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La chica de la calle

en Hetero: General

LA CHICA DE LA CALLE

 

Después de trabajar me dirigí a mi casa en las afueras de la ciudad, me subí a la limusina y le dije al chofer que se fuera por el centro de la ciudad. Íbamos cruzando varias calles en las que se veía un sin fin de gente comprando cualquier cantidad de chacharitas, y en uno de los semáforos en que tuvimos que detenernos se acercó una chica de aspecto muy joven, yo la mire a través del cristal y pude notar su herencia indígena, su cabello largo y oscuro, sus ojos café de una forma muy tierna y su piel morena, un poco maltratada por estar en el sol y el polvo de la calle. Abrí la ventanilla.

-¿Hola, como te llamas-le pregunté-?.

-Francisca, ¿y tú-me contestó con un tono simpático-?.

-Yo, Aquiles. ¿Ya terminaste de vender o te falta mucho-proseguí-?.

-Todavía me falta mucho, no he tenido suerte hoy-me contestó-.

-Si me acompañas yo te compro todo y te doy algo más de dinero, ¿que dices-le dije sin pensarlo-?.

-Está bien, ¿a donde vamos-me contestó después de pensar un poco-?.

Abrí la puerta de la limusina y la niña subió. Olía un poco mal pero la senté frente a mí y continuamos platicando por el camino. Ella iba feliz, ya que me contó que nunca se había subido a un coche y menos a uno tan bonito y grande como ese.

En realidad bajo esa sucia cara y esas fachas de ropa parecía esconderse una niña muy hermosa. Salimos a la carretera y le pregunté si sus padres no se preocuparían de que no llegara a su casa. Ella me comentó que no tenía casa, que se quedaba en la calle y que muy pocas veces veía a sus padres, que su papá siempre andaba borracho y por eso se le escondían y su mamá se iba con un novio que tenía, por lo que no se preocupaban de su hija ni la echaban de menos.

Llegando a la casa les di tres días libres a los sirvientes y al chofer le dije que se podía retirar a su casa, que yo lo llamaría después cuando lo necesitara. Francisca por su parte estaba encantada viendo todo lo que había en la casa y me preguntaba muchas cosas sobre como era vivir así. Entonces yo le dije que me acompañara a una de las habitaciones de huéspedes que hay.

-Mira, si tú quisieras podrías vivir aquí, pero tendrías que acatar mis órdenes y hacer lo que yo te diga-le dije-.

-¿De veras me quedaría en esta casota-preguntó asombrada-?.

Entonces entré al baño, abrí la llave del agua caliente y puse la tina a llenarse, fui por algo de ropa para la chica que se guardaba en esa habitación y se la medí por encima, luego la comencé a desnudar, pues tenía que bañarla, ella se quedó sin saber que hacer, pero no dijo nada. Terminé de desvestirla y tiré su ropa a la basura, luego le dije que se metiera a la tina y ella así lo hizo mientras yo la comencé a enjabonar, fue una tarea un poco difícil pero al final quedó muy bien, luego fuimos a la recámara y le unté un poco de crema y perfume, la vestí y la peiné. Era toda una hermosura de niña ahora, sus piernas largas y morenas contrastaban con la minifalda roja que le puse y su carita hermosa se puso más bella y feliz.

Ya en la tarde la saqué a pasear por la piscina, ella me dijo que si podía meterse, y yo le dije que sí y que me metería con ella, nos desvestimos los dos por completo y nos metimos en la piscina, ella no sabía nadar así que yo la ayudaba en lo profundo, mis manos se posaron en su pecho y sus piernas para enseñarle como debía de nadar, después de un largo rato de jugar en la piscina los dos terminamos muy cansados y le dije que nos fuéramos a dormir.

