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MU Capitulo 48: Traspasando el Fin del Mundo

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Capitulo 48: Traspasando el Fin del Mundo

Durante los dos días posteriores a la reunión que se llevó a cabo en esa extraña dimensión. El grupo de cinco avanzó sin problemas por la espesura de la selva. Era un tanto decepcionante no hallar bestias ni oponentes que ofreciesen resistencia. Era tal y como les dijo Schekander: un paseo.

Mientras vadeaban ese pequeño arroyuelo, Baiken y Schekander quedaron a la par. El mago se sintió incomodo ante la mirada de esa mujer. En efecto, la germana le observaba y no entendía. Como un sujeto como él podía persistir en proteger a otros. Si su poder no era la gran cosa, esto era incomprensible. Tantos esfuerzos por proteger a esa chiquilla. Todo para convertirse en presa del primer enemigo que le superase.

¿Por qué te esfuerzas tanto?- Le preguntó ella de repente.

¿De que me hablas, mujer?- Dijo él sin entenderle.

¿Porque decidiste cargar con esta niña? No lo entiendo, tú no tienes fuerza para peleas de corta distancia. Tu defensa no es muy buena y sin embargo continuas en tu empeño- Respondió ella, muy seria.

Decidí llevarla conmigo porque no quise dejarle sola. Habría sido muy cruel dejarle a su suerte, luego de que nos acompañara durante todo un año. Aunque pueda parecer una carga, fue gracias a ella que nosotros pudimos sobrevivir. Quien nos curaba las heridas que recibíamos, esa fue Kalima- Le dijo el albino.

Entonces, lo haces como una forma de gratitud- Dijo ella.

Si, por cada cosa que esta pequeña ha hecho por nosotros. Dos que solo le llevamos hacia la muerte- Reconoció el mago.

Entonces, eres consciente de que ella morirá por tu debilidad- Le dijo la germana, mirando hacia el horizonte.

No, todo lo contrario. Yo soy el que morirá defendiéndole. Y es por ello que me volveré fuerte, solo para protegerle- Le dijo el hombre, riendo.

Heh, ¿Te volverás fuerte en un solo instante? No digas tonterías, eso es imposible- Dijo la mujer, incrédula.

Ya lo veras, solo un instante bastará para vencer a cualquier rival- Le dijo el Maestro sonriendo.

La berserker echó a reír, los razonamientos de ese sujeto le daban risa. A alguien como ella, que se la pasaba en la línea que separa vida y muerte. Le parecía incomprensible el volverse fuerte en solo un instante. Sin embargo, Baiken estaba muy seguro de lo que decía. Kalima que iba cómoda en la espalda del mago nada dijo. Ella sabía que si Baiken se ponía serio, incluso esa gigante saldría lastimada. Al que todos tomaban por cobarde, ese mismo era una furia en batalla... ella lo sabía bien.

Al terminar de vadear ese curso de agua, un nuevo bosque salió al paso. Sin embargo, podía sentirse un viento frío que antes no estaba. Diógenes caminó unos metros más y si no fuera por el brazo salvador de Abigail. El lancero habría caído dentro de ese pozo. Si, el Cenote del Fin del Mundo aparecía.

Los cuatro viajeros miraron atónitos la depresión que aparecía ante ellos. Hasta donde alcanzaba la vista solo se veía el borde de un precipicio. De ahí en más, el camino iba hacia abajo, no lograban vislumbrar el fondo. Parecía como si ya nada mas les esperase, solo caer por ese hueco.

Schekander sonrió al ver ese pozo abrirse ante sus pies. Hace muchísimo tiempo, Sigurn le había referido sobre ese lugar. Un pozo que aparecía de repente y que marcaba el fin del mundo conocido. Según lo que había oído, ese pozo lo atravesó el guerrero Thor en su viaje hacia el Valhala. Por lo tanto, lo que ellos llamaban Valhala, aquí le decían Ishkar. Pero además... estaba la posibilidad de dar con los restos del legendario guerrero Thor.

Baiken por el contrario, al ver ese hueco comenzó a temblar. Si, el día en el que reaparecería la verdadera Kalima estaba cada vez mas cerca. La niña comprendía bien los sentimientos del mago. Con sus bazos delgados le abrazó con más firmeza y en voz baja le pidió que no tuviera miedo.

