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Todo en un día

en Sexo Oral

TODO EN UN DÍA

 

-¿¿Es esa tu última palabra-pregunté muy enfadada-??.

-¿¡QUIERES OÍR MI ÚLTIMA PALABRA!?.

Su tono tan alto y amenazante que en otras ocasiones me había amedrentado solo consiguió enfurecerme más.

-¿¿De veras es esa tu última palabra??.

-Escúchame bien, ¡NIÑATA!. Más te vale olvidar esta charla si no quieres desatar una furia que solo has visto en la Biblia, ¿¡QUEDA CLARO!?.

-¡SÍ, SEÑOR TIRANO, CLARÍSIMO!.

Salí de su despacho dando un soberano portazo que retumbó por toda la casa. Estaba hecha una auténtica furia, cuando vi a Guillermo y Héctor salir de la habitación de éste último, que estaba a poca distancia del despacho.

-¿¡Se puede saber que ha pasado ahí dentro-preguntó Guillermo-!?.

-¡NADA!. Simplemente que he discutido con ese #@!!X%&(no me atrevo a repetir aquel insulto) y la discusión se salió de madre.

-¿Pero va todo bien?.

-Sí Héctor, va perfectamente-repuse con sonrisa sardónica y mucha ironía-, y si me disculpáis, me iré al comedor, o a salita, o al jardín, ¡¡O A TOMAR POR EL PUTO CULO!!.

Me largué de allí echando leches queriendo aplacar mi mal genio y ellos se volvieron a su cuarto con mala cara por haberles gritado. Siempre fui muy temperamental. Decidí irme al balcón de fuera, a que el sol de la mañana me iluminase y se llevase mis malos humos. Tenía que pensar, pensar, pensar…si hubiera sido un dibujo animado, me hubiera dado cabezazos contra las paredes con tal de tener una idea. Me apoyé en el balcón y contemplé la inmensa panorámica de aquella casa de campo en la que me encontraba y en la que esperaba pasar un buen día al despertar. Al irse despejando mi cabeza, entré en razón y me fui a disculpar con Guillermo y Héctor por haberles gritado. Ellos quitaron hierro al asunto diciendo que todos nos solíamos acalorar al discutir y que era normal. Nos dimos un abrazo y me propusieron quedarme con ellos jugando en su ordenador una partida de "Need For Speed", pero les dije que no, que tenía otros planes. Me fui a mi cuarto, y me quedé pensando en que tenía hasta la puesta de sol para cumplir la idea que accidentalmente había sido trazada.

Tres hombres en la casa, tres desafíos, a cada cual más difícil. Evidentemente, Guillermo y Héctor serían los primeros, y el otro con quien yo había discutido quedaba para el final. La cuestión era donde pillarlos a solas para someterlos, uno por uno, y así obtener lo que mi corazón ansiadamente quería. De los dos chicos, Héctor, que era el menor por año y medio, fue mi primer objetivo, no solo por ser el menor, si no por ser el más guapo. Su pelo era más de un castaño más claro que el de Guillermo, y sus ojos verdes más brillantes, sin contar con que aún tenía cierto aspecto de niño, mientras que el otro ya parecía todo un hombre. Con la ventaja que da saber las costumbres de unos y otros, yo sabía que a Héctor le encantaba pasar al menos un buen rato dando un paseo por el campo, y más si la mañana era soleada. Por fortuna, no tuve que esperar mucho para ver como salía a dar su paseo matutino. Le seguí con cuidado de no ser descubierta, viendo como se salió del camino e iba hasta una pequeña colina que le gustaba mucho, hasta que finalmente se echó en campo abierto a disfrutar la mañana y ponerse a soñar despierto. Con mucho sigilo me puse a su lado, y le vi con los ojos cerrados, lo que explicaba haber llegado hasta allí sin ser descubierta. Llevé mi mano a su bragueta e intenté desabrocharle la cremallera de sus pantalones.

-¿¿Pero que haces-preguntó al abrir los ojos y verme allí-??.

Le tapé la boca y le hice una mueca para que se callara. Le bajé la bragueta y hurgué dentro de sus boxers, sacándole al aire libre una polla decaída y fláccida. Con el pulgar me puse a pelar su cabeza y con los demás dedos se la masajeé, tomándome mi tiempo. En pocos segundos se le puso morcillona, una imagen que siempre me ha obsesionado. Cuando las pollas están morcillonas parecen enormes gusanos que luego quieren esconderse en el agujero. Al notar que jadeaba destapé su boca.

