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La bruma, de Ivan Sanluís

en No Consentido

LA BRUMA, DE IVÁN SANLUÍS

Día 7. La repentina bruma que el pasado lunes nos llegó bajando desde las montañas sigue tan espesa como antes. Ya casi no recuerdo como era mi casa, debido a los horrores que he visto en los últimos días. El número de víctimas ya asciende a 37 personas. Sólo quedamos 12, de los 45 que éramos cuando todo esto empezó. Ayer murió la Sra. Bosquen. No pudimos controlar sus delirios mesiánicos. Se creyó en serio ser una mensajera para dialogar entre nosotros y "ellos". Salió del supermercado, y lo que a continuación seguirá siempre en mis pesadillas. La capturó "el balón", como así lo llamamos: una especie de enorme balón de fútbol americano de cuatro metros de largo, con seis patas arácnidas (tres a cada lado), y una masa amorfa y viscosa de tentáculos sobre su lomo, siempre agitados como si estuviera en un continuo estado de furia. Emite una especie de zumbido chirriante, parecido a un graznido mezclado con un cristal que alguien estuviera rayando con un diamante. Los tentáculos la cogieron y la elevaron en el aire antes que ella pudiera entender que ocurría. Absorbieron toda su ropa, como si le sirviera de alimento…y luego la absorbieron a ella del mismo modo que lo hicieron con las otras que se pudieron ver 6 días atrás: tres tentáculos la forzaron al mismo tiempo, violándola para alimentarse de ella hasta que, reseco su cuerpo tras ser forzado varias veces (siendo ella consciente de todo), lo arrojaron con fuerza sobrehumana al aire en alguna dirección hacia la bruma. No la vimos caer. Kevin, Carl, Sophie y Roweena vomitaron cuando lo vieron. Los demás casi estaban aliviados: por culpa de Bosquen habían muerto 15 personas, enfrentados contra sus fanáticos seguidores. Me pregunto si veré de nuevo el sol.

Cerrado el diario, sus ojos taciturnos miraron al exterior del centro comercial, al otro lado de aquel ventanal ciclópeo, por donde desfilaban aquellas criaturas como si de una película se tratase. De forma difusa podía ver una de las criaturas que deambulaban por allí, "el pájaro", si es que aquel engendro podía semejarse a uno: era como una peonza de madera de un metro de alto, de cuya fina parte inferior emergía una boca casi redonda, poblada de dientes. Cuatro finas patas plegadas que podían partir un brazo en dos, seccionándolo de raíz. Alas como hélices de helicóptero en la cúspide, con un par de alas más abajo a modo de timón para guiarse, o un horrendo e inanimado enorme ojo de rosada pupila, carente de emoción y desprovisto de piedad.

-Tom-lo llamaron-. ¿Estás bien?.

Con las manos en su diario, se volvió hacia la voz que había hablado con ella. Pasándose la mano por su peli rojo, se giró para mirar a Roweena y su rubísimo pelo corto, de ojos verdes y cuerpo esbelto.

-¿Otra vez con ese diario?. De nada nos va a servir aquí y ahora.

-A alguien le servirá. Alguien debe hacerse cargo de todo esto. Alguien debe contarlo todo para que se sepa.

-Tiempo perdido-contradijo Kevin-. Nadie vendrá aquí. Nadie nos va a ayudar. Bradley puede presumir de ser uno de los pueblos más solitarios de todo el país. No te engañes Tom. Estamos solos.

Un enorme gruñido los hizo voltear la vista hacia el pueblo. Con horror fueron a esconderse entre los fardos más pesados de grano y cereal, solo eso podía confundir a "el ojo", la peor de todas las criaturas al ser capaz de, como ya hizo en el pasado, ver a través de los objetos sólidos. Tom recordaba apenado a Cyrill. El Ojo la había pillado al otro lado de una estantería, a pie del ventanal, y se la había llevado. Su querida amiga desaparecida antes de poder hacer nada por rescatarla, cogida por los cuatro debiluchos brazos y elevada en el aire, desapareciendo con un grito que fue menguando hasta que ya nada se escuchó. Roweena, junto a Tom, temblaba de miedo.

-Por dios que no me vea…que no me vea.

-Deja de temblar. Él no puede ver a través de algo muy denso, y estos sacos son un camuflaje perfecto. No puede vernos a través de ellos, pero deja de temblar porqué si no, entonces sí que nos encontrará.

Controlando como pudo su miedo, se quedó agazapada en el suelo mientras que Tom, en un alarde de locura o valentía, se asomó para ver de nuevo a El Ojo: Era solo eso, una especie de ojo flotante como de un metro de diámetro, sin párpado ni pupila, sostenido en el aire como si fuera una nube, manando un correoso y viscoso liquido candente que humeaba al contacto con el aire, de manera que parecía siempre difuso a la vista, vaporoso como una imagen muy poco nítida. Sophie, que lloraba, apenas podía controlar sus nervios, que acabaron por traicionarla cuando golpeó sin querer un saco de arroz de una estantería. Aunque El Ojo no pudo captar el ruido, el movimiento fue suficiente para que la descubriera.

