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Aprendiz de chupapollas: tercera lección

en Orgías

APRENDIZ DE CHUPAPOLLAS: TERCERA LECCIÓN

 Aquella noche de domingo, apenas unas horas después de la orgía de la que fui testigo en aquel cobertizo abandonado y en la que participé “a posteriori” con una de las chicas, mi cabeza aún seguía dándole vueltas a lo ocurrido. Me era imposible conciliar el sueño por tanto morbo, lujuria y depravación como había presenciado. Mis fantasías, adormecidas durante años debido a mi vida en la indigencia, ahora se habían despertado y ya no podía parar de tenerlas. En ellas era yo quien se cepillaba a esa tentación hecha mujer de apodo Vaquita, era yo quien perforaba y destrozaba su hermoso y voluptuoso culito, quien apretaba y estrujaba sus grandes y bamboleantes tetas, quien abusaba de sus pezones y quien la follaba sin descanso. Ni siquiera recuerdo cuantas veces me tuve que masturbar para así agotarme y conciliar el sueño. Fueron unas pajas épicas.

Ese lunes, al día siguiente de los hechos, Larguirucha vino a hablar conmigo a últimas horas de la tarde, más o menos, cuando la gente ya se retiraba a sus casas y poco a poco las calles del pueblo se vaciaban (no así los bares, obviamente). Me disponía a recogerme e ir a mi rincón secreto donde dormir sin temor al frío de la noche veraniega cuando vi que por la calle apareció Larguirucha con un vestidito vaporoso y holgado el cual jugaba con la semi transparencia de sus curvas, las mismas que 24 horas antes yo había saboreado. Temiendo que hubiera alguien que pudiera vernos busqué un rincón aislado de ojos indiscretos y ella me siguió a cierta distancia como si estuviese dando un paseo de forma casual. Finalmente me detuve en un recoveco donde ya no había casas desde donde pudieran vernos. No fue una caminata larga, pero casi me supuse que con ese paseíto ella hubiese dado media vuelta…pero no, allí estaba cuando me giré.

-¿Ocurre algo-le pregunté-?, ¿a qué viene el hacerme una visita?.

-Necesito tu ayuda-se limitó a decir-.

Fruncí el ceño extrañado. Como la charla fue muy larga, la resumiré: la chica me contó que quería vengarse de Peli, Marimacho, Rizos y Pecas. Las cuatro eran chicas de ciudad que pasaban los veranos en el pueblo, y que aunque eran amigas y por el resto del año se llamaban de vez en cuando como tales, no soportaba ni sus aires de grandeza ni sus mangoneos. Desde que las conocía, ya hacía muchos años, se comportaban como si ellas fuesen las que mandasen (especialmente Peli) y ella no soportaba su actitud de marimandonas, por lo que quería humillarlas y bajarles los humos. Yo escuchaba con atención su relato y casi podía cortarse a cuchillo la ira en sus palabras. Realmente les tenía una tirria impresionante.

-¿Y que tengo que ver yo en tu venganza?, ¿en que me afecta?.

-En que quiero que seas tú el encargado de humillarlas. Te pagaré muy bien, de hecho te daré algo que hará que no te niegues a hacerlo…y no estoy hablando de dinero contante y sonante-y esbozó una mueca macabra que me heló la piel-.

Haciéndome un gesto con el dedo, me atrajo junto a ella y me susurró al oído su oferta. Los ojos se me abrieron como platos cuando me soltó lo que me daría a cambio de mis servicios, y no…no se trataba de dinero. Cuando la miré a los ojos alucinado por sus palabras, ella llevó sus manos a su camisa de manga corta y se la desabotonó delante de mí, para luego bajarse su faldita blanca. Miré a mi alrededor y comprobé que con la semi oscuridad del crepúsculo, sería difícil que alguien nos viera.

-Vamos, tócame…me encanta que me toques…quiero que me hagas gozar como lo hiciste ayer…ven aquí, que te voy a aliviar los ardores…

Se acercó a mí y me la sobó por encima de los pantalones. Con sus historias me la había puesto dura del todo, y me los bajó para sacármela y llevársela a la boca. Dios mío que ganas de mamar polla, la tía era una insaciable. Menuda estampa, yo allí de pie en mitad del campo con una chica de rodillas comiéndolo todo. Llevé mis manos a su coronilla y guié su cabeza para que me la comiera como yo quería. Lo cierto es que era una estupenda chupapollas (no tan genial como Vaquita, pero ahí le andaba) y ejercía de lo suyo con hábil maestría. A Larguirucha le encantaba mi polla y su tamaño y gustaba de darle un buen repaso…y yo de recibirlo. Me hizo un trabajito espléndido y sabía qué es lo que me gustaba y como hacérmelo. “Menuda putilla”, pensé, “el tío que la tenga de novia se lo va a pasar en grande con ella”.

-Buffffffff quieta ahí Larguirucha, que ahora mae toca a mí…yo también quiero darte lo que te mereces…

Me tumbé sobre la hierba segada y puse a Larguirucha encima de mí, con su culito encima de mi cara y su coñito a la altura justo de mi boca. Lo tenía muy húmedo, y me bastó dar un par de lametadas para que enroscase la lengua alrededor del tronco de mi polla como si me lo fuese a arrancar. No cabía en mí de gozo de lo bien que lo estaba pasando gracias a la lujuriosa ninfa que tenía chupándomelo todo, y yo empecé a darle lo suyo con mi lengua recorriendo todo su labio vaginal mientras mis manos acariciaban y palmeaban ese par de glúteos que si bien no eran holgados en carne, por lo menos se hallaban bien colocados en su lugar. Como chupaba la cabronaza de ella, que bien había aprendido la zorrita, me la devoraba de vicio, se la veía loca porque yo me corriera…y desde luego no la iba a privar del placer de lograrlo.

-Uffffffff vamos, dale duro…oh dios que escándalo…esto es puro vicio…mmm que arte tienes, chiquilla…

-Eh, que ya soy una mujer-protestó, haciendo un mínimo alto-.

-Y vaya mujer-concluí-, eres increíble, nunca he conocido a nadie como tú.

Mentira no era: chicas de su edad, un poco más jóvenes y más mayores las había conocido, cada una de ellas con una dosis propia de perversión (algunas más que otras), pero lo de Larguirucha era otro nivel. Su pasión y voracidad era algo nuevo para mí…y no negaré que me encantaba tenerla haciéndome una mamada que me dejaba en trance. Se aplicó tan bien que no pude contener más las ganas y solo tuve unos pocos gemidos de aviso para advertirle que me lo había logrado, pero a ella le dio igual: en cuanto notó las palpitaciones de mi polla, afianzó su cabeza, me agarró con sus manos…y me corrí como un cerdo en su boca. Larguirucha tragó como una sibarita, tragó hasta quedar del todo saciada de mi rabo…y yo había quedado en la gloria más absoluta.

-Quieta ahí, que no he acabado contigo…Ya verás que bien…

Le di la vuelta, la atraje hacia mí, y una vez comprobé que en su boca no había el menor rastro de mi leche, le di un buen par de morreos…al tiempo que mi mano bajó hasta su entrepierna y comencé a masturbarla. Fui suave al principio, usaba la yema del dedo para acariciarla de adelante a atrás y vuelta, llegando desde su clítoris hasta casi su ano. La cara de Larguirucha era un poema, estaba tan mojada y tan cachonda que si me hubiese dado por pedirle cualquier cosa, de seguro la habría hecho, incluso desvirgarla (si es que seguía siendo virgen, que no lo sabía). Podría pedirle la luna, pero con hacerle lo que le hacía era bastante, y aunque me moría de ganas por follármelas (como al resto del grupo) sabía que eso a la larga sería un cúmulo de problemas.

-Mmmmm ay dios, dios mío….ufffff ¡¡OH DIOS MÍOOOOOO!!...

-¿Te gusta eh Larguirucha?...abre los ojos y mira como te lo hago…échale un vistazo y mira como te toco…

Le costó, pero obedeció. Al abrir los ojos, se vio con las piernas abiertas y con mi mano entre ellas, tocando su chochito caliente. Cuando paré por un segundo ella me cogió la mano con fuerza y me ordenó que no parase, que quería llegar hasta el final. Le esbocé una sonrisa malévola y redoblé mis esfuerzos. Incluso llegué a meterle un par de dedos, pero no muy hondo por miedo a encontrarme con su himen y salir de una duda que no deseaba resolver. Mis maniobras fueron recibidas con unos gemidos dignos de una actriz porno, y de unos morreos muy intensos. Seguí así un rato, hasta que entendí que estaba a punto y entonces la hice correrse, llevando luego mi mano empapada de jugos a su boca…y al igual que con mi semen, se lo tragó todo. Me encantaba la tía, era la más pervertida de todas y le gustaba serlo. Su vicio me volvía loco.

-¿Me ayudarás-me preguntó-?. Dime, ¿aceptas el trato que te he hecho?. Es un buen trato, ¿no?...dime que aceptas, por favor…quiero humillarlas…lo necesito…

-Nada me gustaría más, pero es un gran riesgo lo que me pides…y le tengo un gran cariño a mi pellejo: ya es duro vivir en la calle como para acabar entre rejas. Dame un poco para pensarlo al menos, ¿te parece bien?.

-No tardes demasiado, antes de darnos cuenta acabará el verano y ellas se irán de rositas…y yo no quiero que se vayan de rositas, quiero que se vuelvan a la ciudad con la moral hundida y sus aires de prepotencia por el suelo…

Insistí que me dejase un margen de tiempo para pensármelo. Aunque sus ideas me atraían mucho no era algo que tomarse a la ligera, y las venganzas suelen dejar a su paso un rastro de destrucción que no quería para mí. La vi volver a vestirse e irse a casa no sin antes ponerme la mano entre sus piernas susurrándome “todo esto será tuyo si me ayudas” con gesto perverso. Se fue a su casa y yo a mi refugio, a pasar la noche perdido entre sueños morbosos. De haber sabido lo que me esperaba, me hubiese largado de allí cagando leches.

