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Fono Pasión

en Amor filial

FONO PASIÓN

 -Gracias por llamar a Fono Pasión, mi nombre es Esteban-la voz era profunda y sensual, me quedé como paralizada, no sabía que responder-.

-Hola, yo me llamo Paula, pero me dicen Pau-dije en un murmullo, y mi rostro estaba enrojecido por el rubor y los nervios-.

-Hola Pau, que gusto de saludarte, tienes una voz muy agradable-dijo el hombre-. ¿Es primera vez que llamas a Fono Pasión?.

-Sí, primera vez, una amiga me contó de este teléfono-le dije, ganando algo de confianza en mí misma-.

-Bueno, ya estamos acá, quiero conocerte mas, dime como es tu cuerpo-dijo el hombre, en un tono bajo y sensual-.

-Soy delgada, pequeña, no tengo aún figura aunque ya debería tenerla-no quise mentir-.

-Sí, mi amor, por tu voz creo que eres joven, ¿me dirás tu edad?.

-Sí, claro-y se la dije en un susurro-. ¿Qué edad tienes tú?.

-Bueno, esos años son bastante, yo tengo algunos más-y me confesó la suya-. ¿Crees que es mucho?.

 -No es mucho para hablar por teléfono-le dije, tratando de parecer aguda-.

 Naturalmente, solo hablamos, eso no es ningún pecado-dijo el hombre con su voz acariciadora-.

-Sí, solo hablamos-repetí como una autómata-.

-Cuéntame. ¿Como estás vestida Pau?-me preguntó-.

-Vengo llegando del cole, así que aun estoy con mi uniforme-le dije riendo nerviosa-.

-Bueno, pues es hora que te cambies de ropa, ¿que te parece que te acompañe mientras te vistes-preguntó-?.

-Me parece bien-respondí, sentí que los nervios me traicionaban, porque mi voz tembló-.

-Bueno, eso haremos, quiero que te vayas quitando la ropa y me cuentes-dijo Esteban-.

-Me quitaré la falda-dije y procedí a sacarme esa prenda, quedando solamente con mi calzón blanco pequeño-.

-Hummm...que deliciosa estás, solamente con tu calzón, ahora la blusa, mi pequeña-sentía un calor en todo mi cuerpo. Me quité la blusa-.

-¿Usas brassiere-la voz del hombre me acariciaba al hablar-?.

-No, no lo necesito aún-dije, sofocando un suspiro-.

-Me encantas Pau-dijo Esteban-Estas encantadora vestida solo con ese calzoncito para mí. Ahora quiero que te lo quites y me enseñes ese tesorito que tienes entre las piernas.

Mi cuerpo estaba mas allá de cualquier experiencia anterior, notaba mi vagina humedecida, mi cuerpo afiebrado. Bajé mi prenda íntima hasta el suelo.

-¿Estás desnuda ya-preguntó Esteban en el teléfono-?.

-Sí, estoy desnuda-le dije. Mi voz sonó ronca, por al excitación-.

-Que hermosa estás Paula-dijo con esa voz que me enloquecía-. Ahora quiero que te acaricies el pecho suavemente-me susurró-.

Mis manos se deslizaron por mi cuerpo, toqué suavemente los pequeños botoncitos de mis senos.

-Ahora quiero que desciendas con tus manos por tu cuerpo, hasta el estómago, recorre tu ombligo, mi amor, yo estoy a tu lado-dijo Esteban-.

Mis manos descendieron por mi pecho y llegaron hasta el ombligo, rodeando esa abertura ciega, produciéndome un mar de sensaciones deliciosas.

-Ahora, siempre muy suave-la voz de ese hombre era de una intensa ternura-, desliza tus manos hacia tu conchita, acaricia la parte superior, no tus labios íntimos, solo la parte de arriba.

Mis manos se detuvieron en el pubis, siguiendo obediente las instrucciones.

-¿Estás ya en tu pubis Paula-me preguntó Esteban-?.

-Síii-no pude evitar que esa palabra se prolongara, estaba febril-.

-Muy bien encanto, ahora solo desliza tu mano y presiona suavemente en tu vagina, ábrela con tus dedos-ese tipo sabía evidentemente como acariciar, o por lo menos como guiar-.

Mis manos entraron en contacto con mi intimidad, separé los labios vaginales y mi dedo se deslizó por el interior de esa línea profunda. Estaba completamente mojada.

-Te siento muy cerca Paula, estás excitada, tu vagina esta mojada, ¿Es así mi amor?.

-Síii-respondí, casi en un quejido-. Muy mojada.

-Eso está muy bien-dijo Esteban-. Ahora vas a colocar tus dedos en ese botoncito, que está en la parte de arriba de tu preciosa vagina, el clítoris, hazlo ahora y frota con tus dedos esa zona, suavemente, desliza hacia allí el líquido de tu cuevita, que se humedezca muy bien.

Mis manos encontraron ese punto sin dificultad, y presionaron, sentí que mi cuerpo se deshacía, era como si un millón de lámparas diminutas de colores se agitaran en la oscuridad de mis ojos cerrados. Mis dedos se movían frenéticos. Comencé a emitir pequeños quejidos.

-Así mi pequeña, cada vez más rápido-la voz de Esteban me apremiaba-. Más rápido mi Pau.

