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El guerrero (3)

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El guerrero 3

Los dos bandos pasaron a ponerse serios...dejaron los rodeos para los turistas y comenzaron a utilizar sus mejores técnicas.

Los ninjas comenzaron a realizar sus kujis para despertar sus fuerzas ocultas...mientras los monstruos concentraban sus energías mediante la respiración.  Por otra parte, los invasores decidieron alejarse discretamente. 

Mifune y sus hombres quedaron observando la pelea... que llego a una escala de violencia inimaginable, ninjas y tengus luchaban por doquier aplicando técnicas mortales. La sangre dominaba el lugar, que ya parecía un pedazo del mismo infierno.

Los cuerpos quedaban tendidos por doquier, mientras los rivales seguían ciegos en su lucha... olvidando el mundo que les rodeaba.

Los lideres de ambos bandos empezaron a inquietarse por las bajas que estaban sufriendo, con un solo movimiento de su mano; Ninjas y Tengus dejaron de pelear. Todo se detuvo, y así, el Senin, el Ainu y el Tengu se encontraron para negociar.

Hombres, que casi parecían sobrehumanos negociando con un monstruo... era algo inaudito; sin embargo así era, no se hablo una sola palabra...los tres se miraron a los ojos largamente y luego estrecharon sus manos con la garra del monstruo. Luego, con un solo sonido de los lideres... Tengus y Ninjas desaparecieron de la escena.

Mifune y sus soldados se quedaron estupefactos... ¿que había sido todo aquello?, ¿acaso un sueño o una pesadilla?. No, había sido real... los cuerpos de los caídos en combate aun se encontraban ahí.

Un fuerte viento se levanto, llevándose los cadáveres... era inaudito. El señor del Norte quedo estupefacto. Cuando volvieron en si, se alegraron de haber sobrevivido al ataque de los chinos; aunque esto aun no había terminado... esto era tan solo la calma que antecede a la tormenta.     

Mientras los guerreros, se reunían en la aldea; los ánimos terminaban de caldearse...

Hey...explíquense. Dijeron los ninjas.

No hay nada que explicar, debíamos retirarnos. Dijo el líder Senin.

¿Porque dieron esa orden?. Pregunto un ermitaño.

Estábamos sufriendo demasiadas bajas. Comento el líder Ainu.

No es así, podríamos hacer vencido a los pajarracos. Dijo enfadado otro ninja.

Ninguno de Uds. tiene el poder suficiente para vencer al líder de ellos. Volvió a decir el Senin.

Yo podría vencerlo, como vencí a sus subordinados. Decía en tono jocoso un guerrero ainu.

No... ese Tengu era muy diferente a los demás, su poder incluso me supera. Comento con sinceridad el líder Ainu.

Un incomodo silencio se cernió sobre la reunión...

Nadie dijo nada... si el jefe así lo reconocía, era así. Inaudito, pero cierto...ese tengu tenia un poder mucho mayor del que ellos tenían en la actualidad.

Bueno, por hoy fueron muchas emociones... descansemos, nos lo merecemos. Dijo el Líder.

Los habitantes de la aldea volvieron a sus hogares a descansar sus cuerpos, ese día se exigieron al máximo en la lucha contra los tengus... eran enemigos terribles, había que reconocerlo.

Sin embargo los jefes estaban preocupados por algo mas... la negociación con el líder de esos monstruos se hizo mentalmente, ellos le pidieron que se retirasen y el tengu acepto demasiado fácil; no impuso nada... algo no cuadraba. 

De repente todo era claro...ERA UNA TRAMPA... esas basuras los habían seguido hasta ahí y  ahora planeaban acabarlos, la noticia se esparció rápidamente y cada uno tomo sus armas, esperando a sus enemigos.

No pensaban dejarse vencer así de fácil, lucharían por sus vidas y vencerían...pero nada de eso ocurrió, los monstruos no aparecieron por ninguna parte. 

