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Castigada

en No Consentido

CASTIGADA

-Hola familia, ya estoy en casa. ¿Qué tal todo?.

Cuando vio el silencio de la casa, Papá se quedó mudo como una estatua. Al llegar a la sala de estar y encontrarnos a Mamá y a mí, su cara cambió y de la sorpresa pasó a la intriga, frunciendo el ceño. El que yo estuviera sentada y cubierta con una manta incapaz de mirar arriba fue suficiente para saber que algo había pasado. Dejó el maletín en el lugar de siempre y se desajustó el nudo de la corbata mientras nos miraba.

-Mamen, ¿qué ha pasado?.

Es increíble como funciona la mente humana. Aún estando solos, Mamá fue incapaz de decirlo. Después de unos segundos de fulminarme con la mirada, y como si pudiera haber alguien alrededor, miró a ambos lados, susurrado a Papá todo lo que sucedió, con pelos y señales.

-¿¡COMO!?...¿¡COMO DICES!?...¿CON QUIEN?...¿¿CON QUIENES??...¿¿¡¡QUÉEEEEEEEEE-exclamó incrédulo-!!??...

-Los dejé irse porqué ya sabemos donde encontrarlos para tener unas palabrejas con ellos-concluyó Mamá, ya en voz alta-, y porqué supuse que querrías hablar con ésta fulana, que me parece que fue la artífice de todo.

La cara de Papá se puso tan furiosa como la de un toro de lidia. Le notaba que estaba a punto de embestirme y matarme a palos. Hasta entonces nunca había recibido una bofetada ni nada parecido, pero Papá alzó la mano para pegarme, dejándome con la mirada y la cara llenas de terror. Sin embargo, cerró el puño y esté, dubitativo, quedó en el aire por encima de su cabeza, temblando.

-No-gimió entre dientes-…no, así no…debe haber otra manera…tiene que haber otro modo-pensó en voz alta con los ojos cerrados, conteniendo su rabia-…

De pronto, tras mirar a Mamá, me miró a mí, y entonces cogió violentamente la manta con la que me estaba cubriendo y me la quitó a pesar de mis esfuerzos. Estaba desnuda bajo ella y me tapé con las manos lo mejor que pude.

-Muy bien-dijo, pareciendo haber decidido algo-…¡¡vente p’acá, que te vas a enterar de quien es tu padre!!.

-Raúl por dios, ¿¡que te propones!?.

-Mamen, vas a tener que decidir. ¡¡O te apartas de en medio y jamás me preguntarás que voy a hacer, o vienes conmigo y participas en el castigo, pero ya te aviso que no voy a cortarme un pelo!!.

Mamá se quedó unos segundos callada. ¿¿Pero que tenía que pensar??.

-Es tan hija mía como tuya-concluyó-, y tengo tanto derecho como tú a castigarla como se merece. ¡¡Ni por todo el oro del mundo me haré a un lado!!.

Yo estaba atónita, pero aterrorizada de verdad. ¿¿Pero es que habían perdido el juicio??.

-Muy bien-dijo Papá-, vamos al dormitorio. Y tú, pequeña puta, vas a conocer las consecuencias de ir provocando por ahí.

Me resistí todo lo que puse, intenté que entraran en razón y me castigaran de otro modo: sin salir de mi cuarto, sin móvil ni consola,…en ese momento cualquier cosa me parecía buena en comparación con lo que Papá y Mamá se proponían hacer conmigo, y no hacía faltar ser un físico nuclear para darse cuenta de que "castigo" iban a emplear en mis carnes. Al llegar a mi cuarto Papá me echó en la cama y Mamá cerró la puerta. En un abrir y cerrar de ojos, Papá se desnudó delante de mí mostrándome su polla, la cual no había visto jamás. Me encontraba roja de vergüenza.

-Vamos-dijo él poniéndose a mi lado-, ¿me vas a decir que te da vergüenza verme en pelotas?. Con los otros no eras así, ¿verdad guarrilla?.

