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Begoña: puro vicio

en Zoofilia

BEGOÑA: PURO VICIO

Hola. Aquellos que me recuerden bien de mi anterior relato sabrán de mis anteriores vivencias y lo mucho que cambiaron mi vida. Para los que no se acuerden bien ó no hayan leído mis pasadas aventuras, haré un resumen: desde que era niña fui una apasionada amante de los animales, tanto que dediqué mi vida a mis estudios de medicina para convertirme en una veterinaria de primera, sacrificando mi vida personal en el proceso hasta el punto de que, con 25 años y ya convertida en veterinaria de un zoológico, jamás había estado con un hombre, pero no me di cuenta de esa ausencia hasta una noche que en Charlie, un pacífico orangután del zoo al que le había entrado el celo, me tocó los pechos y con ello excitó mi cuerpo. Mi despertar sexual sobrevino de un modo inusual, pero insuperable, pues dejé que Charlie me tomara como mona y amante, desvirgándome de un polvo que me desarmó por completo. Tras aquella doble sesión me fui a casa y me vi obligada a pasear a Kiko, mi perro, para que pudiera hacer sus cosas y caminar un rato. Esa noche conocí a Fernando, un hombre al que Kiko, por primera vez en su vida, no ladró como hacía con los extraños. Debido a mi cansancio solo estuve unos minutos con él, y volví para dormir a pierna suelta. A la mañana siguiente, tras recordar mi encuentro con Charlie y ponerme a llorar, Kiko vio lo triste que estaba su ama y vino a darme mimos. Como resultado, terminé siendo follada por mi perro varias veces, a cada cual mejor. Finalmente, a la vista de lo sucedido, me di cuenta de que era zoofílica, algo que desde entonces llevo con mucho orgullo en mi condición de mujer.

Fernando, sin embargo, era un punto y aparte. No ha habido noche, desde aquel encuentro, que no haya pensado en él. Su actitud confiada, su aspecto, su voz, y Perla, la preciosa perrita collie que tenía con él, se colaron en mi mente y nunca más salieron. El hecho de que Kiko le lamiera la mano en vez de ladrar como siempre hacía a los extraños solo acentuó mi deseo por volver a verle, a toda costa. Durante algo más de tres meses, cada noche que salía con Kiko la usaba para dar largos paseos. Si estaba con suficientes fuerzas recorría un suburbio entero, una barriada tal vez. Si estaba muy cansada, me dedicaba a correr un par de calles para explorar nuevos territorios por recorrer en futuras noches. Kiko, por supuesto, estaba encantado de que su ama le diese tanto paseo, pero yo estaba cada vez más angustiada. Mi búsqueda era infructuosa, y la frustración iba pudiendo conmigo. Cuando llegué a recorrer toda la ciudad sin éxito, me vi por vencida: nunca volvería a ver a Fernando.

Es difícil expresar la rabia que sentía conmigo misma por haber fracasado en mi búsqueda, por no haberle encontrado. A pesar de lo grande que era la ciudad, abrigué la esperanza de que, al doblar una esquina, ó cruzar una calle, me encontraría de nuevo con él. Aún lo recordaba con aquella risita confiada cuando yo me marchaba, y su voz al preguntarme como me llamaba. Tanto en tan pocos minutos. Mi corazón parecía explotarme dentro del pecho, el anhelo de un reencuentro era enorme, pero tras tantas noches buscando sin éxito, la esperanza se disipó como humo entre la niebla. En fin, que me convencí de que ese tren ya había partido sin mí. Al día siguiente, que era mi día libre, desperté un poco triste, pero nada mejor como mi amado Kiko para sacarme de mi tristeza, pues sus lametones en mi cara y su cariño siempre me sacaban la sonrisa. Éste siempre parecía saber como alegrarme y me pasé la mañana entera jugando con él.

-Ay mi amor, que lindo eres…siempre sabes alegrar a tu ama ¿verdad?. Te quiero, precioso mío, te quiero mucho…

Él seguía dándome su cariño, al que siempre correspondía rascándole la cabeza y debajo de la mandíbula. Entre una cosa y otra, mi calentura despertó y yo jamás dejaba pasar la ocasión de pasar un buen rato con él, así que me desnudé. Hacía ya tiempo que no disfrutaba del amor de mi perro y francamente, lo echaba de menos. Kiko, al verme desnuda, se acercó más a mí y como tantas otras veces, empezó a lamer mis pezones con su lengua rasposa. El efecto que produjo en mí me hizo perder la cabeza a la primera de cambio, su lengua seguía excitando mis cada vez más endurecidas tetas hasta convertirlas en piedras. Cada vez más cachonda y más caliente, solo deseaba ser penetrada por el buenazo de mi perro, siempre dispuesto y a punto para satisfacer a su querida ama. Perdí la noción del tiempo casi de inmediato entre sus lengüetadas, y pasaba de un pezón a otro con rapidez. No podía dejar de relamerme ante la incipiente riada de placer que prometía llevarme al cielo en un maravilloso viaje de ida y vuelta.

-Ooooooooohh ooooooohh ooooooooohh ooooooooohh oooooooohh…venga mi amor, quiere a tu ama, demuéstrale cuanto la amas…precioso mío, dame más…

Kiko obedeció fielmente, pero me incorporé un poco para que dejase de lamerme las tetas, que ya estaban a reventar, y pudiera lamerme entre mis piernas. Noté su hocico entre ellas, su aliento cálido, como la lengua le ardía el rozarse contra mi coño, buscando chuparme los jugos. Mis mejillas no tardaron en ponerse calientes y enrojecidas con tanta lengua que estaba recibiendo, con tanto mimo que Kiko me prodigaba a toda velocidad. Cada lametón era una profunda exploración de mis entrañas. Mi clítoris me mandaba enormes descargas de placer y mis labios vaginales se hinchaban por la acción rápida y efectiva del mejor amigo del hombre. Pocas cosas me excitaban más que sentarme con las piernas abiertas para que mi Kiko me lamiera en mi sexo palpitante. Cuando estaba así, me sentía morir de placer, y solo quería follar, follar y follar. No pude aguantar por más tiempo y me puse a cuatro patas.

-Vamos Kiko, ven…vamos bonito, ven con tu ama, vamos…eso amor…sube a mi lomo…aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhh…

Su pija rojiza me penetró de una sola embestida, llenándome hasta el último rincón, haciéndome sentir tan viciosa como satisfecha. Una vez me tuvo bien a su disposición y él se acomodó bien, se puso a darme tan duro como solo el sabía hacerlo. Dios mío que maravilla. Mis entrañas dilatadas recibían con esplendor y júbilo el empuje de mi fiel mascota, la cual había aprendido a follarme con una maestría que me dejaba en estado de shock. Kiko era una maravillosa taladradora sexual que no paraba de perforar a todo volumen, sin freno, sin descanso, sin misericordia. Con mis tetas aplastadas contra el sofá, y mi cara que era puro delirio, mi amor me estaba follando y haciéndome disfrutar a cada segundo.

