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MU Capitulo 44: Devolviendo Memorias

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Capitulo 44: Devolviendo memorias

Ese nuevo día los soldados se levantaron temprano. Como cada mañana, los ejercicios matutinos fueron duros. Tuvieron que correr diez vueltas a la fortaleza. Escalar y luchar contra los más experimentados. Y luego de todo eso, marchar al combate. Si, al mismo campo de batalla de todos los días.

Las dos divisiones juntas luchaban en formación contra ese mar interminable. Bestias, apariciones y monstruos de todo tipo les salían al encuentro. Con la organización y la cobertura que les brindaban desde las murallas podían mantenerlos a raya. Después de eso, intervenían los dos guerreros más fuertes. Schekander y Sigurn se lanzaban a la vanguardia.

Aunque la diferencia de nivel entre ambos era grande. Estaban por encima de los demás de su clase. Por eso, ambos tomaban ese riesgo tan grande. Solo confiaban en sus espadas. Con valor se encomendaban al Dios Odin y luego a pelear. Después ya era cortar y matar, todo parecía parar para los dos. A Schekander se le hacia tan conocida esa sensación. Por momentos era como pelear con Diógenes... salvo que Sigurn era mucho más poderoso.

Podía coordinar fácilmente con ese espadachín tan impresionante. Sigurn se movía con una velocidad que se le hacia difícil de mantener. Sin embargo, aunque no lograse alcanzarle. Con su técnica de espada rápida podía igualarle. El Caballero Dragón estaba sorprendido por las habilidades de esa mujer.

Parecía mentira, hace diez años había sido él mismo quien le enseñó a usar la espada. Y ahora, ahí estaban los dos luchando codo a codo. Esa niña dura había crecido, no solo físicamente. Su nivel técnico era impresivo, ya creaba sus propias técnicas de lucha. Sin querer había dejado de ser una simple berserker.

Ahora había comenzado a transitar el mismo camino que él. Pero... ese camino conducía a dos destinos: Uno, el de volverse un Caballero Dragón. El otro... hundirse en las tinieblas del berserker. Sigurn era un representante del primer camino. Del segundo camino, no se conocían casos. Se rumoreaba que el mítico Thor de Penta Gama había alcanzado ese estado definitivo. Pero nadie vio jamás de nuevo a ese guerrero. Se dice que desapareció camino al fin del mundo.

Sin embargo, como guerrero y ex tutor de Schekander no podía intervenir. De ahora en más, las decisiones de ella le llevarían a su destino. El guerrero de Alfa se alejó un poco de su discípula. Sentía que ella también podía luchar a solas contra ese mar. Pero por si las dudas estaría alerta, vigilándole.

Al sentirse sola, la berserker pudo concebir la falta que le hacían sus amigos. Se detuvo por unos instantes. Tal vez deseaba ver a un Diógenes corriendo presuroso hacia ella para ayudarle. Pero nadie vino, una desilusión. Solo eran bestias y demases, su amigo no estaba entre ellas. Schekander cerró sus ojos y se concentró, la técnica definitiva debía estar lista para el ataque.

Fue un solo movimiento pero ni siquiera pudo verlo. Una fracción de segundos y esas bestias fueron partidas en un montón de pedazos. La lluvia de sangre y partes cercenadas dejó asombrado al guerrero. Por fin la técnica distintiva de Schekander salía a la luz. Ese era el poder que había adquirido luego de entrenar bajo el ojo de la muerte… los ojos de esa elfo fría y sanguinaria.

Durante diez meses Diamante le había sometido a todo tipo de entrenamientos. Con el fin de ayudarle a mejorar su movilidad y destreza. Cada mañana desde ese entonces era una carrera por su vida. No solo en sentido figurado, en verdad tenía que moverse rápido. Las saetas despiadadas no le esperaban. Ahora los resultados estaban a la vista y esa técnica lo resumía todo.

Mientras luchaba algo llamó su atención. Unos gritos de combate y lucha se oían tras esos árboles. Si embargo era confuso, también se percibían gritos de júbilo. ¿Alguien disfrutaba luchando allí? ¿Serian otros berserkers? ¿O tal vez era una trampa? Esas dudas le desconcentraban mientras blandía su espada.

