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Un encuentro inesperado

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Un encuentro inesperado

El llego apurado a la terminal de ómnibus, estaba todo sudado; a pesar de que era invierno. La corrida que tuvo que emprender desde la escuela en que impartía sus clases, hasta la estación había logrado hacerlo sudar.

Sin un minuto de sobra, se acerco a la ventanilla y retiro un pasaje de vuelta a su cuidad; ya había terminado por el día de hoy. Ya era hora de volver y descansar un poco, el fin de semana lo esperaba.

Miro su pasaje, ese trozo de papel de color que le indicaba el asiento que tenia que ocupar. Tenia el numero cincuenta, así que le tocaría en la planta baja de ese imponente colectivo que lo llevaría de vuelta a su amada ciudad.

El chofer le corto el boleto y le dio la parte que le correspondía, el joven por otra parte comenzó a buscar su asiento. Para su fortuna se hallo con los dos asientos de la fila desocupados, se desplomo sobre la butaca y mientras acomodo el portafolios y la campera en el asiento vacío.

No era algo que lo molestara, por el contrario; ya estaba acostumbrado a viajar en soledad. De esta forma tenia tiempo para pensar y filosofar consigo mismo sobre los grandes misterios universales y cualquier otro tema que su mente cruzara.

El colectivo iba muy lleno o eso parecía, quedaban pocos asientos libres y el sol ya se ocultaba en el horizonte pampeano. El firmamento comenzaba a oscurecerse mientras varios colores pasaban a tapizar el cielo. Por un instante, el horizonte se confundió con el suelo... que bonito atardecer, algo melancólico pero precioso al fin.

En eso, el micro se detuvo en una parada y un grupo de personas subió por la escalera al piso de arriba. Uno de los chóferes fue a confeccionarles los pasajes, luego descendió a su asiento.

Este profesor seguía embobado con un paisaje que gradualmente iba desapareciendo entre las sombras de la noche. En eso, una voz muy dulce se dirigió al hombre:

Disculpe, ¿esta ocupado este asiento?

El hombre miro por el reflejo del vidrio, y respondió:

No, en un momento se lo desocupo.

Sin mas, saco las cosas del asiento y las acomodo entre sus pies, de esta manera la mujer pudo sentarse...

Muchas gracias. Dijo ella, mientras le extendía la mano.

El hombre la miro sin entender mucho y sin muchas ganas estrecho la mano de la mujer, esta noto la tibieza de sus manos y sin ningún tipo de pudor le comento:

Sus manos están calentitas, que bueno.

Erm...si, por supuesto. Respondió el avergonzado hombre.

¿Como se llama?. Inquirió audaz la joven.

Rafael Morales. Contestó el ya colorado profesor.

Yo me llamo Melisa Hurtado. Dijo ella mientras le sonreía.

Ese nombre agito algo en la mente del buen Rafael, los recuerdos lo invadieron de repente. La secundaria, los compañeros de clase y los continuos rechazos de las chicas que integraban el grupito de las "conchetas", las mas lindas de la clase y pertenecientes a familias importantes de la ciudad.

Ahí estaba, volvió a verse cuando mas chico en el secundario... en ese entonces intento encararse a toda chica que conoció y no le fue muy bien, muchas ni siquiera lo registraban, entre ellas; si, ahí estaba ahora insinuándose ante él...Melisa.

Por un momento pensó en mandarla a la mierda y buscar otro asiento; pero se le ocurrió algo mejor...¿porque no vengarse de otra forma?, es cierto que jamás lo había registrado. Entonces, ¿porque no devolverle el favor?; con esta idea volvió a integrarse a la charla.

La animada joven seguía con la platica, preguntándole vida, obra y milagros...el siguió su juego. Melisa dio por sentado que todo era verdad, pobre cometía un grave error pero ella parecía no saberlo. Rafael no le mostró ningún signo de deseo y esto hizo que ella se interesara mas en él.

Cuando estaba llegando a la terminal de micros, el se levanto de su asiento y le pidió permiso para pasar. La chica se sintió herida en su amor propio, ya que con esto le demostró que no tenia el mínimo interés en ella. Melisa no quería dejarlo pasar, lo tomo de las manos; pero el micro dio un giro brusco y ambos cayeron al piso...la muchacha quedo encima de Rafael, pero este lejos de demostrarle la excitación que lo embargaba; procuro quitársela de encima.

La mujer, no quería abandonar esa postura sin embargo ella tuvo que abandonar sus intenciones ya que los pasajeros los miraban. El plan estaba funcionando a las mil maravillas, Melisa sin darse cuenta iba cayendo lentamente en su trampa.

El se paro y salió del colectivo, ella lo seguía de cerca. El hombre se detuvo y su acosadora aprovecho el momento para abordarlo.

Hey, por favor; no me dejes así.

