo de notar como aumentaba el calor de su cuerpo ya era suficiente para que su polla se empinase sola sin falta de tocamientos previos. Joel usaba toda la boca para mamar de las tetas de Lorelai como un poseso, usaba los dientes para dar mordisquitos que la hacían gemir y llevarse la mano a la cabeza. Se mordisqueaba los labios intentando contener en vano los jadeos que la ponían cachonda. La lengua de Joel era una experta chupándola, pocas o quizá ninguna sabían excitarla de tal manera: iba de un lado para otro, de arriba a abajo, de izquierda a derecha, en diagonal…por otro lado los hábiles dedos acariciaban el otro pezón para que no quedase de lado, amasando la teta con mucha suavidad mientras que el pulgar jugaba con él a pasarlo por encima, a rozarlo levemente, a aplastarlo con brusquedad.

De golpe se detuvo pero no se separó de su cuerpo, si no que bajó por sus tetas para llegar a su vientre, lamiéndolo sin control alguno, dibujando círculos alrededor del ombligo, primero contra el reloj, luego al revés. Lorelai fue recostándose cada vez en el sofá para abrir más las piernas y consentir todos los caprichos de su admirado amigo. Ahora sí, con el gesto de ser el señor y dueño de aquel monte de Venus, Joel dio un largo y fuerte lametón que la recorrió de arriba abajo de su feminidad. Lorelai profería profundos jadeos con los ojos semi cerrados, mientras su cabeza iba de un lado a otro. Joel se encontraba fuera de sí, con el sabor de aquellos en su paladar, en su boca, manando por todas partes como un riachuelo. Como si fuera un niño goloso Joel estaba obcecado en beberse todo hasta no dejar ni gota. Lo deseaba con todas sus fuerzas. Durante más de 10 largos e interminables minutos Joel exploró aquellas profundidades: dibujó círculos, trazó figuras, líneas, letras, números, describiendo unas piruetas con la lengua que la pusieron tan cachonda que pensó que iba a estallar allí mismo.

Sujetando las piernas de su amante y poniéndolas encima de sus hombros, Joel tuvo libertad y perfecta movilidad para seguir perpetrando su avanzadilla oral hasta aquella fuente de placer, jugando a meter la lengua y sacarla rápidamente, a dar lametones rápidos y luego lentos. Lorelai no podía más, su cuerpo estaba pidiéndolo a gritos y fue incapaz de contenerse, siendo presa de un orgasmo con la cara de Joel entre sus piernas. Su cuerpo se relajó entre fuertes espasmos e inundó a su amigo con sus jugos, que éste, tan rápido como podía, tragaba sin parar.

-Ya veo que te has corrido. Bueno…ahora te toca a ti ponerme cachondo, y luego ya verás lo que te voy a dar. Te cabalgaré como la perra que eres.

-Mmmmmmmmmmm…¿de veras lo harás?.

-Sabes que sí. Pienso taladrarte hasta que grites de dolor, y no pararé hasta conseguirlo. Vamos, demuéstrame porqué te aprecio tanto.

Sonriendo con picardía Lorelai y Joel cambiaron posición. Siempre que veía la polla de Joel ella creía estar teniendo alucinaciones: entre 25 y 30 centímetros de hombría con un grosor digno de un chorizo embutido y con una o dos venas marcándose a lo largo de su tronco dándole si cabe más categoría de Goliat. Ella echó su cálido aliento sobre aquella masa de carne caliente para que él se dejara hacer, viendo como disfrutaba al sentir aquel mimo con que lo estaban tratando. Tras retirar la piel del bálano su lengua le dio pequeños lametones en el glande, breves toqueteos aquí y allá para luego dibujar círculos, devolviéndole la jugada anterior, alternando la dirección de los mismos y echando un poco de saliva para preparar el terreno.

