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Regreso a casa de mis padres

en Amor filial

REGRESO A CASA DE MIS PADRES

Nerviosos y con la vista puesta en el reloj tanto Mercedes como Marcelo estaban casi comiéndose las uñas de la ansiedad. Los letreros no dejaban de moverse en el panel del aeropuerto mientras la gente iba circulando a uno y otro lado con las maletas en las manos, arrastrándolas por el suelo. Según me contaron, habían llegado con antelación y hasta que yo hube llegado casi se tiraban de los pelos por verme llegar, lo que es natural porque llevaban casi un año sin verme, desde que me había marchado a la universidad, lejos de ellos. Por cierto, que Mercedes y Marcelo son mis padres y yo soy su única hija, Marilia, a la que se comieron a besos cuando al final aparecí por la puerta. Fue un sonoro abrazo entre los tres que me azoró por completo…y a muchos niveles. Estuve de charla con ellos durante el viaje de vuelta hasta casa, en que casi lloré al volver a mi cuarto y a mi barrio, donde había crecido toda la vida.

-Entonces, ¿te lo has pasado bien allá?, ¿has sacado buenas notas?, ¿qué tal fue la universidad?, ¿y el idioma?, ¿fue difícil?.

-¡Tranquila mamá-la detuve-!. Sí, el idioma fue difícil pero al menos lo aprendí y pude hablarlo bien, aunque ¡que duro fue las primeras semanas!. Por suerte algunos de los alumnos eran de Texas y hablaban bien ambos idiomas: Harvard es fantástico.

-Te hemos echado muchísimo de menos-dijo mi padre, casi emocionado-. Este ha sido el año más largo de mi vida. Temí que te pasara algo malo, tú sola, tan lejos.

-No te preocupes papá, todo fue muy bien: Melissa, mi compañera de cuarto, era una chica fantástica y fue muy buena conmigo. Gracias a ella todo fue mejor. Es una chica encantadora y mi mejor amiga en USA. Estoy deseando volverla a ver.

-Nos alegramos de que estés de vuelta….¡¡tanto que me voy!!.

Me quedé en shock. ¿Irse?, ¿a donde?.

-¿Se puede saber donde diablos vas?.

-No seas tonto Marcelo: a ver a Marta, claro. Tengo que decirle que su sobrina favorita está de nuevo en la ciudad. No puedo aguantarme las ganas. Me voy, ya volveré más tarde. Os dejo que os pongáis el día.

-¡Mamá…!.

-¡Ni mamá ni leches!, ¡¡o lo anuncio a los cuatro vientos o exploto!!.

Antes de darme cuenta mi madre había cogido las llaves, se había puesto aquel eterno chal y salió de la casa para ir dos más allá, donde vivía su hermana y tía mía. En el instante en que se oyó la puerta cerrarse, mi padre y yo nos quedamos mirando con cara de tontos. Fui la primera en reírme.

-Bufff mamá y tía Marta: no volveremos a verla hasta el Día del Juicio Final.

-Has de entenderlo hija, tras irte tú Marta fue la gran confidente de tu madre. No pasa un solo día sin ir un par de horas a su casa…o quien dice un par, dice una tarde. Fue su modo de aceptar tu perdida al irte a Estados Unidos.

Quedé algo pensativa ante esa noticia. Ignoraba que la pobre lo hubiera pasado tan mal. En sus cartas y llamadas no lo parecía…pero entendí que lo más probable es que lo hiciera así para no preocuparme.

-¿Y por aquí las cosas han ido bien-pregunté-?, ¿el resto fue todo bien?.

-Sí, como siempre-se encogió él de hombros-. Es lo bueno de las urbanizaciones: muy pocas cosas cambian con el tiempo…¿y tu qué?, ¿alguna novedad?.

En vez de contestarle, me subí la falda poco a poco. Era larga, cubría casi hasta los tobillos. Mi padre me observaba sin perder detalle de mis movimientos. Llegando a la rodilla, descrucé las piernas, manteniéndolas juntas. Al llegar a los muslos, las abrí un poco, muy poquito…y para cuando llegué a las caderas, me abrí un poco más para él. Lo suficiente para ver que estaba sin bragas, mostrándole mi coño desnudo. Mi padre se quedó en su sillón sin hacer nada, fijando su vista en mi sexo. Su forma de mirarme me empezó a provocar ciertos calores ya conocidos de tiempo atrás.

-¿Y tu ropa interior-se limitó a preguntar-?.

-Regalada-contesté parcamente, con mirada malévola-.

-¿Regalada a quien-se interesó-?.

-A mi compañero de asiento: estábamos atrás del todo y al verme, se atrevió a meterme mano. Fue muy sutil: primero empezó por tocarme un poco las tetas, leves caricias, aprovechando mi casi estado de sueño. Al verme sumisa, se envalentonó. Luego se dio cuenta de que yo le seguía el juego y le dejé meterme mano abajo. Con su mano me sobó entera entre las piernas, me puso muy mojada así que me lo llevé al baño para que me hiciera lo que quisiera. Es cierto eso dicen del sexo en el aire…es algo que no tiene punto de comparación…y el chico sabía follar muy bien, pudo echarme un par de polvos rápidos y lograr que yo gozase. Disfruté mucho con él.