La verdad es que los tengus habían vuelto a su lugar de origen, el monte Kurama. La decisión del jefe fue respetada... no hubo ninguna clase de oposición y si la hubiera habido, la habrían pasado muy mal. No todos los lideres dejaban expresarse a sus subordinados.

El líder del clan hablo a sus mentes:

Dejemos que estos ilusos hombres luchen entre si. Aun les falta para llegar a donde estamos nosotros. Y si llegaran a aventurarse hasta aquí... tendríamos que pelear seriamente.

Los monstruos volvieron a abocarse a su entrenamiento, esforzándose por mejorar cada vez mas. Sentían que su superioridad no era tanta... si se comparaban con el líder, no eran mas que gusanos.

Mientras tanto, Shinmen; líder del clan Asano avanzaba al galope en auxilio de Mifune... Aguanta amigo, en breve estaré ahí para apoyarte. pensaba el valiente hombre.

Iban lo mas rápido que podían, pero la distancia a cubrir aun era mucha y la desesperación comenzaba a hacerse presente en el semblante del hombretón. Con Mifune muchas veces pelearon juntos contra otras amenazas, pero nunca contra un enemigo tan poderoso.

Era este el motivo de su angustia y desesperación... debía llegar a tiempo, esta vez tenia que lógralo.

Shinmen comienza a recordar, su mente lo lleva unos veinte años atrás...

Las casas Muromachi y Soda luchaban por el liderazgo en la región, en ese entonces él estaba a las ordenes de los muromachi como samurai y Mifune era el general que los guiaba en la difícil lucha contra los enemigos.

Shinmen recién había obtenido su katana, se encontraba muy orgulloso y con ganas de luchar contra mil enemigos. El encuentro contra los Soda se produjo en una planicie, los soldados se encontraron en un violento choque.

Shinmen luchaba con pasión, acabando rápidamente con sus oponentes. Pero Mifune tenia algunos problemas con la caballería...eran muy rápidos para su espada. De repente, uno de los jinetes se dispuso a descargar un golpe... Shinmen miraba impotente, no podía distraerse en el combate. Un paso en falso y su final podía llegar abruptamente, por eso no pudo ayudarle aquella vez.

El jinete atravesó el hombro de Mifune con un yari y este cayo al suelo...la sangre brotaba a borbotones de la herida. Shinmen deshizo a su oponente de tres estocadas simultaneas y salió a socorrer a su amigo.

El hombre se negaba a recibir ayuda...era muy deshonroso que un guerrero como el fuera socorrido por un soldado de categoría baja.

Sin embargo, Shinmen lo arrastro fuera del campo de batalla para dejarlo en un lugar seguro en el que descansar y tratar sus heridas. El cuerpo pesado del hombretón, estaba aun mas pesado por el yoroi que vestía. Bajo un destrozado árbol de cerezos, Shinmen trato las heridas de Mifune, vendando lo mejor que pudo la herida... ahí lo dejo con agua suficiente para soportar un tiempo mas. Una vez que acabo con su tarea, volvió corriendo a donde estaba la acción... Yoshihiro Mifune vio desaparecer entre la masa de guerreros a su salvador, en sus oídos aun resonaban las palabras de este hombre:

Ayudar a un compañero es una obligación para nosotros.

Durante esa batalla, Shinmen siguió luchando para preservar el honor de su jefe. Era su deber, si este moría durante la batalla; todo el escuadrón debía cometer seppuku... eran las reglas por las que se regían.

La batalla estaba volviéndose a favor de los Muromachi y ya los Soda se batían en retirada, pero no por eso dejaban de luchar por sus señores. Los soldados se internaban en los bosques cercanos... allí, algo peor que los samuráis acechaba; esperando el momento justo para atacar.

Muchos guerreros, envalentonados penetraron en la oscura arboleda. De ellos solo quedaron cadáveres, ninjas se habían encargado de eliminarlos con gran sigilo. Nunca supieron que les paso... Shinmen avanzaba con cuidado por la arboleda, estaba alerta ante cualquier movimiento.