Diógenes, ajeno a todo eso solo se detuvo a mirar el agujero. Los miró a todos y se detuvo unos instantes en la figura de Abigail. Sonrió de felicidad y mientras tomaba impulso se arrojó de espaldas mientras le gritaba a la rubia:

GRACIAS POR TODO, TE AMO... ABIGAIL.

Eso... sonó a despedida, mi amiga- Dijo Schekander mientras pasaba a su lado.

Heh, ese tonto. No se librará de mí tan fácilmente- Dijo la blonda mientras se arrojaba tras el guerrero.

Baiken no se movía aún, estaba paralizado ante la perspectiva de lo que venía. Si, ya no quedaba más que atravesar un portal. Solo una puerta le separaba de su propia muerte. Él todavía era un cobarde, pero ya nada podía hacer. Cerró los ojos y tomando las manos de la niña que iba en su espalda tomó impulso y se arrojó también.

La sensación de velocidad imprimida sobre sus cuerpos era increíble. Los vientos originados por la caída hacían que sus cabellos ondearan y todos lagrimearan. Diógenes y Schekander gritaban animados, para ellos no era más que una diversión. Baiken les envidiaba tanta bravura.

Las paredes parecían lisas por la velocidad, apenas y podían ver las salientes que modificaban ese tapiz. En un momento Diógenes les dijo seriamente:

Vamos, desplieguen sus alas.

¿Como?- Preguntaron todos.

Si, despliéguenlas. Esto es un pozo después de todo, el portal no es tan grande después de todo- Dijo el guerrero con seriedad.

Mierda, las alas- Dijeron los otros tres.

Tres guerreros desplegaron sus alas, mientras que Baiken se tele porto unos segundos antes de tocar el suelo. Cuando apareció lo hizo ya sobre el suelo de ese tenebroso lugar... si, tenebroso. Decenas de miles de cadáveres tapizaban ese lugar. Eran los cuerpos de los que creyeron que el fondo no existía. Mas adelante podía verse una luz de color verdosa. Ese era el portal que les llevaría a Ishkar.

Levantado sobre una pila descomunal de huesos y cadáveres pútridos. La entrada al territorio de Kundum aguardaba. Los cuatro se miraron mientras comenzaban a caminar hacia el lugar. Kalima tocó el hombro de Baiken, previniéndole sobre lo que venía. Si, los guardianes del portal eran todos esos cuerpos muertos.

Los huesos volvieron a juntarse, carne fue puesta sobre estos y músculo también. Esos viejos guerreros volvían a la vida ante la mirada de esos foráneos. Baiken se descompuso con ese espectáculo, lo mismo le ocurrió a Abigail. Jamás pensó ver algo semejante en su vida.

Bien, esto quiere decir que nuestro enemigo es impresionante- dijo Schekander mientras desenvainaba.

Heh, claro que si- Dijo Diógenes riendo.

Bien, no perdamos tiempo Diógenes- Le dijo la germana.

Claro, amiga Schekander- Respondió él mientras le seguía.

Los dos se lanzaron a toda carrera hacia ese montón de guerreros. Estos, tomando las armas que había en el suelo se dispusieron a combatir. Los gruñidos inhumanos, inteligibles se multiplicaban en ese lugar. Schekander y Diógenes destrozaban uno tras otro a esas abominaciones. No eran nada, solo un calentamiento liviano. Baiken avanzó muy a su pesar. Estaba obligado por la niña a sus espaldas.

Si, Kalima le impulsaba a continuar. Esa niña lo movía hacia delante, avanzando hacia su verdadero encuentro. Baiken realizó rápidamente su hechizo de rayo de agua. Los cadáveres eran barridos por el ataque. El mago formo un círculo de ataques que barría a cada enemigo que interceptaba. Teniendo a la niña como lastre, ese hombre intentaba incrementar su propia velocidad.

Diógenes y Schekander se quedaron asombrados, mirando a ese mago luchar. Se rieron y comprendieron, ella era la razón que lo empujaba a superarse. Quien sabe, tal vez sin esa chiquilla, ese hombre se habría rendido hace tiempo. Cuando el recinto quedó despejado, los cuatro avanzaron de nuevo hacia el portal.