El relato, totalmente verídico, lo conté precisamente para que él se excitara. No aparté la vista de su bragueta en todo momento, y fui testigo de cómo comenzaron a palpitarle los pantalones. Sentándose a mi lado, posó su mano sobre mi coñito. En ese instante creí morirme de placer. Deseaba tanto tener a papá metiéndome mano…

-Que guarra eres, dejándote follar por un desconocido…

-Y bien que me lo pasé-guiñé un ojo-. Además, ¿no tenemos todos esa fantasía de follar con alguien a quien no conocemos, de follar por follar, como animales?. Vi la ocasión, y la aproveché.

Me mantuve inmóvil, a la espera de ver que hacía él. Desde aquella lejanísima primera vez en que me hizo suya, era costumbre que yo me dejase hacer. Me gustaba la sensación de ser un juguete en sus manos, de ser no su hija si no su esclava, de estar sometida a sus deseos, a sus caprichos. Él proponía, y yo disponía.

-¿Me has echado de menos?.

-No tienes ni idea de hasta que punto-le contesté-. Pensé que me sería imposible vivir sin que me follases. Estoy loca por ser tuya papá: tu puta favorita ha vuelto a casa.

Acto seguido, llevó su mano a mi cuello y su boca la pegó a la mía. La pasión ya no podía aguantarse por más tiempo. Abriéndome del todo para él, le dejé sobarme toda cuanto quería él. Me abrí mi camiseta y saqué mis tetas para que el las sobase. Las niñas, como él las llamaba, estaban nostálgicas de sus manos fuertes y grandes.

-¡Dios!, cuando te vi aparecer en el aeropuerto casi me da un ataque intentando aguantarme las ganas. No sabes como deseaba follarte allí, delante de todos, proclamar a los cuatro vientos que soy el padre más afortunado de todos porqué yo puedo follarme a mi hija todo lo que quiero y a ella le gusta.

-Fóllame ahora y reviéntame entera. ¡Ya había olvidado lo bien que besabas!.

Cada lengüetada que me daba me recordaba aquellas noches de incesto y pasión que me daba en mi cama, mucho tiempo atrás. Aquella inocencia de mi primera vez, en que él se convirtió no solo en mi padre, si no en mi amante, en el primer hombre que me hacía el amor y me hacía conocer los placeres de la carne. Su amor por mí le llevó a eso temiendo que un novio pudiera lastimarme. Yo lo acepté porque lo quería. A lo primero fue amor….a lo segundo, perversión…y a lo tercero, simplemente el morbo del placer.

-Madre mía, como la tienes-dije al notar por encima de los pantalones-. ¡¡Quiero vértela!!, ¡dame ese rabo tieso, lo quiero!, ¡sácatela ya, quiero verla!.

Desabrochándose el cinturón y bajándose la cremallera, deslizó pantalón y slips hasta que sacó de su prisión aquella maravilla de exactos y precisos 19 centímetros que llevaba casi un año sin saborear. Tenía tantas ganas de metérmela en la boca que estuve a punto de querer arrancársela a mordiscos. ¡¡Era mía de nuevo, toda mía!!.

-Eso es mi niña, cómesela toda a papá….Mmmmmm eso es, chúpala a placer, tenemos tiempo. Tu madre tardará en volver, así que no hay prisa para terminarlo. Uff que rica mamada. Se diría que has aprendido cosas nuevas desde que te fuiste.

-Papá-me paré para respirar-, que he estado en la universidad. Te asombrarías de las orgías que he visto allí: chicas montándoselo en plan lésbico delante de todos, la gente grabándolo todo…luego otras dejándose follarse en las fraternidades por el equipo de fútbol americano…Y como yo era la españolita, tuve que demostrar que estaba a la altura de los demás-sonreí perversa-.

-Mmmm ya me contarás lo que hiciste: lo quiero saber todo…con quien follaste, si era chico o chica, que te hicieron, si te gustó…quiero saberlo todo, con detalle…eso sí mi amor, sigue mamando…dios que boca tienes, me encanta verte mamarme la polla, eres una experta.

-Es lo bueno de ser una zorra disfrazada de virtuosa: aprendes mucho.

Miré directamente a los ojos castaños de mi padre, a su piel bien bronceada, de pelo rubio, aún sin canas, sin barba pero con un poblado bigote. Aún seguía teniendo ese "algo" especial tan atractivo. Era un maduro muy interesante…y era también mi padre…y era también todo para mí.

-Mmm papá, esos deditos…están juguetones ¿eh?...tócame por donde quieras, hazme lo que te apetezca. Mi cuerpo es tuyo: mi boca, mis labios, mis piernas y todo mi coñito…mi culo es tuyo, mis tetas, mis pezones…estoy loca por ti papá, loquísima…

-Lo sé-me sonrió-, y me encanta que sea así: follarte es lo mejor de la vida.

