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Saboreando del fruto prohibido

en Lésbicos

SABOREANDO DEL FRUTO PROHÍBIDO

Aquellas manos recorriéndome el vientre de arriba abajo, los gemidos que salían de mi boca anunciando mi inminente orgasmo, aquella lengua tan juguetona metiéndose entre mis piernas, loca por beberse los jugos de mi coñito empapado...Y a punto del gran momento, como volviendo a la realidad, me dije "¡UN MOMENTO!, pero si yo no soy lesbiana…¿entonces quien es esta tía que me está volviendo loca de gusto?".

Tuve que hacer un esfuerzo para retroceder en el tiempo y saber donde había empezado aquella locura: tan solo 20 minutos atrás. Mi novio y yo, de vacaciones en Ibiza, estábamos en una discoteca playera y él me acababa de presentar a un amigo suyo y su mujer, ambos recién llegados de Miami tras su boda. Ellos dos, amigos íntimos desde niños, habían dejado de verse cuando se fue a la universidad en Estados Unidos y mi novio se quedó solo hasta que su amigo del alma regresó, y con una flamante nueva esposa debajo del brazo. Los chicos se habían ido a charlar a su aire y me dejaron con aquella chica rubia que hablaba un torpe español (y yo en inglés me defendía poco).

Dije de bailar, y ella aceptó. Entre lo que habíamos bebido, las dos estábamos un tanto alegres, así que al poco de ponernos a menearnos la cosa se animó y que si una miradita al escote por aquí, o un pequeño roce por allá. Otras chicas hacían lo mismo, a nadie importaba si nosotras las imitábamos. Entonces con su dedo índice me cogió el escote y lo abrió para ver dentro. Arqueó una ceja divertida con mirada maliciosa y dijo algo así como "Mmmm, very nice" con voz melosa. Miró hacia nuestros novios y los vio absortos en su mundo, ajenos a nosotras. Sin darme cuenta, me fue llevando al otro extremo de la discoteca lentamente mientras bailábamos cada vez más pegaditas. Como alguna vez había bailado así con alguna amiga, tampoco sospeché nada. Me dejé llevar.

Escuché abrirse una puerta de coche (el suyo, me supuse) mientras me estaban comiendo la boca con total demencia, y una mano totalmente libertina me exploraba las tetas por fuera de la ropa. No sé como hice pero reaccioné del mismo modo y devolví el sobe con sobe. No eran grandes tetas, pero por lo menos no caían si les faltaba el sujetador. Estaban bien firmes (¿o sería por la calentura que teníamos encima?). Me rodeó con una mano y me metió la lengua hasta la campanilla. "You like me so much…You make me hot", le oí decirme. Entonces escuché como un flash o eso me pareció, pero ni siquiera abrí los ojos para ver si había alguien más. Segundos después, noté que era tirada en un sillón trasero, que mi falda era subida y mi tanga arrancado.

Al mirar, vi a la americana encima mío, desnuda de cintura para arriba y con un tanga con el logo de playboy en él. Se abalanzó encima de mí y se puso a chuparme los pezones como una posesa. Nunca vi a nadie con tantas ganas de comerse un par de tetas. Me chupaba, lamía, besaba y acariciaba los pezones que se me dejaron duros y a mí me quedaron ganas de más, estaba más salida que una esquina. Mi amante furtiva y secreta cogió y me dio unos besos de rosca que me pusieron a tono. Ella pareció intuir que me gustaba aquello y me besó más mientras sus manos se encargaban de acariciarme en mi coñito palpitante, que estaba con ganas de que lo mimaran. Sin saber lo que ocurría y ya fuera de mí, me abrí para ella y le supliqué que me chupara hasta hacerme correr. Ella se limitó a sonreír y decirme "If you want to cum…you will cum".

Volví al momento actual y no pude pedirle que parase ni que dejase de hacer lo que estaba haciendo. No podía articular palabra: la lengua de mi rubia americana estaba totalmente metida por mi panochita caliente y se iba más aún para hacerme correr. Sus manos llegaron a mis tetas y pellizcaron mis pezones. Mi boca apenas podía emitir algún murmullo ahogado e ininteligible, estaba al borde de la locura. No me podía creer que me estuviera pasando aquello, que una chica tan formal como yo, que se había pasado la vida con el mismo novio (y aún me duraba), se encontrase en el asiento trasero de un coche mientras una total desconocida se la estaba follando. Por no saber, ni siquiera sabía como se llamaba aquella chica…¡y encima era la esposa del mejor amigo de mi novio!.

Caí rendida fruto del orgasmo, no podía más. Me corrí como una perra, disfruté por los cuatro costados de mi cuerpo hasta caer rendida y notar mi coñito ardiendo de placer tras el masaje oral que le habían dado. Mi rubia se me acercó y se tendió a mi lado para sobarme más. Me acarició mi coñito y de sus dedos bebí mis propios jugos, que me supieron a gloria. Mientras me acariciaba, me pidió como desesperada que se lo hiciera a ella, que quería sentir mi lengua en su panochita. Nunca me había follado antes a otra mujer.

Inicié mi avance con sus tetas, algo más pequeñas que las mías. Su sabor me pareció sabroso, una delicia a mi paladar. Sus pezones eran más rosados que los míos, que eran un poco más oscuros. Quería dejar aquellas cerezas tan duras como las mías cuando ella me las comió. Su coñito, según noté al tocarlo, estaba totalmente sin pelo, todo liso (el mío tenía una mata bien recortadita y cuidada). Me excitó sentir una vulva sin vello, me hizo desear rasurarme entera. No pude frenar mis deseos de devorar cual glotona aquella maravilla. Hundí mi propia lengua en aquellas entrañas dilatadas y bien abiertas y no paré hasta escuchar como mi amante se corrió y chorreó en mi cara. En un santiamén me cogió por la cabeza para besarse conmigo, con sus jugos aún en mi boca. La mezcla de sabores fue algo que nunca había probado…pero que me gustó.

Nos vestimos como pudimos y volvimos a la discoteca tras arreglarnos un poco y disimular lo que habíamos hecho. Mi amante americana me susurró "I love sex…I love fuck…and I love you" como diciéndome, según entendí, que le iba todo, que no le importaba si era hombre o mujer (o vete a saber qué más) y que yo le había gustado mucho. Para cuando llegamos hasta donde nuestros novios, ellos aún seguían de charla en los sillones de la disco, y al vernos nos saludaron como si nada y nos hicieron ademanes para que nos sentáramos con ellos. Ni siquiera se dieron cuenta de que nos habíamos ido. Yo fingía que no había pasado nada, pero ella me miraba maliciosa por los dos secretos que teníamos: no solo los polvos, si no lo que pasó después.

Al salir del coche, tras lo que habían sido un par de polvos rápidos y salvajes, vi algo que ni siquiera me había imaginado antes, el secreto tras el "flash" que me había parecido oír cuando íbamos camino del coche: un chaval de apenas 20 años, con una vieja polaroid que parecía robada a su padre, que nos había sacado una foto y que nos había mirado como un voyeur como ella y yo nos lo montábamos en el aparcamiento, haciéndose una paja en el proceso (sus pantalones estaban bajados y se la machacaba a placer). Mi amante furtiva se ganó su silencio haciéndole una mamada que yo jamás hubiera sido capaz de lograr, tragándose luego todo lo que él soltó. Ella me sonrió con gesto perverso y me dijo con su voz melosa "I love milk". El tío me dio la foto para que me la quedase: la de blanco soy yo. Aquel fue el mejor polvo de toda mi vida.

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