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Saúl, el semental que me desvirgó

en Sexo con maduros

SAÚL, EL SEMENTAL QUE ME DESVIRGÓ

 

Saúl, ese era su nombre. Así se llamaba. Cuando lo recuerdo, no pude evitar empaparme entera. Su solo pensamiento agita todas las fibras de mi ser…

Creo que debo presentarme. Me llamo Estefanía, pero desde pequeña todos me llamaron Tiffany, nombre que en la actualidad aún usan, y que con el tiempo pues se ha quedado y ahora solo respondo cuando me llaman así. La historia que voy a narrar ocurrió cuando yo contaba 16 tiernos añitos recién cumplidos(aquí hay foto que lo demuestra. ¿No era preciosa de niña?).

En aquella época aun era muy inocente, una niña a los ojos de todos. No había salido con chicos ni tenido ligues, y ni tan siquiera me habían besado. Vivía mi vida como una niña de 16 años normal y corriente, sin demasiados sobresaltos, y mis únicas preocupaciones eran sacar buenas notas y salir a divertirme con mis amigas, pero todo eso cambió de golpe, durante los carnavales que precedieron a mi cumpleaños.

A mediados de Enero, Carola y su padre se habían trasladado de ciudad y acababan de instalarse no lejos de donde yo vivía. Dado que Carola y yo solo nos llevamos dos meses de diferencia(ella mayor que yo), ella se incorporó a nuestra clase, y si bien al principio no le di importancia, tras ponernos juntas un profesor para un trabajo de naturales, ella y yo nos convertimos en inseparables. Descubrí a una gran amiga y la enseñé a moverse por su nuevo hogar, tanto el barrio como la ciudad. No tenía idea de lo que el destino me tenía reservado solo por conocer a Carola. Iba a ser la experiencia más importante de mi vida, y además, debo añadir, la más bella, en todos los sentidos.

Fue al comienzo de los carnavales y apenas habían pasado dos meses después de conocerla. Ambas habíamos quedado en disfrazarnos cada una en su casa y luego yo iría a la suya para salir. El plan era que el padre de Carola, Saúl, nos llevara con el coche, dado de que el epicentro de la fiesta nos quedaba algo lejos para ir a pie. Yo nunca había visto a los padres de Carola, y hasta esa noche, ni siquiera sabía como se llamaban. Carola siempre fue muy esquiva a la hora de mencionarlos.

Decidí disfrazarme de colegiala, con el uniforme entero, incluyendo unas pecas falsas pintadas y unas coletas para hacerme parecer más niña(y como odiaba llevar coletas). Incluso me procuré calcetines altos blancos, ciñéndome perfectamente al prototipo de colegiala que tanto se ha visto a lo largo del tiempo. Lo cierto es que, tras mirarme al espejo, apenas me reconocí, pero eso me encantaba. Mi madre me pintó unos coloretes como retoque final y me fui a llamar a Carola. Recorrí apenas 500 metros hasta su casa. Tras llamar al timbre, un hombre de pelo castaño y bigote me abrió la puerta. Me dijo que era Saúl, el padre de Carola, que ella estaba por terminar y que bajaría enseguida. Asentí con la cabeza y me senté junto a él en el sofá.

-¿Cuándo tiempo hace que os conocéis mi hija y tu?.

-Ni dos meses-contesté-, pero ha sido fulminante. Ella y yo hicimos buenas migas y me encanta estar con ella y reírme.

-Me alegro. Últimamente ha estado algo decaída, pero desde que te tiene como amiga la he visto algo más animada. Gracias por sacarla del apuro.

-¿Qué apuro?.

Saúl tragó saliva, como si se hubiese atragantado. Me lanzó una mirada interrogativa, y no se como noté su duda. Entonces le dije "no le diré nada a ella" y pareció relajarse.

-Su madre murió, hace ahora cuatro…no, cinco años. Marga(así la llamábamos, pero era Margarita) padeció una infección de útero post-parto y el tiempo hizo muy delicada su salud. Finalmente, la enfermedad ganó la batalla.