-Aaaaaaahh aaaaaaahh aaaaaaaaahh aaaaaaaaahh aaaaaaaahh aaaaaaaahh aaaaaaahh aaaaaaaahh…fóllame Kiko, fóllame amor…fóllameeeeeeeeeeee…no te pares…mmmmm mmmmm mmmmmm mmmmmm mmmmmm mmmmmmm mmmmmmmm mmmmmmm…oooooohh Kikoooooooooooooooooooooo…me corro me corroooooooooo ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH!…

El orgasmo producido era tan intenso como duradero. Noté como el caliente semen de mi perro llenaba mis entrañas para caer entre mis piernas. Él se relamía la pija brillante por mis jugos y yo, en lugar de irme a duchar, me quedé allí, pues deseaba repetir la hazaña, así unas cuantas veces. El resto del día, tras una buena ducha para quedar limpia y despejada, lo pasé entre mis amigas, riéndonos de los tíos, hablando de moda, de cine, de las famosas de la TV…lo normal en el día a día. Cuando llegó la noche, llegó también la hora en que debía pasear a Kiko, y eso me produjo una terrible punzada de dolor en el corazón, pues era la primera noche en que salía sin el ánimo de querer buscar a aquel hombre. En vez de irme a recorrer la ciudad, decidí quedar en un parque cercano, el mismo donde había visto Fernando por primera vez. El parque no era un lugar que me gustase demasiado, pero en aquel momento no deseaba caminar mucho, de modo que bajé y me senté en un banco mientras a él lo solté para que estuviese corriendo y revoloteando de un lado para otro. Por fortuna él siempre volvía con solo llamarle. Estaba tan absorta en mis pensamientos que ni siquiera prestaba atención a los ladridos que Kiko estaba dando. Al alzar un poco la cabeza vi que otro perro, a lo lejos, estaba con él, al parecer jugando y persiguiéndose el uno al otro.

-Hola desconocida. Creo que me debes un nombre.

-¡¡AAAAAAAAAAAHH!!.

El salto que pegué fue de record. Me dieron un susto de muerte que me hizo llevarme la mano al pecho. Al girarme, quedé tan sorprendida que faltó poco para desmayarme. No sé como lo había hecho pero se había puesto detrás de mí a hurtadillas para sorprenderme, y vaya si lo había hecho.

-¡¡¡FERNANDO!!!.

No pude menos que darle un abrazo como si fuese un amigo de toda la vida al que llevase largo tiempo sin ver. Él se quedó un poco sorprendido.

-Eeeeeeehh…tampoco somos tan íntimos, preciosa.

-Creí que nunca volvería a verte. Me he pasado estos meses recorriendo toda la ciudad de punta a punta buscándote.

-¿Por qué tan lejos?. Bastaba con estar por aquí. Yo vivo no muy lejos, en el barrio de las afueras. En esa dirección-señaló hacia el oeste-.

-¿Hacía allí?...Maldita sea, también es casualidad.

-¿El que?.

-Que a ese barrio nunca fui. Me parecía algo más alejado de lo normal y nunca me decidí a buscarte por esa zona.

-¿Y por qué querías buscarme con tanta ansia?.

Nos sentamos juntos en el banco y tras decirle mi nombre(cuya respuesta fue "es el nombre más bonito que he oído en mi vida") hablamos largo rato. Con todo descaro y sin pudor alguno, Fernando me dijo que le parecía una chica guapísima y que la primera vez que me vio quedó prendado de mí, que después de irme solo deseaba volver a verme. Casi con lágrimas en los ojos le dije que yo también estaba prendada de él, que me parecía un hombre imponente, arrebatador. No sé que nos pasaba, pues éramos extraños, pero actuábamos como si fuésemos íntimos desde hacía años. Ese reencuentro marcó un punto y aparte en nuestras vidas. Ambos sabíamos que muchas cosas cambiarían a partir de entonces, pero no podíamos imaginar hasta que punto. Durante algo más de un mes nos veíamos cada noche en el parque, pasando juntos un breve tiempo que se nos iba en charlas y unos gestos cariñosos que cada vez eran menos fugaces y más duraderos. Nuestro primer beso ocurrió al mes y medio de volver a vernos, y esa noche no hablamos, solo nos estuvimos besando y mirando. Ya no éramos dos personas, si no una sola.

Los encuentros nocturnos pronto se nos quedaron cortos y buscábamos la forma de vernos más a menudo, de estar juntos. Las horas las dedicaba a pensar en él, incluso cuando estaba en el zoo trabajando, y sé que él pensaba en mí cuando trabajaba. No tardó mucho tiempo en subir a mi casa para estar en plan pulpo conmigo, lo que a mí me ponía a cien. A pesar de eso, nunca íbamos a más, queríamos ir con calma para que saliera bien. Una tarde de esas estábamos en plan de confidencias, de esos secretitos que tanto nos gustaba desvelar y comentar tumbados en el sofá abrazados los dos.

-A ver-me dijo-, ¿cuál fue el peor momento de tu niñez?.

-Pueeeessss…Un día que estábamos en casa, teniendo yo 9 años, fui corriendo al baño porqué no aguantaba las ganas, y al abrir la puerta ¡¡zaaass!! Vi a mi padre saliendo de la ducha, totalmente desnudo y empalmado. Jamás me sentí tan avergonzada-contesté un tanto ruborizada y riendo levemente-…¿y cual fue el tuyo?.

-Mmmmmmmmm-reflexionó un poco-…Oh, sí, ya me acuerdo. Yo debía tener como 5, quizá 7 años. Una noche me levanté a por un vaso de agua y al pasar por la sala de estar, escuché un ruido extraño. No había luces, y eso me pareció raro. Tímidamente abrí la puerta y una figura borrosa que se movía rápidamente. Al principio no sabía lo que era, pero luego lo supe…

-¿Y?-pregunté en ascuas-…¿Qué era?. Dime.

-Era mi madre. Estaba follando. Estaba con alguien que no era papá.

Aquello me dejó de una pieza.

-Lo peor es que se trataba de Roque. No podía creerme que fuera él.

-¿El mejor amigo de tu padre, verdad?. Eso suele pasar.

-Sí, era amigo de papá, pero no lo entiendes: ¡¡ROQUE ERA MI PERRO!!.

-¿¿Tu perro-pregunté con una confusión impresionante-??.

-Sí, mi propio perro, que además fue mi madre quien me lo dio. Estaba dejándose montar por mi mascota. Me fui a hurtadillas, pero de algún modo me vio y a la mañana siguiente me dijo que no pasaba nada, que no se lo dijera a mi padre, que sería nuestro secreto, y yo me lo creí. A veces aún sueño con ello.

-¿Y qué edad tenía tu madre cuando pasó eso?.

-Pues creo que la misma que tú ahora, unos 25 años.

Tardé un poco en recobrar la compostura. Jamás me hubiera imaginado que mi futura suegra fuera una zoofílica como yo.

-¿Me toca preguntar, verdad?. Pues quiero saber cual es tu mayor fantasía.

-¿Eeeeeh?...ah sí…Pues mi mayor fantasía son los caballos. Me encantaría aprender a montar a caballo. Son unos animales preciosos. ¿Y la tuya, picarón?.

-Jane-contestó con parquedad-.

-¿Jane?. Jane, ¿qué?.

