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Mi dulce quiosquera: El deseo hecho realidad

en Grandes Series

MI DULCE QUIOSQUERA: EL DESEO HECHO REALIDAD

(Continuación de "M.D.Q.: Agradable Sorpresa". Por favor no leer este relato si antes haber leído el anterior. Continua en "M.D.Q.: Inesperada Petición")

Los días con Patri, desde aquel primer encuentro, se hicieron más ricos, más apreciados por los dos lados. Todos los días por las mañanas las pasaba con ella en "Magenta", hablando durante horas, a veces de temas totalmente estúpidos, y también estaba un poco por las tardes. Cierto era que cuando hacíamos el amor era algo único y dulce, pero nos sentíamos como dos niños que se conocieran desde la cuna, y que aún habiéndolo hecho, eso no era lo más importante. Lo mejor era la confianza que teníamos, la sensación de libertad que nos inundaba todos los días. Y de vez en cuando, los juegos eróticos que nos marcábamos, cuando ella alguna vez se insinuaba a algún cliente estando yo delante. Yo me reía al verla provocar a otros, sobretodo por la expresión de ellos al ver como ella se les insinuaba dejando entrever su preciosa anatomía. Por lo general, el cliente se iba con un aire de satisfacción de decirse "jo, como las mato", que hacíamos que nos estuviéramos riendo durante horas. Eso sí, terminado el juego con el cliente venía hacia mí para suplicarme que la poseyera, lo que hacía con total devoción. Mi diversión, además, era doble, pues los amigos se dieron cuenta de lo mucho que solía parar en "Magenta" y no dejaban de fantasear.

-¿Se puede saber que te da Patri que tanto vas a verla ahora-me dijo Fonso-?.

-Que nos conocemos y nos caemos bien-contesté-. Resulta agradable tener una amiga para variar. ¿Y a ti que te importa?.

-Llevo desde hace un mes viendo como de repente te metes en "Magen"-siempre solíamos abreviarlo-, y no sales. Ni que te la estuvieses tirando-dijo airado-…

Me pilló tan de sorpresa que de inmediato escupí la Coca-Cola que estaba bebiendo, babeándome un poco. Fue igual que en las películas.

-¿Qué quéeee-pregunté atónito-?. Sí, venga ya, y que más.

-No me negarás que llevas un mes metido ahí que pareces que estés buscándola para machacarla-me dijo Sergio, otro de mis amigos-.

-Síiiiiiiii-ironizé-, claro. Si tienes razón y todo. Me la tiro todos los días, y sobre el mostrador que le pone más. Tendríais que ver como grita cuando le entro. Me extraña que no nos hayáis oído desde aquí…

Mi sarcasmo hizo efecto y nos pusimos a reír, pero la verdad es que sí lo habíamos hecho sobre el mostrador, pero solo una vez. Resulta muy incómodo por su tamaño jajajajaja. Y como es evidente, nunca llegué a contárselo a mis amigos, no lo entenderían, y quizá, de saberlo, acabasen perjudicándola, porqué sé que de saberlo irían a tomarle el pelo, o algo peor. La conversación cambió de tono, y al poco tiempo, pasó Mónica por el patio, a quien ya mencioné en el anterior relato. Todos quedamos petrificados, como es costumbre, y no era para menos: 1’70, pelo castaño claro largo y liso, de ojos avellanados y una piel blanca, quizá en exceso blanca, pero muy atractiva. En cuanto a su cuerpo, más o menos 95 de pecho, 61 de cintura y 89 de caderas, se podría decir. En su rostro había una continua expresión de alegría e inocencia que nos tenía cautivado a todos sin excepción(a qué se nota). Cuando se alejaba, giró un poco la vista y tuve la sensación de que me miraba a mí. Si bien es cierto que los amigos en general con ella nos hablábamos y todo eso, no había una amistad en el sentido literal de la palabra. Me hizo un gesto, y me indicó que fuese con ella.

-¡¡Mi madre-dijo Fonso-!!. La Moni pidiendo al mendrugo este que vaya con ella en privado-bromeó señalándome-. Esto puede ser muy interesante….

-¿Quieres besarme donde no llega el sol-le pregunté-?. Vengo en un momento…

Fui con ella, y me llevó a un rincón donde sabía que no nos escucharían. Me giré para mirar, y al mirarla a ella, Moni(la llamábamos así no solo por Mónica, sino también por "monísima", que lo era) me dio una bofetada tan fuerte que me hizo girar la cabeza. Me quedé perplejo, y no pude reaccionar. Solo volví a mirarla, y volvió a pegarme, luego intentando hacerlo con los puños, pero entonces la cogí de las muñecas para detenerla. Estaba hecha una furia desatada.

-Basta, me oyes. ¡¡¡BASTAAAAAAA!!!. ¿Se puede saber que te hecho?.

