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Testigos inesperados

en Voyerismo

TESTIGOS INESPERADOS

La puerta de fuera se acababa de abrir según yo había llamado al timbre. Crucé el jardín y entré en la casa cruzando la puerta de entrada, que habían dejado abierta para que entrase. Estaba con muchas ganas de entrar allí, ya que acababa de volver de viaje y tenías muchísimos deseos de ver a mi novia, pero cual fue mi sorpresa cuando la única persona a la que encontré fue a Marcela, la que quizá con el tiempo se convirtiese en mi suegra si mi relación con su hija fuese viento en popa.

-Hola Marcela, ¿no está Mamen?.

-No, no está. Ella y sus hermanas se fueron a unos recados pero dijeron que no tardarían en volver. ¿Qué tal el viaje?.

-Accidentado, la verdad, pero es lo que tiene la familia. Siempre hay rencillas.

-Uhm, vaya-murmuró mientras seguía limpiando la cocina-. ¿Y tus padres como están?, ¿va todo bien entre ellos?.

-Sí, como siempre. De momento no hay divorcio a la vista-bromeé-.

La charla siguiente fue de lo más llevadera. A pesar de salir con su hija, Marcela me había llegado a coger cariño al ver que a Mamen la trataba como a una reina. Según fue pasando el tiempo y mirando mi reloj, comencé a impacientarme porque las chicas no llegaban nunca…y después de un viaje como el que había hecho, estaba como loco por ver a mi novia y enrollarme con ella. Los deseos me consumían a tal punto que de pronto, una vez más, me sorprendí a mi mismo con que estaba mirando a mi suegra no como a la madre de mi novia, si no como una mujer…y que mujer. A punto de rozar la cincuentena, se conservaba maravillosamente bien. Tenía un cuerpazo, no gordo, pero sí muy…voluptuoso, muy curvilíneo. Si tuviese que usar una palabra diferente, creo que sería…“carnosa”. Sí, eso es: Marcela estaba carnosa…y muy apetecible.

Poseía dos ojos castaños a juego con su pelo igualmente amarronado, el cual llevaba a la altura del cuello, suelto. Tenía una forma de hablar muy seductora, su voz era un portento de feminidad, aunque lo que más destacaba de ella eran sus domingas de tamaño XXXL, tan grandes que hacían falta cuatro manos para poder abarcarlas. Más de una vez le había encontrado ligera de ropa y había llegado a notar como sus pezones apuntaban por dentro de la ropa, un empitone que daba gusto verlo y con el que muchas veces tuve que disimular para que no se me tonase que sus tetas me provocaban unas tremendas erecciones. Por supuesto, eso se traducía en unos lotes muy morbosos con mi chica, que ella jamás llegó a saber que la razón de mi excitación era su madre y no ella. Era un juego que me encantaba: la madre me excitaba, y en secreto me lo montaba con la hija…pero ahora la hija no estaba, y mis deseos hacia Marcela crecían sin medida.

Tenía un vientre algo curvado pero nada de fofo o gordo, y sabía como lucir sus piernas usando pantalones vaqueros o faldas. Las piernas eran musculadas, aunque no de esas de culturistas, si no bien prominentes, un par de buenos jamones que llamaban comérselas por entero antes de comer lo que había entre ellas. Y al culo que se gastaba era orondo, pero nada arrugado o devorado por la celulitis. A pesar de su tamaño era de un redondeado que gustaba de verlo. No recuerdo cuanto tiempo estuve comiéndomela con los ojos, devorando cada curva que mi suegra se gastaba, solo que mientras hablaba con ella en secreto la admiraba, me excitaba de ver sus curvas enfundadas en aquella insulsa bata de cocina (e intuía que debajo no había más ropa). Entre el calor del verano y que la casa no tenía aire acondicionado, Marcela se había puesto lo mínimo…sin ser consciente del efecto que tenía en mí. Además, sabía que la pobre había vivido para sus hijas tras quedar viuda muchos años atrás y que no había tenido más hombres. Aquella idea me quemó la mente…y sin saber como, me dejé llevar.

-¡¡DESCARADO!!, ¿PERO QUE HACES?.

Se volvió hacia mí y me dio un buen bofetón en la cara porque sin ser consciente de ello me había puesto por detrás de ella me pegué a su cuerpo y le planté mis manos en sus tetas para magreárselas. Más que avergonzarme, aquello me envalentonó.

-Eres una mujer increíble, Marcela, tienes un cuerpo divino. Eres muy hermosa y haces que un hombre se vuelva loco por ti. Estoy loco por hacerte mía.

-¡DEGENERADO, ERES UN CERDO!, ¡sal de aquí y no vuelvas, y cuando mi hija vuelva le diré lo que has hecho!.

-No es verdad-dije volviendo a pegarme a su cuerpo, forcejeando con ella una y otra vez, que luchaba por alejarme de ella-, no le dirás nada. Será nuestro secreto, tuyo y mío. Ella jamás lo sabrá-y haciendo un acopio de fuerzas le estampé un fuerte beso en sus labios, que me supo a gloria bendita-.

-¡CABRÓN!, ¡PERVERTIDO!.

Me volvió a golpear y yo encajé el golpe lo mejor que pude. De nuevo me pegué a ella, la acaricié de arriba abajo y ella continuó luchando contra mí, una pugna que me encendía más aún. Le hice saber lo erecto que estaba rozando mi entrepierna contra su fantástico cuerpo, quería que supiera que aquella cosa dura estaba así por ella. De nuevo y por tercera vez logró separarse de mí y volvió a abofetearme. Yo me quedé mirándola sosteniendo su mirada, sin sentimiento de culpa, solo con un deseo que hacía que mis ojos brillasen de pura malicia. Sentía el rechazo de ella en sus ojos…pero iba a convertir ese rechazo en deseo. Me acerqué lentamente a Marcela, ella volvió a pegarme…pero esta vez fue mucho más suave, su resistencia se apagaba como la llama de una vela casi consumida. En su interior, su cuerpo comenzó a recordar lo que era la lujuria.

-Eres un cerdo-dijo con un tono de voz entre rechazo y deseo-…

-Este cerdo te va a hacer de todo-y volví a pegarme a ella-…

-Mamen nunca lo sabrá, ¿verdad?.