De pronto vio salir un hechizo de Rayo de agua. Schekander evadió el ataque mientras seguía luchando. Lo vio salir hecho una furia, era un Maestro de almas que vestía andrajos. Solo sus pantalones y sus botas, amén de sus poderes daban parte de sus trazas. Los cabellos enmarañados le conferían una apariencia feroz. Sin embargo, la barba blanca parecía atenuar la primera impresión.

El mago llevaba una sonrisa socarrona en sus labios. Mientras lanzaba de nuevo su hechizo gritaba:

VAMOS, BASURAS. VENGAN POR MÍ SI QUIEREN. AQUI ESTA BAIKEN PARA MACHACARLES.

La germana miró asombrada tras oír sus palabras. Entonces, eso quería decir que ese Mago era el compañero de Diógenes. Los cabellos del albino se comenzaron a parar, entonces una lluvia de rayos cayó sobre las bestias. Schekander evadía los rayos mientras vencía a los que tenía a mano.

Un movimiento de su espada bloqueó dos rayos que iban dirigidos a ella. Se agachó y giró dispuesta a destrozar a ese mago. Cuando estaba a punto de lanzarse, notó que los ojos de ese Maestro de Almas estaban cansados. El cuerpo le temblaba al Mago que ya riendo se dejó caer. Sus poderes mágicos habían alcanzado el limite y al traspasarlos uso parte de su energía vital.

La berserker envainó y se acercó al hombre que estaba desvanecido. Cuando estaba a solo unos pasos del hombre. Pudo sentirlo, alguien le amenazaba desde un lugar indeterminado. Cuando estuvo a punto de dar el siguiente paso, saltó hacia atrás. La hoja de esa lanza casi le traspasa la cabeza. Pensó que ya había pasado todo. Sin embargo, esa mano que se aferró a su hombro le indicó lo contrario.

Esos cabellos negros ondeaban en la espesura de la selva. Mientras esa mirada de fuego, encendida más por la sonrisa socarrona le indicó que ese tenía que ser. Si, ese debía ser Diógenes… pero, ¿tanto había cambiado? El puñetazo fue directo a su rostro. Schekander lo bloqueó con su mano izquierda.

Su mano tembló ante ese golpe y pensar que hace un año ella le consideraba un debilucho. El Caballero se soltó y cayó a unos metros para desaparecer entre unas matas. La germana se quedó quieta, esperando a un nuevo ataque. Cuando de golpe le vio caer sobre ella. Ambos terminaron en el suelo, ella intentando sacárselo de encima y él, luchando por llegar a su objetivo.

Cuando sus miradas enardecidas se cruzaron… ambos dejaron de luchar. Una extraña y vaga sensación embargó al guerrero. Los ojos de esa persona removían su interior. Las memorias volvían a la mente de ese agresor. Esa mujer tatuada alguna vez le había protegido. Si, era la misma que le mostró la realidad del arte de la guerra.

Esa misma fémina fue superior a él. Le había llegado a admirar en muchas ocasiones e incluso le vio como alguien inalcanzable. Pero ahora… la situación era totalmente diferente. Su mano estaba sobre la garganta de esa chica, mientras las manos de ella intentaban detenerle. Los agarres cesaron, el guerrero se dejó caer al lado de esa mujer. Cerró sus ojos por un instante, calmándose y entonces habló:

¿Eres tú, Schekander?

Dime, guerrero… ¿cual es tu nombre?- Preguntó ella.

Heh, no me reconoces. ¿Cierto amiga?- Le dijo él con una sonrisa.

Respondeme- Pidió la mujer.

Soy yo, Diógenes- Afirmo el moreno.

Bien, eso es lo que quería oír. Ahora prepárate- Le dijo ella mientras se levantaba.

¿Cómo dices?- Alcanzo a decir él.