-Te la has llevado-respondió-, maldito cabronazo. Te la llevastes...

-¿A quien?, ¿de quien me hablas?.

-De Patri, hijo de perra. ¿De quién crees tu?. Te la llevastes....

Su cuerpo se rindió y cesó de luchar, pero comenzó a llorar. Solo entonces pude entender lo que estaba pasando, aunque me costaba creerlo.

-¡Dios mío-exclamé en tono bajo-!. ¿Tú y ella?...

-Casi todos los hombres jóvenes del pueblo se han ido o ya están comprometidos. No hay nada mejor que una falta de opciones para que aprecies lo que te falta-ironizó mientras aun sollozaba-. Y yo la quiero mucho, pero ya no importa. Se ha ido…

El "se ha ido" fue dicho en un tono tan pesimista y sepulcral que me heló la piel. Realmente estaba enamorada de Patri, o era la mayor demostración de cariño de mundo.

-No se ha ido, Moni, y no te la quité. Ella tomó su decisión, como yo la mía. Además, me cuesta creer que Patri quisiera dejarte de lado, porqué ya son años y años de veros juntas de un lado p’al otro.

-Suéltame-me suplicó con voz apagada-. Quiero irme…

Lo hice y se fue a paso lento, cabizbaja. La situación me había cogido totalmente desprevenido, y me quedé pensando que hacer. Luego, una vez tomé la decisión, volví con los amigos, a quien no les dije lo ocurrido. Se molestaron, pero me dio igual. Al día siguiente fui a "Magen" y Patri me recibió entre abrazos y pequeñas zarandeadas.

-Mi niño, mi dulce niño-me dijo eufórica-. Aaaayyyyyyy como te quiero…

Estando abrazada a ella, me sentía totalmente a salvo. Aquello era lo mejor del día, sin excepciones.

-Tenemos que hablar-le dije-. Moni vino ayer y me pegó. Está resentida contigo y conmigo porqué dice que te robé de con ella.

Patri se quedó mirándome, sin mostrar sorpresa alguna.

-Suponía que algo así iba a pasar. Seguro que te dijo la ausencia de hombres del pueblo, y es que muchas veces lo hablamos. Aparte de vosotros, casi no hay, y os conocemos desde hace tanto que no os tenemos como opción, y no lo digo por ofender.

-Pero tú y yo estamos juntos-repliqué-.

-Eso es diferente. ¿Cuántas veces, antes de lo nuestro, viniste aquí a decirme lo que bien que te iba o a contarme tus problemas pidiendo ayuda?.

-Demasiadas-dije en un susurro-.

-Exacto. Cuando estabas alegre eras encantador, amable, un perfecto caballero, y cuando estabas mal eras como un niño herido que necesitaba de un abrazo y mucho mimo, un tierno niño herido. Me hacías sentir apreciada y querida, me hiciste sentirme necesitada, aunque hasta ahora esto no lo sabías. Fue algo natural querer estar contigo, porqué quería estar a tu lado siempre para protegerte. Lo quiero todo de ti…

Aquella confesión hizo que me estallase el corazón, me olvidé de Moni por completo. Fui a besarla y abrazarla, ella abrió sus brazos para recibirme. Por suerte, era tan temprano que nunca pasaba nadie, y éramos libres de amarnos sin interrupciones. Mis manos la acariciaban por todas partes, deseando aquel cuerpo. Nuestro roce aumentó la excitación y cerrando ella la puerta con llave nos llevó a la trastienda, donde casi nos destrozamos la ropa al quitarla. Desnudos los dos, chocamos piel contra piel. Metí mi cabeza entre sus pechos, y mis dedos jugaban a retorcerle los pezones y hacerle pequeños pellizcos. Patri jadeaba, dejándose hacer por mí, acariciándome dulcemente, diciéndome piropos mientras mi boca recorrió su cuerpo hasta llegar a su sexo húmedo y caliente. Mi lengua la penetró un poco para rebozarme en sus jugos, que bebía como si estuviese deshidratado. Una de sus pasiones era mi devoción por sexo oral. Ver lo mucho que me gustaba hacía que ella se excitase más, y con sus manos me meneó un rato mi barra de carne para endurecerla del todo. Ella estaba ya al borde del colapso.

