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Mi primo del alma

en Amor filial

MI PRIMO DEL ALMA

Cuando tenía 15 años, me desvivía por ver a mi primo. Él y yo apenas teníamos relación alguna debido a un despego general de cariño que había en la familia, pero me encantaba coincidir con él, daba igual el lugar. Él tenía 10 años más que yo y era un tío de mirada misteriosa y semblante sereno, turbador. No podía negar que me atraía en todos los sentidos, y pese a que todo mi ser me decía que aquello no estaba bien, me era imposible dejar de recordarlo a cada segundo. Mi devoción por él comenzó una vez que nos habíamos encontrado a la puerta de un kiosko.

-¡¡Eeeey, hola primo!!.

-Hola prima, ¿qué hace usted por aquí?.

-Pues con las amigas, que han entrado a comprar algo, ¿y tú?.

-Lo mismo digo, tengo ahí a los comparsas comprando chuches.

-¿Y tú no compras?.

-Que va. Quiero adelgazar desde hace un tiempo y me he quitado los dulces y otras cosas. Tengo ganas de bajar este vientre tan abultado-dijo poniendo las manos sobre él-.

Me fijé que efectivamente, aunque no estaba gordo gordo, sí que estaba algo panzón.

-Pues que tengas suerte, y ojalá lo bajes.

-Gracias. Eso espero, así tendré mejor figura. A lo mejor incluso me hago un ligón y todo jajajaaja.

Me reí con él como si los dos fuésemos amigos durante años. Charlé algo más con mi primo, y me contó, entre otras cosas, sus planes de mejorar el piso que hacía poco había adquirido, aparte de otras metas que quería alcanzar. Cuando las amigas salieron, tuve que irme con mucha resignación, y mientras caminaba con ellas eché la vista atrás. Sus amigos salieron y marcharon en dirección contraria a la mía, ante lo cual quedé muy apenada.

-Uy, ¿quién era ese tío tan guapo Elena-me preguntó Lore-?.

-Es mi primo. Hacía ya como ocho meses que no lo veía.

-¿Tanto tiempo?. Si vivís a 20 minutos el uno del otro, según me dijiste una vez-contestó Maite-.

-Sí, pero hacemos vidas diferentes y además vivimos en barrios algo alejados-aclaré-. La última vez que lo había visto, aparte de hoy, fue el día de Reyes, que mis padres y yo fuimos a su casa porqué mi tía nos hizo regalos, pero aún así no tenemos ese roce de parientes.

-Si de roce se trata, yo se lo daría de sobra. Algo barrigudo, pero no tiene mal polvo-replicó Lore con descaro-.

Las cuatro nos reímos mucho, aunque en mi corazón quedó esa pequeña charla y pude ver claramente que mi primo estaba en camino de convertirse en todo un hombre, como nuestro abuelo, el cual, debo decirlo, tenía una presencia imponente que a todos dejaba con un sentimiento de respeto. Él tenía su mismo porte, su misma dignidad, pero sin la arrogancia prepotente del abuelo. Aunque el resto de aquella tarde fue lo más normal del mundo, lo cierto es que algo cambió: mi primo me había cautivado.

Lo que más me cautivó, pese a la tontería que era, fue la forma tan especial de saludarme, tan respetuosa y formal como cercana y afectuosa. Su tono tan afable, tan entrañable, y ese "usted" que me dijo como si yo fuese una mujer y no una chica comenzó a agitar las entretelas de mi corazón. Además, sabía que empleaba ese tono con sus amigos y gente más allegada y querida para él, lo que me hizo esbozar una amplia sonrisa de la emoción. Más o menos una semana después de aquel encuentro me desperté sobresaltada y vi que había despertado húmeda. Había tenido un sueño erótico con él, y lo recordaba vagamente: me imaginaba que yo era una musa, y él un dios que venía a llevarme al cielo. Pensé que solo era la excitación del momento, pero ya había pasado una semana. Lo que no llegué a imaginar es que aquellos sueños se repetirían a lo largo de los días siguientes, y siempre acababa mojando la cama. Me ponía muy excitada solo de pensar en él, y no solo de noche, si no que comencé a excitarme de día: cuando estaba en clase, con las amigas, en casa haciendo los deberes, al dormir…Empecé a obsesionarme con él, con volver a verlo, con poder hablar con él. Por fortuna sabía por donde iba con sus amigos y el bar que frecuentaba, donde echaba sus partidas de cartas y sin que mis amigas lo supieran comenzamos a desplazarnos de nuestro sitio habitual a uno más cercano a su zona.