-Pues Jane, la única que hay, la de Tarzán. Siempre me pareció un rollo muy raro el que se traían en esas viejas películas. El Tarzán de aventura por la selva y la Jane ó sola ó con Chita. Un rollito un poco raro, ¿lo pillas?.

-Ajá-sonreí con picardía-…jajajajaajajajajaaja muy divertido. Si eres un pillín de mucho cuidado.

-De vez en cuando-dijo con cierta presunción en tono jocoso-.

-Amor-dije tras unos segundos de pensar-…¿te gustaría conocer a un amigo mío?. Es alguien a quien quiero mucho.

-Claro que sí. Cualquier amigo tuyo es amigo mío.

-De acuerdo. Pues ya concertaré una cita para que le conozcas.

-¿Y como se llama tu amigo?.

-Charlie.

A él le pareció bien, sin tan siquiera sospechar de mis verdaderas intenciones. Fernando no comprendía porqué debía conocerlo cuando el zoo hubiera cerrado ni porqué tenía que esperar a escondidas hasta que yo le dejase entrar, pero la curiosidad pudo con él y aceptó mis condiciones. De mi apretada agenda de trabajo pude conseguir mi objetivo un Viernes y llamé a Fernando para que decirle que ya estaba hecho, que viniera cuanto antes al zoo. Él apareció presa de una gran excitación. El entrar como un intruso le dominaba, y llevé hasta la jaula donde tenía a Charlie apartado del resto de los animales, como aquella primera vez.

-¿Un mono?, ¿Charlie es un mono?.

Asentí con la cabeza sonriendo de oreja a oreja.

-¿Y que tiene de especial que necesitabas que lo viera a escondidas?.

-Ahora lo verás, pero te pido dos cosas: una, que no digas nada hasta que todo pase; y dos, que guardes silencio y no saques conjeturas. Sólo dedícate a ver.

-De acuerdo, vale. Lo que sea por saber que trama esa cabecita tuya.

Le di un beso y le puse en la pared a unos metros de la jaula y enfrente de ella para que no se perdiera el espectáculo. Con calma fui a la jaula, me desnudé antes de entrar y fui hasta Charlie, a quien abracé, sentada en el suelo de la misma cubierto por paja. El estar en esa situación, sabiendo además que me estaban observando, me excitó. Luego, como siempre, me eché a la larga para que él me disfrutara a sus anchas. Comenzó por aferrarse a mis tetas y por meterme un dedo para que mi coño se empezase a mojar. La riada de sensaciones me llegó como una marea, débil al principio, y luego todo era placer, placer y placer. En mitad de los avances exploratorios de Charlie miré a Fernando, el cual estaba con un palmo de narices. Sus ojos estaban abiertos como platos, y la boca abierta de par en par, con las manos pegadas a la pared. El show que le estaba dando era fantástico, yo me encontraba en el séptimo cielo teniendo a dos de mis amores solo para mí, y él…él estaba en la gloria, solo con ver su cara se le notaba a la legua.

La boca del orangután se pegó a mis tetas y chupó de mis pezones hasta dejarlos como piedras, centrándose en ellos con sus labios y su lengua, lamiéndolos con mucha paciencia, abarcándolos del todo con su boca, mimándolos hasta dejármelos bien duros, incluso algo doloridos, pero era un dolor maravilloso. El dedo de Charlie hacía prodigios, ya sabía donde tocarme para ponerme a tono, y estaba más caliente que la lava de un volcán. Quería que me follara allí mismo, lo necesitaba, lo deseaba con todo mi ser. Su polla ya despuntaba notoriamente y me la puso encima de las tetas, como había aprendido, para que se la amasara entre ellas, haciéndole una rica cubana con la que daba verdaderos chillidos de placer. Esta vez, sin embargo, no se la hice hasta al final, donde me inundaba la cara de su semen, si no que me abrí de piernas, dispuesta a sentir como aquel mástil de barco me atravesaba de lado a lado. Él entendió mi intención, y aunque miró a Fernando un par de veces, siguió con lo suyo como si él no estuviera allí. Apuntó su garrote hacia mi pucha encharcada y empezó a hacer fuerza. Aquello comenzó a entrar, sí, síiiiiiiiii…ya me la estaba metiendoooooooo…me estaba follandooooooooo…aaaaaaaaaaaaaaaaaahh que delicia sentirme partida por él, que gusto me daba notar su pollote dentro mío. Asiéndome bien para que me quedase quieta, Charlie inició el maravilloso bombeo en mi coño y se puso a follarme como a él a le gustaba: a lo bestia. Yo me estaba retorciendo en todas partes, mi cabeza iba de un lado a otro, mi vientre se retorcía, mis tetas bamboleaban como locas, mi mente era incapaz de hablar y mi boca solo podía lanzar sonidos guturales incontrolados. Los gemidos que me salían exacerbaban los ánimos de él por follarme hasta dejarme exhausta. La calentura me estaba consumiendo, me abrasaba. Tenía mi cuerpo a cien por hora y solo deseaba que terminarse de una vez, quería correrme de gusto como él sabía hacérmelo. ¡Menudo polvo me estaba pegando el muy trípode!. Ya no podía más, necesitaba correrme, que se corriera, lo necesitaba todo, lo quería todo…aaaaahh aaaahh aaaaaaaaaaaahh…

-¡Ooooohh! ¡ooooooohh! ¡ooooooohh! ¡ooooooohh! ¡ooooooohh! ¡¡OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOHH!!...

Fui presa de uno de los orgasmos más intensos de cuantos recordaba. Todo mi cuerpo gozó de una manera sublime, absolutamente demencial. Me corrí como hacía tiempo no me corría, y Charlie no dejaba de acariciarme mientras descargaba su semen en mis entrañas, el cual brotó de ellas, cayendo como agua de manantial entre mis piernas. En lugar de levantarme me quedé allí para chuparle la polla y beberme un poco de su leche que le salía de su glande, que me supo a gloria bendita. Satisfechas todas mis necesidades salí de allí y dejé al buenazo de Charlie en la jaula, que se estaba pajeando de lo lindo como si estuviese recordando el estupendo polvo que le había dado a su cuidadora humana. Me fui con Fernando, que seguía mudo.

-¿Te ha gustado el espectáculo?. En cuanto me dijiste lo de Jane hace días me diste la idea. Sé que no soy ella, pero al menos ya has cumplido tu fantasía. ¿Qué te parece?.

-¿Parecerme?....¡Dios bendito, ha sido genial!. ¡He estado a punto de correrme sin tocármela!.

-Jajaajajajajaa…me alegra que te haya gustado-dije abrazándole para darle un beso-…¡por dios Fernando, como estás!. ¡¡Te va a reventar la polla!!.

Le llevé a la camilla donde atendemos a los animales y la tumbé boca arriba, desnudándola hasta dejarle en pelotas y ver esa preciosidad de polla tiesa por mí y por mi polvo animal. Quedé de piedra cuando por fin la vi: una joya de 21 centímetros con una cabeza roja roja. Parecía un faro en miniatura jajaja. Me quedé boquiabierta.

-¿Qué pasa?, ¿nunca habías visto una polla de hombre?.