-¿Qué estás haciendo?, ¿no ves que nos pueden ver?...¿¡que quieres!?.

-¿No es evidente?...Quiero tu polla. Ahora relájate, que voy a hacerte sentir muy bien. Vamos relájate, déjate llevar…

No pude reprimir las ganas de besárselo, primero por encima del prepucio y luego por debajo, pelándosela con mucho esmero. Tras estar morcillona, se le puso semi erecta, y el calor aumentaba de forma lenta pero inexorable. Héctor había cedido a sus deseos y tenía libertad para seguir excitándole, lo que hice muy contenta. Por fin, después de varios besos y un par de lametones, mis caricias habían provocado el efecto deseado, y aquella polla se elevó orgullosa cual torre de ajedrez, esperando que alguien siguiera mimándola. Tras darle un pequeño beso en los labios a Héctor, acerqué mi cara y besé su glande una vez, y otra, y otra…La tenía bien sujeta con mi mano y no pensaba soltarla. El morbo de que pudieran vernos me excitaba más aún, me hacía humedecer entre mis piernas. Mirando a los ojos de Héctor, no podía parar de besarle su polla y de sacar la lengua dibujando círculos en su cabecita roja y recorriéndola de arriba abajo. Sus huevos, al tocarlos, se habían puesto muy duros.

-Para por favor…esto no está bien…no es bueno…aaarrgghh…

-¡Yo decidiré lo que está bueno o no!…Ahora calla y disfruta.

Puse mis labios en su polla, hice presión abriendo la boca y me la fui tragando. Tras meter el glande, el tronco le siguió con facilidad, hasta que mi nariz dio con su bajo vientre. Héctor profirió un prolongado gemido de placer y su cuerpo quedó como paralizado, relajándose con cara de satisfacción. Yo movía mi cabeza lentamente, probando el sabor de aquella polla con cada movimiento. Engullía, sacaba, tragaba, volvía a sacar…su sabor no me disgustaba, si no que me empezaba a gustar mucho. No estaba segura de cómo sabría, pero desde luego no era desagradable. Con mucho esmero seguí mamándola, evitando que me golpease la campanilla para no sufrir una arcada que diese al traste con todos mis planes. El poco grosor que tenía y su tamaño eran ideales, perfectos para mi boca. No quería dejar nunca de mamarla.

-Aaaaaaaaaaaahh dios míooooooooooooooo…si vas a mamármelo, deja que yo también te mame…por favor déjame chuparte la cuca…

Aunque no respondí a su plegaria con palabras, me incorporé poniéndome de rodillas y fui poco a poco girando 180º sobre él hasta quedar encima suyo, sin dejar de mamársela ni por un instante. Noté como me hizo a un lado el tanga y empezó a pasar su lengua por mi rajita, cuyo efecto fue devastador, haciéndome perder la noción de la realidad.

-Ooooooohh oooooooohh oooooooohh ooooooohh…uuuuuuuuufff que cosita más rica…sigue lamiéndome la pucha…no sabía que supieras hacer esto…aaaaaaah aaaaaaahh aaaaaaahh…

-Pero sigue mamándomela-protestó-. ¿No es lo que querías?.

"Cierto-pensé-, me estoy descentrando". Reanudé mi tarea con rapidez, continuando la primera de las tres mamadas que tenía que dar a fin de conseguir lo que quería. Su polla estaba bien mojadita por mi saliva, muy caliente. Cada vez que la veía así de dura se me desbocaba el corazón. Estaba ansiosa por probar el sabor de su semen. Aceleré los movimientos y apreté con mis labios para excitarlo más, jugando además con la lengua, tratando de enroscarla alrededor de su tronco, haciendo como una serpiente por una rama. Mis maniobras hicieron que tuviera espasmos y gimoteos varios, eso sin que dejase de lamer en mi pucha. Sus gemidos al lamerme me indicaban que le faltaba poco para correrse. Ya estaba, ya estaba a punto…

-Oooooohh ooooohh oooooooooh ooooooooooooooooohh…

-Córrete Héctor…dame esa leche sabrosa…la quiero…

-Tómala…ahí la tieneeeeeees…¡¡AAAAAAAAAAARRGGHH!! ¡¡AAAAAAAAAAAAHHH!! ¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAHH!!...