Mi plan dio el resultado que esperaba tan solo dos días después de cambiarnos de sitio, y además coincidió que me lo encontré en el mismo kiosko que hacía dos meses, pero dios mío que cambio: ¡¡estaba buenísimo!!. En apenas dos meses había reducido aquel vientre abultado, con lo que ahora tenía ante mis narices a un tiarrón hecho y derecho de 25 años que estaba más bueno que el pan, con aquel pelo castaño claro de raya y flequillo a la izquierda(marca familiar, pues mi hermano, su padre y otros dos tíos también lo tienen, incluido nuestro abuelo en su juventud), sus ojos de color verdicastaño, su cuerpo ahora perfecto y aquellos lunares que tan único le hacían, pues tenía unos cuantos por la cara.

-Muy buenas prima, ¿cómo usted por aquí?.

Yo ya estaba a tope con ese saludo suyo.

-Pues ya ves, de nuevo a comprar algo, ¿y tú?.

-El colega-señaló hacia el kiosko con la cabeza-, que está pillando unos paquetes de patatas de Lays.

-Aaah…oye primo, ¿qué has hecho?. ¡Estás estupendo!.

-¿Te refieres a mi vientre?. Jejejejee, pues me puse a correr cada que tenía un momento libre. Me gusta mojar la camiseta para bajar peso.

¡Jo!, y yo ya tenía mojada otra cosa, y no la camiseta precisamente.

-Pues que sepas que estás estupendo. Ya sé que somos primos y eso, pero estás muy bueno.

-Pues muchas gracias. ¿Y tú que tal Elena?, ¿apruebas los exámenes y eso?.

-Sí, de eso bien, soy una niña aplicada, pero mamá me mete mucha caña.

-Hazme caso y pasa de ella-me dijo de golpe en un tono serio que me dejó perpleja-, que Mari puede ser muy cargante cuando quiere.

Por el tono de su voz dio la impresión de que habían tenido broncas pasadas, pero no quise preguntar.

-Primo, ¿tienes novia?.

-No, aún no, ¿por qué?.

-No, por saberlo. Como querías adelgazar…

-No, no es por eso jajajaajaja. Es que con mi asma debía ponerme en forma, ya sabes.

-Ah sí. En fin, tengo que irme, me esperan. Ya nos veremos otro día.

-Claro, ya coincidiremos. Hasta luego, primita.

-Hasta luego.

Me di la vuelta y me disponía a irme, pero entonces algo me atravesó y me giré para decir algo que de callármelo me estaría corroyendo siempre.

-¿Sí, Elena-preguntó con el ceño fruncido-?.

-¿Te gustaría quedar algún día conmigo?.

-Sí, claro, cuando quieras.

-Ya te llamaré. Hasta luego.

-Hasta luego.

Volví con las amigas loca de contenta, presa de un júbilo indescriptible. Mi cara era la viva expresión de la felicidad. Ellas lo notaron, bromearon sobre ello y nos reímos, pero me dijeron ya en plan serio que ellas en mi lugar harían lo mismo, que un polvo no le hacía mal a nadie y menos con alguien como él, fuese primo o no. Eso me excitó aún más. Pensar en entregarme a él era algo que me ponía a tope. Ya me había enrollado y me habían metido mano, pero nunca había llegado a "eso". Me relamía de placer pensando que él sería el hombre que me hiciera mujer. Tenía que ser él.