Aún con todos sus esfuerzos le costó bastante metérsela en la boca, pero cuanto más grande el desafío, más grande la recompensa, y a Lorelai le encantaba mamar aquella verga de aspecto tremebundo. A veces le parecía un bazooka que fuera a disparar sin previo aviso. El poder sentirla, paladearla, saborearla a placer en su boca, degustarla con fruición la excitaba enormemente, pues solo ésta le daba tantos problemas a la hora de mamarla. Sin dejar de mamar con la mano izquierda acarició repetidamente sus testículos, dejando a Joel en un estado absoluto de absorto de la realidad. En ese estado, no escucharon la puerta abrirse por unas llaves, ni unos pasos que entraron de manera delicada, casi imperceptible, que con cuidado cerraban la puerta, y no se percataron de que unos ojos enormemente abiertos los observaban.

-¡¡MAMÁ!!.

-¿¿¡¡RORY!!??.

Al sacarse aquel manubrio de la boca para hablar, la adolescente se llevó la mano a la cabeza al ver semejante miembro. Madre e hija estaban estupefactas, paralizadas, pero Joel estaba de lo más tranquilo, tanto que asustaba.

-Oh dios mío Mamá, ¿pero que haces desnuda?...¿que hacías con él?...¿y como puedes…? ¿cómo puedes meterte…todo eso?. Es imposible, es gigantesco.

Joel se levantó y se quedó a dos palmos de la chiquilla, la cual no podía apartar la vista de su entrepierna. Lorelai arqueó una ceja con gesto airado y malicioso a la vez, mirando luego a Joel y guiñándole un ojo. Éste no tardó en entender la intención de mamá Gilmore y se acercó un poco más a Rory.

-Si quieres-dijo Joel con un tono de voz tan meloso como convincente-, puedes tocarla para que veas que es real. No te va a morder, ¿sabes?.

Rory sonrió nerviosamente un poco, pero luego volvió a poner cara de sorpresa. Miró a los ojos a Joel, luego a su madre, y de nuevo a la flauta travesera que asomaba poderosamente. Llevada por sus impulsos acercó una mano hasta tocarla y comprobar que tal y como él había dicho, era de verdad. Aún así Rory no podía creerlo.

-Rory, este es Joel Perkins, un viejo amigo mío. Joel, mi hija Rory.

-Encantado de conocerte-saludó Joel con cierta risa sardónica-.

-Eh, sí hola Joel…¿te molesta caminar con…"esto"?.

-Solo cuando me pongo como ahora….Rory, ¿puedo hacerte una pregunta?.

-Sí, dime.

-¿Es que tanto te gusta lo que ves que no puedes parar de tocármela?.

Aunque no respondió, soltó aquella enormidad de inmediato.

-Gracias. No me gustaría que se lastimase, es recuerdo de familia, ¿sabes?.

Rory se rió por la broma de Joel y relajó un poco el ambiente, pero la más joven de las chicas Gilmore estaba muy azorada, pues no solo había cogido a su madre en plena actividad sexual si no que además estaba contemplando la que con seguridad era la verga más imponente que nunca había visto. Seguía intentando apartar la vista, pero no era posible. Tanto Joel como Lorelai estaban pensando lo mismo, aún sin decirse palabra alguna, y sus mentes febriles se pusieron manos a la obra.

-¿Verdad que te gusta Rory?, ¿verdad que te gusta mucho?. ¿Te gustaría tenerla toda para ti?. No pasará nada cariño. Tómala, hazla tuya.

-¡¡MÁMA!!, ¿pero que dices?...

-No te preocupes Rory-prosiguió él-. A mí me encantaría. Eres tan guapa como tu madre, puede que más incluso. Dios, que ojazos tienes. Eres una belleza.