El clímax (o anti-clímax, según se mire) a aquella cadena de acontecimientos se produjo unos días después de mi encuentro con Larguirucha, también un domingo. Me disponía a ir a la plaza del pueblo a ver si me sacaba unos duros (algo innecesario dada la cantidad de dinero que las chicas ya me habían pagado en dos ocasiones, pero quería mantener las apariencias a toda costa) cuando si previo aviso me vi con la cabeza tapada y algo punzante en el cuello. Fuese lo que fuese, era frío, y quien me tenía sujeto sabía que en aquel callejón no había escapatoria ni gente a quien recurriese. Estaba atrapado.

-Pordiosero-escuché, y reconocí la voz del jefe de La Banda Fumeta-…más te vale hacer lo que te digo: cuando te suelte, irás hasta el cobertizo de los Fernández, que seguro sabrás donde queda-y asentí, confirmándolo-…te doy dos horas de plazo, o si no juro que te encuentro y te rajo el cuello, y nadie echará de menos a un mierda como tú. ¡Avisado estás!.

Me volteó cogiéndome de mi roñoso abrigo y me lanzó contra el suelo, dándose ventaja para escapar. Me llevé la mano al cuello y comprobé que efectivamente, donde sentí aquello frío tenía una nimia herida con una pizca de sangre. Alguna navaja, pensé. No entendía lo que estaba pasando, pero de pronto me agarrotó el miedo. Quise huir a cualquier parte, pero no tenía medios para hacerlo. Mil ideas pasaban por mi mente, ¿se habría enterado él de mi aventurilla, cuando los vi abusando de Vaquita y de las demás chicas?, ¿se habría ido alguna de la lengua?. A regañadientes admití que estaba atrapado y que no me quedaba otra. Al rato ya estaba de camino hacia el cobertizo.

A mi llegada, la banda fumeta me esperaba en pleno, pero solo Larguirucha se encontraba presente, las otras no. Algo comenzó a decirme que ella tenía mucho que ver en todo aquello, y que se las había ingeniado para llevar a cabo su venganza de manera unilateral, sin esperar a que yo accediese a ayudarla.

-Muy bien, pordiosero, has venido…ya empezaba a pensar que tendría que salir a buscarte y ajustarte cuentas-sacó la navaja del bolsillo trasero de su pantalón, aunque llamar a aquello navaja era un eufemismo tan grande como decir que el Titanic solo era un “barquito de playa”-.

-¿Que pasa-pregunté-?...¿por qué estoy aquí?...¿que queréis de mí?...

-Tío-me ordenó Porrera-: bájate los pantalones. ¡AHORA!.

Accedí de puro miedo, me desnudé de cintura para abajo y me quedé delante de ellos con todo al aire. Me sentí como si me estuviesen sometiendo a un examen…y no estaba seguro de pasarlo.

-Dios mío de mi vida-exclamó Porrera-, que pedazo de nabo. Joder, es inmenso, y eso que no la tiene dura. Tío, es perfecto-le dijo a su novio y jefe de la banda-. Vamos tronco, hagámoslo, será la ostia de duro. ¡Yo quiero verlo!.

-¡Pues anda que yo-prosiguió él, mientras los demás callaban-!. Tenías razón tía, menudo pollón-dijo mirando a Larguirucha-. Muy bien, tío mierda, esto es lo que hay: dentro de poco vendrán esas pijas de ciudad que llevamos soportando todo el verano, y te ha tocado ser nuestro esclavo. Tenemos planes para ellas, y aunque nosotros también tenemos de eso-señaló a mi polla-, es lo tuyo lo que vamos a usar. ¿Queda claro?.

Asentí con la cabeza con notable (y sincero) nerviosismo. Fue entonces que el jefe de los fumetas me contó lo que Larguirucha les había contado varios domingos atrás: que me había pillado meando a escondidas en un callejón y que me había visto el paquete en todo su esplendor, lo que al final provocó que Vaquita fuese sodomizada por los chicos y que las chicas se pasaran el rato chupándosela a todos (mientras Vaquita las lamía), porqué ella, presa de la curiosidad, se había acercado a mí y me la había tocado un poco antes de que yo la largase por miedo a que dijese algo a sus padres.

Juro y perjuro que la cara de perplejidad que se me quedó en ese momento fue total y absolutamente sincera. ¡¡QUE HIJA DE PUTA!!. Les había mentido a todos, y además descaradamente. Fue por Peli, la jefa del grupo, que me hizo abusar de Vaquita previo pago de su (generoso) importe, lo que hizo que ella me la chupase hasta el fondo y que yo la pajease, aunque ellos parecían no recordarlo. Quizá fuese el colocón, quizá la borrachera que pillaron con las litronas…lo cierto es que los tíos no tenían constancia del relato que Peli les había soltado sobre Vaquita. Larguirucha les había lanzado una trola, y se la habían creído. ¿Y como se las apañaría con las otras chicas, me preguntaba yo?, ¿no rebatirían su argumento a la primera de cambio?...¿en que mierda de embolado me estaba metiendo?.

Haciéndome subir los pantalones de nuevo, Porrera me llevó a un rincón donde no se me viese, y los demás esperaron a la llegada de las chicas. Las cinco llegaron a la vez: Peli, con su escuálido cuerpecito compensado con su mente perversa; Rizos, con su piel blanquecina, sus labios carnosos y sus ojazos azules; Pecas, la segunda rubia del grupo, con su pelo ondulado y sus ojos verdes que cortaban el hipo; Marimacho, con su pelo negro y sus ojos negros como el carbón, de cuerpo bien proporcionado; y Vaquita, hermana del jefe de los fumetas y la que más cuerpo (e ingenuidad) tenía de todas ellas, víctima de sus malévolos planes debido a sus curvas y al deseo que despertaba en todos los chicos, que se fijaban en ella y no en las demás. Yo veía todo mientras Porrera me la tenía bien sujeta para que no me diese por escapar.

-Tranquilo, semental-me decía-…como digas algo, te la corto-amenazó-…a esas zorras las vas a dejar para el arrastre, o de lo contrario verás como te hago rodajas…

Irónicamente, Porrera me había escondido en el mismo lugar en que yo me había apostado la otra vez para ver la orgía que se corrieron a costa de Vaquita y las demás. El sitio, de por sí estrecho, solo tuvo espacio para nosotros dos, otro más hubiese quedado un poco a la vista. Estuve allí un rato, con la “guardiana” bloqueándome el paso hasta que escuché unos gritos y la otra me hizo salir. Los dos entramos en el mismo cuartucho donde días atrás, había presenciado como ellos hicieron lo que quisieron con ellas. La cara de Peli y las demás era tan espectacular como la que seguramente tendría yo, y no era para menos: Porrera me tenía cuchillo en mano junto a la garganta, y ordenándome bajarme los pantalones, de nuevo quedé con la polla al aire.

-Ahora vais a saber lo que es bueno, putitas…todas vosotras…pijas de ciudad-y no disimuló la rabia que llevaba por dentro-…venís aquí y queréis ser como nosotros, o mandar por encima de nosotros como si os debiésemos algo…pues de eso nada…y tú, pedazo de puta-le dijo a Peli, a la que tenía cogida del cuello-…ya puedes empezar…

-¿Empezar?, ¿empezar qué-preguntó asustada-?.

-¿Qué va a ser?...a comerte ese pedazo de polla…¡Y A CALLAR, NO QUIERO NI UNA PROTESTA DE NINGUNA!, ¡A LA QUE HABLE, LA RAJO!.

El resto de quinquis se miraron con triunfo. Peli estaba que no se creía lo que le iba a pasar…y yo alucinado con la que se había liado delante de mí. Sin más opciones y no sin una mueca de profundo asco, Porrera me acercó al centro del cuartucho y Peli se me acercó de rodillas para obedecer al jefe. Siguiendo sus instrucciones, la pelirroja de pocas curvas abrió la boca y se tragó toda mi polla de un tirón. Las otras, que por si no lo dije antes estaban bien retenidas por los otros fumetas, temblaron de miedo no tanto por ver sometida a su amiga, si no por intuir que eso mismo les iba a pasar a ellas…y no andaban equivocadas respecto a sus suposiciones.

-Mirad que perra es la nena de ciudad…son todas unas golfas…traga perra traga, que ya verás la que te va a dar…

A este punto, una aclaración: me hallaba partido en dos. Por un lado detestaba ser el blanco de aquel juego de perversiones, del que no sabía si saldría bien parado o si acabaría en prisión…pero por otra parte estaba disfrutando a tope. La misma tía que me había dicho a la cara que si la tocaba me denunciaba ahora me estaba tocando porqué no le quedaba más remedio. Lo que por ella misma no quería conocer, al final otros se lo iban a dar…y mi polla agradecía enormemente sus chupetones y lametones.

-Eso es, dale duro…cómesela toda, así…vamos putita, abre bien la boca y traga todo, que ya te vas a enterar de lo que vale un peine…

Me temía lo que pasaría a continuación, y el miedo empezó a reconcomerme por dentro. No solo Peli iba a tener su merecido, si no que yo también. Lo que yo mismo no les había querido hacer por miedo a las posibles consecuencias, ahora me iban a obligar a hacerlo…y no me equivoqué. El “Jefe Porrero” hizo que Peli se pusiese a cuatro patas en mitad del suelo (ligeramente acolchado por una cantidad de paja que había esparcida por él) y entonces se dirigió a mí con tono exhortativo: o la penetraba, o me clavaba su navaja (alfanje, más bien) en mitad del pecho. Peli intentó resistirse, forcejeó conmigo todo cuanto pudo, pero fue inútil, la tenía bien sujeta por las caderas tal como me habían ordenado, y Jefe Porrero dio la última orden, que cumplí con una mezcla de miedo…y también de excitación.