-Nunca-repetí-. Vas a ser mía…solo mía.

Le estampé un beso en los labios y le metí la lengua hasta la campanilla. La sobé bien sobada y la puse de espaldas a mí, con su cuerpo entre la mesa central de la cocina y mi cuerpo. Mis manos iban locas por sus curvas.

-Me excitas muchísimo-le susurraba-…no voy a permitir que este cuerpo siga sin que lo prueben como es debido…mmmmmm que tetas tienes Marcela, son un regalo del cielo, me chiflan…estoy loco por tu cuerpo…

-Uffffffff que loco eres, Mario…eres un cerdo-me repetía-…eres el novio de mi hija…esto no está bien…no puedo dejarte seguir-decía sin intención de pararme-…

-No vas a pararme-y metiendo las manos por dentro de su bata, cogí sus pezones entre las yemas de mis dedos. Solo de tocarlos levemente Marcela temblaba como una hoja y yo me relamía de placer-…te lo voy a comer todo-susurraba en su oído-…te voy a enseñar lo que es un hombre de verdad…voy a ser tu hombre…

Saqué mi mano izquierda de la bata y la llevé a su brazo izquierda. Entonces le hice poner su mano encima de mi paquete y noté como Marcela emitía unos gemidos de excitación. Se intuía que llevaba mucho tiempo sin notar a un hombre erecto y que todo eso la encendía. Dándole chupetones en el cuello continué acariciándola mientras ella me seguía tocando por iniciativa propia, buscando mi verga erecta para sentirla entre sus manos en tanto que las mías hacían estragos en sus enormes tetas. Me volvía loco solo de sentir como se me escapaban entre las manos cada vez que intentaba cogérselas.

-Quiero follarte Marcela-le susurraba con perversión-…quiero follarte entera, de arriba abajo…te la voy a meter bien metida…voy a hacer que chorrees de gusto…ya verás lo que tengo para ti…me la vas a comer toda…

-No-suplicó-…por favor, eso no…yo nunca he hecho eso…no me gusta…no me la metas en la boca…por favor no lo hagas…

-¡De eso nada!. ¡Soy tu amo, yo mando y tú obedeces!. ¡Vas a aprender a chupar pollas como está mandado!. ¡Ahora baja al pilón y prepárate para tragártelo todo, que lo vas a disfrutar como la zorrita que eres!...¡Eres mi perra!...¡vamos perra, chúpamela!...

La puse de rodillas y la dominé sin mucho esfuerzo. Ignoro de donde me salía aquella vena tan sádica pero viendo que ella me seguía el juego yo comencé a darle caña de la buena para que me obedeciese en todo. Me la saqué de los pantalones y se la puse enfrente de su cara. Sus ojos brillaron de par en par, abriéndose lo más posible. No es que yo fuese un superdotado ni nada por el estilo, pero desde luego no me podía quejar por la herramienta que me gastaba.

-Vamos putilla, a tragar se ha dicho…¡¡esta te la tragas como me llamo Mario!!.

Le puse las manos en la nuca y ella abrió la boca para comérsela toda tal y como le ordené. Uffffffffff que boquita tenía, era un lujo sentir como podía metérsela entera y volverla a sacar. Si no se la había chupado a nadie antes no sé donde había aprendido a hacerlo, pero desde luego tenía un talento innato para comerse pollas y poner al rojo vivo a un hombre. Me la estaba chupando de miedo, estaba al rojo vivo, era la mejor mamada de mi vida…hasta que al abrir los ojos, me encontré con la puerta de la cocina medio abierta y con las hermanas de mi novia, mirándome fijamente: Macarena, María y Miranda habían llegado de golpe y nos habían cogido. Ya me veía ante un marronazo de tres pares de narices…y entonces ocurrió lo impensable.

Macarena, la mayor de las cuatro, les lanzó una mirada feroz a sus dos hermanas pequeñas para que guardasen silencio, y a mí me hizo un silencioso ademán como que siguiera con lo que estaba haciendo. Retrocedieron un par de pasos se quedaron al otro lado de la puerta de la cocina, pero podía ver sus ojos mirándome por una rendija que habían dejado en ella. De pronto Marcela me devolvió a la realidad y me sacó de mis ensimismamientos por lo que acababa de ocurrir. Ella no se había enterado de nada.

-¿Ya no me deseas-me preguntó-?....¿ya no quieres hacerme tuya?...se te está bajando…¿me has mentido y solo he sido un deseo pasajero?...

Ante esa situación imposible solo podía continuar lo que estaba haciendo aunque no era fácil sabiendo que me estaban observando. Si no me habían dicho algo nada más entrar por la puerta, deduje que tampoco iban a hacerlo ahora, de manera que sin querer me encontraba a las puertas de follarme a la madre de mi novia…con sus hermanas en plan fisgonas, mirándome como verdaderas voyeurs. Sabía que si no reaccionaba todo se iba a complicar, de manera que recuperé la normalidad como pude…y sin darle más tiempo a Marcela para que sospechase que no la deseaba, le estampé un largo beso en los morros y en un acto de locura tremendo, me arrodillé para meter su cabeza entre sus piernas. No entendía lo que estaba pasando pero sabía que si me paraba a pensarlo, todo se iría a la mierda. Debía dejar de lado mi cerebro, al menos por ahora.

-¡Claro que te deseo!...¡te deseo mucho-le decía cuando me tomaba un pequeño respiro entre lametón y lametón entre sus piernas-!...te deseo fervientemente, te voy a comer entera…te dije que te iba a hacer mía y ya lo creo que voy a hacerlo…prepárate para ser gozada como dios manda, que voy a darte verga hasta que te hartes…

-Mmmmmmmmm…ohhhhh dios mío, es la gloria…es la gloriaaaaaaa…no sabía que un hombre pudiera hacer esto…jamás me habían hecho lo que me haces…Mario, esto es la gloria…sigue por favor, sigue, sigueeeeeee…no pareeeeeees…

¿Nunca le habían comido el coño?, ¿pero que clase de relaciones sexuales había tenido esta mujer?, ¿el simple misionero con algo de beso y nada más?. Por dios, vaya desperdicio. Marcela era una mujer de bandera y como tal debía ser gozada de todas las formas posibles. El sabor de su sexo en mi boca volvió a encender mis deseos y a darle nueva vida a mi polla, que no tardó en volver a ponerse dura ante la enorme riada de sensaciones que me producía aquella comida de coño. Pensar que yo era el primero en devorar aquel monte de venus me excitó sobremanera. ¿Cómo era posible que antes de mí no hubiese otras lenguas explorando esas cavidades?, era algo inconcedible. No me lo podía creer aunque ella misma me lo había dicho.