Rory se sonrojó entre la vergüenza por las palabras de su madre y los halagos de aquel extraño. Joel se acercó un poco a ella hasta abrazarla y probar el sabor de sus besos, pasando una pierna por entre las de ella. Rory no pudo si no excitarse al sentir la tranca rozándose contra su cuerpo. Sin siquiera esperar que la chiquilla dijera algo Joel le cargó en sus brazos y la llevó hasta la cama, seguidos de cerca por Lorelai, la cual, no sin miradas de complicidad y retorcida malicia se unió a ellos en cuanto los dos estuvieron en la cama, al tiempo que Joel le besaba iba acariciando su cuerpo, embutido en aquel jersey blanco y aquellos pantalones que deseaba hacer jirones a toda prisa. Ayudada por Lorelai, él consiguió quitarle el jersey y el sujetador, mostrando unos pechos pequeños, firmes y empitonados.

-Tienes las tetas más perfectas que he visto nunca.

Y se puso a besarlas, a acariciarlas, a amasarlas con una devoción absoluta. Lorelai acariciaba el pelo de su hija a la vez que besaba su frente y sus mejillas.

-Disfruta de esto cariño. Ya verás como te va a encantar. Será fantástico. Te lo pasarás de rechupete.

Los besos de uno y otro formaron una atmósfera tan cargada como sensual. Rory jamás se había sentido tan confortada, tan segura, tan mimada y querida. La forma que Joel tenía que apoderarse de sus pezones y probarlos en su boca la estaba calentando como un volcán. Saltaba de uno a otro, los pellizcaba, los retorcía ligeramente, succionaba de ellos con fuerza, jugaba a pasar la lengua a uno y otro lado, parecía que sus juegos no tenían fin. Cuando se cansó de besarle las tetas volvieron a besarse a la vez que sus grandes manos continuaban masajeándolas.

-Quiero que os beséis. Las dos. Vamos, no pasará nada. Incluso puede os que guste-insistió en tono meloso para convencerlas-.

Rory estaban tan perdida en aquellas sensaciones tan maravillosas que no se lo pensó dos veces y rodeando a su madre con los brazos la atrajo hacia ella y se dieron un larguísimo beso lengua incluida. Joel arqueó una ceja entre divertido y sorprendido por la iniciativa de la niña, y más aún cuando una de sus manos se deslizó por la nuca, bajó por el hombro y se posó en las tetas de su madre, pasando el pulgar por el pezón tal y como antes Joel lo había hecho con ella. Lorelai, incrédula de lo que su pequeña hacía, simplemente se dejó hacer por ella, a la vez que Joel, vuelta a la faena, abrió las piernas de Rory para comenzar a chuparla. El olor tan fragante que expelía de aquella gruta le olía a almizcle, a deseo, a incontenible lujuria, y dibujando la "o" con sus labios los posó en el clítoris de ella, bajando a sus labios vaginales, alternando lo uno con lo otro. Su sabor no era nada desdeñable, todo lo contrario. Era dulce como nube de algodón y se humedecía de forma sensacional. Harto de limitarse a besos sacó la lengua todo lo que pudo y la hundió dentro de ella, provocándola intensos espasmos. Mientras la lamía con glotonería miraba como madre e hija seguían besándose y acariciándose, tomando una posesión de las tetas de la otra, haciéndolas suyas, magreándolas a su antojo, así hasta que Joel se incorporó y se dispuso para que Rory probara su verga. Lorelai cambió la posición para seguir lubrificando la cuca de su pequeña, la cual intentaba en vano meterse en la boca.

-Es muy grande…no me entra…se me va a desencajar la mandíbula Mamá…no, no puedo con esto…

-Sí que puedes. Si yo lo conseguí, tú también.