Noté un tono de amargura mientras me lo contó, y en un gesto de consolación, me acerqué, le di un pequeño abrazo y un beso en la mejilla mientras le acaricié el pelo. Saúl me sonrió un poco triste, pero muy tierno, para agradecerme el gesto que había tenido con él. En ese preciso momento Carola bajó, con su disfraz de hada madrina completo. Saúl nos mandó fuera, luego él sacó el coche y tras subirnos nos llevó hasta la fiesta. Durante el viaje, dado que padre e hija iban delante, yo estaba muerta de aburrimiento, moviendo mis piernas a izquierda y derecha, cuando me di cuenta de que estaba siendo observada: con cuidado y disimulo, Saúl me estaba mirando a través del espejo retrovisor, observando como movía mis piernas. A lo primero no le di importancia, pero su insistencia fue como incitarme a seguir haciéndolo y estuve un buen rato moviéndolas, mientras mi faldita iba de un lado a otro y mis piernas quedaban al descubierto. Carola ni siquiera se daba cuenta del juego de complicidad que se estableció entre él y yo. No sabía porqué, pero el que Saúl me mirara así despertó una especie de cosquilleo, de excitación, que me gustaba. Intenté subir unos centímetros mi faldita, pero el pudor pudo conmigo. Noté su tristeza al ver como me acobardé y volvió a centrarse en la carretera. Finalmente nos dejó en la calle principal y quedó a buscarnos más tarde.

La fiesta fue un auténtico desmadre y nos divertimos como nunca, pero en mi mente, no podía dejar de pensar en ese juego de incitaciones y secretitos con Saúl. Deseaba volver a verle. Deseaba volver a sentirme observada por él. No sabía que se había desatado dentro de mí, pero solo quería volverle a ver y seguir ese juego. Mi espera por suerte tuvo su final y tras horas y horas de diversión volvimos a la misma calle, ahora más desierta, para que Saúl volviera a recogernos. Tardó unos minutos que se me parecieron eternos, mientras yo ardía de rabia en mi interior. Mi cuerpo entero suspiraba por ese hombre, al que solo había visto esa noche. Ardía en deseos, deseos que ni siquiera sabía que existían. Ver su coche fue un alivio para mí.

Carola estaba agotada y fue sentarla en el asiento de delante y dormirse como un tronco. Yo volví a sentarme en la parte de atrás, en el medio de los asientos, y me deslice un poco hacia abajo para dejar mis piernas bien visibles a su vista. Saúl no pasó por alto mis maniobras y me dijo que ahora no, que esperara un poco porqué hacerlo conduciendo era peligroso. Esperé mi tiempo, y cuando salimos de la carretera principal por un camino de poco tráfico, comencé a jugar. Saúl estaba encantado. Podía notar como se remojaba los labios viéndome recostada en el asiento trasero, con mis piernas moviéndose y dejando entrever mis braguitas. El juego duró mucho rato. Incluso después de haber aparcado el coche, Saúl estuvo un largo rato mirándome y noté como se excitaba y se tocaba. Solo su hija, a su lado, le impidió venir por mí, ya que comenzó a despertar y tuve que irme a casa, pero lo hice con la firme intención de convertir a ese hombre en mi hombre, pasara lo que pasara.

Los días para mí eran una continua tortura. Intenté hacer una vida sencilla como antes pero no podía, mi cabeza estaba llenas de imágenes lujuriosas sobre Saúl, y más de una vez me excité tanto que creí que me iba a desmayar o algo así(aun era muy inocente sobre el sexo). Por fortuna, me salvé, ya que Carola me confió un secreto: ella y su novio, Joaquín, iban a irse a casa de Carmela, una amiga común, a enrollarse. Me dijo que volvería a casa tarde y que si quería estaba invitada, pero le dije que no me apetecía ir porqué yo no tenía novio. En eso no la mentí: novio no tenía, pero sí mentí en que no quería por ese motivo. En realidad no quería ir porqué tenía ante mis narices la ocasión perfecta para verme con Saúl, y además Carola me ayudó inconscientemente: ese día su padre tenía día de descanso, aunque no le iba a permitir descansar por más tiempo jajajaja…Quería estar con él, e iba a estar con él, cayera quien cayera.