La mujer se levantó convertida en una furia. Sus manos sacaron la vaina de su espalda, esta vez iba en serio. El aire a su alrededor se enrareció, mientras desenvainaba. Sigurn se inquietó al percibir ese cambio. Las bestias no se acercaban a esa zona. Podían percibirlo también y les causaba miedo.

Diógenes se paró y sonrió, ahora ella le tomaba en serio por primera vez. Ya no sería solo un combate a mano como en aquel entonces. Ahora, por primera vez estaba decidida a luchar con todo. El lancero tomó su arma y esperó lo inevitable. La germana se lanzó al ataque.

Esta vez su figura pareció multiplicarse, su velocidad estaba fuera de toda escala. Sin embargo, Diógenes detuvo el golpe que descargó esa espada descomunal. El suelo se hundió a sus pies, pero resistió el embate. Schekander esbozó una sonrisa y atacó utilizando sucesiones.

Diógenes sentía de nuevo el poder de esa mujer. Con un corte horizontal alejó a la mujer. Schekander estaba impresionada, ese Diógenes había podido soportar sus ataques. Esta vez ella no se estaba conteniendo, atacaba en serio al lancero. Sin embargo… él no se esforzaba para nada. ¿Tanto había mejorado?

Ahora me toca a mí- Dijo el lancero.

¿Cómo?- Preguntó ella, azorada.

Golpe Tornado- Se limito a decir él.

La lanza se movió rápido una sola vez. Las ráfagas de viento destrozaron todo a su alrededor, pero Schekander lo resistió. Al terminar el ataque, la vaina salió despedida hacia el guerrero. Evadió el ataque, pero quedó indefenso ante esa estocada. La punta de la espada de esa germana paró a unos milímetros del pecho.

La tatuada saboreó su victoria, aunque cuando miró hacia abajo. Si, la hoja de la lanza estaba cerca de su abdomen. Toda su confianza pareció derrumbarse en ese segundo, ya no era superior a él. Ese guerrero recibió todo lo que ella podía dar y venció. Diógenes retiró su lanza y sonrió emocionado. Por primera vez había superado a quien fue su modelo en el combate.

Gracias por tomarme en serio. Schekander- Dijo el hombre.

La mujer no contestó, solo crispó su puño y lo dejó salir todo:

IMBECIL, IDIOTA ¿COMO PUDISTE DEJARLA SOLA? ¿PORQUE LA ABANDONASTE? ¿PORQUE NO LE RESCATASTE? ¿QUE GANASTE VINIENDO AQUÍ TU SOLO?

Tuve mis razones, amiga- Le dijo él, serio.

¿QUE ES MAS IMPORTANTE QUE ESTAR JUNTO A ELLA?- Le gritó ella.

SU VIDA, MALDITA SEA- Respondió con un grito el guerrero.

Esas cuatro palabras bastaron para acallar a la berserker. Tanto quiso saber y lo que encontró le dio como un mazazo en el rostro. Si, ese debilucho fue consciente todo el tiempo de cuan débil era. Pero, a pesar de esa debilidad quiso proteger a quien más quería. Por eso, juzgo mejor dejarle en un lugar seguro. ¿Y que mas seguro que su hogar?

El joven dejaba al desnudo su propio corazón. Eran sus pensamientos y sentimientos los que le llevaron a actuar así. Tan estoico y a la vez tan estupido. Preferible perderse él y no ella. Mejor morir solo que sufrir el dolor de perderla ante sus ojos. Diógenes ató su lanza a la espalda y mirando a su amiga habló de nuevo:

No quería ser un inútil incapaz de protegerla. Ella misma era más fuerte que yo, quien deseaba ser su protector. Si podía amarle, ¿Porque tenía que protegerme ella a mí? No me arrepiento de haberle abandonado- Dijo Diógenes con enfado.

Ojala algún día pueda conocer a alguien que hiciera lo mismo por mi- Dijo ella, con celos.

Si tan solo te hubiera conocido antes que a ella- Le dijo el lancero.

Calla, insensato. Las cosas ya están bien tal y como se hallan. No quisiera tomarte si no soy correspondida- Dijo ella con sonrojo.

AHEM, podrías presentarme a esa belleza. Aunque creo que seria mejor que lo hagas antes de que este mar de monstruos nos mate- Intervino Baiken.