Disculpa, pero no tengo tiempo que perder. Respondió él con frialdad.

¿Porque me hablas así?, arriba del micro no actuabas como ahora.

De veras, tengo que hacer. Respondió con indiferencia.

No, tu vendrás conmigo. Dijo ella con resolución.

El hombre, fingiendo enfado tomo a Melisa de un brazo y la arrincono contra la pared mientras la levantaba a la altura de su cara le dijo:

No tengo tiempo para perder contigo, ¿entiendes?

La única respuesta que obtuvo fue un sonoro ósculo que la joven aprovecho a robarle de sus labios. El se quedo sorprendido, pero no asqueado caso contrario no le habría seguido el juego a la mujer.

Enseguida comenzó a masajear la entrepierna de la mujer que seguía besándolo con desesperación, su mano fue tomando mas audacia y también acariciaba sus rotundas caderas. Ambos estaban encendidos, sus cuerpos estaban casi magnetizados se atraían aun contra cualquier deseo de ambos.

Intentando disimulo, caminaron nerviosamente hasta la casa de ella; el no pudo siguiera resistirse, lo llevaba de la mano. Ni bien atravesaron el umbral de la puerta, la pasión y el desenfreno se apoderaron de sus cuerpos como si jamás hubieran probado el sexo.

Ni siquiera hicieron tiempo a desvestirse, ella dio la espalda de él contra la pared y sin mas comenzó a besarlo; Rafael se aferró a Melisa y siguió su juego al tiempo que la acariciaba sobre la ropa y metía una sus manos en la rajita de ella.

La acalorada joven seguía besándole bajando por su cuello, sus labios apasionados no dejaban un solo centímetro sin cubrir con sus besos. Los dedos de ese hombre frotaban el clítoris de su cita casual para repetidas veces abrirse paso entre sus labios vaginales.

Ella empezó a gemir con sus acciones y se lo hizo saber por los contoneos de su cuerpo frente a tanto placer. El le arranco de un tirón las bragas, acto seguido se bajo el pantalón y sin mas rodeos la penetro.

Melisa dio un grito ahogado por el beso que Rafael le dio. De los ojos de ella algunas lagrimas brotaron, el miembro palpitante de ese hombre se había abierto paso con violencia. El volvió a embestir a la indefensa chica, tomando una de las piernas de su amante con una mano; imponiendo así un ritmo que ella solo podía resistir. Ese miembro subía y bajaba repetidamente, al igual que las caderas de ella.

La espalda de ella afirmada contra la pared seguía la mecánica de ese mete saca que pronto acabaría. En efecto, el ya se corría; inundando el cálido coño de su amante con su volcánico semen.

Con lentitud Rafael soltó a la joven y la deposito en el suelo, se acomodo los pantalones y comenzó a dirigirse a la puerta de la casa... sin embargo, contra todo lo que en ese momento pudo haber imaginado; no se dio cuenta de lo que había despertado.

Antes de que pudiera reaccionar, una fuerza incontrolable lo tiro al piso; cuando quiso voltear se encontró con Melisa...eso era lo que le mantenía en el suelo. Intento pero no pudo escapar, ella lo miro llena de lujuria y libido al tiempo que le decía:

Ahora no hay vuelta atrás.

¿Que dices?. Preguntó el.

Serás mío esta noche. Comento ella, mientras sonreía amenazante.

Rafael súbitamente sintió un escalofrió que lo recorría por la espalda. Los ojos de ella lo miraban con una intensidad inusitada, la mujer dejo de mirarlo para abalanzarse sobre su cuerpo. El no pudo siquiera evadirla, solo vio como su polla desaparecía en los labios de Melisa. El tronco de su flácido miembro comenzó a erguirse nuevamente, los lametones que ella le propinaba estaba surtiendo efecto.

La chica seguía mamando con desesperación la polla de su presa, el se sentía anonadado; no esperaba esta reacción. Los movimientos de la cabeza de ella se aceleraron, el hombre no pudo soportar mas... se corrió dentro de la boca de la joven.

Melisa sorbió todo el liquido, como si de un elixir se tratara; pero aun no había tenido suficiente. Rafael estaba exhausto, pero ella no tenia planes de dejarlo ir; todo lo contrario. Se posiciono sobre su hombre y le dijo:

Cómeme el coño, no me moveré de aquí hasta que no lo hagas.

No le quedo mas opción, su lengua comenzó a afianzarse en el hambriento coño de la mujer que gemía a sus anchas, mientras con sus manos meneaba la herramienta de Rafael. Los espasmos y las contorsiones del cuerpo de Melisa lo alertaron, la chica termino por correrse de gusto sobre su cara. La mujer se levanto, acomodo unos mechones que caían sobre su frente, a pesar de tener el pelo corto. Su cuerpo desnudo, era bonito, no era ni muy flaca, ni muy gorda estaba en su justa medida. Cuando la miro con detenimiento, la vio; una cicatriz se extendía sobre la tersa piel de la joven mas exactamente cerca del lado izquierdo de su caja torácica.