Con gran éxtasis para mí, Héctor eyaculó en mi boca, lanzándome todo su semen caliente, llenándome la boquita en varios chorros. Me lo tragué como una golosa delante de él para que me viera bien, y le encantó la expresión de mi cara mientras lo engullía, parecía que estuviese sedienta. Luego volví a sentarme en su cara para ser presa de un orgasmo a base de lengua en mi pucha que me dejó chorreando por la pata abajo, y permanecí así hasta que él me limpió todos mis jugos y se los bebió del mismo modo que hice yo con su semen. Al haber conseguido lo que quería, me levanté de allí y me recompuse para irme.

-¿¡Qué!?, ¿¡me dejas así-preguntó perplejo-!?.

-Lo siento Héctor, pero solo quería beberme tu semen. No puedo ir a más, pero te cito hoy a las diez y media en el comedor de casa. No te olvides. ¡Ah!, y no le digas a nadie lo que ha ocurrido.

-Pero no puedes dejarme así. Héctor Jr. tiene ganas de jugar-protestó-.

-¡Pues que juegue con Anita, la tu manita!.

Le dejé de una pieza, mientras yo volví a casa satisfecha, pues ya había tachado a uno de la lista, y solo quedaban dos. Justo al volver al camino de piedra para regresar a casa, un hombre mayor, que al parecer nos vio en la distancia, se me quedó mirando unos segundos y le devolví la mirada.

-¿Es que tengo monos en la cara?.

-Si tanto te gustan las vergas, yo tengo una bien buena para ti-dijo bajándose la cremallera-.

-Ande abuelo, a mí me interesan las cerezas, ¡¡no las uvas pasas!!.

Todo ofendido se giró dándome la espalda y siguió caminando hasta perderse en la distancia, mientras yo no podía dejar de reír. Volví a casa dando saltos de alegría, preparando mi segundo asalto. ¿Cómo podía chupársela a Guillermo?, ¿en que momento dispondría de la ocasión de paladear aquella polla?.

Al entrar en el pequeño patio exterior de casa, recordé que Guillermo, en lugar de ducharse según se levantaba por las mañanas, solía hacerlo poco antes de comer, ya que le gustaba estar en pijama dibujando, jugando al ordenador, ó simplemente haciendo el vago. Al mirar mi reloj de pulsera, calculé que tendría hora y media hasta ese momento, con lo que pasé casi todo el tiempo recreándome en la sensacional felación que le hice al pobre Héctor, del que supuse tardaría algo más en volver a casa por el estado en que quedó jajajaajajaja…Mi alegría se terminó cuando recaí en un problema: si quería mamársela a Guillermo, y tenía que hacerlo en el baño, ¿cómo lo hacía para que nadie entrase en el baño y nos pillase in fraganti?. Reflexionando sobre ello, de repente tuve una idea genial y riéndome sin parar me llamé estúpida por no haber pensado antes en ello: ¡se la mamaría en la ducha!.

Me fui a mi cuarto para desvestirme y ponerme un albornoz, facilitando la tarea de desnudarme para meterme en la ducha con él. Tuve que esperar bastante hasta que él se metió en la ducha, y pasé ese tiempo fantaseando con ganar mi ansiado premio y disfrutar de él en adelante. Tanto estuve perdida en mis fantasías que casi me pasó el tiempo, por lo que me di prisa y fui hasta el baño, donde él ya estaba duchándose. Por las cortinas pude vislumbrar que estaba enjabonándose la cabeza, por lo que tenía los ojos cerrados. Me quité el albornoz y lo puse en la percha debajo del suyo, para que si alguien entraba no se descubriere mi presencia. Aparté las cortinas sin hacer mucho ruido y entré. El agua estaba un pelín demasiado caliente, pero era soportable. Estaba justo delante de él, y como pude, me arrodillé para tener su polla delante de mi cara. Me sorprendió ver que ya la tenía algo morcillona, y supuse que se debió por la acción del agua. Llevé mi mano a sus huevos y la otra a la base de su pito. Evidentemente notó que algo pasaba y al abrir los ojos me vio allí, desnuda y tocándole la polla con ojos saltones.

-¿¿Pero de donde sales tú-preguntó sobresaltado-??.

-Ssssssssssshh…calla loco, que pueden descubrirnos.

-¿¡Pero que diablos quieres!?.

-Tú cállate, que voy a darle mimos a tu monstruo de un solo ojo.

-¿¡TE HAS VUELTO LOCA!?.

-Pues, para tu información: sí.

Si Héctor tenía un miembro fino y largo, el de Guillermo era más grueso, y eso que no estaba totalmente empalmado. Llevé mi boca hasta él, besando su tronco, dando pequeños besos por todas partes hasta llegar a la roja punta, que estaba casi oculta. Tal y como hice con Héctor, deslicé la piel de su prepucio para verla en todo su esplendor y al hacerlo me llevé la gran sorpresa. ¡Anda la hostia!, ¡mi maaaadre!: al pene de Guillermo aún no lo habían operado de fimosis, por lo que no podía bajar del todo la piel. Al mirarlo, él se mostró muy avergonzando, casi se echó a llorar.

