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Doncella, criada... y esclava

en Dominación

DONCELLA, CRIADA...Y ESCLAVA

Hola. Me llamo Diego, y soy pijo. ¿Y qué?. Nací en la riqueza rodeado de lujo, con ropa cara, mayordomos, sirvientas, cenas suntuosas, enormes habitaciones y atendido las 24 horas al día. Mi padre, hombre de negocios donde los haya, tenía sus manos metidas en negocios inmobiliarios, acciones de bolsa, empresas de transporte, etc., etc., etc., y siempre sabía sacar beneficio de todo. Siempre nos procuró dar lo mejor a mis dos hermanos Gaviro y Federico, a mi hermana Celeste, y también a mí. Actualmente tengo 22 años, y soy el menor de todos mis hermanos. Mi hermana la mayor tiene 36, y mis hermanos Gaviro y Federico tiene 32 y 30, respectivamente.

Cuando tenía 8 años, mi padre contrató a Blanca, que entonces tenía 16 años, para que cumpliera como sirviente y doncella de la casa. Era una chica preciosa de pelo azabache brillante, ojos profundos de color verde, de metro setenta de alto más o menos y un montón de curvas de arriba abajo, claro que entonces yo de eso no me daba cuenta. Solo veía a una doncella más de la casa con la que acabé congeniando como buenos amigos, a pesar de que, por expreso mandato de mi padre, siempre debía llamarme "Srto. Diego", tanto si estaba él delante como si no. Lo mismo se aplicaba a mis hermanos y hermana, pero contando yo 14 años, mis hermanos ya habrían emprendido camino en solitario para conseguir la fama y fortuna siguiendo los pasos de mi padre.

Volviendo a Blanca, debo decir que ella era mi confidente en la mansión familiar, mi gran cómplice y casi podía decirse que mi asistenta personal. Nos contábamos toda clase de cosas y secretitos, incluidas algunas de mis gamberradas, de las cuales siempre sabía escabullirme. Blanca era muy buena conmigo y me decía que tuviera cuidado con no ser descubierto o me llevaría una buena azotaína, cosa que alguna vez recibí con dolorosos quejidos. Mi padre no se cortaba un pelo si tenía que dar ejemplo e imponer algún severo castigo, pese a que era y sigue siendo un hombre de talante agradable y de carácter afable y humano.

Cumplidos 16 años, me encontraba en la flor de la vida y ya entonces salía con alguna compañera de clase para coquetear y pasar un buen rato. Estaba ardiente por hincarme a alguna, pero no lo tenía nada fácil, pues ellas siempre se buscaban algún madurito más experto que yo para eso. Por suerte tenía a Blanca, la cual, con sus generosas curvas, me consolaba, ya que por aquel entonces comencé a percibir que debajo de su uniforme de doncella de falda corta, medias negras de ligas, escote generoso y cofia en la cabeza se ocultaba un cuerpo muy apetecible, pero no fue hasta pasados cinco meses de mi cumpleaños que se me abrieron todas las puertas del cielo.

Los fines de semana, como siempre, los dedicaba a mis clases de tenis y squash, al principio impuestas por mi padre, pero que luego me gustaban debido a los monumentos de profesoras que tenía. Aquel finde, como tantos otros, salí con la ropa de tenista y la raqueta para dar la clase en la parte deportiva de la mansión y entonces, al echar mano en mis bolsillos…¡¡se me habían olvidado las pelotas de tenis!!. Tuve que dar media vuelta para volver por ellas, y fue, pasando por el salón comedor, que me pareció escuchar algo que llamó mi atención y me hizo ir a la puerta, que estaba entornada, y abrirla. Lo que vi me dejó estupefacto.

Allí sentada, con las piernas abiertas, con sus bragas a un lado y los ojos cerrados, estaba Blanca…¡¡masturbándose viendo un video porno!!. No era además un video cualquiera, si no una de las cintas que Papá había grabado haciéndolo con Mamá. Me puse tan furioso que di un portazo, haciendo notar mi presencia y dando a Blanca un susto de muerte.

