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Pamela: corrupción total

en No Consentido

PAMELA: CORRUPCIÓN TOTAL

Roberto y Pamela volvían a casa. Ambos acababan de volver de un viaje a la finca de la familia de ella que había durado dos días. Su agotamiento no era mucho, pero los ánimos estaban algo alicaídos. Ninguno cruzó más de dos palabras durante el viaje hasta llegar a casa.

-Cariño-dijo él-, en cuanto lleguemos me iré a dar una ducha y luego me dormiré un rato.

-¿No estás enfadado, verdad?.

-¿Por qué?, ¿por qué tu hermano volvió a dar la nota y decir que todas son unas putas y que si no fueras su hermana se lo montaba contigo-replicó con sarcasmo-?...No, de eso no estoy enfadado, pero sí de que no te defendiste y tuve que hacerlo yo…

-¿Y que querías que hiciera?. Que es mi hermano.

-¡Y tú una persona, maldita sea!. ¿Qué tiene que tanto temes?.

-Alfredo fue siempre muy cafre, Roberto. Y siempre ha tenido la mano muy fácil. Si me hubiera enfrentado a él quizá me hubiera dado un bofetón.

-Antes de tocarte un solo pelo lo mato-espetó con furia-.

Con los ánimos tensos, los dos dejaron la discusión, entraron en el portal de su edificio y subieron pesadamente al segundo piso. Tras meter las maletas, él fue a cerrar la puerta, pero justo cuando iba a hacerlo algo la frenó y como un ciclón se abalanzó sobre él y lo noqueó. Cayó al suelo inconsciente.

Despertó con un enorme dolor en su nuca. Cuando recuperó la consciencia, se encontró con que estaba maniatado a una silla, con un pañuelo en su cuello. A su alrededor solo encontró a Pamela en el sofá, con expresión horrorizada. Fue entonces cuando vio entrar en el cuarto a un hombre, vestido con chaqueta militar de camuflaje(con una placa de identificación que decía "Baker"), un pantalón negro, botas y un pasamontañas que le cubría la cabeza. Miraba con furia a Roberto.

-Hola mamón-dijo-. Por fin despiertas. No quería empezar esto sin ti.

-¿Qué quieres?, ¿dinero, joyas?, te daré lo que quieras…

-No me interesa el dinero imbécil-contestó su raptor-. Yo vengo por otros intereses.

-¿Qué?.

-Tienes una mujer muy buena. Seguro que sabe chuparla como una guarra. Y menudo cuerpo: ese pelo color azabache largo, esos labios húmedos, sus firmes tetas empitonadas, sus ojos castaños, ese culo respingón, y que piernas debe lucir…A esta perra creo que le hace falta un buen repaso.

-Escúchame. Si la tocas…

-¿Qué harás-le espetó, con risa triunfal-?...No estás en situación de amenazar. ¡YO SOY QUIEN AMENAZO!. ¡¡Yo doy las órdenes-y le puso un cuchillo junto a la yugular, apretando hasta casi clavarlo-!!…

-¡¡¡No por favor-gritó ella-!!!. Haré lo que quieras, pero no le mates…

-Bien-dijo el raptor-, creo que vamos a entendernos. Respecto a ti, mejor que no digas nada-se acercó a Roberto y subió el pañuelo del cuello a la boca, amordazándolo para que no hablara-….y en cuanto a ti, golfa, vas a aprender a mamar una verga.

Se acercó a ella, atada de tobillos y muñecas con un nudo que la inmovilizaba. Dejó una mano libre, pero volvió a atarla y dejarla allí en el sofá. Baker se acercó a ella y se sacó una verga que a Pamela la escandalizó y estremeció. Unos 25 centímetros, de un grosor más que considerable y con marcadas venas por ella. De no verlo, ella creería estar contemplando el miembro de un caballo ó un burro.

-Venga puta, chúpame la tranca y hazlo bien. Y tú, maridito, tú vas a verlo todo. Y como no mires, le rajo el cuello y luego te lo rajo a ti, ¿entendido?.

Roberto asintió con la cabeza en una mueca de odio y espanto. Con la mano libre Pamela palmeó el pesado miembro, incrédula de que existiese uno de semejante calibre. Tuvo la impresión de estar viviendo una pesadilla, pero era real, muy real.

-Yo no puedo tragarme esto. No puedo…

Baker le dio una fuerte bofetada en la cara que la hizo estremecerse. Le dio otra y al ir a darle la tercera ella hizo un ademán para decir que parara.

