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El guerrero (15)

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El Guerrero 16

 

Las primeras luces del alba lo encontraron aún durmiendo, una figura se acerco a él y una cálida mano tocó su rostro. El muchacho abrió sus ojos, entonces la vió sonreírle una dama de pelo oscuro y largo sonrió. Cuando escuchó su voz recién ahí la reconoció, era Seiko.

Vamos, hay que volver. Tienes que oficiar en el entierro de tu maestro.

Si, será un honor.

Levántate, vamos.

El guerrero se levantó y comenzó a caminar detrás de la mujer, tenia que cambiarse para oficiar en el funeral. Ya en el hogar de la viuda esta lo obligo a bañarse, luego le dejó unas ropas que ponerse. El joven se vistió con ese kimono que tuvo que arreglar un poco ya que le quedaba enorme.

La viuda lo vió en el patio con esas ropa y le comentó:

Veo que te sientan bien esas ropas. Puede que te queden grandes, es que Zankuro era muy corpulento.

Ah, es molesto tener que ser comparado con otros. Dijo él.

Es exactamente lo que decía él.

¿Como?

Vamos, apresúrate que todos esperan por ti.

Shimonosuke apareció ante los lideres, tomó la cabecera de la ceremonia y comenzó con el ritual. Esa era su forma de despedir a su maestro, los demás aldeanos iban todos hacia el templo donde finalmente quemarían el cuerpo del anciano.

Seiko llegó con sus niños a participar, como los menos dignos tuvieron que tomar el ultimo lugar en la procesión. Cuando finalmente llegaron al templo, dos personas mas esperaban: Un hombre de cabellos oscuros y ojos penetrantes, escoltado por una dama muy bien ataviada.

Ambos saludaron a la comitiva, nadie parecía conocerlos. Shimonosuke al verlos se detuvo unos instantes, pero continuo con el ritual. Seiko también los vio desde lejos y supo que se trataba de los chinos. Los dos dieron sus condolencias y luego se marcharon.

Xung Kai rompió el silencio durante el camino al refugio:

Creo que ahora si, ya no encontrare a nadie a mi altura.

No lo creas así, hermano. Aún esta su pupilo, si es tan diestro como el anciano tendrás un igual. Dijo su hermana.

Eso espero. Respondió Xung Kai.

Los dos salieron del templo, adentrándose en los bosques hacia el campamento. Llegaron a salvo al lugar y se dispusieron a terminar con los preparativos. La su Xinxiao esperaba junto al grupo.

Al verlos llegar, los dejaron entrar y entonces comenzaron las preguntas:

¿Dónde estaban?

Dándole un ultimo adiós a un viejo amigo.

Bien, ¿comenzamos con el ataque?

No, posterguémoslo para mañana. Ellos ahora han sufrido una gran perdida, no creo que sea lo mejor.

Bien, esperaremos. Todos tienen asueto, aprovéchenlo. Dijo el general.

En la villa, la ceremonia llegaba a su fin. Finalmente, el cuerpo del maestro era envuelto por las doradas y rojas llamas del fuego purificador. Estas parecían confundirse con el ocaso. Muchos decían que con esto, el hombre descansaba en paz ahora.

La gente fue retirándose, tenían cosas por hacer y el día comenzaba a declinar. Solo dos personas siguieron ahí, Shimonosuke lloraba a su maestro mientras sus puños sangraban. Seiko miraba al hombre que ahora dejaba ver su corazón.

Quiso acercarse, pero sus hijos esperaban por ella. Su mano rozó el hombro del joven que la miro y le asintió. La dama comenzó a bajar las escalinatas del lugar, dándole la espalda él se quedaba.

Miró a su alrededor y luego tomó un camino hacia el monte. Allí, escalando en forma desesperada encontró lo que tanto miraba su maestro aquel día. El mar azulado se veía ahora de un tono carmesí, una delgada fumata casi imperceptible revelaba el punto exacto donde se encontraban los chinos.

Se lanzo desde allí, tenia que ver algo, tenia que probarse algo a sí mismo. Cayó sobre sus pies y rodando hizo tiempo para esconderse tras una roca y escuchar a dos personas que andaban por ahí.

Creo que es una pena venir hasta aquí y no encontrar a nadie que pueda medirse conmigo.

Vamos, hermano no tienes que perder las esperanzas. Alguien aparecerá.

Eso espero, querida hermana hasta ahora solo he podido medirme contigo. Pero es preciso que encuentre a alguien tan fuerte o más que yo.

Y lo harás, es mas... creo que esta aquí. Vamos, sal a donde podamos verte muchacho.

Shimonosuke comenzó a transpirar, un sudor frió lo recorrió de arriba abajo. Lo habían descubierto... Salió de entre las rocas y ahí encontró a los dos lideres del clan de asesinos. El miedo que sentía ante la presencia de esos dos lo anonadaba, afortunadamente logró sobreponerse en pocos minutos.

Habla.

Vine aquí para saber por que fueron a despedir a mi maestro.

Él también fue uno de los nuestros, solo que eligió otro camino. El nos dejo hace mucho tiempo, buscando perfección; alejándose de las matanzas y la vida mercenaria.

Si, pero así y todo fue uno de los mejores. Por eso, como nuestro camarada era nuestro deber despedirnos de él.

Pero... tu, tu mataste a mi maestro.

Si, fue la consecuencia de sus elecciones. Y la tuya, que decidiste obedecer e irte del lugar sin pelear.

Vamos, demuéstrame de que eres capaz, muchacho.

No, te demostrare lo que valgo en el campo de batalla.

