Una forma de amor
La noche volvía a cernirse sobre el firmamento de la cuidad, era un momento mágico en el que la luna hacia el amor con el sol. Finalmente la oscuridad termino por adueñarse de todo, los callejones oscuros y húmedos eran mudos testigos de las atrocidades que se perpetraban al amparo de la oscuridad.
Personas que durante la claridad del día eran lo mas inofensivas e inocentes se transformaban en auténticos demonios de la noche. Seres sedientos de sangre, títeres de corruptos inescrupulosos que los utilizaban como piezas de ajedrez.
Sin embargo, aun habían personas integras que no se vendían a nadie; lobos solitarios que hacían justicia dentro de las mismas sombras. Pero esa noche, uno de estos lobos tenia otra cosa por hacer...
El muchacho bostezo, estaba desde hacia diez minutos esperando en la esquina a que ella saliera de su casa. Su novia se estaba arreglando para la cita que el tanto le había prometido... la muchacha estaba muy entusiasmada.
Ella se llamaba Mariana, el tenia por nombre Osvaldo; como tantos jóvenes se conocieron por casualidad. El destino tejió con sus hilos el momento indicado para que ambos se conociesen.
Durante un verano, ambos se encontraron en una playa. El caminaba sin rumbo por la inmensidad de arena, ella se encontraba tendida muellemente con los ojos cerrados; percibiendo el sonido de las olas al romper contra la costa.
Con suma curiosidad el se acerco y se sentó junto a ella, contemplándola en silencio; como si de todo un acontecimiento se tratara. Osvaldo admiraba la anatomía de la fémina, que sin percatarse de su presencia seguía dándole una visión inmejorable de toda su espalda.
Finalmente, el joven junto el valor necesario y le hablo; cosa que sorprendió a la muchacha. La sorpresa se debía mas que nada a que ella no se había percatado hasta el momento que el estaba ahí mirándola.
Sin embargo, luego de unos pocos minutos de conversación los dos prometieron volver a encontrarse... los encuentros se hicieron cada vez mas frecuentes, a la par que apasionados. Esos lindos recuerdos del pasado, ahora volvían a la mente del paciente hombre que esperaba a su novia.
La noche nebulosa y húmeda reinaba sobre la ciudad... Osvaldo liaba un cigarro con sumo cuidado, aunque parecía algo trivial; en ese momento era una especie de ritual. El resto de la cuadra estaba sumida en la mas cerrada oscuridad, el se mantenía ajeno a su entorno.
Finalmente, la joven salió de casa de sus padres; estos, aunque no aprobaban la relación habían terminado por resignarse. El levanto la mirada al verla llegar, luego se quedo con la boca abierta. No era para menos, ella era una muchacha de unos diecinueve años, tez clara, ojos color miel; pelo largo y ondulado. Curvas generosas y rotundas repartidas en su metro con sesenta. De ropa llevaba un ajustado vestido color turquesa a espalda descubierta y encima de sus hombros un chal al tono.
Cerra la boca, que ya se te cae la baba. Le dijo ella, en tono jocoso.
Ah...perdón, pero es que estas tan linda. Se disculpo él.
Bueno, vamos, dale. Pidió ella.
Salieron camino al boliche, un par de cuadras los separaban del lugar. El iba como todo hombre cuando sale con un bombón de compañera; mirando hacia todos lados en busca del primer salido para caerle a golpes.
Una vez en la disco, estuvieron bailando un largo rato; Mariana se movía con un cadencia y sensualidad inauditas. El roce de su cuerpo hacia que la mente de Osvaldo volara. Las luces contra su cuerpo la hacían aun mas bella, casi hechizante.
Cerca de las cinco de la mañana ella le pidió de salir de allí, no tuvo que decirlo dos veces; salieron de inmediato del lugar. Una vez en la calle, Osvaldo hizo la clásica pregunta:
¿Y ahora que hacemos?
¿Porque no vamos a tu casa?, esta noche tengo ganas de estar contigo. Respondió ella, con un dejo de malicia.
Bueno, vamos. Respondió el con algo de nerviosismo.
Amparados por la oscuridad, caminaron hacia la casa del joven. La mente de Osvaldo iba a mil, imaginaba el cuerpo desnudo de Mariana; sintiendo la suavidad de su piel y la calidez de su aliento.