10 días después de aquel encuentro lo llamé y quedamos para tomar algo. Charlamos de muchas cosas como verdaderos amigos íntimos, y llegamos a conocernos en profundidad, como si intentásemos recuperar el tiempo perdido. Era tan encantador, tan cariñoso, que solo podía admirarlo cada vez más. A mitad de charla, con toda mi osadía, pasé de sentarme enfrente de él de sentarme junto a él como si fuera su novia. Él no pareció molesto con ello y eso me envalentonó, por lo que me arrimé a él hasta casi quedar pegados. Fueron las mejores horas de mi vida, y no quería que aquello se acabase, por lo que al oído le supliqué que me llevara a su casa, que quería ir con él. Me rodeó con su brazo y me sentí transportada, como si me hubiese arrancado del mundo. Nos levantamos de allí y antes de darme cuenta, estaba en su casa, besándome con él en el sofá. Sus besos eran magníficos, húmedos, libertinos, ilícitos y un millón de cosas más. Llevé su mano a mis tetas y dejé que me tocase cuanto quería. Deseaba entregarme a él en todos los sentidos y él supo entender que tenía carta blanca. Me desnudó de cintura para arriba y quedó mirándome.

-Tienes las tetas más bellas y perfectas que he visto jamás.

Aquello me puso cachonda, hizo que me mojase entre las piernas. ¿Cómo podía existir un ser tan perfecto como él?. ¿Cómo podía ser tan sublime, tan maravilloso?. Tenía que ser mío, solo mío. Oh dios lo amaba, lo amaba más de lo que había amado a nadie nunca. Quitándome los pantalones me tocó la pucha por encima del tanga y notó lo mojada que me tenía. Me sonrió con tanta malicia que adiviné que no pensaba dejarme escapar de allí por mucho que yo quisiera protestar. Siguió tocándome hasta tenerme enteramente desnuda. Fue como esos cuadros del renacimiento que había visto en los libros de clase, mujeres desnudas entre gente vestida. Abrí mis piernas y me abracé a él, que seguía explorando mis entrañas con su juguetón dedo entrando y saliendo de mi vulva. Mis mejillas estaban al rojo vivo de tanta excitación.

-¿Seguro que quieres seguir con esto Elena?.

-Sí, segurísima. Te quiero, mi amor. Te necesito. Quiero que me hagas mujer. Quiero ser tuya.

-Tenía que asegurarme-me sonrió-. Vamos a la cama.

Me cogió de la mano y me llevó a su cuarto. Me echó en la cama y se desnudó delante de mí. Los ojos me brillaban extasiados al verlo en todo su esplendor, con aquel cuerpo perfecto, sublime, y abrí mis brazos para recibirlo. Vino a mí y nos fundimos en un solo ser. Sus manos me tocaban, me exploraban febriles, su cuerpo se rozaba con el mío, su boca exploraba la mía y su lengua jugaba con la mía para enseñarme a besar. Jamás había estado tan eufórica. Posó sus manos en mi culo y se pudo a dar cachetes, diciéndome que tenía el mejor culo de todo el mundo. Para una niña como yo aquello era la cima del placer. Me fascinaba ver como veneraba mi cuerpo, mi pelo castaño liso hasta el cuello, mis grandes y profundos ojos castaños, mi piel algo pálida y rosada a la vez, mi carita de inocente felicidad y radiante júbilo, mis tetas en pleno desarrollo, el poco vello en mi pubis, todo eso y mucho más. Llevada por el deseo mis manos recorrieron cada centímetro de su piel, cada curva, cada músculo, deteniéndose en su amoratado y erecto miembro, cuya durez solo sirvió para calentarme aún más.

-Primo, me encanta tu polla. Quiero que me folles con ella, que me penetres.

-Soy Penetrator, llegado del futuro para enseñarte a follar. Eres la elegida. Prepárate para la penetración.

Aquello me hizo reír tanto que pensé que era la mujer más afortunada de la tierra. Estaba en éxtasis. Me rodeó con sus brazos, estuvo largos e incontables minutos en que me enseñaba el arte de besar y finalmente se incorporó sobre la cama.

-Quiero que me la mames hasta el fondo ¿vale?. Trágala toda.