Allí mismo, en aquel sofá, se puso a comerme el coño con ganas. Usando ambas manos separé las piernas para él, para que lo tuviera más fácil. Me estremecí cuando su lengua me penetró y comenzó a beber de la humedad de mi vulva. Giré la cabeza en todas direcciones loca de placer. Mi pelo, rubio como el de él pero más liso y largo hasta el cuello, iba de un lado a otro. Mis ojos azul claro, casi cristalinos, no se podían abrirse: la marea de placer que mi padre me daba lo impedía. Mis pezones, normalmente blandos y de un color suave, me dolían de lo duros que se me estaban poniendo. Papá no se había olvidado de ellos y mientras me comía el coño con ganas echaba manos de mis tetas, que le enloquecían por ser tan perfectas: dentro de su tamaño, no estaban nada caídas y se aguantaban solas. Si llevaba sujetador era solo por asegurarme que con los años se mantuvieran en su sitio.

-Que tetas tienes Marilia, son una delicia…te van a reventar los pezones, están del todo duros…a verlos…mmmmm sí, están duros y riquísimos…Pienso comerme tus guindas todas las mañanas, cuando tu madre no nos vea…quiero que siempre vayas de empitone por casa…quiero verte siempre estos pastelitos tan ricos…están de muerte…

-Claro que sí papá, lo que quieras, cuando quieras…y yo tomaré leche de papá-me reí-…te chuparé la polla cada mañana, me tragaré tu lefa como desayuno…dios que rabo tieso tienes…¿Por qué no me follas ya papá?, no seas malo, quiero que me folles…

-Paciencia pequeña, tenemos…mucho tiempo…

Me metió un par de dedos por mi rajita empapada y se dedicó a darme dedos sin tregua casi media hora hasta que notó que ya estaba a punto de caramelo (sin dejar de comerme las tetas, claro). Las prisas nos podían y no atendíamos a razones: él deseaba follarme…y yo estaba loca por ser follada por él.

-Mira como entra Marilia…mira como te entra pequeña…ya está a punto…

-Ay sí papá, dame más, dameeee…por favor métela toda, hasta el fondo…no te dejes nada fuera…así que bieeeeen…

Me sentí tan pequeña: él con su 1’90 de alto, con yo mi modesto 1’65…Estaba del todo debajo de él, pegada a él, sometida a su voluntad…Era su fiel sumisa sexual, su esclava…Él podría haberme pedido lo que fuese, yo lo hubiera hecho sin dudarlo. Ya no recordaba aquella sensación de entrega total, de completa devoción y sometimiento. Es algo que si no se vive, no se puede describir.

-Rico coñito torda jaajajaja-se burló-.…¿Quién es mi zorra?, ¿Quién es la puta de papá?, ¿a quien le puedo hacer de todo que ella me pedirá más aún?.

-Yo soy esa putaaaaaaaa-grité con desenfreno mientras él me penetraba con todas las ganas-…sí papá, soy tu puta, soy una perra salida…Me gusta que me folles, me envicia…nunca he conocido mejor polla que la tuya, no hay nada igual…papá eres el mejor, eres mi hombre…dame duro que me gusta…lo quiero todo, dámelo…

Me besó en los labios y me morreó con depravación salvaje. Por un instante me acordé de cuando me estaba masturbando en el avión, soñando con volver a vivir esos momentos con mi padre, en que mi compañero de asiento accedió a "ayudarme" con su mano para luego echarme un buen polvo en el baño, follándome como si me estuviera violando (cogiéndome del cuello con algo de fuerza y embatiéndome con ritmo seco y profundo hasta saciarse: fue como si para él fuera solo un coño donde meterla…eso me puso a 1000 por hora).

-Dios que hombre tengo entre mis piernas…eres mi hombre papá, mi amante perfecto…solo con tu polla soy del todo feliz…quiero quedarme siempre así, follando contigo…follarte para siempre: tú y yo follando para siempre…

-Menuda zorra que eres-dijo mientras, cambiándome de posición y poniéndome a cuatro patas, se aferró a mis tetas con las manos y volvió a penetrarme a darme como a mí me gustaba-…Joder con mi puta hija, eres una guarra asquerosa…y me encanta…

-Entonces fóllame ya y córrete dentro…tengo píldoras del día después, no me preñarás…pero quiero que me folles bien follada, así que dame fuerte…ufff que rico me lo haces…así me gusta, así…no te pares y sigue…

Cambiando de ritmo, y como si supiera lo que pasó en el avión, empezó a darme fuerte y secamente, a martillearme en plan acosador/violador, a bombearme en mi coño con ganas y a propiciarme unos excelentes manoseos en mis pezones y chupetones en mi cuello. Moviendo mis caderas me moví al mismo tiempo que él y en esa danza del sexo común de embriagador aroma (siempre me ha excitado muchísimo su olor natural cuando teníamos sexo), veía las estrellas por su forma de penetrarme, me dolía un poco pero por nada del mundo le hubiera dicho que parase, me dolía pero me gustaba….y con esa mezcla endiablada llegué a un orgasmo fenomenal, mantuve la posición esperando a papá, que al par de minutos también llegó al orgasmo y con fuertes jadeos comenzó a lanzar chorros de lefa dentro de mi conejo, recibidos con vítores de alegría. Faltó poco para que los gritos de placer que dábamos se escuchasen en la calle.

