Karlita por Ivan Sanluís

KARLITA

Karlita se llamaba, una auténtica belleza que impresionado me dejaba. Teníamos 14 añitos, ¿que puedo decir?, con ella todo lo quería sentir. Pelo castaño, carita de inocente y ojillos verdes, solo de verla me hacía estremecerme. Solo de recordarla con su traje de colegiala mi corazón se sobresalta con una tremenda palpitación, en que aquella tarde que mis padres no estaban, Karlita a mi casa vino encantada. En principio solo teníamos intención de estudiar, pero sus ojillos me decían que solo con eso no se iba a conformar. Mientras para el examen nos preparábamos, de manera fugaz e inocente nos rozábamos, hasta que ella puso su mano sobre mi pierna, de una manera tan sutil como tierna. La miré totalmente asustado porqué jamás eso me había pasado, pero noté rápidamente que ella asustada estaba igualmente. Éramos apenas dos chiquillos inocentes, a punto de vivir una experiencia sorprendente, y entonces sobrevino el primer beso, tan bonito y tan tierno que nos derretimos como el queso. A acariciarnos poco a poco comenzamos, dispuestos el uno al otro a entregarnos, y del sofá nos levantamos, para ir a nuestra cama a amarnos. Había risas, nerviosismo y mucho miedo, pero pronto a todo eso lo superó el deseo. Karlita y yo del todo nos desnudamos, y apasionadamente a amarnos comenzamos. Todo era suave, cálido y delicioso, en un ambiente tan bonito como esplendoroso, así hasta el instante de penetrarla, en que sentí deseos de devorarla. Hicimos el amor como verdaderos enamorados, como si con los dedos el cielo hubiéramos tocado. Era un momento tan crucial, tan único, que todo era espectacular, era mágico. Finalmente como bombas estallamos tan fuerte, que hasta nos quedamos exhaustos y jadeantes, tan unidos y con las manos entrelazadas, que nuestras almas para siempre quedaron marcadas. Karlita me miró con tan absoluto deleite, un primor, que supe que quería volver a hacer el amor, así que repetimos sin dilación para sentir de nuevo aquella primordial sensación, quedándonos al final agotados, pero profundamente enamorados, y aunque no sabíamos cuanto duraría nuestra relación, aquella era tarde siempre sería nuestra, ¡sí señor!. Por más años que han pasado, aquello jamás lo he olvidado, y lo mejor es que aún con los problemas presentes y pasados, Karlita aún sigue feliz a mi lado

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Karlita

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