-Mario no te tardes…por dios no me hagas esperar más…lo necesito…necesito tu polla, la necesito dentro…llevo tanto tiempo sin ello…por favor no me tengas más en ascuas…penétrame Mario…házmelo ya…fóllame…por favor fóllame…

La puse de espaldas a mí como si la fuese a poner a cuatro patas, aunque en su lugar opté por ponerla contra la mesa de la cocina. Rocé mi verga contra sus nalgas en plan macabro como si quisiera darle por el culo, y luego fui ajustándome con respecto a ella para darle lo que quería. Para más morbo, y recordando que me estaban observando, me coloqué no de espaldas a la puerta si no de perfil, para que mis testigos inesperados viesen como a su madre le daba ración de polla. No solo eso, me desnudé y la desnudé a ella quitándola la bata., dejándonos en cueros. Le di una primera metida y me quedé así unido a ella, sujetando por sus imposibles tetas o por lo menos intentándolo. La dejé que se recrease en la sensación unos instantes, y luego me puse a darle lo suyo.

-Por dios Marcela, que cuerpo, que ardor…eres una diablesa, me enciendes más de lo que nadie me ha encendido nunca…te voy a echar el polvo de tu vida…ya verás, de esta seguro que repites…

-No-susurró entre gemidos-…solo será esta vez…no volveremos a hacerlo, es solo por esta vez…mmmmm así, sigue…oh dios mío, Mariooooooo…dame duro Mario, dámelo todo…sí, así, asíiiiiiiii…aah sí, más adentro, más adentro…si paras te mato, ¿me oyes?, te matoooooooooo…

En vez de relajar mis acometidas dentro de ella, las hice más intensas y mucho más secas. Era casi como clavar una empalizada, tabla a tabla, en campo abierto. Le di duro una y otra vez mientras ella se derretía entre mis manos, se fundía como el queso recalentado. Marcela estaba dando rienda suelta a tantos años de abstinencia sexual y se estaba desmelenando conmigo. Sin que se diese cuenta miré hacia la puerta de la cocina y podía ver aquellos tres pajes de ojos mirándome fijamente. Sosteniendo su mirada me dio por jugar con el morbo y comencé a follarme a Marcela mirando hacia sus hijas, que estaban calladas como tumbas y lo veían todo. Me miraron y sé que podían ver como mi polla entraba y salía de su madre sin control alguno. Más que sentirme avergonzado el juego de miradas furtivas me encantaba. Estaba en la gloria.

-¡Prepárate zorrita, de esta te voy a convertir en ninfómana!, ¡la próxima vez que te folle pienso darte por el culo!, ¡te lo voy a perforar hasta el culo!...

-¡NO!...¡el culo no!...¡lo tengo virgen!...¡nunca…nunca me han dado por el culo! ¡no quiero probarlo!...¡es indecente!...¡no quiero!...

-Sí que querrás…¡y te gustará!. ¡Te volverás loca de gusto!, ¡te correrás como una cerdita cuando te folle el culo!...¡Eres mi perra y vas a obedecerme!...Dime que de ahora en adelante serás mía…dímelo…dime que solo yo te tocaré, que voy a ser el amo de tu cuerpo…dímelo Marcela…dímelo o te dejo a medias aquí mismo…

-¡NO POR DIOS-gritó de golpe-!...¡NO ME DEJES A MEDIAS!....¡NO SEAS MALO MARIO!...¡HARÉ LO QUE SEA, PERO NO ME DEJES A MEDIAS!...

-Entonces dilo…di quien es tu amo…di quien te follará cuando quiera…quien le dará placer a tu cuerpo, quien lo gozará cuando le dé la gana…dilo…¡DILO!...

-¡TÚUUUUUUU!...¡SÍ, TÚ ME GOZARÁS CUANDO QUIERAS!, ¡ TÚ ME TOCARÁS, TÚ ME FOLLARÁS CUANDO TE APETEZCA!, ¡TÚ ERES MI AMO, MARIO!...¡SOLO TÚ ME LO HARÁS, SOLO TÚUUUUUUUU!…

-ESO ES PERRA….ERES MI PERRA, MI ESCLAVA…TE FOLLARÉ TODO LO QUE QUIERA, CUANDO YO QUIERA Y COMO YO QUIERA…DALE DURO PERRA, GOZA…QUIERO QUE GOCEEEEEEES…

Nos dijimos toda clase de improperios y obscenidades, aunque solo yo sabía que nos estaban escuchando. Aún así no podía contenerme y me desaté como pocas veces me he desatado. Suspiré de alivio sabiendo que Mamen no nos había pillado, pero no dejaba de pensar en los motivos que Macarena había tenido para callarse y dejar que me siguiera follando a su madre. En cuanto a sus dos hermanas, casi podía intuir la sorpresa en sus ojos. Mientras que Macarena poseía una malicia que me excitaba, a las otras dos se las veía impresionadas de ver a su madre en pleno acto sexual, aunque no me parecía que les diese asco el verlo, si no morbo. El mismo morbo que yo tenía sintiendo el calor de Marcela y como los muslos de sus piernas temblaban de placer.

Entre gemidos, jadeos y varios chillidos de puro éxtasis Marcela y yo nos dimos los últimos momentos de inmoral relación antes de que nos sobreviniese ese clímax tan ansiado como necesitado (al menos por su parte, después de tantos años sin sexo). Le di un par de últimos meneos y entonces ya no pude más, me vine dentro de ella y Marcela dejó escapar todas sus miserias, todas sus frustraciones y todos sus deseos y se entregó en cuerpo y alma al placer de ese orgasmo que seguramente le habría sabido a bendición celestial. Nos quedamos unidos el tiempo que nos duró ese orgasmo, pegados el uno al otro dejando que ella sintiese como mi polla derramaba toda mi lefa dentro suyo. Fue un polvo épico, y Marcela se quedó en la gloria. Su cara era un poema.