-Te amo papá-le declaré mientras seguíamos recuperándonos, aún desnudos y con él sobre mí, abrazado a mi cuerpecito, con cara exultante-. Eres el mejor.

-Y yo a ti Marilia…eres una salvaje en la cama…ni tu madre folla como tú…

-Soy más joven-recordé-: ella tiene la experiencia, yo la fogosidad.

Llevé mi mano a su polla. La pobre se estaba poniendo fláccida. Normal, tras el trajín que le dimos…así que le di mimos y caricias. Era una adicta del incesto…y llevaba mucho tiempo sin mi dosis.

-¿Cómo es posible que unos solos centímetros puedan dar tanta felicidad?. Hay veces que me cuesta creerlo-confesé mientras la miraba. Pese a estar fláccida, era algo ancha de grosor-.

-¿Te dio por detrás-preguntó Papá de golpe-?.

-¿Por detrás?, ¿quién?.

-El del avión: ¿te dio por detrás?, ¿te enculó?.

-No: no he tenido sexo anal desde Navidad. Fue el regalo que me hizo un medio novio con el que salí, antes de descubrir que me ponía los cuernos con una chica de último curso.

-¿Te puso los cuernos?, ¿y tú que hiciste?.

-Vengarme: me follé a su padre…Luego fue cosa de hacer que él lo supiera y que su mujer se enterase. Por suerte, en las fotos no se vio mi cara: Melissa se ocupó de eso. A mí nadie me deja así como así.

Papá se rió por mi venganza, y yo recordé que luego había tenido que "pagar" a Melissa en especies a cambio de su ayuda. Me obligó a participar del mismo secreto del que yo la había descubierto tiempo atrás, para que no dijera nada: convertirme en la perra de un rottweiler que rondaba por el campus. Lo cierto es que no hubiera hecho falta, le hubiera guardado el secreto con total tranquilidad…pero tras haberla pillado en plena follada animal aquella noche, un sentimiento de curiosidad se había apoderado de mí y quería satisfacerlo. Salí encantada con la experiencia.

-Esa es mi niña-me contestó-. Es una buena venganza…pero volviendo a lo que me interesa: quiero darte por el culo. Necesito sodomizarte. ¡NO-se corrigió-!: no es que lo necesite, es que lo quiero hacer, así que ponte en pompa ahora mismo: tu culo es mío y lo quiero ya.

Mmmmmm cuando usaba ese tono militar para darme órdenes me derretía de placer…pero fui capaz de convencerle de que para eso era mejor usar la ducha, de ese modo podríamos usar el agua caliente para dilatarme el ano y así nos limpiábamos el olor a sexo que llevábamos. Él accedió y me llevó, cogida en brazos, hasta el cuarto de baño, metiéndome en la bañera y dando salida al agua de la ducha. Antes de que pudiera saber qué ocurría ya estaba de nuevo con mi boca llena de polla. En dos palabras: el paraíso.

-Trágalo todo perra, quiero esa boca chupándome la polla sin parar, y más te vale no hacerme correr o te meto un par de cachetes en el culo que te lo pongo dolorido y no te sientas en una semana.

-Pégame en el culo papá, azótame fuerte-le dije haciendo una leve pausa-...Me he portado muy mal allá papá, he sido una niña muy mala…

-A las niñas malas hay que castigarlas. ¿Quieres azotes?, vas a tenerlos.

Seguí comiéndosela un poco más hasta que, puesta de cara a la pared de la ducha comenzó a darme azotes en el culo. Llevaba años sin recibirlos y la verdad es que era algo que me encantaba revivir. Me hacía sentir una niña sucia, como cuando era pequeña y me azotaban cuando hacía algo mal…Tras convertirme en su amante siguió azotándome, pero con otras intenciones que me gustaban más.

-¡¡AY!!, ¡¡AY!!...¡¡Papá me duele, me hacer daño!!, ¡¡AY!!...¡¡Papá para por favor, no lo haré más, lo prometo, seré una niña buena, haré todo lo que tú me digas!!.

Repetía las mismas cosas que decía aquel entonces, cuando en verdad me estaba castigando y quería parara. La única diferencia es que ahora no deseaba que parase.

-Si quieres hacer todo lo que yo diga, separa las piernas, ¡AHORA MISMO!. Eso es perra, sepáralas bien…mmmmm menudo culo-y me metió un dedo por él muy violentamente, sin esperar a dilatarme-…Ven aquí zorra, que te voy a poner el culo al rojo vivo, es lo que se merecen las niñas por ser malas.

La situación de sexo–dominación le excitó tanto que pronto estaba erecto. Erecto pero de verdad, al tocarla un poco noté su durez. Sabía lo que me esperaba y me rendí a la evidencia de que no había escapatoria: me iba a taladrar el culo.

-¡¡AY!! Me duele papá, me duele…No tan fuerte, me haces daño…me lo vas a partir en dos, me lo vas a desgarrar…¡¡AY!! ¡¡NO!!

-¿¿Es que ahora quieres que pare, zorrita mía??, ¿quieres que me detenga?.

-¡¡NO-contesté a pleno pulmón-!!...¡¡Me duele pero no pares!!, ¡¡NO QUIERO QUE PARES, QUIERO QUE ME ENCULES!!, ¡¡SODOMÍZAMEEEEE!!...