-No digas nada, por favor-sollozó sin siquiera mirarme-…

-Yo…lo siento, no lo sabía…pero no pasa nada ¿vale?...

-No me mires…no quiero que me mires así…y no lo cuentes…mi padre tuvo miedo de quitármelo…dijo que podrían quedar secuelas…

Aquello me extrañó, pues Héctor no tenía fimosis.

-¿Y Héctor está igual que tú-pregunté en tono inocente-?.

-No. Él insistió tanto que lo convenció para que le dejara operarse, pero yo nunca tuve valor para hacerlo.

Si bien me quedé sorprendida por aquello, lo cierto es que jamás había tenido la oportunidad de mamar una polla con fimosis, de modo que aquello fue un punto añadido para mí, por lo que continué lamiendo su glande.

-Pues no te acomplejes, que eso no me importa. Es más, me excita.

-Basta, no sigas…¡¡basta he dicho!!.

-¡De eso nada!. Tú te callas y te aguantas.

Con mis manos continué acariciando sus huevos, con mi lengua lamía insistentemente su glande y con mis labios le besaba la polla incansablemente para conseguir la tan deseada erección. De su estado morcillón saltó al siguiente, lo cual me ayudó a acariciársela. El roce del agua en su miembro le daba un toque de frescura muy apetecible. No solo era mi primera felación a un pene con fimosis si no también la primera que hacía en la ducha. ¡¡Y entonces se abrió la puerta del baño!!.

-Hola Guillermo. Acaba pronto que en seguida vamos a comer.

-Sí, acabaré en seguida-contestó con voz temblorosa-.

Le miré intensamente, haciendo un gesto con el dedo en mis labios de que callase e hiciera que se duchaba sin más. Le puse de espaldas a la cortina de la ducha, con lo que su cuerpo tapó el mío, de modo que me salvé. En lugar de esperar a que el #@!!X%& con el que había discutido se largara para seguir la operación, seguí haciéndolo con él delante. El que me pudiera descubrir me puso a tope. Lamí los huevos de Guillermo, pasé por su prepucio hasta su glande y finalmente me la llevé a la boca al ver como la tenía de dura. El grosor que tenía era considerable, un poco más y me hubiera sido difícil poder metérmela en la boca. Guillermo se mordía los labios procurando no chillar de placer con aquella mamada y así levantar sospechas en nuestro inesperado invitado en el cuarto de baño, el cual había acabado de orinar.

-Anda Guillermo, deja de cascártela y acaba de una vez-bromeó-.

-Sí…acabo enseguida…

Se fue cerrando la puerta y Guillermo dio un suspiro de alivio.

-¿¿Estás loca??. Podrían habernos pillado, ¿y entonces que pasaría?.

-¿Pero no nos descubrió verdad?. Tú relájate y disfruta de una puta vez.

Llevada por el momento la engullí toda en mi boca, sacándola por completo, volviendo a engullirla. Después la volví a sacar al tiempo que se la meneaba un poco, después volvía a tragarla…él estaba en éxtasis por mis maniobras de experta que tan bien aprendí de mi maestro. Me encontraba en el cielo, y a Guillermo lo estaba llevando a él meditante mis lengüetadas y mis besos. Sus gemidos se hacían más roncos, más prolongados, y supe que estaba a punto de correrse.

-¿¿Por qué lo haces??...aaaaaaahh aaaaaahh aaaaaahh…¿por qué?...aaaahh aaaaaahh aaaaaaahh aaaaaaaaahh…

-Mmmmmm mmmmmmmm mmmmmmm mmmmmmm…¿Qué importa el porqué?...a ti te gusta…y a mí me apasiona…MMMMMM MMMMMMMM MMMMMMM MMMMMMMM…

-Aaahh aaaaaaaahh ¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH!!...

Abrí bien la boca, se la meneé con rapidez y los chorros de su semen se posaron con fuerza en mi lengua, que fueron acogidos con un tremendo goce. Me volví a meter su glande en la boca para tragármelo bien todo y le miré fijamente a los ojos para que viera como me lo tragaba, y a pesar del momento, no pude si no tener un arrebato de compasión por la cara de sufrimiento que estaba teniendo. Como pude me incorporé y le di un beso en los labios.