Tenía su garrote justo delante mío, por lo que con una mano se lo masajeé con lentitud para ver como gozaba, luego pasé la lengua por su superficie descubriendo su sabor y su ardor, pasando después a abrir la boca y metérmela. Su sabor era tan extraño, tan raro…y aún así me excitaba. Mi primera felación y resultó que era una experta chupona. Por lo gemidos que él lanzaba era evidente que debía serlo. Besé su glande, pasé la lengua por él, volví a metérmelo en la boca hasta el fondo, masajeaba sus huevos con mis manitas, movía mi cabeza de un lado a otro….su verga era una espléndida porra de caramelo que me jalaba con gula arrolladora. Dejé que se echase en la cama y seguí mamando, al tiempo que sus poderosas manos me sujetaron por las caderas para poder meter la cabeza entre mis piernas y comerme la concha. Me la recorrió de arriba abajo y luego al revés, haciéndolo con lentitud para probar mi sabor y los jugos de mi excitación. De golpe se detuvo y comenzó a dibujar círculos, primero en la dirección del reloj, luego a la inversa. Oooooooooooohh madre mía, no sabía que fuera tan rico sentir una lengua comiéndolo todo. Sin saberlo estaba haciendo con él un 69 que nos ponía a tono para prepararnos para lo mejor. Nos estuvimos devorando como posesos hasta que por fin me cogió con fuerza y me puso en la cama abierta de piernas. Su brutalidad me fascinó, su necesidad de follar era tan evidente como la mía. Tras un beso con lengua, me miró con los ojos llenos de amor.

-Agárrate a mí y grita todo lo quieras. Esto…va a doler.

Apuntó su tranca a mi pucha y noté como la cabeza hizo contacto. No podía apartar la vista de aquello, tenía que verlo. Él hizo fuerza y el glande desapareció dentro de mí, para luego penetrarme lentamente. Al ser la primera vez me retorcí salvajemente en todas direcciones, pero él me sujetó con fuerza y tras los primeros gritos de dolor pegó sus labios a los míos, besándonos con intensidad, con pasión, con lujuria. Cuando me abandonaron las fuerzas quedé como agotada en la cama, y él, viendo que ya estaba rendida a sus deseos, comenzó ese maravilloso mete saca dentro de mí. Me abracé a él tanto como pude y me dejé llevar por el momento. Notaba como todo mi cuerpo participaba de aquello, como se anticipaba a mis deseos y los satisfacía uno por uno, complaciéndome, llenándome de él. Yo estaba que no podía más: por fin lo tenía entre mis piernas, por fin me estaba follando como tantas veces había soñado.

-Ooooooooohh oooooooooooh oooooooooohh oooooooooohh oooooooooooohh oooooooooohh…sigue mi amor…sigueeeeeeeeeeeeee…

-Eres la mejor primita…dios, siempre quise follarme a una menor de edad, pero nunca imaginé que serías tú…

-Pues no pares y fóllameeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee…

Todo su cuerpo se contoneaba y movía con cada embestida dentro de mí, con cada bombeo. Mi cabeza desvariaba al notar su omnipotente hombría desgarrándome por dentro. Tal era la pasión que me desataba que lo arañé en la espalda, a lo que respondió con un fuerte gemido de dolor y un ritmo mucho más potente. Crucé mis piernas alrededor suyo para no dejarlo escapar y él emitió unas palabras incoherentes que no necesité interpretar para saber que nunca me dejaría. Su polla era maravillosa, y la forma de martillearme un delirio constante, una fuente inagotable de sensaciones nuevas a cada segundo. Acurruqué mi cabeza en el hueco de su hombro y empecé a darle chupetones en el cuello, a la vez que él hacía lo mío, excitando esa zona tan sensible, dejándonos llevar por la pasión. Además se notaba que estaba aguantando todo lo posible para alargar el polvo, prologándolo tanto como pudiera. Sabía que lo hacía por mí, para que gozara mucho más, y desde luego lo conseguía.

-Aaaaaaaahh aaaaaaaaaahh aaaaaaaaaaahh aaaaaaaaaahh…córrete conmigo primo…te quieroooooooooooooooooo…córreteeeeeeeeeeeeee…

-Vamos Elena menea las caderas, goza conmigoooooooooo…

Aunque me costó, obedecí y comencé a mover las caderas para acompasar sus movimientos con los míos, en un baile de amantes que era una delicia para nuestros cuerpos y que alargó tantos minutos como el cuerpo pudo aguantar. Jamás había sentido nada tan fantástico en toda mi corta vida. Me besó de nuevo y su pasión era una llama que nos estaba consumiendo como leña seca, calcinándonos. Noté como aceleraba, como me follaba más deprisa, más rápido, y cada vez más deprisa, más potente, más fuerteeeeeeeeeeeeeeeeeeee…

-¡¡PRIMO TE QUIERO TE QUIEROOOOOOOOOOOOO!! ¡¡UUUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!...

