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La aparición de Nemesis (2)

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La aparición de Némesis (segunda parte)

El doctor House ya estaba dentro de cuidados intermedios, estaba a la puerta de la habitación de la esposa de su amigo. La había observado, estaba muy rica esa mujer y el se sentía muy caliente. Decidió que la haría suya sin importar lo que pasara, después de todo, él no tenia porque enterarse.

Hm... primero le daré termómetro y luego, como final una buena pomada a esa puta. Pensaba en voz alta el nefrólogo.

Se desabrocho el pantalón, iba a ir directo a la acción. Algo llamo su atención repentinamente, parecía haber alguien detrás de él. La voz se oyó suave, decidida y quemante.

Como toques un solo cabello de mi mujer mueres.

¿Y que harás?, puedo gritar y te sacaran de aquí en un instante.

Jeh... que iluso eres, ya he hecho algo. Mira tu mano.

House no se había percatado, la punta acerada había atravesado su mano. Quiso gritar, pero Juvenal le tapó la boca y lo empujó contra la pared. Cuando se separo de él, la hoja quedó sobre su cien...

¿Has entendido, House?

Claro...claro como el agua. A propósito ¿es caja el que esta escribiendo?

No

¿Y quien es el autor?

Tenchu

¿Eh, y ese quien es? ¿Y como llegue yo aquí?

Veras, caja le dio permiso a mi creador para mencionarte en su historia. Obviamente, también le dio las precauciones correspondientes al tener que lidiar con un tunante como tu.

Mierda, ese caja.

Bien, ahora... como sigas jodiendo te vuelves a implorarle con los labios. Que si sigues así te corto las dos manos. ¿He sido claro?

Muy claro, si señor. Ahora, me puedes sacar la espada de la cien que me voy a desmayar. Me has hecho perder mucha sangre y eso me impresiona.

Eso se llama glucemia.

House cayó al suelo desvanecido, la sangre manchaba la pared y había un pequeño charco en el piso. Juvenal se lo llevó hasta la conserjería y ahí lo dejó, entre las cosas de limpieza.

Entró en el cuarto de su dama y la hallo durmiendo placidamente, se le acerco en silencio y beso su frente. Luego cerrando la puerta salió sin hacer ruido. Suspiro aliviado al comprobar que nada le había pasado a su ser querido.

Buscó asiento en la sala de espera y luego salió... nueva llamada por el celular, esta vez la voz sonaba anciana, pero aún con fuerzas. La charla duro muy poco, el lugar para ultimar detalles seria una vieja residencia cerca del lago Llanquihue.

Alquiló un auto y salió rumbo al lugar pactado. En una hora llegaría al destino y podría comenzar con su nuevo trabajo. Esto le sacaría del aburrimiento que lo envolvía y molestaba.

La ruta no presentaba problemas, solo se extendía como una cinta negra que se perdía en el horizonte. Por fin diviso el lago y casi pegada a él la entrada a la mansión que se ocultaba entre la arboleda.

Se detuvo un momento y pareció recordar algo, ¿en donde había visto un paraje semejante?... tal vez alguna película sobre vampiros. Los árboles parecían llegar al cielo encorvando su follaje y ensombreciendo el camino.

Las ramas mas bajas retorcidas como garras y tomaban formas locas. Se veía a lo lejos una mansión de claro estilo gótico, ensombrecida por la arboleda del páramo. El pórtico de la entrada estaba trabajado en piedra, muy prolijamente...

Alguien se hallaba en la puerta, aguardando con interés su llegada. Finalmente detuvo el auto y bajo. Cuando apoyo sus pies sobre el suelo, un mal presentimiento le invadió... algo había y pronto sabría que.

Un hombre de largos cabellos, rostro ajado y alargado le saludó calurosamente. Le extendió una de sus manos cuasi cadavéricas y tocó su ropa. El joven lo miró con ganas de golpearlo, pero evito hacerlo.

El hospitalario anciano lo hizo pasar a su morada, pudo ver una enorme sala rústicamente decorada... solo faltaban los tapices y podía asegurarse que estabas en uno de esos castillos europeos. El cansado señor se sentó en un alto y cómodo sillón a la luz del hogar que ardía crepitante.