-No llores ¿vale?...ya ha pasado-dije abrazándole-…vamos alégrate…

Él estaba incapaz de hablar, así que pensé rápidamente un método para sacarle de aquel trauma que le estaba consumiendo.

-Eeeeehh…venga, ven a mi cuca…puedes chupármela hasta hacer que me corra como yo te hice correrte a ti…disfrútame, ¿de acuerdo?.

-¿Y podré hacerte el amor?.

-No-contesté en seco-. Lo lamento, pero no puedes, aún no.

-¿Pero por qué…?.

-No, no hay un porqué. Simplemente no puedes, pero te dejo chuparme.

Me separé un poco de él y abrí mis piernas para mostrarle mi cuca. Separé mis labios vaginales y se los mostré sin pudor alguno, asintiendo con la cabeza. Aunque reticente al principio, luego sí se agachó y posó su boca en ellos, dándome besos, lametones, dedos, chupando, lamiendo, probando el sabor de mis jugos. El agua de la ducha nos mantenía bien calientes, aunque nosotros ya íbamos servidos de calentura jajajajajaa. Aquello me estaba poniendo a tono, la lengua de Guillermo me estaba penetrando lentamente, tomando su tiempo para explorarme, dibujando letras, recorriendo el abecedario y llevándome a la locura: A, B, C…G, H, I…y seguía haciendo más y más letras…oooooohh díos mío, no sabía que algo tan simple como las letras del alfabeto pudiera dando tanto placer.

-Aaaaaaaaaahh aaaaaaaahh aaaaaaaaaahh aaaaaaahh aaaaaaaahh…Guillermo, Guillermoooooooooooooo…lámeme más, sigue lamiendo…que bueno eres…esto es la gloria…es el paraísoooooooooo…aaaaaaahh aaaaaahh aaaaaaahh…

Sus manos se posaron en mi culo y me lo tocó todo lo que quiso, atrayéndome hacia su boca, frotando su nariz con mi escaso pubis, adueñándose de mi clítoris para jugar con él a su antojo. Las sensaciones que me producían eran de infarto. Este chico era mejor lamedor que Héctor, mucho mejor. Me derretía en sus manos, mis jugos ya salían como agua de manantial, y él lo degustaba con pasión. Tan caliente estaba que deseaba ser presa de un orgasmo tan fuerte que le chorreara en su cara. La punta de su lengua probó mi clítoris, luego se hundió en mi cuca empapada, volvió a mi clítoris, me penetró con ella y ya no salió hasta que totalmente ida acabé gozándolo a lo loco. Mis jugos le chorrearon y bebió cuanto pudo, besándonos luego y dándome a probar el sabor de mi excitación. Besé su frente y le dije que no siguiese pasándolo tan mal, que hacer aquello era maravilloso, que no debía sufrir por ello. Guillermo asintió con gesto sombrío y cerró el agua de la ducha. Salimos, nos secamos el uno al otro y nos vestimos con los albornoces.

-Sssssssssshhhh-le dije-, nada de contarlo a los demás. Te cito en el comedor a las diez y media de la noche.

-¿Por qué?.

-Ya hablaremos entonces. Ahora, ¡¡chitón!!.

Salí primero que él, sin levantar muchas sospechas. Héctor ya había vuelto a casa y me miró con disimulo guiñándome un ojo. Yo pasé de él y fui a mi cuarto, vistiéndome y secándome el pelo a conciencia, peinándome y poniéndome un poco guapa. Al salir no daba la impresión de haberme duchado, de modo que ni Héctor ni mi odiado rival se percatarían de lo ocurrido con Guillermo. Comimos un tanto incómodos, pues poco hablaron entre ellos. Parecían ensimismados, como si un pesado candado en la boca les hubiese enmudecido. Eran las 15:30 de la tarde, y aún me quedaban varias horas para chupar la última polla de la casa, la del #@!!X%& que sin pretenderlo me había desafiado. ¿Dónde podría cogerle por sorpresa?, ¿en su despacho mientras trabajaba?, ¿en la cocina si iba a beber algo?, ¿en el balcón de fuera?, ¿en el jardín?, ¿mientras se echaba la siesta?...¡Un momento!: ¿siesta?. ¡¡Pues claro!!.