-¡SOPHIE, CORRE!.

Aterrorizada, Sophie se levantó para ir donde estaban sus amigos, pero entonces El Ojo, centrando su intensa vista en ella, la dejó como agarrotada, intentando moverse pero viéndose impedida de hacerlo. El temblor de sus músculos se tornó horror cuando debido al esfuerzo, comenzaron a abrirse pequeñas brechas cada vez más numerosas.

-¡TOM-gritó Kevin-!.

-¡SOPHIEEEEEEE-gritó éste-!.

Surgiendo como una exhalación, se lanzó en plancha a por Sophie, a la que tiró al suelo, resbalando por éste hasta quedar a salvo de la mirada. Tom, viendo las heridas de ella, buscó el modo de salvarla, hallando unas vendas al lado de donde frenó. Sophie, que se dolía de las heridas, intentaba no chillar del dolor que sentía en todo su cuerpo. Los demás, refugiados, miraban la escena con horror.

-Sophie cálmate…te vas a poner bien, ¿ok?...tranquila…pronto pasará todo esto, ya lo verás…esta bruma no puede durar…tarde o temprano remitirá…

Y justo al terminar la frase, en que parecía que el clima de horror se despejaba, ¡CRASH! Un enorme ruido ensordeció aquel supermercado. Logrando romper la última barrera que habían puesto para salvarse, una de las Peonzas Volantes se estrelló contra el poco cristal que quedaba, dejando a todos los demás indefensos y vulnerables. Presa del pánico Sherrie, que estaba oculta al fondo, intentó huir a toda velocidad, pero El Ojo que rondaba cerca la apresó en su haz de mirada.

-¡HAY QUE SALIR DE AQUÍ!...CORREEEEEEEEED!...

Impotentes, vieron como Sherrie temblaba y se retorcía de dolor mientras El Ojo la atacaba con su poder, siendo malamente "salvada" por la Peonza Volante: ésta, con sus patas extendidas, la agarró de las piernas y se la llevó boca abajo por el aire, y de su estrecha boca salieron una suerte de media docena de "lenguas" que apresándola mejor que sus patas, que se volvieron a plegar, la asió de brazos y piernas con tan solo tres, usando las otras tres para, al igual que el balón, penetrarla y violarla mientras violada y violador desaparecían en la bruma en silencio (debido a que, si bien dos lenguas fueron a penetrarla por ambos lados, el tercero fue a la boca).

-¡POR AQUÍ!, ¡SEGUIDME!.

Kevin, una malherida Roweena, y tres personas más, haciendo un grupo total de siete, salieron por la puerta trasera del supermercado, la misma que días atrás había sido atrancada cuando el pobre Tim, el reponedor, había sido literalmente engullido por una serie de tentáculos que lo habían descuartizado, desmembrándolo y devorándolo por una serie de bocas que salían en los extremos de los tentáculos. Descorriendo las estanterías que estaban a modo de barricada, y aún a riesgo de encontrar una muerte segura, Tom y los demás salieron a campo abierto.

-¡Esto no va a salir bien Tom!, ¡en esta bruma nos van a encontrar!, ¡maldita sea, para morir me quedo dentro del supermercado!.

-No vamos a morir Kevin. ¿Ya te has olvidado de quien estuvo ciego durante dos años por culpa de un destello de un subfusil de asalto en plenas maniobras?. Tuve que aprender la geografía del pueblo de memoria.

-¿Cómo diablos te las apañaste para seguir en el ejército tras perder la vista?.

-Les demostré que podría servir de interino, y me pasé en una oficina redactando informes en Braille dos años hasta que volví al servicio activo. No es tan fácil acabar conmigo-ironizó-. Ahora seguidme, iremos al bar de Joe, allí podremos refugiarnos. Id cogidos de las manos en fila india, así no nos perderemos.

Dejando atrás el supermercado, en donde resonaban los gritos de los pocos que no habían logrado huir y que estaban siendo devorados y masacrados por las dantescas criaturas que parecían surgidas de las peores pesadillas de H.P. Lovecraft, el grupo de supervivientes fue cruzando el pueblo caminando, en vez de corriendo. Sabían que, si les daba por correr, el ruido atraería a los Cara–Brujas: insectos cuyo cuerpo, retorcido y arrugado, recordaba a las brujas de cuento de hadas. Tenían seis alas en donde estarían las orejas, tres ojos situados triangularmente a lo largo del cráneo, y en donde debería estar la boca, algo parecido a una boca, solo que lanzaba como dardos envenenados que provocaban ataques epilépticos a quien alcanzaban, dejándolos indefensos para que el resto del enjambre se abalanzara sobre él y lo desollara con sus dientes diminutos, que tenían en la base de la cabeza, donde estaría el cuello, apoyándose en el cadáver usando sus diminutas patas, que salían de lo que sería la mandíbula. Tom recordaba demasiado bien a los Cara-Brujas: los había visto matar a su primo Lenny a un par de metros antes de llegar el supermercado, siete días atrás.