Cerrando sus ojos por un momento, levantó su mano y chasqueo sus dedos. En respuesta, un negro enorme apareció vestido de mozo con una bandeja bajo su brazo derecho. El sirviente hablo:

¿Llamo Ud. Mí lord?

En efecto, tráigale algo de beber a mi huésped.

Agua, si es tan amable.

El anciano miro extrañado a su interlocutor, mientras hacia un gesto de aprobación y el sirviente se iba. Con un gesto, le ofreció asiento al recién llegado:

Tome asiento, joven.

Gracias, Ud. Dirá.

Bien, mi motivo es muy sencillo. Yo ya estoy viejo y sin fuerzas y no puedo encargarme de los asuntos importantes de MI gente. Pero tengo entendido que Ud. ha ayudado recientemente a los míos, así que seré directo... aquí tiene a su blanco, si lo logra su paga será abundante. De no ser así, ya sabe las consecuencias.

Naturalmente, ahora... mi condición es que el objetivo sea en verdad despreciable, de no ser así. Queda en mis manos su fin. ¿su nombre?

Konrad Malkavian.

Bien, ¿algún dato mas que deba saber sobre mi blanco?

Oh si... es muy poderoso y artero. Sea cuidadoso.

El joven se despidió del venerable hombre y salió escoltado por este. El hombre lo vio subir a su auto, el mayordomo apareció tras él y despidió al mercenario. Juvenal desandaba el camino y volvía a la ciudad.

Mientras el mayordomo le preguntó a su señor:

¿Creé que logre la tarea que le encomendó?

No lo sé, pero al menos me será útil. A propósito, ¿que le pareció?

No me inspira ninguna confianza.

A mi tampoco.

Juvenal detuvo su marcha a un lado del camino y salió hacia afuera con el sobre, abrió y contemplo la imagen. Miró las hojas con la información y luego sacando su encendedor las prendió fuego.

No tenía que quedar evidencia sobre el caso, sin embargo se puso a investigar. Algo le olía mal... se dirigió hacia otra mansión cerca de la ciudad. Aparcó su auto y escaló el muro que separaba el recinto del vecindario.

Se movió entre los árboles hasta alcanzar la ventana mas alta de la suntuosa casa, haciendo equilibrio abrió la ventana y penetro en el lugar. Afortunadamente, sus cálculos fueron correctos. Era la recamara de su anterior empleadora...

En silencio se acerco hasta la suntuosa cama y con presteza le tapo la boca, ella despertó y le miró furiosa a la par que asustada. Esa mirada tan perturbadora de nuevo estaba ahí.. el sonrió y le susurro:

No te asustes, solo he venido por información. ¿Cooperaras?

Ella asintió con la cabeza, la mano de ese hombre dejo libre su boca y sin mas el reto llegó:

Bonita forma de pedir información. Me has matado del susto.

Necesito que me digas, ¿sabes algo de esta persona?. Inquirió el, mientras le mostraba la foto de su blanco.

La conozco, ya sabes su nombre; imagino. La encontraras en la Argentina, es lo ultimo que supimos. Aunque no ha hecho nada extraño como para que quieran sacársela de encima.

Dime, ¿como es tu Antiguo?.

¿Eso es necesario?

Si

Es un hombre algo repulsivo, muy delgado y avejentado. Vive aparatado de todos y muy pocos lo han visto.

Excelente. Ahora dime, la persona de la foto ¿tiene relación con el antiguo?

Claro que la tiene, son hermanos... también es un Antiguo.

Wow, eso si me sorprende. El tan anciano y la foto se ve tan joven.

Si, pero ella aprendió brujería. Eso la hace superior a él.

Gracias por la información preciosa. Dijo él, mientras le daba un beso.

Este gesto sorprendió a la dama, había olvidado que existían muestras de afecto como esas. Ella se ruborizo, si es que puede hacerlo un vampiro. El le sonrió y desapareció de la misma forma en que había entrado.

De nuevo sobre el auto decidió ir, debía hacerlo. Solo así, podría saber si era realmente lo correcto. En avión el viaje dura solo seis horas, en auto es casi un día de viaje. Por suerte, pudo ir en avión...

Seis horas después, llego a Ezeiza y tomando un taxi entro en la ciudad de Buenos Aires. No era su primera visita, pero ya era de noche... el momento en que salían de caza.