Mis gritos prolongados, mis sacudidas espasmódicas, mi frenesí, las trasmití por el teléfono. Mi cuerpo se desarticuló en un orgasmo profundo y violento.

-¿¿¿PAULA, TE CAMBIASTE DE ROPA-la voz de Carmen, la asistenta, me sacó de mi éxtasis en forma violenta-???.

-¡¡Ya voy-le contesté-!!.

-Bueno Pau, veo que somos interrumpidos-dijo Esteban en el teléfono-.

-Sí, debo colgar-le confirmé, con la voz agitada aún-.

-Está bien Paula, fue un gusto conocerte, gracias por llamar a Fono Pasión-agregó en tono profesional-.

Mientras terminaba de vestirme, después de colgar, pensaba en Claudia y Marcia, mis amigas y compañeras de colegio. Ellas me habían contado de ese Fono Pasión, de cómo ellas llamaban, de esos hombres con voces sensuales. De la destreza y el talento que tenían para excitar. No había podido soportar la curiosidad y llegando a mi casa, al punto de cambiarme de ropa, tomé el teléfono de mi dormitorio y marqué el número que traía anotado. Había sido una experiencia muy especial, yo ya me masturbaba desde hacia casi 6 meses atrás, pero escuchar a un hombre que te guía, que te habla, con una voz tan sensual, transformaba esa práctica solitaria en " casi" una relación sexual, al menos eso creía.

Esa noche, cuando llegó papá, me encontró mas relajada, más tierna, más cariñosa, eso me dijo, yo le conté de mi día y le acompañé, mientras leía los diarios. Mis padres se habían separado hace dos años, mamá se había ido de la ciudad, al parecer con otro señor, nunca tuve claro adonde, solo sabía que habíamos quedado solos con papá y que él era enormemente tierno y generoso conmigo y que yo era afortunada. Amaba a mi padre con toda mi alma y saber que estaba solo me entristecía, por eso lo acompañaba, quería que me sintiera cerca, que, de alguna manera, mi proximidad lo alejara de su soledad.

Papá leía el diario en voz alta, una noticia relativa a un accidente carretero. Siempre hacía eso, le interesaba que yo estuviera al tanto de las noticias, de lo que sucedía más allá de mi casa y mi barrio. Comentábamos lo que había leído, pero algo... me había quedado dando vueltas en la cabeza.

-Papi, léeme algo mas-le pedí. Hojeó el periódico y encontró otra noticia sobre la recuperación de las ballenas azules, que ya no eran una especie en peligro de extinción. Me leía todo el artículo y en mi interior algo se revolucionó. La voz de papá. Profunda, enronquecida por el cigarrillo, áspera, pero al mismo tiempo muy cálida. Cerré mis ojos. Esa voz leía la noticia, pero para mí su voz se mezclaba con los mensajes del teléfono: “Sube tu mano y acaricia tu pecho”...En los mares del sur, esta especie esta reapareciendo notablemente y se han visto manadas de ballenas azules...“Toca tu ombligo”...Sin embargo organizaciones ecologistas estiman que aún es prematuro decretar un levantamiento de las prohibiciones...“Baja suavemente hasta tu pubis”... Empresas transnacionales de pesca están interesadas en que las restricciones...“Desliza los dedos por la línea de tu vagina”...

-Ay papi, que linda tu voz-le dije. Mi interior estaba alborotado nuevamente de excitación. La voz de mi padre, la experiencia vivida en la tarde, todo se juntaba produciéndome una inquietud enorme. Me acerqué a mi padre y lo sorprendí con un beso muy cálido en su mejilla-.

-¿Y eso?-me preguntó, sorprendido.

-Te quiero papá-le dije mirándolo a los ojos. Aún temblando de excitación me fui a dormir-.

La mañana siguiente comentábamos con mis amigas Marcia y Claudia, lo que había vivido la tarde anterior en la llamada a Fono Pasión. Por ellas me enteré que eran muchas las chicas del colegio que llamaban a esa línea y que, incluso, ya tenían sus preferencias sobre los hombres que allí les respondían.

-¿Con quien hablaste tú-me preguntó Claudia-?.

-Dijo llamarse Esteban-contesté avergonzada. Mis amigas eran evidentemente más osadas que yo. Claudia era una morena, alta y esbelta, de largas piernas. Marcia, más pequeña, pero era la más precoz de las tres, por lo que había contado ya desde muy temprana edad se masturbaba-.

-Mmmm... Esteban, es agradable-dijo Claudia-, pero no es muy ocurrente.

-Por supuesto que no-apuntó Marcia-. Yo prefiero a Marcos, ese tipo me vuelve loca, además tiene una imaginación enorme.

Esa mañana solo la dedicamos a narrar ellas, y a escuchar yo, las múltiples sesiones que habían tenido con sus amantes telefónicos de Fono Pasión.

Cuando volví a mi casa esa tarde, mientras me cambiaba mi vestuario escolar. Dediqué unos instantes a mirarme, desnuda, en el gran espejo de la pared. Mi cuerpo estaba llenándose de curvas, mi trasero se dibujaba redondo y firme, la línea de mi estómago bajaba sinuosa y se levantaba en mi pubis, dibujando mi zona íntima, que recién mostraba unos primeros asomos de diminutos pelitos, que apenas parecían unas pelusas insignificantes. Mis senos no querían asomarse aún, solo los botones de mis pezones se habían levantado. Mis manos recorrían mi cuerpo desnudo. Volví la mirada hacia el teléfono.