Con lo flacucha que era Peli pensé que era imposible que una polla como la mía pudiera caberle dentro de su orto, pero que me pasen por la quilla si a base de empujar y hacer presión aquello logró entrar hasta casi metérsela por completo. Estaba que no me lo creía. Sencillamente, no podía, era inaudito que por aquel agujerito tan estrecho todo mi rabo se hubiera deslizado. No negaré mi miedo a provocarle algún desgarro interno debido al tamaño de mi verga pero no, Peli no sangró, aunque lo de gritar de dolor sí que lo hizo. Al Jefe Porrero no se le ocurrió mejor idea que llamar a uno de sus chicos (el único que quedaba libre, pues los demás tenían a las chicas bien sujetas) y someter a la chica para que la chupase y así acallar sus gritos…convirtiendo aquél dúo en trío.

La cabeza me daba vueltas con todo lo que estaba pasando: por un lado le estaba dando por el culo a una chica que tiempo atrás me había pagado por que abusara de otra, y por el otro era víctima de un complot de sodomía por parte de una panda de porreros y macarrillas hacia unas chicas que les habían dado dinero y favores sexuales (aunque sin llegar a follar propiamente dicho)…y todo eso había desaparecido a las pocas embatidas que le estaba dando a aquella chica de la que no sabía ni su nombre. Me pudo la lujuria. Me desbordó, más bien, y al poco solo me importaba darles por el culo a aquellas chicas y correrme como un cerdo. Era la venganza soñada hasta entonces nunca realizada.

-Vamos perrita, chupa y calla…mmmmm que bien la debe comer esa guarrilla, ¿verdad colega-le dijo a su amigo, quien recibía aquella forzosa mamada-?.

-Tío, la chupa de puta madre-dijo con tono de júbilo-…oye tronco, tenemos que turnarnos para que nos la coma a todos…el vagabundo que la reviente cuanto le venga en gana, pero la boca es puro vicio…es mejor que cuando nos la chupa de buena gana tío…y tú a lo tuyo, vagabundo…que me gusta ver como te la tiras…

Francamente ni siquiera le escuchaba, y desde luego no tenía ninguna intención de hablar con cualquiera de ellos. Después de lo que me habían obligado a hacer, estaba claro que solo faltaría intercambiar palabras con ellos como si fuésemos amigos. ¡Y un cuerno!. Pasaría de ellos como de mi peor enemigo, y eso suponiendo que los viese, ya que después de esa tarde tenía bien claro que debía emigrar a otro sitio y alejarme de allí una temporada, por si acaso. No tenía muy seguro si las chicas se irían de la lengua (que lo dudaba: tendrían que justificar qué hacían ellas con unos quinquis como ellos), y por eso empecé a ver que ese año anticiparía un poco mi viaje.

Pero claro, todo eso lo pensé aquella misma noche, en aquellos momentos nada había en mi mente salvo el deseo de darle a aquella pija de ciudad su merecido. Le daba duro por el culo…y como me encantaba hacerlo, aquello era un paraíso de culo, estaba loco de contento por haber logrado “castigarla”, aunque las circunstancias no fueran las mejores del mundo. Me la seguí trabajando a marchas forzadas, aunque Jefe Porrero me había dado un poco de margen para actuar a mis anchas y sodomizar a la pija a mi gusto y conveniencia, y lo hice, me la ventilé, le di por el culo hasta que no pude más y entre jadeos y gemidos varios (oídos por mi parte, ahogados por la de ella al tener la boca ocupada) me corrí como un cerdo y lo eché todo dentro de ella. Quedé cansado y pensé que con eso todo acabaría: me equivoqué.

-Ostia, por poco me muerde la cabrona-dijo el porrero a quien se la chupaba, que se salió de ella en el último momento-…a esta perra se la han zumbado bien, tío-le dijo a su colega-…pero tenemos seis perritas para torturar…y de aquí no se va ninguna sin recibir lo suyo…

Y sí, tal como me pareció entender por las palabras del porrero que tenía delante de mí, lo que se me antojaba una sencilla tortura a una chica, se convirtió en una tortura a seis chicas: después de Peli le tocó el turno a Marimacho, y después de ella le siguió Rizos, luego Pecas…y aunque me parecía increíble, la propia Larguirucha y Vaquita. A ninguna de ellas se le dio el indulto, y todas pasaron por mi polla. No recuerdo cuanto tiempo me pasé en aquella interminable postura de rodillas, pero se me hizo eterno. De cada una de las chicas recuerdo cosas diferentes, pues cada una tenía un cuerpo propio y una forma especial de disfrutar/sufrir con lo que les hice por orden de Jefe Porrero.

Marimacho, la de cuerpo proporcionado, tenía un culo más carnoso que Peli y por tanto más donde agarrar y azotar (sí, Jefe Porrero quería azotes de vez en cuando), y bien que le di y lo azoté hasta que terminé la segunda faena de la tanda y luego ella pasó de nuevo a su captor, quien me reemplazó como torturador anal. Esa era la norma: tras ser desvirgada analmente por mí, quien la tenía tomaba el relevo, y así una y otra vez, ya que se las turnaron tan ricamente, y si bien me lo pasé bomba cuando me tocó darle por el culo a Rizos (tenía un culito muy apetecible, y fue una delicia ir abriéndola hasta que la desvirgué), eso fue nada en comparación con el supremo momento de encular a Pecas, la puritana de todas, la de “como pollas como una perra pero que nadie me coma el coño que me da asco”. Además, tenía un culito respingón solo superado por Vaquita, ideal para meterla e intentar hacer un par de polvos culeros seguidos. Lo que me dejó de piedra fue ver a Larguirucha sometida como las demás, con su ano a tiro de mi nabo, ya que creía que ella era la artífice de todo aquello…pero pasó por caja como el resto del grupo. Fue la penúltima en ser enculada, pues tras ella, mi sueño hecho realidad.

-Vamos, “Vaquita”, a ti también te toca….¿o pensabas que por ser mi hermana ibas a librarte?...con ese culito que tienes ni en broma te vas de aquí sin que te pruebe el pordiosero este-dijo con malicia-…¡y nada de hacerle marcas-me amenazó-, que luego tendría que explicar en casa como se las hizo!. Por lo demás, quiero que le rompas ese culito de putita que tiene…lo quiero roto, ¿está claro?.

¡Menuda exigencia el tío!. Además, después de cinco polvos, cada uno de ellos más largo y cansado que el anterior, ¿cómo se supone que iba a lograr lo que pedía?, y eso sin tener en cuenta que a esas alturas ya no me quedaba reserva de semen. Por una vez (la única en toda mi vida), me había dejado seco, tanto que a Larguirucha apenas le eché un mínimo chorro cuando me corrí. El detalle no pasó desapercibido a los fumetas, que hicieron toda clase de bromas sobre eso…pero no quise prestarles atención porqué ante mí tenía la mejor aprendiz de chupapollas del mundo, y desde luego que la mamó de nuevo a base de bien. Curiosamente, no soy capaz de recordar como me las ingenié para limpiarme la polla de los cinco culos que había roto (no es que estuviesen guarros, pero es inevitable un mínimo de suciedad), pero lo hice, me la limpié a fondo y ordené a Vaquita chupármela antes de porculizarla. Quería que los demás viesen lo chupapollas que era…y vaya que sí lo vieron.

La impresión que se llevaron todos fue épica, y casi seguro que la recordarían el resto de sus vidas: Vaquita aplicó las dos mamadas que me había hecho anteriormente, y en esta su tercera lección, logró lo que parecía imposible: volver a empalmarme (cinco polvos agotan a cualquiera). Fue algo lento, y tardó lo suyo, pero con su boca, sus labios y sobretodo la lengua, en donde se reveló como una maestra en ese tema, mi agotada y maltrecha polla fue pasito a pasito recuperando el vigor y la energía de antaño. La cara del Jefe Porrero era impagable, alucinaba viendo a su hermana haciéndome un trabajillo tan perfecto. La dejé hacer hasta que ya no me reprimí más las ganas que tenía y cumplí mi gran sueño de sodomizarla. Estaba loco por despacharla, y lo hice despiadadamente. Con las demás había algo de ensañamiento, lo admito…pero con Vaquita no me corté ni un pelo. No le hice marca, pero desde luego aquello no lo olvidaría en la vida. Además, me di un gustazo curvándome sobre ella para agarrarla de las tetas y manoseárselas sin parar. El que por mucho que abriese las manos no lograse abarcarlas del todo me excitó más. Fue la mejor enculada de toda mi maldita vida.

Para cuando me corrí (o más bien gocé, porque de corrida nanai de la china) la había colocado a ella a la larga y yo estaba encima suyo subiendo y bajando casi como si estuviese haciendo flexiones. Necesitaba el cambio de postura o se me dormirían las piernas de estar siempre en la misma pose. Me desaté tanto en el último tramo que temí que mis gritos de placer se escuchasen a lo lejos y nos pillasen, pero aquella granja tenía la ventaja de hallarse lejos de todo y de todos, así que me desahogué a placer…y placer es lo que sentí al terminar con Vaquita. No pude si no caer exhausto al suelo jadeando y sin aliento, intentando relajarme para no morir de un infarto. El corazón me latía a todo trapo. Estaba boca arriba más muerto que vivo a la búsqueda de fuerzas que me hiciesen levantarme…pero maldita sea la hora que no sé de donde sacó la idea, pero la cuestión es que el Jefe Porrero de pronto se dio cuenta de un hecho: no había seis chicas en aquel sitio, había siete.