Tras una penetración dolorosa, su forma de encularme era todavía peor, me movía de atrás adelante con fuerza y de tal manera que me sentía morir de dolor y de placer al mismo tiempo. Gemía conteniendo mi dolor mientras lo sentía dentro de mí en aquella cavidad estéril pero tan deseada por los hombres, tan deseada por mi hombre, mi amante, mi padre…Quería mi culo y yo se lo daba para que hiciera lo que quisiera con él, aunque eso incluyera que me lo violara, yo se lo permitiría porque era suya y deseaba complacerlo y someterme a sus deseos. ¿Acaso una hija no debe acatar siempre lo que le dice su padre?.

-Que pedazo de culo tiene mi nena, ufff como lo echaba de menos…Te quiero petar este culito de guarra…Te voy a reventar…

Con el culo del todo puesto en pompa para él y mi espalda arqueada contra la pared yo me dejaba hacer disfrutando y sufriendo al tiempo lo que me hacía. Me dolía y me gustaba, lo sufría y lo gozaba…solo quería llegar el orgasmo otra vez.

-Ya estoy a punto…mmmmm me tienes a punto de nieve hija de perra…Más te vale que te prepares, te voy a dejar este culo como un túnel de autopista, te lo pienso follar todo lo que pueda…esto es carne caliente, estás que ardes…grita por mí Marilia, grita para papá y dime lo mucho que te gusta, dímelo…quiero oírlo…

-Si papá me gusta, me gustaaaaa…dame así de fuerte por el culo, dame más, dame más fuerteeee…así papá, así…aaayyy me duele pero dame más, dame más aún…destrózamelo papá, reviéntame el culooo…

Se agarró a mis caderas y estuvo un par de minutos más antes de que se parase en seco al llegar a su orgasmo y correrse dentro de mí. Sentí como si burbujeante fuego líquido me invadía y me irrigaba entera. Yo no había llegado al orgasmo pero el sí, y eso era lo que más me importaba…Fue como cuando era más pequeña y él me usaba de esa forma para su propio placer. Cuando me lo hacía y yo no gozaba, lo amaba más. Me necesitaba para disfrutar y yo accedía para que tuviera su desahogo. Ya me ocuparía yo más tarde de gozar, que lo hacía, masturbándome mientras recordaba esa previa follada suya, tan amoral y sin embargo tan íntima para los dos. Tiempo después él mismo era quien me masturbaba. Me hacía inmensamente feliz todo aquello.

-Me tienes loco, hija de perra…Aaahh que rico ha sido, ya no recordaba cuanto me gustaba metértela por aquí detrás…¿Estás bien amor?. ¿Te duele mucho?.

-Sí, me duele…pero no me importa, me gusta cuando me usas así…pero no he llegado a gozar, acabaste antes…¿me lo completas?.

Volteándome, se agachó para comerme mi conejito y meterme sus dedos bien adentro, en tanto que yo me acariciaba las tetas y mi culo roto. Entre sus dedos y mis caricias llegué a un orgasmo estupendo y deseado, sin que el agua caliente dejara de caer por nuestros cuerpos. Después me estuvo besando, no sé cuanto tiempo, antes que saliéramos del baño. Él mismo me secó y me vistió con mimo, pero sin ponerme nada de ropa interior. "En casa irás con tu coñito al aire, para cuando te lo quiera usar", y yo obedecí, como siempre.

Al cabo de una hora, poco más tarde, Mamá volvió de estar con tía Marta. Nos había contado todo lo que había charlado con ella y que en un par de días, para celebrar mi llegada, haríamos una cena en familia, todos juntos, una idea que me encantó.

-¡Que tarde es!, ¡me tengo que ir-miró su reloj de pulsera-!.

-¿Irte?, ¿a dónde te vas-preguntó Mamá-?.

-A echar la partida al bar, como siempre-contestó él-. Además, he de darles la buena noticia de que mi niña está de nuevo con nosotros…y seguro que estáis como locas por tener un momento "entre mujeres", cotilleando y poniéndonos a caer de un burro-se rió-. No quisiera privarte de eso mujer.

-Eres un tesoro cariño-y se dieron un fuerte beso delante de mí; yo hice mueca de asco como si fuera adolescente, bromeando-. No vengas muy tarde.

-Pueessss-volvió a mirar el reloj-…calcula que volveré para la cena, así que así a ojo de buen cubero, entre 2 y 3 horas, aproximadamente. No me seáis malas y no me despellejéis mucho, ¿eh?.

A diferencia de mí, que iba en albornoz, Papá estaba vestido del todo con la misma ropa con la que estaba antes, para que Mamá no sospechase nada. En cuanto quedamos solas, Mamá y yo nos sentamos a charlar sobre hombres y otras cosas, como dijo papá.

-¿Entonces nada?, ¿ningún novio formal?, ¿ningún aspirante a yerno?.

-El único fue ese que te dije, que me engañó con otra.

-Bueno, ya encontrarás alguien…además, yo quiero algún nietecito con el que jugar, quiero ser abuela y no quiero que se te pase el arroz.