-Fono Pasión, buenas tardes. ¿Quien desea que la atienda, un varón o una dama-preguntó una operadora-?.

-Hombre-contesté-. Si está Marcos, por favor, con él.

-Hola encanto, soy Marcos, ¿cual es tu nombre?

Las llamadas a Fono Pasión se hicieron más frecuentes, por lo menos 3 o 4 veces por semana me “tentaba” el aparato telefónico, siempre era más o menos a la misma hora, cuando volvía del colegio y me cambiaba mi vestuario. Mis amigas tenían una rutina diferente, ellas lo usaban en las noches, ocultas debajo de sus camas, susurrando, mientras en su casa todos dormían.

Todo fue normalmente, semana tras semana, yo contaba con una nueva entretención, que no me parecía peligrosa, era como una fantasía, como un sueño, escuchar esa voz a través de la línea que hablaba cadenciosamente y que me producía excitación y deseo. Llegó el fin de mes en completa tranquilidad, pero se venían los problemas, no podía todo ser tan quieto y relajado.

Esa noche estábamos con papá, como casi todas las noches, yo mirando la televisión y él revisando sus periódicos. La verdad no veía que estaba leyendo, hasta que le escuché un sonido que hizo con sus labios, un típico gesto de contrariedad, que hacía solamente cuando estaba molesto.

-¿Que pasa papá-le pregunté, notando su rostro serio, mientras observaba unos papeles-?.

-Nada hija, no te preocupes, solo cosas que me desagradan-dijo. Su voz se notaba disgustada-.

-Cuéntame papá-le pedí, no me gustaba ver a mi padre disgustado, pensaba que en la casa debía ser su refugio de tranquilidad, que ningún problema de su trabajo diario debía incomodarlo-.

-No es nada hija, solo me molesta cuando alguien se aprovecha de la confianza-me dijo, moviendo la cabeza-.

-No entiendo-le dije-. ¿Algún problema en la oficina?.

-No mi amor, es solamente que me disgusta que Carmen utilice el teléfono en llamadas personales-dijo papá, algo en mi interior se puso alerta-. Mira hija son demasiadas llamadas, está bien que llame de vez en cuando, pero esto es casi todos los días, tendré que hablar con ella.

Fue como si alguien me lanzara un balde con agua congelada. Mi padre había recibido la cuenta telefónica y allí aparecían identificadas las llamadas que yo hacía a Fono Pasión. No supe que hacer, pensé a toda velocidad. Si mi padre hablaba en la mañana con Carmen ella le diría que nunca usaba el teléfono. Que hacer. Pasaron los minutos. No encontraba una salida lógica. Estaba atrapada.

-¿Que pasa mi tesoro-me preguntó papá, seguramente viéndome extraña y concentrada. Me quedé en silencio, sin saber que responder-?.

-¿Paula, que pasa hija?, ¿tienes algún problema-definitivamente papá me conocía y no podría desviar su interés-?.

-Sí papá, tengo un problema-le dije en un susurro-.

-Cuéntame hija, nada puede ser tan difícil que no encontremos una solución juntos-papá me atrajo hacia su cuerpo y me abrazó, este gesto de ternura me hizo sentir mas mal y comencé a llorar-.

-Vamos Pau, no llores, cuéntale a papá que te angustia.

-Esas llamadas papá, esas llamadas son mías-dije ya en un sollozo profundo, las lagrimas subían a mis ojos, tenía una sensación extraña, como si estuviera a punto de destruir la imagen inocente que papá tenía de mí-.

-¿Son tuyas?, bueno hija eso no tiene ninguna importancia, tú puedes usar el teléfono cuantas veces quieras, no te preocupes-dijo mi padre acariciándome el cabello y dándome suaves besos en la mejilla. Volví mi rostro hacia él y lo abracé con fuerza-. ¿Y a quien llamas tanto hija?, ¿alguna compañera-la pregunta inevitable estaba ya hecha. Podía mentirle y estoy segura que no insistiría más, pero algo dentro de mí me lo impedía, no quería mentirle-?.

-No papá, es algo especial, si te cuento sé que te molestarás muchísimo conmigo-le dije en voz muy baja-.

-Paula, nada de lo que hagas puede enojarme, te quiero mucho hija, si me enfado algunas veces es solamente por mi exceso de trabajo, no existe nada de lo que pudieras decirme que me produzca enojo.

-¿Estás seguro-lo miré a los ojos muy avergonzada-?.

-A ver Paula, aclaremos esto, me tienes intrigado, cuéntame de quien es ese teléfono... no me digas que tienes un noviecito-dijo papá, mirándome con una sonrisa en los ojos-.

-Novio no papá, algo parecido-mi voz terminó en un susurro. Mi padre solo me miró a los ojos, esperando que continuara. Mi vergüenza y rubor me impedían hablar. Mi padre se puso de pie y acercándose al teléfono, marcó el número que se repetía en la cuenta telefónica-…

-Fono Pasión, buenas noches, ¿prefiere que lo atienda una dama o un varón-la voz de la operadora retumbó en mi cabeza como una sentencia. Mi padre permaneció unos segundos con el auricular en la mano y colgó. Se mantuvo unos instantes con el rostro bajo, mirando a la pared y regresó a sentarse al sillón. Me abrazó y me preguntó con mucha suavidad-?.