-Vamos amor mío. No puedo aguantar más. Dámelo todo. Penétrame ya…

Su ansiedad tuvo respuesta inmediata. Arrinconada contra las paredes, hice pasar una pierna por detrás de mí y me hundí en sus entrañas lentamente, como a ella le gustaba. Emitió un fuerte gemido abriendo del todo su boca, que sellé en un beso largo y fogoso. Con todas mis fuerzas pasé mis brazos por debajo de sus piernas y la sostuve contra la pared mientras la hacía mía. ¡Que rico era aquello, me hundía del todo!. Mi sexo llegaba hasta al fondo, embatiéndola con suavidad, a ritmo de enamorado. En un juego de ascensor, ella bajaba y subía sin parar, sujetándome por la nuca para estar lo más cerca posible de mí, y que me pudiera meter del todo en ella. Mis penetraciones comenzaron a ser fuertes en vez de suaves, y cada vez más. Que ritmo infernal empezó a marcarse conmigo, como le gustaba. Yo ya estaba como loco, queriendo estar así durante años. Di unos gemidos roncos que ella apagó con su boca y su lengua, que empezó a jugar con la mía, demandándome que debía gozar ya con sus jadeos. Aunque me costó aguantarla en mis brazos, no la solté y penetré con fuerza, acelerando un poco el momento, para luego bajar el ritmo a las puertas de lo que fue una soberbia gozada, coronada por lágrimas de placer y jadeos incontrolados. Di el último bombeo y Patri quedó temblando hasta en la última fibra de su ser. Estaba radiante, espléndida, y deseé que siempre fuera así, que aquello no terminase nunca.

-¿Qué haremos con Moni-me preguntó minutos después-?.

-Anda, ya ni me acordaba-dije, provocando sus carcajadas-. ¿Qué hacemos?.

-Mmmmmmmm-gimió pensativa-. Dame unos días para hablar con ella. Cuando lo haga te contaré como nos fue. ¿Te vale?.

-Claro que me vale-dije alegre-. Ahora todo me vale, todo lo que tú digas…

-Pero que lindo de niño tengo-y me abrazó sonriendo-….

Acepté su palabra, y pasó un día, luego pasaron dos, tres, una semana, y hasta diez días más tarde no supe de aquello. Fue Patri quien al llegar al cabo de ese tiempo me lo comentó, no sin antes su habitual avalancha de abrazos, besos y caricias que me daba nada más verme, y es que era muy efusiva(¿no es evidente?).

-Ya hablé con Moni. Me ha dicho que lo pensará y que debe reflexionar sobre ello. También le dije que siempre seré su amiga y que me tendrá para lo que haga falta.

-Bien hecho-contesté-. Me alegra ver que lo hayáis hablado. ¿Todo bien?.

-Casi. En pocas horas llegan los nuevos pedidos, así que no podré estar contigo hasta el cierre, mi niño. Tendrás que esperar, y tu "Sr. Pito" también.

Me reí mucho por el mote que le puso, y ella también, pero lo cierto es que aquello me quemó, y estuve la tarde entera de mal humor. Fue entonces cuando me di cuenta de lo adictivo que puede ser el amor. Es como una droga: si te enganchas, la abstinencia puede ser terrible. Y yo estaba enganchado a Patri. Mis amigos pudieron aliviarme algo la carga, pero no veía la hora de que fuese a cerrar. Algo que, cuando llegó, alivió mi tensión y fui corriendo hacia ella. Anhelaba echarme en sus brazos. Como sabiendo que pasaría, ella ya estaba con la ropa medio puesta, esperándome.

-Vamos a la trastienda. Te necesito. Te voy a desgarrar a mordiscos…

-Grrrrrrr-gruñí con malicia-.

La cogí de las nalgas y la llevé sostenida sobre mí hacia atrás. Estaba loco por volver a meterme dentro de ella, por llegar al éxtasis total que solo ella sabía darme, pero algo ocurrió, y ambos oímos un fuerte "Toc-Tototóctoc-Toctoc" en la puerta. Patri sonrió como se fuese Silvestre y se hubiese comido al fin a Piolín. Me dijo que esperase ahí y salió un momento, mientras me quedé allí. Luego volvió, y sus ojos brillaban.

-Tengo una sorpresa para ti-me dijo-.

Asentí con la cabeza para decir "vale" y Patri miró hacia fuera, extendió su mano y alguien se la cogió. Y vi como Moni, desnuda de cintura para arriba, llegó a unirse a nosotros. Me llevé las manos a la cabeza fantaseando con lo que pasaría.

-Si para volverte a tener de he compartirte, no me importará-le dijo Moni a Patri con una expresión de devoción ciega hacia ella-.

-Pues ya sabes. Le hiciste mucho daño a él, y él no hizo nada, solo ser como es. Ve con él, que yo estaré contigo-respondió Patri-.

Moni se me acercó y llevé mis manos a sus ansiados pechos. Más grandes que los que Patri y bien formados, me sentía en el cielo. Ver mi deseo cumplido(el deseo de todos), de poder hacerlo con Moni, fue demasiado. Llevé mi boca y comencé una sueva succión. Sus pezones eran sonrosados y de buen tamaño. Toda ella era perfecta.