-Tom-susurró Roweena-, ¿sabes adonde vas?. Casi no veo nada.

-No estamos lejos. Solo hay que doblar esta esquina y habremos llegado.

Pero al doblar la esquina, la fila se detuvo al encontrar de pleno con un horrible espectáculo: una manada de Balones que ocupaban toda la calle y que, sin tregua y sin descanso alguno, estaban alimentándose de un surtido grupo de mujeres, todas ellas ya desnudadas y violadas por todos los agujeros de sus cuerpos repetidamente. Roweena, a punto de gritar, se puso la mano en la boca para no hacerlo, pero un leve alarido de Ellie bastó para alertar a unos pocos que ya habían terminado con sus presas.

-Vienen a por nosotros-alertó Tom-. Hay que ir por otro lado.

Girando un poco en un desvío cercano, el grupo entero corrió para esquivar todo peligro por parte de los Balones.

-¡No las matan!, ¡las mantienen cautivas-volvió a decir Ellie, una niña que iba al final de la fila india-!.

-¡¡Ahí, el almacén de Larry, ahí podremos salvarnos!!.

-¡Escuchad, en el cielo!.

Un "cri-cri-cri" continuo anunciaba la llegada de unos vecinos indeseables: los Cara–Brujas. Aterrados, corrieron los pocos metros que faltaban hasta llegar al almacén de Larry, pero a poco de llegar Ellie tropezó con el bordillo de la acera. Frank, que iba delante de ella, se dio cuenta de lo ocurrido y corrió a levantarla del suelo para salvarla.

-¡Corre Ellie, corre!.

¡ZST! Un impacto en su cuello lo tumbó al suelo, y Ellie gritó aterrada. Tom se percató y cogiendo a la niña por la cintura la metió en la tienda, cerrando después.

-¡Papáaaaaaaaaaaa!, ¡PAPÁAAAAAAA!...

-Llévatela Kevin, que no lo vea. ¡Sácala de aquí!.

Ellie gritaba mientras Kevin iba con ella a la trastienda. Tom se obligó a ver lo que iba a pasar, se obligó para jurarse a sí mismo que encontraría el remedio de acabar con aquella maldita plaga infernal. Sabía que había surgido a través de la bruma pero, ¿de donde había surgido la bruma?.

-La bruma-murmuró-…la bruma….Oídme, ¿Cómo surgió la bruma?...Quiero decir, ¿Quién la vio por primera vez?.

-Creo que yo-contestó Roweena-. Me encontraba en mi casa, casi en la orilla del lago, cuando la vi bajar de las montañas. Me pareció algo raro porqué bajaba muy deprisa y muy densa, ¿por qué?.

Tom no contestó. Enfrascado en sus pensamientos, vio como todo el enjambre de Cara–Brujas estaba a punto de abalanzarse sobre el pobre Frank, pero de pronto todas ellas se fueron rápidamente. Pensando que podría salvarle salió del local, pero su ilusión fue frenada cuando una Peonza Volante apareció para llevárselo, lo que le obligó a volver a la tienda y ver una escena atroz: pensando que las Peonzas solo iban por mujeres, vio su error cuando la Peonza realizó a misma operación que con Sherrie, usando tres tentáculos para inmovilizarlo, y los otros tres para alimentarse de él: si bien sabía que un tentáculo iría a la boca buscando saliva y otros fluidos, no esperaba lo que vio en se instante: tras deshacer su ropa, una de sus lenguas tentaculares entró por su ano para violarlo mientras el otro, por sorpresa, abrió la punta para mostrar una especie de boca o ventosa por la cual succionó su miembro forzadamente enhiesto para drenarlo. Por las mejillas de Tom resbalaban las lágrimas, pues aquella escena no hacía si no recordarle el horror de Kimberly, su mujer: una Peonza la capturó cuando, en su desesperación por estar encerrada en el supermercado, salió a la calle al tercer día de estar allí. Alzando el vuelo, la Peonza se llevó a Frank, de nuevo desapareciendo en la bruma. Los monstruos no hacían diferencias de sexo a la hora de alimentarse.

-¡TOM!.

Un grito en la trastienda captó su atención. Corriendo hacia ella, fue seguido por los demás. En ella, un almacén lleno de estanterías y de comida enlatada y envasada, se hallaban Ellie, Kevin, y un hombre tumbado en el suelo, al cual no se le veía la cara por la semi oscuridad del lugar.

-Estaba atendiendo a Ellie cuando apareció por detrás de mí. ¡Casi me muero del susto-explicó-!. ¡Hay que acabar con él, podría estar infectado!.