Me apretó contra él y me puso la mano en su polla, mientras buscó mi boca con la suya. Forcejeé cuanto pude, pero era imposible que a mis 15 años pudiera ganarle en fuerza a Papá, y él consiguió lo que tanto buscaba. Su lengua luchó con la mía todo lo que humanamente pude aguantar, pero acabé sin fuerzas para oponerme y entonces se dedicó a explorarme la boca con unos besos tan largos que me quitaban el aliento. Por mis mejillas ya corrían un par de lágrimas al ver lo que él me estaba haciendo y lo que me haría pocos después. Su mano izquierda se coló entre mis piernas y aunque intenté que no pudiera tocarme, fui incapaz de evitar que sus dedos aprisionasen mi clítoris y se pusieran a jugar con él, haciendo que cediera poco a poco y que prácticamente me abriera de piernas para Papá. Aquella situación era horrible, pero el que Mamá, mi eterna protectora, estuviera allí consintiéndolo, era peor.

-Mamen, mira como se abre la cerda de tu hija. Menuda furcia está hecha, y nosotros pensando que todavía era una princesita. ¡¡Ja!!. Puta de mierda…

Sus caricias me pusieron tan roja como un tomate. Entre dientes gemía y chillaba débilmente pidiendo que parase, que me dejase en paz, pero él seguía tocándome, recorriéndome. De inmediato se supo a besarme de nuevo, está vez dándose un buen lote de besos de tornillo. El sabor de mi boca pareció volverle loco de sexo, nunca lo había visto tan fuera de sí, tan descontrolado. Él, que siempre había sido el paradigma del autocontrol y la contención, ahora parecía un animal enloquecido.

-Mmmmmmmmmmmmmmmm que boquita de fresa tiene mi nena…mmm como me pones de caliente zorrita mía…uuuuuuuuuufff y que cositas más ricas tienes esperando que te las pruebe…que guindas más apetecibles, listas para chupar…

Las "guindas" a las que se refería eran, efectivamente, mis pezones. No hubo forma de evitar que, a base de tanto toqueteo y beso de rosca, se me pusieran firmes y duros, algo que no le pasó desapercibido. Casi no podía abrir mis ojillos de las lacerantes sensaciones que él me estaba dando, pero cada vez que conseguía abrirlos, podía ver a Mamá allí plantada, mirando como Papá se preparaba para follarme, sin que moviera un dedo para evitarlo. Yo la pedía ayuda con la mirada, pero ella no me hacía caso. No es que no podía ayudarme, es que no quería. Al parecer había traspasado el límite permisible, y ahora me tocaba sufrir las consecuencias.

Mmmmmmmmm noooooooooooooooooo…mi mente no podía concebir lo que me estaba pasando, no podía aceptar que aquello fuera cierto. Papá se había apoderado de mis tetas y estaba chupándome los pezones como un goloso insaciable. No paraba de tirar de ellos, de darles mordisquitos y tirones, de pellizcarlos y después jugar con ellos usando los dedos índice y pulgar para acogerlos. Me volteó poniéndome encima de él, ligeramente incorporada para poder amasar mis tetas con total libertad, y en esa posición pude sentir, en todo su esplendor, la polla de Papá creciendo entre los muslos de mis piernas, poniéndose cada vez más dura y más caliente. Aquello me aterrorizó de verdad, me puso la carne de gallina ver que mi padre no tenía polla, ¡¡aquello era un pollón de mucho cuidado!!.

-Que, zorrita, ¿notas como me pones de caliente?. ¿¿Ves como la tengo por tu culpa??. ¡¡Me has hecho empalmarme guarra!!. ¡¡Mira como la tengo!!.

Echándome a un lado, asomó dura y en vertical su pollón, el cual apuntaba al cielo más dura que el mármol. Yo aparté la cabeza, pero Papá me sujetó bien y me la hizo mirar largo rato. Luego de besarme otra vez, me susurró al oído:

-Eso es, mírala bien, devórala con los ojos-dijo cogiéndosela-. ¡¡Te la pienso meter hasta el fondo, puta asquerosa!!. ¡¡Ahora vas a saber lo que pasa cuando vas provocando a la gente!!.