-¡¡OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOHH!!...

El clímax llegó como una colosal erupción volcánica, me sentí estallar en millones de pedazos. Su fuego líquido llenó mis entrañas con chorros potentes de su hombría. Nos derrumbamos y luego nos miramos con tanta ternura que literalmente me fundí en su compañía. Nos abrazamos y sellamos el momento con caricias y besos. Ni siquiera nos hacían falta palabras para saber lo que el otro sentía. El mundo solo era un recuerdo lejano y las personas una fantasía. Solo estábamos nosotros, él y yo. No había nada mejor. Él dejó su polla dentro mío y sentí como bajaba, para luego sentir como volvía a subir, follándome de nuevo para llevarme al cielo de los amantes. Esta vez me puso de cara a la pared y me colocó algo arqueada, él dobló un poco las rodillas, me puso en el aire sostenida por sus piernas, como si me sentase encima suyo, y me ensartó de nuevo su virilidad. Yo me sentía más erótica y lasciva que nunca, notaba como sacaba casi todo su palo de mi cuerpo y luego volvía a meterlo, haciéndome sentir empalada por él. El glande era lo único que no sacaba, para así facilitar la labor de volver a penetrarme, a menearme arriba y abajo como en un ascensor. Entre mis gemidos y mis movimientos estábamos como una olla a presión a punto de estallar. Su polla me hacía ver las estrellas, me hacía gritar de locura. Parecía que estuviéramos en una película porno. Entre sus acometidas y mis gritos el segundo orgasmo de la tanda fue como un tren descarrilado que vino para arrollarnos y dejarnos más felices y plenos que nunca. Volvimos a la cama y permanecimos abrazados un tiempo infinito, sumidos en un océano de besos y caricias. Fue lo mejor que me pasó nunca.

Lo que empezó como un polvo de viernes se convirtió en un fin de semana de locura, pues no me permitió salir de su casa hasta el domingo de tarde, y él tampoco salió. Todo el rato estuvimos desnudos por nuestro nidito de amor y todo el rato estuvimos probando posturas y lugares. Fui suya en cada rincón de aquella casa. Se volvía loco por mi cuerpo, y antes de salir de allí me echó un último polvo en el balcón, con el morbo añadido de que alguien nos viese. A él le encantaba jugar así conmigo, y embargada por la emoción y el amor le dije que haría lo que fuera por él.

-¿De verdad harías lo que fuera por mí?.

-Sí, cualquier cosa, lo que sea. Si tú me lo dices yo lo haré.

-¿Y si quiero…?...yo que s酿y si quiero darte por el culo?.

-Me dejaré para que lo revientes cuando quieras-contesté de inmediato-.

-¿Y si quisiera…mmmmmm-reflexionó-….violarte, por ejemplo?.

-Pues me violarías cuando te viniera en gana.

-¿Y también te dejarías prostituir?.

-Sería la mejor puta de todo el mundo.

-Ya. ¿También aceptarías irte con otra mujer, por decir algo?.

-Me follaría a cualquier mujer que tú me señalaras.

-¿Y a otros hombres?.

-Con todo el equipo del Real Madrid y el Barcelona a la vez si tú me lo dijeras.

-¿Y con animales?.

-Me follarían todos…Perros, caballos, cerdos, leones, monos…el que me dijeras…hasta King Kong si hiciera falta…

-¿Y si quisiera darte una sesión sadomaso también te dejarías?.

-Sufriría lo indecible por ti.

-Ya veo que estás dispuesta a todo.

-Es porque te amo, primo. Estoy enamorada de ti. Te quiero-dije con lágrimas en los ojos-, y quiero ser tu esposa, tu amante, tu fulana, tu puta, tu esclava. Fóllame, viólame, sodomízame, sométeme, corrómpeme, hazme lo que quieras. Soy tuya, desde siempre, y para siempre.

