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MU Capitulo 12: Aventuras en el Estadio

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Capitulo 12: Aventuras en el Estadio

La pareja atravesó una vez más el portal hacia Arena. Pero, a diferencia de otros guerreros, ellos no iban a probarse en ese cuadro de muerte. Eso lo dejaban para todos los que esperaban arreglar cuentas uno a uno.

Sin embargo, esa arena no era lo único que había en ese lugar. En los alrededores se levantaban bosques y ruinas en las que habitaban monstruos de gran poder. Estas criaturas eran muy diferentes a las demás, no solo en su aspecto. También en su fortaleza y resistencia. Reyes corrompidos por su deseo de poder ahora vagaban maldecidos de por vida en busca de vidas que tomar. Las bestias espirituales se movían por todo el lugar, como fieras negras en busca de dignos adversarios.

Abigail y Diógenes se internaron allí, peleando contra todos los enemigos que pudieran hallar. Gracias a sus armas podían vencer las poderosas defensas de esos rivales, que además mostraban ser astutos. Sabían organizarse bien a la hora de pelear, utilizando la diferencia de rangos de sus ataques. De esta forma, se volvían muy difíciles de vencer... pero cuantas más dificultades había, tanto mas se fortalecían nuestros amigos. Al cabo de un año, los dos jóvenes aparecieron en la Arena a probar los resultados de su duro entrenamiento. Sus armaduras estaban hechas jirones, no protegían casi nada. Sus armas apenas podían usarse, debido a lo gastadas que estaban. Pero sus cuerpos se hallaban fortalecidos.

No eran los mismos de antes, sus auras brillaban con intensidad y sus miradas intimidaban. Al acercarse hacia la Arena, más de uno tuvo que alejarse un poco al verlos venir. Se sentaron entre las gradas, llamaban la atención aún sin quererlo... un gladiador se les acercó.

La figura del guerrero se veía imponente embutido en su armadura del Huracán, en su espalda, los mazos fantasmas asomaban brutales. Este se paró frente a ellos y con voz potente anunció:

Yo, Kronion te reto a un duelo. Guerrero extraño.

Mi nombre es Diógenes y acepto tu reto- Dijo el aludido.

Diógenes, cuídate de esos mazos. Si sabe manejarlos puedes hallarte en desventaja- Le dijo su mentora.

No te preocupes, sé que hacer al respecto- Dijo sonriendo el muchacho.

La mujer suspiró y soplando su flequillo se dispuso a observar el combate. Había podido observar el crecimiento técnico de ese hombre. Sabía de lo que podía llegar a ser capaz, pero tenía que verlo llegar a su límite. Por eso lo trajo a la Arena, allí, a través de combates lo pondría a prueba.

Los contendores ya se hallaban traspasando las puertecillas del cuadro. Al cruzar hacia la arena propiamente dicha se produce el cambio. Ahí, las armaduras se revitalizan y restauran, volviéndose excelentes. Lo mismo ocurre con las armas de cada uno, de esta forma pueden pelear al máximo.

Al aparecer sobre la Arena, ambos rivales visten como jamás lo han hecho. Diógenes esta asombrado, jamás había ceñido un ropaje como ese. Este momento de descuido fue aprovechado por el gladiador que le atacó sin piedad. El rayo llegó sin aviso, dejando aturdido al guerrero. Este se apoyó en su lanza para equilibrarse, dada la corriente eléctrica que invadía su cuerpo. Kronion se lanzó al ataque, mazos en ristre dio un sonoro grito antes de lanzar el golpe. La parte chata de la hoja que componía la lanza de Diógenes tembló al detener el ataque. Ese gladiador era fuerte, muy fuerte. El muchacho estaba agachado, sosteniendo su lanza mientras detenía el golpe de ese mazo.

El duelo de fuerzas era terrible, sobre todo para él, que se hallaba abajo. Sin embargo, su fuerza había aumentado mucho en todo ese tiempo. De un golpe, rechazo por completo el ataque del gladiador que de un salto se alejó. El guerrero se lanzó con su lanza hacia delante. Kronion se sonrió y utilizando hielo intentó inmovilizarle, pero el otro utilizando la lanza como garrocha evadió el conjuro. Desde lo alto Diógenes cayó dando un golpe con todo lo que tenía.

La fuerza imprimida en el ataque hizo que el polvo se levantara. El gladiador se calmó un momento, pero lo cierto es que la fuerza de ese hombre era poco más que impresionante. Dentro de la nube de polvo, podía sentir como le acechaba ese tal Diógenes.

La pesada hoja de esa Lanza Dragón se movía veloz entre el polvo. Los cortes describían un semicírculo a cada agite. Kronion evadía los ataques y los rechazaba empleando ambos mazos para ello.