Fue entonces que esa figura oscura apareció ante ellos desde el aire. Levantándose ceremoniosamente, Hefner aparecía. El único Capitán que permanecía con vida les bloqueaba el paso. La guadaña que giraba en sus manos se detuvo, el hombre habló calmado.

Lo siento, no puedo permitirles pasar.

¿Quien eres tú?- Preguntaron los viajeros.

Soy el verdugo que Sigurn de Alfa. Mi nombre es Hefner- Dijo el parco sujeto.

Ante esas palabras, los viajeros se detuvieron en seco. Ahí, frente a ellos estaba el hombre que superó al Guerrero Dragón. Sin embargo, esta vez el temeroso se armó de valor y depositando a la niña en el suelo se adelantó. Una sonrisa de confianza apareció en el rostro del mago que iba calentando su cuerpo.

Si no soy capaz de derrotar a este sujeto ¿Cómo podré defender a Kalima?- Dijo el mago serio.

Esa niña no precisa que le defiendan débiles como tu. Sola es capaz incluso de vencerme a mi- Le dijo Hefner.

Heh, yo ya lo se. No levantes la voz- Dijo el mago guiñándole un ojo.

Parece que no dejan de sorprenderme, extraños- Le dijo el sujeto, perplejo.

Y aún no has visto nada- Dijo Diógenes desde el lugar.

Bien, comencemos- Dijo Hefner.

¿Comencemos? Mejor dirás, terminemos- Le dijo el mago riendo.

¿Comor…

La cara de ese guerrero se llenó de pronto de moretones. La sangre salpicaba su rostro, mientras el mago permanecía apacible a una distancia prudencial. Kalima reía ante el espectáculo, ese mago se movía tan rápido que Hefner no llegaba a ver los ataques. Eran simples puñetazos, el Maestro de Almas estaba jugando.

El Capitán se enfureció y comenzó a atacar con una lluvia de cortes. Baiken respondió ejecutando su hechizo de Rayo de Agua. El Capitán fue mandado lejos por el impacto de ese hechizo. En verdad había subestimado a ese Maestro de Almas. Pero ese sujeto también le estaba subestimando a él.

De repente una gran presión le impidió moverse a ese albino. El Capitán ahora mostraba su verdadero rango. Baiken parecía hallarse en problemas, ahora su andar era mucho más lento que el de su rival. Sin embargo, para cuando la guadaña cayó sobre el cuerpo del Mago… fue rechazada por el escudo místico de ese hombre.

Si, Baiken había previsto que eso ocurriría y tomó sus precauciones. Después de todo, adelantarse a los pasos del rival también era parte de su estrategia de lucha. El guerrero volvió a insistir hasta que logró destrozar el campo protector del mago. Fue entonces que este sonrió y le abrazo.

Diógenes y Abigail comprendieron al instante que era eso. Si, no les quedaban dudas al respecto. Era el mismo hechizo que había utilizado con ellos Peleo: La ilusión explosiva. Efectivamente, una horrenda explosión envolvió al Capitán que gritaba de dolor al verse preso por esas llamas.

La mano de Baiken aparecía ahora envuelta en fuegos infernales. La cara de Hefner recibió de lleno esa técnica que se llevó sus ojos. El hombre intentó realizar su técnica prohibida, pero ya era muy tarde. Su cuerpo no resistió la carga y terminó muriendo. El albino reverenció al caído y volviéndose a sus amigos dijo:

Parece que si soy digno de pasar.

Los tres se miraron sorprendidos, en verdad no esperaban tal despliegue técnico. Sabían que ese miedoso fue discípulo de Peleo, pero no creían que había llegado a tanto. Más de una vez lo habían oído decir con sorna: Soy el discípulo numero uno del gran Peleo. Ahora quedaba claro que sus palabras no eran solo eso.

Los cinco individuos pasaron por el portal, esa luz verdosa como la esmeralda los envolvió. Ahora, Ishkar les aguardaba. Los nueve más poderosos esperaban por ellos y sentado, observándolo todo: Lord Kundum.

Continuará…

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