-¿Me contarás Paula?. Quiero que sepas que no tienes ninguna obligación de responderme, solo me interesa que estés bien y segura-su voz profunda tenía una ternura dolorosa, se sentía ofendido en la confianza, era como descubrir una pequeña traición de mi parte, así lo entendí-.

-Perdóname papá-dije y lo abracé fuertemente-. Es solo una tontería que me enseñaron las chicas en el colegio, no lo haré más.

-No te preocupes Pau, no estoy molesto, solo sorprendido, yo solo soy un tonto, que por estar tan ocupado no me he dado cuenta que mi hija está creciendo-su voz suave y rasposa, me confundía y me producía una cercanía muy especial-.

-Es solo una tontería papá-dije sin convicción-.

-Pero Pau, solo cuéntame, no te censuraré por ningún motivo, solo quiero escuchar la historia de tus labios-me dijo papá, su rostro estaba serio, pero sus ojos tenían un brillo curioso y divertido-.

-Solo llamo a ese teléfono y me contesta un hombre y me dice cosas-contesté en un hilo de voz-.

-¿Que cosas hija-mi padre quería llegar al fondo del asunto-?.

-Cosas sexuales-le dije con el rostro rojo de vergüenza-…

-¿Ese señor del teléfono te dice cosas sexuales-mi padre me miraba con curiosidad, como si de pronto descubriera que su hija era diferente-?.

-Sí papá-le musité-…

-¿Y a ti te gusta que te diga esas cosas-el acoso continuaba. No contesté, solo bajé mis ojos, mi rostro enrojecido, mis manos que se retorcían nerviosas eran una respuesta evidente-?.

-Ese tipo esta abusando de ti-me dijo en voz baja-. ¿Tú lo conoces?.

-No papá, solo he escuchado su voz-le dije en voz baja-.

Mi padre tomó el teléfono y lo trajo junto al sillón.

-Lo llamarás, quiero ver que haces con él, solo así quedaré tranquilo mi amor-dijo en voz baja, sus ojos me miraban serios, pero serenos. Me pareció que papá tenía miedo de que todo fuera más que la fantasía de la voz en el teléfono. Sabía que debía llamar y demostrarle que solo era una voz anónima, que no tenía más importancia que eso. Decidida marqué el número-

-Fono Pasión, buenas noches. ¿Quiere ser atendido por una dama o un varón-preguntó impersonalmente la operadora-?.

-Con Marcos, por favor-dije en voz muy baja. Mi padre a mi lado, pulsó la tecla que nos permitía escuchar a ambos por el parlante del aparato telefónico y hablar sin tener el auricular en el oído-.

-Habla Marcos, ¿quien eres tesoro-preguntó la voz desde el Fono Pasión-?.

-Hola Marcos, soy Paula-le dije con una voz llena de dudas, temores y muy nerviosa. Papá a mi lado me hizo una señal de que siquiera hablando normalmente-.

-Paulita, ¿como estás mi amor?, me encanta que vengas a verme-la voz de Marcos era cálida y sensual-. ¿Cuéntame como andas vestida hoy?.

-Estoy con pijama ya, es tarde-le respondí. Mi padre me sonreía, por lo visto mi actitud o todo eso de alguna manera lo divertía-.

-Mmmm...pijama-dijo Marcos-. ¿Pantalón y camiseta?.

-Sí, pantalón y una camiseta blanca-le describí lo que vestía en ese momento-.

-Bien tesoro, comencemos a jugar, quiero que te saques esa camiseta, necesito que ese pechito precioso quede desnudo para mí-dijo Marcos en voz baja y profunda. Miré a mi padre y él me hizo un gesto con la cabeza asintiendo. Levanté mis manos y saqué mi camiseta blanca sobre mis hombros-.

-Ya, ya me la quité-le dije al hombre del Fono Pasión-.

-Muy bien dulzura, ahora tus manos recorrerán esos pechitos deliciosos por mí, quiero que los levantes hacia ti y acerques tu boca y trates de llevar los pezones hacia tus labios-Marcos ya me conocía y sabía que esa caricia de mis pechos era una de mis preferidas. Miré a papá y solo me alentó con un gesto, guardando silencio. Mi cuerpo comenzó a temblar, llevé mis diminutos pezones hacia arriba y bajé el rostro atrapando la diminuta punta entre mis labios, chupando con fuerza, hice lo mismo con el otro pezoncito, ambos quedaron muy erectos y mojados. Papá me miraba y sus ojos mostraban ternura y estaban vidriosos-.

-Ahora mi deliciosa Paulita-continuó Marcos en la línea-. Tus manos deben bajar por tu vientre, suavemente, muy despacio, no te apures, detente un poquito en tu ombligo. Moja un dedito en tu boca y convídale humedad a ese ombligo.

Mi dedo se mojó en mi boca y descendió hasta mi ombligo, se detuvo allí y se revolvió dentro de esa pequeña abertura, humedeciendo el centro de mi cuerpo. Mi padre observaba todo concentradamente y en silencio.

-Ya lo mojé-le dije a Marcos-.