-¿Harás lo que yo quiera y cuando yo quiera?.

-Tú solo llámame y acudiré. Haré cualquier cosa por ti. Te amo, y lo quiero todo contigo. Todo. Incluso quiero que me preñes.

-¿¡COMO-preguntó sorprendido-!?.

-Lo que has oído. Quiero que me dejes embarazada. Quiero darte los hijos más bellos del mundo, y las niñas más hermosas, y si luego al crecer me ordenases dejarme follar por mi hijo o mi hija, también lo haría.

Me abrazó y me besó diciéndome que estaba de acuerdo, que me aceptaba como a su novia, a su mujer, a su fulana, su puta, su esclava. Al salir de allí tuvimos que enfrentarnos a un broncazo de los gordos de mi madre por no decir donde estaba. Él alivió la tensión diciendo que me encontraba algo mala y que me llevó a su casa para curarme, pero que no pudo llamar porqué aún no tenía teléfono. La tirantez entre ellos casi se podía sentir, pero ella le creyó. Luego me contó el motivo de su tensión: nuestras madres(cuñadas entre sí) estaban enfrentadas porqué mi madre consideraba que mi tía no hacía bien sus labores, que lo consentía demasiado. Me pareció una chorrada, ya que mi primo había salido muy derecho y buena gente(aún con sus perversiones), y entendí a que se refería él la otra vez. Antes de irse, él me guiñó un ojo con disimulo y supe que a partir de ese momento yo sería suya. No podía ser más feliz.

Los dos años siguientes fueron el delirio absoluto: me llamaba todas las semanas para penetrarme en cualquier parte. Le encantaba follarse a una menor de edad, y más siendo su propia prima. Yo iba con las ropas más provocativas para que él enseguida se empalmase, y comencé a llevar mini faldas para ponérselo más fácil aún. Le apasionaba subírmela y apartar el tanga para quedar completamente vestidos pero a la vez tan íntimamente unidos. Me metía mano en las tetas y me las dejaba de un empitone descomunal de tanto tocarlas. Casi siempre lo hacía desde atrás porqué me tocaba mejor, pero probábamos cosas nuevas constantemente. Nos divertíamos con cualquier perversión que se nos pasara por la cabeza. No nos cortábamos un pelo, y yo siempre estaba dispuesta para él, en cualquier momento. Era mi amo y señor, mi veneración, mi dios particular.

Al cabo de esos dos años, comencé a tener unas nauseas y vomitonas que asustaron a todos. Al hacerme un examen médico, saltó la alarma: ¡estaba embarazada!. Sabiendo como sabía quien era el padre, lloré de alegría cuando me lo dijeron. Lo llamé de inmediato para vernos, ya que se lo quería contar en persona. Cuando se lo dije quedó en la gloria y me folló a lo bestia sabiendo que mi sueño de darle un hijo se había hecho realidad. En la familia se armó un escándalo sin precedentes, que nosotros cortamos por lo sano fugándonos juntos a otra ciudad al cabo de poco tiempo. Emprendimos una nueva vida juntos y nos casamos antes de que nuestro hijo naciera. La noche de bodas la pasamos follando como locos, incluso echamos un polvo vestidos con nuestra ropa de casados, sin quitarnos nada. Fue de locura.

