miprimita.com

MU Capitulo 57: Sinfonía de Destrucción

en Otros Textos

Capitulo 57: Sinfonía de Destrucción

Subieron rápidamente la última cadena de montañas. Parados allí en la cúspide, pudieron por fin divisar la ciudad maldita. No dijeron nada, ya no había apreciaciones posibles para algo que desaparecería. Circe hizo girar su lanza unos momentos y luego la arrojó con fuerza a la tierra. Diógenes le emulo, Schekander hizo lo propio con su espada. Abigail tomó una saeta y concentrándose arrojó un disparo congelante.

Luego de eso, los guerreros se arrojaron desde allí hacia su blanco. No importaba que no llevaran armas. Ya nada podría detenerles, lo único en sus mentes era reducirlo todo a polvo. Estaban embriagados por la ira y los deseos de venganza. Otra figura apareció en esa cúspide, mirándoles volar hacia su destino.

La figura comenzó a reír y a moverse como un director de orquesta. Si... podía sentirlo, la Sinfonía de Destrucción finalmente daba inicio. Esas cuatro furias ahora se soltaban, dando rienda suelta a sus impulsos. Los deseos de vengar a Baiken podían más que la prudencia.

Circe estaba desmembrando bestias con sus manos cuando los otros tres llegaron. Les horrorizó por unos instantes la ferocidad de esa mujer. Los cabellos plateados se revolvían con cada movimiento de esa fiera. Sus puños atravesaban corazas y cuerpos sin un solo titubeo.

Un montón de criaturas se abalanzó sobre ella. Circe no se amilano, solo les destruyó antes de que le pudieran tocar. Eran solo basura insignificante. Schekander y Diógenes ya estaban liándose a golpes con las bestias. Abigail por su parte acababa con sus adversarios a fuerza de flechas. Usando toda su pericia, ni siquiera les dejaba verle. Sus dedos tenían cuatro saetas. A razón de cuatro por vez estaba lanzando sus disparos de muerte.

Circe rió y deteniéndose por un instante les dejo venir. Cuando ya estaban a punto de tocarle la cara... la mujer aumentó su velocidad de golpe. Fue como si un relámpago blanco atravesara la planicie de golpe. Las bestias quedaron flotando en el aire, no habían podido pararle. Sin embargo, los golpes que aparecían en los cuerpos... daban crédito a que ella si les había golpeado. Schekander, Diógenes y Abigail secundaron a la elfo que ya se había hecho con su arma.

Al tener contacto con su lanza, el rostro de la mujer formó una sonrisa. Los labios ensancharon la expresión... estaba lista para comenzar a desatar su poder. Schekander le pasó por al lado y luego de dar vuelta de un golpe a un Caballero Maldito, tomó por fin su espada. Diógenes se las vio mas complicado, su arma estaba en el comienzo de la ciudad.

Se tronó los nudillos y apretó el paso. Usando las técnicas aprendidas en la Orden y las que aprendió de ver a Gunther... el lancero se abrió paso. Tardó varios minutos hasta que pudo tomar su arma. Se sintió aliviado de volver a tenerla en sus manos y ya sin esperar más uso su Golpe Tornado. Los vientos salieron como un vendaval destrozando a todo rival que encontraron. Schekander saltó y desde el aire uso su Espada Rápida, haciendo que la cantidad de victimas se elevara. Abigail se detuvo junto a ellos y comenzó con una andanada de Flechas de Penetración.

Circe entonces les mostró su gran Tornado de Filos. Haciendo girar su lanza por encima de la cabeza, la arrojó como una jabalina. Fue como si lanzara una bomba, los cuerpos en un radio muy amplio simplemente estallaban. Esa centella los atravesaba sin piedad alguna. Se miraron un instante y entonces comenzaron a destruir todos los pilares de esa ciudad.

Pulverizaron los edificios abandonados, destrozaron a las bestias que se les opusieron. Dejaron de razonar, solo la furia primaba. La sangre hervía en sus venas palpitantes, tiñendo sus sienes de furor. Las armas entintas de sangre destrozaban todo lo que había en su paso. Lo hacían en silencio, nada decían o gritaban.

