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MU Capitulo 41: Avances

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Capitulo 41: Avances

 

Las dos mujeres se hallaban ya a punto de entrar en la selva. Habían pasado ya dos días desde el rescate en el palacio. Las dos féminas entraron por fin al lugar, a partir de ese punto todo era selva. La vegetación se volvía mas tupida y el calor aumentaba, la humedad en ese lugar sofocaba.

Abigail se quitó parte de la armadura y la envolvió en su capa. Schekander le emuló, tenían que mantenerse frescas. Así ambas quedaron solo con una burda pechera de cuero, bajo ella una camisola. Schekander se arrancó las mangas, le incomodaba la prenda.

Las dos se internaron en la selva. Tenían que hallar a esos dos estupidos. Abigail le describió al mago a su amiga, dado que esta nunca lo había visto. Era imperativo el hallarlos y si habían muerto… al menos darles un entierro digno.

Como el lugar era tan grande y los enemigos tantos. Por lo general quienes ingresaban allí lo hacían en grupo. Por esa razón, se toparon con un grupo de guerreros al poco andar. Schekander quiso volver a ponerse su capa, pero no podía. Los tipos las miraron de arriba abajo en un primer momento.

Cuando se percataron de los tatuajes de la germana se asustaron. No esperaban ver a una criatura como esa por allí. La rubia tuvo que hablar antes de que se decidieran a escapar de ahí.

Por favor, ayúdennos. Estamos buscando a dos personas.

¿A quienes buscáis?- Preguntó uno de los guerreros. Un hombre de barba en forma triangular.

A un Maestro de almas algo asustadizo. Y a un Caballero Oscuro que usa lanza- Respondió Abigail.

¿Un Caballero Oscuro con lanza?- Preguntó otro joven.

Eh, ¿escuchaste? Un lancero- Le dijo un Caballero Oscuro al otro.

Entonces no tiene sentido buscarlo señorita, seguro ya ha muerto. Las lanzas solo son para principiantes- Le dijo un Caballeros rubio mientras se adelantaba a ellas.

No lo creo amigo, recuerda a los lanceros de la casa Holstein- Le reconvino un Maestro de Almas.

Heh, ese linaje de insensatos desapareció- Bufo un anciano luchador.

Creo haber visto en Davias a un joven guerrero usando una lanza Dragón- Dijo un guerrero de cara curtida.

Diox mío… uno de esos imbeciles aún esta vivo- Dijo uno de los guerreros.

Perdón, ¿porque desprecian tanto a los lanceros?- Preguntó Abigail

Oh, disculpe, Ud. No sabe sobre nuestra Orden, así que le contaré- Le dijo el anciano.

 

El guerrero se sentó sobre un tronco y encendiendo su pipa comenzó la clase. Los demás hombres se sentaron. Abigail y Schekander los emularon y así se dispusieron a oír. El hombre exhaló un poco del humo y comenzó a contar.

…

Nos remontaremos a las épocas antiguas. Muchos de Uds. No existían por aquí y yo… bueno, en ese entonces era un crío. Lorencia no siempre fue así como esta hoy. Mi abuelo me contó que en su juventud esa tierra era un vergel parecido a Noria. Las Órdenes de Caballería no existían todavía.

Cada casa se dedicaba a cultivar una disciplina propia. Una de las primeras fue la casa de Holstein. Los hombres que entrenaban allí ingresaban siendo personas comunes. Sin embargo, pasadas las cuatro estaciones… esos tipos se volvían realmente arrogantes. Y no solo eso, se volvían tan temerarios que asombraban. Cuando los monstruos atacaban eran los primeros en salirles al encuentro. Tenían una forma de pelea muy disciplinada y eran el pilar principal de los ejércitos de Lorencia.

Sin embargo, a pesar de su poder no obedecían a los Comandantes del imperio. No les consideraban dignos de darles órdenes. Aún los soldados rasos hacían oídos sordos a las órdenes de los oficiales imperiales. Ellos solo eran fieles a la casa de Holstein y a nadie más.

Cuando las Órdenes de Caballería se crearon. Entre los Maestros Fundadores del Orden de Caballeros Oscuros se encontraban miembros de Holstein. Pero las demás Órdenes llegaron a temerles y por eso, el mismo Imperio tomó cartas en el asunto. Todas las demás Órdenes de Caballería entramparon en Crywolf a los lanceros de Holstein.

Las bestias de Kundum y el mismo Demonio también ayudaron para vencerlos. Parece ser que a nadie le agradaba la existencia de estos tipos. Así en la llanura que rodea la fortaleza Crywolf el grupo fue rodeado.

Pero los guerreros de Holstein ese día no lucharon. El jefe de la casa de Holstein habló claro a sus acechadores:

Servimos al bien. Siempre hemos embrazado nuestras armas para lograr un mundo mejor. Un mundo en el que nuestros niños no tengan que ver el infierno que nosotros vemos. Si olvidamos porque levantamos nuestras armas ¿QUE NOS DIFERENCIA DE LOS MONSTRUOS QUE COMBATIMOS?