Lo que no sabia era que esa noche, esos pensamientos se volverían realidad de la forma en la que el menos imaginaba. Esa noche, la lujuria se posesionaría de sus conciencias y manejaría sus cuerpos como títeres de la pasión.
Llegaron a un viejo y derruido edificio... era un conventillo, ahí tenia su parada el muchacho. Entraron sin hacer ruido, la dueña no permitía las visitas y no era una persona de realizar excepciones.
Penetraron en su cuarto a tientas, una vez que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad el la condujo hasta la cama. Una vez allí, sus manos y labios comenzaron a buscarse con desesperación.
Sus besos ardientes, rebosaban de pasión... pero no de lujuria, aun había en ellos algo de pureza. Algo ya casi inexistente en ese mundo corrompido por la maldad y la codicia de los hombres.
Con presteza fueron desvistiéndose, tenían mucha prisa por amarse, y por demostrarse cuanto se querían. Las prendas caían al piso de la minúscula habitación, finalmente, ambos quedaron desnudos uno frente al otro.
El comenzó a explorar cada rincón de la anatomía de ella. Con sus manos sobaba con suavidad los firmes y respingones pechos de ella. La jovencita suspiraba y temblaba de la emoción... esa noche se entregaría por completo al hombre que mas amaba en la tierra, haciendo realidad todos sus deseos.
Las manos trémulas de Mariana comenzaron a acariciar en las penumbras el cuerpo de su amado. La luna salió paulatinamente de entre las nubes, haces de una tenue luz invadieron el cuarto. Los amantes por fin pudieron verse mejor...pero no por eso detuvieron sus caricias, que cada vez iban tomando mas audacia.
Los contoneos y evoluciones de ambos fueron desarmando la cama que apenas crujía (se, buena cama ^^). El miembro erecto de él estaba ya a punto del colapso por la excitación despertada. Con poca dificultad, fue insertándole su sexo a la joven que se encontraba muy mojada.
Sus embistes cada vez cobraban mas fuerza, mientras ella gemía sonoramente con cada golpe de su amado que la miraba embelesado a la luz de la luna. El efecto de luces no era de lo mas raro, pero ejercía una influencia sobre ellos.
El la sentó a ella sobre sus muslos y acto seguido la penetro nuevamente haciéndola sentir de nuevo esa dura estaca adentrándose en sus entrañas. Mariana se dejaba llevar, sus pechos subían y bajaban al ritmo del rítmico movimiento. El sudor de sus cuerpos inundaba el ambiente dotándolo de un vaho de sexo y sudor.
Pocos embistes mas bastaron para que Mariana terminara por correrse sobre su amado, las olas de ardientes fluidos vaginales la colmaron. Unos minutos después Osvaldo soltaba por completo su carga de semen en el interior de Mariana.
Ambos se quedaron abrazados en la cama, brindándose calor... habían pasado un momento mágico y aun se resistían a que acabase.
Dímelo de nuevo. Pidió ella.
Te amo. Respondió él.
¿Cuanto me queres?. Inquirió la joven.
Tanto que daría mi vida por vos. Dijo Osvaldo con resolución.
Volvieron a fundirse en un beso, para luego vestirse y salir mas enamorados que nunca a la calle. Ella volvió a su casa, esperando el momento para volver a verlo de nuevo; sin embargo...ese momento nunca llego.
Esa misma tarde, mientras el cumplía con uno de sus trabajos protegiendo a un importante funcionario; un fanático saco de entre sus ropas un arma y disparo sin pensarlo dos veces. El joven, se interpuso para cumplir con su obligación... recibió los disparos.
Un hilo de sangre salió de la comisura de sus labios, las balas de ese calibre 38 ya habían hecho mella en su cuerpo. Los otros miembros del equipo redujeron al hombre, mientras Osvaldo moría.
Su visión comenzó a nublarse, el frío invadió su ser; las fuerzas lo abandonaron por completo... pero lo mas extraño fueron sus ultimas palabras:
- Mariana... te.. te...amo.
En el umbral mismo de la muerte, la única motivación para rendirse a la vida fue su amor por esa persona especial. El realizo su trabajo, pero siendo consciente de que así también la protegía a ella.
Eso es todo por ahora, espero les guste... El titulo fue lo ultimo por lo que me decidi (disculpen). ^^