-Muy bien, eres encantadora Paulita, ahora tus manos bajarán hasta tu pubis, suavemente, arrastrando tus dedos sobre la piel-dijo Marcos con voz ronca-. Tu mano deslizará el pantalón de tu pijama hacia el suelo y quedarás desnuda para mí.

Miré a papá y me sobresalté, ese juego estaba llegando demasiado lejos. Mi padre movió la cabeza diciéndome que siguiera con el juego, haciendo un gesto con un dedo sobre su boca, mostrándome que se mantendría en silencio. Mi mano descendió hasta mi pubis, se ubicó presionando la zona que estaba sobre mi vagina, mi mano arrastró el pantalón de mi pijama que cayó al suelo, dejándome completamente desnuda. Mi padre, obviamente, ya me había visto desnuda muchas veces, pero en esa posición, acariciándome y hablando con un hombre desconocido que me excitaba... jamás.

-Bien mi tesoro, ahora tus manos acariciarán esa conchita deliciosa que tienes, pero cuidado... quiero que deslices tus dedos por toda tu vagina y te agaches y pases tu mano también por ese precioso trasero que tienes-la voz de Marcos, en todo bajo y suave, daba las instrucciones-.

Mis manos descendieron hasta mi vagina, los dedos recorrieron mi abertura como tantas tardes, solo que esta vez, la presencia de mi padre, me proporcionaba una sensación muy extraña, mezcla de morbosidad, de temor, de vergüenza, pero todo muy excitante.

Papá se mantenía atento, siguiendo mis movimientos y mis caricias. En un momento me agaché y deslicé mis manos mas allá de mi vagina, siguiendo la línea de mi culito, me detuve en el hoyito posterior y presioné con mi dedo mas largo y lo sentí ingresar algunos centímetros. Mi cuerpo estaba afiebrado de excitación y de placer. Al agacharme, vi a papá que cambiaba de posición en el sofá para observar desde un mejor ángulo. Volví la cabeza a mirarlo, le hice un gesto pidiéndole que guardara silencio. Mi padre me miró, vi que estaba muy nervioso, su rostro enrojecido, trató de contenerse, pero le sobrevino un violento ataque de tos.

-¿Pau, quién está contigo-preguntó Marcos, al oír toser a mi papá-?.

-¿Quién está contigo Paulita-La pregunta de Marcos quedó flotando en el aire, papá continuaba en un acceso de tos con su rostro congestionado. Intentó hacerme un gesto que no entendí-?.

-Estoy con mi papá-dije en voz alta. La línea telefónica quedó en silencio por unos segundos. Papá interrumpió sus toses sorprendido y miró expectante. Incluso su mano tomó el auricular para colgar-.

-Estás con tu papá, eso es muy bueno princesa-la voz de Marcos había recuperado su tranquila cadencia-. Son muchos padres que me llaman cuando juegan con sus hijas.

Papá me miró sorprendido, pero me hizo un gesto invitándome a continuar y con su mano señaló a sí mismo y a su boca, dándome a entender que él guardaría silencio.

-Bueno pequeña-la voz de Marcos volvía a reaparecer-. Entonces deberemos incorporar a tu papá en nuestros juegos. Quiero que sigas acariciando tu vagina exquisita.

Mi mano seguía moviéndose acariciando mi intimidad, el calor de mi cuerpo subía, mi excitación era descontrolada. Lo mostraba la abundante humedad de mi zona íntima.

-Paulita, quiero que te acerques a tu papá-obedecí a Marcos y me moví al lado de mi padre, saltando sobre mis pantalones de pijama, en completa desnudez-.

-Ya lo hice-murmuré-…

-Muy bien hermosa-dijo Marcos-. Ahora quiero que tu papá bese por mí esos senos preciosos que tienes, que deben estar muy duros.

Papá se movió un poco hacia mí y con su boca atrapó uno de mis pezones, comenzando a succionarlo vorazmente. Mi cuerpo sintió una descarga eléctrica, cuando esos labios de hombre entraron en contacto con mi piel. Me moví inquieta, pero era imposible despegarme de esa caricia deliciosa. Mi padre se cambió hacia el otro seno diminuto y se pegó a él como una ventosa.

-¿Está tu papá chupando tus senitos, mi amor-preguntó Marcos-?.

-Síiiiii-contesté en un quejido-…

-Muy bien, eso me encanta, quiero que tu padre deslice su mano hacia tu vagina, sin dejar de chupar esos deliciosos pezoncitos Pau-dijo Marcos y papá, como si solo esperara esa instrucción, deslizó su mano gruesa hacia mi cuevita y por primera vez recibí en esa zona la caricia de un hombre. Dejé escapar un quejido profundo y mi cuerpo se cimbró acercándose a esa mano que atrapaba mi intimidad-

-Puedo sentir que su mano ya está en tu preciosa vagina-dijo Marcos al escuchar mi quejido-. Ahora, la otra mano de tu padre deberá descender por tu espalda, hasta tu delicioso culito.

Mi padre movió su otra mano por mi espalda, obediente, dos calores me invadieron, uno adelante y otro atrás, mi cuerpo vibraba de excitación y calentura.

-Bien, ya tenemos a Paulita muy caliente, ¿cómo está tu papá Pau-preguntó Marcos. Yo miré a mi padre, su rostro muy cerca del mío. Permanecía sentado-?.