Muchos huyeron del lugar, ahora se encontraba solo en territorio enemigo... un mal presentimiento lo embargaba, algo no iba bien. Repentinamente, del suelo emergió un hombre, y lo ataco con un palo. Sus reflejos bloquearon el ataque, cuando ataco... el hombre ya no estaba ahí. Solo sintió el ataque dando contra su espalda, cuando giro ahí estaba; ataco de nuevo. El ninja bloqueo el ataque con su espada y le tiro polvo en los ojos, Shinmen quedo estático. Sin vista por el momento, muy poco podía hacer... pero el hombre seguía atacando.

El guerrero solo se limitaba a cubrirse, con tal de salvar su vida... en eso la espada del ninja cayo; quedo desarmado. Pero lejos de retirarse, adopto una extraña posición de combate. El hombre quiso atacar... el ninja evadió numerosas veces sus ataques de espada. 

Lo demás es borroso, el quiso partir al medio a su acechador pero este evadió el movimiento pero esta vez lo proyecto y Shinmen cayo de cabeza al suelo, todo vibraba a su alrededor; estaba desarmado ante su agresor, que sin mas le rompió varias costillas de un puñetazo... después de eso solo vio al sujeto saludarlo, lo peor fue cuando vio los ojos de su oponente allí no había nada mas que un vació blanco. Después de eso, el ninja desapareció.

Después de la batalla, algunos soldados consiguieron rescatar a Shinmen... cuando lo encontraron, este estaba tirado como si fuera un cadáver mas; en sus ojos se veía un temor infinito. Ese sujeto y su mirada lo habían dejado shockeado, el solo balbuceaba:

Esos ojos, esos ojos...

Los hombres lo ayudaron a llegar al campamento, los golpes que recibió habían sido tremendos y su estado emocional no lo ayudaba. Paso varios días hasta salir del trance en que lo encontraron... sus heridas tardaron en sanar...

Volviendo a la época actual, Shinmen sigue adelante con su ejercito hacia Hokkaido; mantienen el paso pero la noche ya empieza a estirar sus manos, tapando el sol.

Mientras esto pasaba, el ejercito chino se reagrupaba en su campamento.

Las novedades no eran muy alentadoras y La Su Xinxiao estaba inquieto. Las cosas no salieron como esperaba y esos monstruos habían arruinado todos sus planes. Así que tuvo que mandar a pedir refuerzos a China.

Estos estaban por llegar en unos dos días, así que de momento solo les quedaba esperar; aunque la idea de ser atacados lo tenia preocupado.  Todo era posible en esta guerra que tenia desesperados a los locales, especialmente a Mifune que había sufrido numerosas bajas en sus filas.

Mientras estas cosas ocurrían entre los bandos y los futuros refuerzos. Una iniciación estaba llevándose a cabo, encima de la cascada se encontraban Hakuunsai y su pupilo luchando a manos desnudas... el joven había progresado muy bien y ya se movía como todo un ninja.

El anciano estaba conforme con el estado de su alumno, aunque ahora solo faltaba que aprendiera el manejo de las armas. Por eso, hoy comenzaría a enseñarle el manejo del ninjato; lo adentraría en los secretos del Kenjutsu.

Hakuunsai se dirigió hacia un cañaveral, seguido de cerca por su discípulo; repentinamente el anciano detuvo la marcha. El muchacho se detuvo también, expectante... se había acostumbrado a mantenerse alerta ante los movimientos de ese anciano fuera de lo común.

El maestro miro al muchacho y le extendió una katana envainada...la clase estaba a punto de comenzar, este lo entrenaría como venia haciéndolo desde hace mas de cien años. Con la katana real, para dominar por completo el arma; esta debía llegar a ser parte de su cuerpo... solo así alcanzaría la maestría.

El joven tomo la espada en sus manos, la notaba tan liviana. Desenvaino la ninjato y se quedo contemplando la resplandeciente hoja. El anciano tomo su bastón y para sorpresa del discípulo, Hakuunsai desenvaino la hoja de su arma... se trataba de una Suriashi, una espada oculta dentro de una caña de bambú.