Lord Kundum salió de su palacio hasta el balcón. Desde allí pudo ver el fuego de la destrucción. Oyó los gritos de dolor y agonía de sus propios servidores. Vio con asombro como esos cuatro extraños irrumpían en su ciudad. Ahora la estaban reduciendo a la nada, así de sencillo. Sonrió por unos instantes, era lógico... después de todo... él les había provocado. Se dio la vuelta, dándoles la espalda. Ahora solo quedaba él para hacerles frente.

Abigail ahora disparaba saetas congelantes a discreción. Con el impacto de cada una de ellas... cientos de criaturas quedaban confinadas a una gélida muerte. Ahora que podía usar la técnica a voluntad, ya nada le detendría. Diógenes lanzó su técnica contra el palacio. Haciéndolo temblar, Schekander se encargo de la puerta. Circe avanzó como un relámpago, pero se detuvo de repente.

Allí parado ante ellos, ahora aparecía una figura. Un solo hombre enmascarado, su armadura estaba ricamente confeccionada. En su brazo izquierdo llevaba un escudo y en su mano derecha nada. Aunque podía verse una espada del otro lado. La capa escarlata se movía con el viento que ahora zumbaba por el lugar. Entre los cabellos rubios podían apreciarse algunas canas. Ese hombre era Lord Kundum.

Lo han hecho bien, Circe, Diógenes, Schekander y Abigail- Dijo el enmascarado.

¿Cómo sabe nuestros nombres?- Inquirió Abigail.

Como no saberlo, mis súbditos hablaban mucho de ustedes. Ellos quisieron batirse en combate con los intrusos, yo no se los ordené. Cada una de las bestias o apariciones que ven aquí. Todos aquí me respetan y aprecian, por esa razón pelean en vuestra contra- Dijo el guerrero.

Deja de hacerte el santo, Demonio Regidor- Le dijo Diógenes.

Heh, parece que aún siguen llamando así fuera de este lugar. ¿Todavía me temen en Lorencia?- Preguntó el hombre.

Y en todo el continente- Le respondió Schekander.

Ha... es gracioso. Todo esto pasa por superar los poderes del emperador. Al ver que su súbdito era superior a él en forma abismal... me envió lejos. Puso precio a mi cabeza, fraguó historias y leyendas de un pasado que no existe. ¿No sois capaces de creerme?- Les preguntó nuevamente el Lord.

Deja esas estupideces para los incautos. A mi no me interesa nada de eso... estoy aquí para vengar a mi tribu- Le dijo Circe, adelantándose.

La ultima de los elfos de Kalars... ahora recuerdo. Heh, no tiene sentido seguir actuando contigo. Vamos a pelear- Dijo el Demonio riendo.

Circe se lanzó hacia él con toda su velocidad y descargó un golpe de su lanza. Kundum lo detuvo con su escudo, aunque el piso se hundió alrededor de ambos. Ahora le atacó con la otra punta de su lanza, pero el guerrero lo evitó. La pierna de ella si golpeó el pecho de ese hombre. Y entonces aprovechando el espacio atacó. Las hojas chocaron haciendo que todo en un radio de cien metros temblara. Ambos luchaban por imponerse, pero ninguno cedía un palmo.

La elfo desapareció de la vista del hombre y apareciendo a sus espaldas intentó ahorcarle con su lanza. Kundum estaba en aprietos, esa dama realmente estaba peleando en serio con él. Rápidamente le golpeó con su cabeza en la cara, pero ella no le dejó. Otro golpe, pero el agarre se volvió más intenso. Le dio un codazo al que le siguieron muchos más. Fue entonces que ella le soltó.

El enmascarado suspiró aliviado, pero los ojos de esa mujer le dieron a entender otra cosa. Todavía estaba en peligro, fue muy tarde para él. Ese haz de luz alcanzó su mascara. Esta protección cayó partida en dos. Revelando ante los presentes el verdadero rostro del malvado.

Ese Lord estaba atónito, sus bellos ojos verdes eran muy expresivos. Los cabellos dorados ahora quedaban sueltos. Su rostro sereno e inmaculado había sido alcanzado. Un solo raspón adornaba su frente, eso había sido obra de Circe. El hombre apretó los puños y levantó su espada. Sus dientes formaron una mueca terrorífica y entonces ocurrió.

Destruye, Agatha.