Ah, ya la viste. Comento ella tapándose.

Si, ¿que te paso ahí?. Pregunto el con curiosidad.

¿Como?, ¿no lo recuerdas?. Pregunto ella.

¿Eeh?

Bueno, es comprensible que no lo recuerdes; paso cuando éramos muy chicos. Ya hace quince años. Le Dijo la joven, mientras se volvía a acercar a el.

Rafael intento pararse, pero Melisa lo tiro de nuevo al piso para inmovilizarlo por completo con el peso de su propio cuerpo. La joven lo cubrió lentamente de besos, para encontrarse con la grata sorpresa de ese miembro palpitante que esperaba por ella.

Ella se incorporo y tomando esa polla con su mano, la guió hasta los labios de su coño y lentamente fue dejándose caer. Primero los movimientos eran pausados, pero con los minutos, las subidas y bajadas eran cada vez mas rápidas... las caderas de ella castigaban el cuerpo de ese hombre que ahora estaba completamente entregado a su voluntad.

La mujer le dijo:

Voy a mostrarte algo que me enseño una amiga...siente esto.

El sintió como si repentinamente la vagina de ella se estrechara, rodeando como una boa su falo. La presión lo hizo correrse dentro del coño de esa mujer, que saboreaba el placer que le brindaba ese hombre que ya parecía casi su títere.

Rafael estaba bañado en sudor, esta mujer le había dado una sesión de sexo mas que contundente. Melisa abuso de él como quiso... sin embargo esto no lo disgusto y aunque hubiera podido disgustarse, no tenia fuerzas para moverse siquiera.

Sus ojos se cerraron contra su voluntad, se quedo dormido en el suelo. Al día siguiente, una patada en el estomago lo despertó; dulce despertar (irónico, seee ^^). La chica lo miro mientras le decía:

¿Vos no pensas levantarte?

Hmmmm nmmmm

Dale, así preparo el desayuno. Le recrimino ella.

Bueno, un mate cocido con leche; mejor así charlamos. Respondió él.

Rafael se levanto para dirigirse al baño a lavarse la cara, arreglarse un poco y acomodarse la ropa. Salió aseado y peinado, estaba con otra cara...cuando llego a la cocina se encontró con Melisa. La joven estaba con el pelo recogido, la cara recién lavada y la cuchara en la boca; para completar la vista una bata larga que intentaba disimular unas pantuflas algo gastadas.

Se sentó a la mesa y comenzó a beber el mate cocido, al tiempo que la miraba interrogante. Ella evitaba mirarlo, se sentía avergonzada por su comportamiento y no podía evitarlo. El desayuno transcurría en silencio, sin embargo el tenia una montaña de preguntas que hacerle.

Y decime, ¿de donde salió esa cicatriz y yo que tengo que ver con ella?. Pregunto él.

¿No lo recuerdas? Pregunto ella.

Realmente no, no lo recuerdo. Afirmo el hombre.

Ok, yo te ayudare... Hace quince años, una noche, tu evitaste que esos tipos me violaran; sin embargo cuando uno de ellos quiso apuñalarme interviniste nuevamente para evitarlo. ¿No recuerdas? Volvió a preguntar ella.

Entonces tu...¿eres esa muchachita?. Pregunto él, incrédulo.

Exacto, esa chica fui yo. Aunque nunca mas te vi, no pude olvidarte. Respondió contenta la joven.

Pero...tu no te llamas Melisa Hurtado. Dijo Rafael.

Claro que si, me llamo Melisa Odalis Hurtado. Respondió ella.

Aaah...espera un momento. Dijo el, al tiempo que levantaba su dedo.

Oh, ya te has dado cuenta... Comento ella con desanimo.

Claro, tu eres una modelo muy conocida. Lamento mucho no haberte reconocido antes. Se disculpo él.

No, no tienes porque...es que se hace muy difícil conocer a gente que no se interese por lo físico. Sin embargo me encanto volver a verte. Le dijo Melisa, mientras sonreía.

No esperaba que me recordaras, eso paso hace tanto. Dijo Rafael con vergüenza.

Esta bien, ¿tienes algo que hacer hoy?

No, si ya empezó el fin de semana.

Aaaah, cierto.

Se quedaron desayunando en la calidez del hogar, los dos se quedaron conversando; algo nació en sus corazones luego de esa noche salvaje. Atrás quedaron los recuerdos y rencores...con sus ojos mirándose fijamente fueron caminando hacia el dormitorio...

Hasta aquí llego con la historia, espero que les guste; aun no le decidido pero creo que luego de esto me dedicare a otro tipo de historias. Tratare de seguir con relatos históricos de temática diferente. ^ ^

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