Me la puso en mi cara y me la restregó varias veces, de un lado a otro y vuelta. Era gruesa, más de lo que yo creía, y ardiente, tanto que su calor era como si me quemase en la cara. Me la siguió restregando hasta que cogió mis manos y las puso sobre su gorda polla.

-Vamos guarra, ¡¡hazme una paja y luego chúpala, y nada de negarse o te aseguro que la mano ésta vez sí que se me va a escapar!!.

Muerta de miedo, horrorizada y avergonzada, se la empecé a pelar a Papá tal como él quería. Lo hacía sin prisas, viendo como él se relamía y se sonreía, pensando en voz alta cosas como "ya verás lo que espera", "más vale estar mojada porqué te la voy a clavar sin contemplaciones" y otras cosas que prefiero no recordar. Mamá, mientras tanto, seguía en plan mirona, con la cara torcida de rabia, de saña. No había que ser muy listo para entender lo que su mente decía: "Vamos furcia, recibe tu merecido que te lo has ganado por puta". Con mis ojillos castaños miraba a mi madre y no la reconocía, no podía ser que aquella mujer que contemplaba a su hija siendo abusada por su padre fuera mi propia madre, mi querida Mamá con la que tanto jugaba de niña, la misma a la que tantas veces me abrazaba o con quien hablaba de todo. Aquello me hacía imposible no llorar a moco tendido, tanto que ya tenía marcados en las mejillas los surcos de mis lágrimas.

-Uuuuff que rica pajaaaaaaaaaaaaa…eso es puta, mastúrbame como tú sabes hacerlo, ¿¡es así como se lo hiciste a ellos!?, ¿así se la meneaste hasta que se corrieron en tu cara, o fuiste tan cerda de dejar que se corrieran en tu boca para tragárselo?...¿no quieres responderme?, bien, pero si no hablas, ¡¡entonces chupa!!.

Me hizo abrir la boca y entonces tuve que tragarme toda su herramienta, hasta que mi nariz chocó con su pubis. No negaré que aquello casi me provocó una arcada por la violencia con que me hizo chupársela. Luego de recobrar el sentido, mi cabeza fue subiendo y bajando, obedeciendo la tajante orden y mamándosela a Papá como él quería. Los gemidos que éste lanzaba, amén de comentarios del estilo "que buena zorra, como la chupa" y "que buena eres, me la chuparás todos los días", hizo de aquello lo más asqueroso que jamás me pasó en la vida.

-Mamen, que bien la chupa tu pequeña zorra. Dios, que boca, como traga. Mírala bien, mira como se la mete toda y la vuelve a sacar.

-¿¿Te la chupa a gusto esa puerca??.

-Ya lo creo que sí…ooooooooohh que bieeeeeeeeeeeeeenn…esto es el paraíso. Chupa nena chupaaaaaaaaa…asíiiiiiiiiiiiiiiiii…

-Vamos mala pécora, ya has oído a tu padre. ¡¡Mámasela toda!!.

Eso, por si no tenía suficiente con las humillaciones de Papá, ahora debía aguantar las humillaciones de Mamá. Me parecía que mientras miraba, Mamá debía estar tramando para vengarse de mí, para someterme como Papá lo hacía, pero a su manera. ¿O acaso eran imaginaciones mías?. Entonces no lo sabía, pero por la manera de mirarme, daba la impresión que ella tenía planes muy especiales para mí, planes que iban a ser todo menos agradables.

