Capitulo 9: El pasado de Peleo
Parado entre sus oportunos espectadores, el guerrero adoptando una actitud solemne comenzó con el relato...
Hace mas de treinta lunas el sujeto de cabellos plateados era uno de los lobos solitarios más buscados del continente. Mucho tiempo hace que perteneció al ejercito imperial del continente, un privilegio que muy pocos logran. Nadie sabe como esta vivo, ya que en su última misión fue reportado como muerto en batalla ¿Su última misión? Ha, que pregunta... era infiltrase en el salón del trono del propio Kundum. El mismo infierno es un paraíso al lado de ese lugar. Por un momento imaginen una habitación plagada de Fenixs oscuros, Caballeros Oscuros poseídos, Liches de trueno, Balrogs de metal y en el centro de ese lugar... el trono del mismo Kundum. Se dice que nadie había podido sobrevivir a esa habitación, muchos intentaron penetrar en el castillo pero perecieron.
Sin embargo, él logró volver de allí. Cuando volvió pidió la baja ante su comandante en jefe. Pero este le dio muchos rodeos y cuando supo que no le concederían la baja El se arrancó por si mismo la cinta de su brazo. Esto enfureció a sus superiores que lo mandaron a comparecer ante una corte marcial.
Le trataron como a un preso mas, los guardias le apresaron y aprisionándole con pesados grillos le llevaron a la cárcel. Con rudeza y apenas contemplaciones, condujeron a ese héroe a una oscura celda. Peleo no dijo nada, solo sonreía con sorna ante sus celadores.
Contra todo pronostico; al día siguiente, cuando fueron a la mazmorra en la que le habían confinado Peleo no se hallaba allí. Nadie supo como lo hizo, pero de inmediato se puso precio a su persona. Acosado, tuvo que volverse un criminal asesino a pesar de ir en contra de esa postura. Diamante se cruzó en su camino aquí mismo, en este desierto solitario y brutal. Los dos eran más jóvenes y llenos de bríos, amen de sus ansias de grandeza y fama.
Si hay algo que caracteriza a Diamante es su dureza y frialdad a la hora de combatir. No importa contra que o quién se enfrente, jamás pierde la cabeza. No muestra emociones ni dudas, solo una férrea determinación de matar a su rival. Pero contra ese mago, todo eso fue lo mismo que nada. Las flechas que lanzaba no podían alcanzarlo, sus golpes ni siquiera rozaban al asesino. Este no atacaba, no habría podido hacerlo. Él solo contemplaba la belleza de esa mujer en combate, olía el aroma del perfume de flores que la impregnaba. Se metía en los ojos de cristal de la doncella, admiraba la piel blanquecina de Diamante.
El combate duró una eternidad, aunque ambos sostienen que solo duró unos segundos. No podían estar así por siempre, evitándose y el cruce se produjo finalmente... ambos ataques se detuvieron antes del golpe critico. Fue lo mejor, ambos habrían muerto al instante. Las manos llenas de rayos estaban a milímetros del cuello de la chica que sostenía su arco con una saeta directo al corazón de su presa. La distancia era mínima y el riesgo inmenso.
Decidieron darlo como un empate, no deseaban morir de una forma estúpida. Además, sin darse cuenta ese combate había impactado en ellos más de lo que esperaban. Diamante dejó su arco, mientras el mago anulaba su hechizo. Sus rostros se acercaron casi hasta el ósculo, pero no se besaron. Al menos no esa vez. Pero eso no apocaba sus sentimientos ni el amor que comenzó a nacer entre ambos. Ya no se separaron, durante varias lunas vivieron juntos como pareja. Pero no fue hasta que a él le desafiaron a un duelo en Arena. Ese día, Peleo abandonó su desierto; comenzando con un viaje que por fin le volvió a traer aquí.
Nadie jamás ha visto el color de los ojos de ese hombre, Diamante prefiere guardar ese secreto solo para ella. Lo más atemorizante de todo, es que según ella él no usó todo su poder esa vez. Por lo tanto, no sabemos cual es su verdadera fuerza. Pero si ha sobrevivido al salón imperial de Kundum, bueno no quedan dudas de su fuerza.
Continuará