-Ahhhhh-jadeaba-…aaaaay…ay mamá ¿qué he hecho?...no puede ser-dijo como intentando recobrar la cordura-…no puede ser lo que hemos hecho…pobrecita Mamen, ¿qué le diremos?...

-No le diremos nada-le dije mientras aún seguía pegado a ella, acariciándola de arriba abajo, disfrutando esos últimos instantes de calma-. Ya te lo dije: será nuestro secreto y ella jamás lo va a saber, porque si se enterase ella sufriría mucho y no deseas verla sufrir, ¿verdad?...

Mi coacción fue haciendo efecto, tanto como mis caricias. Me costaba despegar las manos de su cuerpo, era un vicio inagotable. En ese momento escuchamos como una puerta se cerraba bruscamente y con rapidez terminamos de vestirnos. Fue volver a estar presentables que de pronto escuchamos la voz de Macarena llamando a su madre.

-¡Hola mamá!, ¿dónde estás?.

-Aquí en la cocina hija, estoy con Mario, que he venido a vernos.

Las tres entraron como si tal cosa, como si acabasen de llegar aunque yo sabía que mentían. Si Marcela estaba algo nerviosa, yo estaba histérico perdido.

-¡Hola Mario-me saludó Macarena dándome dos besos-!, ¡que alegría verte, a Mamen le encantará saber que ya has vuelto del viaje!, ¿qué tal todo?.

-Bien-contesté nervioso-…bueno, con problemas familiares pero como siempre. ¿Y que tal todo por aquí?, ¿dónde habíais ido?.

-A hacer unos recados y a casa de los tíos. Mamen prefirió quedarse con ellos y nosotras decidimos volver, que ya teníamos ganas. ¿Te quedarás a cenar?.

Miré a Marcela con gesto indeciso, como cogido por sorpresa. Alguna vez me había quedado a cenar con ellas cinco, pero en aquellas circunstancias no estaba seguro de si sería buena idea quedarse con ellas a cenar. De pronto me sentía como un preso a punto de su paseo por el patíbulo antes de ser ejecutado. Macarena, además, había dicho su oferta con tanta naturalidad que por un segundo llegó a hacerme creer de verdad que no me había pillado con su madre y que no sabía lo que había pasado entre nosotros.

-Pues no sé…tampoco quisiera molestaros si tenéis planes o algo así-me excusé como mejor pude-.

-Hijo, que estamos a mitad de semana, cenamos como cualquier otro día y no me parece que haya problema, ¿verdad mamá?, ¿se podría quedar Mario a cenar?. Seguro que a Mamen le encantaría.

María y Miranda apenas hablaban, solo se limitaban a escuchar la conversación. Marcela y yo nos dirigimos un par de miradas cómplices. Sabíamos que la petición de Macarena no podía ser rechazada porque levantaría sospechas, de modo que asentí con la cabeza esbozando mi mejor sonrisa.

-Sí, claro, me quedo a cenar. Tendrás que poner un plato extra en la mesa-le dije a Marcela bromeando-.

-Claro, sin problemas-y un hilillo de nerviosismo se le coló en la voz, pero era apenas un ligero susurro del que pensé nadie se daría cuenta-.

-Mario, ¿te importaría ayudarnos con las cosas que traemos del supermercado?, tenemos varias bolsas en la puerta y con lo fuerte que eres puedes echarnos una mano. Las pobres de mis hermanas están cansadas de llevar las cosas.

Accedí a la petición de Macarena y en cuanto llegué a la puerta, sentí sus ojos clavados en mi nuca. “Tú y yo vamos a ajustar cuentas ahora mismo”, me susurró para que su madre no lo escuchase. “En cuanto llevemos todo esto a la cocina, te vas a venir conmigo o te delato”. Asentí por toda respuesta y efectivamente, una vez llevamos todo lo comprado a la cocina Macarena le dijo a su madre que íbamos un poco a tomar el sol en la parte de atrás de la casa y que si quería ir con ellas. De la forma más natural que pude dije que sí, que aceptaba, y me fui con las tres al jardín trasero, donde me estaban esperando. Me quedé mirándolas sin saber muy bien que decirles.

-Vaya, vaya, vaya-empezó a decir Macarena con gesto perverso-…y parecía tan formal cuando lo compramos…menuda buena pieza nos ha salido aquí el amigo…¿no es así, chicas?...

-Déjate de juegos-la corté en seco-. ¿Por qué toda esta farsa?, ¿qué ocurre?.

-Te has tirado a mamá-señaló Miranda-. ¿Cómo te la puedes tirar si eres novio de Mamen?, ¿es que no tienes conciencia?...

-Es un hombre, hermanita-se rió María-. Solo saben pensar con la entrepierna y eso fue lo que ha pasado.

-¿Se lo vais a decir a Mamen-pregunté directamente-?.

-No-contestó Macarena haciendo una negación con la cabeza-. No le diremos nada…pero si se te ocurra pensar que vas a irte de rositas, de eso nada. Tengo muchos planes para ti.

-¿“Planes”?. ¿Qué clase de planes?.

-Mis planes-se señaló a sí misma-, y permíteme que te dé las gracias. Seguro que después de esto mamá estará muy relajada de ahora de adelante. Gracias por librarme de “doña rígida”, ya le hacía falta un buen polvo-y el comentario fue dicho con todo el desdén del mundo-. En cuanto a lo demás…más te vale tomar mucha viagra semental, porque ya te garantizo que en esta casa no vas a dar abasto.

-¿De que estás hablando?.

-De que si quieres que guardemos tu secreto harás lo que nosotras digamos y cuando nosotras lo digamos, o de lo contrario ya sabes lo que haremos, y sabes que en esta historia no eres el bueno. Mamá no te sedujo, la sedujiste tú y Mamen jamás te iba a perdonar eso. Por de pronto ya tengo una orden para ti: quiero que la revientes.

-¿Reventarla?, ¿a tu madre?.

-¿Qué?, ¡nooooo, cretino, A MAMEN!...Seguro que en cuanto te vea se llevará un alegrón y seguramente querrá montárselo contigo. Si no te la tiras sospechará que te follas a otra, y eso no voy a permitirlo. Quiero que la ingenua de mi hermanita te tenga en ese sacrosanto pedestal donde te ha puesto…porque tú te valdrás de ello para darle por el culo, y esta noche además. Te la vas a trajinar y se la vas a meter por el culo.