Hubiese sido un broche de oro si mi última enculada hubiese sido a Vaquita. No fue así, o sí, más o menos. Es confuso para mí por lo siguiente: a diferencia de las otras, en donde era yo quien daba y ellas quienes recibían, en este caso fue distinto, pues Jefe Porrero le hizo una mala jugada a Porrera, y la ordenó sentarse sobre mi polla y que se la clavase en el culo. Por como se reía, la idea debía parecerle muy divertida, pero a la chica no le hizo ni pizca de gracia. De las siete, fue la que más le costó metérsela y más gritó cuando aquello le entró. ¡AH!, y no lo hizo por propia voluntad: Jefe Porrero había sacado su navaja y se la puso al cuello, amenazándola. Menudo maleante de tío. Total, que Porrera terminó tan sodomizada como las demás…sin ser yo quien se la sodomizó de forma activa. Después de aquello por fin me dejaron libre, y pude marcharme de allí a duras penas (mi cansancio era extremo). Aquella noche dormí como un bebé…y a la mañana siguiente, un soleado lunes, me fui a mi cala secreta para bañarme y limpiar no solo mi cuerpo, si no también mi mala conciencia. Solo conseguí lo primero.

-¡TE ENGAÑÉ!, ¿VERDAD?.

Di un respingo cuando escuché aquella voz. Tal como la otra vez, Larguirucha me había seguido. Repuesto del susto, fruncí el ceño intentando entender la pregunta.

-¿De que hablas?.

-De ti, que te he engañado. ¿De verdad te has creído que me has violado, que me diste por el culo a la fuerza?.

-¡Ah!, ¿es que no fue así?.

-Que va, para nada-me corrigió-. Tuve que fingir que me sometían como a las demás porqué no quería que sospecharan que fue cosa mía. Lo cierto es que me lo pasé pipa. No sabía que pudiera gustarme tanto…por eso he decidido venir, para pagarte.

-Pero eso ya se hizo: me prometiste que haría con Vaquita lo que quisiera, y eso hice. Creí que esa era mi pago por humillarlas.

-En principio, pero si recuerdas bien te dije que ella sería parte del pago, no el pago en sí…es algo que te has ganado, y nadie nunca lo sabrá. Será nuestro secreto.

Uniendo acción a sus palabras, y a sabiendas de que en aquel sitio no seríamos encontrados ni vistos por la gente, Larguirucha se desnudó y se me echo en brazos con una amplia sonrisa. “Fóllame”, me dijo, y no negaré lo sorprendido que quedé con su brusca y sincera oferta.

-¿Eres virgen?, ¿alguna vez lo has hecho antes?.

-No puedo hablar por las otras…pero sí, yo aún lo soy. Y con lo bien que nos lo hemos pasado juntos, me parece lo más justo darte mi virginidad. Adelante, no tengas miedo. Después de lo que ya he vivido…¿qué más podría pasar?.

A pesar de su malicia, aquella pizca de inocencia con aquella pregunta retórica me llegó muy adentro. “No te reprimas”, me dije, “la chica lo está deseando lo mismo que tú”. Arqueé una ceja divertido, la atraje hacia mí y la llevé al agua, para darnos un buen chapuzón. Ella se me abrazó en plan romanticón, cosa que me sorprendió, ¿acaso yo le gustaba?. No se lo pregunté, esa pregunta sí que me daba miedo. En su lugar besé sus labios y la enseñé a besar de formas que seguramente aún no había conocido. Ella se esmeró en aprender y corresponder del mismo modo mientras mis manos bajaron a su culito y se lo estruje, recordando como 24 horas antes se lo habían penetrado…y ella en verdad lo había disfrutado fingiendo que era víctima y no cómplice de aquella orgía. Lo angelical de su carita no era nada con la perversidad de su corazón.

Como no quería desvirgarla en la playa, la llevé fuera del agua y nos recostamos en un trozo de arena que había en aquella cala rocosa, ideal para nosotros (y la misma en donde ella y sus amigas me la habían chupado a base de bien en otra ocasión). Tendí a Larguirucha en la arena y a punto de penetrarla, me detuve y pensé que mejor y dada mi talla de hombría sería el preparar el terreno, así que opté por abrirla de piernas y dar a su coñito un buen masaje de lengua y dedos para ponerle berrionda. Debía excitarla bien, y no fue difícil, ella estaba muy dispuesta…y yo encantado de la vida.

-¿Lista?. Te advierto que te va a doler un poco.

-¿Más que cuando me desvirgaste el culito ayer?.

Esperaba malicia, y encontré ingenuidad. La pregunta me quemaría la memoria durante décadas. Aquella carita inocente se grabó a fuego en mi mente.

-Tal vez, no lo sé…pero es tu primera vez: algo dolerá.

Poniéndome encima de ella no la aplasté bajo mi peso, dejé un hueco para que sus manos me acogiesen la polla y jugasen con ella. Larguirucha así lo hizo, y pasó toda la punta de mi capullo a lo largo y ancho de su coñito virgen. Lo tenía empapado, estaba lista…y yo también. La sensación era un universo nuevo, nada que ver con lo vivido en semanas anteriores. Su almejita me apretaba y estrujaba el tronco a medida que lo iba metiendo, era embriagador. Larguirucha abrió la boca y sus ojos por la sorpresa con la que se había tropezado. Obviamente no se esperaba que el sexo (el convencional) fuese de aquel modo. Desesperada buscó aferrarse a mí, pasó sus brazos por debajo de los míos para llegar a mi espalda y me apretó contra su menudo y delgado cuerpo, que se encontraba presa de un montón de sensaciones nuevas.

-Vamos, ayúdame y pasa tus piernas por mi cintura, ábrete más y enróllate a mi cintura como si fuese una tenaza…ya verás lo que te espera…

Y cumplí mi promesa. Una vez cumplió mi orden y me aprisionó con aquellas piernas kilométricas, pude penetrarla con más profundidad. Estaba casi enterrado dentro de ella. El suave vaivén del baile del amor dio comienzo y dios mío juro que estaba en la gloria más absoluta. Si un par de meses atrás (de cuando había llegado al pueblo en el tren mercancías, que uso para desplazarme de un pueblo a otro) me hubiesen dicho lo que este verano iba a vivir, ni en un millón de años me lo hubiese creído pero allí me encontraba, cepillándome a una chica y dándole su primera vez en el sexo…y no sabía ni siquiera su edad. Por no saber, no sabía ni su nombre. ¿Alguien daba más?.

-Aaaah por dios…dios mío de mi vida…es…es increíble…me muero…me muero de gusto…esto es la gloria…nunca…nunca pensé que fuese así…necesito más, mucho más…así por dios…dame así…asíiiiiiii…

Entre sus palabras entrecortadas y sus jadeos, mi júbilo podría haber iluminado el cielo con fuegos artificiales todo un mes. Su coñito era ardiente, tierno, jugoso, muy acogedor, todo eso y más, y también estaba siendo mío mientras me la cepillaba. Todo su cuerpo se retorcía bajo el mío, ella me aceptaba como el primer amante de toda su vida y su cuerpo me recibía como a un viejo amigo al que hace tiempo no se ve. Su boca buscó la mía y su lengua me recorrió por entero en tanto yo iba entrando y saliendo de ella, a ritmos pausados, lentos o fuertes. Al ir alternando los ritmos, prolongaba el acto más de la cuenta (normal, deseaba no terminar nunca jaajajaja). Al igual que la otra vez me parecía increíble que todo mi pollón pudiera entrar en tan estrecho orificio, pero no solo entraba, causaba estragos en su dueña…tantos que le sobrevino un potente orgasmo que la desarmó por completo. Yo también descargué y me derrumbé sobre ella, que me recibió con los brazos abiertos. Había sido un polvo colosal.

-Aaaaaaay señor-jadeaba mirando al cielo…ay señor, gracias…gracias por esto, ha sido como me imaginaba…mejor incluso…esto merece un extra…

Y yendo hacia su ropa, de uno de los bolsillos sacó un fajo de billetes. Era más dinero que la segunda entrega que me habían hecho, pero menos que la primera vez. Me quedé muy extrañado por aquello, y Larguirucha supo leer mi cara.

-Hice creer a las chicas que debían llevar mucho dinero porqué los chicos iban a invitarlas a porros y algo más fuerte, para que lo probasen…y a ellos no les dije nada de nada. El dinero me lo quedé yo a modo de banca, como el monopoly o algo así. Es mi venganza definitiva: quitarles sus aires de grandeza y su dinero. No te lo doy todo, yo me he quedado con una parte para mí, pero el resto es tuyo…Con tanta pela que tendrás podrías comer hasta reventar o algo así, ¿no?. O incluso podrías vivir haciendo esto, el que te pagasen las chicas por hacerles lo que a mí…¡un momento!, ¿eso existe en los tíos-se quedó extrañada ella misma por pensar eso-?.

No pude evitar reírme ante la ingenuidad de su reflexión. Le resté importancia a sus ideas locas y la hice callar con un morreo de agradecimiento, un beso de tornillo con lengua. Menudo filetazo me di con Larguirucha, le metí la lengua hasta la campanilla. La calenté lo suficiente entre besos y toqueteos para volver a hacerlo con ella, lo que fue el punto y final a un verano de locura. Aquella fue la última vez que vi a Larguirucha, tras echarle ese segundo polvo que seguramente le sabría mucho mejor que el primero. Al día siguiente me fui a la estación de tren y deambulé cerca de los mercancías hasta que alguno fuese en mi dirección. No sé si hice bien yéndome de aquel modo, pero tenía claro que debía alejarme de allí…quizá para no volver jamás.

Mi película favorita es “Casino”. Para mí, la mejor obra de Martin Scorsese y que supera a todas (“Malas Calles, “Taxi Driver”, “Uno De Los Nuestros”, “Gángsters De Nueva York”, etc…). ¿A que viene este comentario?, pues a la frase que para mí me marcó de toda la película, y que dice el personaje de Nicky Santoro: “Siempre el dinero. Siempre el puto dinero”. Pues el puto dinero, en palabras de Santoro, estuvo quemando mi conciencia y mi bolsillo durante largo tiempo. Los tres pagos, cada uno a su tiempo, que me habían hecho, habían sumado en total una pequeña fortuna para mi corazón de vagabundo. Cuando llegué al otro pueblo en el mercarían, hice el viaje entero con una idea en mi cabeza: ¿en que coño iba a gastar toda la pasta que me habían dado?.