Él solía echarse a dormir todas las tardes una ó dos horas, según el día, y también solía cambiar: a veces dormía en el sofá, a veces en la cama. Lo que más me preocupaba era a que hora se dormiría, pues no tenía horario fijo. Otro punto a tener en cuenta era que no estaba segura de si era de sueño pesado o ligero, ummmmmmm…No lo tenía nada fácil, pero no me rendiría. Guillermo y Héctor supuse que, por estar de vacaciones, al igual que yo, se pasarían la tarde encerrados con el ordenador, viciando a los videojuegos hasta quedarse con los ojos rojos y vidriosos, por lo que me despreocupé de ellos totalmente.

Las horas se me hacían eternas mientras esperaba a que se fuera a dormir, pues no tenía nada que hacer. A eso de las cinco y media, seis de la tarde, probé a salir de mi cuarto y fui a la salita, donde, tal y como esperaba, allí se encontraba, plácidamente dormido. Me sorprendió que a pesar de haber una chica en su casa, yo, él estaba durmiendo en ropa interior, sin pantalones ni nada. En fin, que me lo puso más fácil. Miré su cara unos instantes y viéndolo así no parecía el gruñón que era, incluso me parecía guapo, con aquel pelo negro ladeado y sus bonitos ojos azules, cerrados en gesto tierno como si tuviera un hermoso sueño. Fui hacia él y metí la mano por sus gayumbos, palpando lo que parecía ser una hermosa polla. Al sacarla de su funda, vi que estaba caída, así que con cierta lentitud y cariño acaricié sus huevos con mi mano derecha, mientras que con la izquierda se la acaricié bien para ponérsela morcillona. ¡¡Madre mía!!. Estando morcillona ya era más grande que la de Guillermo y Héctor. Se me puso la piel de gallina solo de pensar en como se le pondría al ponerse totalmente erecto. Siendo como era el hombre de la casa, era evidente que tenía que ser el mejor dotado, y no me equivocaba. Las venas se le marcaban como surcos, dotándole de una potencia monstruosa. Viéndola así me imaginé que si me la hubiera puesto encima me hubiera aplastado jajajajaja. Me relamí varias veces, humedeciendo mis labios para poner engullirme esa maravilla, y empecé por besárselo. Él comenzó a gemir, pensando quizá que estaba teniendo un sueño erótico ó algo así, pero de sueño nada.

Deslicé la piel con suavidad pude comprobar que aquello, en efecto, era todo un Señor Pollón que debería medir no menos de 23 centímetros de largo. Solo de pensar que esa polla podría follarme hizo que mi cuerpo temblase de placer, pero despejé mi cabeza de fantasías para seguir chupando. Mi boca besó su tronco por arriba y por abajo, por todos lados, mis labios se regocijaban con el sabor que tenía, y mi lengua juguetona era un ascensor que la recorría de los huevos al glande y viceversa, así varias veces. En poco tiempo pasó de estar morcillona a estar erecta, saltándose la semi-erecta del tirón. Mis ojos contemplaron maravillados aquella torre de babel. Altiva, palpitante, venosa, gruesa…era mi sueño hecho realidad. Por fin había encontrado la polla con la que morirme de placer. Los gemidos él se hacían más intensos, más prominentes, pero no se despertaba, y esbocé una sonrisa divertida viendo lo morboso de la situación. Su polla firme y dura estaba ardiendo en mis manos, era como un brasero a lo bestia, y yo no pude aguantar las ganas, así que abrí mi boca todo lo que pude para tragármela e intenté cumplir el plan. Mis esfuerzos por metérmela en la boca me excitaban muchísimo, y cuando su glande entró del todo, siguió su tronco, aunque me fue imposible metérmela toda, lo que me excitó aún más. Adoro los retos difíciles.

Arriba y abajo, arriba y abajo, arriba y abajo…enroscando la lengua alrededor…pasándola por su cabecita roja y palpitante…pasando por encima de cada vena, de cada surco…usando la mano para afianzarme a ella…pajeándole un poco para mantener la excitación…mi boca abierta de par en par para recibir aquel pesado y delicioso instrumento…el sabor de su polla en mi boca…su calor…mentiría descaradamente si dijera que aquello no me gustaba. ¡¡Me encantaba!!. Mmmm mmmmmmm mmmm mmmmm…la chupada que le estaba dando me tenía abstraída, solo vivía para chupar y tocar esa pedazo de polla que anhelaba se metiese dentro de mí y me destrozase, que me volviera loca de sexo. Cada vez estaba más acalorada, más caliente…¿Cómo no iba a estarlo con semejante ariete visigodo en mi boca?. Mmmmmm mmmmm mmmmmm mmmmmm mmmmmm uuuuuuufff que rica mamada le hacía, era la mejor de cuantas había realizado en mi vida. Varias veces me la metí todo lo que pude en la boca, pero aún le quedaban fuera entre 4 y 6 centímetros. Ya la notaba durísima, tan candente como unas tenazas al rojo vivo. Tenía que correrse de una vez, ya no aguantaba más para tragarme su semen…Vamos, córrete, córrete…