La mente de Kevin recordaba con nitidez a Clarice, la conserje del colegio: tras salir a por medicinas para su hijo enfermo de diabetes, volvió al cabo de seis horas…y a la hora siguiente, toda ella convulsionó hasta que reventó cuando unos Mini-Balones salieron de ella, tras ser fecundada por sus "padres": ese era el destino de aquellas que tras ser violadas no eran descuartizadas.

-Se lo dije…se lo dije-repetía el hombre-…se lo dije…se lo dije…

-Un momento-detuvo Tom a Kevin con un ademán-. Yo conozco esa voz.

Agachándose para verlo, los demás hicieron un corrillo para no dejarle escapar. Tom movió un poco a aquel hombre y vio su rostro: calvo, con apenas algunos pelos sueltos uniendo ambas sienes, y con un bigote bien recortado.

-¿Coronel Wallace-se sorprendió-?, ¿es usted?.

Wallace, mirando arriba y como si volviera a la realidad, quedó fijo en la cara de Tom, escudriñándola como si no la reconociera.

-Teniente-murmuró-….Teniente Roberts…es usted…

-Dios mío, coronel…¿Dónde se ha metido?, llevamos una semana encerrados en el supermercado, dijeron que vendrían a evacuarnos, ¿¿qué ha pasado??.

Wallace, presa de un ataque de nervios, miraba a su alrededor, intentando huir de allí como alma que lleva el diablo.

-¡NO!, ¡hay que salir de aquí! ¡NOS VAN A ENCONTRAR!, ¡nos encontrarán!, ¡nos convertirán en pienso compuesto, ¡¡NOOOOOOO!!...

Sin mediar palabra Tom propinó un enorme puñetazo a su superior, que cayó al suelo. Kevin se le quedó mirando extrañado por su actitud.

-No sabes que ganas tenía de hacerlo-sonrió-…¡y ahora dígame que ha pasado!, ¡¡DÍGAMELO!!.

Wallace enmudeció. Todos sabían que tenía algo que decir.

-Salimos de Forth Dalton apenas se detectaron las primeras apariciones…Todo el primer regimiento del segundo pelotón fue enviado a Bradley para la evacuación del personal civil. El general Conway me puso al frente…pero justo antes de llegar fuimos invadidos…esas malditas cosas volantes…llegaron en tromba a por nosotros…y los que no salieron volando por el aire fueron cogidos por las arañas…De más de 500 hombres solo quedamos 4. Ayer perdimos al soldado Frazier, y esta mañana el cabo McKenna se desvaneció en la bruma y no volvió.

-¿Y no hay nadie en Dalton?, ¿toda la base se ha quedado vacía?.

-No lo sé.

-¿A que se refería con "se lo dije"?.

La pregunta de Roweena hizo que los demás quedaran mirando a Wallace. Éste echó un vistazo en rededor: eran seis personas contra él.

-Esos malditos empollones-gruñó-…esos malnacidos sabelotodos con sus condenados experimentos…se lo dije…se lo advertí…

-¿De que está hablando-preguntó Chester, en una de las pocas ocasiones en que había hablado desde su encierro en el supermercado-?.

-Esos chupatintas del Pentágono…"tenemos que sorprender al enemigo"…"no podemos dejar que vuelva a pasar"…"es nuestro derecho"…!Idiotas-dijo mirando hacia el suelo-!. Tras los atentados del 11-S los de la CIA enviaron a sus mejores científicos a Dalton, decían que podían encontrar un método para capturar a Bin Laden, Al Qaeda y a cualquier futuro enemigo de Estados Unidos. Gastaron una fortuna en su gran invento: lo llamaron Proyecto Ojo de Halcón.

-¿Qué?. ¡NO-protestó Tom-!. Que va, oí hablar de eso en la base: Ojo de Halcón solo era un proyecto estratégico. Tan solo era un intento para mejorar la precisión del objetivo en los misiles tierra–aire.

-Esa fue la tapadera del Pentágono-desmintió Wallace-, pero lo cierto es que el proyecto era mucho más ambicioso…creían saber lo que estaban haciendo. Ilusos-los maldijo-, no tenían ni idea.

-¿Entonces qué era Ojo de Halcón-preguntó Kevin-?. ¡Óigame, maldito chiflado! ¿¿Qué era Ojo de Halcón??, ¡¡CONTESTE YA!!.

Wallace, arqueando una ceja con mueca sardónica, miró a Kevin y a los demás.

-Teleportación-contestó-, o teletransportación, tanto da. La maldita y estúpida teletransportación. Nada de misiles surcando los cielos. Esta vez se la haríamos aparecer en sus mismísimas narices, delante de ellos-decía en tono grandilocuente-.

-Eso es imposible, ¿teletransportación?, ¡venga ya-protestó Roweena-!, ¡¡eso es de las películas de ciencia ficción!!. ¿Cómo se puede hacer algo así?, ¡es una locura!.