-Creo que está bien Marcos-dije en voz baja-.

-Eso habrá que verlo Pau, ¿sabes como ver cuando un hombre está excitado-preguntó-?.

-No, no sé-dije en un susurro. Tenía miedo de lo que diría a continuación, sin embargo todos, Marcos, mi padre y yo, sabíamos que ese juego no se detendría-.

-Para saber si él disfruta como tú, debes ver su miembro Pau, dile que te lo muestre-dijo Marcos a través de la línea. Miré a mi padre. En mi mirada se veía la gran excitación que me dominaba y al mismo tiempo el temor, por estar jugando, mas allá de cualquier osadía jamás pensada por mí-.

Mi padre no esperó otra invitación, desabrochó sus pantalones y junto a los calzoncillos, los deslizó hasta el suelo. Su miembro, grueso y duro, muy húmedo en la punta se irguió, erecto. Mis ojos no podían apartarse de esa barra de carne que veía por primera vez. Era un espectáculo embriagador y nunca pensé estar en esa situación, menos aún a mis años, tan jóvenes.

-Dime como es el pene de tu padre Pau-la voz de Marcos seguía atenta todo nuestro juego-.

-Es muyyyy grande-dije sonriendo. Mi padre me abrazó fuerte y en mi pierna sentí el contacto de su pene húmedo-.

-Que bien, pene grande, vagina chica, esto se viene muy interesante-la voz de Marcos sonaba divertida-. Paulita, ¿tu padre está sentado?.

-Sí, en un sillón individual-le expliqué-.

-Bien preciosa, quiero que te sientes en uno de los brazos de ese sillón-me ubiqué en el lugar que Marcos pedía-. Si ya estás allí, quiero que tu padre coloque su boca en tu hermosa vagina y la acaricie con su lengua.

Mi padre, antes de que Marcos terminara su indicación, ya estaba deslizando su boca sobre mi cuevita. Sentí por primera vez esa caricia exquisita, mi cuerpo se movió, respondiendo a la suave lengua que me recorría. Mi cuerpo no podía ya soportar más tensión. Comencé a agitarme notoriamente. Mis jadeos y mis quejidos les mostraron a papá y a Marcos que me estaba viniendo el primer orgasmo de la noche. Tomé entre mis manos la cabeza de mi padre y empujé con mi cintura mi vagina hacia su boca, tratando de profundizar esa caricia. Mi papá presionó mi cintura y deslizó sus manos, recorriendo todo mi cuerpo, aumentando, si eso era posible, mi excitación. Sentí que mis jugos interiores salían a borbotones. Mi orgasmo fue delicioso y en contracciones múltiples.

-Escucho que Paulita esta acabando, eso me gusta mucho-dijo Marcos en la línea-. Paula ahora no debes ser egoísta y también debes acariciar a tu papá.

Papá tomó mi mano y la llevó hacia su pene, lo tomé con cuidado, mi mano recorrió esa barra de carne sintiendo su textura suave, descubriendo la cabeza, moviendo la delicada piel que lo cubría. Mi padre me señaló el movimiento adecuado y en unos segundos, sin decir palabra, lo movía arriba y abajo, sintiendo como cada vez se endurecía más.

-Paulita esa caricia es muy buena, pero mejor usa tu boca, mi amor.

Marcos en el teléfono me indicaba lo que yo ya temía. Había visto a mi padre, sorprendida, lamer mi conchita y en ese mismo momento pensé como sería hacer lo mismo con su pene. Acerqué mi boca a su miembro duro y abriendo mis labios al máximo pude recibirlo hasta casi la mitad. La mano de mi padre me indicó que debía subir y bajar la cabeza, haciéndolo entrar y salir de mi boca y así lo hice, sintiendo como esa verga invadía mi interior, provocándome nuevas sensaciones, nueva excitación, nueva fiebre.

-Paulita ya ha conocido el sexo oral-dijo Marcos-. Ahora debemos instruirla por completo, y esa responsabilidad será de su padre.

-¿Que quieres que haga-dije desprendiéndome del pene de papá. Mi voz era sumisa, entregada, dispuesta-?.

-Pau, quiero que te subas sobre las piernas de tu padre, de frente-dijo Marcos-. Tu papá te acariciará esa cuevita deliciosa con su pene, mi amor.

Me moví hacia mi padre, abrí mis piernas y me ubiqué a horcajadas sobre sus piernas, él permanecía sentado. Tomó su pene con su mano y lo puso en contacto con mi abertura vaginal. Mi intimidad estaba muy mojada por mis fluidos interiores, así que él pudo deslizar suavemente, su pene en toda la extensión de mi rajita. Era una caricia insoportable, abría mis piernas permitiendo que ese pene duro profundizara, al deslizarse, la exquisita sensación que experimentaba.

-¿Está el pene de tu padre recorriendo tu rajita Paula-preguntó Marcos-?.

-Síiiiii-le respondí en un quejido, sin dejar de moverme-.

-Me encanta eso hermosa, me alegro por ti y por tu papá-dijo Marcos-. Ahora quiero que esa verga exquisita, que sientes deslizarse por tu vagina, entre en ti Paulita, así empezarás a ser mujer y harás a tu padre muy feliz.