Costó no menos de cinco intentos, pero finalmente pudo metérsela por la boca y dejó que la chiquilla supiera lo que era una auténtica polla tiesa. Le sorprendió la forma en que la tocaba con las manos y masajeaba sus testículos, y la manera en que usaba la lengua, arrancándole varios gemidos entre dientes. Lorelai, por su parte, estaba embelesada admirando la vulva de su retoño, la forma fina y delicada que tenía, el olor que desprendía, el sabor…deslizó un dedo dentro y lo movió sin prisa pero sin pausa hasta que él se dio por satisfecho y se puso en situación para penetrarla. Cuando la punta tocó la entrada de su concha madre e hija se cogieron de las manos para que ella aguantara la embestida. Gracias a lo dilatada que estaba costó menos de lo esperado y no pasó mucho hasta que Joel la tuvo penetrada hasta el fondo.

-Aaaaaaaaaaahh aaaaaaaaaaaaaaaaaaaah…Mamá que grande es…me duele, me duele un pocoooooooooooo…me va a partir por la mitad…

-Aguanta cariño, que ya verás ahora.

Poniéndose de rodillas en la cama y sosteniendo a Rory por las nalgas, Joel la dejó con la espalda arqueada mientras la manejaba como una ramita. Se tomaba su tiempo para regocijarse al máximo en cada movimiento, en cada entrada que salía dentro de Rory. Ésta no paraba de lanzar gemidos, jadeos, se relamía, de vez en cuando miraba a su queridísima madre, estaba en el séptimo cielo. Joel la dejó en la cama y siguió perforando con toda la saña que le era posible. Adoraba las jovencitas.

-Mamá dámela…Déjame probar mí también lo que tú probaste de mí…

-¿El qué tesoro?.

-Tu coño Mamá. Quiero comerte el coño.

Sin más dilación Lorelai se sentó sobre la cara de su hija con las piernas abiertas de par en par, dejando que ésta admirase el lugar de donde salió. Se agachó un poco más y quedó a la altura para que su niña pudiera saborearla, pasando su lengua, tocándola, excitándola. Acarició el culo de su madre y lo apretó para tener más cerca aún su vulva. Desplazó una mano y con ella volvió a tocar las tetas que tan fascinada la tenían, y todo mientras Joel la follaba de tal manera que pensó que la iba a desgarrar, a matar a polvos. Éste, por otra parte, no recordaba nunca haber entrado en una cuca tan estrecha, tanto que le oprimía su martillo pilón por todas partes, dándole sensaciones nuevas continuamente. El ritmo adquirido se iba intensificando conforme él propinaba severos pollazos en la concha de Rory, que a su vez pajeaba a su madre con total dedicación. Ésta se tocaba y acariciaba, metiéndose un dedo en el culo para provocarse unos corrientazos de placer mucho más intensos. Los gemidos de Rory empezaron a ser tan agudos que Lorelai supo ver que estaba próxima a gozar y se separó de ellos para que gozaran, metiéndose dedos para disfrutar al mismo tiempo.

-MMMMM MMMM MMMMM MMMMMM MMMMMM…vamos Rory, córrete ya…gózalo pequeña…aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaarrrghhh…

-Sí, síiiiii, síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii…aaaaaahh aaaaaahh aaaaaaaahh aaaaaaaahh Joel ¡¡JOOOOOEEEEEEEEEEEEEEEL!!...

Joel apretó un poco más y por fin gozó a la vez que Rory. Chorros de esperma caliente salieron disparados y llenaron su vulva. Cuando la sacó aún le salió algo más, que dio a probar a Rory ya que Lorelai, viendo como Joel acabó por follarse a su hija, terminó por sucumbir a un fantástico orgasmo que la dejo tumbada en la cama al lado de ellos.

-¿Has gozado mi vida?, ¿te lo has pasado bien?.

-Sí Mamá…ha sido estupendo…me he corrido por todas partes…

-Pues deja sitio a tu madre, que ahora me toca que me folle.