-¡¡SEÑORITO DIEGO!!.

-¡¡BLANCA, PEDAZO DE PUTA!!. ¿Se puede saber que estás haciendo?. Voy a ir a mi padre y decirle lo que haces. Te vas a entrar, ¡masturbarse con los videos de Papá-la reproché muy enojado-!.

Blanca saltó del sofá y se arrodilló en el umbral de la puerta para no dejarme pasar, con los ojos saltados en lágrimas.

-No por favor, no le diga el Señor. Haré lo que sea pero no le diga al Señor, se lo suplico Señorito Diego. Sea bueno conmigo…

-¡¡Quítate de mi vista putón!!. ¡¡No quiero verte!!, ¡¡déjame pasar!!.

-¡Por favor por favor por favor por favor!, ¡no le diga nada!, ¡haré lo que sea pero no se lo diga!.

Se asustó al ver mi mirada cargada de verdadero odio, No podía creerme que ella chica, a la que consideraba mi amiga, mi cómplice y confidente, hubiera sido pillada haciendo aquello. Blanca giró la cabeza para no mirarme al ver lo furioso que me encontraba, y en ese instante, como un flash repentino, sentí como una punzada que me atravesó el cerebro, como si tuviera una idea providencial, y me quedé mirándola fijamente, ya que desde mi posición tenía una visión perfecta del escote de Blanca, viendo un par de tetonas imposibles, ocultas bajo aquel traje de criada. Parecían grandes, pero realmente enormes.

-¿Has dicho lo que quería?, ¿lo que yo quería?.

-¡Sí señor haré todo lo que me pida pero no se lo diga el Señor!. ¡Por favor no se lo diga!.

Blanca estaba realmente presa del pánico, y yo presa del júbilo.

-¡¡Sigue de rodillas y cierra la puerta!!.

Avanzó un poco y cerró la puerta. Al hacerlo, me desabroché los pantalones y me los bajé, lo mismo que mis shorts.

-¡Chúpamela ahora mismo!.

-¿Quéeeeeeeeeeeeee?.

-¡Que me la chupes, o iré a mi padre!. ¡Vamos, CHÚPALA!.

Blanca, aterrorizada a más no poder, se acercó de rodillas hasta mí, con sus manos tomó mi pene entre sus manos y lo masajeó para calentarlo. La cara de asco que ponía a mí me excitaba, lo mismo que sus maniobras. Me echó el aliento sobre mi glande, abrió la boca y se lo metió todo dentro. Por su cara resbalaban lágrimas de humillación. Yo estaba en la gloria, era la primera felación que me hacían y la verdad que era algo fantástico. Blanca me la chupaba golosamente y mi miembro se enderezaba y ponía más duro en su boca. Se lo sacaba un par de segundos para tomar aire y luego le ordenaba volver a chupármelo todo. También la mandé usar la lengua y los labios para lamerlo y besarlo. Me empalmé rápidamente por la acción de su boca, y ordené que me masajeara los huevos y me los calentase más aún, para lo cual me fui al sofá, me senté y la llevé hasta mí, volviéndola a poner de rodillas para que me siguiera chupándolo todo.

-¡Déjame ver tus tetas!.

-No señor, por favor, basta ya-me pidió llorando-…

-¿¡BASTA, DICES!?. ENSÉÑAME TUS TETAS HE DICHO, ¡¡AHORA!!.

Deslizó su vestido por los hombros y quedó desnuda de cintura para arriba. Vi sus melones y perdí la cabeza. Eran dos montañas imponentes, de más o menos 110 de medida. Resultó que la cabrona las ocultaba bajo el traje con una especie de faja que las oprimía, pero al soltarse quedaron libres. Siguió chupándomela como yo quería, haciéndome una señora felación. No podía creer que ella supiera mamarla tan bien. Y en ese momento…¡¡plas!!.