Pero claro, en ese instante bastante tenía ya con estar chupando la verga de Papá, toda gruesa y caliente. Entraba en mi boca con bastante facilidad, pues ya estaba bastante mojadita a base de mis babas. Papá, para humillarme, a veces me hacía tragármela muy lentamente hasta el fondo, para sacarla más lentamente aún. Con eso conseguía que se le mantuviera muy dura, y que yo aprendiera, de forma inconsciente, las artes de la felación. A riesgo de recibir una comanda de bofetones uno detrás de otro, obedecí fielmente sus órdenes: se besé la punta de su miembro, masajeé y chupé sus pelotas, luego se la volví a pajear un poco con una mano mientras seguía masajeando los huevos con otra y más adelante, y a dos manos, se la pelé hasta que casi estuvo a punto de correrse.

-¡¡Quieta fiera, que no quiero correrme ahora!!. Aún queda plato para degustar.

Dicho y hecho: me separó las piernas y hundió su cara en mi concha palpitante, la cual estaba más que mojadita a base de tanta caricia previa. Sus dedos habían hecho un buen trabajo y me habían puesto chorreando jugos por entre mis piernas. Yo estaba avergonzada, sí, pero lo cierto es que aquella forma de comer un coño, pese a lo repugnante y depravada que era, me puso por las nubes. ¡¡Oh dios míooooooooo!!. Nunca había sentido nada igual: sus dedos hábiles me abrieron los labios vaginales y su lengua entró en mí, penetrándome con ella. Luego dibujó círculos sobre mis labios mayores y probó a entrar de nuevo, haciéndome gemir tanto que me creía morir de placer.

-Raúl, mira a la zorra de tu hija, menuda cara de puta. ¡¡Si hasta parece que lo goza la perra de ella!!.

-Bueno, no importa, pronto tendrá su merecido-contestó tras salir de entre mis piernas-!!.

Volvió a ella y se ensañó con mi chochito empapado. Aplicó fuerza y con dos dedos jugó a penetrarme y a tocarme, a veces con fuerza a veces muy delicadamente. Todo eso consiguió un efecto de sumisión total, que de seguro era lo que él quería: tenerme indefensa e incapaz de responder a cualquier cosa que él pudiera hacerme. Papá se pasó varios minutos más explorando mi vulva, llenándose la boca de mis jugos, que después tuvo la guarrada de dármelos a beber con un potente beso. A veces, cuando estaba follándome con la lengua, sus manos jugaban a enroscas mis pezones hasta que me dolían, gimiendo entre dientes casi incapaz de aguantar aquel dolor.

-Muy bien puta, ¡¡ahora tener tu merecido!!.

Me echó en la cama, me abrió, se puso encima de mí con su polla bien agarrada en su mano, me sujetó bien fuerte…y a pesar de mis intentos, me forzóooooooo. Oh dios, nooooooooooooo, no me podía estar pasando esto a míiiiiiiiii.

-Aaaaaaaaaaaaaah jajaajaja…que buena estás, que cuerpazo tienes para 15 años…buffffffff ya verás que polvo te voy a echar…

Y me lo decía tan pancho, como si yo fuese alguna amiga que él llevara planeando follarse hacía tiempo. No fue lo único que me dijo, pero las otras obscenidades, algunas dichas al oído, son cosas que me niego a rememorar, simplemente son demasiado pervertidas para decirlas.

Papá se puso a follarme en mi propio cuarto como si yo fuera cualquier mujer que se encontrarse por la calle. Hasta entonces jamás me había pasado por la cabeza que Papá pudiera tener una vena tan furiosa, tan vengativa, claro que hasta entonces jamás de los jamases yo le había enfadado de aquel modo, y ahora él estaba encima de mí, dentro de mí, metiéndome toda su tranca, follándome y requetefollándome en venganza por haber sido descubierta haciendo lo que me había parecido un juego inocente.

-Vamos, fóllala, castígala, ¡¡viólala si es preciso, dale su merecido a esa guarra!!.

¿¿De verdad había oído a Mamá decir a Papá que me violara, que me forzara si era preciso??. No podía creer que aquellas tan cargadas de odio, de maldad, hubieran salido de ella. Me quedé mirándola unos segundos, y Mamá, como si hubiera leído en mis ojos, me dijo en tono frío y dolido:

-Tú no eres hija mía. Mi hija jamás habría hecho lo que tú hiciste.