-No es tan difícil…todo el planeta está medido y escaneado desde hace décadas por ciento de satélites…solo hay que calcular las coordenadas para el traslado…la masa del objeto para su envío…su peso y composición, su estructura…y todas esas chorradas científicas…Decían que tarde o temprano alguien sería el primero, que alguien podría conseguirlo…y que nosotros debíamos hacerlo antes…

Tanto Tom como los demás no daban crédito a las palabras de Wallace. Éste, con gesto derrotado, se sentó sobre un gran saco de comida que estaba en el suelo.

-¿Qué salió mal?.

Era la pregunta del millón de dólares. Resultó irónico que fuera la pequeña Ellie quien la dijera. Wallace la miró apesadumbrado.

-Los científicos calcularon mal…y en vez de enviar el misil, descubrieron algo muy diferente…se encontraron con que habían abierto una puerta a otro mundo…una dimensión paralela a esta o algo así…un mundo horrible, primitivo, como la Tierra en su juventud…y para nuestra desgracia, aquel mundo no estaba despoblado…Al darnos cuenta intentamos cerrarlo, pero esos insectos se nos echaron encima…no pudimos ni contener la invasión en la base…

De pronto las piezas del puzzle encajaron con perfecta simetría. Ahora todo tenía sentido. Todo cobraba forma y significado. Tanto Roweena como Kevin saltaron sobre Wallace para golpearle.

-¡Hijo de perra, bastardos!, ¡fue culpa vuestra!, ¡fue culpa vuestra!.

-¡NO!.

Tom los frenó en seco, separándolos. El labio inferior de Wallace sangraba por una brecha, y unas de sus mejillas tenia un fuerte morado.

-No le hagáis nada. Nos ayudará.

-¿Ayudar-preguntó Wallace-?.

-Ha dicho que no pudieron cerrar el proyecto. Si lo hacemos entonces todas esas criaturas volverán a su mundo, o por lo menos evitaremos que entren más. Va venir con nosotros, coronel: nos vamos a Dalton.

Hizo falta una amenaza, un par de puñetazos y 20 minutos para hacer entender al coronel Wallace que no tenía opción. Tanto él como Tom, Roweena, Kevin y la joven Ellie cogieron un coche al que aún quedaba algo de gasolina y se metieron en él. Kevin ejercía de conductor en tanto que Tom y Roweena vigilaban a Wallace en la parte de atrás del coche. Ellie iba delante, al lado de Kevin y sobre el regazo de Chester, el único modo de que todos pudieran ir.

-…Empezaron siendo la Sra. Bosquen y su hija, que no paraban de delirar sobre el fin del mundo, y luego la gente fue creyéndose sus divagaciones. Antes de que nos enterásemos, teníamos una rebelión de fanáticos ante nosotros. Je, tiene gracia la cosa: nos metimos en el centro comercial para huir de los bichos, y luego resulta que no nos hicieron falta para acabar masacrados…El resto fueron pasto de los bichos. Lograban entrar por todas partes…

-En Dalton fue peor: ni siquiera pudimos enviar una señal de socorro para que en Washington supieran que el proyecto salió mal. Esas malditas caras agrietadas dejaban cadáveres desmembrados a su paso. Confiamos en arreglarlo y en evacuar Bradley antes de que llegara hasta allí, pero esas Peonzas llegaron antes hasta nosotros, y…

¡BRUM!. Un temblor lo hizo callar. El coche se detuvo. Kevin y los demás se miraron entre sí y luego por las ventanillas. No tardaron en ver algo que desafiaba toda lógica y toda ley natural conocida por el hombre: gigante como una colina, una criatura de más de 80 metros de alto estaba pasando por delante de ellos. De perfil, su cuerpo se parecía a unos labios carnosos de mujer, mientras que visto de frente era como una fila de dientes, como una boca de dientes apretados y sacados en actitud de odio, y a cada lado algo parecido a inmensos globos oculares, pero lo más absurdo era precisamente su altura: su cuerpo estaba elevado por seis enormes patas, más gruesas que un autobús de línea puesto en vertical, y en lo que sería la panza de aquel titán, una legión de tentáculos que tenían en sus garras a más de 3 docenas de hombres y mujeres desnudos a los que usaba de alimento al igual que sus congéneres extradimensionales, usando el mismo procedimiento. Atónitos, vieron al ser desaparecer en la bruma en dirección a Drayton, quizás en busca de más alimento.

-¡Acabemos con esto de una vez!.

El ascenso a Dalton, que estaba en lo alto de una serie de montañas a las afueras de Bradley, fue tan complicado como peligroso por tener que esquivar el asedio tanto de Peonzas Volantes como de Cara–Brujas. Tom, que lo apuntó todo en su diario de forma rigurosa, se unió al asalto.

-¿Dónde se hizo el experimento, coronel?, ¿en que lugar?.

-En la sala de oficiales, en la cancha de baloncesto. Era el lugar más grande de toda la base.

-Sé donde es. Por aquí.