Nadie pudo responderle, no tenían palabras para responderle. No pudieron razonar en ese momento. Eran solo perros, títeres manejados por los hilos del Imperio y tras ellos… Lord Kundum. Los lanceros seguían formados en la llanura junto a su jefe. Nadie se movió o se intimidó ante todos los ejércitos que les rodeaban.

Las columnas de soldados no se movían, y no fue hasta que los monstruos irrumpieron que los de Holstein actuaron. Se lanzaron sobre las bestias destrozándolas en pocos minutos. Luego, esa maquina guerrera se detuvo y volvió a formar. Pero… la apariencia ensangrentada y violenta de ellos pudo más.

Los ejércitos de elfos, Caballeros Oscuros, Maestros de almas y Soldados del Imperio se lanzaron a por ellos. Los Lanceros de Holstein no se movieron de su lugar. Lanzas, flechas, espadas, mazos y hechizos de todo tipo atacaron al unísono. Los lanceros no respondieron. Solo miraron a sus asesinos y sonrieron. Los presentes no podían terminar de creerlo, esos demonios no habían atacado.

Ninguno de ellos se movió de su lugar, aunque sangraban a ríos no abandonaron sus puestos. Su jefe, erizado de espadas y flechas se mantuvo allí parado en silencio. Se dice que cuando todos sus hombres murieron, recién en ese momento se dejó caer. Nadie se explica como… tenía clavadas siete espadas, nueve saetas y dos lanzas.

Ese día todas las Órdenes fueron criminales. Habían levantado sus armas contra sus propios compañeros de oficio. El temor y la obediencia pudieron más que el sentido común. Los Demonios de la Casa de Holstein habían sido eliminados. De la casa solo quedaron las mujeres y los ancianos que no podían luchar. Ese fue el fin de la era de guerras para los de Holstein.

…

Heh, si yo hubiera sido alguno de ellos… seguro había luchado por mi vida- Dijo uno de los oyentes.

Yo creo que si hubieras estado en sus botas… seguro te meabas encima- Le respondió el anciano riéndose.

EY MALDITO ANCIANO- Gritó mosqueado el guerrero ofendido.

Levanta un dedo sobre el anciano y te destripo- Intervino repentinamente una voz grave y fría.

¿Y tú quien te crees que eres?- Dijo el guerrero buscando al que había hablado.

La voz no respondió, solo se vio aparecer a un encapuchado venir en el sentido opuesto al que ellos seguían. Raro que alguien vistiese capa en un lugar tan caluroso… exceptuando que fuera un asesino. Todos se levantaron como si les hubiera accionado un resorte. Esa presencia inquietante les revolvía los nervios.

De repente vieron la mano enguantada levantarse y comenzar a contarlos lenta y pausadamente. Nadie atinó a hacer nada, el temor les paralizaba. Cuando el hombre terminó de contar habló:

Bien, los guerreros que podáis resistir mi ataque podréis vivir

De q…

No pudo terminar la frase, la hoja de esa Espada Espíritu ya había partido su cabeza. El cuerpo se contorsionaba, estaba muriendo. Los demás guerreros miraban con horror ese espectáculo. Más de uno pudo atisbar una sonrisa bajo la capucha. Los otros veinte guerreros se lanzaron al ataque.

El movimiento de ese guerrero fue el Golpe Tornado, pero la potencia y la velocidad estaban en un mundo aparte. No tenía comparación con la versión de los Caballeros Fantasma. Solo Schekander pudo resistir el ataque del guerrero. Abigail se había llevado al anciano de ese lugar.

Pudo observar guarecida tras los árboles un poco mas lejos como esos vientos destrozaban a los guerreros. Los miembros eran cortados con una facilidad pasmosa... era como si despedazara un rebaño de cabritos. La lluvia de sangre se apoderó de la escena. Y el encapuchado y la berserker quedaron solos.

La mujer quiso levantarse a pelear. Pero el guerrero envainó y le habló:

Antes de que lo intentes ya te habría matado veinte veces. Sobreviviste a mi técnica, disfruta de tu vida un poco más.

¿Quién eres? ¿Por qué tienes tanto poder?- Le preguntó Schekander con asombro.

Eso no importa, vive mujer- Le respondió el encubierto.

Cuando la dama se levantó para acercarse al encapuchado, pudo ver por unos instantes esos ojos. Fue solo un segundo... el sonido del aire silbar y la carne rasgarse fue lo primero que percibió. Luego los nervios de su cuerpo parecieron volverle loca. Con asombro podía ver como se abría un corte que iba desde su hombro atravesando el deltoides. El hueso escapuelo humeral había sido partido limpiamente.

La sangre salía a borbotones de la herida. Schekander intentaba con su mano detener la hemorragia. Pero ya era muy tarde, se sentía morir... las fuerzas le abandonaban. Era el fin para ella. Un final patético frente a un inesperado monstruo mayor.