La hoja de esa espada largó un brillo cegador y como una centella se dirigió al pecho de esa mujer. Un golpe sordo y el sonido de aceros chocar sorprendió al hombre. Alguien había detenido el recorrido de la hoja. Schekander ponía todo su empeño en parar ese ataque asesino. Dándole así una oportunidad a la elfo que se lanzó como un relámpago.

El puño de esa elfo iba disfrazado y cuando Kundum intentó bloquear. Ella ejecutó una llave, tirandole a un lado. Su lanza atacó, lo mismo que la espada de él. Fueron apenas milésimas de segundo. Pero eso fue suficiente para que ambos se hirieran. El espadachín quedó con una rodilla en el suelo. Mientras la elfo de ébano intentaba levantarse.

Schekander se lanzó al ataque, secundada por Diógenes y cubiertos por Abigail. Las saetas de penetración pasaron entre los dos guerreros que ya estaban atacando. Kundum evitó las flechas y bloqueó los ataques de esos oponentes. Les detuvo con una facilidad pasmosa, pero ellos atacaron allí mismo. Una patada en conjunto y entonces no dijeron nada.

Los vientos salieron en forma de huracán, mientras esos destellos pasaban y daban en el blanco. Dos cortes se abrieron en la mejilla derecha de ese hombre que movía su espada a toda velocidad, intentando bloquearles. Los vientos llegaron después, resistió con todas sus fuerzas y entonces usando su arma destrozó los vientos con un solo tajo.

Diógenes se quedó impresionado, ese golpe fabuloso e invencible... había sido destruido con facilidad por ese guerrero. Tantos años entrenando para perfeccionarlo y ese hombre había destrozado cada uno de sus esfuerzos. Entre él y Schekander solo habían conseguido herirle levemente. La mayor parte del daño lo había inutilizado con su espada y escudo.

Kundum estaba enfurecido, nadie había sido capaz de hacerle un rasguño en mucho tiempo. Y esos pequeños bribones lo habían hecho. Ahora... debían pagarlo y con sangre. Se quitó la capa y mientras la dejaba caer se lanzó al ataque, desapareciendo de la vista de ellos.

Antes de que la capa cayera, la voz del guerrero le chistó a sus rivales que sorprendidos dieron la vuelta. Al hacerlo, fue como si miles de aguijones se clavaran en sus cuerpos. Los gritos de dolor se oyeron por toda Ishkar. Lord Kundum clavó su espada en el suelo. Mientras les explicaba:

Lo que recibieron fue mi técnica de Corte Fantasma. No se preocupen, solo dos personas lograron verla. De ellas solo una esta con vida... esa mujer allí tirada logro ese milagro. Mis ataques pueden superar la velocidad de la luz, es por eso que no deben avergonzarse. Simplemente soy demasiado fuerte para Uds.

No podrás vencernos solo con eso- Dijo Diógenes.

Hemos enfrentado rivales mucho más fuertes que nosotros. Estamos acostumbrados a llevar las de perder- Le dijo Abigail.

Veo que sus espíritus son tan fuertes como me habían dicho. En verdad me agrada mucho luchar contra Uds. Pero mi conquista no puede retrasarse, ya les debilité bastante. Ahora dejaré que mis súbditos les maten- Dijo el enmascarado dándoles la espalda.

Dos cortes arrastraron al espadachín que sonrió, altivo. No era bueno subestimarles, ellos podían ponerle en un aprieto. A sus espaldas pudo sentir las cuerdas tensarse, las saetas salieron disparadas con una velocidad de miedo. Se arrojó al suelo para evitarlas y contemplar como Circe caía sobre él.

De nuevo, lanza y espada se encontraron. Pero esta vez prevaleció la lanza y el golpe terrible hizo temblar y hundirse todo el palacio. Circe intentó atacar, pero cuando levantó su lanza... un sonido le alertó. La hoja había entrado en su cuerpo, una estocada impecable desde el suelo. Kundum no quería avanzar para evitar herirle más. Pero ella apretando sus dientes descargó su golpe con furia.

Ese golpe fue todavía mas terrorífico que el primero y el Lord vio con asombro como su escudo se hacia añicos. Las rajaduras abrían paso a grietas que se agrandaron a cada instante. Luego, los pedazos comenzaron a caer de su brazo protegido. Ahora... su defensa no sería tan buena. La elfo de Kalars sonrió mientras daba vuelta sus ojos y se dejaba caer.