-Para ser sincera, no. Solo has he visto animales. De hecho, te confesaré un secreto: fue Charlie quien me desvirgó. Fue él quien me folló por primera vez.

-Pues ahora te toca saber lo que es follar con un hombre de verdad. Ven p’acá, que te voy a hacer una mujer como dios manda.

Antes de ir con él me lavé un poco para estar bien limpia y aseada. Después volví con mi amor, envolví con mis manos su verga caliente y la probé en mi boca. Su sabor, distinto a lo que conocía, solo consiguió ponerme más y más cachonda. Con excepcional maestría me enseñó como chuparla, me dijo donde y como poner los labios y la lengua, como usarla para enroscarla y a dibujar círculos, aprendí a bajar y subir por ella como si chupase un helado…sus lecciones se traducían en sonoros gemidos de placer por su parte, lo que me llevaba a estar más salida. Su polla palpitaba que era una barbaridad, estaba sobreexcitado a más no poder. Sin avisar me puso a mí en la camilla, me abrió de piernas y se puso a comerme el coño a toda velocidad. Con sus manos separó mis labios vaginales, abriéndolos, contemplándolos en todo su esplendor.

-¿Con que esta rica panochita se ha tragado una polla de mono eh?. Pues ahora se tragará la mía hasta el fondo.

Sentir su boca y su lengua sobre mi sexo palpitante hizo que me derritiera como queso fundido. Sus besos en mi clítoris me llevaban a la locura, sus lametones de arriba abajo y sus leves incursiones dentro de mi vulva me tenían en un trance que solo podía describir como excepcional. Gozaba todo aquello como si la vida me fuera en el intento.

-Mmmmmm mmmmmm mmmmmmmmm…no te pares Fernando…hazme lo que quieras pero no pares…sí, síiiiiii, síiiiiiiii…me gustaaaaaaaaaaa…

-Estás muy salida, y que sabor tan delicioso tienes. No quiero parar nunca de lamerte esta conchita tan preciosa. ¿Verdad que te gusta hacerlo con un hombre?.

-¡¡Síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!! ¡¡me vuelve locaaaaaaaaaaaaaaaa!!...

Dado que era el primer hombre al que me pasaba por la piedra, era inevitable establecer una cierta comparación a mis amantes anteriores. Distinto, sí. Diferente, por supuesto, pero eso no le quitaba lo maravilloso. Menudo amante me había agenciado, era un experto devorador de almejas y estaba jugando con la mía como todo un profesional. Abrí mis piernas tanto como pude para que me tuviera como él quería, y éste, viendo lo mucho que disfrutaba, me dio unos mordisquitos en el clítoris y poco faltó para sufrir varios orgasmos a la vez. Que manera de usar los dientes, a veces como una sierra de un lado a otro, a veces como si le castañearan, a veces frotándose. Mmmmmmmmmmm no hay palabras para describirlos.

-Voy a terminar lo que Charlie empezó. ¡Prepárate!.

Me cogió por sorpresa las piernas tras ponerme encima mío y de un seco y potente golpe me la endiñó hasta el fondo. AAAAAAAAAAAAAAHH por amor del cielo, no podía más. Se puso encima mío aferrándome por los hombros y empezó a hacerme el amor con todas las de la ley. Sus movimientos eran suaves, rítmicos, relamiéndose sintiendo mi cuca empapada y haciendo que yo me recreara al sentir como me iba penetrando con su hombría. El tamaño era considerable, pero lo que más me encantaba era la forma en que me estaba haciendo disfrutar. Era un maestro follador aleccionando a su alumna favorita, y que bien me enseñaba. Mmmmmmmm que polvo.

-Aaaaaaahh aaaaaaaaaah aaaaaaaaahh aaaaaaahh aaaaahh…oooooooh dios míoooooooooooooooooo…fóllame amor mío, fóllameeeeeeeeeeeeee…vamos mi vida, fóllameeeeeeeeeeeeee aaaaaaaaaaah aaaaaaahh aaaaaaaaaaaaaahh…

-¡¡AAAAAAHH¡¡ ¡¡AAAAAAHH!! ¡¡AAAAAHH!! ¡¡AAAAAHH!! ¡¡AAAAAHH!! ¡¡AAAAAAAAHH!! ¡¡AAAAAAAHH!! ¡¡AAAAAAAHH!! ¡¡AAAAAAAAHH!!...¡¡CÓRRETE CONMIGO, CÓRRETEEEEEE!!...

Más, más, máaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaass…¡¡quería máaaaaaaass!!. Llevada por el momento le arañé la espalda mientras gritaba de placer sintiendo como me follaba. El clímax nos venía en oleadas cada vez más grandes, más fuerte, más intensas, todo era a más, y a más…más sensacional, más impresionante…sí, así, asíiiii…AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH. Grité como una loca cuando el orgasmo me llegó como si fuera el tsunami de Deep Impact. Fernando gritó conmigo y empujó unos segundos más llenándome de él. Su semen me regó como una manguera, al tiempo que se corría sus manos me acariciaban por todas partes. Presa del cansancio estábamos jadeando, tragando saliva con bastante dificultad. Tanto él como yo no podíamos parar de acariciarnos y besarnos, sin siquiera proferir palabra alguna, mirándonos a los ojos, perdiéndonos en nuestro mundo privado. Mi primera vez con un hombre no podía haber sido mejor: en el mismo lugar donde perdí mi virginidad y con alguien a quien amaba con todo mi corazón. Tiempo después de estar juntitos en plan meloso advertí que Fernando me miraba de modo extraño, como si algo le hubiera hecho pensar.

-¿Qué ocurre amor?, ¿pasa algo?.

-Quiero que vengas a casa de mi tío, que pasemos un fin de semana con él.

-¿Con quien?.

-Con mi tío Aurelio.

-¿El que vive en el campo?.

-Sí. Quiero que vayamos cuanto antes, que le conozcas, quiero pasar allí el primer finde que podamos, cuanto antes mejor.

-Pero bueno-dije en todo divertido viendo su ansia-…¿Qué tiene tu tío que tanto quieres verle?, ¿qué tiene de especial?.

Fernando me miró de forma inexpresiva pero con un brillo especial en sus ojos, y sin cambiar su cara ni por un segundo dijo:

-Cría caballos.

Mis ojos se abrieron como platos al oír esas palabras. Él se limitó a asentir con la cabeza como si leyendo mi mente supiera lo que estaba pensando. Casi me puse a llorar de la emoción. Él me enjuagó las lágrimas, y de besarnos un rato volvimos a hacer el amor otra vez.

El anhelado fin de semana tardó en llegar más de lo que nosotros deseábamos en un principio. Entre mi trabajo y el suyo, se nos hacía difícil encontrar un momento para ir a ver al famoso "tío Aurelio" a su casa de campo, pero nuestra paciencia tuvo su recompensa, y un viernes por la mañana lo preparamos todo para irnos hasta donde vivía, llevándonos a Kiko y Perla, los cuales, pobrecitos, no podían quedarse solos tanto tiempo. Nos llevó un buen rato de viaje en coche hasta donde vivía, un pueblo de montaña del que nunca había oído hablar. Resultó que él vivía en las afueras del pueblo, en una casa solitaria con grandes tierras de pasto y cultivo para sus animales y para él. A nuestra llegada él nos estaba esperando con una amplia sonrisa en el rostro. Era un hombre afable, de expresión serena.