El sonido de los gritos de Abigail le hizo volver a la conciencia. ¿Estaba viva? ¿Cómo era posible? ¿Y todas esas sensaciones? ¿Qué le pasó? Todas esas interrogantes se agolpaban en su mente confundida. Se encontraba tirada en el piso junto a su espada, pero no tenía un solo rasguño. Del encapuchado... se había desvanecido. Pero el anciano si sabía quien era ese sujeto. Ya se habían visto en el pasado. El nombre que salió de sus labios lo dijo todo... habían estado junto a la encarnación de la muerte.

Asura- Dijo el anciano.

¿Era el Psicópata Itinerante?- Preguntó Schekander sin creérselo.

El mismo. El asesino más poderoso del continente. Nunca pensé que viniera desde Ishkar- Le respondió el viejo con una súbita parquedad.

Ese... ¿ese es el hombre que le daba miedo a Diógenes?- Preguntó Schekander.

Si, ese era Asura- Le dijo Abigail.

Con razón le daba miedo. La fuerza que posee esta más allá de toda escala, no puedo creer que exista alguien así- Dijo Schekander mirando el reguero de sangre que había en el suelo.

Pues... ahora sabes que existe- Le dijo Abigail mientras le ayudaba a pararse.

Bueno, vamonos de aquí antes de que ese sujeto vuelva.

Los tres sobrevivientes continuaron su camino. El anciano les llevó hasta donde recordaba haber visto a otro grupo de guerreros. Tal vez, ellos supieran algo sobre esos dos muchachos. Ambas mujeres abrigaban esperanzas de hallar a sus viejos camaradas.

No solo porque desearan hallarles vivos. También tenían pensado decirles un montón de cosas que por ahora se guardaban. Pero podían comprender sus razones también. O al menos fueron comprendiéndolas a medida que avanzaban en la jungla. Los monstruos que habitaban esa zona no eran como los anteriores.

Estaban armados y acorazados. Y los que no eran enormes, tenían mucha resistencia. En verdad era difícil avanzar por allí, a cada paso una veintena de monstruos salía. Y tres metros más allá de nuevo venían más. Las bestias que tenían magia poseían niveles superiores al común de los magos. Por eso, esas razones validaban el accionar de esos dos imbeciles.

El anciano miraba asombrado a las dos mujeres que luchaban con fiereza. Abigail disparaba usando energía junto a las flechas. El resultado era devastador para las corazas. Además, la velocidad con que lo hacía era pasmosa. Schekander por su parte, destrozaba con facilidad a los monstruos. Cuando estos lograron detener su espada… ella les mostró un nuevo truco.

Recitando un hechizo, el arma se envolvió en llamas que quemaron a los bribones. La rubia se quedó impresionada, apenas lo creía. Esa bárbara volvía a utilizar magia ante ellos. El anciano también estaba asombrado, era la primera vez que veía tal proeza por parte de una bestia del norte.

Dos días tardaron para llegar hasta donde estaba el grupo más cercano. Cuando los tres llegaron, el anciano se adelantó. Con dignidad les habló a esos guerreros que hacían guardia mientras los otros dormían. Los combatientes le oyeron con atención por unos momentos. Uno de ellos pareció recordar algo y por ello habló:

Creo haber visto a un mago, pero no asustadizo. Lo que vi yo era a un tipo desquiciado que lanzaba hechizo tras hechizo. Sus dientes apretados me indicaron que estaba utilizando su propia energía vital. No se que fue de ese sujeto, pero dudo que haya sobrevivido.

¿Y que me dices del otro sujeto?- Le preguntó el viejo.

¿El Caballero Oscuro con lanza?- Recordó el joven.

Si, sobre ese sujeto- Insistió el hombre.

Ah, vi la lanza. Pero no a quien la empuñaba. Si ese guerrero existe, le debo la vida. Porque la lanza me salvó de las garras de un Schriker- Les dijo el guerrero.

¿Qué es un Schriker?- Preguntó Schekander.

Heh ¿Primerizas en Kalima? NO me lo puedo creer- Dijo el hombre riéndose.

En efecto, es la primera vez que nos aventuramos aquí- Se disculpó Abigail.

El Schriker es el espadachín mas terrible con el que puedas toparte por aquí. Se lo ve siempre cubierto de una capa llena de pinches y pieles de animales. Utiliza dos espadas de fuego y la fuerza con que las blande va más allá de toda imaginación- Les explicó el guerrero.

Parece que por aquí hay muchos espadachines. Parece que tendré varios estadios por pasar junto a mi espada- Dijo Schekander con sorna.

El hombre se quedó mirando a la mujer tatuada que estaba parada a unos metros. En verdad se veía imponente. Pero así y todo notaba algo de fragilidad tras la armadura y toda esa masa de músculos. Le impresionaba que una mujer como ella se dedicara a la lucha.

La germana le miró algo mosqueada, ese tipo le miraba como a un bicho raro. Era evidente que ese ignorante no sabía nada sobre los berserkers. Seguramente había nacido en Lorien y de ahí… directo a Kalima. Después de todo, el Imperio había instalado hace eones una fortaleza. Si, la marca del este estaba cerca de allí.

Continuará…

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