Nos metimos a mi cama y ella se acostó con su cuerpo desnudo: sus piernitas largas rematadas en nalguitas muy llenas, con una espalda larga y morena, lisa como la seda, y un cabello largo y negro que le llegaba a la mitad de la espalda. Me puse a su lado y mis manos comenzaron a masajearle las piernas. Subía despacio desde sus tobillos y luego iba subiendo hasta llegar a sus nalgas, ahí metí mis manos por la hendidura de su culo y luego con un dedo me dirigía hasta su ano. Ella se reía y me decía que nunca le habían hecho algo así de rico, yo continué masajeando sus nalgas y su ano, luego me ensalivé muy bien el dedo medio y lo coloque en la entrada de su culito, lentamente lo fui metiendo, al principio respingó un poco pero se fue tranquilizando, mi verga estaba completamente erecta y a punto de explotar, así que comencé a meter y sacar el dedo de ese pequeño ano y ella lo estaba gozando, cuando ya lo tenía bien abierto por el dedo decidí que era el momento para meterle mi tranca.

Le puse una almohada bajo su vientre y me coloqué detrás de ella abriéndole las piernitas, ella preguntó que íbamos a hacer y yo le conteste que el amor, que era un juego que le iba a gustar y que practicaríamos siempre. Entonces con mi mano dirigí la punta de mi verga a su ano y la fui penetrando lentamente, cuando por fin logró entrar la cabeza de mi pito ella ya estaba llorando, la consolé un poco y continué con la penetración. Ella gritaba que ya no quería, que le dolía mucho, pero yo seguía introduciéndome en su ano hasta que mis pelotas chocaron en su vagina.

Ahí me quedé en el fondo un rato mientras que ella se acostumbraba a mi tamaño, luego de que seso un poco el dolor me comencé a mover hacia fuera y hacia adentro en su hermosas nalgas, el dolor ya se le había pasado y a hora poco a poco lo estaba disfrutando, continué moviéndome dentro de ella mientras con una mano le sobaba su rajita, su piel lisa se movía al ritmo de mis acometidas y su pequeño clítoris respondía a mis caricias. Pronto sentí la humedad de su interior brotar y por fin ella suspiró diciéndome que era un juego que le estaba gustando.

Pasados unos minutos mi verga se inflamó a su máxima capacidad y un enorme torrente de semen fue depositado en el interior de esa hermosa niña. Nos quedamos dormidos así como la tenía ensartada y abrazada, ya en la madrugada me desperté y ella se estaba sobando la vagina como yo se lo había hecho, le pregunte que si quería volver a jugar y ella me dijo que sí. En ese instante mi verga se puso enorme, la acosté boca arriba y le dije que me la chupara. Se la metí a la boca y ella comenzó a mamármelo con un poco de inexperiencia, así que le dije como debería de hacerlo. Después de que aprendió su lección me coloqué entre sus piernas y puse la punta de mi garrote en su vagina. Me fui metiendo en ella, sintiendo el calor y la humedad de esta hermosa y virgen vagina, y pronto llegué a su himen. Entonces la tomé por la cintura y la empujé fuertemente contra mí, ella pegó un grito de dolor y entonces un poco de sangre escapó por su sonrisa vertical, un sangrado natural al dejar de ser virgen.

La tuve ensartada hasta el fondo y entonces comencé a moverme, ella ya sabía lo que le esperaba pues me dijo que sentía lo mismo que cuando se lo hice por atrás, pero mejor. Así que me seguí moviendo sin detenerme y pronto ella me dijo que sentía unas cosquillitas muy ricas y entonces mi orgasmo se puso en la puerta y exploté en ella inundándola de semen. Cuando sintió como mi leche se derramaba en el interior de su vagina ella me dijo que se sentía muy rico, que de ahora en adelante haríamos esto muy seguido. Nos volvimos a quedar dormidos y los siguientes días ella aprendió mucho sobre como hacerlo. Ahora ella tiene 23 años y es una mujer preciosa, bien educada. Es toda una experta en el sexo, su cuerpo es voluptuoso, es estudiosa, lista y complaciente con su padre adoptivo. Muy complaciente. Hacemos el amor cada noche.

FIN

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