-¿Estás de guasa?, sabes perfectamente lo estrecha que es Mamen para eso, ¿me vas a decir como voy a lograr follármela por el culo?.

-¡Ah,  ese no es mi problema-se encogió de hombros-!. Apáñate como puedas, el caso es que como no logres darle por el culo, el video que grabé con el móvil puesto en silencio lo va a ver Mamen, ¿y sabes que verá?, a ti tirándote a mamá.

-¡Mientes-la reté-!, no me has grabado, ni tú ni ellas.

-¡Nunca lo sabrás-me soltó de golpe-!. Mejor dicho, no te conviene saberlo. No me pongas a prueba, que aquí el que lleva las de perder eres tú.

-Vale, ¿y ahora me quieres decir por que coño quieres que porculice a Mamen?, pensé que siendo tu hermana la querrías.

-Y la quiero…pero no soporto sus aires de “doña perfecta”, ni tampoco que te lograse pillar cuando yo también iba detrás de ti. Siempre se ha encargado de quitarme a los hombres que yo deseaba…pero por una vez me voy a resarcir.

-¿De que hablas?.

-De que ya estás metiéndome mano ahora mismo o llamo a Mamen y le paso el video por el móvil. Ya te lo dije antes: no vas a dar abasto en esta casa.

-¿Y tus hermanas?.

-¿Qué pasa con ellas-las miró como quien mira un mueble sin valor-?.

-¿Se van a quedar ahí sin hacer nada?, ¿no se van a ir?.

-¿Y por que deberían hacerlo?, a fin de cuentas no van a ver nada que no hayan visto antes en una peli porno o con alguna de sus amigas. Además, ¿te crees acaso que no vas a follártelas?. Ya están en edad de merecer y andan con ganas, créeme. ¿Verdad que si, Miranda?.

-Por mi parte sí. Mamá no me ha dejado tener un solo novio y ya debería haber tenido un par de ellos a mi edad. Y menos mal que no sabe lo que me monto los fines de semana cuando salgo con vosotras, que si no me mata-bromeó-.

-Pues tranquila hermanita, que si necesitas un hombre de ahora en adelante lo vas a tener cuando lo necesites-me dio una palmadita en la espalda-. Y tú, semental, no sé que estás esperando, ¿qué te lo ponga por escrito?.

-¿No te has parado a pensar que después del polvo con tu madre estoy falto de fuerzas y que a lo mejor no puedo acabar la faena?, ¿y tampoco que aquí quizá tu madre pueda pillarnos en pleno polvo?, no tengo ganas de meterme en más líos.

-¡Ah,  ese no es mi problema-volvió a decir-!. Yo te he pedido un polvo, así que no me cuentas historias. O me follas ahora mismo o líos es lo único que tendrás. Y tú toma nota, Miranda, aprende lo que es un buen polvo que pronto te tocará pasar por la piedra, ya me encargaré yo de eso.

Dios de mi vida, ¿en que berenjenal me había metido?. Me encontraba atrapado en una situación imposible y ahora no podía salir de ella. Por lo que deduje María había adoptado el papel vigía por si Marcela se acercaba a vernos, mientras Miranda ejercía de mirona viendo como me follaba a su hermana mayor. Después de semejante polvo con su madre me faltaban un poco las fuerzas, pero (suponía) aún podía aguantar otro asalto, de modo que no me quedó alternativa que acceder a los deseos de Macarena.

-Uys, se le está volviendo a subir-dijo Miranda con un tono de malicia, y no se resistió de tocármela un poco para comprobar las condiciones de mi hombría. Más que una exploración inocente lo que hizo fue una comprobación de la calidad del material para ver si cumplía sus expectativas (la mirada pícara de sus ojos no me engañaba). La forma en que me tocó me hizo saber que de inocente Miranda tenía bien poco, y que en aquella casa me esperaba el infierno, sometido a los caprichos de Macarena-.

-Mmmmmmm eso es Mario, bésame y dame duro…se va enterar esa putilla de Mamen…uffffff que ganas tenía de catarte…no sabes las ganas que te tenía…anda y ven a comérmelo todo…dame lengua cabrón…dame lengua como cuando se la diste a mamá…mmmmmm síiiiiiii, síiiiiiiiii…ufff que bieeeeeeeeeen…

Si no fuese porque llevaba el pelo más largo y que sus ojos eran verdes en lugar de castaños, hubiese jurado que estaba en presencia de Marcela. Madre e hija eran como dos gotas de agua salvo en esos detalles, porque el cuerpo lo compartían, a pesar de la diferencia de edad. Aún siendo unos años mayor que yo, Macarena seguía siendo joven y tenía un cuerpo prominente, carnoso al igual que el de su madre aunque una pizca más estilizado y proporcionado en su conjunto. Las tetas eran gordas también, coronadas con pezones de color más suave que las de su predecesora…aunque a diferencia de mamaíta  esta nena a la que estaba comiéndole el coño estaba pelada en su bajo vientre: se había depilado y tenía la zona libre de pelo, lisa y suave. Nunca me había encontrado con algo semejante…y no puedo negar que aquello me excitaba. Me excitaba mucho.

-Macarena, a este ya lo tienes a punto-le dijo Miranda-. Y ya lo creo que lo está-se rió al verme erecto-.

-¿Si?, pues habrá que probar la mercancía a ver si es lo bastante buena.

Arrinconados en aquel jardín trasero y sin más alternativa, obedecí a Macarena, me quedé muy quieto y antes de darme cuenta estaba disfrutando de su boca, la cual se cerraba entorno a mi verga y la chupaba como si quisiera robarme la vida. Cada vez que la metía y al volvía a sacar era un suplicio interminable al que ella le sacaba el mayor partido posible, y a ese ritmo con que me chupaba no pasó mucho tiempo sin que yo volviera a estar en total facultad de fuerzas, listo para volver al combate.

