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Carla y la puta de su hermana

en Hetero: General

CARLA Y LA PUTA DE SU HERMANA

 

-¡¡Aaaaay-se reía-!!, ¡¡que me come, me come entera!!.

Entre abrazos y besos Carla recibió mi bienvenida de nuestro reencuentro. Dos años habían pasado, dos años sin vernos a pesar de vivir en ciudades contiguas. Al fin había podido ir a verla, y estaba más contento que unas castañuelas porqué yo estaba pero que muy loco por Carla. Era una de mis más grandes amigas.

-Luís, ¿te acuerdas de Silvia?.

-Sí, la recuerdo-dije al ver a una chica rubia de ojos claros, la cual había visto la última vez que había estado allí dos años atrás-. Hola-nos dimos dos besos de saludo-.

-Hola-saludó ella-. Un poco más y casi te la cepillas aquí mismo-bromeó-.

-¿Cómo reaccionarías tú si llevas dos años sin ver a alguien a quien quieres-y se rió al entender lo que decía y más al abrazarme de nuevo a Carla-?.

-Luís, te presento a Alejandra, mi mejor amiga, y al diablo del que siempre te he hablado: mi hermana pequeña, Aroa.

-Mucho gusto.

Eran las diez de la noche y habíamos quedado para irnos de juerga hasta el día siguiente. Yo estaba que lo tiraba, aunque de pronto me asaltó la realidad: yo tenía 29 años, y Carla tenía 19. Nos habíamos conocido por Internet hacía seis años, cuando ella tenía 12 (no piensen cosas raras, no andaba buscando una niña para tirármela, no soy tan depravado), y desde entonces nos habíamos visto muchas veces hasta que el contacto se cortó en esos dos años debido a sus estudios y mi trabajo. Al verla de nuevo me planteé una duda al mirar a sus amigas.

-Oye Carla, ¿qué edad tienen ellas?.

-Pues Silvia 21 años, Alejandra 20 y Aroa recién cumplidos los 18, ¿por qué?.

-No, por nada. Es que viéndome rodeado de niñas tan pequeñas cualquiera me llamaría puto asaltacunas-me reí-.

-Ya no somos niñas-protestó Aroa-. Somos adultas.

¡¡Madre de dios!!, que vocecita de niña pequeña. Parecía una tierna princesita de cuento de hadas. Lo cierto es que me reí muchísimo y las demás también. Saliendo de la estación de autobuses en donde nos habíamos visto comenzamos la noche: discotecas a un lado, bares a otro, alguna copa, un poco de charla….hubo de todo.

-¡¡Es que es verdad-protestó Carla en mitad de una conversación-!!, ¿¿Si tienes algo porqué no presumir de ello??. No soporto a esas pijas que van casi desnudas pero que están como tablas. Miradme a mí. Yo tengo, y presumo.

"Eso" de que presumía eran sus tetas. Era algo que Carla siempre había hecho: llevar un escote generoso de abultadas formas, demostrando que de la delantera estaba muy pero que muy bien servida.

-Sí-le dije sin reparos-. Ya se nota. ¿Te puedo decir algo?. Y si quieres te lo digo en plan de amigo y en plan basto.

-A ver que me suelta éste-sonrió a sus amigas, que ya conocían la complicidad entre nosotros-.

-Tienes un pecho precioso, muy bien formado.

Las tres amigas se partieron de la risa. Carla se quedó con gesto divertido.

-¿Y en plan basto-me retó-?.

-Nena-dije haciendo mueca de machito con tono chulo-, ¡que par de peras tienes, coño!. ¡¡Ole tus tetas!!.

Más risas y más risas, pero Carla se quedó como indiferente.

-¿Y eso es una sobrada-se decepcionó-?.

-¿¿Y te parece poco??.

-Mira niño-y me quedé a cuadros que me dijera "niño"-, hubo un cerdo que un día me dijo "¡¡rubia, quien fuera bragas para meterte mano a todas horas!!".

Fui por lana y salí trasquilado. Menudo corte que me metió. Todo lo que pude hacer fue reírme de aquella burrada. Noté que Aroa se me quedó mirando.

-¿Te pone-me retó-?, ¿mi hermana te la pone dura eh vicioso?.

-Sí, claro-bromeé-, me pone de un burro que me la iré a follar ahora mismo al baño. ¿Vamos cari-le cogí la mano-?.