Recorriendo los desérticos pasillos, el grupo se movió con sigilo hasta que en efecto pudieron llegar a la sala de oficiales. Antes de entrar, Tom habló con Kevin a solas, lejos de oídos indiscretos.

-Tom, quiero que sepas que pase lo que pase, no voy a fallarte, ¿de acuerdo?.

-Gracias, eso está bien…Quiero que te lo quedes.

-¿Tu diario?.

-Todo está aquí. Todo-recalcó-. Conozco a Wallace, conozco a los que son como él. Tratarán de taparlo todo, de echar tierra sobre el asunto. Quiero que se sepa. Quiero que el mundo se entere de porqué ocurrió.

-Tom-musitó asombrado-…

-Se llevaron a mi mujer-recordaba casi llorando-…

-Lo sabrán-asintió Kevin, poniendo su mano en el hombro de él-…

-¿Chicos, que estáis haciendo?, ¡ya casi estamos, vamos allá!.

Tan solo una débil puerta les separaba del final del viaje. La mano de Tom casi vaciló en abrir. Al hacerlo, dio un suspiro y entró. Los demás le siguieron.

No estaban seguros de lo que iban a ver al entrar allá, pero sí estaban seguros de que aquello que encontraron era totalmente diferente a todo lo esperado. Como si ambos espacios estuvieran fusionados en uno, la cancha de baloncesto de la sala de oficiales tenía en su interior lo nunca visto: un enorme y parpadeante paisaje extradimensional de abyectas formas, con montañas más grandes que el Everest más inclinadas que la Torre de Pisa, con un enorme sol naranja en el cielo, el cual tenía un gran anillo alrededor suyo, con valles y depresiones de un tono que ningún pintor encontraría en su paleta. El austero valle extendido ante ellos limitaba como un campo de flores de aspecto siniestro y aterrador, con dientes y hasta algo parecido a piernas con lo que podían moverse. Las Peonzas Volantes eran pulgas en comparación con la manada de behemots que cruzaban aquel paisaje plagado de Cara-Brujas que volaban en todas direcciones. Ellie no pudo evitar un grito de terror.

-Dios mío-susurró Tom, atónito-.

-Tom, fíjate en eso.

Roweena señaló a las ocho esquinas de aquel lugar: en cada una de ellas había una especie de aparato de aspecto algo ovalado, lleno de lucecitas de color que terminaban en unos finos y alargados cristales de color azul claro. Al verlos, de pronto el mundo de Tom se vino abajo.

-Adiós a las puertas normales y corrientes-dijo cayendo de rodillas-. No hay un portal, es toda la cancha…toda la cancha ha quedado entrelazada con esa dimensión paralela. ¿Este era el proyecto, coronel-se volvió hacia él, enfurecido-?: ¿plegar el espacio para que dos lugares diferentes del planeta coexistieran en el mismo punto y entonces enviarles la bomba?, ¿esta era su teletransportación?, ¿¿es que han perdido el puto juicio??.

Wallace ni se molestó en contestar, presa del horror. Los ojos de todos estaban fijos en aquel paisaje del todo irreal, como surgido del delirio de un esquizofrénico. Las nubes, incluso el mismo viento que lograba llegar a ellos era diferente, casi imposible de describir con palabras. Solo Wallace, cuya mirada presagiaba el pánico que tenía en su interior, parecía estar a punto de echar a correr.

-Hay que salir de aquí…nos van a matar, nos descuartizarán…tenemos que irnos de este maldito lugar….hay que irseeeeeee…

Intentando dar marcha atrás, Kevin y Chester le cortaron el paso. Wallace no se cortó y la emprendió a golpes con ellos. Kevin logró empujarle contra un enorme panel de control que estaba a su derecha, en plena antesala anexa a la cancha de baloncesto, una cafetería convertida en un improvisado laboratorio de investigación.

-¡Dígame como se para este maldito trasto!, ¡dígame como se hace!.

Wallace propinó un golpe al estómago de Tom, estampándolo contra el cuadro de mandos. De pronto la luz de los ocho vibradores cuánticos se hizo más intensa, y se agrandó la zona de visión del otro mundo. Unas pocas Cara–Brujas quedaron alertadas y atravesaron la barrera y desaparecieron por la pared este de la cancha, montaña abajo. Hasta la pequeña Ellie se impresionó que nadie se percatara que casi toda la pared este había sido derruida, quizá por algún behemot que pudiera usarlo como puerta de salida. La pequeña, que miraba aquel mundo ensimismada, no se dio cuenta de que un Balón estaba a pocos metros de ella hasta que, demasiado tarde para huir, éste la capturó con sus tentáculos.

-¡ELLIE!.