Con cierto pesar Rory dejó sitio a su madre para que ésta tuviera su ocasión de gozar con aquel aparato. Joel no siquiera esperó a preliminares. En cuanto estuvo de nuevo firme gracias a las caricias de Rory se la endiñó tanto como pudo, incluso provocando verdaderos gemidos de dolor, que a Lorelai le parecían maravillosos. Le ordenó a su hija que se acariciase para pajearse, y ésta obedeció a la vez que, a ratos, participaba en el polvo a su madre besándose con los dos, o bien masajeándose el clítoris de su dulce mami para ponerlo duro y ponerla a ella más cachonda. Con la otra mano se restregaba entre sus piernas, metiéndose un dedo y luego dos, sacándose los jugos que hacían brillar a sus dedos. Lorelai movía las caderas para acompasar los empujones de Joel, que a veces guiñaba un ojo a Rory o soltaba cosas del estilo de "mira la guarra de tu madre, mira como le entra todo", "¿te gusta ver como me la follo, te gusta mirar?" "¿te vas a correr viendo como me follo a tu mamaíta, verdad?", que la excitaban mucho más. Cambiando un poco la posición Joel tuvo una mano libre y fue directamente al coño de Rory para que se masturbase a dos manos, aguantando una y otra vez, subiendo las cotas de placer por enteros hasta que finalmente Joel y Lorelai gozaron con un verdadero paroxismo, mientras que Rory, poniéndose sobre la cara de su madre, se corrió para que ésta se bebiera todos los jugos que le salieron. Derrengados se echaron sobre la cama para reponer fuerzas, las dos abrazadas a él a ambos lados.

-Mamᅿcómo conociste a Joel?.

-Fue hace muchos años. Digamos que tengo una época secreta de mi vida donde lo pasé bastante mal, y Joel llegó en el momento oportuno, ¿verdad, corazón?...

Éste simplemente se limitó a asentir con una amplia y cariñosa sonrisa. Pensando que estaría invadiendo cierta privacidad Rory no hizo más preguntas.

-…¿Y se puede saber porqué volviste antes de tiempo?. Se suponía que ibas al cine con tus amigas.

-Sí, se suponía-respondió contrariada-…pero me dejaron plantada por irse de ligoteo con unos chicos. Por eso volví, para ver si podía pasármelo bien contigo-añadió riéndose-.

-Bien, pues nos estamos divirtiendo, ¿verdad?. Nos lo estamos pasando de fábula-y se dieron un par de besos-.

-¿Listas para un nuevo asalto-preguntó él con impaciencia-?.

-¿Aún tienes fuerzas después de los dos polvos?.

-Claro que sí pequeña. Verás, hay hombres, y hombres: los que echan un polvo y son incapaces de echar otro y los que pueden echar varios seguidos, y yo soy de esos. Aun puedo aguantar unos tres asaltos más-bromeó-.

-¿Y que quieres hacer, cacho semental?.

-Lo que a mí más me gusta Lorelai, lo que más me encanta.

-¿Y eso que es Mamá?.

-Ponte a cuatro patas y ya lo sabrás Rory-contestó ella-. Tú solo ponte.

Movida por la curiosidad se puso tal y como querían, apoyando las manos en la cabecera de la cama. Joel se colocó detrás de ella y se empapó los dedos en saliva, mojándola entre las piernas, dejando la zona bien lubricada. Rory pensó que a Joel le encantaba hacerlo en cuatro patas como a los perros, pero no podía estar más equivocada cuando sintió una tremenda presión entre sus nalgas. ¡¡Joel estaba tratando de penetrarla por el culo!!. La pequeña Gilmore intentó librarse de él, pero Lorelai lo impidió sujetándola con fuerza, negando todo escape para que Joel, poco a poco, fuera enterrando todo su ariete opresor entre aquellas juveniles nalgas. Al verla con aquel culo elevado dio unos cuantos cachetes en él mientras la tenía penetrada. El grito de Rory hubiera alertado a cualquier que pasara por allí de no ser que Lorelai lo acalló con su boca entre largos y sensuales besos de tornillo. Por la carita de su hija resbalaban riachuelos de lágrimas debido al dolor de la embestida.

-Mamáaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa…me duele mamáaaaaaaaa, me duele mucho…por favor sácalo…sácaloooooooooooooo…

-Nada de eso cariño. Yo pasé por ello y al final me encantó, así que sé que te pasará lo mismo. Déjate llevar Rory, deja que él tome el mando. Él sabe lo que hace.

Rory consintió no por obedecerla a ella, si no por qué ahora sí que creía que sería totalmente desgarrada. Nunca se había sentido tan salvaje como entonces. Su enculador se curvó para lamerle la nuca y el cuello y amasarle las tetas como harina de pan. Pasó una mano más abajo, apoderándose de su vulva mojada, y siguió con la embestida anal, la que posiblemente era la mejor de cuantas hizo. Aquella chiquilla tenía un potencial soberbio, valía para todo.

-Mmmmmm mmmmmmmm mmmmmmm mmmmmmmm…que culito tienes Rory…es perfecto, se traga toda mi polla…se nota que el pobre tenía hambre…

-Síiiiiiiiiiiiiiii…tenía mucha hambre…estaba famélicooooooooooo…

-Eres tan buena o mejor que tu madre. Ya se sabe, "de tal palo tal astilla".

Lorelai sonrió orgullosa al escuchar aquellas palabras y se desplazó para ver como la verga de Joel se clavaba por completo en el culo de su niña, le encantaba contemplar como entraba y salía, relamiéndose varias veces y metiéndose un par de dedos al tiempo que también tocaba las tetas de su hija, que le parecían majestuosas. Rory, rodeada por muchas manos y dos bocas, no tardó en pasar del dolor al placer más secreto y oscuro, pues la enculada que estaba recibiendo comenzaba a gustarle más allá de cualquier concepción previa. Sus jadeos se hicieron lago más sonoros y su tono ya era más relajado y suelto que antes. Joel lo vio claro: a la niña ya la gustaba aquello.

-¿Te gusta que te enculen pequeña?, ¿te gusta que te castiguen?...

-Aaaaahh aaaaaaaaaahh aaaaaaaahh aaaaaaaahh…sí que me gusta…me gusta todo…castígame Joel…he sido una niña mala…

-Pues a las niñas malas se las castiga. ¡¡Te voy a dar tu merecido!!.

Cogiéndola de las caderas con tanta fuerza que incluso parecía que la iba a clavar las uñas, Joel hizo un gesto para que Lorelai saliera de la ecuación, y al dejar de tocar a uno y a otra, éste apretó la fuerza de las embestidas, golpeando con potentes y secos bombeos, haciendo que todo el cuerpo de Rory se estremeciera entre el dolor y el placer. La mezcla era tan confusa que eso la hacía más excitante, tanto que ella creía que iba a perder la cabeza, a enloquecer tanto como él. El sonido de las caderas de él resonando contra sus nalgas indicaba que estaba enculándola lo más fuerte posible, castigándola con toda su potencia. Perdidos en su nube sus sensaciones iban tan descontroladas como un tren sin frenos a punto de arrollarlos.

-¡¡AAHH AAHH AAAAAHH AAAHH AAAAHH AAAHH AAAAAHH AAAAAAHH AAAAHH!!...

-¡¡MMMMM!! ¡¡MMMMM!! ¡¡MMMM!! ¡¡MMM!! ¡¡OOHH!! ¡¡OOOOHH!! ¡¡OOHH!!...¡ME…ME CORRO! ¡ME CORROOOOOOOOOOO!...VAMOS RORY CÓRRETEEEEEEEEEEEEE…

-…¡¡AAAH AAAHH AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH!!...

El orto de la pequeña quedó bañado por el caliente semen de Joel, que intentó inundarla cuanto más mejor. Permaneció algo más dentro de ella apurando los últimos golpes, alargando el momento. Al salirse, ella notó una tremenda sensación de vacío en su culo debido a lo dilatado que le quedó. Al mirar a su madre, ésta la abrazó besándola por todas partes.