-¡¡Tío Aurelio!!.

-¡¡Sobrinoooooooo!!. Tienes que venir a verme más a menudo, ya sabes que aquí te espero para pasarlo en grande.

-Lo sé tío, pero ya sabes, el trabajo me ocupa mucho tiempo. Tío Aurelio, te presento a mi prometida. Amor mío, este es Aurelio, mi tío.

-Tanto gusto.

-Bienvenida a la familia-me saludó-, y llámame Aure, aquí todos los hacen. Dios mío, es preciosa-le dijo a Fernando-. Deja que la vea bien: como metro setenta de alto, melena pelirroja, ojos verdes, carita aniñada, buenas curvas…me recuerda un poco a Verónica Mengod en sus tiempos de "El Kiosko"…Tienes un gusto exquisito para las mujeres-comentó halagándome a más no poder-. Bien, vuestras camas ya están listas, vamos p’adentro para que os acomodéis.

Los tres nos metimos allí y en seguida estuvimos a nuestras anchas. Tío Aurelio dijo tener asuntos pendientes y como tenía que bajar al pueblo nos dejó allí mientras él atendía sus asuntos. Fernando me llevó por las cercanías para que conociera la zona al tiempo que me explicaba los recuerdos de su niñez y lo bien que se lo pasaba con sus primos, los cuales se fueron para hacer carrera en la universidad. El paseo acabó en las cuadras, donde ante mí veía varios caballos a cada cual más bello e imponente. Cada vez que los veía miraba a Fernando, el cual solo me sonreía sabiendo lo feliz que era solo por el hecho de estar allí. Señalé a uno de los animales y pedí llevarlo aparte. Él dijo que sí y lo apartamos de los demás para que no vieran lo que pasaría. En cuanto estuvimos en un rincón aislados del resto, tiré mi ropa al suelo.

-¿¿¡¡Pero que haces!!??.

-Cumplir mi mayor fantasía. Hace tiempo me convertí en una mona, y ahora quiero ser una yegua, así que ¡¡a callar!!.

Se quedó a unos metros de mí, en una posición ventajosa para poder todo lo que yo hacía. Mi primer paso, obviamente, fue palmear al animal entre las piernas, a fin de que mostrase aquella potencia con que lo había dotado la madre naturaleza. Con mis conocimientos de veterinaria fue relativamente fácil, y en pocos minutos, una larga y gruesa tranca equina se mostraba ante mí en todo su esplendor. Había oído hablar de ellas, conocía de sobra su leyenda y había visto libros sobre ello, pero verlo en persona fue algo fascinante, turbador a la vez que increíble. Debía medirle como 40 centímetros y eso tirando por lo bajo, gruesa como el canalón de una cornisa. Por suerte para mí no había escogido un semental de gran tamaño, si no uno algo más pequeño, casi como un pony, para que fuera más manejable a la hora de llevar a cabo mis sueños. Los masajes y caricias que seguía dando a aquella maravilla de polla aseguraban que se mantuviera bien firme. Su calor era muy intenso, se notaba que a Castor, pues ese era su nombre, le encantaba lo que estaban haciendo. Llevada por el deseo no podía quedarme sin probar a que sabría, así que me agaché para besársela y lamerla, tomándome mi tiempo, recreándome en todas y cada una de las sensaciones y placeres que atravesaban mi ser.

-Mmmmmmmm mmmmmmmm mmmmmmmm mmmmmmmmm mmmmmm mmmmmmm mmmmmmm mmmmmmmm mmmmmmmmm…

-¿Te lo vas a follar, verdad?. Vas a follarte a ese caballo.

-No amor mío, para nada. ÉL va a follarme a mí-repliqué irónica-.

Mis besos hacían que Castor resoplase de vez en cuando, y a veces lanzaba pequeñas relinchadas. Para evitar cuanto más dolor mejor, llevé una mano a mi entrepierna, me apoderé con fuerza de mi clítoris y empecé a desearme de lo lindo sin dejar de tocar ese garrote, todo para ese momento que tanto tiempo llevaba deseando vivir, y por fin, cuando estaba bien húmeda, casi a punto de explotar, sucedió: me puse en posición, Castor se subió a mi espalda, lo intentó, falló, lo volvió a intentar, volvió a fallar, y a la tercera fue la vencida.

-¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!...

Oohh dios míooooooooooooooooooooooo. Que fuerza, que enormidad, que dolor. Ni todas las preparatorias del mundo hubieran conseguido que aquello me doliera menos. Me sentí como si me hubieran empalado con una enorme estaca de lado a lado. Aquel mostrenco de un solo ojo me llenó el coño por completo, e incluso podía notar como, evidentemente, no la podía meter toda. Pronto me arrepentí de estar haciendo aquello, y las lágrimas se me escapan como riachuelos resbalando por mis mejillas. Por desgracia ya no había marcha atrás, así que tuve que aguantar lo que estaba pasando. Castor me follaba con todas sus fuerzas, como si en verdad quisiera reventarme. Apreté los dientes para soportar su embestida, y mi cuerpo se movía a ritmo atroz. El polvo que me estaba echando me dilataba como jamás lo hubiera creído posible, y pronto pasé del dolor al placer. Sin darme cuenta estaba jadeando de gusto, me relamía de poder vivir ese momento, ¡lo gozaba!.

-Aaaaaahh aaaaaaahh aaaaaaahh aaaaaaaahh…me gusta, me gusta mucho…es fantástico, maravilloso…dale Castor dale…dame duro, dameeeee…

-¿Te gusta como te folla?, ¿te excita, lo gozas?...¿te pones cachonda sintiendo esa polla dura dentro de ti?...vamos dime, ¿te vas a correr con esa polla de caballo reventándote el coño?.

-Sí Fernando, síiiiiiiiiiiiiiiii…me excito, me pongo muy caliente, muy cachondaaaaaaaa…quiero corrermeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee…

Castor seguía a lo suyo, bombeándome con su enorme manguera de bomberos y yo esperaba que le diera a la llave de paso para que me regara por todas partes. Mientras me follaba fantaseaba con ello y me excitaba más aún. Cerré los ojos y me concentré en experimentar aquella vivencia al máximo para recordarla con más intensidad. Bufffff que gusto, el dolor parecía que nunca lo hubiera sentido, ya ni me acordaba de él, solo sentía placer a raudales. Notaba que mi orgasmo se acercaba, lo notaba venir, lo notaba crecer…ya llegaba, ya llegabaaaaaaaaaaaaaaa…

-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH…

El esperma de Castor salió a chorro. Tanto salió que la mayoría se desparramó por mis piernas en cascada, cayendo al suelo. Cuando me la sacó pude apoyarme en la pared, estaba reventada a más no poder. Comencé a reírme sin parar al respirar hondo y recordarlo. Mi sueño se había hecho realidad y pese a todo había sido maravilloso. Al mirar a Fernando me quedé helada: ¡¡Aurelio estaba en el umbral de la puerta!!.

-¡¡AURE!!.