-¿¡SE PUEDE SABER QUE COÑO PASA AQUÍ!?.

-¡¡SEÑOR!!.

-¡¡PAPÁ!!.

Había entrado en el cuarto de golpe y nos había pillado. Me adelanté diciendo lo que ella había hecho y señalé la cinta como prueba, mientras que Blanca intentaba exonerarse de culpa. El semblante de mi padre cambió súbitamente al ver una de sus cintas privadas en el video. Nos miró a los dos muy fijamente. Luego dijo:

-¡Hija de perra!, ¡te vas a enterar!, ¡sigue chupándosela!.

Mi padre se bajó los pantalones y se quedó desnuda de cintura para abajo. Quedé boquiabierto al ver el pedazo de tranca que se gastaba, desde luego más gruesa y larga que la mía. Se vino con nosotros y me miró con expresión radiante, guiñándome un ojo y luego mirando a Blanca con furia demoníaca.

-¡¡Maldita criada!!, ¡¡vamos a castigarte como te mereces!!.

-¡Por favor Señor no me haga daño!, ¡se suplico, no me haga…!.

-¡¡CÁLLATE-la cortó Papá-!!. Oye, ¿quién te ha dicho que pares?. ¿No se la estabas chupando a mi hijo?. Pues sigue chupando.

Blanca obedeció presa del miedo. Papá se puso detrás de ella y la puso el culo en pompa para que quedase como las perras, a cuatro patas.

-¡Por fin voy a darte lo que te mereces!. Llevo queriendo follarte desde que te contraté. Te voy a dejar más dolorida que si hubieses llevado una paliza.

Blanca, humillada y vejada, lloraba mientras seguía chupándomela. Papá deslizó su mano por la raja de sus nalgas y se puso a hurgarla con fuerza, primero metiendo en su vulva dos dedos con que explorarla violentamente. Podía notar que lo hacía con fuerza por los temblores del cuerpo de Blanca y por los quejidos de dolor que profería con mi polla en su boca. Su cabeza bajaba y subía mientras mi padre y yo la estábamos dando su merecido por fisgona.

-¡Ahora me la chuparás a mí, y será mi hijo quien te toque!.

Se sacó mi miembro, Papá ocupó mi lugar y yo el suyo. Me volví loco viendo que Papá había roto sus bragas y se le veía perfectamente una panocha de color rosado, empapada y con una espesa mata negra, más un orto bien dilatado.

-¡¡Por favor Señor déjeme marchar-rogó ella-!!. Me iré y no diré nada a nadie.

-¡¡Si sales por esa puerta no solo te despediré si no que te desacreditaré en todos los ámbitos sociales habidos y por haber!!, ¿¡queda claro!?.

-Por favor, señor…se lo ruego…

La bofetada que recibió en plena cara fue tan sonora que rebotó por la habitación. Luego volvió a darle otra y antes de la tercera ella hizo un ademán de que parara. Cogió la polla de mi padre y se asustó al ver que era más larga y gruesa que la mía. Según vi, debía medirle 26 centímetros, mientras que a mí me medía 21, y su grosor sería de unos 5 centímetros de diámetro, mientras que la mía era de 3. O sea, que mi padre se gastaba un señor pollazo, que ahora Blanca tenía entre sus manos para pelársela. Yo me acerqué y le metí un dedo en su coño empapado. El calor que tenía me impulsaba a seguir metiéndolo y sacándolo, y meter otro más. Ya eran dos dedos los que entraban y quedaban bien lubricados, y Blanca, ya imposibilitada de toda resistencia, intentó meterse la polla de mi padre en la boca, pero debido al grosor le costó hacerlo. Aún así prosiguió hasta haberlo conseguido, y una vez se la hubo metido en la boca comenzó la felación que él tanto anhelaba que ella le hiciera. Puso sus manos en la cabeza de ella y la impulsó a que se la mamara con fuerza, sin delicadezas. Mis dedos seguían explorándola, y mientras mi mano izquierda exploraba su cuca y su clítoris, mi mano derecha acarició sus nalgas, las golpeé para dar buenos cachetes que me excitaron más y metí el índice y el dedo corazón por su ano, haciendo que su cuerpo temblara por semejante invasión en tan estrecho orificio. La sensación de tenerla dominada era algo que no tenía palabras para describir, ni las tengo a día de hoy. Podíamos hacer lo que quisiéramos con ella, lo que nos diera la gana.