Hay que decir que aquel jardín estaba, por así decirlo, “partido” en dos. El jardín empezaba en la parte trasera de la casa y se prolongaba en rectángulo hacia atrás usando dos hileras de árboles a modo de separación con las otras cosas, pero al cabo de varios metros, quizá 15 ó 20, los árboles también estaban en perpendicular, formando como un acortamiento del rectángulo, casi como un umbral entre una parte y la otra, donde estaba una pequeña piscina o un jacuzzi al aire libre. Era en una de esas esquinas donde nos encontrábamos, en el límite entre la hierba y el suelo de azulejo que rodeaba el jacuzzi y que nos daba un punto de apoyo para nuestros escarceos al usar una de las tumbonas a modo de improvisada cama. Ahí es donde yo me encontraba, echado a la larga mientras que Macarena me lo iba comiendo todo sin que Miranda se perdiera detalle.

-Sí que es material de primera. Mmmm que rica sabe la cabrona…y pensar que hasta ahora me había quedado con las ganas de probarla…esto es una polla como dios manda…ya estás tardando en montarme, Mario…la quiero dentro ahora mismo…

Si ya de por sí me sentía mal por todo lo que estaba pasando, la forma en que me trataba era aun peor. De ser un amigo y una persona de confianza, me había convertido en un esclavo de los deseos sexuales de una verdadera arpía disfrazada de virtuosa. Tras ponerla a la larga en la tumbona, me puse encima de ella y del mejor modo que pudimos la fui penetrando como ella ordenaba para cepillármela. Era mi segundo polvo del día, y aún me quedaba el tercero para por la noche. ¿Cómo iba a reunir fuerzas suficientes para complacer a mi novia cuando su propia hermana estaba como loca por agotarme las pocas fuerzas que me quedaban tras follarme a la madre de ambas?.

-¿Qué tal te lo hace, Macarena?, ¿es bueno?...

-¿Bueno?...es mejor que bueno, hermanita…ohhhhh que ganas teníaaaaaaa…al fin puedo darme un gusto contigo…mmmmmm que rica polla te gastas, amigo…no te haces una idea de las noches que pasaba soñando contigo esperando el momento en que dejases a la tonta de mi hermana y vinieras a meterte en mi cama…o que te metieses en ella por error…vamos, sí, dame…dame más fuerte semental…más fuerteeeee...

Aunque la forma en que se había producido todo aquello era ajeno a mí, me era imposible negar el hecho de que Macarena estaba de toma pan y moja y que si sexo era lo que quería, entonces sexo es lo que iba a tener. Me esmeré en follármela tal y como a su madre se lo había hecho no hacía ni dos horas, me entregué en darle rabo p’adentro y p’afuera para gozármela según sus indicaciones. Me la comí de arriba abajo, probé el sabor de sus pezones (diferente a los de su madre), me morreé con ella hasta casi estar sin aliento y aunque me costó, terminé la faena dándole una buena corrida a poco para que ella terminase de gozar conmigo. Miranda no se había perdido detalle al igual que María, en su función doble de espía-observadora. Macarena, que en la última etapa del polvo se había puesto a cabalgarme, quedó agotada y se echó sobre mí, con expresión de perversa felicidad.

-Ha sido fenomenal…tú sí que sabes follar, no como el inepto de mi novio, el inútil de Marcos sigue consigue dejarme insatisfecha…menos mal que ahora te tengo a ti para complacerme…y Miranda, ya verás lo que te va a hacer cuando te folle…te va a poner en órbita…y lo mismo va por ti, María…os va a destrozar…

Las caras de ambas hermanas se iluminó como si les hubiese tocado la lotería. Yo seguía sin creerme lo que estaba pasando: las que en el futuro serían mis cuñadas resultaron ser una panda de pervertidas amorales, y la que sería mi suegra había pasado a ser la amante furtiva necesitada de un hombre que la sacara de su ostracismo sexual. El panorama no podía ser más retorcido…ni más placentero, pues no podía si no admitir que la idea de follarme a todas las mujeres de una misma familia (5, en este caso) era de lo más morbosa. Solo lamentaba que fuese en tan penosas circunstancias. Convertirme en un esclavo de los deseos de las chicas no me gustaba nada en absoluto, pero mi mala cabeza me había llevado a esa situación. Si hubiese sabido guardar al matador en los pantalones nada de aquello habría pasado. Ahora solo quedaba sobrellevar todo aquello lo mejor posible. Tampoco es que tuviera otra elección, a decir verdad.

Cuando Mamen llegó de casa de sus tíos, bastante más tarde, su cara se iluminó al verme después de varias semanas ausente de la ciudad, y cuando le dije que me iba a quedar a cenar con ellas, su alegría fue mucho mayor. Nadie le dijo nada, de modo que ella estaba ignorante de todo lo que había ocurrido y así debía seguir. Cada uno por sus razones particulares tenía motivos para callar y que ella pensase que su familia era tan normal como las demás, aunque la realidad fuese muy distinta. Durante la cena noté un pie que jugaba con mi espinilla, y miedo me dio pensar en quien sería la dueña de aquel pie, si Marcela, Macarena o alguna de las otras hermanas que buscaban recordarme que a no mucho tardar estaría en sus camas para convertirme en su amante como ya lo había sido de su madre y de su hermana mayor. Por fortuna la cena transcurrió sin incidentes y con una charla en apariencia normal…pero llena de sutiles puyazos que Mamen no captó y que los demás sí captamos. Pobre Mamen, que no entendía porqué ante ciertos comentarios “inocentes” de Macarena, a Marcela se le subían los colores. Si alguien le hubiese contado la verdad, seguramente se hubiese vuelto loca. Loca de verdad.

-Que ganas tenía de tenerte para mí solo, Mario, te he echado mucho de menos-me dijo un rato más tarde, cuando la cena ya había terminado y las demás estaban o en sus camas o viendo la TV en el piso de abajo-. Imagino que me habrás añorado, ¿verdad?. ¿O acaso me has puesto los cuernos con alguna amiguita que tienes allí?.

-Yo no tengo ninguna amiguita-dije recuperando la compostura para no delatar que su comentario, aparte de pillarme por sorpresa, me había atragantado con la saliva-. Tú eres la única, ya lo sabes….y tengo muchas ganas de ti-dije abrazándola y dándole un beso de los labios-…vamos a hacer maldades-le guiñé un ojo-…

-Ay no, aquí no que nos pueden ver…que Mamá está abajo y mis hermanas a lo mejor vienen y nos pillan…

-Tu madre estará durmiendo frente a la TV y la última que vez vi a tus hermanas estaban metidas en cama…nadie nos pillará-le aseguré-…anda cariño, mira como me tienes-y llevé su mano a mi ligeramente erecto paquete para apelar a su calentura-…no me puedes dejar con esto así…que “tu cosita” te ha añorado mucho…

-¿En serio-se puso melosa descubriéndose de cintura para arriba, dejándome ver su estupendo pecho-?, ¿“mi cosita” me ha añorado?...