Sabía que ese era el próximo paso, yo misma trataba de llevar esa verga dura a mi interior, me deslizaba cada vez mas profundamente, sintiendo como me recorría, abriendo mis labios vaginales. Mi padre acomodó la punta en la entrada de mi santuario íntimo y empujó suavemente. Sentí abrirse mi intimidad y por primera vez mi vagina recibió un pene deslizándose en su interior. Mi padre se quedó quieto, mi entrada lo abrazaba dilatándose. Fui yo la que profundicé la penetración empujando mi cuerpo hacia abajo. Mi padre no pudo contenerse más y me clavó. Su pene ingresó completamente en mí. Sentí un desgarro interior, mi vagina se dilató y lo atrapó por  completo. Grité cuando venció la resistencia de mi virginidad. Pero ya mi padre comenzaba a moverse lentamente. El roce que sentía me enloqueció y respondí deslizando mi cuerpo hasta que nuestras pieles se juntaron.

-Creo que ya están unidos completamente, los felicito, muévanse con absoluta libertad-decía Marcos. Papá y yo nos balanceábamos abrazados-. Siente en tu interior esa verga dura Paulita, desde ahora la extrañarás cada día y harás a tu padre muy feliz.

Mi padre comenzó a moverse con más fuerza, su pene entraba y salía profundamente, yo gritaba, inundando al agresor con mucho líquido interior. Sentí el pene de papá palpitar en mi interior e inundarme con su semen caliente, fue una experiencia que me sacudió entera. Grité más fuerte y acabé en convulsiones epilépticas, murmurando cosas que no coordinaba en un éxtasis absoluto.

Quedamos desmadejados en el sillón. Sintiendo aún las contracciones de mi vagina en un orgasmo continuo. Sentí el pene de papá deslizarse fuera de mi vagina. Nos quedamos abrazados, fundidos en una intimidad absoluta, ajenos a todo lo que nos rodeaba. Sentimos la voz de Marcos.

-Supongo que acabaron juntos y que ha sido delicioso, es hora que los deje-dijo con voz muy agradable y controlada-Pero antes que me vaya quiero que se besen, pero quiero un beso de amantes.

Acerqué mi rostro a papá y mi boca a la suya. Su lengua empujó mis labios abriéndolos, solo con ese gesto entendí la mecánica de un beso. Abrí mi boca y lo besé, nuestras lenguas se juntaron y abrazaron en el interior de nuestras bocas. Ese beso habría sido eterno, solo lo interrumpió la despedida de Marcos.

-Gracias por llamar a Fono Pasión, buenas noches.

Esa noche nos bañamos y papá me fue a dejar a mi cama, abrigándome tiernamente y despidiéndose con un beso muy suave en mi boca. Dormí como un lirón.

El día siguiente pasó muy rápido, no quise comentar nada con mis amigas, quizás no me entenderían. Solo pensaba en lo que ocurriría esa noche, cuando papá regresara a casa.

Esa tarde no quise insistir en el teléfono de Fono Pasión, entendí que ese juego incluía ya a mi padre y me sentiría infiel recurriendo sola a esa fantasía.

Ya caía la noche cuando papá regresó a casa. Yo fui a saludarlo y solo recibí un beso en la mejilla y una palmada cariñosa en mi trasero. El cenó solo y despidió a Carmen, la mucama. Solo entonces vi que su actitud cambiaba hacia mí y entendí que nuestra nueva relación era secreta, que solo podía expresarse entre los dos, sin incluir a otras personas, al menos por ahora.

-¿Llamaste el Fono Pasión hoy mi amor-me preguntó sonriendo-?.

-No papá, ahora ya conoces mi secreto, así que no tiene sentido-le dije mirándolo a los ojos-. Además me siento mucho mejor contigo que con esa fantasía telefónica.

-¿Sabes que a mí me gustó mucho ese juego-me dijo entusiasmado-?. Me encantó, porque pude tenerte a ti mi vida y además porque fue muy excitante sentir a ese hombre diciéndonos como actuar.

-Sí papá, fue maravilloso-le contesté-. Cuando quieras podemos hacerlo nuevamente.

-Pues hagámoslo ahora mi tesoro-vi que papá estaba excitado y eso me alegró y puso mi cuerpo a funcionar, sintiendo un calor interno que, sabía anticipaba mi calentura-.

Me acerqué al teléfono y marqué el número que ya tan bien conocía.

-Fono Pasión, buenas noches, ¿desea ser atendido por un varón o por una dama-preguntó la operadora-?.

-Por favor, con Marcos-le pedí-.

-Habla Marcos, ¿cual es tu nombre preciosa-escuché a nuestro acompañante invisible-?.

-Hola Marcos, soy Paula, estoy con mi papá, igual que anoche-le dije ya en tono más relajado-.

-Pau, que lindo escucharte nuevamente, salúdame a tu papá, anoche estuvieron muy bien-nos saludó con afecto-. Espero que esta noche no me defrauden.

Me reí, ese hombre era muy especial, tenía una especie de emoción en su voz y sabía guardar tan bien una actitud respetuosa y al mismo tiempo muy voluptuosa.

-Eso espero Marcos, tú debes decir que hacemos-le dije, apremiando toda la acción-.

-Bien Paula, los quiero desnudos a los dos-Marcos sabía que cualquier preámbulo era ya innecesario-. Así que sáquense todo el vestuario que tengan.