La serenidad de Kronion molestaba a Diógenes ya que se percibía superado. Sin embargo, había notado un hueco en la defensa del guerrero. No dudó un instante y atacó pero con el mango de la lanza. El golpe contundente dio en un solo punto, gracias al contrapeso en forma de diamante ubicado en ese extremo.

El gladiador se arrodilló, le faltaba el aire por el golpe. Uno de sus mazos cayó de sus manos. Mientras con el otro se proporcionaba apoyo, ese movimiento furtivo había sido tan inesperado como efectivo. Diógenes se detuvo y colocando su lanza sobre su espalda salió del cuadro de combate. El gladiador le gritaba que lo acabara, pero el guerrero no le hizo caso.

Kronion salió enfurecido y ya fuera del cuadro lo tomó del cuello. Pero la victima no se inmutó, solo le respondió:

Descuidaste solo un segundo tu costado derecho. Quedaste expuesto y yo aproveche ese momento.

Suelta al muchacho- Ordenó la mujer, mientras le apuntaba con su daga.

Los del clan del gladiador se alarmaron ante la situación e intervinieron. Dos que se hallaban cerca aparecieron acariciando los pomos de sus espadas. Estos, usando telepatía alertaron al resto de los miembros sobre el asunto. En un abrir y cerrar de ojos, una veintena de guerreros de diferentes clases apareció en la escena.

Así se manejaban los clanes, si te metes con uno solo de sus miembros; te metes con todos ellos. Cualquiera puede entrar a un clan, siempre y cuando el maestro del grupo acepte al aspirante. Al entrar, cada miembro recibía una cinta que iba anudada a su brazo. Esta lo identificaba como miembro del clan a donde quiera que fuera.

La situación en el estadio se había vuelto muy tensa, los guerreros estaban dispuestos a atacar al mínimo movimiento. Un hombre de armadura Carmesí se acercó a Kronion y este soltó a Diógenes. Quedaba claro que se trataba del maestro del clan. El sujeto no tenía una apariencia muy poderosa, sin embargo Kronion sentía un profundo respeto hacia el hombre. Los cabellos oscuros caían algo desordenados sobre sus hombros, la mirada dura que le dedicó a su subalterno lo dijo todo. Luego, dirigiéndose a los dos agraviados habló:

Les pido disculpas, Kronion suele enfurecerse ante la derrota. No deseo problemas con los Alfacrux o sus aprendices.

Lo siento, pero debo intervenir por mi aprendiz. Como su maestra es mi deber- Dijo Abigail.

Comprendo, por cierto mi nombre es Ariel y soy el líder del clan Honan- Se presentó el hombre.

Yo soy Abigail, Alfacrux es mi clan. Y este muchacho es mi aprendiz- correspondió Abigail.

Es raro, por lo general las mujeres no entrenan tan bien a los futuros Caballeros Oscuros. Sin duda has de ser impresionante. Espero no tener que contender contra ti jamás- Dijo el moreno.

Solo bastó una seña del líder para que todos los integrantes del clan se retiraran del lugar. Abigail suspiró de alivio, mientras su pupilo se sentaba en las gradas. Habían estado muy cerca de morir, podría haberse desatado una verdadera batalla campal.

Salieron de la arena y se dirigieron hacia una de las tabernas de la zona. Al entrar un silencio incomodo se cernió. Como con cada extraño nuevo que ingresaba al recinto, todos dejaban lo que estaban haciendo para mirar a los nuevos. Un hombre les atendió cortésmente y ellos pidieron una mesa para poder sentarse a comer.

La diligencia con que les atendieron fue encomiable, lo mismo podía decirse de los alimentos que les sirvieron. Ambos estaban anonadados y comieron hasta hartarse. La gula pudo más y luego se vieron en aprietos al pagar por lo consumido.

Al salir del lugar, ya con poco dinero en sus bolsas retornaron hacia las proximidades del estadio. Pero en el camino, una figura de capa oscura les salió al paso. Este con voz pastosa les habló:

Una amenaza se cierne sobre esta región. Glotas... vendrá a destruirlo todo.

¿Quién es ese?- Preguntó Diógenes.

Es un monstruo con forma de hombre, la muerte sigue sus pisadas. Se dice que ha derrotado a numerosos fénix y que intenta hacerse de nombre para luchar contra Kundum. En Davias nadie pudo hacerle frente, por eso sigue buscando victimas- Dijo el hombre.

¿Tu le enfrentaste, muchacho?- Preguntó Abigail.

Si, apenas pude escapar de él. Me hice pasar por muerto entre las pilas de cadáveres y aquí estoy para alertar a todos los que encuentro- Explicó el joven.

Bien hecho, pero dime algo... ¿como es ese hombre?- Pidió la rubia.

Alto, con una armadura completamente negra. Nunca había visto una así, por lo general son rojas; pero esta era negra totalmente. Sus espadas parecen machetes, pero son muy duras para ser simples hojas- Dijo el muchacho.