Ambos adoptaron posturas distintas de combate, pero el anciano estaba en una posición un tanto extraña, además sostenía la espada con la mano izquierda. Los dos quedaron estáticos, a la espera del momento preciso para atacar. El viento comenzó a soplar entre los árboles del bosque... el sonido de las hojas fue el inicio, ambos corrieron el uno hacia el otro gritándose.

El muchacho ataco primero, el anciano detuvo el corte y rechazo su avance...giraban mirándose; en eso el anciano se perdió y paso por un lado del joven, mientras cortaba así el costado del traje del muchacho.  Este no lo sintió, cuando miro su costado encontró el corte limpiamente hecho.  Hakuunsai se santiguo y rió sonoramente, mientras evadía el ataque de su pupilo.

- Si te enfadas, solo me facilitaras las cosas. Comento el anciano.

- Pero es que me veo ridículo. Dijo el discípulo.

- No importa el como te veas sino la efectividad de la técnica. Volvió a decir el Maestro.

La charla acabo, Hakuunsai desapareció de su vista y lo ataco con el reverso de la katana por la espalda...

- Aun sigues dependiendo demasiado de tus ojos !Así no llegaras a nada, IDIOTA¡. Lo reprendió el anciano.

- Lo siento maestro, aun me falta mucho. Se disculpo el pupilo.

El joven se quedo estático, fijando su mente en un solo punto; solo así pudo percibir el ataque que venia desde su izquierda. Su cuerpo no respondió con la velocidad adecuada, pero al menos pudo percibir el ataque... eso ya era un avance. 

El duro entrenamiento continuo durante toda la tarde, el muchacho estaba exhausto y sus manos sangraban, pero no por eso soltaba el arma. Las piernas le temblaban y ya veía borroso por el agotamiento físico. Créalo o no, el anciano seguía atacando a su discípulo.

El anciano se detuvo, su espada paro a unos escasos centímetros del cuello de su indefenso pupilo. El joven quedo atónito ante la velocidad del Maestro. Ambos envainaron, los últimos rayos del sol ya se perdían en el horizonte y las sombras ya se adueñaban de todo.

Los hombres volvieron a oscuras hacia la cueva en que vivían, el camino lo hicieron con gran sigilo; el viejo no hacia un solo ruido mientras su alumno apenas se sentía.

Avanzaban confundiéndose con las sombras, sus ojos ya se habían habituado a la oscuridad que no era tal gracias a los pálidos rayos que irradiaba la luna.

Una vez en la cueva, Hakuunsai prendió la lámpara de papel y miro a su discípulo; le sonrió y sin mas le alcanzo un pez asado. Ambos comieron en silencio, disfrutando de cada bocado; con el agua pura de la cascada como bebida nada mas necesitaban.

El anciano se durmió al rato, mientras el muchacho se quedo pensando... reflexionaba y recordaba, las penurias de su vida pasada, las guerras y batallas, el como casi pierde su vida. Todo estaba ahí, sin embargo algo en su mente se agitaba; parecía que había olvidado algo muy importante que ahora no recordaba.

Miro hacia un costado, el anciano maestro dormía. Al poco rato el también se durmió, el agotamiento físico pudo mas. Al día siguiente, ni bien amanecía se levanto, un nuevo día de entrenamiento le aguardaba.

Desayuno a toda prisa y rápidamente se dirigió a la cascada, allí estaba Hakuunsai meditando con sus dedos entrelazados.

Siguiendo con la temática no erótica, aquí les dejo una nueva entrega del guerrero. No se ilusionen, hay guerrero para rato...^^

Glosario:

Kujis: En realidad se llaman Kuji Kiris, son posiciones en las que se entrelazan las manos mientras se recitan ciertos mantras. Según se dice, con esto lograban adquirir una vibratoria concreta de poder; aumentando sus energías.

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