-¡He dicho que chupes!.

Con el asco que sentía y la repulsión de lo que estaba ocurriendo, abrió la boca y comenzó a chupar el glande de Baker. Roberto, mientras tanto, miraba como sucedía todo. Deseaba con todas sus fuerzas apartar la cabeza, pero sabía que sí lo hacía ella moriría degollada. Impotente vio a su mujer haciendo algo que a él jamás le había hecho.

-Mmmmmmmmm que bien la mamas….eres una guarrilla ¿verdad?...Uuufff maridito…menuda boca tiene esta furcia…Ésta sí que sabe lo que es chupar…oooohhhhhh OOOOOOOOHHHHH-gimió roncamente-….Voy a disfrutar follándome a esta puta…

Con cada frase Roberto se estremecía, sabiendo lo que pasaría. Con lágrimas en los ojos Pamela seguía mamando, metiéndosela en la boca tanto como podía. Una tremenda arcada la invadió por el tamaño de aquel colosal pedazo de carne caliente que chupaba, pero no podía detenerse, y a cuestas con el odio hacía cuanto pudiera para mamársela y hacerle gozar. Nunca jamás ella se había sentido tan humillada. Con mucha fuerza enroscaba la lengua alrededor para succionarla. Baker, por su parte, gozaba y jadeaba continuamente. Tras unos minutos que se hicieron eternos tanto para Pamela como para Roberto, Baker la hizo detenerse, se acercó a ella y le rasgó con fuerza la ropa, desnudándola y dejando sus enhiestos pechos al aire. Sus pezones, en contradicción con su mente, se habían endurecido. También la abrió un poco de piernas y dejó al descubierto un coñito ligeramente abierto.

-¿Ves lo golfa que es, maridito?...este puerca está mojada…joder, seguro que le gusta que la humillen…ven puta, que me voy a poner las botas comiendo esto…

La abrió bien y se lanzó a comerle el coño. Lo hacía con rapidez, al tiempo que estrujaba con fuerza las tetas de Pamela y sus pezones. Ella gemía de dolor y de indeseado placer, cuya mirada se encontraba con la de su marido, mero espectador de la vejación de su amada esposa. Lo peor es que, sin poder evitarlo, su propio miembro se estaba elevando poco a poco dentro de sus pantalones. Una oscura y secreta parte de él, por increíble que pareciera, lo estaba disfrutando. Pamela se retorcía en todas direcciones gimiendo y jadeando, mientras Baker la penetraba con la lengua y se bebía los abundantes jugos que le brotaban. Su violador le daba cachetes en sus tetas y las hacía enrojecer, luego de meter dos dedos por su estrecho ano que la hicieron arquear la espalda y gemir dolorosamente. Todo su cuerpo era abusado por aquel hombre que se extasiaba forzándola. Cuando dejó de chuparla, la cogió del pelo con tanta fuerza que Pamela gritó de dolor. La llevó al suelo y la puso a la larga, echándose encima. La desató para tenerla bien dispuesta, asegurándose de que no se escapase poniendo su cuchillo en el cuello.

-Un solo movimiento en falso y te rajo, ¿está claro?.

Pamela asintió con la cabeza presa del pánico, y guiando su pollón, la penetró de una sola embatida. Entonces sí que gritó de verdad. Se sintió desgarrada, sucia, humillada, ultrajada y salvajemente rota por dentro. Apretó los dientes para aguantar la brutal penetrada que estaba recibiendo. Sentía como su conejo estaba lleno de polla, como llegaba incluso a tocar las paredes del útero, como la desbordaba su tamaño. Baker, apoyándose, la violaba con absoluta y corrompida satisfacción, haciendo con aquella mujer lo que quería. Era su juguete, su esclava, su puta, y todo lo que se le antojase. Se giró para comprobar que el devoto esposo no perdiese detalle de la embestida que Pamela recibía y metió dos dedos por el culo de Pamela que la hicieron gemir entre dientes.

-¿Qué, te gusta ver como me la beneficio?...Todas son unas putas y solo quieren polla y más polla…Mira si no a esta guarra…¿No ves como disfruta?, ¿no ves como goza?...aaahh aaahhhhh aaaahhh…Venga, puta, dime si gozas…dímelo….¡QUE ME LO DIGAS!.