-Claro bicho, cuando quieras, pero nada de condón ¿eh?, que yo quiero que me preñes para así que me mantengas de por vida.

Aroa se sonrió mientras Alejandra y Silvia veían nuestra complicidad y se lo pasaban bomba. Conforme la noche pasó Aroa me tiró muchas más indirectas de esas. Veía como me fijaba en el escote de Carla (tan tan grande y tan tan generoso que me era imposible no mirarlo, pese al cariño y la amistad que nos unían), o en las tetas de Alejandra (mucho más grandes y generosas) y se sonreía con malicia. Al fijarme en ella la examiné detenidamente: 1’70, pelo rojo largo, ojos verdosos, labios finos, mirada pícara, gamberra…Era bastante distinta de su hermana, pues aunque en la cara ambas tenían los mismos rasgos, Carla era una morenaza de ojos azules y labios carnosos. La nariz, las cejas, los pómulos y la frente eran idénticos, pero el resto no. Yendo a una discoteca, nos pusimos de bailoteo. Ellas, sabiendo que yo les seguía el juego (y que era inofensivo, pues no tenía intención de pasármelas por la piedra) se pusieron a jugar con un pobre servidor: un roce aquí, un agarrón, acá, una pierna por tal y tal sitio…Aroa fue la que más jugaba, pero por su mirada casi diría que iba en serio, aunque esa fue una tontería que descarté de un plumazo. "Es una cría", pensé, "solo está jugando".

-¿¿Qué pasa, yo no te pongo-me preguntó en un momento que se acercó-??.

-Aroa, que eres una niña comparada conmigo, te saco 11 años-dije para hacerla desistir de sus jugueteos-..

Por suerte, con el ruido de la disco, las otras no nos oyeron, por lo que estaba a salvo de posibles discusiones y demás.

-¿Y?, mejor maduro con experiencia que joven inexperto-y me quedé bocas-. Mi hermana siempre me habla maravillas de ti, que eres un cacho pan y todo eso…pero no me dijo que fueras un bollo de tío. ¡Me enciendes a tope!.

No le hice caso, pero al cabo de veinte minutos Carla me dijo "Oye, las chicas y yo vamos a pedir algo de beber, quédate con Aroa aquí". Asentí, y comenzó lo que sería unos minutos eternos para mí, un calvario llamado Aroa que se puso a rozarme, a ir a tocarme y a restregarse conmigo en plan putón.

-¡Anda niña búscate uno que te folle-le espeté-!.

-No tengo que buscarlo: ya lo encontré.

Miré a Carla para ver donde estaba: a mitad de camino de la barra en ruta de ida. No me quedaba nada por aguantar: se rozó, me sobó, y cogió mis manos para llevarlos a su cintura y por cuerpo todo el rato. Estaba hasta las narices de la niñata esta cuando de pronto y sin avisar ¡¡ZAS!!, me metió la mano al paquete. ¡¡La madre que la parió a la golfa de las narices!!. ¿¿Pero que diablos le hice??. No soy Mister Universo ni nada por el estilo, y tampoco soy ningún cachitas de esos que van por ahí marcando paquete. Ya hasta llegué a pensar que quizá había hecho algo para provocarla, porqué la nena estaba salida como una gata en celo.

-Buen material-me dijo-, esto tiene una pinta estupenda-me palmeó-.

Intenté alejarla de mi polla pero no hubo forma. Hasta que no llegaron no paró en provocarme. ¿Y no te digo que logró arrancarme un beso justo antes de separarse de mí?. Me agaché un poco para que así me soltara el paquete y ¡bingo!, beso al canto.

-Aroa, maja, ¿porqué no vas a hacerte dedos al baño?.

-¿Por qué no me los haces tú?. ¡Mira, lo tengo mojado!.

Abrió por encima y muy ligeramente su pantalón para dejarme ver. Yo aparté la vista y entonces llegaron Carla y la demás. Bufffffff que alivio.

-¿Qué, todo bien?.

-Bah, aquí el salido éste que quiere follarme y hasta darme por el culo-se rió-.

-¡¡Oye niña, aquí la única perra eres tú, que pareces un puñetero pulpo, que no paras de sobarme la polla!!.