Para darle más morbo al asunto, volví a vestirme de colegiala con el mismo traje de carnaval, coletas incluidas, pero sin maquillaje por la cara. Llamé al timbre y me recibió en pijama de andar por casa. Parecía un vagabundo, y me reí con fuerzas.

-Ah hola Tiffany. Carola no está. ¿Qué querías?.

-¿No está?. Oh, que pena-fingí-, pero si me dijo que estaría aquí. Tenía que hablar con ella sobre los trabajos de clase…

-Si quieres habla con ella mañana…

-¿Podría esperarla dentro?. Seguro que vuelve enseguida…

-¿No tienes nada mejor que hacer-preguntó extrañado-?.

-No, nada. ¿Puedo pasar?.

Saúl me hizo una reverencia con una mano y entré. El sonido al cerrar la puerta fue maravilloso para mí. Lo tenía a mis pies y no le dejaría escapar.

-¿Pero te parecen formas de andar por casa hombre de dios?, parece que hayas salido de borrachera con los amigos.

-No he pasado buena noche, y la mañana ha sido peor. No consigo superar mis pesadillas, pero no quiero contarte mis penas, haremos otra cosa…

Me estuvo hablando un buen rato de temas bastante intrascendentes como el tiempo, el fútbol(lo odio) y el trabajo. Mientras me hablaba, me iba poniendo más cómoda, y sin querer golpeé una pequeña lámpara de la mesita que teníamos al lado, cayendo al suelo. Me disculpé y la recogí pero dejando mi trasero en pompa todo para él. Estaba toda inclinada sobre el sofá, con mi culito a su disposición. Tardé algo más de lo debido, pero finalmente, vencí: una mano se coló debajo de mi faldita y me acarició.

Perdí el juicio y me dejé hacer. Aquella potente mano me estaba derritiendo de gusto y me encantaba: sus dedos hacían maravillas por encima de mis braguitas y me daba un gusto tremendo. Con todo el atrevimiento del mundo me quitó la faldita y me siguió hurgando. Se acercó a mí, y me besó.

Fue el primer beso de mi vida y nunca me volvieron a besar como esa tarde. Intenso, sensacional, apasionado, húmedo, caliente, sensual, excitante…una amalgama de sentimientos y sensaciones traspasaron todo mi ser cuando me besó, y Saúl sabía besar muy bien. Su lengua buscaba la mía para jugara un juego al que yo nunca había jugado, pero al que de algún modo, sabía como responder. Tomé la delantera y comencé a corresponder, a luchar a ese beso, a participar. Saúl puso sus manos en mis hombros y las bajó poco a poco hasta llegar a mis tetas, encerradas dentro de la camisa. Comenzó a sobarlas, sin dejar de besarme. Por mi parte, me encontraba fuera de mí misma, perdida a merced de aquel hombre al que deseaba con todas mis fuerzas. Mi cuerpo comenzó a arder bajo mi ropa, mientras sentí mis pezones endurecerse de placer. Sus expertas manos los acogieron a pesar de la camisa, y los pulgares jugaron con ellos cuanto quisieron. Mi cuerpo me pedía más, y no podía dejar de gemir…

-Aaaaaah aaaaaaah aaaaaaaah…sigue mi amor…no te pares…me gusta…

-Eres preciosa Tiffany…estás buenísima…¿sabes que me provocabas con tu faldita la otra vez?, ¿sabes cuanto quería cogerte?...ahora no te escaparás…

-Sí mi amor…no quiero escapar…quiero que me hagas tuya…

-¿Estás segura de querer hacer esto-me preguntó-?.

-Segura no, convencida…no pienso irme de aquí…te deseo…

Se lanzó a por mí, pero en el último momento, se detuvo con cara de terror.