Se contorsionó en el sofá, removiéndose de forma espasmódica, y así supe que ya le estaba viniendo. Aquello me animó y redoblé esfuerzos, chupando más rápido, más fuerte, más intenso, lamiendo sin parar…fuerte, rápido, intenso, fuerte, rápido, intenso…sí, asíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii…

-Mmmmmmmm mmmmmm mmmmmm mmmmmmm mmmmmmmm mmmmmmmmm AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH…

El grito que lanzó anunció a bombo y platillo su orgasmo. Abrí mi boca y sus chorros salieron a toda pastilla, todos directos a mi boca. ¡¡Me estaba inundado!!. Su eyaculación era interminable, no paraba de manar semen, y justo entonces, para mi alegría ¡¡despertó!!. Se incorporó sobre el sofá, me vio con la cara de su leche y ante él me la tragué guiñándole un ojo.

-¿¿¡¡Qué has hecho, pequeña puta!!??.

-Pues comerme una lubina al horno con guarnición, no te digo…¿¿pero qué coño crees que he te hecho, atontado??..¡¡Te la he mamado, tonto l’haba, y me lo he tragado todo!!.

-¡¡Zorra irresponsable!!. Ya verás…

-¡QUÉ!, ¿¡QUE VOY A VER!?. Venga dime, ¿qué voy a ver?.

Al cortarle en seco no supo que decir.

-Eso está mejor. Te cito para las diez y media en el comedor, y ni una palabra a los otros dos.

-Pero como te atreves a…

-¡¡A callar!!.

Me levanté de allí dejándole atónito, y me largué a mi cuarto totalmente feliz. ¡¡Lo había conseguido, se la había chupado a los tres!!. Ya solo era cuestión de esperar a las diez y media, cuando fuera de noche, para que todo tuviera sentido, y que curioso, las horas me pasaron voladas para que llegó la hora y vestida solo con el albornoz, el cual no llevaba atado para dejar a la vista mis encantos, me senté en la cabecera de la mesa a esperarles. Por un instante me sentí como Emmanuelle en sus películas, al recordar la imagen de ella sentada en una silla grande semi desnuda. Tuve un escalofrío de gusto al compararme con ella. Los tres llegaron casi a la vez, y se quedaron de piedra al verse allí juntos.

-Hola chicos, pasad. Sí, os cité a los tres aquí a la misma hora. Tenemos mucho de que hablar.

-¿Ah sí?, ¿cómo qué?.

-Como por ejemplo, que vosotros tres estáis fatal. Y perdona que te diga, pero Guillermo y Héctor no lo están llevando bien, y tú menos, Vicente.

-¿Y tú que sabes?.

-Yo lo sé todo-repuse con saña entre dientes-, mi padre me lo contó después de la última vez que estuvo aquí. Sé todo lo que necesitaba saber. Bien, como recordaréis llegué aquí hace 24 horas para pasar el verano con vosotros. Esta mañana acudí al despacho de quien ya sabéis-dije señalándole con la mano- y le conté las verdaderas intenciones de mi visita. Por eso discutíamos chicos…

-¿Qué intenciones-preguntó Guillermo a Vicente-?.

Éste no respondió.

-Silencio…bien, yo contestaré-dije levantándome y yendo hacia ellos-. Mis verdaderas intenciones son dos: erradicar vuestros males…

-Eso no lo veo algo malo-comentó Héctor-…

-…Y que los tres os paséis el verano follándome como cosacos.

Vicente quedó impasible, los otros dos pusieron cara de póker.

-Sí chicos, eso quiero, pero a éste individuo de aquí no le gustó nada la idea, y empezó la discusión. Discutimos, seguimos discutiendo, así largo rato, y entonces dijo algo que provocó que os la chupara a los tres, porqué os la he mamado a todos-aclaré-. Venga, Vicente, repite lo que me dijiste…

-¿Qué fue lo que le dijiste-preguntó Guillermo-?.

-Sí, ¿qué fue-repitió Héctor-?.

-¿No te atreves-pregunté, viendo que seguía mudo-?. De acuerdo, esto es lo que dijo: "Solo podrías conseguir que te follemos si antes del atardecer nos la mamas a los tres por separado, ¡Y ESTA ES MI ÚLTIMA PALABRA!".