-Lo siento cariño, lo siento...ya pasó, ¿eh?...lo siento, pero quería que supieras lo que es eso…bien hecho es algo sensacional…ahora te enseñaré…

Rory se apartó para dar paso a Lorelai, la cual pidió a Joel que no se entretuviera en delicadezas, que quería darle al sexo duro por la puerta grande. Él arqueó una ceja algo perplejo, pero accedió de inmediato. Tanto una como otra besaban su polla a lo largo del tronco, dando pequeños lametones que la dejasen tan dura como a ellas les gustaba. Con muchas fuerzas Joel metió el dedo pulgar en la panocha de Lorelai, hurgando en ella como quien rebuscaba violentamente por un cajón desordenado, cambiándolo luego por el índice y el corazón para apretarla y que gimiera de dolor, para hacerla sufrir. Verla gemir de aquella manera lo puso completamente a tono, lo que hizo que se colocara detrás de ella rodeándola con un brazo para no dejarla escapar. Con la mano libre guió su tranca y como si estuviera violándola Joel la enculó. Lorelai chilló, protestó y refunfuñó pero la embestida la dejó casi sin fuerzas para nada. Usada como un juguete él la puso en la posición óptima para tenerla bien penetrada y seguidamente su puso a martillearla como si quisiera empalarla. La lucha que se había establecido había puesto a Rory cachonda de nuevo, y guiando sus manos se masturbó con una mientras se culeaba con la otra. Joel sonrió malévolo al ver como la niña se pajeaba de aquella manera.

-¡Cerda de mierda!, ¡mira como se pajea tu hija!...¡es tan guarra como tú!...¡zorra la madre, zorra la hija!...¡¡VOY A DESTROZARTE EL CULO!!...

Los insultos que profería estaban elevando la excitación por momentos. Rory se pajeaba incansablemente viendo como estaban enculando a su madre, casi sodomizándola, y ésta se sentía tan salvaje y humillada como perversamente satisfecha. Que la usaran como un juguete y que la trataran como a una cualquiera la ponía arrecha perdida, más aún si se trataba del fogoso de Joel. Sólo él sabía satisfacer sus más oscuras fantasías como deseaba.

Con dos dedos metidos por su conchita y otros dos por su orto, Rory seguía pajeándose de lo lindo, ya sin mirar la escenita de su madre recibiendo en su ano la polla de Joel. Rory se pajeaba fantaseando que la fiesta de graduación se convertía en una gran orgía, que las profesoras se rendían a los caprichos de sus jóvenes protegidos, que los profesores satisfacían sus instintos pedófilos con las alumnas y que ella era el centro de la fiesta, la gran puta a quien todos acudían para gozar. La idea de ser usada por todos, como si hicieran una fila india para hincársela, la seducía y atormentaba en el alma. Era su más secreta perversión y la estaba enloqueciendo de placer. En su imaginación todos iban pasando, a veces de uno en uno, a veces dos ó tres a la vez, y a veces obligándola a montárselo con otras chicas del instituto. Había sacado el gusto de su madre por convertirse en un mero accesorio del placer de otros, por ser una sumisa dispuesta a todo.

La culminación de la paja de Rory coincidía con los últimos instantes de Lorelai y su amo, el cual, con el gesto torcido, casi desencajado, forcejeaba para que cada embestida fuera un torrente de dolor para ella, para que ese dolor fuera placer a la vez. Ella casi no podía más, la urgía correrse, la podía la necesidad de sentir como la leche cremosa de él la rociaba en su culito forzado.

-Más fuerte...¡SÍ, SÍIIIIII!...¡FÓLLAME CABRÓN!...RÓMPEME EL CULO HIJO DE PERRA…¡¡DESTRÓZAMEEEEEEEEEEEEEEEE!!...