Papá seguía en estado de trance por efecto de la mamada de Blanca, mientras que yo, escupiendo en su cuca y en su vulva, continué metiéndola varios dedos hasta que mi padre, con mirada de loco, la hizo detenerse.

-¡¡Al suelo abierta de piernas y desnuda, YA!!.

Como fiel sumisa que era obedeció y así lo hizo, sin poder ocultar la vergüenza que le daba mostrarse totalmente desnuda mostrando sus intimidades. Papá sus manos en mis hombros y me dijo con gesto cariñoso.

-Hijo, quiero que seas el primero en disfrutarla y que pierdas la virginidad con ella. Fóllatela a gusto y no tengas piedad, hazle todo lo que tú quieras.

-Sí Papá.

Me dirigí a ella y me puse encima, apuntando mi tranca a su conejito ya preparado. Haciendo un poco de fuerza se deslizó fácilmente y la penetré. Solté varios gemidos de placer al habérsela metido y echándome sobre ella para mamar de sus tetas y probar sus labios me la empecé a follar a gusto. Meneé las caderas con fuerza bombeando con golpes potentes y secos, sin gastarme cariño ni afecto. La vulva de Blanca recibía mi polla con grandes exclamaciones de dolor por parte de ella, pero eso me ponía más a cien. Sus tetas se bamboleaban de lo lindo debido a mis embestidas, iban de un lado a otro como enormes flanes de gelatina. Saber que estaba follándome a aquel cuerpo de viciosa me tenía tan cachondo que poco faltó para perder la cabeza, pero quería estar de allí dentro el mayor tiempo posible y la embatía poco a poco para prolongar más mi primera vez. Besé sus labios y jugué con su lengua de guarra.

-Eso es, esclava, deja que mi hijo te folle. Vamos, déjate follar. Gózalo que luego voy yo detrás-amenazó-.

El que mi padre estuviera allí participando me excitaba terriblemente, me fascinaba que hiciera de mirón. Me apreté muy fuerte contra las tetonas de Blanca, estrujándolas contra mis pectorales y notando lo duro de sus pezones. Deslicé mis manos a sus hombros y a su culo para arremeterla como un ariete visigodo, teniendo más fácil el moverme dentro de ella.

-Aaaaaaaahh aaaaaaaahh aaaaaaaaaahh aaaaaaaahh…ooooohh oooooooooohh ooooooh que guarraaaaaaaaaaaaa…córreteeeeeeeeeeeeeee…quiero te corraaaaaaaaaaaaaaaasss…

-Nooooooooooooo…bastaaaaaaaaaaaaaaaaaa…aaaaaaah aaaaaaahh aaaaaaaah aaaaaahh…ya bastaaaaaaaaaaa…AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH…

-Síiiiiiiiiiiiii me corrooooooo OOOOOOOOOOOOOOOOOOOHH…

Mi semen largos años retenido por fin tuvo vía de escape y eyaculé dentro de Blanca con fuertes chorros. Tuve la impresión de que no dejaba de correrme y de que la llenaba de mi leche cremosa. En cuanto me hube satisfecho volví a besarla por última vez y ella quedó allí tumbada con cara de estupor y sus mejillas marcadas por los surcos de sus lágrimas. Papá se sonrió maliciosamente.

-Ahora me toca a mí-se limitó a decir-.

Fue con ella, se puso encima y sin esperar ni tocarla enterró todo su pollón dentro de su ya dilatado conejito. Blanca intentaba resistirse pero era inútil, mi padre la tenía bien penetrada y bien sujeta.