-Como no lo sabes tú bien…te deseo Mamen…estoy loco por ti-la comencé a besar en los labios, suave a lo primero y más intenso con cada nuevo beso-…

Empezamos a poneros juguetones y no fue hasta que Mamen perdió toda noción de cordura y buen juicio que no miré hacia la puerta de su cuarto, con la duda sobre mi cabeza de que quizá no estaba cerrada del todo y que quizá al otro lado de ella había un par de ojos (o varios) mirando todo lo que hacíamos. Recordé entonces que Macarena me había ordenado de manera taxativa que a mi novia le diese por el culo, algo que si bien es verdad había deseado hacer, hasta ese entonces nunca lo había conseguido. Mi cabeza iba en ocho direcciones distintas buscando alguna maldita excusa que sirviese para lograr mi objetivo. De lo contrario, las consecuencias de mis actos me estallarían en la cara.

-Mmmmmmmm eso es cariño…oh por dios, que gusto…aaaahh que maravilla, que bien me lo haces…eres un maestro-dijo mientras subía y bajaba, cabalgándome con grácil habilidad-…Mario me vuelves loca…me vas a matar de gusto…

-¿Quieres que pare?.

-¡NO-y se llevó la mano a la boca por miedo a que el grito fuese oído-!....no te pares, ni se te ocurra hacerlo…si lo haces te echo a los tiburones, te corto en rodajas…si te paras te la corto…mmmmmmm así amor, así, has dado en el blanco…sí, en el blanco, en el blancooooo…

De súbito y sin avisar me incorporé, la rodeé por la cintura, la tumbé y la puse entre la cama y yo, pasando a tomar el papel activo. No sabía como pedírselo, de modo que esperé un poco antes de declarar mis intenciones. Por de pronto me limitaba a darle lo suyo, bombeándole y acometiéndola sin prisas. A fin de cuentas quería prolongar el polvo todo cuanto fuese posible. A diferencia de Macarena, a Mamen le gustaban los polvos largos, bien echados y con muchos preliminares. Su hermana era más del morbo y de hacer otras cosas, aunque claro está, eso ella no lo iba a saber por mí.

-Cariño mío, déjame hacértelo por detrás…no puedo esperar por más tiempo…te prometo ser muy suave contigo…dime que me dejarás…dime que podré hacértelo de una vez por todas…

-No Mario, sabes que no quiero eso…que eso es de salida, no de entrada…y me harás daño…con esta pedazo de herramienta me lastimarás…

-No es verdad, no te dañaré-decía mientras la seguía bombeando, acercándome al clímax-…te haré gozar…gozarás como nunca un hombre te hizo gozar, ya lo verás, te lo pasarás en grande…

Me morreé con ella un poco y dejamos de hablar, entregados a la tarea. Mamen aún no se dejaba y yo podía sentir la mirada furiosa de Macarena en mi nuca, de verdad que la sentía, exhortándome a encular a su hermana o de lo contrario sufriría unas más que terribles consecuencias al delatarme a las demás. En un nuevo cambio de postura, me coloqué sentado sobre la cama con las piernas cruzadas y Mamen se sentó encima de mí, rodeándome con las suyas y pegándose a mí. Totalmente unidos reanudamos la danza del amor en busca de ese éxtasis compartido, cuando por fin se me encendió la bombilla que quizá me salvaría de ser crucificado por Macarena.

-Te lo haré en la ducha…sí, en la ducha…te llevaré a la ducha y allí te lo haré, te prepararé el culito para que no te duela, te lo mimaré y gozarás sin parar…te lo prometo Mamen: vas a gozar como una loca…quiero que goces como una perra salida…

Aunque Mamen no era mucho del lenguaje obsceno, alguna barbaridad de vez en cuando servía para encenderla más en su calentura. Insistí un par de veces y rezaba porque mi inesperada idea, que no sé de donde me había salido, tuviera éxito. A fin de cuentas Macarena me había dicho que le diese por el culo pero no donde debía hacerlo. Cuando ya me di por vencido, una pregunta llegó a mis oídos y me sonó a bendición del cielo.

-¿En serio…en serio gozaré como una perra?...¿seguro?...

-Segurísimo-respondí-. Te lo haré de maravilla…¿te vas a dejar?, ¿me dejarás que te dé por el culo?...vamos amor, déjame darte por detrás…

-Mmmmmm eres un cabrón, siempre consigues lo que quieres…mmmm estoy casi a punto Mario…estoy que me fundo…ufffff dame más Mario, dameeeee…

-Sí cariño, te voy a poner en órbita, chorréame encima como solo tú lo haces, no te cortes y chorrea, chorréameeeeeeeee…

Eso era algo que le encantaba. El decirle que me chorreara encima (de sus jugos sobre mi polla, que quedaba brillante como si la hubiesen pulido) era el pistoletazo de salida para la fase final, y en efecto pronto se derritió en mis brazos fruto de un ansiado orgasmo que nos dejó en estado de gracia. Mamen estaba exultante, guapísima (aquellos ojos azules, la única de la familia en tenerlos, brillaban como soles al mirarme) y yo no me podía creer que ese fuese mi tercer polvo…en puertas de un cuarto. No comprendía como ni donde había sacado fuerzas de flaqueza, pero me alegraba haber aguantado ese maratón sexual, y aún faltaba lo mejor.

-Vamos-me tomó la de mano una vez nos separamos-…

-¿Dónde-pregunté extrañado-?.

-A la ducha, claro…¿acaso no te dije que accedía a que me diese por el culo?, además, me consume la duda, tan bien que dices que me harás gozar…a ver si es verdad que puedes hacerlo, que si no te las verás conmigo.