¿Mujeres, alcohol, droga?...Desde luego opciones había donde elegir, el truco, como no, consistía en elegir la correcta. Alejado del ambiente pervertido y corrupto de mi pueblo natal (jamás pensé que la gente se las gastase de tal modo) pude pensar con más claridad. Mi primer pensamiento, que fue un arranque de estupidez, era buscar un trabajo e intentar recuperar a la que había sido mi mujer…pero de eso habían pasado ya años, y con toda probabilidad ella se habría olvidado de mí y buscado a otro hombre en su vida. Tuve que desechar aquellas fantasías y admitir que lo pasado, pasado estaba. El recuperar lo que tuve era imposible…y eso solo significaba una cosa: que debía partir de cero. No negaré que eso me causó cierto hormigueo en el cuerpo. El dinero que tenía me daba una segunda oportunidad de encauzar mi vida…una nueva ocasión para vivir como una persona decente (en términos sociales claro, porqué nadie en su sano juicio me hubiese llamado “decente” de enterarse de lo que hice aquel verano en el pueblo).

La idea me vino en un sueño…o más bien dicho, entre fantasías. Estaba en ese estado de duermevela entre el sueño y la vigilia, machacándomela a placer mientras me acordaba de lo bien que me lo había pasado con Vaquita y su panda de amigas. A falta de sexo, el recuerdo me valía como perfecto remiendo en caso de insomnio…y Vaquita se había quedado en mi cabeza con aquel cuerpo de vicio y lo fantástico que me lo había pasado a su costa. No solo eso, incluso me habían pagado por ello…¡un momento!. En ese instante detuve mi paja, me incorporé y quedé sentado sobre el vagón de tren en el que estaba durmiendo (ventaja que tenía que algunos jamás los cerraban y podía dormir en ellos sin que me pillasen). Durante un par de segundos quedé inmóvil procesando la situación…¡¡LA MADRE QUE ME PARIÓ, ME HABÍA PROSTITUÍDO!!. ¿Cómo diablos hice para no darme cuenta hasta ese momento?, ¿cómo no lo vi?. Había vendido mis servicios a cambio de sexo, y encima a unas niñatas como aquellas. Y el comentario de Larguirucha ahora tenía un nuevo significado…y una idea de lo más loca y chiflada que en otras circunstancias jamás hubiera pensado hacer.

(Aquí es donde debo detenerme un momento y explicar algo: no voy a ponerme en plan “happy end” como en las pelis de Hollywood, yo no tuve un “happy end”. En la vida real no suele haber finales felices y yo no fui una excepción. Si estoy contando qué fue de mi vida después de aquel verano de locos es por una razón muy especial, por algo que me pasó a raíz de aquello, y fue algo tan descabellado que aún me cuesta creerlo a mí. Espero que no despierte la misma incredulidad en quien siga leyendo).

Aquella idea por fin me había dado un propósito en la vida, una tarea…y por fin supe para qué quería usar el dinero que tenía a mi disposición. Ahora me hace gracia al recordarlo: me fui de compras. Así, tal cual suena. Compré una mochila grande, espuma de afeitar, una cuchilla, gel y champú, una toalla, y luego ropa: pantalón, playeros (las clásicas zapatillas de deporte), ropa interior nueva y una camisa. Con todo eso me fui a un polideportivo que habían abierto el verano pasado en aquel otro pueblo. La cara del chaval que me atendió cuando me vio entrar fue de antología. Compré un pase como si fuese a la piscina, lo que me dio acceso a las duchas, y allí me sometí a una purga total de mi cuerpo: lavado, afeitado, toda la pesca…Y juro por mi vida que en el momento en que me vi tras el lavado de cara y cuerpo lloré como un niño. Por primera vez en mucho muchísimo tiempo, me vi como una persona y no como un desecho humano. Por una vez, pude mirarme al espejo sin sentir vergüenza de mí mismo.

Mi cambio de imagen no era fruto de un capricho pasajero, obedecía a un plan y ese solo era el primer paso. Faltaba el segundo…y ahí es donde me jugaba el todo por el todo. Tuve que dar un largo paseo a pie, pero finalmente llegué a un club de carretera. Y sí, era un club “de esos”. Antes de caer en desgracia yo mismo había estado allí con mis amigos (de cuando los tenía) alguna vez para ver bailar a las “señoritas” del local. ¿Por qué ir a un club de carretera a pedir trabajo?...Pues muy sencillo: porque sabía que no solo chicas bailaban allí, también había chicos, streapers musculados que bailaban y se exhibían delante de unas mujeres que se volvían locas por ellos. Me presenté al dueño, un tío feo entrado en años, y sin pudor alguno me bajé los pantalones para enseñarle mis credenciales. Le dije que haría lo que fuese, que empezaría desde lo más bajo pero que necesitaba un empleo. Aquel ogro de tío solo me hizo una pregunta: “¿sabes bailar?”. Jamás pensé que le sacaría partido al “Talento Inútil Nº1”, como siempre lo llamaba. Sí, sabía bailar muy bien…pero nunca supuse que eso sirviese para algo.

El dueño no era tonto, eso desde luego. Un pollón como el mío no aparece todos los días en su puerta pidiendo un empleo, él sabía que eso era dinero y no iba a dejar pasar la ocasión de ganar pasta gansa con él. Me contrató “a prueba” por un mes. De día trabajaría de camarero y no cobraría mucho, pero claro, el dinero llegaría cuando el dueño organizase una noche para chicas con los streapers que tenía…yo incluido, y fue un exitazo, entre copas y propinas en mi tanga el dinero corrió a raudales. Me asombró ver a aquellas mujeres casadas dar rienda suelta a su lado oscuro y tocar a los chicos (con opción a tirárselos en los baños o donde cuadrase). Mi éxito fue agridulce. Sí, tenía trabajo y empezaba a ganar dinero, pero siempre debía mirar hacia otro lado: las drogas, el alcohol, la prostitución encubierta, contrabando…el local lo tenía todo. Aunque pasé del alcohol y las drogas, sí que estuve en venta al igual que el resto de streapers. Maldije el día que se me había ocurrido meterme en aquel mundo, pero pensé que era la mejor forma de ganar dinero fácil. El tiempo que pasé en aquel club es una época que intento recordar lo menos posible.

Sí, he dicho época. Mi estancia allí no fue eterna…y aquí fue comenzó la cadena de acontecimientos que me llevaron a vivir algo increíble que todavía hoy no me creo. Todo empezó con otra de las noches de chicos del local. De las asistentes al espectáculo una de ellas se me había quedado mirando muy fijamente, y sabiendo como sabía que si pagaban lo suficiente tendrían “derecho a roce”, la tía (una casi madurita de muy buen ver) pagó por mí y me llevó a los baños, lejos de cualquier oído indiscreto. En lugar de follar con ella como esperaba hacer (para mí ya era algo automático aquello), la tía me contó su historia: que estaba de vacaciones con unas amigas en aquel pueblo y que ella y su marido tenían un club playero en una importante ciudad costera (cuyo nombre no pienso revelar), que se había quedado impresionada conmigo y que quería “robarme” de aquel club y llevarme con ella a la costa, si así lo quería. Solo con decirme como era su club me ganó: nada que ver con aquel estercolero perdido de la mano de dios. Además, como cobraba en negro, no había contrato que me retuviera. Me largué al día siguiente.

Tuvieron que pasar la friolera de 20 años hasta que ocurrió el milagro que cité antes. En ese tiempo mi jefa (tampoco diré su nombre) me había instalado en la ciudad y enseñado los trucos del oficio para ganarme a las chicas. Aprendí con ella misma (su marido hacía lo propio con las chicas) y me fui abriendo camino poco a poco. No había cambiado la cosa: camarero de día, streaper de noche…pero sin el ambiente a perdición y decadencia de aquel lejano pueblo del sur del país. Tenía casa, trabajo…había logrado salir adelante a costa del oficio más viejo del mundo. El ambiente erótico festivo que reinaba por allí (sobretodo en verano, donde las extranjeras pasaban de 50 en 50 cada noche por el club en busca de hombres) culminó cuando, en una noche de chicos donde mis compañeros y yo jugábamos con las espectadoras (dios, que ridículo me sentía con aquellos trajes de policía o de motero), cuando una cara llamó mi atención. Me sonaba pero no sabía de qué. Entonces, como un eco lejano, el recuerdo me dejó de una pieza. ¡¡ERA LARGUIRUCHA!!.

No solo ella, estaba el grupito entero: Rizos, Pecas, incluso Vaquita…que ahora ya debía haber ascendido a “Vaca” por el cuerpazo que se gastaba. Ya no eran aquellas jovencitas de pueblo, ahora iban de grandes señoras de ciudad luciendo palmito, cuerpo y anillos de casada. Las seis debían estar de vacaciones en la ciudad (supuse, pues no las había visto antes por allí en todos aquellos años) y la casualidad hizo que de todos los locales, ellas fuesen a entrar en el mío. Sin dudarlo ni un segundo fui a juguetear con Larguirucha, que me tocó de arriba abajo mi moldeado cuerpo (órdenes de la jefa para mantener el tipo al paso del tiempo). Entonces aproveché y en susurros le revelé quien era. Sus ojos se iluminaron al verme, pero le pedí que guardarse el secreto para con las demás. No quería que las demás lo supieran, solo ella. Me guiñó un ojo y jugueteó con mi manubrio ante sus amigas, que se reían sin saber que era el misma que años atrás las había reventado el culito. El morbo era increíble, estaba eufórico.