El mago ya había despertado y de nuevo estaba manteniendo a raya a ese mar de apariciones. Después de todo, la atmósfera opresiva surgida de las energías de esos dos ya se había disipado. Baiken vio como una centella de luz venía hacia ellos. Se cubrió con su escudo de mana temiendo una colisión.

Sigurn desapareció en un instante, apareciendo al lado de Diógenes. Cuando el lancero sintió esa mano posarse sobre su hombro… lo primero que atinó a hacer fue a golpear con el codo. La otra mano detuvo el ataque y entonces el Caballero habló:

Así que… ¿Este es el hombre del que hablaban?

Si, amigo Sigurn. Es un viejo compañero de armas, déjale por favor- Dijo Schekander.

Bien, si tú lo pides así será- Replico Sigurn mientras le dejaba.

Las manos del hombre soltaron al lancero. Este se dio vuelta para mirar a quien pudo matarle y no lo hizo. Ese hombre que le miraba complacido era el Legendario Sigurn de alfa. Diógenes no podía creerlo, esa leyenda viva estaba ante él. Y no solo eso… le había tocado. Esa presencia despedía poder con cada milímetro de su cuerpo. Su esencia era muy diferente a la de Asura.

El Caballero Dragón les invitó a la fortaleza de la marca del Este. Pero Baiken y Diógenes se negaron. Esto sorprendió a Schekander y a Sigurn, en verdad no se lo esperaban. Los dos viajeros se disculparon y les explicaron:

Otra persona viaja con nosotros, pero no comparte nuestras trazas ni nuestro oficio. Es una persona indefensa, por eso no podemos dejarle sola en nuestro escondite.

Comprendo, aunque me alegra saber que existen guerreros poderosos de nuestro lado- Dijo Sigurn.

Heh, es bueno ver a tantos poderosos reunidos. Es hora de que comience el verdadero combate- Dijo una voz grave y fría.

Los guerreros se quedaron helados, alguien mas estaba allí. De entre los árboles salió de nuevo ese encapuchado que Schekander reconoció al instante. Todos se pusieron en guardia ante esa presencia. El encapuchado desenvainó su Espada Espíritu, los recuerdos volvieron a Diógenes. Si, ese tenía que ser Asura el Psicópata Itinerante.

Bien, vengan a mí. ¿O prefieren que vaya yo a por Uds.?- Inquirió el hombre.

Ninguno de los presentes respondió, extrañamente el aura de Asura no asustaba a las apariciones. Pero cuando una de estas se acercó, bastó una mirada para que desapareciera. Una sonrisa se dibujó en el rostro del asesino, que dio un paso. La espada se apoyo sobre el hombro poderoso.

Ahora les enseñare lo que es el verdadero poder- Dijo la figura.

Déjenmelo, este hombre esta fuera de su liga- Dijo Sigurn mientras avanzaba.

¿Qué te hace creer que tu podrás conmigo? Iluso- Le espeto Asura.

Ahora te enseñare mis razones- Dijo Sigurn mientras desenvainaba.

El Caballero Dragón saludo al asesino que respondió con el mismo saludo. Con presteza se lanzo al ataque, mientras ese sujeto le esperaba. El aura que le envolvió aumento su velocidad. Esto sorprendió al Psicópata que con regocijo vio como se abría una herida en su hombro.

Schekander, Diógenes y Baiken apenas podían creerlo. El hombre que creían intocable era alcanzado por la espada de Sigurn. La sangre brotaba de la herida, pero lejos de sentirle quejarse. Pudieron oír con temor como ese guerrero comenzaba a reírse. Las risas se propagaron por el lugar. El guerrero legendario volvió a atacar con su golpe relámpago.

Los cortes abrieron tajos en la capa que cayo al suelo. Cuando el guerrero se detuvo a mirar. Pudo oír como sus amigos gritaban alarmados:

SIGURN, CUIDADO

Cayendo sobre él, Asura había evadido el ataque inicial y le devolvía la atención. El filo de ese sable rozo al Caballero que palideció. Ese hombre no era alguien ordinario ya que se las había arreglado para sorprenderle aun durante su propio ataque. El ojo de ese guerrero lo distrajo. Fue suficiente para que la empuñadura le golpeara. El corte que siguió a continuación abrió una herida en el guerrero Sigurn.