“Y si no me las veré con tu hermana”, pensé para mis adentros. Juntos fuimos al cuarto de baño, le dimos al agua caliente y comenzamos a darnos una ducha para quedar bien limpios tras el polvo que acabábamos de echar. Entre el agua caliente y que ella al fin me había aceptado lo que llevaba proponiéndole casi desde que la conocí, no hizo falta mucho para volverme a empalmar, aunque tenía serias dudas de llegar a correrme, tras las tres descargas previas. Mamen se dejó hacer por mí y con cuidado y esmero me unté las manos de gel, y comencé a masajearle el culo y las nalgas para dejárselo más que limpio. La idea era usar el gel y el agua para relajar su ano y que su resistencia se desvaneciese: primero probé a meterle un dedo, luego dos…luego le metía el pulgar y después jugaba a cambiar el dedo. Al principio me costó, claro, ella nunca había hecho algo parecido…pero sin haberlo probado antes, sus gemidos auguraban que iba a gozar incluso más de lo que ella misma sospechaba.

Por supuesto que no solo me aplicaba en su culo, si no que alteraba sus tetas bien puestas y su coñito para calentarla a base de bien. La pena era que teníamos puestas las cortinas, de manera que Macarena no nos podía ver, al menos no nítidamente, pero por los gemidos de su hermana tenía que saber que me estaba aplicando en la tarea que se me había encomendado y que estaba cumpliendo. Mamen se ponía de cara a la pared como una niña mala arqueando un poco su espalda para ponerme el culito en pompa y así que se lo trabajase más. Por su boca salían gemidos varios de placer mientras mis dedos iban ensanchando su orto para prepararlo para cuando se la metiese…cosa que estaba como loco por hacer pero que aún no debía. Lo bueno se hacía esperar: si había esperado más de 7 meses desde de la conocí, podía esperar 7 minutos a tenerla bien dispuesta para que gozase con algo diferente.

La pasión por hacerle sexo anal a Mamen nació el día que la vi enfundada en unos vaqueros ajustadísimos azul clarito, marcándole el mejor culo que jamás había visto en una tía. De hecho, fue ese el motivo que me llevó a presentarme, a conocerla y querer seducirla. Ninguna de sus amigas (ni de sus hermanas) poseían un culito que rozase tanto la perfección como Mamen, de redondeces casi hechas a compás. Resulta obvio que eso no se lo dije hasta un mes o más de haberla conocido, a lo que ella se negó porque decía que le iba a doler. Aquel comentario me había cogido de sorpresa: las chicas se depilan las cejas, las ingles y piernas con cera caliente, sangran cada 28 días por la regla, se meten támpax y demás tampones, se hacen toda clase de piercings y de tatuajes…¿y no se dejan dar por el culo porque dicen que les duele?, ¡¡VENGA YA, Y UNA MIERDA!!. Me obcequé tanto con aquel culo que me propuse como objetivo ser el primero en penetrarlo. Que acabase enamorándome de ella no me lo esperaba, pero que quería darle por el culo…¡¡vaya que sí quería!!.

-Mmmmmmmm se siente raro…pero me siento muy caliente…eres un niño muy malo Mario, eres muy malo-y sabía que me lo decía porque le gustaba jugar con ese cliché del malo malote al hacer cosas como esas-…

-Sí que soy malo…pero de hoy no pasa sin que aprendas lo que es que te gocen por todos los agujeros…te voy a dar por el culo-le dije con tono perverso al oído, tras pegarme a ella por la espalda-…estás lista, ya estás preparada…ponte en pompa perrita, que vas a saber lo que es bueno…

Mamen obedeció, y yo poco a poco fui comprobando que mi paciencia se había cobrado la justa recompensa: su orto estaba totalmente relajado (y debido al gel, limpio al 100%) y dispuesto para que yo la penetrase, cosa que hice. Empecé la maniobra con lentitud, la fui barrenando hasta que por fin logré tenerla totalmente sodomizada. Ella se quedó como en shock y yo aproveché para llevar mis manos a sus tetas, sujetarme bien a ellas y comenzar el baile amoroso (más morboso que amoroso, diría yo). Antes de que los dos supiésemos lo que estaba pasando estaba dándole duro a mi novia por el culo, y ella se lo estaba pasando en grande…si hace meses me lo hubiesen dicho no lo habría creído. Ni en un millón de años.

-Aaaaaah, síiiiiii…me gusta, me gustaaaaaaa…dame por el culo Mario, por dios sigue dándome, échamelo todo dentro…chorréame a placer….¡joder, que morbo!...¡que razón  tenías, cabronazo!...estoy que lo gozo…me gustaaaaa…

-Te voy a enviciar a esto, ya lo verás, de esta te vas a volver una adicta del sexo anal, te lo voy a dejar como el Arco del Triunfo o la Puerta de Brandenburgo. Ya verás que bien nos los vamos a pasar ahora…esto va a ser la gloria, la gloriaaaaa…

La pasión nos desbordaba y el morbo de verse sodomizaba por primera vez la hizo correrse antes de lo esperado…lo mismo que a mí, aunque obviamente mi reserva de semen no estaba al 100% debido al tute que me había dado a lo largo de todo el día. Tal y como quería se lo había echado todo dentro y habíamos quedado un buen rato así juntos, conmigo detrás de ella y mi polla bien metida entre sus nalgas. Tras la marea de placer volvimos a la calma, nos secamos y fuimos a dormir, aunque según Mamen yo debía irme a la habitación de invitados “para que nadie nos pillase y se hiciese malas ideas”. Nada más irónico, en mi opinión.

-Enhorabuena-escuché detrás de mí cuando llegué a la habitación-. Pensé que no serías capaz de hacerlo pero veo que tienes más recursos de los que me esperaba. Mis felicitaciones…pero más te vale recobrar las fuerzas para mañana: María y Miranda te van a necesitar entero y con todas las fuerzas. Quiero que las folles bien folladas.

-¿No me vas a dejar libre, verdad-le pregunté al girarme y mirarla-?.

Macarena se limitó a medio sonreír con gesto perverso, se encogió de hombros y se fue a su cuarto, dejándome solo. Menuda perspectiva: iba a convertirme en el amante de todas las mujeres de aquella casa y todo indicaba que aquello solo era el principio de una vida llena de perversiones y secretos guardados bajo llave. No sabía si alegrarme o desesperarme, pero sí sabía una cosa: que a partir de mañana iba a follar más de lo que nunca hubiera imaginado…y que iba a disfrutarlo por todo lo alto. ¡Vaya que sí!.

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