-Síiiiiiiii-respondió amargamente, cautiva de la coacción-…sí, me gusta…me gusta que me violes, que me fuerces…me gusta ser violadaaaaa…AAAAAAAH AAAAAAAHHH AAAAAAAHH AAAAAAAHHH AAAAAAHHHH…

-¿Quieres que me corra dentro?...¿quieres que te preñe, ZORRA?...¿quieres que luego viole tu culo de golfa?, ¿qué te lo reviente y desangre?...

-Síiiiii-volvió a responder, más por miedo de dar una respuesta incorrecta que por deseo propio-…viólame el culo…destrózalo…y préñame….préñame bien…

-¿Ves que te decía-preguntó Baker a Roberto-?...Una puta barata…

Roberto estaba incrédulo, y no podía creer que su mujer hubiera dicho aquello. No sabía si lo decía por seguirle el juego, o porqué realmente lo deseaba. En aquel momento Pamela para él una completa desconocida, cuya cara entre sufrimiento y placer hacía difícil saber si estaba disfrutando de la violación. Baker la acometía con fuerza y desgarraba la vulva de su presa. Como si fuese una porra, golpeaba con fuerza y penetraba en su vulva chocando sus huevos contra ella. Los labios vaginales estaban más dilatados y rojos que nunca. Viendo la cara de Baker, Pamela supo que iba a correrse y se espantó, ya que estaba en días fértiles y efectivamente podría embarazarla, algo que, a pesar de lo que había dicho instantes atrás, no deseaba.

-Quiero tu leche-le dijo-…No te corras dentro…me lo tragaré todo…pero no te corras dentro…dentro no…me tragaré todo tu semen…

Roberto se quedó de piedra, anquilosado en su sitio, al oír tan escandalosa petición. "Realmente está gozando", pensó, "esta furcia de esposa está gozando que la violen". Mezclado con la impotencia, comenzó a sentir una profunda ira. Baker, por su parte, quedó más que impresionado.

-¿Así que quieres mi leche, eh?...Menuda fulana que eres…y luego seguro que vas de puritana por la vida…Puta golfa…Abre esa boca que vas a tener semen hasta atragantarte…

Bombeó un poco más dentro de ella para sentir un poco más aquella calidez, luego la sacó, se pajeó un poco y acercándose, ella abrió la boca y comenzó a engullir los chorros de semen que le llegaban. Baker gozó y gritó hasta dejar de correrse, sacando después los dedos del culo de su víctima. Al mirarla, vio que un poco de semen había manchado el pelo y la cara de Pamela. Entonces echó una sonora carcajada y la señaló con las manos.

-Jaaaajajajajaaaaa…Pero que puerca…si lo llego a saber me hubiera venido mucho antes…yo…

En ese momento se giró y vio algo en la estantería del armario que había a su izquierda, en la pared. Roberto no sabía que era lo que había visto hasta que Baker lo cogió. Una pequeña estatuilla dorada. Pamela estaba igual de extrañada, tendida en el suelo del piso, desnuda y manchada de semen. Baker fue hasta Roberto y con fuerza le quitó la mordaza.

-¿Se puede saber que coño es esto-preguntó gritando, furioso-?.

-Es un Oscar falso. Se compran en los mercadillos y bazares y llevan diversas etiquetas-explicó Roberto-. Se lo compré por nuestro quinto aniversario.

-¿"A la mejor esposa"-leyó-?, ¿¡"A la mejor esposa"-repitió con más saña-¡?.

Se fue hacia ella y la cogió del pelo con fuerza, haciendo que ella gimiera de dolor. La puso junto a él y luego le abrió las piernas, metiéndole mano.

-¿Te parece esto una buena esposa, una puta que disfruta cuando se la violan, que pide semen para beberse como si fuera agua y que se corre cada dos por tres?.

La pregunta contenía una dolorosa verdad para él, ya que la actitud y peticiones que hizo su mujer ponían en entredicho su conocido recato y puritanismo. En la última hora se había convertido en la chica más golfa que él había conocido. Al mirar a Baker, vio en éste una extraña mirada de orgullo al mirar el Oscar. Miró un momento a Pamela, otro a Roberto, y se levantó. Con fuerza puso el Oscar sobre la pequeña mesa de la sala y luego levantó a Pamela del suelo como quien levanta un peso muerto.