-¿Qué pasa?, ¿no es esto lo que querías?, ¿no te estabas pajeando viéndome follar con la Señora?...

-No, por favooooooooor…suéltemeeeeeeee…

-Claro que te soltaré. ¡¡En cuanto te folle!!.

Se echó sobre ella y apoyando las manos en la alfombra se la empezó a follar con una cara de salido que daba gusto verla. Viendo aquello me la empecé a tocar para volver a ponerme duro pues no pensaba dejar de metérsela en todo el día. El polvo que mi padre la propinaba era fantástico, nada raro teniendo en cuenta el tamaño de aquel mástil de bandera. Podía ver como su polla entraba y salía de la pucha de ella y me encantaba ver como aquello se abría para dejar paso a semejante trozo de carne. Se la metía con rapidez, con fuerza, con furia…casi podía verse la pasión contenida de mi padre por ella, de tantos años deseando vivir ese momento. En ese instante se dio la vuelta colocándola encima y pegando manotadas en sus nalgas. Luego me miró guiñándome un ojo al verme duro y volvió a dar bofetadas en su culo. Al comprender su intención literalmente enloquecí, pues sin perder un segundo fui detrás de ella y la penetré por su orto hasta enterrarle todo mi miembro.

-¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH!!…

Blanca se convulsionó violentamente al notar como estaba siendo desvirgada por su culo. Estaba tan estrecho y cerrado que sus glúteos me la estrujaban por todas partes. La sujeté por las tetas para no salirme de ella y tiré de sus melones para provocarle varios gemidos de dolor, al tiempo que la puse en posición para que Papá pudiera cogérselas también y mamar de ellas, mordiendo sus pezones y lamiéndolos con tanta ganas que parecía que iba a arrancárselos. Blanca, usada por todas partes en aquella salvaje doble penetración, sollozaba y protestaba a partes iguales incapaz de seguir aguantando el castigo al que era sometida. Me encontraba tan cachondo que me dolía el manubrio de tan duro que lo tenía, y seguía enculándola a las mil maravillas. Llevé mis manos a sus caderas y a su culo para darle cachetes, y mi padre continuó follándola mientras la estrujaba de sus melones, pellizcando y retorciendo que acabó por dejarla un par de moratones en sus tetas. Papá y yo, de algún modo, adquirimos un violento ritmo común y la follábamos a la vez por todas partes, haciendo que todo su cuerpo de puta vibrara, nos hacía gozar como ninguna otra.

-Oooooooooohh oooohh ooooooooooohh oooooooohh ooooooohh ooooooohh ooooooooooohh…OOOOOOOOOOOOOOOOOOOHH…

-Me corro Papá me corroooooooooooooooooooooo…

-NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO…

Papá, que había gozado primero, la regó por dentro y acabó de inundarla la panocha de lefa. Poco después, cuando aún no se había recuperado del primer orgasmo me corrí yo y gocé de saciar mis apetencias y de embarrar su ano de semen. Al salirnos de allí ella estaba agotada. Su respiración era forzosa, estaba empapada en sudor y exhausta, por lo que no podía moverse. Por su culo y su vulva salían hilillos de semen debido a tanta cantidad que había recibido. Papá, que no perdió un momento, salió por la cámara de video y la grabó en aquella posición, dejándola luego en el sofá para volver al ataque. Tomamos posesión de sus tetas y las lamimos como posesos durante largos minutos. La obligamos a pajearnos y a tragarse el semen bajo amenaza de recibir nuevos bofetones, y por supuesto Papá la reventó mientras la daba por el culo al tiempo que yo volvía a disfrutar de su cuca de putón. La insultamos y sodomizamos por más de una hora en total, y cuando acabamos con ella, a Blanca daba gusto verla: tenía un poco de semen en el pelo, en las mejillas, sus pezones agrietados amenazaban con estallar de tan duros y grandes que estaban, sus tetas estaban magulladas, su coño abierto de par en par, y su ano parecía el Gran Cañón. La filmamos entre los dos con gran placer y la metimos toda clase de cosas por los dos agujeros.