Aquello si me dolió de verdad, más que todas las perversiones que Papá me estaba haciendo en ese instante. Antes siquiera de formular algo que decir, mi amante prosiguió con más fuerza sus embistes dentro mío, gozándome todo cuanto le vino en gana, pero de repente, se puso a follarme de forma tan violenta que apenas tenía tiempo para reaccionar a sus embatidas. Aquello no era un simple polvo, ¡¡era casi una violación en toda regla!!.

-Sí puta síiiiiiiii…gozaa ya perraaaaaaaaaaaa…vamos perrita mía, he dicho que goces…gozaaaaaaaaaaaaaaaaaaa…

Sus órdenes fueron cumplidas en contra de mi voluntad, pues mi cuerpo me traicionó y no pude comenzar a sentir como algo que crecía dentro de mí. Fue algo lento, paulatino, casi imperceptible al principio, pero conforme fue metiéndomela más fuerte, aquello crecía por momentos hasta que finalmente me acabó desbordando, y entonces, con gritos de dolor y rabia y las uñas clavadas en su espalda, me corríiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaarrgghhhh…

-Aaahh síiiiiiii…córrete ya puta de mierdaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa…

Mi orgasmo fue unos segundos adelantados al de Papá, pero una vez quedaron acompasados, fue una sensación que nunca podría olvidar por mucho que quisiera. Él se movió unos segundos más dentro de mí y noté como su semen me encharcaba por dentro, casi me anegaba. Me dejó bien servida en lefa, y para colmo, me hizo coger con los dedos un poco que se me escapaba por mi vulva y tragarlo, a pesar del asco que le tenía y le sigo teniendo.

-Aaaaaah aaahhh-suspiraba-…es el polvo más cerdo que he echado en mi vida…dios que cosa…uff que golfa…menuda puerca…

Al mirarme a la cara, yo no podía mirarlo a él, la humillación era demasiado grande. No podía parar de llorar.

-Bueno, para que aprendas, aunque aún me he quedado con ganas, y mi polla también jiajiajiajia…uufff creo que aún puedo darme un último gustazo contigo…

Antes de poder reaccionar, me volteó poniéndome de espaldas y él, después de darme varios cachetes en el culo, se puso a desflorármelo con los dedos. Cuando adiviné su intención le dije de todo para que no se atreviera a darme por detrás, incluso le dije que era virgen, lo que más que detenerla, solo le alentó.

-Mucho mejor entonces, así podré hacerte sufrir de verdad. Y ni se te ocurra impedirlo, o ya sabes que pasará.

Me puso a cuatro patas como las perras, y para mi humillación comenzó a llamarme Fifí, que era el nombre de una preciosa perrita que yo había tenido de niña. Se puso a lamerme el ano una y otra vez, pasando los dedos por él, alternando para no dejar respirar ni un solo segundo en paz. Mamá, que para ese entonces ya estaba sentada en el lateral de la cama, solo me miraba mientras tenía la desfachatez de tocarse, diciéndome que no podía evitar excitarse y que era culpa mía por provocar todo aquello. Ella también se había desnudo y se masajeaba la concha de forma regular, sin prisas, mientras sus tetonas, de lo hinchadas que estaban, casi amenazaban con estallar.

Alentado por los comentarios de Mamá, Papá se ensañó más con mi ano, metiendo dos dedos para ver que efectivamente me entraban. Aquello dolió de verdad, pero no fue ni de lejos comparable al dolor que sentí cuando tras ponerse de rodillas detrás de mí, nuevamente erecto, consiguió barrenarme el ano, desvirgándomelo y haciéndome un daño terrible. Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhh dios que dolooooooooooooooor…era un suplicio, una tortura infernaaaaaaaaaal…chillé y gemí hasta que me vencieron las fuerzas, y entonces Papá se puso a darme por el culo.