Bajó del taxi y pago, el próximo trayecto prefirió hacerlo a pie. Encontró el lugar de residencia y se extraño, era muy disonante para los de la especie. Frente a un hotel, estaba pensando en ello y en ese momento ella salió a dejar la basura.

Se miraron por un instante, casi asombrados. La mirada entre miel y verdosa se cruzó con esos ojos negros. El sonrió y ella lo emulo, dio un paso y le preguntó:

¿Madame, Dupont ?, supongo.

Supone bien, joven. ¿Quién es Ud.?

Juvenal Raninqueo. Tendría que hablar con Ud. unos momentos, por favor.

Lo siento, pero no puedo perder mi tiempo en hablar con gente que no conozco.

Jeh, a mi es lógico que no me conozca, pero dígame ¿el nombre de Konrad Malkavian le suena?

La mujer se dio vuelta y miró al hombre como un animal enfurecido a punto de atacar, sus ojos brillaron de malignidad por un instante. Su tono se volvió brusco y sin decir una palabra me insto a acompañarle.

Subieron las escaleras hasta el tercer piso, las manos de él temblaban de emoción ante la complicada situación y al ver que en cualquier momento tendría que deshacerse de su blanco. Sin embargo, nada paso. La dama, estaba ofuscada solo eso... se detuvo ante una puerta y dando dos vueltas de llave entró junto con el sicario.

Juvenal tomó asiento, mientras ella ponía el agua para hacer café sin mirarlo siquiera le preguntó:

¿Qué es lo que desea mi hermanito?

¿Concretamente?, su muerte. Parece ser, que aun dejando de ser humanos ustedes no logran deshacerse de la naturaleza humana.

Así que, te mando a ti para que me aniquiles, ¿correcto?

En efecto, solo que me pareció demasiado sospechoso todo esto. Nadie envía a asesinar a un hermano así porque si.

Lo cierto es que todo este rollo lo ha hecho para que yo te convierta en uno de los nuestros. Dijo ella, mientras lo miraba fijamente a los ojos.

Lo siento, no deseo cambiar mi naturaleza. En fin, no se hubieran molestado, tengo otras metas en mi vida.

¿Salvar a tu mujer?, ya sabemos que esta condenada por la leucemia. Tus esfuerzos serán en vano, muchacho.

Aún así, debo intentarlo por mis medios. No pienso pasar una eternidad tratando de volverla a mi, las vidas de las personas se escurren como la arena entre los dedos, no puedes detenerlos.

Lo comprendí tarde muchacho, pero aun así nos haría bien tener a alguien como tu entre los nuestros.

Jeh...

El hombre se levantó de la silla y le dio la espalda a la mujer, dirigiéndose hacia la puerta. Ella meneó la cabeza y comenzó a recitar un conjuro, apenas perceptible... el se dio vuelta y ella por fin pudo verlo.

Vio ese mar insondable del caos, el mismo en el que se sumergen demonios y dioses desde un principio. Cerro sus ojos y salió, ella se quedo impactada... la esencia de ese sujeto... no podía ser posible.

Una vez en la calle, Juvenal golpeó la pared... esos malditos habían estado jugando con él... una explosión proveniente del tercer piso le hizo esbozar una sonrisa, ahora comenzaba su revancha.

De vuelta en su tierra natal, lo primero que hizo fue ir a visitar a su esposa. Ella estaba preocupada, el podía notarlo en su rostro; a pesar de las marcas que le había ido dejando la quimioterapia. Ella le pidió:

Por favor, háblame; te noto muy callado amor.

No es nada, solo problemas que no tienen que ver contigo. Comento él.

¿Es tu trabajo amor?. Te dije que lo dejaras.

Lo se, pero es que...

Sssssssh, siempre lo supe mi vida. Pero aún si mi vida se acabara ya mismo no me arrepentiría de haberte conocido.

No puedo amar a otra persona mas que a ti. Han estado jugando conmigo y eso me ofusca. Te pido disculpas.

¿Porque? ¿Harás algo que no es correcto?

No, solo volveré a ser el que fui. Hasta que volvamos a vernos mi vida.

Haz lo que tengas que hacer mi amor. No importa, te esperare.

Gracias, Elisa.