Kevin logró ver a tiempo que la habían secuestrado y corrió para salvarla, saltando en el aire para lograr cogerla por los tobillos y tirar de ellos para evitar que se la llevaran al otro mundo. Chester fue a ayudar al igual que Roweena, quedando solos Wallace contra Tom, que se empujaron y voltearon contra las paredes hasta que, en un intento de hacer fuerza para controlarle, Tom arrojó a Wallace contra el Balón que tenía prisionera a Ellie de tal modo que el coronel atravesó la barrera, yendo a parar al otro mundo. El impacto fue lo bastante fuerte para sacudir al Balón, que liberó a Ellie. Ésta logró volver a la Tierra, quedando en brazos de Kevin y Roweena. Solo Tom miraba al que fuera su superior, ahora convertido en víctima de su propio experimento. El Balón lo arrastró fuera del campo de visión de la brecha interdimensional, pero sus gritos sí lograron llegar hasta sus oídos.

-Adiós, coronel-dijo con un sentimiento de rencor-.

-¡Dios mío Tom, desconecta esa maldita cosa!.

El grito de Chester les hizo mirar hacia la otra dimensión: acercándose cada vez más hacia la barrera que separaba ambos mundos, vieron un ser de físico imposible: su cuerpo estaba formado por una mezcla entre algo parecido a una serpiente (su cabeza) y a un toro (su cuerpo), de color rojizo intenso, pero con alas en vez de patas, y en la base del cuerpo, una hilera completa de tentáculos como si se tratara de un ciempiés.

-¡TOOOOOM!.

Saltando sobre él, Chester tiró a su amigo al suelo en el instante en que una masa mucosa verde lo alcanzó en el aire, empujándolo e impactándolo contra la pared, pero en vez de caer, quedó pegado a ella...pero no por mucho tiempo: aquella criatura lanzó una larguísima y potente lengua, gran gruesa como un coche y más larga que un autobús para capturar a su presa, llevándose a Chester, que desapareció entre angustiosos gritos.

-¡No podemos dejar que eso entre a nuestra realidad, hay que detenerlo-gritó Roweena-!. ¡Tenemos que evitar que venga!.

Mirando rápidamente a su alrededor, bien escondida en un rincón entre el panel de mando y el suelo, Tom encontró un arma, seguramente la de algún soldado que cayó antes de que se lo llevaran o lo devoraran. Tom la cogió y disparó contra los vibradores cuánticos, pero el haz de energía impidió que la bala llegara a su destino, siendo enviada al otro mundo. Entonces, por el rabillo del ojo, divisó algo que apenas era perceptible: allí, entre ambos mundos, en mitad de todo, estaba la causa de todos los problemas: el misil que pretendían teletransportar.

-Está allí…Kevin, llévatelas lejos de aquí…corred, largaos.

-¡Ven con nosotros Tom, no te quedes aquí!.

-Alguien tiene que parar esto: si hago estallar el misil la onda expansiva cerrará la brecha y separará ambas realidades. Es nuestra única posibilidad.

-¿Cómo piensas hacerlo estallar?, tu pelea con Wallace ha hecho volar el panel de mando, los controles están inutilizables.

-Entonces solo queda una opción…hay que hacerlo manualmente.

Kevin iba a decir algo, pero entonces Tom les apuntó con la pistola.

-Fuera-dijo con amargor-. Largo de aquí.

Kevin, con Roweena y Ellie, obedecieron a regañadientes y los tres comenzaron una frenética huida contrarreloj. Tom, calculando el tiempo necesario que disponían para alejarse, miró a la criatura cuyos ojos amarillos le fulminaban con la mirada.

-¡¡Vamos, ven aquí miserable bastardo!!: ¡¡VEN POR MÍ!!.

La criatura intentó alcanzarlo con su saliva verdosa, pero Tom esquivó todos los ataques rodando por el suelo o saltando en el aire. Entonces, cuando estuvo lo bastante cerca, decidió dar del último paso y por su propio pie, saltó hacia la barrera para entrar en el otro mundo, donde estaba el misil. Por un instante, una riada de imágenes fluyeron por su mente: París, Londres, Moscú, Lima, Toronto, Madrid, Roma, Hong Kong, Río De Janeiro…el experimento había creado cientos de brechas a lo largo y ancho de todo el planeta, haciendo que las criaturas entrasen…A su mente llegó también la imagen de miles de mujeres víctimas de los Balones, o de otras criaturas parecidas: mujeres de todas las edades que, al ser violadas, servían de alimento a aquellos seres venidos de un remoto rincón de la existencia. Por todos los países del globo las criaturas buscaban sin cesar satisfacer un extraño apetito de carne humana con mujeres…y también hombres. Recuperado de aquel shock y sabiendo que le tocaba a él acabar con aquello se encontró con que estaba cayendo por los cielos de aquel mundo, con rumbo al misil, que estaba al final del viaje, en una colina yerma y estéril. Caía a ritmo vertiginoso mientras detrás de él la criatura alada lo seguía, intentando cogerlo para comérselo. Tom, con el arma en su mano, esperó…No entendía de física cuántica, ni de leyes espacio–tiempo ni de nada de eso, pero sabía que si lo hacía estallar, todo acabaría. Era el final del viaje…y como si la tuviera delante, la imagen de su mujer pasó delante de él. Tom sonrió triunfal.