-¿Qué te parece si me divierto a costa de ellas, “Larguirucha”-le pregunté a ella de forma insinuante mientras me contoneaba detrás de ella, pues la había levantado de su asiento-?.

-Mmmmmm…¿sabes que solo tú me has llamado así, “Larguirucha”-y comenzó a bailar conmigo-?...¿tienes idea de cuantas noches me he masturbado recordándote, de todas las veces que soñé con volver a tenerte?...¡Dios, encima te has conservado de maravilla!...te voy a follar aquí mismo delante de todas, te voy a hacer de todo…       

-¿No se supone que debería ser yo quien te dijese eso-sonreí malévolo-?.

-Los tiempos han cambiado, campeón, ahora las chicas tomamos la iniciativa…y hablando de eso…tengo una idea: ven conmigo, que te lo vas a pasar de miedo…

Larguirucha, a la que los años le habían dado cuerpo y curvas, convenció a sus amigas para que jugasen conmigo como ella lo había hecho. En aquel ambiente de fiesta y desenfreno ellas se sumaron a la juerga y estuve dejándome sobar por ellas con unas ganas locas de gritar a los cuatro vientos lo que les había hecho años atrás…no sé como me las apañé para callarme, las ganas de irme de la lengua eran tremendas. Me centré en ellas mientras mis compañeros iban de grupito en grupito.

-¿Te gusta, eh pervertido?...¿que crees que pasaría si yo dijese lo que nos hiciste cuando éramos más jóvenes e inocentes-me susurró al oído con tal tono de malicia que me estremecí de arriba abajo-?...Eres un pervertido…abusaste de nosotras, y te gustó.

-¿Ah sí?, ¿tú crees?...¿y si yo les dije a ellas que si les di por el culo a todas fue por idea tuya-le devolví la pelota tras darle un buen morreo, para que nadie sospechara nada raro-?...¿Pervertido?, ¿y tú qué, utilizándome para que abusara de ellas?...¿quien es el más pervertido de los dos?

-El que más disfruta haciendo esas cosas-y se sumó a las demás en sus sobes por mi torneado y conservado cuerpo, manteniendo en todo momento la complicidad-.

Las seis me la comieron allí mismo, delante de todos, seis bocas mamándome una detrás de otra. Que morbazo, por dios: como era noche de chicas, solo para mujeres, todo estaba permitido…todo. Por supuesto los demás streapers también estaban siendo tratados del mismo modo, en esas noches locas las chicas se desmadran y solo buscan una cosa: pollas. Grandes, pequeñas, torcidas, derechas, curvadas, abultadas, venosas y lisas…Desde que había llegado a aquella ciudad costera, había sido testigo de toda clase de depravadas orgías sexuales: varios tíos dándose unos a otros, varias mujeres locas de placer al masturbarse mutuamente, mujeres con cuatro y hasta cinco hombres al mismo tiempo…y, como en mi caso, varias mujeres centradas en un solo hombre para, como si fuese un limón, exprimirlo al máximo.

-Quiero oírtelo decir-volvió a decirme tras besarme después de que Peli y Rizos lo hiciesen-. Quiero que lo reconozcas, dímelo al oído y ellas serán tuyas, te lo prometo: dime que te gustó abusar de nosotras, que disfrutaste al darnos por el culo, y cuando me desvirgarme en la playa…dilo y yo misma las abriré de piernas para ti…

Bufffffffffff cuanta mala leche. No podía creerlo pero lejos de encarrilarse, los años habían dado a Larguirucha unas dosis extras de maldad, y la muy perra sabía como tocarme la fibra sensible para excitarme y ponerme al límite. La situación era irresistible para cualquier hombre: seis mujeres dispuestas a todo, y una de ellas la que me las iba a poner en bandeja de plata. ¿Quién podía resistirse a eso?...Yo desde luego no.

-Sí, lo admito: me gustó, me gustó muchísimo. Tienes razón, soy un depravado y gocé como un pervertido cuando os di por el culo a todas…aunque la banda de fumetas me asustaba, gocé follándoos a todas…y sobretodo al desvirgarte a ti…Por ti estoy aquí de streaper…tu dinero lo hizo posible…y no tienes ni idea de a cuantas me he tirado, de tu edad…y de la edad de cuando te desvirgué…

-Diosssssss ven aquí, hijo de puta, tú no te vas sin follarme de nuevo.

Y sí, ocurrió. ¡Dios mío, habían pasado 20 años, 20 putos años, no me lo creía y eso que me estaba pasando allí mismo!. Larguirucha se subió la mini falda que llevaba (de un color rojo diablo) y después de chupármela un poco más, se subió a la pasarela por donde desfilábamos los chicos a lo primero, antes de bajar de ella e ir a provocar y jugar con las espectadoras, y se sacó su tanga, que me dio a modo de secreto regalo. Las demás no se lo creían, y me rodearon para ver como iba a penetrar a su amiga sin dejar de acariciarme…y de enrollarse entre ellas, porque el morreo en la boca que Rizos le metió a Pecas fue de los que hizo época. Solo de ver eso se me puso tan dura que no lo dudé y se la metí a Larguirucha de un estacazo, en seco y en bruto.

A mi derecha, de más cerca a más lejos, tenía a Peli, a Marimacho y a Vaquita, y a mi izquierda, a Rizos y a Pecas. Las cinco contemplaban a su amiga mientras me la tiraba, y de vez en cuando, cuando me morreaban, me susurraban perrerías que le podía y debía hacerle a ella: por ejemplo, apretar con fuerza sus pezones con mis pulgares, o sacudir sus tetas con bofetadas. Pensé que Larguirucha lo sufriría…¡Y UNA MIERDA!. Tenía una vena sadomaso acentuada y gozó como una cabrona del matrato, la recuerdo corriéndose de gusto mientras la torturaba en sus tetas, ¡y que bien follaba la muy…!. Mi madre que polvo, juro y perjuro que muy pocas veces había conocido a una mujer tan lasciva como ella (y había catado muchísimas en mi vida de streaper). El polvo culminó con Larguirucha saliéndose de mí y yo corriéndome como un cerdo en su cara. Ni corta ni perezosa se lo recogió con los dedos y se lo tragó todo. Como en una cola del supermercado, Peli, la más cercana por mi derecha, ocupó su lugar.

-Nada de polvos-me dijo-…estoy en días fértiles…pero si quieres, te dejo mi culo-....me encanta cuando me dan por el culo…

Me quedé que no supe qué decir. ¿Habría sido yo el causante a posteriori de su obsesión por el sexo anal, o quizá lo descubrió tiempo después de que yo la desvirgara el culo?. No lo sabía…pero la idea me ponía a mil por hora…y cuando la vi tumbarse boca abajo abriéndose las nalgas, con sus tetas aplastadas contra el suelo de la pasarela, no lo dudé ni un instante. Larguirucha me miraba con gesto de diablesa, riéndose por dentro de su amiga y de que no sabía que le estaba ofreciendo su culo al mismo que 20 años atrás se lo había roto por primera vez.

-¿No te dolerá-le dije-?, a lo mejor lo tienes algo cerrado…

-No te preocupes por eso, llevo muchos años entrenándolo bien…desde que un tío me lo folló. Me dolió…pero luego descubrí que me gustaba…

De nuevo no sabía si se refería a mí, pero me lo decía de tal modo que me creí que se refería a mí, y eso provocó en mí unas enormes ganas de reverdecer laureles. Me cogí la polla, apunté la punta a su estrecho culo….y que maravilla de culito, que bien se abría para mí. Entró con más facilidad de la que esperaba, y le di una soberana enculada a todo trapo mientras Rizos a mi izquierda y Marimacho a mi derecha me morreaban de vez en cuando y me tocaban por todas partes. Larguirucha se agachó junto a mí y me hizo un masaje en los huevos que no me dejó en coma de milagro. Que ganas tenía de que me las cepillase a todas, se la notaba muy perversa…cosa que me gustaba.

En su caso me corrí como un cerdo dentro de su culo, me lo había pedido casi a gritos diciéndome que le encantaba sentir como se le corrían dentro casi como si fuese una violación…y claro, yo estaba todo malo recordando cuando la banda de los fumetas me había obligado a porculizarla. Le di un señor meneo a la pelirroja hasta que se quedó tumbada allí mismo como si le hubiese dado un vahído y se quedó inconsciente. Para no dejarla escapar me había inclinado algo sobre ella y la había cogido de los hombros para así empujar con más fuerza…y vaya si empujé, creo que si no la partí en dos fue de pura misericordia. Ella se quedó satisfecha…y yo con ganas de más.

-Tranquilo, fiera-me dijo Rizos-…aún tienes trabajo para rato, y yo no me quiero ir sin saber lo que es que me folle un hombre de verdad, y no un impotente de mierda de esos que van de gallitos o se hacen llamar “maridos” que mucho prometen y luego solo piensan en el fútbol.

Deduje claramente que Rizos tenía un matrimonio frustrado y que el marido no tenía ni idea de la clase de mujer con la que estaba casado. Me daba igual, ciertamente. El que en ese momento se la iba a follar era yo, ¡a la porra su marido!. Rizos se agachó para comérmela a base de bien y volver a ponerme duro como a ella le gustaba. Peli, ya respuesta, se daba el lote con Vaquita (creo; más bien la primera obligaba a la segunda a besarla y a tocarla) mientras que Larguirucha, por detrás de Pecas, tocaba a ésta sin dejar de mirarme y guiñarme un ojo en plan “esto es lo que te vas a comer porque yo te lo voy a poner a tiro”. Mientras veía eso, Rizos pasó de mamarme a pajearme con sus tetas, apretándomela entre ellas y haciendo amagos de lamerme la puntita sobresaliente. Luego me pidió “El Ascensor”, postura algo difícil, pero posible: se me abalanzó a los brazos, con los míos sostuve sus piernas…y entonces fue un subir y bajar haciendo yo como si levantase pesas con los brazos. Es difícil debido al esfuerzo que supone, pero lo hice gustoso solo por verla gozar. Casi parecía que la estuviesen violando de la forma en que se me agarraba y me suplicaba que le diera duro…y bien duro que la di.