Fue una listilla de mucho cuidado. Como Carla y yo estábamos así todo el rato, que Aroa y yo lo hiciéramos fue tomado como una broma, como un gesto de que los dos nos habíamos amigado. No me creían aunque yo les estaba hablando en serio. Y claro, aprovechándose de eso Aroa se envalentonó, y a la mínima que podía se rozaba contra mí mucho más. Le encantaba restregarme el culo delante del paquete.

-¿Qué, no te la vas a follar?, la tienes a tono-bromeó su hermana-.

-Sí claro, me la voy a sacar aquí mismo y me follo delante de todo el mundo.

-¿Pero bien follada eh-prosiguió Silvia-?, y no te olvides de darle por el culo, que seguro que le presta, si no mira como se roza contigo.

-¿A esta que le distéis-pregunté ya en serio-?.

-¿A Aroa?. Nada, desde que cumplió los 17 anda así con todos los tíos. No para de calentarlos, le gusta provocar. Yo ya no sé que hacer con ella-se resignó-…

La ignoré hasta que al final, entre tanto que había bebido a lo largo de la noche, me entraron ganas de ir al lavabo. La vejiga me iba a reventar.

-¿El baño?.

-Por allá-me dijo-….¡¡y recuerda limpiarte con kleenex cuando salpiques!!,

-¡¡No, mejor sería que vinieras conmigo y me la limpias con la boca-le devolví a Carla la broma-!!.

Las dejé riéndose, y yo me fui a desahogar. ¡¡Poder, estaba duro!!. La nenita de Aroa me la había puesto burra. Ni que decir tiene que me costó poder vaciar la vejiga con semejante empalme. Cuando lo hice y salía del baño tropecé de lleno con alguien. ¡¡Y maldita sea la hora, Aroa tenía que ser!.

-Tú no te largas sin pasarme por la piedra, campeón.

-Lárgate niñata, no me voy a follar a una nenita de papá como tú.

-¡A esta nenita de papá te la vas a zumbar a gusto!. ¡Saca al matador de dentro de tus pantalones que ya verás lo bien que te voy a dejar!.

Intenté librarme de ella todo lo que pude, pero la arpía de ojitos brillantes no me soltó, y me la meneó un poco por fuera del pantalón sin importarle que alguien pudiera vernos. Y si ya estaba empalmado, me la puso aún más dura. Aunque no quería que me pasara aquello, Aroa lo había logrado: me había puesto cachondo.

-Mmmmmmmmm ya veo como crece, fiera. ¡¡Venga, te lo vas a pasar bomba!!.

Me encendió tanto que cedí a sus deseos. Nos fuimos al lavabo de tías (que por cierto no estaba vacío) y Aroa se las apañó diciéndoles "¿qué, es que nunca habíais visto un tío empalmado?" en plan borde, y nos metió en uno de los baños que quedaba libre. Antes de darme cuenta tenía los pantalones al suelo y a ella chupándome la polla como una verdadera cerdita. ¡¡Que forma de chupar pilón, joder!!. Había conocido a expertas mamadoras de todas las edades, desde los 45 hasta los 20 años (los detalles de como y cuando pasó eso prefiero dejarlo a la imaginación), pero nunca había conocido a una glotona de la verga como Aroa. Era una auténtica guarra, una devorafalos en toda regla.

-Joder que polla, es la gloria. ¿Te gusta eh Luís?, ¿te gusta que te la chupe como lo hago?. Vamos, quiero oírlo. Di que sí.

-Sí me gusta. Vamos so golfa, follemos o reviento. Quiero metértela.

-Cómemelo antes. ¡Cómeme el coño, enterito!. ¡Quiero que te lo comas todo!.

Se levantó, me senté en la taza, y ella se bajó al pantalón. ¡¡Llevaba un tanga de hilo!!. Jamás comprendí porqué algunas las tías llevan algo así, que no cubre nada de nada, pero en esa ocasión me dio igual, aparté el tanguilla y comencé a chupárselo. Para su edad tenía una buena mata de pelo.

-Mmmmm esto está que arde, ¡y que rico está!...¡Me la pones muy dura Aroa!.