-¡LO HICIMOS, KIMBERLY!.

Y a punto de caer al suelo, con ambas manos, Tom disparó su arma. La bala fue como una exhalación cruzando el aire y golpeó justo en la espoleta. Tom cerró los ojos, y en un segundo él y su perseguidor desaparecieron en una columna de humo y fuego que llegó hasta la base militar y que, golpeando a la barrera y destruyéndola. La nube de humo y fuego hizo volar todo Dalton por los aires, y la onda expansiva borró de un solo golpe la intensa bruma que ya cubría más de 50 kilómetros de diámetro. Roweena, Ellie y Kevin se vieron lanzados por los aires, cayendo contra el suelo varios metros colina abajo. Al ponerse en pie, los tres miraron hacia arriba, donde vieron una inmensa bola de fuego en donde antes estaba una base militar.

-¡DIOS MÍO, TOM!, ¡TOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!...

El grito de Kevin se desvaneció en el aire. Tan solo el ruido lejano de las llamas podía oírse en aquella noche a la que poco le faltaba para terminar. Mirando a Roweena, está le devolvió al misma mirada de dolor.

-¿Tú crees que él ha…?.

-Eso espero-se anticipó-. Mejor eso a quedar atrapado en otra dimensión.

La vuelta a casa fue más larga de lo esperado. Al volver a pie, pudieron ver al fin, libres de la bruma, las ruinas de lo que antes era un bonito pueblo llamado Bradley: edificios ruinosos, cristales y ventanales destrozados, y una ingente cantidad de seres que, quizá por el alcance de la onda expansiva, o quizá por efecto de la gente, yacían sin vida por las carreteras del pueblo. Las pocas víctimas aún vivas se buscaban entre sí, en un intento de comprender o asimilar el horror que habían sufrido de manos de aquellos engendros que las habían tomado a la fuerza y que por horas o días, fueron literalmente esclavas sexuales de ellos. Kevin, con un pensamiento de lástima, se dijo a sí mismo que ya nunca volvería a ver aquel hentai japonés de monstruos del mismo modo.

Los tres lo veían todo como a cámara lenta, como si ellos fueran espectadores impávidos de todo aquel horror. Al llegar al supermercado, por todos pasaron los amargos recuerdos de una semana de encierro: la llegada de la bruma, las primeras apariciones, el debate de la Sra. Bosquen sobre el fin del mundo, la conversión de la mayoría a sus delirios…y las primeras muertes a manos de tentáculos y garras de tamaño y formas descomunales…Luego vino la histeria colectiva, la pandemia de fe generada por la Sra. Bosquen, su fanatismo y ansiedad de sangre "infiel" para aplacar a las bestias. Kevin maldijo al género humano: había más victimas por acción humana que por acción de las bestias. Era lo más desagradable de todo que se extendía entorno a ellos: el reguero de cuerpos y miembros amputados desparramados por el suelo. Ni la joven Ellie se inmutó ante aquella visión grotesca. Solo el ruido de una camioneta a sus espaldas les sacó de sus pensamientos. Estaba abollada por varias partes. De ella salieron un hombre algo mayor y una mujer con la ropa hecha jirones, semi desnuda, con un micrófono en la mano.

-¿Quién es usted-preguntó la joven Ellie-?.

-Soy Janice Burrows, del canal 6-se presentó ella-. Vengo a entrevistar a los supervivientes para que puedan decirme si saben algo de lo que ha pasado por aquí, para que puedan dan su testimonio de lo que ha ocurrido. ¿Son de aquí?.

-Lo somos-contestó Kevin, y se dio cuenta del estado de su ropa-. Usted…

Janice tembló, y sus ojos vidriosos revelaron mejor que sus palabras que ella no había salido indemne de aquel horror que había durado varios días.

-Asaltaron el canal en masa-se limitó a decir-…Mataron a más de la mitad de todo el equipo de noticias…Me cogieron saliendo del edificio…

Ninguno habló por espacio de varios segundos, pues la crudeza de las palabras de Janice solo hacía recordar lo que ellos mismos ya habían visto a pocos metros de ellos durante toda una semana.

-Hemos tenido informes de que esto mismo ha ocurrido en todo el planeta, pero nadie parece saber nada excepto que toda esta pesadilla empezó aquí, en Bradley. ¿Por qué aquí?, ¿qué tuvo este lugar para ser el principio de todo?...¿Saben algo de eso?.

Los tres supervivientes se quedaron mirando entre sí. Roweena, que abrazaba a Ellie, asintió con la cabeza con lágrimas en los ojos. Kevin hurgó entre su ropa y de dentro de su pantalón semi oculto en la cintura sacó el diario de Tom. Compungido al tenerlo entre sus manos mientras recordaba a su amigo, no pudo evitar llorar.

-Srta. Burrows-la miró fijamente-, creo que tengo algo que contarle…

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