-¡¡Nooo!!. ¿Qué estoy haciendo?. Eres una niña…y eres la mejor amiga de mi hija…No puedo…no puedo…

Se iba a levantar del sofá, pero mi excitación era demasiado grande para dejar aquello tal y como estaba. Aunque no sé como acabaría, no quería parar.

-¡¡No te vayas!!. ¡¡¡NO PUEDES DEJARME ASÍ!!!...Vuelve ahora mismo

Le cogí del brazo y lo atraje hacia mí. Llené su cara de besos y de caricias. Tenía que desterrar aquel ataque de pudor que le había entrado. Quería hacerlo mío.

-No…por favor…no insistas Tiffany…nooo…esto no está bien…

-Claro que está bien…tu eres un hombre…y yo una mujer…está muy bien…

-Pero eres una niña…yo no debo…no es…no puedo…

-Sí que puedes…porqué yo quiero…porqué te quiero…porqué lo deseo…y te deseo a ti…Saúl, soy virgen…quiero que seas mi primer hombre…te quiero todo…

Aquello fue demasiado para él. Solo le oí a decir "Ya verás lo que te voy a dar" antes de lanzarme al sofá de nuevo. Sus besos se hicieron mucho más fuertes y sus manos, en un abrir y cerrar de ojos, mandaron mi faldita lejos de mí. Me hurgó con fuerza por encima de las braguitas, excitándome. Mi expresión de placer le encantaba, no paraba de decírmelo. No sé como, una de mis manos se fue a su entrepierna, y noté algo muy duro que palpitaba, que pedía a gritos salir de allí.

-¿Así que quieres mi verga eh niña?...Pues verga te voy a dar…

-¿Qué vas a hacer-pregunté con un poquito de miedo-?.

-Si me quieres para ti…tendrás que pagar el precio…ahora toca esto…

Se bajó los pantalones y se quedó desnudo. Mis ojos se abrieron de golpe.

-¡¡DIOS MIO!!. ¿¡QUE COSA ES ESA!?.

Apuntándome como si fuera un arma su gran tranca se mantenía firme y dura. Él ni siquiera tuvo que decirme nada. Me acerqué movida por la curiosidad y la toqué con mis manitas. Saúl respondió con gemidos y jadeos de placer. Me animé y seguí tocando, palpando aquella carne ardiente. Me dijo "chúpala", y aunque no lo había hecho jamás, y ni siquiera sabía si me gustaría, me agaché y comencé a pasar mi lengua por ella. Su calor abrasaba mi paladar y antes de saber como, ya la tenía en mi boca, casi llegando a mi campanilla. Me encantaba mamársela, lo confieso. Solo por ver su cara de felicidad merecía la pena tragarse todo aquello. Mi lengua se enroscaba a su potente manubrio para venerarlo y mimarlo. Me ayudé con una mano para ponerle más cachondo. De golpe se paró y me dijo: "Casi me haces gozar. Espera que aun falta mucho por hacer". Dicho lo cual, rompió mis braguitas en pedazos y las lanzó fuera. Cerré mis piernas por instinto, pero con solo acercarse a mí las abrí, me eché en una especie de diván y él se me echó encima con furia salvaje. Juro que jamás me habían hecho algo tan maravilloso hasta aquel momento: Saúl me estaba lamiendo mi rajita con una pasión incesante, mientras yo jadeaba como una loca. Además, la situación era excitante, ya que él estaba totalmente desnudo y yo "casi" vestida: solo mi entrepierna estaba al descubierto para que él hiciera lo que quisiera.

-Mmmmmmmm mmmmmmmm ooooooh ooooooooh oooooooooooh…

-Que rica estás Tiffany…Tu rajita sabe a gloria….es deliciosa…que jugos…

-¿No te…no te da asco?...Con el pelo y eso…¿no te asquea?..aaaaahh…

-Para nada...Esto nos encanta a los hombres…chupar una rajita como ésta…

-Pues chúpame…chúpamelo todo…bébetelo…devórame…ooooohhhhh….