-VENGA GOLFA DE MIERDA…VAS A SABER LO QUE ES SER PUTA…

Dicho esto, la cogió por los hombros con fuerza, la abrió tanto como pudo y de una sola estocada la hizo sentarse encima del Oscar. Un fortísimo dolor la invadió y ultrajó: tenía todo el Oscar dentro de su cuca. Roberto estaba igual de incrédulo. Solo quedaban fuera los pies y el soporte de la figurita. Pamela hizo amagos de querer sacárselo, pero Baker no la dejó.

-Te lo guardarás ahí hasta que yo te lo diga, puerca…¿Qué es esto?.

Se fue hacia Roberto y le hizo una capada que le provocó un gran espasmo, casi una asfixia.

-¿No te digo, el tío éste-pensó Baker en voz alta-?...Nena, tu marido está empalmado, y vaya, está muy muy duro. Es tan cerdo como tú jejejeje…

Fue el desplome final de ella. "Que cabrón", pensó, "le gusta ver como me violan". Entonces Baker la hizo levantarse y fue junto a Roberto.

-A cuatro patas, ¡YA!...y ahora vete a tu marido y hazle una buena felación.

Marido y mujer se miraron un segundo a los ojos, con encontrados sentimientos de rabia, impotencia e indefensión, pero también con el odio de que ambos creían que al otro le gustaba aquello. Pamela abrió la boca y se tragó todo el miembro de su esposo, mientras, en parte por la postura y en parte por el despecho, puso su culo en pompa para que Baker lo viese. Éste no pasó por alto aquella visión.

-Mmmmmmm-se relamió-…menudo culo tiene esta putita…Madre mía que nalgas, y que agujerito…esto me lo como todo…te voy a hacer un Beso Negro que te acabará de convertir en la zorra que eres…

Se agachó y comenzó a pasarle la lengua por su ano mientras le daba tremendos cachetes, tal y como antes había hecho con las tetas. Como si fuera un profesional comenzó a sensibilizarle el ano y no tardó ella en responder con algunos gemidos mientras seguía felándosela a su marido. Dejó de chupar por un instante y vio a Baker comiéndole el culo y no podía entender como aquello podía contener tanto placer.

-¡Sigue mamando!...¡¡Si te paras ya sabes las consecuencias!!.

Volvió a la tarea rápidamente. Aún así sentía como su culo era ensalivado y humedecido, dilatándose poco a poco. Roberto, mientras tanto, luchaba contra una tormenta de sentimientos: la vejación que estaba sufriendo contra el placer de la primera mamada que recibía de su mujer, hasta ahora negada a dársela. Para colmo, ella alternaba la mamada con una cubana entre sus tetas que hacía las delicias de Baker. Roberto miró a Baker, que nuevamente hincó dos dedos dentro del culo de Pamela. El cuerpo de ésta tembló y resoplando como un toro salvaje, Baker se bajó los pantalones a toda prisa.

-¡¡Ahora verás puta!!.

Sin preliminares ni esfuerzos, Baker se la metió por el culo. Se maravilló de sentir las paredes de su ano estrujándole la enorme polla y se curvó hasta ponerse a espaldas de ella. La cogió de las tetas para tirar de ellas y arañarlas al tiempo que le besaba el cuello y la nuca como el baboso que era. Luego desplazó una mano al coño y cogiendo bien fuerte el soporte del Oscar que sobresalía por comenzó a moverlo.

-¡¡Amigo mío, tu mujer es una joya!!. Deberías prostituirla.

Jamás Roberto sintió tanto asco en su vida. Realmente quería matarlo, matarlo a golpes, acribillarlo a tiros, pero solo podía sentir como Pamela se la mamaba y ver como Baker la enculaba. Cogiendo el ritmo, Pamela sentía su primera doble penetración entre el placer de saber lo que se siente y el asco de saber que la estaban violando. La enorme polla que antes había sentido en su coñito ahora le destrozaba su ano. Era como si la estuviera partiendo en dos con un hierro al rojo vivo. A cada acometida se la mamaba más fuerte y usaba la lengua para enroscarla como si fuera una liana. En su interior brotó el despecho y se dijo que si a su marido le gustaba ver como era violada, pues la vería violada de verdad.

-Ooooooohh oooooohhh oooooohhh ooooooooohhh oooooooohhh…Que culo, esto es el paraíso…Toma, ¡¡toma!!, ¡¡toma por culo!!...¿como te gusta eh?...que zorrita eres…Dios que mujer…dime como te gusta, dímelo…

-Sí-contestó, después de sacarse la polla de Roberto de su boca para ponérsela entre las tetas-…sí me gusta…me encanta que me des por el culo…Me gustaaaaaa…¡¡AAAAAHH AAAAAAAAHH AAAAAAAAHH AAAAAHHH AAAAAAAAAHHH AAAAAAAAHHH!!...