-Fóllala duro-me decía Pecas-…dale así…oh dios que bien le entra-…dijo tras mirar a mi bajo vientre y ver como mi polla desaparecía dentro de su amiga-…me gusta mirar, soy una voyeur-reconoció-…una vez vi a una amiga que le comían el coño, y me dio un asco tremendo…pero me gustó verlo…y desde entonces no puedo dejar de mirar.

¡Dios de mi vida!, ¿había escuchado bien?. Aquello me había ocurrido a mí: fui yo quien le había comido el coño a Rizos. Eso tenía que ser por mí descaradamente. Me volví loco, comencé a quemar fuerzas dándole duro a Rizos. Me tenía agarrado con sus brazos cruzados por mi nuca, los dos apretados con fuerza contra al otro, así hasta que la rubiales de cara morbosa y cuerpo agradecido (y muy voluptuoso) tuvo un orgasmo que la dejó con una cara de morbo que metía miedo.

-Ohh sí….síiiiiiiii…por fin un hombre de verdad….esto es un hombre…dios que hombre, por fin un macho como dios manda…un macho como debe ser…es la gloria, es la gloria…síiiiiiiiii…oohhhhhhh por diossssss que hombreeeeeeeee…

Su coñito ardiente chorreó sobre mi polla y su cuerpo entero convulsionó antes de relajarse y quedar satisfecho el fuego que bullía en su interior. Marimacho decidió tomar el relevo, y comprobé que su carácter se había suavizado con los años…pero no mucho, porqué seguía siendo tan bruta para hablar y para follar que era ella quien me mandaba a mí, y no al revés. La cara de Vaquita era un poema mientras veía lo que la machorra del grupo se lo montó conmigo en plan loco hasta que la tía parecía morirse de gusto del orgasmo que le produje. De hecho, Vaquita tenía la misma cara desde que la había visto en esa sala: gozosa pero forzada, era casi como si la hubiesen llevado allí a regañadientes, y durante toda la orgía con las cuatro chicas (faltaban dos por cubrir) Vaquita no tuvo un papel muy activo, al revés. Casi parecía que fuese como una esclava de las demás. Eso hizo que una duda sobrevolase mi cabeza: ¿aún seguirían abusando después de tantos años, celosas de que su cuerpo seguía siendo el más tetudo y el más carnoso de las seis?.

-No puedo aguantar más….fóllame ya o me muero aquí mismo…Seguro que ya ni siquiera debes eyacular…me encanta follar con un tío cuando no echa nada…adoro a los omnipotentes…ven a follarme de una vez-me suplicó Pecas-…

No tengo ni idea de cómo sería su marido, pero si para que la hiciera gozar él tenía que vaciarse los huevos, menudas tandas maratonianas le echaría. No pude evitar un arrebato de compasión por su marido…y de alivio de no habérmela follado en primer lugar o a saber donde estaría a esas alturas. Y sí, acertó: para ese entonces ya no tenía semen en mis testículos, mi reserva se había vaciado…por lo que follaba y follaba sin temor a correrme y provocar algún embarazo no deseado. Además, como cada polvo era más largo que el anterior, la satisfacción también iba en aumento. Las demás asistían en calidad de testigos a ver a su amiga mientras me la tiraba. A pesar de estar en una sala llena de gente, yo me sentía como si estuviese en una fiesta privada…o en aquel mismo cobertizo donde dos décadas atrás había abusado de ellas.

-¡CÓMEME EL COÑO-me gritó-!….¡YO NO PUEDO VIVIR SIN QUE ME LO COMAN!...Una vez una tía me lo comió delante de todos…me encanta que nos miren…cómemelo todo…

Ay dios mío, eso sonaba a cuando Vaquita fue obligaba a follarla con su boca, en la orgía del cobertizo. ¿Estaría delirando o era verdad todo lo que me contaban?. Ya no me importaba, solo estaba loco por volver a follármelas a todas…y solo me faltaba Vaquita, la cual estaba bien controlada por Peli y por Larguirucha, que se ocupaban de su boca y de sus tetas al unísono. Se la comían con toda la malicia que tenían (la misma de la que había sido testigo años atrás) y Vaquita, como buena sumisa que era, se dejaba hacer por sus amigas. De hecho se dejó del todo: tras terminar de tirarme a Pecas (que estaba sentada sobre la pasarela, con sus piernas abiertas y sus brazos a modo de apoyo por detrás d ella), Vaquita fue puesta al lado de ella, boca arriba, y sus tetas aún seguían siendo enormes. Así tumbada eran casi como enormes flanes bamboleantes coronados con un par de guindas de enormes aureolas.

-Rómpele el culo y dale hasta que se te caiga a cachos-me susurró Peli-. A esta perra le gustan que le den muy duro…¿verdad que sí, “Milka”?.

-¿“Milka”-pregunté confuso-?.

-Claro: ¿conoces la marca de chocolate?.

-Sí.

-Felicidades: aquí tienes la vaca de Milka. Y si no me crees, mira esas ubres.

Tuve que contener una sonora carcajada ante ese comentario. Del “Vaquita” que le decían en sus años mozos, a “Milka” en su vida adulta. Eso me hizo comprobar como algunas cosas nunca cambiaban…y que las cinco amigas debían abusar de continuo de ella a expensas de su marido, que nada sabría del tema. La emoción que sentía era del todo indescriptible: ante mí, tumbada de mala manera y rodeada de modo que no fuera posible que se escapase, estaba el gran icono sexual de mi vida, las tetas que me habían hecho soñar un millón de veces con aquellos días lejanos en que las había tenido a mi alcance y con las que había jugado a placer. Ahora tenía de nuevo la ocasión de hacerlo. Después de tanto tiempo, por fin había llegado el momento de resarcirse.

-¿Recuerdas cuando me dabas en las tetas y me gustaba-me dijo Larguirucha-?, pues digamos que aquí tienes mucho más material con el que trabajar…

Lo primero que hice que coger sus tetas con mis manos o por lo menos intentarlo varias veces. ¡Increíble: tanto tiempo y me seguía siendo imposible abarcarle sus tetas con mis manos!. No había manera de cogérselas como podía hacer con Rizos o con Peli. Las de “Milka” habían crecido bien y eran como bolas de bolos, más o menos: grandes y redondas. Los pezones….oh dios los pezones…ero era el paraíso para mi: grandes y con más aureola todavía que su amiga, era tan grande y tan nacarado de color que se me antojaban como galletas de María Fontaneda. No me lo planteé ni por un momento: abrí la boca y me metí aquellos pezones en ellas…literalmente. Sus tetas eran tan grandes que pude estrujarlas para juntar sus pezones y chupetearlos al mismo tiempo. Aunque no veía las caras de las demás, sabía que debían estar alucinando con lo que veían. Las tetas de Milka eran como un único cono punteado…y esa punta estaba siendo lamida y besaba como si yo fuese un viejo verde baboso que estuviese con una adolescente. Era el momento cumbre de mi vida, mi segunda vez con Vaquita…e iba a aprovechar cada jodido instante hasta el extremo.

Diez manos comenzaron a sobarme de arriba abajo, alternándose especialmente entre ellas con mi polla, casi como niñas con un juguete nuevo que no supiesen utilizar, aunque nada más lejos de la realidad: ellas sabían lo que estaba tocando, y sabían como encenderlo para que tuviese un último asalto. De pronto tuve una inesperada cómplice cuando vi algo que jamás vi: la puritana, la “no dejes que te ponga la boca ahí que eso da asco”, Pecas, la segunda de las dos rubias del grupo, se puso sobre la cara de Milka y la obligó a sacar la lengua y a comerle el coño. Yo alucinaba en colores.

-Mmmmmmm que bien…cómemelo todo, perra…dame lengua o si no verás la que te cae encima…Mmmmmm sí, pero más fuerte…más fuerte…síiiiii eso sí, fuerte perra fuerteeeeeeeee…buffffff que bieeeeen, que bieeeeeeeeen…

No me lo podía creer. ¿Aquella era la misma que por nada del mundo se dejaría comer aquello?. Estaba visto que los años a veces cambian a las personas. Y desde luego Pecas había ganado mucho en perversión, pues disfrutaba como una perra viciosa de que Milka se lo estuviese haciendo a la fuerza. Y sí, se lo hacía a la fuerza mientras yo seguía comiendo de sus pezones como un poseso demente y las demás, tanto o más pervertidas que Pecas, se lo estaba pasando de miedo masturbándola a cinco manos. Era la primera vez que veía semejante paja a una tía, y no comprendía como se las apañaban para no liarse porque yo solo veía dedos y dedos, algunos entrando, otros saliendo, otros tocándolo todo…¡¡Mi madre, que desmadre!!.

-¿Ya estás cansado o todavía te quedan energías para otra ronda, pervertido-me preguntó Larguirucha con gesto macabro-?.

-No te preocupes, que todavía aguantaré un último round. Ya sabes, la función nunca termina hasta que la gorda cante…y esta gorda va a cantar como un canario.

-Quiero verlo-saltó Pecas mientras seguía disfrutando de lo lindo con la follada que Milka le estaba haciendo con la boca y la lengua-. Y haz como la otra vez-señaló a Larguirucha-, si se la metes que sea duro. Me encanta el sexo violento, dale duro y que se corra la muy perra de ella…

Estaba claro que el rencor que le seguían teniendo no había disminuido con los años, y eso me hacía pensar en el motivo. Si de entonces sus celos se debían a que los chicos y posibles novios se fijasen más en Milka que en las otras…¿sería posible el que sus celos de ahora se debiesen a que ella seguía despertando los mismos deseos pero en sus propios maridos?. Eso sí que era un móvil muy fuerte para someterla y hacerle toda clase de cosas depravadas. Por muy mal que vaya un matrimonio, no creo que a ninguna mujer le siente bien que su marido tuviese “mirada sucia”, como decía cierto personaje de la televisión, hacia una de sus propias amigas…y claro, no era un solo marido, eran cinco maridos y cinco mujeres rabiosas. “Líbreme el cielo de sufrir la ira de una mujer despechada”, pensé para mis adentros.