-Tranquila Mamá-me reí-, seguro que encuentro a alguien.

-¿Cómo es que estás en albornoz?, ¿te duchaste mientras estabas aquí?.

-Obviamente-y descrucé las piernas un poco, separándolas y dejándolas entrever para ella, que no apartaba la vista de mis muslos-…Necesitaba darme una ducha tras un viaje tan largo…Nunca viene mal desahogarse…

Abrí un poco mi albornoz y lo deslicé a los lados. Mamá me vio en camisón, de los que llegan por la rodilla. Con un par de movimientos, alcé mi camisón para mostrar a Mamá no solo las piernas, si no mi chochito fresco tras la ducha recibida. Hice otro tanto con los tirantes del camisón y saqué mis pechos para que tomaran el aire. Mamá estaba encantada con verme así…y en un par de segundos me estaba morreando, con sus manos acariciando mis tetas y las mías recorriéndola a ella.

-Mmmmmmmm cuando te vi en el aeropuerto me costó no desnudarte allí mismo para comértelo todo: estaba rabiando por morrearte…Si no me llego a ir con tía Marta tu padre hubiera descubierto lo nuestro, me hubiera lanzado sobre ti para comerte entera-me confesó-.

-Tranquila Mamá, ya puedes morrearme todo lo que quieras, que yo haré lo mismo, y no te preocupes por Papá, él no sabe nada de lo nuestro.

Claro que Mamá tampoco sabía que Papá también era mi amante. Ella ignoraba las cosas que él me hacía, y él no tenía ni idea de que me lo montaba con Mamá. Ambos no estaban al corriente de lo que pasaba con el otro.

-Mejor, si lo supiera creo que se moriría de la vergüenza-y volvió a besarme, con su lengua jugosa buscando y encontrando la mía como gatas en celo. Mi libido volvió a desatarse y me dejé hacer. A diferencia de Papá, con Mamá quien mandaba era yo y era ella quien se dejaba hacer-.

-Ábrete de una vez Mamá, quiero ver "mi tesoro", quiero ver de donde he salido porque allí es donde pienso volver.

Mamá obedeció y se abrió para mí. Con sus manos separó sus labios vaginales y me mostró en todo su esplendor su deliciosa vulva, que tantas veces yo devoré. A Mamá le iba el rollo de la sumisión tanto como a mí, siendo yo quien mandaba. Le metí un par de dedos mientras mi boca chupaba con glotonería sus pitones. Me seguía asombrando de las tetazas de Mamá: eran casi de una talla 110, redondas y grandes, apetecibles, sin tener nada que ver con mi escasa talla 90. Lo mío eran tetas; lo suyo, ubres.

-Mmmmmmm por dios Mamá, estos pezones me vuelven loca, ya no recordaba lo que era chupetearlos…esto es casi un pezon galleta, las aureolas son enormes…me encanta Mamá…te voy a follar viva…

-Ay mi niña, fóllame como quieras, que tu madre se deja…te adoro mi amor, así que no tengas piedad de su pobre madre y fuérzame como quieres…He echado mucho de menos ser tu juguete sexual, así que quiero ser esclavizada por ti, Marilia. Fóllame.

El sabor de sus tetas me obsesionada tanto que me pasé como media hora o más comiéndoselos sin descanso sin dejar de acariciarle su vulva humedecida ni de meterle un dedo en la boca para que lo chupeteara. Era la señal de que la tenía completamente sometida a mis deseos…y en esos instantes, tras devorar sus pasteles, la ordené que me lo comiese todo. Me tumbé en el sofá y dejé que ella pegara su boca a mi cuerpo.

-Mmmmm así mamá, eso es….mmmm que bien me lo haces, méteme tu lengua bien adentro…Estoy que chorreo de gusto…ufff que pasada, es una maravilla…Se diría que has mejorado mucho desde la última vez…

-He practicado con tu padre, ahora soy una mamadora de primera, y no tienes ni idea de cómo se pone cuando termino con él, me mete un repaso de los buenos…pero no es comparable a hacerlo contigo.

-¿Por qué-pregunté-?.

-Porqué tu padre no me somete como tú-respondió con saña-. Tú sabes mucho mejor lo que quiero y me lo das con creces.

-Pues entonces cierra la boca y cómeme el conejo de una vez. Eso es perra, mete esa lengua y come todo, lámelo, chúpalo entero guarra asquerosa…Mírate, comiéndote el coño de tu hija porque ella te lo ordena…eres una furcia…

Mamá se excitaba con los insultos. Cuantos más vejatorios fuesen, mejor. Esa eterna pose de gran señora de urbanización se esfumaba, y surgía la otra: la de una fiel sumisa y esclava sexual, dispuesta a todo por complacer a su ama. Su mirada altiva de fulminantes ojos verdes se desvanecía, su rizado pelo rojo parecía cambiar a un tono más claro y menos rizado, como si cada ápice de su ser fuera esclavizado…y le gustase.