-Lo sabía…venga sigue mamando y ordéñale bien…Quiero ver como te comes su leche...¡¡ah!!, y deja que algo te salpique la cara, que luces muy bien así…

Durante varios minutos de una enculada tan brutal como forzosa, Baker acabó gozando y comenzó a correrse dentro. Pamela sintió como su violador le llenaba el culo de semen y aceleró la mamada para que su esposo se corriera. Finalmente lo consiguió y tras dejar escapar los dos primeros chorros, que la embadurnaron por el pelo y la cara, comenzó a tragarse los demás. Por la enmascarada cara de Baker se adivinó una orgullosa muestra de triunfo y cogió a Pamela del pelo para poder ver su cara, que contenía una torpemente ocultada expresión de placer.

-¡Esta guarra es incansable!...Como se nota que no sabías satisfacerla cabrón…Mírala que bien luce con la cara de semen…Como la puta que es…

Baker le sacó el Oscar de su vulva y vio lo abierta y dilatada que estaba. Pamela emitió un gemido de placer: se había corrido por todas partes. Se encontraba cansada, con el cuerpo extenuado del castigo a la que era sometida. Emitió un suspiro, en la creencia de que él por fin se iría, pero estaba equivocada.

-¡Ahora probaremos algo nuevo!.

Desató los nudos de Roberto y le ordenó tumbarse en el suelo. Al hacerlo puso a Pamela de espaldas sentada sobre él y Baker al frente de ella.

-¡¡Deja que tu marido pruebe este culito tan rico!!.

La hizo ensartarse el miembro de su esposo y Baker también la penetró. Amenazando con el cuchillo el cuello de ella, Roberto no podía si no encular a su esposa tal y como Baker quería. Éste, por su lado, volvía a disfrutar de metérsela a ella, que ni siquiera hacía esfuerzos por resistirse. El agotamiento de su cuerpo lo impedía. Los dos hombres, cada uno por un agujero, uno queriendo, el otro sin poder evitarlo, se la trabajaron y la penetraron hasta correrse por última vez. Baker atrajo hacía sí a Pamela hasta quedar cara a cara y la cogió del pelo por la nuca.

-Yo no me voy sin probar estos labios de chupapollas.

Se dieron un beso de tornillo de los fuertes, con lengua y moviendo las cabezas en todas direcciones. Le lamió el cuello, volvió a probar un poco los pezones y tras un último beso, se salió de ella pero ordenó que se quedaran quietos.

-¡¡Gracias por todo furcia!!...Ha sido fenomenal…Me lo he pasado muy bien…Tú sí que sabes hacer gozar a un hombre…Y tú, maridito, suerte tienes de que no quiera encularte a ti, con tu mujer ya tuve bastante…Y no hace falta decir lo que pasará si avisáis a la policía, ¿entendido?...

Apretó el paso y oyeron como abría la puerta de la casa y como bajaba corriendo las escaleras. Roberto se salió del culo de su mujer y miró por la ventana como el sujeto huía a toda velocidad calle abajo. Imposible seguirle tal y como él estaba. Al mirar a su mujer, ésta apartó la vista debido a la vergüenza, lo mismo que él. Ninguno podía expresar con palabras el horror que habían vivido y la horrible sensación de traición que sentían. Se sintieron como si fuera el fin del mundo e intentaron en vano hablarlo para ver si podían salvar lo que parecía insalvable.

Tras correr varias calles, Baker se quitó el pasamontañas, la chaqueta militar y comenzó a caminar a paso normal. Cogió el coche y se fue de allí. Poco después llegó a su casa, entró, sacó una cerveza de la nevera, se sentó en su sillón ante la TV, y puso el canal Playboy.

-No te jode el tonto de mi cuñado diciendo que mi hermana era una puritana. Menuda golfa que era de verdad. Deberé pensar en volver alguna que otra vez más adelante. Sí, quizá vuelva-dijo sonriendo con malicia-…

Y allí sentado, bebiendo cerveza y viendo una película porno, Alfredo se sacó la tranca de los pantalones y comenzó a masturbarse recordando lo mucho que había disfrutado violando a su propia hermana, y fantaseando con volver a hacerlo…

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