Nunca lo había visto tan satisfecho de sí mismo, tan orgulloso de lo que estaba haciendo, aunque yo no entendía que había de orgullo en castigar a una hija follándola y luego casi desgarrándole el orto. En cuanto a Mamá, seguía a lo suyo, observando toda la escena pero sin participar, al menos eso pensé hasta que noté sus dedos en mi concha, masturbándome a la vez que era violentamente sodomizada. Yo no podía ni hablar, me sentía como si tuviera algo en la boca que me atragantase. Incluso me costaba respirar, pero resoplaba una y otra vez para coger aire, pero en mí prevalecía el intenso dolor que era sentir el enorme pollón de Papá incrustado firmemente entre mis nalgas.

La forma en que me estaba dando por el culo solo podía ser comparable a ser azotada con un látigo de durísimo cuero. Mi culo estaba siendo torturado y usado de una manera tan despiadada que por un instante creí que era un desconocido quien me estaba enculando, pero no, era mi querido y amado padre el que estaba follándomelo, y por los gemidos que podía escuchar a mis espaldas, juraría que, pese al castigo que me estaba infringiendo, él se lo estaba pasando bomba. Claro está, no todos los días uno se puede cepillar a una nena de 15 años, y llegué a creer que eso era lo que él quería, sin importarle que yo, su propia hija, fuera la víctima, y que el castigo solo era la excusa para satisfacerse. En aquel momento estaba tan confundida que podía creer cualquier cosa, pero el hecho era simple: mi padre me estaba forzando en mi propia cama.

-Uuuuff que culito más rico…que cosita guarra…aaaaayyy que bien me la estruja, como ardeeeeeeeeeee…aaaaaah ayayaayayy…esto es la gloria…

-Venga Raúl, dale fuerte, reviéntale ese culo a pollazos…sodomízala de una puta vez…

Y lo peor era tener que aguantar sus comentarios, sus insultos, sus vejaciones, su manera tan despiadada de tratarme. Jamás me había sentido tan sucia, tan envilecida por alguien a quien yo quería tanto, y el caso es que ni siquiera era capaz de articular palabra más allá de "aaahh aaah aah" debido a los empujones de Papá en mi ano. Me tenía doblada mientras me cogía las tetas y jugaba con ellas, retorciéndolas y a veces aplastándomelas, apretándome contra él para rozarse todo cuanto le era posible. Estaba aprisionada entre su cuerpo y sus brazos a la vez que sentía su vara desgarrándome entre mis apretadas nalgas.

Incorporándose un poco, de estar a cuatro patas pasé a estar totalmente echada en la cama boca abajo, sintiendo como aquello me era más doloroso al tener mi culo algo más cerrado en aquella posición. Él debía saberlo y lo hizo ex profeso para que me doliera y lo sufriera. Mamá ya no podía tocarme entre las piernas, pero se contentaba con mirarme mientras la veía estirar una pierna y tocarse. Fue de lo más vicioso y pervertido que vi en mi vida: ¡¡Mamá pajeándose mientras veía como Papá me violaba el culo!!.

La soberanísima enculada de Papá estaba llegando a su término, no había más que oír como jadeaba para saber que no tardaría en correrse, y lo peor, increíble o no, era que yo también sentía que estaba a punto de correrme. Se aferró a mis tetas y las apretó tanto que me hizo gemir de dolor, se apretó contra mí y me enculó más fuerte y más fuerte hasta que, con enormes estertores, noté como me llenaba el ano de su leche cremosa y escuché sus roncos gemidos al correrse. Su orgasmo fue seguido, de manera involuntaria, por el mío, y casi me quedé inconsciente. Cuando me la sacó me la restregó por la cara, dejándome por ella un pequeño rastro de semen que, como no, tuve que tragar.

-Aaaaaah jajajaajaja…uuuuummmmmmmmmm…me lo ha pasado de miedo con este culito tuyo…ya me encargaré de castigarte más a menudo…ni se te ocurra pensar que te vas a librar tan fácilmente…

-Raúl, ¿ya terminaste?.

-Sí, yo ya hice todo lo que tenía que hacer. ¿Por qué?.