Kundum se paró y moviendo su mano hacia atrás se decidía a cercenarle la cabeza. Si, debía matar a esa mujer. Si le dejaba viva, la próxima vez podría herirle con gravedad. La mano del verdugo se movió, pero una saeta desde el cielo caía sobre él. No pudo lograr su cometido, esa flecha no era como las anteriores. Tuvo que huir antes de quedar atrapado en ese hielo abominable.

Abigail sonreía triunfante ante ese hombre enfurruñado. Sin embargo, su rostro se demudó al verle venir hacia ella. Diógenes y Schekander le salieron al encuentro, trabándose en combate. Espadas y lanza se movían a una velocidad de vértigo. Esos tres guerreros utilizaron toda su pericia para luchar. Pero, al menos en nivel técnico estaban igualados... momentáneamente.

La arquero los observaba con atención, esperando el instante preciso en el que dejar ir sus flechas. Cuando percibió que sus pies comenzaban a moverse hacia atrás. Entonces las dejó ir. Cuatro proyectiles con la muerte grabada en ellos volaron hacia su blanco. Él guerrero acosado evadió con éxito tres, pero no se esperó esa cuarta saeta.

Un grito salió de la garganta de ese hombre. Que recibió dos cortes ante el sorpresivo avance de esos jóvenes. Uno por cada pierna, estas volaron en un mar de sangre. El cuerpo cayó en estertores de agonía, temblando y palpitando. Diógenes llegó hasta el hombre suplicante y mirándole fríamente sentenció:

Este es tu fin, Lord Kundum.

La hoja de esa lanza giró y se enterró en el cuerpo de ese hombre. El grito de dolor se ahogó por la sangre que inundó su boca. Ese había sido el final, Diógenes retiró la hoja de su lanza y palmeando a Schekander volvían junto a la rubia. Pero Abigail no estaba para nada tranquila.

Se sorprendieron al verla tensar de nuevo las cuerdas de su arco. El rostro pálido les dio a entender que algo iba mal. Cuando se dieron vuelta... el horror les paralizó. El que habían dado por muerto, reptaba hacia sus piernas cercenadas. Era un mal sueño, no podía ser cierto. Le habían atravesado el pulmón y ese hombre ahora se movía como si nada. Al llegar hasta sus piernas, las tomó y acercándolas a su cuerpo volvió a unirlas.

El trío de guerreros sintió que el piso se abría delante de ellos. Un enorme abismo les engullía, llevándoles al olvido. Ese abismo insondable era lo que les separaba del guerrero frente a ellos. Le habían lastimado, lo mutilaron y lo remataron... sin embargo, ese ser volvía a pararse. Los ojos ahora habían adquirido una tonalidad ambarina que se nublaba con las pupilas. El pelo había dejado de ser rubio, volviéndose negro como la noche.

Bien, parece que es hora de tomarles en serio. Aprendices- Dijo el guerrero.

No puede ser- Dijeron los tres.

Cortador de Cielos- Dijo con calma el Lord.

Solo pudieron ver un destello venir hacia ellos. Sin embargo, un relámpago blanco se interpuso. Circe se había podido recuperarse un poco y volvía para auxiliarles. Lo siguiente fue un choque entre esos dos resplandores. Aunque Kundum ni siquiera se inmutaba. El duelo de fuerzas entre esos dos iba más allá de toda imaginación. Los vientos les envolvían, mientras destrozaban todo alrededor.

Desde la cúspide de una montaña, el director de la orquesta seguía. Los brazos se movían, mezclando las notas cada vez con más furia. Si, la Sinfonía de Destrucción estaba llegando a su clímax. Podía sentirlo, ya era hora de abandonar las sombras e intervenir. Solo él podría concluir la Sinfonía. Se sonrió por unos instantes y los brazos se detuvieron y bajaron. El momento era ahora…

Continuará…

Mas de Tenchu

MU Capitulo 60: Esperanza. (Epílogo al final)