-Mmmmmm, sí, que rico…sigue así amorcito…lo haces muy bien…

-Eres preciosa Moni. ¡Dios mío que buena estás!. Te voy a comer entera…

-Devórame con tu lengua, cómeme…síiiii, aaaaahhh aaaaah aaaaahh aaaahh….

Estuve un buen rato probando aquel manjar de dioses con el que no negaré soñé en muchas ocasiones. Sacié todas mis fantasías de un solo golpe, y cuando ya los tuvo duros del todo, ambos nos besamos, a la vez que sus manos se aferraron a mi sexo, tan duro como una barra de acero y tan caliente como lava de un volcán.

-¡¡Dios mío que grande, y que dura-exclamó impresionada-!!. Y va a ser toda para mí-se sonrió-, toda para mí…

-Hasta el fondo-dije-. La vas a tener hasta el fondo, ¿verdad Patri?.

-Verdad-respondió, apoyada en la pared, dejándonos solos-. Y lo disfrutará.

Mis dedos buscaron la humedad de su entrepierna y mis caricias hicieron que se cayese al suelo poco a poco. Me caí con ella para no dejar de tocarla, y me eché su lado, viendo como disfrutaba que un hombre la estuviese excitando. Las ganas de lamer su entrepierna se hicieron tan fuertes que no pude resistirme por más tiempo, la abrí de piernas y hundí mi cabeza entre ellas, lamiéndolo todo con un deseo inaguantable. Moni se derrengó por mis lametones, y mis mordisquillos en su clítoris la hicieron jadear como una auténtica perra. No veía la hora de perforarla en sus extrañas, pero ahora le tocaba a ella, y vi como deseaba probar el sabor del sexo de un hombre. Sin dilación se lo tragó todo y lo chupaba como una posesa. Me aferró con una mano y su cabeza subía y bajaba muy deprisa, y me agobiaba del placer que me daba. Lo masturbaba un poco, lo majadeaba…lo probaba todo y aprendía con rapidez la niña. Cuando se cansó sentó sobre mí, que estaba echado, mirándome fijamente.

-Por fin-susurró-…por fin va a follarme un hombre…por fin me van a follar…

Oír aquello me puso a mil por hora. Moni seguía aferrada a mi sexo, y poco a poco, fue hundiéndose sobre él, aprisionándolo en su propio cuerpo. Se penetró ella sola, quedando inmóvil de la impresión unos instantes, para empezar a cabalgarme. Era increíble como aquella carita de ángel me cabalgaba con expresión de perra en celo. Patri no aguantó vernos así y se acercó por detrás de Moni, cogiendo sus pechos y besándose. Yo la tenía agarrada por las caderas y marcaba el ritmo, un ritmo sublime que nunca creí llegaría a conocer. Moni, con su mano libre, se apropió del sexo de Patri y comenzó a meter sus dedos por él mientras su otra mano no se despegaba de mi sexo, para asegurarse de que no se salía. Una mezcla de deseos satisfechos nos llenó, y el clímax proclamaba por llegar. Moni fue la primera de hacerlo saber.

-Ooooohhhhh….me viene, me viene…estoy a punto de estallar…mas vas a romper en dos…mmmmmm no pares….

-Voy a llenarte de leche-dije-. Te voy a partir entera…

-Vamos gozarlo juntos-dijo Patri-. Oh dios mio…dios mío…..

-Síiiiii…ooooooohh…vamoooossss……….dale daleeeee….

-Ya está….¡¡ya lo gozooo!!....¡¡lo gozo todaaaaaa!!.....

-Mmmmmmm aaaaaah aaaaaaaaaaaaaah ¡¡AAAAAAAAAAHHHH!!!......

El orgasmo común fue tan violento y agitado como un choque de trenes. No podíamos más. Gritamos como enloquecidos mientras llené a Moni de mi leche ardiente y Patri se derretía en sus propios jugos que ya chorreaban por sus piernas, jugos que a pesar del cansancio, Moni y yo bebimos jugando a ver quien tragaba más. Los tres, echados en un común abrazo, con Patri en el centro, seguíamos acariciándonos con dulzura, sin hablar. Aquel silencio valía más que todas las palabras del mundo.

-Siento lo del otro día-me dijo Moni-. Pero estaba muy dolida…

-Te lo perdono todo-le dije con una sonrisa-. Después de esto te lo perdono todo.

-Ay que par de tontos tengo-dijo Patri mirándonos-, pero como os quiero…

Un largo beso, primero entre ellas, y luego de Patri y yo, selló una relación tan inesperada como bien recibida. Moni se unió desde aquel día a nuestros juegos, y aunque comenzamos a hablarnos ella y yo como amigos, mi adoración seguía siendo Patri, mi único amor con la que lo compartía todo, con la que me sentía libre, y con la que viviría experiencias aun más preciosas y placenteras, pero eso será más adelante….

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