Respecto a aquellas sugerencias que él me preguntó aquella primera vez que estuvimos juntos, todas, pero absolutamente todas, las acabó cumpliendo, e incluso algunas más que luego se le ocurrieron. La lista es bien larga. En una ocasión me ordenó que me follase a mi hermano, y volviendo al redil para demostrar que estábamos bien y que ya éramos marido y mujer, quedé con mi hermano a solas y tal como me ordenó me lo follé, descubriendo para mi asombro que él me había deseado en secreto durante mucho tiempo y que le había encantado cumplir esa fantasía. Tras jurar guardar el secreto volví con mi amado esposo y se lo conté todo, dejándolo tan atónito como maravillado. Cuando me ordenó tirarme a una mujer, eligió a una compañera de trabajo de la que se sabía era lesbiana, y como su fiel puta que era la seduje poco a poco, haciendo que luego viniera a por mí, montándonos un show lésbico de lujo con un testigo oculto en las sombras que para nada quería perderse el espectáculo. Una vez fue más lejos y convocó a sus compañeros de curro en nuestra casa para una cena informal. Al cabo de media hora más o menos los llevó a nuestro dormitorio diciendo que tenía una sorpresa para mejorar el ambiente, y menuda sorpresa. Se encontraron conmigo desnuda y atada a la cama dispuesta para que me hicieran de todo. Vaya si me hicieron: durante horas mi mundo se redujo a chupar pollas y a follar con cada uno de ellos, a dejarme chupar y saborear por sus bocas hambrientas. La orgía fue brutal, y literalmente me di un atracón de proteínas. Hubo una vez que vez mejor incluso, en que se puso en contacto con un par de viejos verdes(como los conoció es algo que nunca supe) con instintos pedófilos que se saciaron a mi costa, follándome y haciéndome suya largo rato, y aunque eran ya sesentones, el follarse a alguien como yo les dio fuerzas para pasarme por la piedra por todo lo alto. Algo parecido ocurrió cuando me prostituyó algunas veces con algunos conocidos, que me hicieron unas obscenidades que aún hoy soy incapaz de narrar. Me hice una viciosa que vivía para complacer a mi hombre, para que me hiciera lo que quisiera, como la vez que me pidió follarme al perro de un vecino, un pastor alemán, así que una noche salimos encontrándonos con él. Con disimulo me llevé al animal a un rincón y me pegó un brutal polvo que me hizo flaquear las piernas cuando me corrí. A la vuelta ellos aún seguían charlando y nunca nadie sospechó nada. Como su puta particular lo obedecí en todo, cuando fuera y donde fuera. Adoro entregarme a él de esa manera tan sumisa para que me haga todo lo que se le antoje. Solo él hace aflorar en mí la puta que soy de ese modo.

Hoy día doy gracias por la vida que he tenido, por las cosas que he vivido, por cada momento a su lado. En este tiempo ya le he dado dos hijos, un niño y una niña preciosos, y hace poco he tenido un retraso, por lo que creo que pronto le daré otro hijo más, y reafirmo, como la otra vez, que si él me lo dijera me dejaría hacer por ellos cuando crezcan. Sus deseos son órdenes para mí. Lo mejor de cada experiencia que tuve fue el final: tras cumplir sus órdenes, él venía a hacerme el amor para culminar mis maravillosas sesiones de perversión, para recordarme cuanto nos amábamos, cuanto nos necesitábamos. Después de follarme a la lesbiana vino por mí, lo mismo que después de follarme al perro, a sus compañeros, a mi hermano, a los viejos…Es el mi vida, mi veneración, mi amor, mi esposo, mi mundo, la razón de mi existencia, él lo es todo para mí como yo para él. ¿Cómo podría no serlo?. Es imposible, no concebiría mi vida sin él. Lo amo, lo deseo, lo necesito, lo venero, lo quiero todo mi corazón, pues para algo es, aparte de mi esposo y señor, mi primo del alma…

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Alyson y sus amores

La vida secreta de Draco Malfoy

Follándome a jennifer connelly (Ed. Especial)

Desvirgada

Follandome a Jennifer Connelly

La historia de Mary Kay Letourneau

La vida secreta de Hermione Granger

Saúl, el semental que me desvirgó a mi también

Saúl, el semental que me desvirgó

La isabel

Juntos para siempre

Gabi, mi dulce amante peruana

Secretitos: Alicia en el jardin de las delicias

Raquel: entre la realidad y la fantasía

El pony que se folló a mamá

Mi adorado Sr. Sebastian

Mi dulce quiosquera: Un placer sin igual

Mi dulce quiosquera: Otra sorpresa

Mi dulce quiosquera: Inesperada petición

Mi dulce quiosquera: El deseo hecho realidad

Mi dulce quiosquera: Agradable sorpresa

Gemma, mi profesora particular

La dependienta: mi 1º vez con (toda) una mujer

Cynthia: lección de una anatomía precoz

Joyce

En el metro de japón

De cena con mi prima... y alguien más

De cena con mi prima