MU Capitulo 59: Viento y Oscuridad

MU Capitulo 58: Recuerdos en Ishkar

MU Capitulo 56: Busqueda

MU Capitulo 55: Mortal Kombat

MU Capitulo 54: 800 Flechas

Mu Capitulo 52: Noche Salvaje

MU Capitulo 51: Caceria

Pato Criollo

MU Capitulo 50: Padre e hija

Mu Capitulo 49: Ishkar

MU Capitulo 48: Traspasando el Fin del Mundo

MU Capitulo 47: Reunión

Una Historia de Navidad

MU Capitulo 46: Por Uds. Mis soldados

MU Capitulo 45: Derrotas y Sorpresas en Kalima

MU Capitulo 44: Devolviendo Memorias

MU Capitulo 43: En la Marca del Este

MU Capitulo 42: La Marca Este

MU Capitulo 41: Avances

MU Capitulo 40: Un año después

MU Capitulo 39: Kalima

MU Capitulo 38: El Lamento de Lorien

MU Capitulo 37: ¿Que ocurrió con Abigail?

MU Capitulo 36: La espada resurge

MU Capitulo 35: Arusa el ayudante

MU Capitulo34: La Instruccion de Diamante

MU Capitulo 33: Una guerra se vuelve leyenda

MU Capitulo 32: La Orden de Caballeros Fantasma

MU Capitulo 31: Icarus

MU Capitulo 30: Preparación y despedida

MU Capitulo 29: Alas de Esperanza

MU Capitulo 28: Duelo en Tarkan

MU Capitulo 25: Entrenamiento y Sacrificio

MU Capitulo 24: Duelo en Davias

MU Capitulo 23: Punto de encuentro

MU Capitulo 22: Heridas

Mu Capitulo 21: De nuevo en Davias

MU Capitulo 20: El poder de Circe

MU Capitulo 18: Secuelas y una promesa

MU Capitulo 17: La plaza del Demonio

MU Capitulo 16: Camino a Noria

MU Capitulo 15: La visita a Peleo

Mu Capitulo 14: Aparece un rival

MU Capitulo 13: La verdad de Asura

MU Capitulo 12: Aventuras en el Estadio

MU Capitulo 11: El fin de una leyenda

MU Capitulo 10: Lucha en Tarkan

MU Capitulo 9: El pasado de Peleo

MU Capitulo 8: Viajando por Tarkan con Peleo

MU Capitulo 7: El Septimo piso de la Torre Perdida

MU Capitulo 6: Explorando la Torre Perdida

MU Capitulo 5: Hacia Davias

MU (04: Guerra de Clanes)

MU (03: La tutoria de Abigail)

Mu (02: Asura, el psicopata itinerante)

MU (01: Comienza una leyenda)

Mugen: Balance

Mugen (13: Acto Final)

Mugen (12: Infierno y Regreso)

Mugen (11: Premonición y Perdición)

Mugen (10: Mente Criminal)

Mugen (9: Maldición)

Mugen (8: Exilio)

Mugen (7: Sadismo e Igualdad)

Mugen (6: Revelación)

Mugen (5: Mentiras)

Mugen (4: Misión)

Mugen (3: Revelación)

Mugen (2: Violación)

Mugen (1: Encuentro)

El guerrero (17)

El guerrero (15)

El guerrero (16)

Cambio

El guerrero (14)

El guerrero (13)

Uno menos

Reencuentro

El guerrero (12)

El guerrero (11)

La aparición de Nemesis (1)

La aparición de Nemesis (2)

Justicia sin precio

Controlandome

Historia para Clark Kent

La charla

La moza

El guerrero (7)

Mientras llovía allá afuera

El guerrero (5)

Una forma de amor

El guerrero (4)

Castigo Celestial

¿Un sueño? ¿o tal vez una premonicion?

A ella

Cambio de roles

Paso durante la semana de la dulzura

El guerrero (3)

Un encuentro inesperado

Combate durante el Crepusculo

La conocí mientras se desudaba

El Escorpión Resolana

Los dos Compañeros: El Campamento

Camino a Kanazawa, sigue la aventura...

El panzón y la niña

Mi primera vez con una marimacho

Un encuentro Increible

Sexo sobre ruedas

Una intriga, una victima y sexo

Mientras te retrataba

El luchador y su protegida

Usted sera mio

Percepción

Primer Encuentro