-Vamos, dale ya…queremos verlo todas…no te cortes, le puedes hacer de todo, la perrita se deja…siempre se ha dejado, ¿verdad que si, vaca de Milka?...Ni te imaginas la de cosas que le hemos hecho ya desde que éramos jóvenes…Alucinarías…

Por dentro me reí: si supiese que no me hacía falta imaginarlo porque ya lo había hecho alguna vez, y encima por orden suya, seguro que la mataba de la impresión jajaja. Obedeciendo las órdenes del resto de la chicas, y tras esperar a que mi polla estuviese de nuevo con el mástil apuntando al cielo (su esfuerzo les costó, todo sea dicho), lenta pero muy cuidadosamente la fui penetrnado. Los ojos de Pecas se iluminaron como si fuesen linternas, se abrieron de par en par para no perderse ni un solo detalle de lo que estaba pasando…lo mismo que hacían las demás. Las caras de satisfacción viendo como se la estaba metiendo a su amiga sería otra de esas imágenes que jamás se me irían de la cabeza, por muchos años que pasasen.

-Es toda tuya, semental-me dijo Rizos-…métele un polvo que ni su marido sea capaz de igualarle…

-Y no te cortes en ser rudo con ella-ordenó Peli-…queremos sexo, pero también sumisión…esta perra es tuya y quiero ver como la usas…a esta esclava le va la caña y eso es lo que quiero ver: quiero que le des mucha caña…

-Y no se te ocurra olvidar de darle por el culo-apuntó Pecas-…que no me entere yo que este culito pasa hambre-y le apretó las tetas a Milka de mala manera-…quiero un buen reventón de culo, putero-y que me llamara así me dejó un tanto impresionado-…su culo es tuyo…

-¿Algo más que deba hacerle-pregunté-, o ya está todo?.

-Solo una cosa más-me dijo Marimacho-: que cuando termines de follártela, le des un par de veces con la polla en la cara…lástima que ya no tengas con que correrte en ella, pero quiero ver a esta golfa recibiendo pollazos en la cara…

-¿Y tú-miré Larguirucha-?....¿no tienes nada que decirme?.

-No, nada…con lo que han dicho ya estoy más que contenta.

Entendí el doble sentido de sus palabras, que ella no captaron: si estaba contenta y no me había pedido nada más es porqué ya se sentía bastante pagada con el hecho de poder ver de nuevo a su ex vagabundo favorito abusando del objeto de su ira, el mismo que dos décadas atrás la había desvirgado por voluntad suya (que no mía). Además, ya tenía bastantes órdenes que cumplir y no estaba seguro si podría cumplirlas todas, pero estaba convencido de que si se me olvidaría de cumplir alguna, ya se encargarían ellas de recordármelo.

Saliendo de mis pensamientos, me centré en lo que tenía delante, y lo que tenía delante ante mí era (estaba convencido de ello) la típica mujer casada que seguramente presumiría de vida ejemplar delante de todo el mundo, pero que en secrero era abusada por sus propias amigas por tener más cuerpo que ellas y por despertar sentimientos de infidelidad en sus respectivos maridos…ahora les tocaba vengarse, y a mí resarcirme por tantos años lejos de ella. Fui con mucha lentitud las primeras veces, quería disfrutar del coño que en su momento no me había follado…pero que había deseado probar más que nada en el mundo. Aquello era fuego, me quemaba por dentro, era tal y como me lo había imaginado en mis largas noches de pajas y fantasía rememorando viejos tiempos.

-Mira como goza la perrita...te las estás tirando pero ella me lo sigue comiendo todo-decía Pecas entre gemidos-…hay que ver que cerda es la tía…

-¿Cerda?...pero si es casi una ninfómana-bromeaba Peli-, si no estamos día sí día también dándole caña, se tiraría a media ciudad…seguro que incluso se habrá follado a la remesa de pintores que estuvieron en su casa hace dos meses…o con el fontanero que le puso la grifería nueva…

-¿Y al chico negro de cuando estuvimos aquella temporada en aquella cabaña en las islas, tras la universidad?...Seguro que si le preguntamos nos diría a ciencia cierta si es verdad si la fama de los negros es solo una leyenda urbana…Ya lo creo-sonrió Rizos con vanidosa autosuficiencia-.

-Oye, que el chico negro tenía dos primos bien fornidos…se la pudieron follar también si esta se puso a tiro…como le da a todo…

Me tomé aquello como inocentes bromas hasta que las escuché “bromear” sobre lo que había ocurrido en el cobertizo de los Fernández, y por la forma con que decían las bromas, intuí que quizá escondido en esas bromas había algo más de lo que parecía a simple vista. ¿Podrían haber abusado de ellas todos aquellos hombres por iniciativa del resto de chicas?. Envuelto en fantasías cada vez más lujuriosas seguí cepillándome a mi Vaquita querida y deseada tal como siempre había deseado, estaba echando el polvo de mi vida, me consumía las fuerzas, la vida…pero no había sido nunca tan feliz.

Mientras me la trabajaba a granel las demás tomaron partido tocándola de forma bastante ruda, tal como ellas me habían pedido que me la cepillase. Agarrones, sobeteos con fuerza y hasta algún que otro pellizco en sus pezones (de esos que solo de verlos me dolía)…le hacían de todo en tanto yo me la cepillaba y ellas lo veían todo, y cuando fue el momento idóneo, más o menos a mitad de polvo, me salé de ella y la puse boca abajo para encularla. No pude evitar cierto sentimiento de triunfo al recordar la primera vez que la había enculado. A diferencia de las demás no era virgen, pero eso no le impedía tener el mejor culo del grupo ni haberme dado un rato genial tantos años atrás.

Pecas se turnó con Larguirucha y se creó una enorme tensión entre los dos. No dejé de mirarla ni un solo instante, y ella me sostenía la mirada mientras Milka estaba entre sus piernas comiéndoselo todo como una fiel esclava. Comencé a darle duro por el culo mientras miraba a Larguirucha. A cada estocada se me torcía el gesto con mucho sadismo por mi parte, sadismo que la otra recibía con una amplia sonrisa malévola. Las demás no comprendían nada, pero no hacía falta: nosotros ya sabíamos de qué iba todo aquello y lo estábamos pasando de fábula. El abuso a Milka por parte de todos y todas se alargó hasta que finalmente la hicimos explotar a base de follada pura y dura, y tal como las demás me mandaron, terminé la faena con unos pollazos en la cara que nos hicieron reír a todos de morbosa satisfacción.

-Ya sé donde encontrarte-me dijo Larguirucha al final de la fiesta-…¿recuerdas el final de “Casablanca”?. Pues esto es lo mismo: “creo que este es el principio de una bonita amistad”-y se marchó con sus amigas, llevando entre todas a Milka. La habíamos dejado sin fuerzas para caminar después de una última mamada de despedida-.

Volví a casa hecho unos zorros, completamente destrozado (más de lo que suele ser habitual en esas noches de mujeres). La promesa de Larguirucha resonaba como un eco muy fuerte en mis oídos. No me había dado su nombre, ni su teléfono ni nada por el estilo, pero algo me decía volvería a verla y que aquello posiblemente iba a continuar, quizá por mucho tiempo. Cuando me acosté, y a pesar de no tener ninguna gana, tuve que pajearme como un loco para poder dormir, porqué lo ocurrido me tenía en vilo, el júbilo y la euforia que me había producido aquel encuentro no me dejaba descansar. Fue una noche magistral, inolvidable, épica. Jamás gocé tanto ni de forma tan perra.

Me dormí con las palabras que le dije a Larguirucha en mente, las que me habían permitido acostarme con todas, las mismas que llevaba toda la vida callando y que hasta ese momento no me había atrevido a reconocer, pero que eran del todo ciertas: sí, era un depravado, un verdadero pervertido que había hecho cosas indecentes y que le había gustado hacerlas. No solo eso, si no que para salir de la mendicidad me di a una vida de sexo y depravación. Se podía decir más alto pero no más claro: era un degenerado y me gustaba serlo, y lo ocurrido coronaba ese hecho: las chicas de las que había abusado por orden del hermano de una de ellas hacía veinte años atrás habían regresado a mi vida en forma de mujeres hechas y derechas que encantadas de la vida les pusieron los cuernos a sus maridos conmigo solo tener buen cuerpo…y sí, me encantó follármelas a todas como a perras. Me lo había pasado bomba. Era un pervertido…y me encantaba serlo.

“Lo bueno se hace esperar”, dicen. Tardé 20 años en follármelas, pero mereció la pena, sobretodo porque ni yo mismo soñaba que llegaría a hacerlo. Esa noche cumplí el sueño de mi vida y lo gocé como el depravado que soy. Mejor aún, cuando volví a verlas tiempo después, no solo les di otro repaso de los buenos en otra noche de chicas, (justa retribución por la vida que he tenido gracias al dinero que me dieron hace años), si no que compartí con Larguirucha mis deseos de tener un local de fiestas propio (en la misma línea que en el que trabajé)…que ahora tengo gracias a ellas y su dinero (donde me sigo poniendo las botas gracias a Larguirucha, mi socia, y donde el sexo, el alcohol y el dinero corren a raudales). ¡¡No solo me las follé y me pagaron por ello, si no que además me pusieron el local que siempre quise tener!!.  Joder, ¿alguien da más?.

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