Fernando se giró con expresión tranquila ante mi grito, mirando a su tío como si tal cosa. Yo estaba muerta de miedo y avergonzadísima.

-Ya te dije que ella era especial tío. ¿Ves como acerté?.

-Sobrino, eres el mejor. Sí, tenías razón, es fantástica.

Tío Aure vino y me dio un fuerte abrazo, besándome en la frente. Yo no entendía nada. Tal cual estaba me llevaron a casa y me contaron que cuando Fernando habló con él por teléfono le había contado mi polvo con Charlie en el zoo y éste había quedado encantado pues resultó que el tío Aure era un aficionado a la zoofilia desde hacía años, motivo por el que su mujer lo abandonó tiempo atrás ya que ella no aprobaba sus aficiones(y según supe, sus tres hijos, los primos de Fernando(Yolanda, Zoilo y Bernarda), siguieron con él después del divorcio, ya que las niñas, sin que su madre lo supiera, habían heredado los gustos de su padre). Los tres pactamos pasar esos tres días sin inhibiciones ni tabúes, pero a cambio de poder pasarme por la piedra a todos y cada uno de los caballos que el tío Aure tenía yo acepté someterme a todos los deseos y caprichos que tanto uno como otro me dijeran. Su primer deseo fue que yo fuera desnuda por la casa todo el tiempo, cosa que obedecí sin miedo ya que el tío Aure nunca recibía visitas, y luego, cuando no estaba follando con los caballos, me convirtieron en su esclava sexual: si se bajaban la cremallera, se la tenía que mamar; si me tocaban un poco los pezones, me los dejaba chupar hasta que se me quedaban duros como piedras; si me metían un dedo entre mis piernas me abrían y me lo comían todo; si se bajaban los pantalones me ponía a punto para que me penetraran…me follaron en el baño, me follaron en el balcón del piso de arriba, me follaron sobre la mesa del comedor…todo lo que hacía era follar, follar, follar y follar, y por dios que fue el fin de semana más intenso que jamás había recordado. El tío Aure tenía toda una Señora Polla con la que follarme, y lo suyo costó metérmela cuando estuvimos los tres juntos en la cama esa primera noche, una vez mi conchita dejó de resentirse por la embestida de Castor(26 centímetros de largo por 5 ó 6 de ancho no son ninguna tontería). La mañana del Domingo, mientras Fernando había bajado al pueblo a dar una vuelta, tío Aure me tenía sobre la mesa del comedor metiéndome dos dedos en mi vulva, y aproveché ese momento para charlar con él a solas.

-Aaaaahh aaaaaaahh aaaaaaaaaahh aaaaaaaaahh…tío Aure…

-Dime preciosa. ¿Que te ronda esa cabecita?.

-La madre de Fernando…¿es tu hermana, ó tu cuñada?.

-Es mi hermana menor, la llevo dos años, ¿por qué?.

-Fernando…mmmmm mmmmmm mmmmmm…¿te contó él…lo que le pasó…lo que pasó de niño?...aaaaaaaaahh aaaaaaaahh aaaaaaaaahh…

Tío Aure dejó de masturbarme y me miró fijamente.

-Sí, me lo contó. Siempre fui su tío preferido y me lo contaba todo de niño. Yo le consolé cuanto pude, pero veo que aún le obsesiona. Está mal que yo lo diga, pero mi hermana es una puta. Ya de joven se follaba a cualquiera que se le pusiera a tiro. Lo de follarse animales, en cierto modo, fue culpa mía. Siendo nosotros niños teníamos una vecina, Carla, que tenía mala fama por qué nunca se la veía con hombres. Un día a escondidas fui a verla ya que encantaba jugar con ella y me obsesionaba su cuerpo y las enormes tetas que tenía. Al llegar me la encontré debajo de Zanco, el perro de un amigo mío. Fue una imagen que jamás he olvidado, y cuando se lo comenté a Victoria, ésta dijo que quería hacer lo mismo para así tener perritos. Así éramos de inocentes-dijo airado-. Desde entonces mi hermana siempre ha tenido algún perro cerca para que se la monte a placer. Nunca hubiera imaginado que eso aún le siguiese traumatizando.

-Bueno, eso tiene solución-contesté con picardía-.

Trazamos un plan en secreto, y después prosiguió masturbándome hasta arrancarme un orgasmo de los grandes, que esos que te dejan como muerta. Fernando tardó en llegar de su paseo, y cuando lo hizo le di un fuerte abrazo y un beso de tornillo que lo dejó en trance.

-Menudo recibimiento, ¿a que viene esto?.

-Ya lo verás. Siéntate mi amor, y disfruta.

-¿Qué pasa tío Aure?.

-Tú mira y calla sobrino. Tu novia va a darnos todo un show solo para nosotros.

De un silbido llamé a Kiko y éste, como siempre que le llamaba, no paraba que intentar llegar a mi cara para darme lametones en ella. Movía el rabo de lado a lado y estaba muy alegre. A Perla, para que no interrumpiera, la habíamos dejado fuera de la casa adrede. Mi adorado perrito seguía muy alegre y nervioso, tanto que parecía estar en dos lugares a la vez jajajajajaa. Me agaché para abrazarle y me lamió la cara un poco haciéndome reír. Tío Aure me miraba con picardía, Fernando con expectación, lo veía en sus ojos. Deslicé mi mano hasta su forro natural, palmeándolo varias veces con lentitud, acariciándolo con mucho mimo, usando mis dedos con cuidado para excitarle. Teniendo en cuenta mi dilatada experiencia fue coser y cantar: la pija de mi perro asomó sin problemas como a mí me gustaba, grande, roja y brillante. Me puse en el sofá con las piernas separadas, separando mis labios vaginales con las manos, abriéndome bien, y Kiko se lanzó a lamerme como un descosido. Del primer lametón quedé fuera de combate allí recostada.

-Mmmmmmmmm mmmmmmmm mmmmmmmmm…aaaaaaahh aaaaahh aaaaaahh aaaaaaaahh aaaaaaaahh…oooooooh sí Kiko, vamos perrito bonito…lame a tu amita…lámela bieeeeeeeeeeeen…aaaaaaaahh aaaaaaaaaaahh aaaaaaaaahh aaaaaaaaaahh aaaaaaaahh aaaaaaaaaaaahh…

Con su habitual ritmo frenético su lengua me humedecía por todas partes, saboreándome con toda la prisa del mundo, bebiendo mis jugos y degustándolos como el vicioso que era. Yo me encontraba a punto de explotar, con mi cuerpo ardiendo por todas partes, pidiéndome a gritos que me pusiera a cuatro patas. No me hice de rogar y me puse con el culo en pompa, con mis nalgas bien separadas por mis manos. Mi amante canino se subió encima mío y sin esfuerzo alguno, y sin mamada previa para mojársela y que entrase mejor me la metió con un potente golpe en seco. En el momento de estar totalmente penetrada lancé un largo suspiro de placer, con mis ojos cerrados para regocijarme en sentir todo aquello. Kiko en seguida se aferró a mí para empezar a penetrarme con toda su alma. No podía ver ni a tío Aure ni a Fernando, pero estaba seguro de que debían estar flipando en colores. Además, me costaba pensar en ellos, me costaba simplemente pensar, no podía. El ritmo infernal al que me estaban sometiendo impedía todo pensamiento racional, lo único que había era deseo, un deseo tan fuerte que me provocaba los espasmos más intensos de cuantos podía tener.