-¿La animaste a...?...

-¡¡Yo no la animé a nada Héctor-repuso Vicente enfadado-!!. Se lo dije para desalentarla, nunca imaginé que se lo tomaría en serio.

-Pues me lo tomé muy en serio, y en cierto modo te doy las gracias por ello. Tu reto consiguió que hiciera en un solo día lo que de otro modo me hubiera costado una ó dos semanas de esfuerzo. De no ser por ello ahora no estaríamos aquí.

-…Por eso no querías follar cuando me la mamaste en la ducha…

-…Ni a mí cuando me lo hiciste al aire libre, en la colina…

-Sí, quería hacerlo según sus reglas. Ya que lo conseguí, se acabaron los pudores, y por fin podré libraros de vuestros traumas.

-En esta casa no hay traumas-dijo Vicente en tono seco-.

-¿De veras-pregunté airadamente-?...¿Y entonces porqué Héctor pasea todas las mañanas y se echa en el mismo campo en que su madre lo hacía cuando iban juntos?, ¿porqué Guillermo se sigue duchando a la misma hora en que lo hacía su madre cuando antes lo hacía nada más levantarse?, ¿y por qué tú te sigues echando la siesta cuando antes pasabas las tardes con tu esposa jugando a las cartas o en plan cariñoso?...

Ninguno supo que decir.

-Hace ya año y medio que Margarita murió de aquel accidente de coche, y aún seguís sin superarlo. Dios, es como si no la dejarais descansar. Por eso estoy aquí, para remediarlo.

-¿Y que remedio tienes pensado, eh?, ¿cuál es el remedio-preguntó Héctor-?.

-¿Es que no lo veis?. ¡¡YO SOY EL REMEDIO!!.

-Ahora mismo llamo a tu padre y te vuelves a casa con él.

-Adelante Vicente, llámalo, pero pierdes el tiempo, él ya lo sabe. Fue idea mía venir. Él lo sabía cuando me dejó aquí, sabía lo que yo iba a hacer.

-¿¡Y lo permitió!?.

-Teniendo en cuenta que llevamos dos años haciendo el amor y que él ha sido mi maestro en el sexo, no fue difícil convencerle. Por eso quería venir, para que vosotros también me disfrutarais y dierais libertad a vuestras pollas…"Finas y gruesas, rugosas y lisas, curvadas y rectas, largas y cortas, venosas y llanas, grandes y pequeñas, acompañadas y solas, ¡¡yo adoro todas las pollas!!"-recité de memoria el pequeño pareado que era mi leit motiv sexual-.

-¿Pero no ves que es inmoral-siguió preguntando con la misma cara de asombro que los demás ante mi pequeña declaración de intenciones-?.

-¿Por qué?.

-¿El que nosotros tengamos 18 años y medio, 20 y 41, y tú 16 no te importa?.

-No, para nada-respondí con naturalidad a dos pasos de ellos, quitándome el albornoz para que me vieran desnuda-.Ya tengo edad para consentir.

-Y exceptuando el hecho de que te acuestes con tu padre, que ya es bastante grave de por sí, ¿el que seamos tu tío y tus primos tampoco importa?.

-No tío Vicente, para nada. Y ahora, caballeros, vamos a la cama, a follar como conejos. Quiero que me miréis a mis intensos ojos pardos mientras me besáis, que acariciéis mi larga y ondulada melena azabache, que beséis mis sonrosados labios, que chupéis mis pezones nacarados y lamáis mi palpitante vulva, que miméis y améis todo mi cuerpo. Quiero vuestras pollas por todos mis agujeros. ¡Ah!, y permite a Guillermo que se opere de fimosis como se lo permitiste a Héctor, no sabes lo mucho que eso le traumatiza.

-No, de eso nada. A mí me lo hicieron con 10 años y me dolió muchísimo. No quiero que pasen por lo mismo.

-Ahora es diferente, y si no mira a Héctor. A él se lo permitiste y no le dolió-comenté, mientras Héctor asintió afirmativamente a lo que dije-, así que le dejarás operarse. ¿Está claro?.

-Pero…

-¿¡ESTÁ CLARO!?.

-Sí, clarísimo-me respondió Vicente con timidez-.

-Bien, y ahora llevadme a la cama, y folladme.

-Como quieras, Natalia…

Esa primera noche no dormimos. Estuvimos follando sin parar. Con tres pollas para mí, nunca follé tanto. Para cuando me marché, los tres estaban curados de todos sus males y eran hombres completamente nuevos. Fueron los mejores meses de mi vida.

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