El Caballero Dragón estaba mas que sorprendido. En todo ese tiempo nadie había sido capaz de herirle. Y sin embargo, ese hombre lo había hecho parecer tan fácil. Asura estaba feliz, tanto que comenzó a lamer su espada. Una sonrisa de placer y regodeo aparecía en su rostro. Ese asesino estaba feliz, sin embargo no era suficiente... necesitaba doblar la apuesta.

Vamos, inútiles. Únanse a la fiesta- Incitó a los demás.

Los espectadores eran llamados también a la arena. Ese asesino les llamaba a embrazar sus armas y a batirse contra él. La mano de ese hombre los provocaba, mientras su mueca insana se ensanchaba. Cuando vio a los tres lanzarse al ataque, ese asesino les salio al encuentro. Detuvo con su espada las armas de Schekander y Diógenes, mientras recibía el hechizo de Baiken.

A Diógenes le propinó una patada que le mandó muy lejos. Con su mano tomó la muñeca de la germana que sintió por primera vez una fuerza superior a la suya. No podía zafarse y por eso ese hombre le levantó. Con un medio giro incrustó la espalda de esa mujer en el suelo.

VAMOS MAGO; DAME CON TODO LO QUE TENGAS- Gritó el Gladiador.

CONOCE MI PODER; BASURA- Respondió el mago, ya sacado.

SIIIIIIIIIIII, ESE ES EL ESPIRITU- Gritaba sonriente el asesino.

El Psicópata corrió al encuentro del mago que le lanzó su hechizo Rayo de Agua. A esto, Sigurn se levanto y moviéndose rápido se puso a espaldas del mago. Asura ataco usando el mismo hechizo. El Maestro de Almas no lo podía creer... sin embargo su orgullo le impedía perder en su terreno ante un Gladiador. Por eso se esforzó al máximo, deteniendo al Gladiador.

Cuando este vio que el ataque se detenía avanzó. Pero grande fue su sorpresa al ver que ante él estaba Sigurn de alfa. La sonrisa de esos dos espadachines se cruzó. Los cortes pasaron como dos haces de luz. Justo para que Baiken apareciera tras el asesino, golpeándolo con un hechizo de cometa. Cuando las rocas terminaron de caer y el polvo se disipo, el guerrero dijo en tono socarrón:

Que ¿ESO ES TODO?

Sigurn se lanzó al ataque utilizando esta vez su técnica distintiva: La ventisca del Dragón. Esta era su propia técnica que combinaba los vientos del Golpe Tornado con el poder del fuego. Baiken se alejó al percibir ese poder, pero Asura no lo hizo... todo lo contrario se lanzo a por él. Riendo gritó:

AHORA VERAS LO QUE ES EL VERDADERO PODER, SIGURN DE ALFA.

TE HARE CALLAR, MALDITO- Grito el Guerrero Dragón mientras corría.

FURIA DE LUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUZ- Grito Asura mientras se lanzaba al ataque.

Esa técnica fue mucho más rápida y poderosa que cualquier Golpe Tornado. La hoja vibro a una velocidad jamás vista, provocando que los vientos se volvieran una punta que atravesó la técnica de Sigurn. Schekander y Diógenes aparecieron para aportar lo suyo. Con su Espada Rápida, ayudada por el Golpe Tornado de Diógenes... ambos consiguieron frenar ese ataque.

Sigurn quedó enajenado, ese depravado había sido capaz de vencer su técnica. Esto era algo que jamás creyó posible, su técnica jamás había sido derrotada. Ni siquiera la Guardia Personal de Kundum podría con ella. Pero... ese sujeto si había sido capaz. El psicópata había superado incluso el nivel de una leyenda. El más despiadado y cruel de todos superó los umbrales. Ahora... les tocaba a ellos.

Continuará…

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