-¡¡AARRF AARRFF AARRF AAAAARRFFF!!...¡¡CÓRRETE PERRA!!. ¡¡CÓRRRETEEEEEE!!...¡¡AAAAAAAAAAAAAAAARRGHH!! ¡¡AAAAAAAAAARRGGH!! ¡¡AAAAAAAARRGHH!!...

-¡¡UUOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOHH!!...

Los alaridos tanto de él como de ella hicieron que Rory los mirase y viera como él eyaculaba lo poco que le quedaba de semen entre las nalgas de su madre, si bien al sacarla aún pudo saborear un poco más. La sorprendía la obsesión de ella por beberse el semen. Realmente tenía una fortísima pasión por ello.

-Aaayyy-gimió durante varios minutos-…Oh dios mío…me has roto el culo…me duele todo…

-¿No es lo que querías?...Ahora no te quejarás ¿verdad?...

-No…para nada…me has arrancado espasmos del fondo de mis entrañas…me he corrido como una auténtica puerca…

-Nada comparable a la paja de tu hija-señaló en tono jocoso hacia ella-…

Rory, que acababa de satisfacerse, estaba completamente inmóvil, incapaz de mover un músculo. Joel la acomodó bien en la cama y ordenó a Lorelai que ambas, con las pocas fuerzas que aún tenían, se comiesen la una a la otra, que él se conformaría con hacer de espectador, y antes de estar bien acomodado ellas ya estaban por la faena, comiéndose sus respectivas conchas desaforadamente durante largo rato, probando a meter y sacar lengua, a dar besos y chupetones hasta que un último orgasmo las acabó de satisfacer. Joel, casi vacío de semen, eyaculó por última vez, permaneciendo luego los tres juntos por un buen espacio de tiempo. Éste, al mirar la hora de su reloj, quedó con la cara blanca.

-¡¡Dios mío, que tarde es!!. Ya es hora de irme, mi turno comienza dentro de media hora.

-¿Ya te vas?.

-Ya sabes que me encantaría quedarme Lorelai, pero tengo que trabajar, y el trabajo es el trabajo, tú lo sabes.

-Sí, pero no todos disfrutan tanto de su trabajo como tú-ironizó-…¿Cuánto te debo?.

-Ya sabes que a ti no te cobro nada, y mucho menos esta tarde. Ya me he sentido pagado con la pequeña Rory. Eres toda una viciosilla, ¿lo sabías?.

-Sí, empiezo a darme cuenta-se rió ésta guiñando un ojo-. ¿Volveremos a verte?.

-Si tengo un día libre, ya procuraré pasarme.

Tras darse varios besos de despedida Lorelai acompañó a Joel a la puerta y lo despidió de un potente beso de tornillo. Luego volvió con Rory, en la cama.

-Joel es un gigoló, ¿verdad?.

-Sí, lo es, y de los mejores. Hace turno de noche para fiestas y todo eso, como carabina de señoras ricas y solteras. Pagan muy bien.

-Que pena que ya no tenemos con quien divertirnos, nos lo hemos pasado tan bien…

-Vaya con la niña, si ha salido todo un pendón-bromeó Lorelai-…

-¿Me negarás ahora que tú no te divertiste?.

-Claro que me divertí. Joel echa unos polvos de infarto.

-Pues eso, una pena no tener alguien más para jugar…

Lorelai se levantó de la cama y fue hacia el mismo cajón donde había sacado la tarjeta de Joel. Al girarse Rory abrió los ojos entre la expectación, la incredulidad, la sorpresa y mucho más: ¡formando un abanico en su mano, como una mano de cartas, Lorelai tenía más de una docena de tarjetas, todas con nombres diferentes!. Rory quedó impresionada a más no poder.

-Bien-dijo Lorelai con voz sarcástica-…¿a quien llamamos ahora?.

FIN

Lorelai Gilmore(Lauren Graham)

Rory Gilmore(Alexis Bledel)

Joel Perkins(Rocco Siffredi)

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