Un hombre salió por la puerta, su sonrisa maléfica afloraba entre sus labios. La mirada inquietante de sus ojos se acentuó, volviéndose aun mas oscura. House lo vio pasar, sintió correr un escalofrió ante su presencia.

Volvió a su casa, tomo una bolsa de deportes y la depositó dentro del auto. Luego salió hacia la mansión de Astrid. Aparco nuevamente detrás de la muralla trasera y escalo, encaramado sobre las ramas del árbol cómplice llego hasta la alcoba de ella.

Abrió la ventana con cuidado y penetro en el cuarto. Ya cerca de la cama, giro y lanzó su daga contra la cortina. Un gemido de dolor se escucho, uno de los servidores de la dama había sido herido. Cuando intentó moverse, un corte lo dejó sin piernas.

Se acerco a ultimarlo, en ese instante los otros dos se le abalanzaron. Los percibió por su olor y al instante los destajo, cuatro pedazos cayeron al suelo... tres menos. La sangre tapizaba el suelo, como una alfombra roja.

La dama apareció, con otros mas de su clase. Se asquearon al ver la imagen, el los miró desde su lugar; parecía como ido. Atacaron en un instante dada la velocidad sobrenatural que poseían. Pero todo fue en vano...

Astrid miró su pecho, la hoja había penetrado su corazón. Buscó sus ojos pero no los encontró. Solo un nuevo movimiento que termino de partirla en dos. Juvenal la miró y limpiando su rostro se marcho.

No volvió a su auto, solo tomó un micro hacia Llanquihue. Era mas seguro, no se atreverían a mostrarse en publico. Una vez cerca del lago le pidió al chofer de bajarse ahí. El hombre aceptó, aunque lago extrañado, ya que no muchos bajaban en un lugar tan desolado.

El micro siguió camino, un hombre comenzó a caminar hacia la residencia del Antiguo Konrad Malkavian. Dos pasos, y cuatro sujetos envueltos en sombrías capas le atacaron... sus manos ensangrentadas despedían un olor muy raro.

Estos hombres se movían muy rápido, mucho mas que el común de los vampiros. Él invasor sacó dos dagas y comenzó el ataque. De las capas aparecieron dagas oscuras, las hojas son tratadas con ciertas hierbas para que el acero se opaque.

Los cortes surcaron el aire, los agresores se movían con la gracia de bailarines mientras ejecutaban sus ataques. De un giro escapó de ellos, salto y cayó sobre uno mientras lo degollaba y rodaba con su cuerpo para evitar a los otros tres. Se incorporo con un giro, mientras atacaba y se defendía de los ataques.

Dos cortes llegaron a su cuerpo, pero sus puñales atravesaron las gargantas de esos desconocidos. El tercero ataco, aprovechando el momento para ultimarlo. No pudo, su brazo quedó atrapado entre las manos del hombre que de un golpe termino de romperlo... para clavarle su propio puñal en la frente.

Suspiro, esto no iba a ser tan fácil. Escaló el portón de acceso y cayó en el suelo, un mar de gruñidos le alerto que no estaba solo. Seres que parecían quimeras, hombres mezclados con lobos, perros y vaya uno a saber que mas lo miraban con furia.

Uno de estos, lanzando espuma de sus fauces le atacó, otros le siguieron. La sonrisa que apareció en su rostro no presagiaba nada bueno. Una sucesión de golpes se oyó, los seres se habían chocado entre ellos.

Parado sobre el portón, Juvenal reía:

Es aquí, bestias tontas.

Atacaron nuevamente, pero esta vez no tuvieron tanta suerte, una sucesión casi interminable de brillos acerados surco el aire; iluminando por un instante el oscuro camino.

Las bestias cayeron al suelo, mientras el hombre avanzaba hacia la residencia de su burlador. Envainó el arma entinta de sangre, aún tenia muchos que acabar... no erró en su pronostico.

Una veintena de hombres trajeados salieron a su encuentro, portando armas de grueso calibre. Dispararon sin pensar, Juvenal se refugió tras los árboles. Las ráfagas cesaron, los hombres se dividieron, buscando a su objetivo.

La sonrisa aún no se borraba de su rostro, se desplazo por las ramas de los árboles con sigilo. Vio a uno de los guardias le cayo encima. Atravesó su espina dorsal por completo con su espada.