-Habrá que comprar otro traje de doncella-dijo mi padre-, éste ha quedado hecho trizas. A partir de ahora vas a ser muy obediente y cumplirás todo lo que digamos al pie de la letra, ¿queda claro?. Si no cumples, mandaremos esta cinta a tus padres, a tus tíos, a tus abuelos, a tus amigos…

Blanca, llorando y sollozando, asintió con la cabeza de que había entendido.

-Y ahora quédate aquí, que vas a ver lo sumisa que eres.

Papá la obligó a ver la cinta de video que habíamos grabado, sentada entre nosotros dos, mientras la estábamos masturbando, mi padre por su conejito y yo por su orto. Al término de la misma acabamos tan salidos que la follamos contra la pared un par de veces más, y su coño recibía ya tanta polla que ésta entraba sin dificultad alguna. La ordenamos ir a ducharse y la recordamos que de ahora en adelante tenía que obedecernos en todo.

Desde ese día Blanca viene a despertarme chupándome la polla, y en el desayuno, debajo de la mesa, me hace otra para tragárselo todo. Mi padre la posee mientras trabaja en el despacho: la pone sobre la mesa y se pasa una hora follándola. Su cara tan dulce e inocente ahora es la viva mueca del puterío. Por la noche también nos la tiene que mamar, a los dos, y la obligamos a vestir con un microtanga que hace que su pubis sobresalga por ambos lados. Más de una vez se lo apretamos para que gima y luego masajeamos por encima de él para dejarlo empapado de sus jugos. Aparte, su atuendo de doncella también ha reducido su tela y muestra generosamente todos sus encantos.

No han faltado, por supuesto, nuevas actividades, pues Papá, más de una vez, ha invitado a compañeros de profesión a una cena de negocios que se convertía en una orgía con Blanca como única chica. La cena empezaba como cualquier otra, de charla sobre sus asuntos, pero luego, con la llegada de Blanca, la cosa iba degenerando en algo totalmente distinto. Papá, nada más entrar ella, les guiñaba el ojo a los amigos para que se percataran de la estupenda sirvienta que tenía para él. Éstos no podían apartar la vista de las enormes tetazas que lucía nuestra doncella favorita, más aún cuando el uniforme las resaltaba que era una barbaridad. Luego, fingiendo un pequeño accidente, mi padre siempre tiraba algo al suelo para que ella lo recogiese sin doblas las piernas, por lo que Blanca acababa enseñando a los hombres de negocios el tanga que llevaba y la mata de pelo que asomaba por los laterales. La clímax se disparaba cuando uno de ellos, incapaz de aguantar la situación, arremetía directamente contra la honorabilidad y la decencia de aquella chica al levantarse de la mesa e ir a frotarse contra aquel tesoro que el tanga intentaba ocultar en vano. Ya duro el empresario la obligaba a hacerle una estupenda felación para dejársela bien empapada. Los demás, que tampoco estaban para aguantar aquello, se colocaban para turnársela, por lo que no era nada raro que al cabo de aquellas reuniones interminables Blanca terminaba bañada en leche, quedando restos en su cara, en su pelo, entre sus piernas, entre la raja del culo…parecía la versión pervertida de Cleopatra, bañada en leche no de burra si no de sementales, porqué mi padre, como mínimo, sometía a Blanca a un castigo por el cual debía hacer que todos los invitados se corrieran al menos dos veces, a fin de que no escasease leche para ella.