-Porqué yo también quiero castigarla. Es tan hija mía como tuya, y creo que merezco el mismo derecho a darle el castigo que se merece.

Mamá fue al oído de Papá y le dijo algo. Él asintió y se puso en el lateral de la cama para ver como Mamá, volteándome y poniéndome boca arriba, para admirar mi cuerpo desnudo. Se quedó mirando mis tetas, que subían y bajaban por mi acelerada respiración, y me recorrió de arriba abajo para ver mis curvas, centrándose en mis dilatados labios vaginales. Lasciva y viciosa se me acercó y se puso a besarme largo y tendido, llevando mis manos a sus tetas para que las tocase y apretase. Jamás me había montado un lésbico, era algo que no me gustaba, pero ahora, a la fuerza, estaba descubriendo lo que era aquello. Peor no me podía sentir.

-Mmmmmmmm que boquita…que razón tienes Raúl, que bien besa la niña…es toda una delicia…y que tetitas más ricas…te las comer enteritas…

Bajó su boca para besarme el cuelo y hacerme chupetones un rato, y luego se aferró a mis guindas con sus labios, succionando y tironeando de ellas todo cuanto quiso y más aún. No tardé en jadear muerta de vergüenza, incapaz de soportar aquellas lacerantes y obscenas caricias. Percibí sus dedos recorriéndome hasta llegar a mi chochito y jugar con él para lubricarlo, acariciando el clítoris y los labios vaginales con mucho cuidado y mucho mimo, haciéndome rechinar entre dientes y morderme el labio inferior para resistir aquella imposible marea de sensaciones.

-Mira Raúl, la cerda de tu hija se pone caliente conmigo…la guarra de ella se corre sin importarle quien la toca…es una golfa…

-Vamos Mamen, dale duro, castígala de una vez y no te cortes…

-Tienes razón…¡¡vamos furcia, cómeme el coño o te muelo a palos!!...

¿¿Comooooooo??. Casi no podía dar crédito a lo que estaba oyendo de no ser porqué estaba viviéndolo. Mamá se abrió de piernas y para mi rechazo, tuve que hurgarla y explorarla según ella me ordenaba. Su cara de placer me provocaba un terrible sentimiento de asco, pero no podía parar de tocarla y lamerla, teniendo que meterle la lengua hasta el fondo de su coño para luego tener que besarme con ella y compartir sus jugos, como me ordenó. Papá, en su rol de mirón, lo único que me decía era que lo estaba haciendo de fábula y que no me detuviera, que le estábamos dando un espectáculo antológico.

-Eso es, venga, dale caña a tu madre, fóllatela putilla asquerosa…dios, como me estáis poniendo….buffffffff Mamen, que pedazo de paja me estoy cascandoooo…

-Aaaaaaaah aaaaaaaaaahh pélatela Raúl, asíiiiiii…ohhh vamos zorrita, no te pares…no pareeeeeeeeeeeees…

Me cogió con fuerza y me hizo ponerme encima de ella, de forma que a la vez que estaba comiéndole todo el coño ella podía comerme el mío, y bien que se puso a comerlo. Me exploró a lo grande, llegando a meterme ¡¡tres dedos!! y a usarlos como si fuera un consolador, follándome con ellos a la vez que su otra mano jugaba con mi clítoris para ver como mi cuerpo se convulsionaba con sus caricias.

La forma en que todo aquello estaba ocurriendo me parecía una pesadilla, pero los gemidos que estaba soltando y las tremendas sensaciones que tenía me decían lo real que era todo aquello. Poniéndome de lado Mamá se lanzó a follarme con mis abiertas lo más abiertas que podía, y yo, a la fuerza por orden suya, hice lo propio procurando frotarla con mucha presión y usar mi lengua para rematar el trabajo. Total, que acabamos corriéndonos como dos perras lujuriosas, gritando sin parar y quedando tumbadas en la cama. ¡¡Era increíble la fuerza del orgasmo que me produjo mi propia madre!!.