-Mamá no pares, sigue comiendo almeja…mmmm que rico comes, méteme toda la lengua en el coño…ufff que bien, así…más lengua, estírala…estírala o dame un par de dedos, que reviento…Mmmm mejor los dedos…pajéame así…sí, asíiii…

Los dedos de Mamá hacían estregados en mi vulva…y en mi culo, pues la gran pasión secreta de Mamá, que Papá no sabía, era el sexo anal, que conmigo practicaba en todas sus variantes….y cuando sentí que quería meterse por mi orto no se lo impedí: con la misma mano me penetraba mis dos agujeritos: el dedo índice y corazón para mi cuca, y el anular y el meñique para mi ano. Su doble penetración era deliciosa…pero yo no podía aguantar por más tiempo y me la llevé a la cama, la tumbé boca arriba y me senté sobre su cara, con mi coño casi ahogándola.

-Fóllame de una vez, puerca: méteme esa lengua, quiero que me hagas correr y que me revientes a orgasmos. Dame duro guarra.

Mis órdenes fueron cumplidas al pie de la letra, y abriendo su boca al máximo su lengua se metió por mí. La punta de su nariz tocaba mi clítoris y se puso a negar con la cabeza sabiendo que esas caricias clitorianas me volvían loca y la ayudarían a correrme como le ordené. Cogiéndole del pelo le metí la cabeza más adentro de mí y presioné para que me siguiera follando con su lengua.

Al saber que volvía a casa surgió en mí un deseo que estaba loca por cumplir: sentirme violada por Papá, sentirme nuevamente su juguete sexual. Ese ere mi gran deseo…pero no era el único, porqué Mamá me volvía loca de placer desde aquel día, apenas un mes después de ser desvirgada por Papá años atrás, que pillé a Mamá acostándose con una de las vecinas. Negada a creerlo, al final se lo había dicho a Mamá y le hice saber que tenía que terminar con todo aquello para evitar un escándalo si la burbuja reventaba. Le dije que cortase con todo aquello…si accedía a que yo supliera sus necesidades para que no las fuera buscando por ahí con extraños. A lo primero ella quedó en shock, pero tras nuestra primera vez, aceptó. Desde entonces y en adelante, Mamá se convirtió en mi amante. Al principio accedió a regañadientes…luego se ofrecía gustosa…y después ya era enteramente mi esclava.

-Mmmmmm ya estoy a punto…un poco más Mamá, dame un poco más…mueve esa lengua más rápido…¡¡Vamos, puta de mierda, quiero que me folles con tu boca!!, ¡¡he dicho que me folles, joder!!. Síiiiii, eso es, así lo quiero…Sí, asíiiii…

Buscó mis puntos sensibles, que ya conocía a la perfección, y en un baile loco de pelvis, me moví como si sintiera la polla de Papá follándome de nuevo y alcancé todo un señor orgasmo, el tercero de la tarde y el quinto en todo el día (si contásemos los dos del viaje en avión, claro jaajajaja). Mis jugos chorrearon sobre Mamá y ella se lo comió todo con glotonería, bebió de mí hasta que me derrumbé a su lado, agotada y sudorosa de nuevo. De nada había servido la ducha: ya estaba de nuevo oliendo a sexo.

-Por favor te lo pido-me dijo ella-, quiero que me violes el culito. Por favor, coge lo que más te apetezca y métemelo, quiero dártelo para que lo uses como quieras. Fóllame el culo y hazme gozar. Oh mi ama, soy tu perra sumisa, tómame y hazme todo cuanto te plazca. Mi cuerpo es tuyo y te lo entrego. Pégalo, azótalo y tortúralo como te guste, pero viólame el culo.

La vena sumisa de Mamá no tenía límites. Si la memoria no me fallaba en un cajón de su cómoda, bien escondido, tenía un enorme mortero de cocina guardado para las ocasiones, así que fui a buscarlo…pero lo que encontré fue algo mucho mejor. Ella me sonrió al ver lo que traía en la mano: parecía que lo había hecho adrede para que así descubriera aquella cosa.

-¿Qué es esto-le pregunté-?.

-Es para ti, lo compré en un sex-shop en cuanto supe que volvías.

Se trataba de una especie de bragas de cuero negras, pero con alicientes. Cuatro alicientes, de hecho: cuatro pollas de látex nada más y nada menos, dos de ellas por la parte delantera (de distinto grosor cada una)…y dos en la parte interna, de modo que si me las ponía, éstas dos últimas vergas se me colarían por mis agujeros y con las otras podría penetrar los suyos.

-Tiene un botón de vibrador-señaló-, así en cuanto las pongas todo vibra: es el equivalente a cuatro hombres…pero en tamaño reducido. Las pollas se pueden cambiar de posición fácilmente. ¿Me harías el honor de follarme el culo con la más gorda?.

Quedé tan sorprendida por todo aquello que al mirarla, le di una bofetada en la cara, sin causarle mucho daño, pero lo bastante para que supiera que era mi esclava, era mía e iba a hacer con ella cuanto quisiera…Y la verdad sea dicha, me moría de ganas por probar ese juguetito. Al ponérmelas, en efecto, las pollas del interior me penetraron y con las exterior, las más gordas, penetré a Mamá tras ponerla a cuatro patas. Aquella situación, aparte de rara, era morbosísima: madre e hija follándose como locas con falos de plástico, siempre duros e incansables. Teniendo eso, ¿quién necesitaba hombres?.