Papá me miró divertido, interrogándome con la mirada, yo le contesté sacando mi camiseta y haciendo descender mis pantalones, quedando en completa desnudez frente a él. Mi padre se apresuró a desnudarse y retiró su vestuario en movimientos rápidos. Era la primera vez que veía a mi padre desnudo, su cuerpo estaba muy firme aún y exhibía su pene en completa erección. Me acerqué a él y lo abracé, sintiendo su desnudes y entibiándolo con mi cuerpo ya caliente.

-Estamos desnudos-le dije a Marcos-.

-Muy bien, como me gustaría verlos-dijo con un tono apesadumbrado-. Paulita colócate en el sillón sobre tu papá, esto se llama 69, es una postura muy exquisita encanto, sé que te gustará.

Papá me indicó en que consistía ese acoplamiento oral. Me ubiqué sobre su cuerpo, colocando mi vagina en su boca y atrapando con mis labios su pene. Nuestros cuerpos extendidos, uno sobre el otro, se acoplaron perfectamente. Sentí como la lengua de papá penetraba mi cuevita y al mismo tiempo, su pene entraba en mi boca profundamente. Nuestros cuerpos se balanceaban en la danza del amor, ambos emitíamos profundos suspiros, sintiendo venir nuestro placer íntimo.

-Cuando lo deseen Paulita, colócate debajo de tu papá, quiero que sientas su peso, que abras tus piernas y lo recibas en tu preciosa conchita-dijo Marcos-. Esta será una unión como corresponde.

Papá me ubicó tendida en el sofá y se colocó sobre mi cuerpo, abrí mis piernas y él apuntó al centro de mi intimidad, lo sentí entrar suavemente, dilatando mi vagina. No pude evitar gritar, sentí una mezcla de dolor y placer, de violencia y ternura. Comenzamos a movernos deliciosamente. Emitíamos quejidos, susurros, murmullos, que claramente eran escuchados por Marcos, a través de la línea telefónica.

-Ya están unidos, que delicioso-dijo Marcos-Muévanse con fuerza, sientan como entran y salen, como son uno del otro, quiero que se entreguen con pasión y deseo.

Mi padre se agitaba con mucha fuerza, buscando su placer, yo le respondía moviendo mis caderas, provocando una penetración mas profunda, el ruido que escuchaba de ese pene al entrar y salir en mi vagina era arrebatador.

-Deténganse-dijo Marcos-. Paulita, ahora le darás ese culito perfecto que tienes, como un regalo a tu padre.

Me estremecí. Quizás las caricias más deliciosas que me proporcionaba en mis juegos solitarios, incluían la penetración de mi trasero con mis dedos, me había acostumbrado a sentir placer en esa zona y ahora se cumplía una de mis fantasías más extremas: Entregar ese culito para que fuera penetrado por una verga. Papá me miraba, consultándome con los ojos. Por única respuesta giré mi cuerpo y descaradamente, le ofrecí mi trasero prefecto.

Mi padre bajó su cara y comenzó a besar mi intimidad posterior. Su lengua recorrió profundamente el canal que separa mis glúteos. Uno de sus dedos, humedecido en su boca penetró mi culito, dándome el primer placer trasero de mi vida. Lo sentí dilatar mi esfínter y en unos minutos ubicarse con su ariete presionando mi flor posterior. Solo un movimiento de caderas lo llevó a mi interior. Sentí dolor, grite, pero no me moví de la posición, sintiendo mi trasero dilatado, abierto, mientras un millón de emociones nuevas me asaltaban desbocadas.

Papá comenzó a moverse, cada movimiento lo acompañaba yo con un quejido, poco a poco, lo sentí ingresar más profundamente. Entrando y saliendo, suavemente, hasta que los pelos íntimos de mi padre golpearon contra mi colita. Me había invadido completamente. Papá gritaba, me abrazaba, llevó sus manos a mi vagina y me acarició ese centro de placer, le respondí moviendo mi culito, provocándole contracciones nuevas que presionaron su pene en una caricia irresistible. Lo sentí gruñir y emitir una erupción de semen en mi interior. Mi trasero sentía esa verga caliente escupir ese licor vital en el fondo de mi cuerpo. No me pude controlar más y me moví frenética, sintiendo mi orgasmo desenfrenado. Nuevos gritos, abrazos estrechos y fuertes, hasta que nos derrumbamos exhaustos. Satisfechos, y permanecimos unidos aún en un abrazo estrecho, hasta que el pene de papá, reducido a su mínima estatura, se deslizó fuera de mi cuerpo.

-Siento que acabaron juntos y en forma preciosa, los felicito-dijo Marcos-. Paulita, ya estás iniciada completamente, espero que lo disfrutes amor y dile a tu papá que algún día me invite.

-¿Que te invite-pregunté sorprendida-?.

-Por supuesto, ya somos una familia, no sean egoístas-dijo Marcos riendo-.

-Lo conversaremos-le dije riendo-. Ya te avisaremos.

Mi padre me miró sorprendido. La idea tenía muchas razones a favor y muchas en contra. Ambos nos quedamos pensando en eso mientras escuchábamos la despedida de Marcos.

-Gracias por llamar a Fono Pasión, buenas noches.

FIN

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