Yo también hice lo propio con mis amigos con el debido consentimiento de Papá y a condición de que, al igual que sus compañeros de profesión, Blanca fuese el centro de atención. Con la excusa de ver algún video secreto de Papá o fotos de mi hermana en su época de estudiante(que rompía cremalleras solo de verla, y que incluso yo la espiaba en secreto cuando se cambiaba de ropa). Aludiendo que teníamos hambre ordenábamos que Blanca nos trajese un refrigerio de la cocina, y al traerlo me las apañaba para que cayera al suelo cuando iba a marchar, con lo que quedaba en el suelo con el culo en pompa y sus melones colgando como campanas. Mis amigos, por supuesto, no eran inmunes a semejante visión y se lanzaban a cogerla entre varios para no dejarla escapar, haciendo que cogiera con sus manos sus pollas tiesas y pajeándolos mientras algún otro le rompía el tanga con fuerza para lamerla y ponerla cachonda. Yo la ordenaba que tenía que hacer todo lo que ellos la ordenasen, y acto seguido ya estaba mamando polla como una descosida. Mis amigos, los cuales se lo han pasado bomba enseñándose con ella, dada su juventud, enseguida se empalmaban y procedían a divertirse con la doncella de la casa, metiéndole polla por arriba y por abajo. Me encantaba verla recibiendo una doble penetración, con su panocha y su orto tragando verga y más verga. A veces, incluso, la doble penetración era por el mismo agujero, dejándonos atónitos de lo mucho que aquello dilataba: verla con el coño recibiendo dos pollas a la vez es algo que solo se superaba cuando era su ano el que las recibía. Los gritos de placer y dolor que profería solo podíamos clasificarlos como insuperables, y para cuando mis amigos se iban, ya caída la tarde, Blanca era incapaz siquiera de levantarse del suelo.

Dos meses después de sexo con Blanca día sí día también Papá y yo tuvimos una idea tan genial como perversa y la pusimos en práctica lo antes posible. La llamamos al salón comedor con el pretexto de que nos sirviera un par de refrescos debido al tremendo calor que hacía(lo del calor era cierto, pues era pleno mes de Julio). Al servirnos las bebidas, que dejaba en una mesita al lado del sofá, la cogimos con fuerza entre los dos y la atábamos en el suelo a cuatro patas y con el culo en pompa. Nos encantaba desnudarla lentamente para descubrir sus encantos. Mi padre, haciéndome una seña, me pidió que fuera por el producto especial que necesitábamos. Al volver nos ensañábamos con Blanca tocándola por todas partes, poniéndola una mordaza para que no chillase y una venda en los ojos para que no supiera quien la hacía qué ni donde. Chupábamos sus cerezas y su almeja largamente, y cuando vimos que estaba a punto pusimos el producto especial por su cuerpo, especialmente en sus tetazas colgantes, en sus nalgas y en su panocha. Entonces llamábamos a los dos perros de la casa, Kronk y Randolph, que de inmediato se ponían a lamer la miel con la que nosotros habíamos cubierto su cuerpo. Blanca, ignorante de todo, gemía sin parar apretando con los dientes la mordaza. Papá y yo nos pajeábamos viendo como nuestros amados perros lamían su cuerpo, y para cuando se montaban encima de ella y la penetraban nosotros ya estábamos en órbita. Al verla en plan salvaje nos corríamos de gusto(y nunca mejor dicho), llegando a tener varios orgasmos. A mitad de faena quitábamos su mordaza para escuchar sus gemidos y más tarde la venda, para ver sus ojos espantados al ver quien la estaba follando de forma incansable. Cuando los perros quedaban satisfechos los hacíamos irse y Papá, como siempre, conseguía atenazarla para que siguiera a nuestras órdenes.