El hombre cayó como un muñeco sobre el césped. Le quito la ropa para disfrazarse, confundiéndose con ellos. Se acercó uno a uno y los fue destazando, los dejó ocultos entre los árboles; nadie iría a buscarlos.

Golpeó a la puerta de la mansión, nadie respondió. Desenvainó y con un corte mas la puerta cayo rota en cuatro pedazos. Ahí dentro, solo distinguió una figura... el inmenso mayordomo aguardaba por él.

El negro sonrió, dejando ver sus colmillos. En sus manos sostenía una formidable espada europea, forjada en un estilo parecido a las que utilizaban los cruzados.

Desenvaino la magnifica obra, la hoja resplandecía sobre su piel... lamió la hoja un instante. Ambos estaban deseosos de probar sangre, el gigante de ébano se quedo esperando un ataque que parecía nunca llegar.

Él se sonrió, luego bajó su centro de gravedad flexionando sus piernas un poco mientras recogía la pierna mas cerca de su enemigo y extendía la mas lejana. Desenvainó solo una pequeña parte de la hoja con su dedo y dejó la otra mano lista para el desenvaine.

Finalizado todo ello se desvaneció ante la vista del títere del antiguo. Cuando reapareció, lo hizo unos pasos detrás suyo. La mole de ébano se dio vuelta asombrado, en ese momento un corte en forma de cruz le hizo explotar en sangre el pecho.

Irritado por su imprudencia blandió su espada contra el hombre, este detuvo su golpe para luego cortarle el brazo. El grito del negro conmovió toda la casa, tomando el resto de su antebrazo gemía de dolor.

Las lagrimas tomaron su cara, la sangre manchaba el recinto. El hombre lo miró sin mostrar emoción, dos cortes y mientras lo decapitaba, su cabeza caía partida en dos.

Dejó a un lado el cuerpo de ese pobre iluso y subió las escaleras. Otra vez ese mal presentimiento lo invadió, pero no se inmuto solo sonrió. Cuando por fin llego al final de la misma, un fuerte viento lo recibió. Frente a él ese Antiguo esperaba listo para todo.

El rostro del anciano estaba demudado de ira, sus ojos inyectos en sangre lo miraban con un odio infinito. Con una fuerza descomunal tomó al hombre con intención de morderlo. La hoja impidió el hecho, traspasando por abajo su quijada, se hundió en el cráneo... los ojos del Antiguo se agrandaron.

Apretó con ferocidad los dientes hasta que le salió sangre de la comisura de los labios, luego golpeó a ese humano con todas sus fuerzas. El hombre dio contra la pared y cayó sin sentido al suelo. El antiguo se acerco, babeante y en un esfuerzo póstumo se quitó la espada que lo estorbaba.

Tomo el cuerpo de ese sujeto y buscó matarlo de un mordisco. Pero esta vez, el que sintió un mal presentimiento fue él. El Antiguo soltó al hombre como si lo hubiera golpeado un rayo. Un temblor sacudió la casa, rayos descendían sobre todo el lugar y en todas direcciones.

El cuerpo se levantó, sus ojos se habían vuelto insondables el caos fluía en ellos. Sonrió al verse libre, se soltó el pelo y dio un paso hacia el antiguo. Un paso mas y otro lo acercaron más al anciano que temblaba como una hoja en medio de un vendaval.

Se acerco al viejo y agachándose a sus pies, tomó su espada. Miró de nuevo a ese ser y entonces le habló:

¿Quieres saber quien soy?

Mas que nada en el mundo. Este terror que me invade y paraliza no se a quien se debe.

Óyelo bien, porque es lo ultimo que oirás.

Por favor.

Némesis

La mano del Demonio de la venganza tocó el pecho del antiguo. El fuego envolvió el cuerpo del anciano que se retorcía en su tormento. Este no duró mucho, ya que en pocos instantes las cenizas ensuciaron el lugar.

El hombre limpió su arma despaciosamente de esa vieja sangre impura. Envainó con las sombras cerniéndose sobre sus talones se marcho. El trabajo había terminado, su dama esperaba seguramente esperaba beso de sus labios...

 

Gracias a caja por cederme a su personaje y a muchos que sin querer colaboraron con esto. ^^

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