Que gustazo de lametones, no quería que parase nunca. Notaba como su lengua iba y venía por toda mi rajita ya empapada de mis propios jugos que él bebía con gran devoción. Ni siquiera podía pensar. Solo quería seguir disfrutando(ésta es una foto que nos sacamos en un encuentro posterior. Explícito ¿verdad?).

-Ay aaayyy aaaayyyy…dame lengua vidita mía…dame gusto del bueno….

-Te lo voy a dar todo…Mmmmmmm que niña ésta…que zorra es...

Aquello me excitó, que me llamara su zorra. Fue como añadir leña al fuego, pues mi calentura, ya grande de por sí, aumentó hasta nuevas cimas. Cuando se dio por satisfecho, dejó de lamerme para mirarme de arriba abajo.

-Mmmmmmmmm…muy bien Tiffany…ahora vas gozar como mujer que eres…

-¿Me va a doler?.

La inocencia de mi pregunta, lógica por otro lado, le pilló de sorpresa. Noté una mueca de satisfacción y orgullo en él.

-Solo un poco, a lo primero, y luego todo será placer, placer del que vas a disfrutar como una gata salvaje…Ahora, ¡¡túmbate!!:

Obedecí sin rechistas y me eché muy acomodada para él. Con su mano guió su poderosa tranca al principio de mi rajita e hizo fuerzas. Aquello me dolió, más aún cuando consiguió penetrarme de un solo golpe. Me ensartó con tal fuerza que comencé a gritar, pero él me besó para acallar los gritos.

-Ay mi niña, tranquila-dijo acariciándome la cabeza- pero era lo que debía hacer para que sufrieras menos. Ahora déjate llevar.

-Noooo paraaaaaaaa me duele…No sigaaaaaaaassssssssss……

-Esto querías y esto te voy a dar. Luego me lo agradecerás. Menea las caderas.

Comencé a menearla y acompasaba sus acometidas dentro mío. A pesar del dolor me sentía realizada, ya que por fin la tenía entre mis piernas, todo para mí. Su bombeo comenzó a ser maravilloso, yo gozaba sin parar mientras Saúl estaba con cara de haber ganado el premio gordo en una rifa. Me daba besos, caricias, jadeaba al compás de nuestra danza amatoria, la primera de mi vida.

-Aaaaaaah aaaaaah aaaaaaaah aaaaaaaaaah…voy a gozar mi amor…dame un poco más que voy a gozarlo todo…

-Y lo que te queda por saber. Buffff que cuerpazo, quien tuviera dos manubrios para tener a la vez tus dos agujeritos. No pararía nunca de follarte.

-Uuuuuuuummmmmmmm aaaaaaaah lo gozo lo gozoooooooo…

-Espera un poco…estoy casi a punto…no goces aún…aguanta…

-No sé…si podré…aaaaaaaaaam aaaaaaam aaaammmmmm aaahhhhh…

-Ya está…dale Tiffany…goza conmigo….gozaaaaaaaaaaaa AAAAAAAAHH…

-UUUUUMMMMM YA GOZOOOOOO AAAAAAAARRRRRGHHHH…

Con sus últimos movimientos, gozó dentro mío y sentí como su leche me inundaba hasta el último rincón de mi cuevita húmeda y desvirgada. Sin salirse de mí se echó encima y le abracé. Nos besamos, acariciamos y mimamos un buen rato. Con sus manos me cambió de posición y me puso encima suyo diciéndome que ahora me tocaba a mí moverme. Como fiel esclava comencé a sentir como yo misma me clavaba esa verga sabrosona dentro mío. Yo tenía el control y el poder, y me encantaba. Me estaba perforando yo misma con su potente martillo, que rico. Mi amor, mientras tanto, se limitaba a dejarse hacer por mí. La cabalgada era infernal, deliciosa, ¡¡soberbia!!. Una vez más gozó y volvió a inundarme. Estuvimos así tanto tiempo que me pareció una eternidad. Aprendí el arte de mamar un rabo de hombre, de usar mis nalgas como otra fuente de placer y de usar mis manos para dárselo a él. Mi amante y maestro me enseñó de forma magistral, la primera de las muchas lecciones que me quedarían por saber(aquí brindo otra foto de mi amor, cabalgado por mi. ¿No se ve rico?).