Lo último que se nos ocurrió implicó algo que hasta la fecha habíamos obviado: una noche en que estábamos especialmente calientes la llamamos para que nos hiciera compañía en la cama. La hicimos desnudarse delante de nosotros, y la ordenamos bailar, contoneándose de modo que sus ubres iban de un lado a otro volviéndonos locos de sexo. Sus pezones clamaban por unas bocas que se enseñaran con ellos. Enseguida nos empalmábamos, y se nos quedaban las pollas como un par de garrotes de hierro macizo. Nos la pasamos como una pelota de ping-pong, hasta que, tras un par de polvos previos, nos apartamos de la acción para dejar paso a alguien más: una prostituta que Papá contrató, y que se ensañó con Blanca de tal modo que le quedaron unas buenas marcas de las manos y boca de la profesional. Cuando terminó con ella Blanca parecía salida de una sesión sadomaso. Papá, que siempre ha ejercido un poder total sobre ella, al igual que las otras veces, grabó todo el acontecimiento en video, que después hemos visto juntos en la salita, desnudos y pajeándonos como monos. Más recientemente repetimos la escena pero con otra mujer: mi madre. Mamá siempre ha sido y será la esclava de Papá, sometida al igual que Blanca a los deseos y caprichos de éste(que posee un magnetismo animal muy palpable dada su imponente presencia), y como una esclava leal accedió a lo que él quiso, así que en cuanto la dejamos vía libre, Mamá se dispuso para follarse a su sirvienta predilecta(pues las demás difícilmente la ganaban en cuerpo y belleza). Mientras Blanca era sodomizada por Mamá, Papá me dio autoridad para hacer lo que quisiera no solo con Blanca si no también con Mamá dada su disposición para obedecer, autoridad que he usado en no pocas ocasiones. Los videos grabados con Blanca de protagonista fueron copiados y vendidos a nuestros amigos íntimos por una módica cantidad de dinero y la oportunidad de jugar con ella, cosa que hicieron a cambio de estar nosotros como testigos del evento. Papá y yo nos lo hemos pasado de miedo con ella, nos hemos divertido, lo hemos gozado y la usamos para lo que nos da la gana, que para algo es nuestra doncella, criada…y esclava.

Dedicado a Peli

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Susana, la niña del ciber

En la profunda oscuridad del bosque

Bajos instintos

Aurora & Iris

Begoña: pasión inconfesable

Buffy, cazavampiros: Willow

Pizza con extra de almeja

Mi hijo, mi nuera...y yo

Ojos que no ven...

Buffy, cazavampiros: Dawn

Más allá de las estrellas

El amor de mi hermano

Cojí con mi madre

Mireia, la madre de mi mejor amigo

Buffy, cazavampiros: Joyce

Sonia, la gogo brasileña

Orgía en la casa de Britney Spears

Pamela: corrupción total

Sabrina, cosas de brujas: el perfume

SI, de Rudyard Kipling

El pony que me folló

Paulina Rubio, el volcán mexicano

Xena, la princesa guerrera: Perversiones

Verónica

Ese oscuro objeto de deseo

Follándome a Angelina Jolie

El bultito de mi hija

Embrujadas: El poder de cuatro

La vida secreta de Harry Potter

Amada por Tiziano Ferro

Amantes

La vida secreta de Ron Weasley

Sara, la guarra de mi profe

Alyson y sus amores

La vida secreta de Draco Malfoy

Follándome a jennifer connelly (Ed. Especial)

Desvirgada

Follandome a Jennifer Connelly

La historia de Mary Kay Letourneau

La vida secreta de Hermione Granger

Saúl, el semental que me desvirgó a mi también

Saúl, el semental que me desvirgó

La isabel

Juntos para siempre

Gabi, mi dulce amante peruana

Secretitos: Alicia en el jardin de las delicias

Raquel: entre la realidad y la fantasía

El pony que se folló a mamá

Mi adorado Sr. Sebastian

Mi dulce quiosquera: Un placer sin igual

Mi dulce quiosquera: Otra sorpresa

Mi dulce quiosquera: Inesperada petición

Mi dulce quiosquera: El deseo hecho realidad

Mi dulce quiosquera: Agradable sorpresa

Gemma, mi profesora particular

La dependienta: mi 1º vez con (toda) una mujer

Cynthia: lección de una anatomía precoz

Joyce

En el metro de japón

De cena con mi prima... y alguien más

De cena con mi prima