-AAAAAAHH AAAAAAAAAHH AAAAAAHH AAAAAAAHH AAAAHH AAAAAHH AAAAAAHH AAAAHH AAAAAAHH AAAAAHH…FÓLLAME KIKOOOOOOOOOOOO…ASÍ, FÓLLAMEEEEEEEE…FÓLLATE A TU AMA…AAAAAAHH AAAAAHH AAAAAAAHH AAAHH…

Era fantástico saber que podía gritar sin que mis gritos diesen la voz de la alarma a algún vecino cercano, así que me recreé gritando a placer, gimiendo como la perra que era dejándome follar por mi amado perro. Mis tetas estaban tan duras como mármol, y mis pezones no digamos ya. Eso, añadido al morbo que me daba tener unos espectadores de lujo mirando como ocurría todo me tenía tan cachonda que podría fundir el Golden Gate de tanta calentura que llevaba encima. Apoyé mi cabeza en el cojín del sofá y me eché a la larga de cintura para arriba, dejándome someter por completo a los caprichos de Kiko. Éste, que me endiñaba a base de bien, me estaba copando todo el coño, me lo llenaba con su enrojecida polla, la cual ya estaba a punto de hacerme muy pero que muy feliz.

-AAAAAAHH AAAAAHH AAAAHH AAAAAHH AAAAAAHH AAAAHH…¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!...

Me corrí con un orgasmo fantástico, y cuando pude mirar poco después para ver a mis espectadores tenían sus pollas como el mástil de una bandera, y se la pelaban con total entrega. El caliente semen de Kiko me regó por dentro como un espesor a plena potencia, haciendo que tuviera otro orgasmo seguido. Quedé abotonada con él durante interminables minutos, parecía que nunca se le deshincharía la bola, y a cada tirón me producía un escalofrío, mezcla de dolor y placer, que me tenía obnubilada. Cuando al fin se le deshinchó le mandé fuera con Perla para que jugaran un rato y me senté al lado de Fernando, abrazándole y dándole un fuerte beso de tornillo.

-¿Te ha gustado amor?. Espero que con esto ya no te sientas mal recordando lo de tu madre.

-¿Lo hiciste por mí, para que no me sintiera mal por eso?.

-Claro que sí. Tío Aure dijo que sería muy buena idea.

-Y desde luego que lo fue-añadió éste-. Alégrate, no todas hacen eso por un hombre. Mucho te quiere esa preciosidad sobrino.

-Gracias, a los dos-contestó emocionado-.

Volvió a besarme y me empezó a sobar, lo mismo que tío Aure. Éste, sin darme tiempo a limpiarme, me hizo sentar sobre su tranca erguida clavándomela no sin un largo gemido de dolor. Su tamaño era considerable. Era fantástico estar follando con él delante de mi chico, en sus mismas narices, pero la sorpresa me la dio él cuando se puso detrás de mí y agarrándome bien apuntó su miembro directo a mi orto y sin esperar ni decirme nada consiguió arrancarme un grito de dolor cuando me desvirgó en mi pobrecito culo. El dolor inicial se convirtió en placer y en una maravillosa sensación de sentirme más mujer de lo que me había sentido nunca, con mis orificios bien tapaditos y rellenos de rica polla. El cargado ambiente fue ganando a cada momento, haciéndose más intenso, más sensual, más todo, hasta que, habiendo conseguido ellos darme a la vez, fuimos presa de un sensacional orgasmo que parecía no tener fin. El resto del día lo pasamos entre toqueteos por parte de los dos y mis folleteos con los caballos de la cuadra. Conseguí que todos, sin excepción, me la metieran y me hicieran gozar de lo lindo. Jamás follé tanto en tan poco tiempo.

Poco antes del atardecer ya teníamos preparada la maleta y el coche para volver de nuevo a la ciudad. Kiko y Perla ya estaban en la parte de atrás del coche y nosotros nos estábamos despidiendo de tío Aure.

-Hasta luego tío Aure. Un placer conocerte-sonreí con picardía-.

-Hasta luego belleza. A ver si podéis pasaros alguna otra vez…

-Claro que sí-respondí alegre-. Soy veterinaria, ¿recuerdas?. Nadie mejor que yo para hacerles una buena inspección a tus caballos.

-Sobrino, te voy a hacer una firme advertencia-dijo muy serio-. Cásate con ella lo antes posible por qué si no lo hago yo antes.

Nos dimos un beso de despedida, un beso que duró algo más de lo normal. Puso sus manos en mi culo y sin más dilación me levanté la falda allí en el umbral de la puerta me folló una última vez delante de Fernando, con éste mirándome embobado, viendo como a mitad de follada cambió de agujero y me reventó el culo con su pollón, regándome de semen y ordenándome que volviera lo antes posible para pasar otro fin de semana. Dicho lo cual, nos metimos en el coche y pusimos rumbo a nuestras vidas, a nuestros hogares, pero fue un viaje más bien incómodo. Fernando estaba en un mutis total, mirando por la ventanilla el fantástico crepúsculo que se veía por las montañas. Me sentía tan incómoda que tuve que parar a mitad de camino en un recodo de la carretera, junto a un bosque.

-Fernando, ¿qué te pasa?. No has dicho palabra de que salimos del pueblo. ¿Qué te ocurre?.

No respondió.

-¡Fernando!. ¿Qué diablos te pasa?.

-Quiero ir a casa. Por favor, llévame a casa. Llévame.

-¿Estás bien?. Dime algo, que me preocupas.

-Estoy bien, pero llévame a casa. Quiero irme.

Reanudamos el viaje, pero yo estaba muy preocupada. Nunca le había visto tan sombrío. Daba la impresión de que algo lo estaba consumiendo por dentro, y el no saber que era me estaba consumiendo a mí. La visión de la silueta de la ciudad me hizo dar un suspiro de alivio, y al llegar a casa desempacamos todo y subimos para ducharnos, cenar y luego irnos a dormir.

-Amor mío, quiero que veas algo, pero te pido dos cosas: una, que no digas nada hasta que todo pase; y dos, que guardes silencio y no saques conjeturas. Sólo dedícate a ver.

Su tono serio me impresionó, pero no pude evitar reírme un poco ante la sensación de déjà vu de aquella situación. Afirmé con la cabeza y me senté en el sofá a la espera de saber que me tendría reservado. ¿Qué sería lo iba a hacer?, ¿porqué no me lo decía sin más?, ¿cuál era su plan?.