Parece ser, que al fin ha aparecido un rival de mi nivel- Dijo una voz grave.

Una figura conocida para los dos apareció de entre las sombras. La figura asustó al muchacho que le reconoció al momento, cayendo al piso aterrado; para luego comenzar a llorar. Un hilo de baba corría por la comisura del labio del joven. Asura se sonrió ante la reacción de ese pelele.

El guerrero alargó su mano y tomó al muchacho de sus ropas. Luego, mirándolo a los ojos inquirió:

¿En que dirección vendrá ese sujeto?

Po...por la entrada desde Tarkan, no me mate señor- Suplicó el guerrero.

No vales la pena, insecto- Dijo el guerrero que riendo se encaminó hacia el lugar.

Entre las ruinas que rodeaban el lugar, el psicópata desenvainó su espada y clavándola en el suelo se sentó a esperar. Abigail y Diógenes le observaban desde lejos, podían percibir como ese deseo de matar se intensificaba a cada segundo. La energía que salía de su cuerpo era intensísima, su mirada se había perdido en el filo de su propia Espada Espíritu.

El lugar apenas iluminado por unas pocas antorchas cuyas flamas amenazaban con apagarse daba el escenario ideal. El viento corría lúgubre por las ruinas lamentándose por el esplendor que alguna vez tuvo. Los monstruos no se animaban a salir, esa sensación de ser inferiores los apichonaba.

Un sonido apenas perceptible hizo que su pupila mirara hacia el portal. Una figura se dibujaba saliendo del mismo. Una armadura negra como la noche apareció y un guerrero de cabellos oscuros aparecía. Este se asombró al ver a un retador, por lo general todos corrían de su presencia. Pero ese hombre le esta esperando ahí mismo, en verdad era temerario.

El sombrío hombre estudiaba a ese tipo que le esperaba en actitud desafiante entre esas ruinas. Desenvainó las espadas y se lanzó al ataque en un grito aterrador. Cerca de diez metros antes de poder llegar al blanco se detuvo. Algo iba mal, ese sujeto era muy peligroso... dentro suyo lo sabía.

Su pulso comenzó a temblar, mientras él se preguntaba ¿Quién es este sujeto?

Veo que te gusta matar, basura. Enfréntame de frente y sin trucos... tal vez tenga piedad de ti- Dijo Asura mientras se levantaba de la roca que era su asiento.

Hahahaha, ahora sabrás de lo que es capaz el gran Glotas- Dijo el joven, dominando sus nervios.

Tomando sus dos Hojas del Devorador el joven Glotas volvió a lanzarse a la carga. Asura levantó su espada y bloqueó el ataque con una sola mano. El asesino estaba sorprendido, pero no tuvo tiempo para esas cosas ya que el arma de su rival se movió veloz. Si bien evadió el ataque, en su armadura se abrió un gran corte. Distraído en eso, fue tarde para ver como el mango de esa Espada impactaba en su cara.

La sangre que brotó casi lo ahoga, ese golpe lo tenía atolondrado. Asura no perdonaba y sosteniendo su espada a un brazo le propinó un fuerte golpe en las costillas. Glotas cayó al piso sin aire, no podía recuperarse. Su debilidad solo hizo enfurecer más al psicópata itinerante que comenzó a darle patadas.

Las armas del muchacho habían caído al suelo, estaba completamente desarmado ante su adversario. Este lo levantó y mirándolo a los ojos le dijo:

Recuérdame bien, insecto. Soy Asura, el psicópata itinerante. Regresa al infierno, basura.

No hubo mas que decir, solo un destello que cruzó el cuerpo de Glotas de parte a parte... la sangre que saltó salpicó al asesino que se regodeaba en su victoria. Impresionante, poderoso y despiadado; así era el verdadero Asura.

Diógenes quedó paralizado al ver el espectáculo, ese guerrero que tantas veces le había salvado era en verdad despiadado. Un sujeto de ese poder existía y era realmente peligroso... era inútil seguir entrenando, nunca lograría rivalizar con ese demonio asesino.

Volvieron sin decir nada sobre lo ocurrido a su campamento. Al sentarse delante de la fogata, Diógenes miró a su compañera. Abigail estaba absorta mirando el fuego, pero se la notaba triste también. Ella lo miró y le dijo:

No te pongas así, tu eres un gran guerrero; aunque diferente a Asura. A pesar de su poder, ese hombre no encaja en ningún lado. ¿Sabes la razón?-

No- Respondió el muchacho.

Su poder asusta y el camino que eligió esta lleno de oscuridad. Su camino solo lo llevara a la muerte, no tiene otra opción y él lo sabe- Dijo Abigail.

Entonces, ¿porque sigue así? ¿por qué no cambiar?- Inquirió el muchacho.

Porque es lo que he hecho desde que tengo memoria- Respondió una voz tas él.

Continuará…

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