-Mmmmmmm ay mi ama, que bien se siente…aaaaaay me duele mi culito, creo que esa polla es demasiado grande-tosía un poco-…me roza las paredes del ano, siento como se mueve…aaayyy me pasé de tamaño…

-¡¡De eso nada, esclava!!. Querías que te follase el culo, ¿no? ¡¡PUES TE LO VOY A VIOLAR!!.

Aceleré mis embestidas y disfruté de la sensación de penetrar, de esa sensación que los hombres sienten a lo largo de su vida y que las mujeres no conocemos. Era algo excitante, morboso: me sentía poderosa, fuerte…Era fantástico sentir ese poder, me lo estaba pasando de fábula, y Mamá…bueno, a Mamá habría que verla para creerlo: la gran señora convertida en una puta barata…Solo de pensarlo me relamo de vicio.

-Aaayyy…aaayyy dios mío…oh díos que fuerte me das…para Marilia, para que me lo rompes…que me lo vas a partir de verdad…aaay aay aaayy…aaay que me gusta y no quiero que pareeeees…Ay dios que puta soy, me siento muy sucia…pero me encanta ser una puta…fóllame hija mía…dame más mi reina…dame y no pares…aráñame las tetas, apriétalas, estrújalas y hazme daño…Por favor mi ama, te lo suplico…

En ese tono de ruego me hice de rogar, pero al final, accedí a su petición: la cogí de sus enormes tetazas bamboleantes y le clavé las uñas con fuerza, las llevé de un lado a otro y escuché sus gemidos de dolor. Mi madre no solo tenía una vena sumisa, si no también sadomasoquista…una práctica que procurábamos no hacer muy a menudo no fuera que sus morados o marcas la delataran.

A mitad de aquella violación, decidí activar el quinto aliciente de "las bragas multipollas", como la llamé en adelante: el vibrador. Acto seguido, noté como si me estuvieran metiendo un electro shock por mis partes íntimas. Las cuatro vergas ya iban frenéticas temblando por la vibración y procuraban sensaciones adicionales tanto a mí como a mi madre, cuyas embatidas amenazaban con romper el cabecero de la cama. El orgasmo era inminente y yo quería que el suyo fuera desgarrador, que se sintiera no follada si no violada. Apreté el ritmo, la cogí del pelo y le babeé el cuello como un viejo salido asqueroso, la arqueé de la espalda hacia mía, volví a apretarlas de las tetas, me ensañé con sus pezones, la bombeé más fuerte como Papá lo había hecho conmigo, di estocadas fuertes y secas, la llamé zorra, puta, de todo…y Mamá lanzó un sonoro grito que anunció que se estaba viniendo, gozando de puro morbo. Tumbada agotada casi sin vida del cansancio, yo no había gozado aún y seguí follándola en ese estado de muñeca hinchable hasta que también me corrí. Aquello último, que jamás había hecho, fue algo fascinante.

No sé como hice pero apagué el vibrador y me quité las bragas multipollas. Me recosté al lado de Mamá, por cuya cara corrían lágrimas de placer. Me besó con mucha ternura y me confesó que había sido su mejor polvo, con el que más había sufrido pero con el que más había disfrutado (una curiosa conexión entre placer y dolor que según parecía, yo había heredado). La toqueteé para comprobar el estado de sus tetas, que se hallaban con las marcas de mis dedos y mis uñas; el de su culo, abierto y dilatado como por una violación de lo rojo que estaba; el de su coño, chorreante y aún palpitante por tanto frenesí sexual…Más que mi madre, parecía una puta de la calle. Así la llamé, y ella se echó a reír. Como colofón, la ordené violarme con las bragas, y tal y como hice con ella, Mamá me forzó hasta dejarme exhausta. De nuevo en la ducha las dos, y sin bragas multipollas a nuestro lado, nos quitamos el rastro a sudor y a sexo para volver a parecer mujeres decentes y sensatas (¿nosotras, decentes y sensatas? Jaajajajaja). Para cuando Papá llegó, nos encontró en la cocina, preparando la cena.

-Hmmmm huele que alimenta. Espero que todo esté de fábula.

-Lo estará, ahora vete a la mesa, que enseguida estará todo. Vamos glotón.

A los pocos minutos estábamos charlando y cenando como si fuésemos una familia normal, riendo mil anécdotas y chistes. En un determinado momento guiñé un ojo a Mamá y otro a Papá (sin que el otro lo viese) para hacer saber que el secreto entre nosotros seguía siendo secreto. Era la ostia de morboso tener a mis padres por amantes y que solo yo lo supiera sin que el otro sospechase nunca lo que ocurría de verdad.

-Oye Marilia-preguntó Papá de golpe-. Me has dicho que los chicos de Estaos Unidos te habían caído, que eran bastante majos. ¿Y que tal con las chica?, ¿hiciste muchas más amigas aparte de Melissa?, ¿te cayeron bien?

-Pues la verdad, no mucho. Me quedé algo decepcionada.

-¿Y eso por qué?.

Miré a Papá y Mamá con gesto sarcástico, y respondí con burla:

-Es que la mayoría no me caen bien: son todas unas putas…

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