Para acabar el trabajo, y sin que me lo esperara, Papá me sujetó la cabeza, se masturbó delante de mí y con unos roncos jadeos, el cerdo de él se corrió en mi cara, dejándome bien pringada de su semen, el cual tuve que dejar en mi cara como seña de mi propia depravación, la causante de todo lo que ellos me hicieron. Cuando Papá y Mamá se abrazaron mirándome, yo estaba en un estado lamentable: desnuda, pringada de semen y forzada por propios padres. ¡¡Menudo castigo que me hicieron!!.

-Espero que hayas aprendido la lección, y si no, podemos castigarte otro día-me dijo Papá, tan tranquilo-.

-Y ya nos pondremos en contacto con los otros, y después de unas palabrejas, ya lo acordaremos para que te hagan lo mismo, o peor incluso. No te queda nada por vivir Yolandita mía-replicó Mamá, irónica-…

Me dejaron sola y me quedé tan turbada que no sabía que pensar de todo aquello. Lo único que me cruzaba la mente una y otra vez era la idea de que ellos habían exagerado con el castigo. Total, ¿¿qué había hecho de malo??...solo me habían pillado besándome con mi primo…claro que mi otro primo y hermano suyo estaba comiéndome las tetas…sin olvidar que estábamos desnudos…¡ah sí!, y que mi tío y padre de mis primos me hacía el amor mientras ellos me toqueteaban…pero bueno, que no había para tanto…¿o sí lo había?...

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Expediente X: Los señores Devlin

Doncella, criada... y esclava

AVH: Avril Vs. Hilary

Fiesta de pijama

Yo quiero a mi hijo

Las chicas Gilmore: el invitado

Begoña: puro vicio

Todo en un día

El bultito de mi hija pequeña

Te veo en mis sueños

Viaje en tren

Lujuria en Disneylandia

Susana, la niña del ciber

En la profunda oscuridad del bosque

Bajos instintos

Aurora & Iris

Begoña: pasión inconfesable

Buffy, cazavampiros: Willow

Pizza con extra de almeja

Mi hijo, mi nuera...y yo

Ojos que no ven...

Buffy, cazavampiros: Dawn

Más allá de las estrellas

El amor de mi hermano

Cojí con mi madre

Mireia, la madre de mi mejor amigo

Buffy, cazavampiros: Joyce

Sonia, la gogo brasileña

Orgía en la casa de Britney Spears

Pamela: corrupción total

Sabrina, cosas de brujas: el perfume

SI, de Rudyard Kipling

El pony que me folló

Paulina Rubio, el volcán mexicano

Xena, la princesa guerrera: Perversiones

Verónica

Ese oscuro objeto de deseo

Follándome a Angelina Jolie

El bultito de mi hija

Embrujadas: El poder de cuatro

La vida secreta de Harry Potter

Amada por Tiziano Ferro

Amantes

La vida secreta de Ron Weasley

Sara, la guarra de mi profe

Alyson y sus amores

La vida secreta de Draco Malfoy

Follándome a jennifer connelly (Ed. Especial)

Desvirgada

Follandome a Jennifer Connelly

La historia de Mary Kay Letourneau

La vida secreta de Hermione Granger

Saúl, el semental que me desvirgó a mi también

Saúl, el semental que me desvirgó

La isabel

Juntos para siempre

Gabi, mi dulce amante peruana

Secretitos: Alicia en el jardin de las delicias

Raquel: entre la realidad y la fantasía

El pony que se folló a mamá

Mi adorado Sr. Sebastian

Mi dulce quiosquera: Un placer sin igual

Mi dulce quiosquera: Otra sorpresa

Mi dulce quiosquera: Inesperada petición

Mi dulce quiosquera: El deseo hecho realidad

Mi dulce quiosquera: Agradable sorpresa

Gemma, mi profesora particular

La dependienta: mi 1º vez con (toda) una mujer

Cynthia: lección de una anatomía precoz

Joyce

En el metro de japón

De cena con mi prima... y alguien más

De cena con mi prima