-Me gusta ponértela dura. Venga Luís, eso es cómemelo todo. Aaay que bien me lo haces, me encanta….ponme caliente, ya verás lo que te espera…que tonta Carla y las demás, no saben lo que se pierden…mmmmm-se relamía-…tócame las tetas, las tetas…

Obedecí sin rechistar, y se las amasé. Más que tetas eran tetitas, en comparación con Alejandra y Carla aquello era escaso, pero cabían bien en la mano y se amasaban de forma deliciosa. Su coñito sabía como helado de vainilla, ¡y a mí me chifla el helado!.

-No aguanto más….mmmmm esto es demasiado…es la gloria, la gloriaaaa…no pares, sigue…¡dios-se excitó sobremanera-!...Quiero polla…

-Para ser chica hablas casi como un tío-observé-. ¡Que basta eres!.

-¿Y?, ¿prefieres que sea fina y educada como una repipi remilgada?. "Por favor Sr., me da un poco de su pene erecto-se burló-"?. ¡Quiero polla y lo digo así, tal cual!. ¡Quiero polla-repitió-!, ¡quiero tu polla!, ¡¡méteme ese troncho caliente de una vez!!.

Nos pusimos de pie, la puse contra la pared, le quité el pantalón y el tanga, abrí aquellas piernecitas delgadas y me metí por ella. Aquello ardía de pasión. La muy perra, en un acto de depravación, abrió la puerta para que las demás vieran lo que pasaba. Ni una de las entraron o salieron dijo nada, solo se quedaron mirando como me cepillaba a una nena de 18 años. Pasó la mano por mi rubia cabellera, me acarició toda la cara, me atrapó con sus piernas en un torniquete infernal, nos balanceamos contra la pared como posesos. No dejaba de besarla y de cogerle del culo para sostenerla. Tenía un par de glúteos perfectos, ni grandes ni pequeños, ni escuálidos ni rechonchos. Era lo mejor que nunca había probado jamás. Aquel polvo totalmente carente de amor fue el más cerdo y el más salvaje que nunca había echado. ¡Si me lo hubieran dicho de camino mientras en el tren no me lo hubiera creído!.

-Me enciendes mucho Luís, tienes una buen polla. ¡Úsala, úsala!...así, dame duro coño…dame de todo…

-Voy a correrme como un perro, no me puedo aguantar.

-Cállate y córrete maldito asaltacunas-me decía con saña-.

Me agarré a ella con fuerza, la retuve contra mí, nos besamos para callar todos los gritos que hubiéramos dado y me descargué de todo lo que ella había acumulado a lo largo de la noche. Gemí un par de veces mientras me corría y respiré con dificultad para recobrar el aliento. Luego me di cuenta de la locura que había hecho.

-¡Mierda, te follé a pelo!, ¿y si preñas-me asusté-?.

-Pse-dijo indiferente-, en planificación familiar ya me conocen desde hace un año de ir todos los domingos a por la pastillita del día después, creo que hasta me tienen preparado el título de "hija adoptiva"-se burló-. No te preocupes.

Lo dijo con tal naturalidad que me dejó de piedra. No supe qué decir hasta que estábamos a punto de salir.

-Tienes un culo perfecto.

-Si vuelves antes de dos semanas te dejo que lo folles-prometió con un guiño-.

Salimos de allí y nos fuimos con Carla, Silvia y Alejandra.

-¡Ya era hora!, ¿qué hicisteis panda de golfos?.

-Nada Carla, solo me he follado a tu hermana en el baño. ¿A que sí?.

-Claro-sonrió Aroa con tono grandilocuente y jocoso-, y hasta me lo hizo a pelo para que me deje preñada. Lo siento Carla, seré yo a quien mantenga de por vida-se rió-.

-¡Anda loca, cállate de una vez-la reprendió su hermana-!.

¡Increíble!. Tanto tiempo diciendo esa clase de bromas y ya no nos podían creer aunque dijéramos la verdad. Le digo a Carla que me follé a su hermana pequeña, y se rió en vez de tomárselo en serio. ¡Me vino como anillo al dedo!. El resto de la noche fue incluso mejor que el polvo con Aroa. Carla y yo nos pusimos al día de nuestras vidas, con Silvia y Alejandra trabé una amistad más sólida…Fue una noche redonda hasta el día siguiente, en que volví a mi ciudad a eso de las ocho de la mañana. Fue uno de los mejores fines de semana que había pasado jamás.

Esto fue el sábado pasado. Ya he quedado con Carla y Aroa para el siguiente.

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