Durante los siguientes meses, mi principal obsesión era tenerle entre mis piernas y aprovechaba cualquier ocasión. Había que sortear a Carola, pero no me importaba. Saúl se convirtió en mi devoción y mi objeto de deseo. Es más, cerca de su cumpleaños, recorrí todos los sex-shop de la ciudad buscando algo que seguro le alegraría. Lo envolví yo misma y llegado el día se lo di con mucho entusiasmo.

-¿Qué es-me preguntó-?. ¿Qué me has regalado mi niña?.

-Es una sorpresa. Tú ábrelo. Quiero que lo abras.

Desenvolvió rápidamente el papel de regalo y abrió la caja, poniendo cara de póker al ver que se trataba de un cinturón negro con una verga de plástico.

-¿Y que se supone que hago con esto?, ¿tengo que darme yo mismo?.

Me reí mucho con su ironía, pero viendo que no comprendía el regalo, tuve que explicárselo.

-No tonto. ¿Recuerdas lo que dijiste cuando lo hicimos por primera vez?. Que ojalá tuvieras dos para tener mis agujeros para ti a la vez. Pues poniéndote esto podrás. Podrás meterte en mi rajita y en mi culito a la vez, e incluso alternarme si t pones la falsa por encima o debajo de la tuya.

Puedo asegurar que nunca vi a un hombre iluminársele tanto la mirada. Ahora que comprendía el motivo del regalo, también comprendió lo mucho que yo lo quería y cuanto quería satisfacerlo. Se lo puso de inmediato y se pasó toda la tarde perforándome a dos bandas. Es sensacional la doble penetración. Me hizo mujer, pero mujer de verdad, durante toda la noche(Carola había ido con unas amigas), con sus dos trancas dentro de mí, alternándolas para probar posturas nuevas. Desde aquel día, me negué a tener sexo con él si no era con sus dos vergas, natural y artificial, dándome placer por todo mi cuerpo. Me convertí en una auténtica viciosa de la doble penetración, una adicta al sexo por partida doble que solo vivía pensando en él en el placer que me daba, placer que se vio amenazado pocos meses después, cuando Carola vino a hablar conmigo y me preguntó, sin más, que cuanto hacía que me tiraba a su padre. Me dejó helada. Me dijo que al principio se enfureció mucho pero luego se alegró de que fuera yo y no otra, y que se alegraba de que su padre recuperara el ánimo que llevaba años perdido tras la mujer de su madre. Con el tiempo, incluso era frecuente que Carola llegara a su cara y nos encontrara a Saúl y a mí en pleno goce sexual sin que se molestara. Luego me enteré que Carola y Saúl, tras una larga charla, habían acabado haciéndolo. Una lástima no haber visto a mi mejor amiga desvirgada por mi amante, su propio padre. Desde entonces, los tres convivimos como una unidad. Años después, y pese a la oposición de mi familia, me fui a vivir con él, aunque no me casé(sería muy raro para mí tener a Carola de hijastra). En la actualidad él y yo seguimos juntos, aunque Carola no, ya que hace poco se fue a vivir con una amiga, pero viene muy a menudo para vernos y disfrutar con nosotros. Por mi parte, solo puedo decir que conseguí todo lo quería en la vida, soy una mujer realizada, disfruto del amor más tierno y cariñoso y a la vez de la pasión más salvaje, que solo mi hombre me puede dar. Para despedirme, os brindo la foto nuestra que más me gusta(y además en blanco y negro para darle un toque de distinción): a lomos de mi hombre en pleno goce, y creo que mi cara lo dice todo.

Espero que mi historia os haya gustado, a mi me ha encantado revivir los recuerdos de cómo conocí el amor y al amor de mi vida, todo un semental que me sabe hacer gozar como nadie en el mundo. Ese es mi Saúl, mi semental desvirgador…

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