No voy a esperar hasta ese día.

El maestro si fan atacó sorpresivamente, pero el joven evadió el ataque. Yuan Ming se quedó asombrada, ese joven evadía los ataques de su hermano y teniendo la posibilidad de atacar no lo hacía.

Sin embargo, un golpe del hombre llegó a destino... el violento ataque arrastró al muchacho varios metros. Pero este permanecía de pie, las olas golpeaban contra las rocas. Las gotas del agua parecían querer impedir el combate, Xung Kai recobró su postura normal, mientras comenzaba a retirarse.

Esperare por ti en el campo de batalla. No te tendré piedad, así que prepárate.

Que así sea, Xung Kai.

El joven vió como ese terrible oponente se alejaba secundado por su hermana. Suspiro aliviado y se dejo caer al suelo. Los brazos le dolían, por el golpe recibido... ese sujeto no tenia un golpe ordinario, era algo bestial.

Yuan Ming miró a su hermano, una gran sonrisa surcaba su rostro. El hombre se miraba las manos, estaba en un estado de euforia indecible. Su cuerpo temblaba por dentro, por fin había hallado a alguien superior a él.

Finalmente había sentido miedo al pelear contra alguien. Si, se había percatado de las numerosas oportunidades que tuvo ese muchacho para golpearlo. Sabia que pronto se encontrarían frente a frente, esperaría con ansias ese momento.

Shimonosuke volvió a la villa, ya sobre la cumbre del monte pudo ver un camino apenas visible. Bajando por el monte, se acerco y una vez abajo divisó un pequeño templo.

Se oculto y entonces lo que vio lo desconcertó. La viuda estaba allí rezando y llorando, se mantuvo así por largo rato. Cuando se paró, el joven pudo ver como depositaba algo en aquel lugar. Seiko se retiro del lugar, mientras se limpiaba las lagrimas. Pero al parecer no sabia que el joven estaba ahí.

Shimonosuke se acerco al pequeño templo y ahí encontró ropas de ceremonia de una talla bastante grande. Además, en un improvisado katanero, sellado con varios pergaminos descansaba una enorme espada. Movido por la curiosidad quiso tomar el arma.

Una voz conocida habló a sus espaldas:

Es mejor que la dejes ahí, esos sellos no están de adorno. Mi querido Zankuro eligió el riesgo y decidió bajar al inframundo a luchar contra los demonios. Al no hallar rivales dignos de su espada en estas tierras se enfrento a seres de los que nadie ha oído hablar. Pero un día, nadie sabe por que él volvió a casa. Pero estaba muy diferente, su mirada había cambiado. Una noche intento matarme y luego arrepentido se quitó la vida.

¿Es eso cierto? ¿tu, no lo mataste?.

No, como mi marido yo lo amé siempre.

Pero aún muerto, su espíritu quedó en su arma. Es por eso que esta sellada, nadie debe sacar la hoja de su descanso. Si no, el arma se adueñara de la conciencia de quien la tome.

Desconocía todo esto.

No es necesario que lo supieras. Pero ya que encontraste este lugar, era preciso prevenirte.

Eh..pero yo no iba a tomar esa arma.

No lo se, pero habría sido muy tonto no advertirte de las consecuencias.

Bueno, mejor la dejo ahí. Preciso que me enseñes mas.

Ya no puedo enseñarte mas. Las técnicas sucesorias son para mis hijos, lo siento. Aún puedo ser tu rival.

Excelente, entonces.

Los dos salieron de ese lugar que nunca debió existir, ella le dijo de entrenar y el aceptó; tenia que mejorar para vencer a Xung Kai. Se adentraron en el bosque, ella se ató el pelo luego se arremango el kimono y se dispuso al combate.

Él se acercó, pero no ataco. Ella se sonrió, mientras se acomodaba el pelo luego tomo la iniciativa. Comenzó golpeando con una patada abanico que el joven evadió sin dificultad. Shimonosuke ataco, pero la planta del pie de ella lo detuvo en seco; pudo evadir el golpe a tiempo y atacar con un codazo.

Pero ella no estaba, había pegado su espalda a la de él y cuando él ataco... ella lo golpeo con sus dedos en las carótidas.

Gkaaajjj. Se ahogaba el joven.

Jeje, solo fue un ataque. Vamos no te pongas así. Dijo la mujer.

Bien... entonces volveré a atacar. Dijo él.

Vamos. Dijo ella.

Las sombras se alargaban con el sol que comenzaba a caer, los rivales combatían en soledad. No existía el tiempo, no había estaciones, no había cuerpos ni daño. Cuando ambos se detuvieron, notaron que era de noche. Volvieron al hogar de Seiko, ella aún tenia que ocuparse de sus niños.

Los chiquillos esperaban ansiosos a su madre y le tenían una sorpresa ya que se habían esmerado en hacer la cena. Los pequeñines se habían dormido a la espera, cuando ambos llegaron, estaban rendidos en la mesa.

Se miraron y sonrieron, acostaron a los niños y luego se quedaron charlando en el patio de la casa.

¿Que es lo que vas a hacer, muchacho?.

Lo primero será luchar contra Xung Kai, lo venceré.

¿Y luego?

No lo se... tal vez desaparezca de este lugar.

Aquí siempre tendrás un lugar.

Shimonosuke miro en silencio a la dama, se sonrió y luego observo las estrellas. No podía creer que las cosas se dieran así. No hizo falta hablar mas, ella se levantó y se retiro de su presencia. Pero él se quedó un poco mas observando el firmamento.

Hasta aquí la continuación, paciencia que falta poco. ^^

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