Allí sentada, con los brazos cruzados, esperé a ver que me tenía reservado. Al principio estuvo jugando con Perla como si tal cosa, y estuve a punto de enfadarme, hasta que vi como aquello cambiaba de tono. Sus caricias se hicieron diferentes, no se parecían a algo que yo hubiera visto. Él se desnudó por completo, dejándome asombrada por lo que vi a continuación: ¡¡Perla se la estaba lamiendo!!. Debía estar muy bien entrenada porqué le estaba lamiendo la verga como si lo hubiera hecho antes, dándole lengua a lo largo y ancho de su fláccido miembro, que sin prisa pero sin pausa iba ganando en tamaño. Observé atentamente como Fernando acariciaba a su perrita tan guapa y cariñosa, como estaba seduciéndola de un modo que no podía explicar. Tal como me dijo me limité a ver, a ser una testigo de lo que estaba pasando, y lo que pasaba era que él ya estaba empalmado, todo duro, gimiendo de los lametones que ella le daba. Su polla le brillaba por la saliva que ella había empleado para tenerle así. Él, que proseguía con las caricias, se puso de rodillas detrás de ella, acariciándola entre las patas, tocándola para dilatarla un poco hasta que contemplé estupefacta como la penetró. Mi expectación no podía ser mayor, no daba crédito a lo que veía a pesar de haber soñado con ello en el pasado. Ni de lejos es comparable soñarlo con vivirlo. Con el ritmo de un enamorado, delicado y suave, le hizo el amor a Perla durante varios minutos, tomándose su tiempo. Ella no protestaba, si no que parecía gustarle lo que le estaban haciendo. A veces se le escapaba algún ladrido pequeño que me sonaba a gemido de placer. Curvado detrás de su perrita, Fernando sacó y metió tanto como quiso, concentrándose tanto en la tarea que se olvidó de mí por completo, o al menos eso creía, pues de repente me miró, viendo como me estaba tocando.

-¿Te estás masturbando?, ¿te masturbas mientras follo a mi perra?.

-Me estoy dedeando de lo lindo…mmmmmmmm síiiiiiiii…

-¿Dedeando?.

-Claro. Los hombres os hacéis pajas y lo llamáis pajearse, ¿no?. Pues las mujeres nos hacemos dedos y lo llamamos dedearnos, pero sigue con lo tuyo, sigueeeee…

Al tiempo que mis dedos me lubricaban por completo, mi chico y su adorada perra parecían estar en Babia. Ella se dejaba hacer y él la acometía con notable facilidad, lo que me hizo saber que esto ya venía haciéndolo de muy antiguo. En poco tiempo sus acometidas ganaron en intensidad sin por ello actuar a lo bestia y entre espasmos y gemidos por parte de ambos él se corrió dentro de ella con un fantástico orgasmo, con una cara impagable, y corriéndose justo antes que yo por mi estupendo dedeo. Cuando se salió de Perla, ésta se giró para darle lametones en la cara y mandándola a un rincón éste vino a mí con una cara compungida a más no poder. Comprendí lo mucho que le había costado contarle a alguien ese gran secreto y lo mucho que le costó librarse de esa carga, por lo que lo atraje hacía mí y lo abracé muy fuerte. Faltó el canto de un duro para que se derrumbase en mis brazos, se notaba que intentar mantener la compostura, pero al final, no pudo contenerse y se puso a llorar.

-Tranquilo mi amor, no pasa nada. Todo está bien, tranquilo. Te quiero, te quiero mucho…¿ya pasó eh?.

-Tenía 12 años. Fue cuando, cuando…

-¿Cuándo lo hiciste por primera vez?.

-Sí. Pensé que si mamá lo hacía, quizá yo también podía hacerlo, y probé con Clarisa, la perrita de una vecina, y nunca pude parar. Nunca pude…

-Ya pasó, tranquilo…no pasa nada-le consolaba mientras le acariciaba sin dejar de abrazarle-…¿y nunca se lo contaste a nadie?.

-No, a nadie, ni siquiera al tío Aure. Solo a ti.

-Creerás que estoy loca, pero tras nuestro primer encuentro soñé muchas veces que tú y Perla lo hacíais. Soñé que le hacías el amor como Kiko me lo hacía a mí. Luego despertaba pensando que eran divagaciones de una mente calenturienta.

-Jajajajajajaaj…Pues ya ves, divagaciones sí, pero también era real.

Estuvimos allí abrazados durante largo rato, sin decir palabra alguna. Después nos dimos una pequeña ducha y cuando pasó un poco de tiempo, que aprovechamos para hacer el amor como si yo fuese Perla(y que morbo me provocó que él me comparase con ella) nos fuimos a dormir. Había sido un fin de semana espectacular.

Varias semanas después de aquellos tres días locos nos tocó vivir el temido momento: presentar a Fernando a mis padres. Éstos lo recibieron de buen agrado y se quedaron fascinados con ver que su hijita se había echado un novio. En cierto momento en que mi madre y yo quedamos a solas ésta me dijo en confidencia "porqué tengo a tu padre conmigo, que si no a Fernando me lo pasaba por la piedra toda la noche", lo que me hizo gracia y a la vez incitó mi fantasía entre ellos dos, imaginándomela montada sobre él, con su melena rubia moviéndose de un lado para otro y sus ojos verdes cerrados para sentir la polla de mi novio dentro de ella. Mi padre, por el contrario, mostró una faceta de policía que jamás había visto en él: sometió a mi chico a un tercer grado en toda regla que duró más de una hora, intentando intimidarlo con la mirada furiosa de sus ojos azules en contraste con su pelo rojo, pero del que salió victorioso y con su beneplácito. Tener la aprobación de mi padre fue un regalo que se mereció un fuerte y prolongado abrazo y un beso en su mejilla. Aquello me hizo muy feliz, y el resto del día fue fantástico. Poco después tocó el lado contrario, y mis futuros suegros, Victoria y Rodrigo, se comportaron fenomenalmente. Les caí bien a la primera de cambio, y por supuesto que en secreto hablé con mi futura suegra sobre nuestros gustos particulares, lo cual acabó por convencerla de que Fernando y yo estábamos hechos el uno para el otro. Antes de irnos de su casa, Victoria y yo hicimos planes para "pasarlo bien" juntas, proponiendo muchas ideas para divertirnos a lo grande. Me fascinó encontrar una compañera de juegos como ella, pues sabía que su experiencia era mucho mayor que la mía y que podría enseñarme cosas que yo ni siquiera imaginaba. Su carita dulce de ojos azules con el pelo castaño claro, liso y corto(que Fernando había heredado, aunque que los ojos oscuros venían de su padre, del que no heredó su pelo azabache), le daban un aire de candidez y dulzura como no había visto nunca en una mujer. El saber que eran tan puta con esa carita de ángel me ponía cachonda, y me fascinaba fantasear con verla follando con mi futuro suegro, con alguna mascota, con los dos a la vez, o con varios al mismo tiempo, imaginando su estilizado y bien conservado cuerpo(que casi tenía las mismas proporciones que el mío a sus 43 años: 91 de caderas, 60 de cintura y 98 de pecho). Fue otro fin de semana memorable el que pasamos en su casa, y al tío Aure, faltaría más, volvimos a visitarle cuando teníamos la ocasión, rememorando placeres pasados. Fernando y yo somos muy felices, y ya estamos prometidos para casarnos para dentro de un mes. Me chifla la idea de ser su mujer, de serlo todo para él como él para mí, de compartir noches enteras juntos(y acompañados por nuestras mascotas), de amarnos cada día. La vida es maravillosa…

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